00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Vamos a leer Esdras 9 y Esdras 10, esos dos capítulos. Vamos a escuchar la Palabra de Dios. Acabadas estas cosas, los príncipes vinieron a mí diciendo, el pueblo de Israel y los sacerdotes y levitas no se han separado de los pueblos de las tierras, de los caraneos, seteos, fereceros, jebuceos, amonitas, muavitas, egipcios y amoreos, y hacen conforme a sus abominaciones. porque han tomado de las hijas de ellos para sí y para sus hijos. El linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras, y la mano de los príncipes y los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado. Cuando oí esto, rasgué mi vestido, mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza, de mi barba, y me senté angustiado en extremo. y se me juntaron todos los que temían las palabras del Dios de Israel a causa de la prevaricación y los del capimedio. Mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde. Y a la hora del sacrificio de la tarde me levanté de mi aflicción y habiendo rasgado mi vestido, mi manto, me postré de rodillas y extendí mis manos a Jehová mi Dios y dije, Dios mío, Confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a Ti. Porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza y nuestros delitos han crecido hasta el cielo. Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado. Y por nuestras iniquidades nosotros, nuestros reyes y nuestros sacerdotes, hemos sido entregados en manos de los reyes de las tierras, a espada, a cautiverio, a robo y a vergüenza que cubre nuestro rostro como hoy día. Y ahora, por un breve momento, ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar nuestro Dios, nuestros ojos, y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre. Recieros somos, mas en nuestra servidumbre no nos ha desamparado nuestro Dios, sino que inclinó sobre nosotros su mesidicor de delante de los reyes de Persia, para que se nos diese vida, para levantar la casa de nuestro Dios y restaurar sus ruinas y darnos protección en Judá y Jerusalén. Pero ahora, ¿qué diremos, oh Dios nuestro, después de esto? Porque nosotros hemos dejado tus mandamientos, que prescribiste por medio de tus siervos los profetas, diciendo, la tierra a la cual entráis para poseerla, tira inmunda esa cápsula inmundicia de los pueblos de aquellas regiones, por las abominaciones de que la han llenado de un otro extremo con su inmundicia. Ahora pues no daréis vuestras hijas a los hijos de ellos, ni sus hijas tomaréis para vuestros hijos, ni procuraréis jamás su paz ni su prosperidad. Para que seáis fuertes y comáis el bien de la tierra, y la dejéis por heredar a vuestros hijos para siempre. Más después de todo lo que nos ha sobrevenido a causa de nuestras malas obras, y acaso nuestro gran pecado y actitud Dios nuestro no nos has castigado de acuerdo con nuestras iniquidades y nos diste un remanente como éste. ¿Hemos de volver a infringir tus mandamientos y emparentar con pueblos que cometen estas abominaciones? ¿No te indignarías contra nosotros hasta consumirnos sin que quedara remanente ni quien escape? Oh Jehová, Dios Israel, tú eres justo, puesto que hemos quedado un remanente que ha escapado, como en este día, ennos aquí delante de ti en nuestros delitos, porque no es posible estar en tu presencia a causa de esto. Mientras oraba Estras y hacía confesión, llorando y postrándose delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños, y lloraba el pueblo amargamente. Entonces respondió Zecanías, hijo de Jejiel, de los hijos de Elam, y dijo Estras, nosotros hemos pecado contra nuestro Dios, pues tomamos mujeres extranjeras de los pueblos de la tierra, Vamos a empezar esto a una esperanza para Israel. Ahora pues, hagamos pacto con nuestro Dios, que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi Señor y de los que temen el mandamiento de nuestro Dios, y hágase conforme la ley. Levántate, porque esa es tu obligación, y nosotros estaremos contigo. Esfuércete y pon mano a la obra. Entonces se levantó a Estras y juramentó a los príncipes, los sacerdotes, los levitas, y a todo Israel, que harían conforme a esto. Y ellos juraron. Se levantó luego a Estras delante de la casa de Dios y se fue a la cama de Jonahán, hijo de Jezib. E ido allá no comió pan ni bebió agua, porque se entristeció a causa del pecado del cativerio. e hicieron pregonar en Judá y en Jerusalén que todos los hijos del cautiverio se reuniesen en Jerusalén, y que el que no viniera dentro de tres días, conforme al acuerdo de los principes y los ancianos, perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la congregación de los del cautiverio. Así todos los hombres de Judá y de Benjamín se reunieron en Jerusalén dentro de los tres días, a los veinte días del mes, que era el mes noveno, y se sentó todo el pueblo en la plaza de la casa de Dios temblando con motivo de aquel asunto y a causa de la lluvia. Y se levantó el sacerdote a ellos y les dijo, Vosotros habéis pecado, por cuanto tomasteis mujeres extranjeras, añadiendo así su pecado a Israel. Ahora puedes dar gloria a Jehová, Dios de vuestros padres, y hacer su voluntad, y apartaos de los pueblos de las tierras y las