00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Juan, capítulo 1, si Dios lo permite, vamos a considerar desde el versículo 9 hasta el versículo 13. Juan, capítulo 1, desde el versículo 9 hasta el versículo 13. ¿Eres hijo de Dios? ¿Eres hijo de Dios? ¿Has puesto tu fe y confianza en Jesús como Señor y Salvador? ¿Le has recibido en tu corazón? ¿Has creído en su nombre? Aquí, en Juan, capítulo 1, desde el versículo 9 al versículo 13, responde cómo puedes venir a ser hijo de Dios, cómo puedes entrar a la familia de la fe, a la familia celestial, a la familia de Dios. Y es, al ser adoptados, y es un don de Dios. Es por la obra de Cristo en la cruz. Pero nosotros nos tenemos que apropiar de ello por la fe. Y aquí, en Juan, capítulo 1, empieza el capítulo antes de la creación, en la eternidad pasada. Y está hablando, y en el primer versículo, nos menciona a dos personas, que tienen la misma naturaleza, porque dice, en el principio era el verbo, y el verbo era con Dios, y el verbo era Dios. Entonces nos identifica a dos personas que tienen la misma naturaleza, una naturaleza divina. El verbo, que luego el versículo 14, nos menciona que se encarna, Porque en Juan 1,14 dice, Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Eso es Juan 1,14. Entonces, el Verbo es quien se encarna, y entonces es Dios encarnado quien es Emanuel, quien es Jesucristo. Entonces, por ello, aquí identifica al verbo, que realmente en lenguaje original se refiere al verbo o la palabra, la palabra de Dios. Y entonces, Él es el verbo, Él es la palabra, y está con Dios, y es Dios. Ahí nos dice el versículo 1. Entonces, tiene naturaleza divina. Y entonces nos dice el versículo 2, éste era en el principio con Dios. Todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho". Entonces, el verbo tiene su función en la creación, ¿no? Es el agente creador, donde Dios habla, ¿no? Su palabra crea, Él habla y crea. Todo, toda la creación, todo el universo. Y por eso dice, todas las cosas por Él fueron hechas, y sin Él, nada de lo que ha sido hecho, fue hecho. En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella. Hubo un hombre, enviado de Dios, el cual se llamaba Juan. Ahora está identificando a Juan el Bautista. Este vino por testimonio, para que diese testimonio de la luz, a fin de que todos creyesen por él. no era él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Entonces, una de las funciones de Juan el Bautista era dar testimonio de el Mesías, de la luz, de Dios encarnado. También una de sus funciones era de preparar el camino para el Mesías. Pero viendo aquí, él es quien daba testimonio de la luz. Me dicen, en versículo 8, no era Él la luz, sino para que diese testimonio de la luz. Y entonces, en versículo 9, dice, aquella luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho, pero el mundo no le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron, más a todos los que le recibieron. a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios". Y entonces, llegamos al versículo 14 que leí antes, donde dice que aquel verbo fue hecho carne y habitó entre nosotros y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad. Entonces, aquí, en Juan, capítulo 1, he leído desde el versículo 1 hasta el versículo 14, pero el texto, si Dios lo permite, que vamos a considerar desde el versículo 9 hasta el versículo 13, vemos cómo nos dice cómo podemos venir a ser hijos de Dios. Ahora, en el versículo 9 dice, aquella luz verdadera, Entonces, la luz verdadera que viene al mundo, que luego la identifica como el verbo. Aquí en este texto la identifica como el verbo. ¿Quién es el verbo? Es Dios encarnado. ¿Quién es Dios encarnado? Es Jesucristo. Entonces, ¿quién es la luz? Es Jesucristo. Entonces, la luz verdadera venía a este mundo, es lo que nos indica. es lo que nos indica el siglo IX. Entonces, la luz verdadera es el hijo de Dios. Y es que la luz es verdadera porque es la revelación completa de la verdad de Dios. Por ello, Jesús mismo dice en Juan 8, 12, yo soy la luz del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida. Y aquí podemos ver, aquí en Juan capítulo 1, podemos ver esa