El Agua Que Salta para Vida Eterna

La Samaritana era una mujer desafiante, herida, insatisfecha y con un pasado escabroso. El Señor se propuso salvar su alma y se acercó a ella con gran compasión para hablarle de una satisfacción que ella nunca había conocido, la cual comenzaría en esta tierra, se extendería para vida eterna y salpicaría a todos a su alrededor. Cuando ella reconoció su condición perdida, y entendió y recibió esta agua de vida, comenzó a experimentar el amor de Dios que nunca había conocido y se convirtió en el instrumento de la conversión de muchos en Samaria. Esa misma agua sigue hoy trayendo verdadera satisfacción a los pecadores heridos por su vida pasada, dándoles vida eterna y haciéndolos útiles para el reino de Dios.