mujeres extranjeras. Respondió toda la asamblea, y dijeron en alta voz, Así se haga conforme a tu palabra. Pero el pueblo es mucho, y el tiempo es lluvioso, y no podemos estar en la calle, ni la obra es de un día ni de dos, porque somos muchos los que hemos pecado en esto. Serán nuestros príncipes los que se queden en lugar de toda la congregación, y todos aquellos que en nuestras ciudades hayan tomado mujeres extranjeras, vengan en tiempos determinados, y con ellos los ancianos de cada ciudad, y los jueces de ellas, hasta que apartemos de nosotros el ardor de la ira de nuestro Dios sobre esto. Solamente Jonatán, hijo de Hazél, y Jacías, hijo de Itigba, se opusieron a esto, y los levitas Mesulam y Sabatay les ayudaron. Así hicieron los hijos del cautiverio. Y fueron apartados el sacerdote Esdras y ciertos varones jefes de casas paternas, según sus casas paternas. Todos ellos, por sus nombres, se sentaron el primer día del mes décimo para inquirir sobre el asunto, y terminaron el juicio de todos aquellos que habían tomado mujeres extranjeras el primer día del mes primero. De los hijos de los sacerdotes que habían tomado mujeres extranjeras, fueron hallados éstos, de los hijos de Jesúa, hijo de Josadak, y sus hermanos, Macías, Eliezer, Jarib y Geralías. Y dieron su mano en promesa de que despedirían sus mujeres, y ofrecieron como ofrenda por su pecado un carnero de los ribaños por su delito. Los hijos de Imer, Anani y Cerberías. Los hijos de Arim, Macías, Elías, Semaías, Jehiel y Usías. de los hijos de Pasúr, Elionay, Macías, Ismael, Nataniel, Josabar y Elazá, de los hijos de los Levitas, Josabal, Simei, Keleay, Esteskelita, Petáies, Judá y Eliezer, de los cantores, Eliezim, y de los porteros, Salúm, Telem y Uri. Asimismo en Israel, de los hijos de Paros, Ramía, Jesías, Malquías, Mihamín, Eliezar, Malquías y Benaía. Los hijos de Elam, Matanías, Zacarías, Jehiel, Abdi, Jeremot y Elias. Los hijos de Esaptu, Elionay, Eliasib, Matanías, Jeremot, Zavad y Asisa. Los hijos de Bebaim, Honan, Ananias, Zavay y Atlaim. Los hijos de Bani, Mesulam, Maluk, Adia, Hasub, Zeal y Ramot. Los hijos de Pá, Moab, Adná, Kelal, Benaya, Macías, Matanías, Besalel, Benúi y Manasés. De los hijos de Arím, Elieser, Isías, Malquías, Semayés, Simeón, Benjamín, Maluc y Semarías. De los hijos de Asún, Matenay, Matata, Esavar, Elifelet, Jeremay, Manasés y Simay. De los hijos de Bani, Madai, Andam, Huel, Benahia, Bedias, Kelui, Banias, Meremot, Eliasib, Matanias, Matenai, Hasai, Bani, Benui, Simei, Selemias, Natan, Adai, Maknadevai, Sasai, Sarai, Azarel, Selemias, Semarias, Salum, Anamias y José. De los hijos de Nebo, Geel, Matadias, Zabad, Sevina, Hadao, Joel y Benahia. Todos estos habían tomado mujeres extranjeras. y había mujeres de ellos que habían dado a luz hijos. Vamos ahora. Para enseñarnos este momento te brimos la necesidad del arrepentimiento verdadero. Darnos ese poder para reconocer nuestros pecados y arrepentirnos de ellos en verdad. Te brimos en nombre de Cristo. Amén. En la Mesa de Corre de Dios, como una demostración de su fidelidad con su pueblo que estaba regresando a Él, Dios mandó a Esdras, este sacerdote, y escribe la ley de Babilonia a Jerusalén con la intención de enseñar el Poder de Dios, lo vimos la vez pasada. En todo esto vemos el tema del libro ilustrado en la vida de Esdras, la fidelidad de Dios en la restauración de su pueblo por medio de su Palabra. Entonces, cuando empieza el capítulo 9, Esdras ya está en Jerusalén, con los dos grupos de judíos que habían regresado a la tierra prometida, el templo está construido, Dios está bendeciendo con el favor de los reyes de Persia, y todo lo que ellos habían provisto, todo parecía estar bien y tranquilo. Pero, ¿qué estaba haciendo Esdras en esos primeros meses después de regresar a Jerusalén? Recordamos por qué vino. Vino para enseñar la ley de Dios al pueblo. Entonces, en esos primeros meses, seguro, ¿qué es lo que él estaba haciendo? Enseñando la ley, predicando al pueblo. ¿Y qué era el resultado? El resultado era el reconocimiento de un pecado muy grande, muy grave del pueblo en contra de Dios. Gracias a Dios también esta Palabra de Dios resultó en el arrepentimiento de este pecado. Y eso debe ser la respuesta siempre cuando recibimos la enseñanza de la Palabra de Dios. Cada vez que la Palabra es enseñada y predicada, debería resultar en arrepentimiento. Cada vez no de vez en cuando en el culto evangelístico, cada vez, como vemos aquí en este pasaje. Es lo que tenemos que aprender aquí. Necesitamos reconocer nuestro pecado de la falta de separación del mundo, arrepentirnos en verdad y tomar pasos radicales para regresar a Dios. En primer lugar vemos en este pasaje el reconocimiento del pecado. Leemos aquí al principio del capítulo 9, que después de que Esdras había llegado con el grupo de Babilonia, los príncipes vinieron a él para platicarle algo. Algunos meses habían pasado. Esdras ya estaba establecido en Jerusalén, seguro que estaba enseñando la ley de Dios al pueblo así como se había preparado. Y como resultado de la enseñanza de la Palabra de Dios, los líderes del pueblo reconocieron su pecado y el pecado de la nación, y vienen a Esdras para