conexión entre la luz y la vida, la luz y el verbo, donde nos dice en versículo 4, esto es Juan 1.4, en él estaba la vida y la vida era la luz de los hombres. Eso es Juan 1.4. Y podéis notar esa conexión con el texto que acabo de leer en Juan 8.12, donde Jesús dice, yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tiñeblas, sino que tendrá la luz de la vida. Entonces, viendo a Jesús, que Él también se identifica como la vida, Él es el camino a la verdad y la vida, nadie viene al Padre sino por Él, nos dice Juan 14.6, viendo que Él es la luz, y Él es la luz verdadera. Y es que el verbo, quien es la segunda persona de la Trinidad, se encarnó, es Jesucristo. El verbo es la manifestación genuina y suprema de Dios al hombre. Por eso nos dice aquella luz verdadera. Eso es aquí en Juan 1, 9. Aquella luz verdadera. Es la manifestación genuina, la manifestación suprema de Dios al hombre. Y nos dice que aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo. Ahora aquí ve al mundo de manera negativa por su rebelión, por su rebelión contra el Creador. Y esa es la razón por la que la luz tiene que venir al mundo, porque el mundo está en oscuridad por su rebelión contra el Creador. El mundo necesita luz porque está en tinieblas. Y por ello Dios se encarna. Dios alumbra su luz. Envía la luz verdadera, y aquí dice, aquella luz verdadera que alumbra a todo hombre. O sea, Dios alumbra su luz sin acepción de personas. Por eso, alumbra a todo hombre. En el sentido de que todos, de que todos pueden, pueden ver, pueden ver la luz. Pueden pueden percibir que está allí, pero eso no significa que la reciban, eso no significa que la acepten, que crean en esa luz para tener vida, que vivan de acuerdo a su conocimiento de esa luz. Y es que aquí viendo cómo el hombre es quien rechaza la luz. La luz viene. Jesucristo vino y el mundo le rechazó. Las personas le rechazaron. Realmente, este texto demuestra la maravilla del amor de Dios. Es un testimonio del carácter de Dios. Porque realmente el amor de Dios es de admirar. Y no, no tanto porque el mundo es tan grande y Él amó a todos, mandándoles la luz, sino porque el mundo es tan malo. El mundo es extremadamente malvado. Y por ello resalta el amor de Dios, como nos dice Juan 3,16, porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, No se pierda más, tenga vida eterna. Esos Juan 3, 16. O sea, Dios amó al mundo a tal nivel que él envió a la segunda persona de la Trinidad. Envió a su hijo especial, único en su clase, para morir en la cruz por nosotros. Nos dice Romanos 5, 8, más Dios muestra su amor para con nosotros en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. ¡Eso es amor maravilloso! Porque no lo merecemos. Y aquí vemos que la luz verdadera, que alumbra a todo hombre, venía a este mundo. La luz verdadera ilumina. Se hace visible a todos los hombres y los divide. ¿Por qué los divide? Porque cuando Él se hace visible a los hombres, los hombres tienen que decidir. si van a creer en él, si lo van a, si le van a aceptar o no. Si le aceptan, se apropian de él, de su sacrificio en la cruz por ellos, se apropian por la fe de su obra en la cruz, de su pago por nuestro rescate. Pero si no se apropian por la fe, si no creen en Él, si no creen en su nombre, si no le aceptan como Señor y Salvador, lo que realmente están haciendo es rechazarle. Es lo que nos indica Juan 3,36, cuando dice, el que cree en el Hijo tiene vida eterna. Pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida, sino que la ira de Dios está sobre él. Entonces, el que cree, tiene vida eterna. Pero el que no quiere creer, ¿qué es lo que está haciendo? Está rehusando, está diciendo no quiero creer y está rechazando, es rechazando la luz verdadera, está rechazando al Hijo de Dios, está rechazando al Salvador, está rechazando a Dios encarnado. Y por ello Juan 3, 19 al 21, dice y esta es la condenación, que la Luz vino al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la Luz, porque sus obras eran malas. Porque todo aquel que hace lo malo aborrece la Luz, y no viene a la Luz, para que sus obras no sean reprendidas. Mas el que practica la verdad viene a la Luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. Ahí se puede percibir a aquellos que reciben la luz y a aquellos que rechazan la luz. Aquellos que reciben la luz van a la luz. Quieren practicar la verdad, quieren que sus obras se vean porque practican las obras de la luz. Andan como hijos de luz. Y es por su fe, porque han recibido a Jesús como Señor y Salvador. Han recibido la luz. Pero aquellos que andan en tinieblas, que practican obras de las tiñuelas no quieren ir a la luz, porque entonces se va a revelar sus obras malignas y porque han rechazado la luz, no quieren ir a la luz y se condenan a sí mismos por no acudir a la luz, por no recibir la luz. Y es que la luz verdadera alumbra a todo el hombre, venía a este mundo, nos dice aquí Juan 1, 9. Continúa en versículo 10 diciendo, en el mundo estaba. Y el mundo fue, por él, fue hecho. Pero el mundo no le conoció. Ahora, si notáis, aquí en versículo 10, esto es Juan 1.10, Juan, inspirado por Dios, repite el término mundo tres veces en este versículo. Dice, en el mundo estaba. Ahí está enfatizando que el verbo quien es la luz, él estaba en el mundo. O sea, no estaba de paso, sino que él se mantuvo allí. El ministerio de Jesús, tres años y medio, estuvo sobre la tierra. Él estuvo. En el mundo estaba. También resalta que en el mundo, por él, fue hecho. O sea, el mundo fue creado por el verbo. Ya lo mencionamos antes, ahí en versículo 3 lo menciona, dice, todas las cosas por él fueron hechas, y sin él nada de lo que ha sido hecho fue hecho. O sea, él es creador. Y el creador vino a este mundo, estuvo en este mundo. Estuvo físicamente, él tomó forma física, forma humana. ¿No? Él se hizo hombre. él se encarnó. En el mundo estaba... Entonces, imagínaros, aquí está el creador, que va a su creación. Él no es una criatura, pero él toma forma humana. O sea, él se encarna, y él viene al mundo que él hizo. Ahora, ¿qué es lo que ocurre cuando un empresario muy exitoso vuelve, quizás después de años, o quizás vendió la empresa, o quizás ha estado de vacaciones, y vuelve a su empresa, o tienen una gran reunión, o tienen un gran acontecimiento donde esa empresa va a recibir galardones o premios, etcétera. ¿Qué es lo que pasa? Pues honran al que empezó esa empresa. Hacen una gran fiesta. le honran por su obra, por lo que él ha hecho, por lo que él ha podido lograr con esa empresa, etcétera. Pero entonces aquí vemos al Creador que viene al mundo y ¿qué es lo que ocurre? Sus criaturas le rechazan. Incluso ahí en la última frase del siglo X dice, pero el mundo no le conoció Ahora, en este caso, aquí usa, como mencioné tres veces, ese término mundo, pero aquí en esta última vez que lo usa, se refiere, o sea, cambia el significado un poquito porque ahora se refiere a las personas. Pero el mundo no le conoció. O sea, y ese conocimiento va más allá de un conocimiento intelectual. No le conoció de manera relacional. Ese conocimiento implica una relación correcta, una relación íntima. No le conocieron como Dios. No le conocieron como Señor. No le conocieron como Salvador. No le recibieron como el Mesías, como el engullido de Dios, que quita el pecado del mundo. No le conocieron de esa manera, sino que le rechazaron. Y es que el verbo, el verbo de Dios, vino al mundo humano. O sea, Dios estaba en el mundo como resultado de su venida. Él se encarnó. Él es el creador de todas las cosas, pero aún así le rechazaron. Y aunque él lo creó todo, el mundo no le conoció ni le aceptó. Por ello tenemos aún la profecía de Isaías. En Isaías 53, versículo 3, dice, "...despreciado y desechado entre los hombres. Varón de dolores, experimentado en quebranto y como que escondimos de él el rostro, fue menospreciado y no lo estimamos". Eso es Isaías 53, versículo 3. Esa es la profecía de Isaías, del siervo de Yahweh, que iba a ser despreciado y desechado, y luego, al considerar los evangelios, podemos ver el rechazo que el mundo tuvo hacia Jesús. La gran mayoría de personas le rechazó. Y entonces, en versículo 11, dice, volviendo aquí a Juan 1.11, a lo suyo vino, y los suyos no le recibieron. O sea, no le aceptaron, no le recibieron para tener comunión con