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Es el domingo que nos toca orar como congregación. Pero antes tendremos un devocional del libro de Marcos. Puestos de pie, vamos a leer de Marcos capítulo 4. Marcos capítulo 4. y vamos a leer el versículo veintiuno al versículo veinticinco. Marcos, capítulo cuatro, el versículo veintiuno al versículo veinticinco. Ustedes siguen con sus vistas y permaneceremos de pie para una oración. Marcos, el capítulo cuatro, versículo veintiuno al veinticinco. Nuestro Señor Jesucristo también les dijo, ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud o debajo de la cama? No es para ponerla en el candelero, porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado ni escondido, que no haya de salir a luz. Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Les dijo también Mirad lo que oís, porque con la medida con que medís os será medido y aún se os añadirá a vosotros los que oís, porque el que tiene se le dará el que no tiene y al que no tiene aún lo que tiene se le quitará. Así que en la escritura oramos para que el Señor nos ayude a entenderla. Ahora, Señor, te damos gracias que podemos estar aquí en tu casa esta tarde. Te pedimos tu bendición especial. Manda tu Santo Espíritu. Señor, te pedimos, te rogamos que mandes tu Santo Espíritu. Y si nosotros, siendo malos padres, damos buenas gracias a nuestros hijos, cuánto más nuestro Padre Celestial enviará, nos dará el Espíritu Santo. Te pedimos, Señor, que tu Espíritu Santo nos ilumine, nos enseñe, nos consuele, nos dirige, nos guíe. Esta tarde, Señor, abre nuestro entendimiento, como abriste el entendimiento de los discípulos en el camino de Maús. Cuando te apareciste a los discípulos después del resucitado y les abriste el entendimiento para que entendieran las Escrituras. Señor, den compasión de nosotros y hace ese milagro para nosotros y transformanos entendiendo tu palabra. Le pedimos esto para nosotros y para las iglesias hermanas. Y si hablo, Señor, que hable conforme a la palabra de Dios, y si ministro, que ministre conforme al poder que Dios da, para que entonces sea nuestro Señor Jesucristo glorificado. En su santísimo nombre te lo pedimos. Amén. Amén. Sentémonos, hermanos. Siguiendo con los estudios de Marcos, antes del tiempo de oración, meditaremos brevemente en el versículo 23, Marcos capítulo 4 y versículo 23. Nuestro Señor nos dice, si alguno tiene oídos para oír, oiga. Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Y enlistaremos unas conclusiones lógicas y bíblicas que podemos hacer de este versículo. Conclusiones lógicas y bíblicas que podemos hacer de este versículo. La primera conclusión es que el oír es un sentido esencial en la cristiandad. El oír, el escuchar, Es un sentido esencial en la cristiandad. El Señor no dice, no dice, el que tiene ojos para ver, vea. No dice eso. El Señor no dice, el que tiene nariz, huela. No dice eso. El Señor dice, si alguno tiene oídos para oír, oiga. No sé si ustedes saben que Juan Bunyan, el famoso escritor de El pergreso del peregrino, escribió otros libros. Otro de sus libros famosos en inglés, creo que está en español también, se llama La guerra santa. La guerra santa. Y en este libro, Juan Bunyan, en su conocido estilo alegórico, describe la batalla por la cual diábolos, así le dice al diablo, ¿verdad? Diábolos, captura una ciudad llamada el alma del hombre. Así se llama la ciudad, el alma del hombre. Dios, y en el libro Bunyan le llama el Shaddai, manda a su hijo, el príncipe Emanuel, por supuesto nuestro Señor Jesucristo, pero en el libro al autor Bunyan le llama el príncipe Emanuel, es enviado a recapturar la ciudad llamada el alma del hombre. Ahora, esa ciudad en el libro, como en los tiempos antiguos, está rodeada con un muro y en ese muro hay cinco puertas por las cuales se puede entrar a la ciudad. Y Ibn Jan nombra las puertas, las describe con cinco nombres. Primero está la puerta de los ojos. Y luego está la