admitirlo. Otra vez, en versículos 1 y 2 del capítulo 9. Al acabarse esas cosas, los príncipes vinieron a mí, a Esdras, diciendo, el pueblo de Israel y los sacerdotes levitas no se han separado de los pueblos de las tierras. caramellos, eteos, fereceros, debuceos, amonitas, moabitas, egipcios y amoreros, y hacen conforme a sus abominaciones, porque han tomado las hijas de ellos para sí, para sus hijos. El linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras, y la mano de los príncipes y los gobernadores ha sido la primera en cometer este pecado. ¿Cuál fue el pecado cometido aquí? El pueblo de Israel no se había separado de los pueblos de las tierras, sino que se había mezclado con ellos en el matrimonio, y como resultado estaban actuando conforme las abominaciones de estos paganos. Como dijeron, el linaje santo ha sido mezclado con los pueblos de las tierras. Dios había llamado a Israel a ser una nación santa, una nación apartada, una nación diferente y separada del mundo. Pero por toda su historia, Israel luchaba con eso. Siempre estaba cayendo este pecado. Y el pecado de actuar como el mundo, el pecado de mezclarse con las naciones paganas. Y precisamente por eso habían sido juzgados y mandados al exilio. Y ahora, pocos años después de que Dios, en su misericordia, había permitido a algunos regresar después del exilio, otra vez estaban empezando con el mismo pecado. Es muy familiar, ¿verdad? Pues hoy en día el pueblo de Dios no es una nación. La salvación ya no viene por medio de un grupo étnico, no. Ahora el pueblo de Dios es la iglesia. Y la iglesia consiste de personas de toda nación, de toda lengua. Pero este principio no ha cambiado. Dios todavía manda a su pueblo que se separe del mundo, que sea parte del mundo, que sea una nación santa y un pueblo apartado. Nos manda a ser diferentes. Obviamente, radicalmente diferentes. La Biblia es muy clara en cuanto a ese asunto. Dios nos manda a ser santos como el Santo. Dice que debemos ser sal y luz en la tierra. Nos manda a salir del medio del mundo y apartarnos. Nos manda a no amar al mundo. Está en todo nuestro testamento. En este caso de Esdras, por ejemplo, la falta de santidad, la falta de separación del mundo, se vio por medio de los matrimonios. Se habían casado con incrédulos, hicieron matrimonios con aquellos que hicieron abominaciones en contra de Dios. Por supuesto, esta aplicación específica es muy importante para nosotros hoy en día también. De hecho, el mismo pasaje que yo cité, que dice que debemos apartarnos del mundo, está en el contexto de no entrar en yugo desigual con los incrédulos. Hay mucha aplicación para ese versículo, pero una, por lo menos, es en cuanto a las relaciones de novios y esposos. Ningún cristiano verdadero tiene ningún derecho a entrar en yugo desigual con los incrédulos, ya sea la relación de novios o la relación de esposos. Ningún derecho si eres hijo de Dios. Si no eres hijo de Dios, haz lo que quieras. Pero estás demostrando que no eres hijo de Dios. Si te casas o tienes novio o novia, incrédulo. No te llames cristiano, por favor. Pero el matrimonio no es la única aplicación aquí. El principio es más general. No quiero que nadie aquí diga, no, mi matrimonio está bien, pues no me aplica. Sí te aplica, y me aplica a mí también. El tema es más general. El problema es la falta de santidad. El problema es la falta de la separación del mundo perdido y pecaminoso. Y tenemos que reconocerlo, hermanos. como cristianos y como iglesia. Tenemos que reconocer y admitir las maneras en las cuales nos hemos mezclado con el mundo. Las maneras en las cuales no somos diferentes que el mundo. Tenemos que reconocerlo. Un cristiano no debería escuchar la misma música sucia y sugestiva pecaminosa que el mundo. Otra vez, no tiene ningún derecho. Si quieres hacerlo, no te llames cristiano, por favor. Un cristiano no debe ver las mismas películas y programas de Netflix con la desnudez, con los actos sexuales, con escenas sugestivas que ve el mundo. Otra vez, si quieres hacerlo, hazlo, pero no te llames cristiano. Y podemos continuar, continuar, continuar con ejemplos. Cada cristiano que aquí tiene que examinarse, ser honesto con sí mismo y preguntarse, ¿por qué no hay diferencia entre mi vida y la vida de alguien en el mundo? Jóvenes, ustedes deberían ser burlados constantemente en sus escuelas y con sus amigos. ¡Deberían! ¡Porque son tan diferentes! Porque no escuchan nada de lo que escuchan ellos. Porque ustedes no pueden entrar en las conversaciones con ellos porque tú no has visto los mismos programas. Les parece demasiado radical, ¿verdad? Pero pregunto, ¿cómo se ven ellos que ustedes son cristianos? Si ven lo mismo, escuchan lo mismo y hablen lo mismo. Jóvenes, no se engañen. Si no son diferentes que el mundo, no son cristianos. Y no solo de cosas jóvenes tampoco. Cada adulto también tiene que preguntarse ¿Por qué nadie quiere venir a la iglesia contigo? ¿Por qué nadie se maravilla por su vida en el trabajo? ¿Por la manera tan diferente en la cual tratas a tu esposo, esposo o hijos? ¿Por qué nadie se maravilla de cuán diferente eres? Porque eres como el mundo y tienes que preguntarte si eres cristiano o no. Dios