él. Este versículo realmente resalta la tragedia, la tragedia del rechazo. Él vino a lo suyo, o sea, a lo suyo vino, a su creación vino, pero le rechazaron. El verbo fue a aquellos que le debían de conocer, pero no le recibieron. Él se encarnó y fue a la nación de Israel. Y hay que recordar, Israel fue el pueblo que Dios escogió para que fueran su pueblo. Él les dio su palabra, les dio su ley, sus escrituras. Les mandó sus profetas. Toda esta revelación divina. Ellos debían de haber reconocido al Mesías. Deberían de haber reconocido que era Dios encarnado. Le debían de haber aceptado como la luz verdadera, como el verbo de Dios. como Dios encarnado. Le deberían de haber aceptado como Señor, como Salvador, ¡como Rey! Pero en vez, le rechazaron. La nación judía no le recibió, pero el resto de los hombres, el resto de las personas que Dios había creado, tampoco le recibieron. Y viendo aquí el Creador que vive con sus criaturas sobre este mundo, ¿no? A lo suyo vino muestra una relación más personal, él se acerca, él vive entre ellos. A lo suyo vino y los suyos no le recibieron, le rechazaron. Ahora, como vemos a través de las escrituras, el rechazo de Dios no es algo nuevo. En Isaías 65, del 2 al 3, dice Eso es Isaías 65, versículo 2. Eso es Isaías 65, del 2 al 3. Entonces, ahí viendo el rechazo de Dios, no es algo nuevo, es algo que continuamente hace el hombre. Rechazo de Dios. Jeremías 7, del 25 al 26. Eso es Jeremías 7, del 25 al 26. Y es que vemos que las criaturas no quieren recibir a su creador, no quieren recibir al Dios verdadero, a la luz verdadera. Y eso nos dice Romanos capítulo 1, del 20 al 22, que Dios se ha revelado lo suficiente de sí mismo para que todo hombre sepa que hay un Dios en los cielos a quien debe de buscar. Nos dice Romanos 1, del 20 al 22, porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios. ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenercido. Pero pesando ser sabios, se hicieron necios". N.R. 1, del 20 al 22, y continúa describiendo ese rechazo de Dios, cómo se entregaron a la idolatría, y porque se entregaron a la idolatría, se entregaron a toda clase de inmoralidad sexual. pero viendo que Dios se ha dado a conocer. Él se ha revelado y ha revelado lo suficiente incluso en la naturaleza para que nadie tenga excusa. Dios se ha dado a conocer por medio de su naturaleza lo suficiente para que le busquemos. Y entonces tenemos revelación especial en la palabra de Dios que nos da aún más detalle, nos revela aún más sobre Dios para que lo podamos conocer como Señor y Salvador. para que acudamos a él para salvación. Pero viendo aquí en Juan 1, versículo 11, a lo suyo vino y los suyos no le recibían. O sea, cuando consideras esos tres versículos que acabamos de considerar, del versículo 9 al versículo 11, realmente presenta una situación muy desastrosa. porque Dios se encarna, Él viene, la luz verdadera viene al mundo y el mundo le rechaza. Pero entonces, Juan, aquí inspirado por Dios, en versículo 12, nos dice que no todos le rechazaron. O sea, Juan quiere dejar claro que algunos sí respondieron correctamente ante el verbo de Dios. Sí hay algunos que le aceptaron, que le recibieron que recibieron su luz. Y los que le reciben, son hijos adoptados de Dios. Por eso nos dice versículo 12, más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Ahora podéis notar aquí en versículo 12, donde usa descripciones que identifican a los creyentes genuinos. ¿Quiénes son los creyentes genuinos? Aquellos que reciben, a los que le recibieron. ¿A quién recibieron? Al verbo. Recibieron la luz. Está hablando de Jesucristo. Entonces, un creyente genuino es aquel que ha recibido a Jesucristo. Y implica una relación. implica un conocimiento especial. El creer en él por su carácter, por quién él es. El creer en su obra en la cruz. El creer en Jesús como Señor y Salvador. Dice más a los que le recibieron. Y entonces, ahora describe lo mismo de otra manera. A los que creen en su nombre. O sea, aquellos que creen en su nombre también identifica a los creyentes genuinos. El nombre, especialmente en la antigüedad, tiene mucho más significado de lo que le