puerta de los oídos. Y está otra puerta que llama la puerta a la nariz. Y otra puerta, la puerta de la boca. Y a otra puerta le llama la puerta de los sentimientos. Bueno, niños, a ver quién sabe, jóvenes también, adivinen por cuál puerta ataca más el príncipe Emanuel. Va a atacar y capturar la ciudad del alma del hombre, por cuál puerta creen ustedes que él trata de capturar esa ciudad. ¿Alguien? por la puerta llamada los oídos, la puerta de los oídos. Y curiosamente, el libro es algo divertido, como es que Juan Bunyan nombra a sus capitanes, los capitanes del príncipe Emanuel. Por ejemplo, los capitanes del príncipe Emanuel son el capitán Boanerges, hay otro capitán que se llama Convicción, otro capitán que se llama Juicio y otro capitán que se llama Ejecución. Y los manda esos capitanes a atacar a la ciudad del alma del hombre y manda a esos capitanes a la puerta de los oídos para que traten por ahí de capturar esa ciudad. Y es cierto lo que Juan Bunyan escribe en ese libro, es muy bíblico. Dios en su sabiduría ha determinado que el alma del hombre sea salva por la puerta del oído. Es por cierto, es por eso que en cierto lugar nos dice la escritura, así que la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios. Y en otro pasaje se nos invita con estas palabras a todos los sedientos. Venid a las aguas. ¿Por qué gastan el dinero en lo que no es pan y su trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente. Oídme atentamente y coman del bien y se deleitará su alma con grosura. Inclinen su oído. Vengan a mí. Oíd y vivirá su alma. Oír, que escuchemos el Evangelio, es esencial para que seamos salvos, para que seamos transformados. Entonces, es por eso que el Señor nos dice aquí, si alguno tiene oídos para oír, oiga. Segunda conclusión. Hermano Paco, ¿lo puedo interrumpir? Muy bien, puede interrumpirme. Entonces, los sordos no pueden ser salvos. Si es por el oír que uno es salvo, entonces los sordos, es que hermano Paco, yo tengo un abuelito que no puede oír. Él no puede ser salvo. Bueno, mi respuesta es que estamos hablando aquí de los sordos en el sentido espiritual. Uno puede estar sordo y escuchar con su corazón. La semana pasada visité a la abuelita del hermano Jonathan. Estaba bastante grave, con mucho dolor en el hospital y fui a visitar a la hermana Juanita. Y la hermana apenas y puede oír. Tiene un aparatito para poder escuchar y me tuvo que acercar mucho para leerle la palabra de Dios. Pero se nota y no es la primera vez que veo esto en ella. Ya la había visitado antes en su casa, pero se nota en sus ojos que le gusta escuchar la palabra. Es un corazón de ella que capta y escucha y trata a ella y espiritualmente puede oír la palabra de Dios. Pero vayamos a la segunda conclusión que tiene que ver con esto también. La segunda conclusión que podemos hacer de este versículo es que hay quienes tienen oídos, pero no para oír. Nuestro Señor Jesucristo nos dice Si alguno tiene oídos para oír, oiga. Esto quiere decir que algunos tienen oídos, pero no para oír. ser el contexto espiritual, por supuesto que se dice eso. Unos tienen orejas, tienen el sistema auditivo. Estaba acordándome, verdad, de mis clases de biología, las partecitas, y me acordé muy fácilmente del yunque, de los huesitos que tenemos, verdad, y el tímpano. Y tuve que buscar y entender cuáles son los otros huesitos. El martillo, el martillo tenemos, el estribo también. Y hay personas que tienen todo bien, y trabaja el yunque, el matillo, el tímpano, todo funciona, su sistema auditivo, pero no oyen las palabras del Señor. No las entienden, como dice en Primera de Corintios 2. Su actitud de indiferencia a Dios hace que las palabras, como dice la gente, entren por un oído y le salgan por el otro. Realmente no las captan, no las escuchas, no las entienden. Si hay personas que tienen oídos, pero no para oír. Y eso es terrible, porque darán cuenta a Dios. Escuchan muchas cosas, pero no quieren escuchar la palabra de