nos manda a ser diferentes, obviamente radicalmente diferentes. Esa es la aplicación aquí. La aplicación aquí es mucho más grande que matrimonios. El problema que tenemos es la falta de santidad, la falta de separación del mundo. El problema con la iglesia de Cristo hoy en día es que hay tanto del mundo en la iglesia. Spurgeon habló de este tema y dijo, creo que una razón por la que la Iglesia de Dios en ese tiempo tiene tan poca influencia sobre el mundo, es que el mundo tiene tanta influencia sobre la Iglesia. Y Spurgeon escribió esto hace 150 años. ¿Cuánto más es la verdad hoy en día? La razón por la que la Iglesia de Dios, en nuestros días, tiene tan, tan poca influencia en el mundo, es porque el mundo tiene tanta influencia sobre la Iglesia. Es la verdad. Otro predicador dijo algo muy cierto. Citando a Cristo, dijo, estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Esas palabras de Cristo. Este otro predicador dijo algo muy cierto. Debemos tener la barca en el agua, pero no el agua en la barca. ¿Entendemos? Es decir, vivimos en el mundo. Nuestra barca está en el agua y no podemos salir de eso hasta que Dios nos llame a su presencia. La barca está en el agua. Pero hermanos, ¿por qué hay tanta agua en la barca? ¿Por qué hay tanto del mundo dentro de nosotros y dentro de nuestra iglesia? ¿Por qué? Y Dios habla muy fuertemente en contra de ese tipo de vida. Cuando dice en 1 Juan 2.15, No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. ¿Están escuchando? ¿Jóvenes también? ¿Niños? ¿Adultos? ¿Todos? Si amas al mundo, no amas a Dios. Si hay muchísima agua en tu barca, sé muchísimo del mundo en ti, no eres salvo, no te engañes. Toma eso en serio, hermanos. Yo temo a veces que he suavizado algunas palabras de Dios porque digo, bueno, por supuesto, si nada más caes en ese pecado, estás bien, porque todos caen en ese pecado. Esta vez no. Esta vez digo la palabra de Dios y punto. Dios dice, si amas al mundo, no eres mi hijo. Si amas al mundo, no eres cristiano. Punto. El pueblo de Israel en tiempo de Esdras entendió por lo menos un poco el peso de su pecado, la gravedad de no estar separados del mundo y por eso reconocieron su pecado, lo admitieron a Esdras. ¿Qué pasó después? Pues lo que siempre tiene que suceder cuando una persona reconoce su pecado, el arrepentimiento. Entonces vemos primero el reconocimiento del pecado, ahora vemos el arrepentimiento del pecado. Probemos la reacción de Esdras, capítulo 9, versículos 3 a 4. Cuando oí esto, rasgué mi vestido y mi manto, y arranqué pelo de mi cabeza y mi barba, y me senté angustiado en extremo. Y se me juntaron todos los que temían las palabras del Dios de Israel, a causa de la prevaricación de los del cautiverio. Mas yo estuve muy angustiado hasta la hora del sacrificio de la tarde. Y dices, este Esdra es tan exagerado. No, a defensa que nosotros, Esdra entendió la gravedad del pecado. Y nosotros no. Pero simplemente no entendemos cuán grave es cada pecado en contra de nuestros dioses. Lo que él les hizo aquí era la reacción normal en ese tiempo, en esa cultura, frente a la muerte. Esas acciones aquí de rasgar su vestido, todas esas cosas, de arrancar piel de su barba, que les digo, duele mucho, muchísimo. Pero esas acciones para expresar una tristeza profunda, el duelo tan fuerte como posible, como que alguien hubiera muerto. ¿Reaccionamos así nosotros? Tu ser querido muere y estás inconsolable. Tu pecas y ¡ah! no pasa nada. Por eso no estamos bien. Por eso no somos separados del mundo. En el capítulo 10 vemos la reacción del pueblo. No solamente admitieron su pecado con la boca, que es fácil, Si también tomaron pasos radicales para hacer cambios, que vamos a ver lo que son en un momento. En el capítulo 10 vemos que este líder representando al pueblo dijo lo que iban a hacer, lo que vamos a ver en algún momento. Pero primero quiero que entendamos que esas reacciones de Esdras y del pueblo eran reacciones correctas al pecado. El arrepentimiento verdadero no es solamente decir con la boca que has hecho algo malo. No es solamente admitir el pecado cuando ya ha sido descubierto y después vivir como antes. El arrepentimiento incluye la confesión de pecado y la acción para cambiar. El arrepentimiento incluye la confesión de pecado y la acción para cambiar. Eso es importantísimo. Porque si solamente decimos con la boca que lamentamos nuestro pecado, pero no hay cambios, no es arrepentimiento verdadero. El arrepentimiento verdadero incluye un cambio de vida, es un cambio de mente que resulta en el cambio de vida. Entonces, tenemos que aprender esas dos partes del aprendimiento, que primero es la confesión, confesar nuestros pecados a Dios, confesar nuestros pecados unos a los otros, para que seamos sanados, como dice Santiago 5. Y la manera en la cual confesamos nuestros pecados a Dios es por medio de la oración. Y vemos aquí en qué es lo que hizo Esdras, en el capítulo 9, empezando en el recículo 5. Y a la hora del sacrificio de la tarde, me levanté de mi aflicción, y habiendo rasgado mi vestido y mi manto, me postré de rodillas, extendí mis manos a Jehová mi Dios, y dije... Y vamos a ver lo que dijo. Pero fíjense que Élder sabía qué hacer