damos hoy en día, porque un nombre identifica a una persona, identifica su carácter, sus atributos, porque cuando alguien te dice el nombre de una persona a quien conoces, Tú automáticamente piensas en tu mente, piensas en esa persona, piensas en su apariencia, piensas en su carácter, piensas quizás dónde vive, de qué trabaja o qué es lo que hace, qué habilidades tiene, etcétera. Piensas en la persona, entonces el nombre representa a la persona. Y entonces, en la mentalidad antigua e incluso hebrea, pues era así. El nombre representaba a la persona, todos sus atributos, todo su carácter, todo quién es. Entonces, el nombre de Dios, el nombre de Jesucristo, el nombre del verbo, la luz, ¿no? Representa su carácter, quién él es. Entonces, al creer en él, es creer en quién él es. que Él es Dios encarnado, que Él es Señor y Salvador. Entonces, por ello, identificar a un creyente genuino, aquel que cree en su nombre. Y entonces dice, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Y otra vez, hijos de Dios se identifica a un creyente genuino. Aquel que ha sido adoptado en la familia de Dios. Ha sido adoptado porque ha creído en Jesús como el Señor y Salvador, y Dios le ha adoptado para ser su hijo, y por ello refleja el carácter de Dios, refleja su naturaleza, refleja su relación con Dios. Al igual que un hijo refleja a su padre, ¿no? O una hija refleja a su madre. No puedes ver. Ves a una madre y una hija caminando por la calle y lo más probable es que puedas decir, ah, mira, madre e hija. ¿Por qué? Porque se parecen. Incluso de la manera que hablan o de la manera que hacen las cosas o algunas características, etcétera, pues les identifica como que tienen una relación de madre e hija, ¿no? Por ejemplo. Es la misma idea. Un hijo de Dios refleja a su padre celestial. Y entonces, aquí, nos dice en Juan 1, 12, más a todos los que le recibieron, ¿no?, a todos que le aceptan. Dice, a los que creen en su nombre les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Ahora, aquí traducido potestad, En el lenguaje en general tiene más la idea de autoridad o de derecho, en vez de poder. No debemos de pensar que les dio poder, sino que Dios les da el derecho o la autoridad. Básicamente, Dios da a aquellos que le reciben, Dios, en su gracia, les da a los creyentes el estatus. de ser hijos de Dios. Les da ese derecho, el derecho de estatus, la autoridad de ser hijos de Dios. Les da ese estatus, ¿no? Y por ello, es algo que Dios da. ¿A quiénes? Aquellos que creen, aquellos que son de fe, aquellos que reciben al Hijo como Señor y Salvador. Y cuando digo hijo, me estoy refiriendo al hijo de Dios. ¿Quién es el verbo? ¿Quién es la luz que vino al mundo? ¿Quién es el verbo encarnado? ¿Quién es Jesucristo? Dios con nosotros, el Emmanuel, es el hijo de Dios. Y aquellos que le reciben, como Señor y Salvador, son engendrados de Dios. Dios en su gracia les da el estatus. Aquellos que creen, les da el estatus de ser hijos de Dios. Y entonces, básicamente, Dios les adopta. Adopta a aquellos que creen en el nombre de Jesucristo. Le adoptan para ser parte de su familia, para ser sus hijos. Los que creen en Jesucristo reciben esa adopción. Nos dice Juan 5.24, de cierto de cierto os digo, el que oye mi palabra Y cree al que me envió, tiene vida eterna, y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida". Entonces, al creer en Jesús como Señor y Salvador, cambia nuestro estatus. Ya no pertenecemos al reino de las tinieblas, sino ahora al reino de la luz. Ya no pertenecemos al reino de la muerte, de la oscuridad, sino al reino de la vida, ¿no?, al reino celestial. Y por ello, ya no vamos a condenación, sino a vida eterna, por haber creído en Jesús como Señor y Salvador, y ser adoptados en la familia de Dios. Y por eso nos dice aquí Juan 1, 12, más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Ahora, El versículo 13 ahora nos presenta otra forma de escribir a aquellos que aceptan el verbo de Dios, pero responde a la pregunta, porque quizás alguien dice, pero espérate, ¿cómo puede ser que una persona, cómo puede una persona venir a ser parte de la familia celestial? O sea, ser adoptado, ser