Dios. No será usted una de esas personas. No serás tú una de esas personas con oídos, pero no para oír la palabra de Dios. Si, vienes a la iglesia, escuchas la lectura de la Biblia, escuchas la predicación, pero no te entra nada, nada, no te emociona nada, nada te emociona, no te alimenta nada, tu alma no escucha nada, nada. El otro día estaba con una persona en el mercado, en el mercadito, una tienda aquí cerca, y estaba la música. Y curiosamente estaban tocando música relativamente bien. No era metálica ni cosa rara, ¿verdad? Ni cosa así. Pero tenía su cierto ritmo. Y la persona empezó a hacer así. Y le pregunté yo, ¿se está meneando la cabeza por la música? Sí, me dijo. La música. Y lo que voy es. Hay personas que escuchan la palabra de Dios y están con el ritmo de la palabra de Dios y escuchan y no dicen amén, pero yo puedo ver en los ojos de la congregación. Sí, están ahí con el ritmo de la palabra de Dios. Están escuchando, están atendiendo la palabra de Dios. Pero hay otras que nada. Nada, no se emocionan, no tienen ese sentido, no escuchan el ritmo de la Palabra de Dios. Ahora, quiero que vean con sus propios ojos, porque no soy yo, es el Señor Jesucristo quien dice estas cosas. Vean conmigo Juan 8, 43. El Evangelio según San Juan, el capítulo 8 y el versículo 43. Y son palabras directas y muy, muy fuertes de nuestro Señor Jesucristo. Juan capítulo 8 y el versículo 43. Es nuestro Señor Jesucristo aquí quien dice esto. ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? ¿Por qué? porque no podéis escuchar mi palabra. Vosotros sois de vuestro padre el diablo y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio y no ha permanecido en la verdad porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla porque es mentiroso y padre de mentira. Y a mí, porque digo la verdad, no me crees. ¿Quién de vosotros me da el huello de pecado? Pues si digo la verdad, ¿por qué vosotros no me creéis? El que es de Dios, las palabras de Dios oye. Por esto no las oéis vosotros, porque no sois de Dios. Y amigo, amigo, esa tarde te digo a ti, tú no entiendes, tú no escuchas, no sigues el ritmo de la palabra de Dios, no te afecta, no te emociona. Entonces, escucha esas palabras de nuestro Señor Jesucristo, esta advertencia de nuestro Señor Jesucristo. Pídele misericordia, que te dé oídos para oír. Tercera conclusión, y es práctica. Tercera conclusión. Si nuestro Señor Jesucristo nos dice en Marcos 4.23, si alguno tiene oídos para oír, oiga, debemos examinarnos que tenemos oídos para oír. Debemos analizarnos, checarnos. que tenemos oídos para oír. En Juan 9 hay unas personas que estaban ciegas y no lo sabían. Estaban ciegas y no lo sabían. Así también hay sordos que no saben que están sordos. ¿Creen que oyen? ¿Creen que escuchan? Pero no. Y la pregunta práctica aquí es, ¿Cómo sabes tú que tienes oídos para oír? ¿Cómo sabe usted que puede escuchar, que puede oír a Cristo? Muy bien, pudiéramos extendernos aquí mucho, pero esta es una breve meditación. Así que tan solamente les voy a dar los puntos, le voy a dar la cita, y usted puede leer los versículos, esa cita después. Muy bien, los que predican pueden robarse el bosquejo y lo pueden predicar. Muy bien. ¿Cómo sabe usted que tiene oídos para oír? Número uno. Cheque, coteje que escucha con fe. Coteje que escucha con fe. Hebreos capítulo 4 y versículo 2. La fe es esencial, por supuesto. Sin fe, nos dice Hebreos 11, es imposible agradar a Dios. Y sin fe en Él, es imposible escucharlo. Muy bien, número dos. Checa que inclinas tu oído para escuchar. Esas palabras bíblicas de Jeremías 25, 4. Y precisamente las citamos también en Isaías capítulo 55. Checa que inclinas tu oído para escuchar. ¿Qué quiere decir esto? Que pones atención. ¿Quieres poner atención? O como dice Santiago, ¿Eres pronto para oír? ¿Quieres aprender? ¿Quieres escuchar de Dios? Número tres, checa que escuchas a Cristo. Checa, analiza en tu vida, examínate que escuchas a Cristo. Mateo 