en ese momento. Élder, enfrentado con este pecado, no se deprimió y huyó a Babilonia. Tiraron la toalla. Esdras no se revolcó en su culpa. Oró. Confesó sus pecados, los pecados de Dios. Se acercó a su Dios para pedirle perdón y gracia. Piensa en cómo oró. En primer lugar, en el versículo 6, vemos que oró con un sentido apropiado de vergüenza. Dije, Dios mío, confuso y avergonzado estoy para levantar, oh Dios mío, mi rostro a ti, porque nuestras iniquidades se han multiplicado sobre nuestra cabeza y nuestros delitos han crecido hasta el cielo. La primera cosa es que oró con un sentido apropiado de vergüenza. Por eso digo, deberíamos estar avergonzados cuando pecamos. Avergonzados. no solamente en la presencia de alguien que nos descubrió, sino ante Dios. Y creo que es un gran problema cuando brincamos este primer paso. Porque sí, sin duda, si somos hijos de Dios, nuestros pecados han sido perdonados. Pero el hecho de que no vas a pagar eternamente por tus pecados, no significa que no debes sentir tristeza y una vergüenza enorme cuando pecas, y cuando entras a la presencia de Dios para confesar tu pecado. ¡Sí deberías! Es el primer paso, sentir avergonzado por lo que has hecho en contra de Dios. Después, Esdras habló de cuántos pecados habían cometido. Él reconoció que no fue una caída rara, una situación que casi no sucedió, sino que era un problema constante en el siglo VII. Desde los días de nuestros padres hasta este día hemos vivido en gran pecado, y lo explica. Él también admitió la falta de gratitud a Dios que este pecado mostró. Y ahora, por un breve momento, ha habido misericordia de parte de Jehová nuestro Dios, para hacer que nos quedase un remanente libre, y para darnos un lugar seguro en su santuario, a fin de alumbrar a nuestro Dios en sus ojos, y darnos un poco de vida en nuestra servidumbre. Y él nos dice, está hablando aquí del regreso al exilio, que Dios les había bendecido enormemente en esos años, cuando ya son libres, regresados a su tierra, Y dice, al final del versículo 10, aún así nosotros hemos dejado tus mandamientos. Hermanos, lo peor de nuestros pecados en contra de Dios es que los cometemos aún siendo bendecidos mucho, aún recibiendo mucha gracia y mucha misericordia de Dios. De todos modos, regresamos a nuestros pecados y debemos nosotros sentir avergonzados. Después éste se enfoca en la misericordia de Dios, en el versículo 13. Mas después de todo que nos has sobrevenido, acaso nuestras malas obras, y acaso nuestro gran pecado, y aquí tú, Dios nuestro, no nos has castigado de acuerdo con nuestras necesidades, y nos diste un remanente como éste. Él dice, aún con todo eso, lo que hemos hecho, lo que hemos sufrido, Dios, tú no nos has pagado conforme a lo que merecemos. Hermanos, cuánto necesitamos entender esta verdad también. Dios no nos ha pagado conforme lo que merecemos, sino que es muy misericordioso para nosotros. Y por eso, Estrés pudo terminar su oración en el versículo 15, diciendo, ¡Oh Jehová Dios Israel, tú eres justo! ¡Qué importante! Estrés no termina su oración apelando el amor de Dios, o la gracia de Dios, o la misericordia de Dios, sino hablando de la justicia de Dios. Creo que podemos aprender mucho de este pasaje en cuanto a cómo confesar nuestros pecados en verdad. La primera parte del arrepentimiento es la confesión, corriendo a Dios en oración, arregonzados por nuestros muchos pecados, reconociendo que Él es más misericordioso de lo que merecemos y pidiendo en el nombre y por los méritos de Cristo que Él nos perdone, que nos mande la gracia que necesitamos en este tiempo difícil. Pero la confesión es solamente una parte del arrepentimiento. Hay una segunda parte también que es necesaria. El cambio. Porque si comenzamos con la boca, pero no hay ningún cambio, entonces no es arrepentimiento, es remordimiento y nada más. Es tristeza según el mundo que produce la muerte. Según Corintios 7. Lo que necesitamos es la tristeza según Dios que produce un arrepentimiento verdadero, que incluye los cambios, que incluye los pasos radicales para abandonar nuestros pecados. Es precisamente lo que vemos en nuestra historia. Vemos aquí los pasos radicales que el pueblo tomó para mostrar su arrepentimiento verdadero a Dios. Es lo que vemos en el capítulo 10. Vemos primero que el pueblo tomó la iniciativa en cuanto a sus pasos radicales. Es lo que vimos en el capítulo 9, los líderes se acercaron a esto para decirle, y aquí en el capítulo 10, Dice, mientras oraba el tras y hacía confesión, llorando y postranzo delante de la casa de Dios, se juntó a él una muy grande multitud de Israel, hombres, mujeres y niños, y lloraba el pueblo amargamente. Después habla una de sus líderes y dice, yo tengo la solución, vamos a despedir a esas mujeres incrédulas y vamos a mandarlas a sus tierras junto con sus hijos. Es lo que hicieron. Es lo que hicieron. Qué importante aquí que el pueblo se acercó, llorando amargamente, y después ellos, uno de sus líderes, representando a ellos, tomó la iniciativa para sugerir una solución a Estras. Normalmente no es así. Normalmente parece que los líderes espirituales casi tienen que forzar al pueblo a tomar los pasos correctos. Pero no