hechos hijos de Dios. Y entonces, en el versículo 13, dice, los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. Ahora, si notáis, aquí el origen de los hijos de Dios lo describe tres veces de manera negativa y una de manera positiva, porque dice, no tres veces, básicamente, dice, no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón. Pero luego dice cómo sí. Dice, si no, de Dios. Entonces, engendrados, de Dios es. Básicamente lo que está diciendo es que no es por voluntad o no es por iniciativa humana. No es nada que el hombre pueda hacer. sino es obra de Dios. Dios es quien obra el milagro. Dios es el que da nueva vida, es el que da ese nuevo nacimiento. Y por eso nos dice, en el siglo XIII, los cuales no son engendrados, en el sentido de que toman vida o de que tienen nacimiento, ese nuevo nacimiento, no es por ser engendrados de sangre, y de los cuales no son engendrados de sangre, y ahí básicamente está pensando en lo que es un linaje natural, ¿no? Una ascendencia o una raza. Hay que pensar que los israelitas pensaban, ah, bueno, nosotros somos hijos de Abraham. O sea, nosotros podemos ver que somos descendientes, tenemos incluso todos los registros, todas las listas de nombres que nos identifican como hijos de Abram. O sea, somos descendientes de Abram. Entonces, por la sangre, nosotros somos hijos de Dios. ¿Por qué? Por nuestra ascendencia, ¿no? Por nuestro linaje natural. Pero aquí, Juan, inspirado por Dios, lo está poniendo muy claro. ¡No, no, no! Esa no es la manera. Los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne. Y aquí, realmente esa voluntad de carne se está refiriendo al deseo sexual, ¿no?, a relaciones sexuales. Entonces, no puedes venir al... a ser parte de la familia de Dios o ser hijo de Dios por relaciones sexuales. No. No, no, no. Dice, ni de voluntad de varón. Y aquí, cuando dice voluntad de varón, se está refiriendo a la voluntad del varón, a la voluntad del líder de la familia. Como en una sociedad patriarca, el padre es el que decide Bueno, incluso de acuerdo a las escrituras, ¿no? El padre tiene esa autoridad que Dios le ha dado, el líder de la familia, el varón, pero tampoco viene por la voluntad del varón. O sea, un hombre no puede decidir. Sí, vamos a ser parte de la familia de Dios, ¿no? Porque aquí realmente está descartando toda iniciativa humana. No lo puedes hacer con tus recursos. No puedes llegar a ser parte de la familia de Dios por tus méritos, por tus buenas obras. No puedes lograr admisión a la familia celestial por tus méritos. En Efesios 2 del 8 al 9 dice Porque por gracia sois salvos por medio de la fe. Y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe. sus Efesios 2, del 8 al 9. O sea, es por gracia, es por la fe, no es por obras, no es por ninguna clase de mérito que puedas tener. Y aquí está dejando muy claro que es exclusivamente por la voluntad de Dios. Quizás hemos escuchado a personas hablar de esa manera, decir, ah, bueno, yo soy salvo porque mi familia es muy religiosa, o porque mi abuela vivía casi en la iglesia. Iba todos los días, rezaba tanto, etcétera. O mi familia donó un montón de dinero a la iglesia, entonces nosotros estamos bien. O quizás, etcétera, ¿no? Lo que hemos hecho de manera religiosa. Y la gente intenta como que calmar, calmar esa... esa incógnita que tienen, esa... calmar esa conciencia, y quieren pensar que están bien con Dios, simplemente por, como aquí, por sangre, por voluntad de carne, por voluntad de varón, o por alguna clase de mérito, alguna iniciativa que han tenido, etcétera. Pero, aquí deja muy claro, no, para nada. Es imposible de esa manera. Incluso cuando Nicodemo habla con Jesús en Juan 3, él le cuesta un poquito entender el nuevo nacimiento, este nacimiento espiritual. Y Jesús le responde en Juan 3, 3, dice de cierto de cierto te digo que el que no naciera de nuevo no puede ver el reino de dios científicando que no puede no va a ser parte de la familia de dios no va a ser hijo de dios por ello no va a entrar en el reino de dios y entonces dice versículo 5 respondido jesús de cierto de cierto te digo que el que no naciere de agua y del Espíritu no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido del Espíritu, Espíritu es". Entonces, ahí está resaltando el nacimiento espiritual, ese nacimiento de agua, se refiere al nacimiento natural, ese nacimiento de un bebé normal, físico, Pero el nacimiento espiritual es algo que ocurre espiritualmente. Y entonces, es por obra de Dios. Por eso aquí, volviendo a Juan 1, versículo 13, dice... Está hablando de... para ser hechos hijos de Dios, y la única manera es por obra de Dios. Por eso dice versículo 13, los cuales no son engendrados de sangre, ni voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. O sea, el nuevo nacimiento siempre es un milagro. Es obra de Dios. La persona es nacida de Dios. Tiene su existencia por el poder creador y por la voluntad de Dios. Por ello llegan, o sea, el creyente llega a ser hijo de Dios por la voluntad de Dios, por la fe, porque han creído. Por eso nos menciona En versículo 12, más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. ¿Quién es el que obra esa adopción? ¿Quién es el que obra ese nuevo nacimiento? Es Dios. Es un acto de Dios. El que cree en Cristo es nacido por la fe en la familia de Dios. Es Dios quien obra esta nueva creación. Es el que obra el nuevo nacimiento, y viene a ser una nueva criatura, como nos dice 2 Corintios 5, 17. De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es. Las cosas viejas pasaron, y aquí todas son hechas nuevas. Eso es 2 Corintios 5, 17. Es una nueva creación. viendo la obra de Dios que Él lo hace en el creyente. Incluso nos dice Efesios 2, 10, porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas. Eso es Efesios 2, versículo 10. Entonces aquí, Juan capítulo 1, desde el versículo 9 hasta el versículo 13, nos indica cómo puedes ser hijo de Dios, cómo puedes entrar a ser parte de la familia de Dios. Y es al creer en Jesús como Señor y Salvador. Es al recibir la luz verdadera. al no rechazarla, sino a recibir el verbo de Dios, quien se encarnó, quien es la luz del mundo, quien es la vida. Él es el camino a la verdad y la vida, y nadie viene al Padre sino por Él, nos dice Juan 14,6. Entonces, la única manera en que puedes venir a ser hijo de Dios es al creer en Jesús como Señor y Salvador, al recibirle, al aceptarle, al tener una relación con Él. No es un simple conocimiento de su historia, o de que Él existió, o de que de que Él es Dios y quizás solamente creer las Escrituras, sino es realmente creer de corazón. Porque en Santiago 2.19 nos dice que, o sea, simplemente creer en Dios no es suficiente. Nos dice Santiago 2.19, tú crees que Dios es uno bienhaces, también los demonios creen y tiemblan. Entonces, eso Santiago 2.19 diciendo, mira, los demonios, ellos creen en Dios, ellos saben que Dios existe, pero eso no es suficiente para la salvación. O sea, el conocimiento tiene que ser más que solamente un conocimiento intelectual. Hay que creer de corazón y hay que aceptar, hay que recibir a Jesús como Señor y Salvador y tener un conocimiento íntimo. Y al creer en Jesús, al recibirle, al creer en su nombre. Entonces, ahí es cuando Dios, en su gracia, nos adopta y nos da este estatus, nos da esta potestad de ser hechos hijos de Dios. Y por ello, esa pregunta, ¿eres hijo de Dios? considera tu relación con Dios, considera tu relación con Jesús, considera si realmente has aceptado la luz, si estás cómodo con la luz, o si cuando escuchas sobre la luz, cuando escuchas sobre Jesucristo, no quieres tener nada que ver con ello. Porque nos dice Juan 3, 19 al 21, Esta es la condenación, que la luz vino al mundo y los hombres amaron más las tiñeras que la luz, porque sus obras eran malas. Pero todo aquel que hace lo malo aborrece la luz y no viene a la luz para que sus obras sean reprendidas, más el que practica la verdad viene a la luz, para que sea manifiesto que sus obras son hechas en Dios. ¿Has recibido la luz? ¿Has creído en su nombre? ¿Eres hijo de Dios? Vamos a terminar en oración.
¿Eres hijo de Dios?
Series Juan
Sermon ID | 92723193095512 |
Duration | 45:09 |
Date | |
Category | Midweek Service |
Bible Text | John 1:9-13 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.