debería ser así. Y de hecho no funciona bien así tampoco. Lo he intentado, no funciona. Lo que siempre necesitamos es que la palabra de Dios predicada y enseñada toque los corazones de su pueblo de manera tan fuerte y tan irresistible que ellos toman la iniciativa para hacer los cambios necesarios. Es lo que necesitamos aquí, hermanos. Es la responsabilidad de los hijos de Dios aquí que escuchan la palabra de Dios predicada, reconocer su pecado y poner en práctica lo que Dios ha dicho. Yo no puedo forzarles a aplicar la palabra. Yo no puedo forzarles a arrepentirse y tomar los pasos necesarios para hacer los cambios en la vida. O digo, yo creo que a veces he intentado y no funciona. Yo también tengo que seguir aprendiendo que la palabra de Dios es por dos en sí mismo. Pero ahora que llegamos al final de ese libro, que habla de nuestra necesidad de arrepentirnos en verdad y regresar a Dios, yo he hecho mi parte. Yo he predicado la Palabra de Dios tan fielmente como puedo, he enseñado la verdad en la Palabra de Dios, también les he dado algunas aplicaciones posibles. Ahora, las sesiones de ustedes. Si de verdad están convencidos, no de mí, de la Palabra, si de verdad quieren regresar a Dios, ustedes van a tomar la iniciativa. van a arrepentirse y van a mostrar frutos dignos de arrepentimiento. Van a depender de Dios y hacer los cambios necesarios. Es lo que va a pasar. Si no, si la Palabra de Dios no les ha afectado, que es muy peligroso, no van a hacer nada y nada va a cambiar. Ahora la decisión depende de ustedes. Veamos, por favor, exactamente lo que el pueblo israelí hizo aquí para tomar sus pasos radicales. Lo que leemos en el capítulo 10 es lo que decidieron ellos hacer. Ahora, pues, hagamos pacto con nuestro Dios que despediremos a todas las mujeres y los nacidos de ellas, según el consejo de mi Señor, los que tengan el mandamiento de nuestro Dios, y hágase conforme a la ley. Ellos decidieron que aquellos que se habían casado con mujeres de otras naciones, despedían de ellas y los nacidos de ellas. Es decir, iban a divorciar a esas mujeres paganas, regresar a sus países junto con cualquier hijo que había nacido de parte de ellas. Y por eso, hermanos, estoy hablando en esta parte del mensaje de cambios y pasos radicales. Radicales. ¿Eso fue la reacción correcta? ¿Fue la solución correcta? Pues por lo menos nos enseña cuán fuertemente ellos entendieron su pecado. Y cuán fuertemente no. Nosotros también debemos entender la gravedad de cada pecado en contra de Dios. Para entender la situación un poquito mejor, entendemos que había permiso para divorcio en Israel bajo algunas reglas. Lo que más nos puede entender aquí es que, si leemos Malaquíes 2, no tenemos tiempo ahora, pero en Malaquíes 2, bueno, primero, Malaquíes era un profeta, y profetizaba durante ese tiempo, tal vez un poquito antes de esta historia, pero en esta misma etapa de la historia de Israel, Malaquíes estaba profetizando. Y en Malaquíes 2, Malaquíes dijo, Dios odia el laboación. Lo que contesta Malaquías es que algunos hombres de Israel estaban divorciándose de sus mujeres judías para poder casarse con esas mujeres paganas. y creo que por eso entendemos mejor esta solución. Había escuchado al profeta decir, no divorcien sus mujeres para casarse con sus encerdas, no pusiera intención. Ahora, ¿qué es la solución? Pues, lo mejor que podemos hacer ahora es obedecer, poner a un lado, despedir a esas mujeres y tal vez regresar con nuestras mujeres judías. Por lo menos aquí podemos aprender del principio. Es lo más importante aquí. El principio es que el pecado es serio y tenemos que tomar pasos radicales para abandonarlos. Obviamente no aconsejamos a personas con cónyuges incrédulos a divorciarse. ¿Por qué? Porque ahora tenemos un pasaje muy claro en Perú con el Dios 7, que nos dice que lo que un esposo o una esposa cristiana con cónyuges incrédulos debería hacer es quedarse para hacer testimonio y dar que Dios sabe a esta persona. Entonces, no tomamos esta historia como mandamiento. en nuestros momentos mucho más claro de lo que deberíamos hacer con este conyo incrédulo. Pero lo que vemos aquí es el principio. El pecado es serio y deberíamos tomar pasos radicales para abandonarlos. Vemos otro paso radical en versículos 7 y 8 de estos días. el que no viniera dentro de tres días, conforme el acuerdo de los príncipes y los ancianos, perdiese toda su hacienda, y el tal fuese excluido de la congregación de los del cautiverio. Ellos aquí proclamaron una fecha para una reunión de todo el pueblo para poner en práctica lo que habían decidido. Y dijeron, si alguien no viniera dentro de tres días, perdiese toda su hacienda, todo su territorio, toda su propiedad, y el tal fuese excluido de la congregación de los del cautiverio. Así de serio tomaron ellos el arrepentimiento de sus pecados. Es muy fuerte lo que dice aquí. La persona que no llegara iba a ser quitada de la comunidad. Iba a perder sus posesiones e iba a ser considerado como extranjero, fuera del pueblo de Dios. Espero que ustedes vean la semejanza con el Nuevo Testamento cuando vemos la disciplina de la Iglesia. No tenemos tiempo para entrar en eso, pero la misma autoridad tiene la Iglesia de Cristo hoy en día. Personas que no quieran arrepentirse y siguen su pecado también deberían ser excluidos del pueblo de Dios, echarlos fuera, para demostrar al pueblo cuán serio es el pecado. Por supuesto, con esa decisión tan fuerte no todos están de acuerdo. Había oposición, en el versículo 15 leemos, solamente Jonatán, hijo de Hazél, y Jacías, hijo de Ticuá, se opusieron a esto, y los levitas Mesulam y Zebatai les ayudaron. Bueno, siempre hay oposición cuando la seriedad del pecado y la necesidad de arrepentimiento se predica. Lo espero aquí también, porque siempre sucede. Siempre hay oposición cuando un líder llama al pueblo de Dios a abandonar su pecado, a abandonar su mundanalidad y regresar a Dios. Eso no es nuevo. Sucedió aquí hace miles de años. Siempre hay resistencia de parte de creyentes que no quieren arrepentirse. Personas que reclaman ser parte del pueblo de Dios, pero no lo son. Y finalmente leemos en los reciclos 18 a 44 la lista de los hombres que habían tomado mujeres y que tenían que divorciarlas. 112 en total. 112. Tal vez alguien piensa, ¿por qué tanto relajo por 112 personas? Cuando había probablemente 40,000 hombres en todo Israel, eran muy pocos los que cometieron ese pecado. Sí, pero el pecado es insidio. El pecado empieza con pocos y termina con todos. El pecado entra a una iglesia local con una sola persona y después destruye a toda la iglesia. Que no tomemos a la ligera el pecado. Esdras y los líderes de Israel estaban en lo correcto al tomar los pasos radicales tan pronto como posible para intentar detener el avance de este pecado en su comunidad. Y así también el libro de Esdras. Con una historia tan fuerte, tan difícil, con el recrecimiento del pecado, con esos pasos radicales tomados para mostrar el aprendimiento, no parece ser un final muy feliz, ¿verdad, el libro? ¿Por qué termina así? ¿Qué es el propósito? Por un lado, vamos a leer más de Esdras y más del Pueblo de Dios en Nehemiah, el siguiente libro que vamos a estudiar. Pero parece que ese libro termina con un fin un poco insatisfactorio, para que reconozcamos que este pueblo israelí todavía necesitaba otra cosa. Este vino, enseñó, aún así había problemas. El templo fue construido, pero eso no paró el pecado del pueblo. El pueblo israelí aquí necesitaba, al final de cuentas, no tanto un edificio, necesitaba a su Salvador. Creo que ese libro termina así para que el pueblo se diera cuenta de que su esperanza no estaba en ningún líder humano, ni en ningún edificio, sino en su esperanza en su Mesías futuro. Y nuestra esperanza está en Él también, hermanos. En Cristo, nuestro Salvador. Lo que al final este libro nos enseña es que no podemos en nosotros mismos. Necesitamos algo más. Necesitamos a alguien más. Necesitamos a Cristo para poder reconocer nuestros pecados y poder arrepentirnos y poder tomar los pasos radicales. O tal vez alguien está aquí y necesita arrepentirse por primera vez. Tú necesitas a Cristo para ser salvo, porque estás siguiendo y siguiendo y siguiendo tus pecados. Cuando nosotros aquí somos cristianos, cuando por fin sentimos la gravedad de nuestras blasfemias en contra de Dios, cuando nos arrepentimos en verdad y empezamos a hacer cambios radicales, solamente lo podemos hacer con los ojos fijados en Cristo. Dependiendo de la obra consumada de Cristo, rogando a Dios por su gracia que sobreabunda sobre nuestro pecado. Entonces, ¿qué deberíamos entender de esta historia? Ante todo, la necesidad del arrepentimiento verdadero, en nuestras vidas y en nuestra iglesia local. Él desconfesó los pecados del pueblo. Él no había cometido ese pecado. Reconoció que era parte del pueblo y le afectó a él, así como a los que habían pecado. Ese llamado hoy, hermanos, es para la iglesia local. Tenemos que aprender a confesar nuestros pecados y apartarnos de ellos. Porque leemos en Proverbios 28, 13. El que encubre sus pecados no prosperará, mas el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. ¿Qué significa? Hay misericordia siempre. para la persona que en verdad se arrepiente, que confiesa su pecado y sea parte de ellos. Siempre hay misericordia. El problema es la persona que quiere encubrir sus pecados, que nunca quiere admitirlos, que siempre busca excusas y echa la culpa a otros. Para ese tipo de personas no hay misericordia. No queremos ser así. Confiesa tus pecados a Dios y apártate de ellos. Hermanos, apartense de sus pecados. Con la autoridad de Dios, con la autoridad de la Palabra de Dios, les pido, les ruego que se arrepientan, que se aparten de sus pecados, que regresen a Dios. Hoy llamo al Poder de Dios de esta iglesia local a reconocer sus pecados, reconocer su falta de santidad, reconocer su mundanalidad, reconocer sus prioridades mundanas y arrepentirse. El arrepentimiento verdadero es el llamado de Dios para esta iglesia hoy. Y eso no son solamente mis palabras, es la palabra de Dios. Dios está hablando y hay de nosotros, hermanos, hay de nosotros si no respondemos. Hay de nuestra iglesia si no nos arrepentimos en verdad de nuestros pecados y regresemos a Dios. Y no, no estoy siendo demasiado radical. De hecho, yo debería ser más radical con mis llamadas a la iglesia. Porque Cristo era mucho más radical. ¿Recuerdan lo que Él dijo en Mateo 18? Si tu mano o tu pie te hace ocasión de caer, córtalo y échalo de ti. Mejor te desentar en la vida cojo o manco que teniendo dos manos o dos pies, ser echado en el fuego eterno. Y si tu ojo te hace ocasión de creer, sácalo, échalo de ti. Mejor te desentrar con un solo ojo en la vida, que teniendo dos ojos, te echaron al infierno de fuego. Entonces, no, hermanos, no soy demasiado radical. Yo no soy suficientemente radical. Si Cristo estuviera aquí hoy, no tendría ningún temor en predicar esto. No importa cómo ustedes van a responder, cuántos van a salir y nunca regresar, y cuántos van a estar ofendidos. No importa. Y yo quiero hablar con la misma autoridad, aunque no soy Cristo, tengo sus palabras. Y por eso les digo, hermanos, corten sus manos, saquen sus ojos. arrepiéndense en verdad, hagan cambios radicales, cambios que duelen, cambios que cuestan, corren a Dios, corren a Cristo, reglen por su gracia, por su perdón, en un arrepentimiento verdadero. Es lo que necesitamos, hermanos, como cristianos y como iglesia. No hay otra esperanza. Y si lo hagamos, hay misericordia infinita para nosotros. Y si no lo hagamos, no hay misericordia para nosotros. Ya hemos jugado de ser cristianos por demasiado tiempo, hermanos. Esta iglesia ha jugado de ser iglesia cristiana por demasiado tiempo. Ya no. Arrepiéntense y vengan de aquí a la iglesia, o apartense y regresen al mundo donde pertenecen. Es mi llamado para ustedes hoy. Deciden hoy. Y hermanos, oren y hablen con los demás de esa iglesia que no están aquí. ¿Por qué piensan que no están aquí? Ellos no sabían lo que iban a predicar. Pero está tan así. Tal vez. Bueno. ¿Por qué no están aquí a escuchar este mismo llamado? ¿Por su pecado? ¿Algunos están siendo obstaculizados? Así estamos como iglesia. Sin excepción. Incluyéndome a mí. incluyendo ustedes, cualquier persona aquí que reclama ser cristiano, ya actúe como cristiano. Que oremos a Dios, que pidamos a Dios por perdón, perdón de sus fuerzas, por medio de Cristo. Es por Cristo que Dios nos escucha. es por Cristo que Dios nos va a responder. ¿Ustedes se fijaron en cuándo Esdras empezó a orar su oración de confesión? Esdras 9, versículo 5. Dice, a la hora del sacrificio de la tarde. ¿Lo ven? ¿Lo ven, hermanos? A la hora cuando el animal fue sacrificado por el perdón del pueblo. a la hora cuando la sangre fue derramada en ese momento Élder se borró en ese momento Élder se confesó de sus pecados cuando nosotros confesamos de nuestros pecados también estamos dependiendo de un sacrificio el sacrificio ya hecho por Nuestro Señor Jesucristo por eso podemos arrepentirnos por eso podemos hacer cambios radicales porque Cristo ya ha sufrido por nosotros. Ya somos perdonados con el sacrificio y Él nos promete el poder para abandonar a una familia, a un trabajo, a una comodidad y todo para su reino. Hermanos, abren sus oídos, abren sus corazones. Necesitamos reconocer nuestro pecado de la falta de separación en el mundo, arrepentirnos en verdad y tomar pasos radicales, radicales para regresar a Dios. En todo en el nombre y por los méritos de Jesucristo. Vamos ahora. Padre, ahora dependemos del poder del Espíritu Santo para hacer la obra. La palabra ha sido predicada débilmente. De todos modos, tu pueblo ha escuchado tu palabra hoy. Ahora te pedimos, Señor, por los méritos de Cristo, por su sangre, que derrame sobre nosotros como iglesia hoy convicción fuertísima de pecado, para que sintamos la vergüenza de nuestros pecados en contra de ti. Te pedimos, Señor, en esta tarde por los jóvenes de aquí que están durísimos, durísimos en contra de ti. Si son tuyos, Señor, revésales a ti. Si todavía no, salveles, Señor. Te brindemos, Señor, que nos separes del mundo, que nos des las fuerzas para apartarnos de este mundo pecaminoso y ser santos. Obviamente, radicalmente santos. Ayúdnos a tener las fuerzas para enfrentar las burlas que vamos a recibir, la persecución. Tenemos mucho miedo a veces de ser diferentes. Ayúdnos a tener más temor de ti que temor de otros. Cámbianos, te pedimos Señor, individualmente como iglesia. Cámbianos por iglesia. Danos más santidad, te pedimos Señor, como antes. Danos santidad. Muéstranos nuestros pecados. Ayúdanos a ser diferentes para que podamos brillar la luz de tu Evangelio a todo el mundo. Te pedimos, Señor, confiamos en ti. Te estamos pidiendo no porque lo merecemos, porque para nada lo merecemos. Te pedimos, Señor, por el sacrificio de Cristo, por la sangre de tu amado Hijo que fue derramado por nosotros. Por él, Señor, te pedimos que nos cambies. que nos des arrepentimiento verdadero para que seamos diferentes. Te pedimos, Señor, te rogamos en el nombre, por los méritos y por la preciosa sangre de Cristo. Amén.
El arrepentimiento verdadero en la restauración
Series Estudio de Esdras
Necesitamos reconocer nuestro pecado de la falta de separación del mundo, arrepentirnos en verdad, y tomar pasos radicales para regresar a Dios.
Sermon ID | 9918200269 |
Duration | 52:41 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Ezra 9:1 |
Language | Spanish |
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.