17, 5. Mateo 17, 5. A él oíd, dice el Señor. Quiero que me escuchen aquí, por favor, y espero que nadie me malinterprete en lo que voy a decir. A lo mejor quieres escuchar himnos. Hay gente que ha venido a la iglesia y me dice, me gustaron mucho los himnos. A lo mejor quieres escuchar himnos. Es más, a lo mejor quieres escuchar de la historia de la iglesia, que pasó en 1517. La historia de los puritanos y la historia de los evangélicos. Y te gusta escuchar de la historia de la iglesia. Es más, te gusta escuchar de teología en YouTube. Te gusta escuchar de ética cristiana. O a lo mejor eres de las personas que les gustan los debates cristianos. Hay personas así en los argumentos y debates de cristianos. O también puede ser, y esto es algo malo, pecaminoso, te gusta escuchar de los chismes cristianos. Hay personas así y que han buscando y quieren saber de chismes. Está de moda ahorita. Juan MacArthur estuvo hablando contra lo que dijo otro predicador famosísimo. Famosísimo. Porque este otro predicador permite o cree, aconseja ir a la boda de lesbianas. de homosexuales. Y hay mucho chisme sobre eso. Mucho chisme. Y personas así les gusta el chisme de cristianos. Déjame decirte. directamente aquí. Si te gusta escuchar himnos, historias de la iglesia, ética, teología, ética cristiana, debate, chismes cristianos, pero si no quieres escuchar a Cristo, no tienes oídos para oír. No tienes los oídos para oír de este versículo. Tienes que inclinar tu oído para escuchar a Cristo. Esa es la cristiandad. Número 4. Checa que escuchas para ser hacedor de la palabra. Checa que escuchas para ser hacedor de la palabra. Santiago 1, 22 y los versículos que siguen ahí. Santiago 1, 22. Famoso el versículo, la verdad lo saben ustedes. No solamente oidores, pero hacedores de la palabra de Dios. ¿Es vano? ¿Es muy peligroso? Escuchar la Biblia, escuchar la predicación, pero no hacer lo que Dios nos dice. Mejor no haber escuchado. O como dijo nuestro Señor Jesucristo de Judas Iscariote, mejor no haber nacido, pues serás condenado más porque sabes más y escuchas más, pero no lo haces. Cuidado con esto. Entonces tienes oídos para oír si escuchas. ¿Por qué quieres hacer las cosas que Dios nos manda? Y si fallas, no logras hacer todo, pero te esfuerzas y te levantas otra vez para seguir en el camino de la cristiandad. Muy bien, cuarta conclusión. La tercera fue, debemos examinarnos que tenemos oídos para oír. Cuarta conclusión. El Señor Al decirnos el que tiene oídos para oír, oiga, implica que nos está diciendo cosas vitales, cosas importantes. Oigan esto, esto es importante. Y pueden apuntar Apocalipsis 3 y Apocalipsis 4, esos capítulos donde el Señor mismo dice, escuchad oír el que tiene oídos, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Una y otra vez van a encontrarse esa frase. Y una y otra vez en los evangelios. Por ejemplo, vean Mateo 13, 43. ¿Qué nos enseña nuestro Señor Jesucristo en Mateo 13, 43? Entonces, Mateo 13, 43, los justos resplandecerán como el sol en el reino de su Padre, el que tiene oídos para oír. ¡Oiga esto! ¡Oiga! El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en un campo, el cual un hombre halla y lo esconde de nuevo, y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene y compra aquel campo. Bien, el Reino de los Cielos es semejante a un mercader que busca buenas perlas, que habiendo hallado una perla preciosa, fue y vendió todo lo que tenía y la compró. Asimismo, el Reino de los Cielos es semejante a una red que ya en el mar recoge de toda clase de peces y una vez llena la sacan a la orilla. Sentados, recogen lo bueno en cestas y lo malo echan fuera. Así será el fin del siglo. Saldrán los ángeles y apartarán a los malos entre los justos, y los sellarán en el horno de fuego. Allí será el lloro y el crujir de dientes. El Señor no vino para enseñarnos vanidades. vino para enseñarnos de Dios, enseñarnos del cielo, enseñarnos del infierno. Y no sé si ustedes han escuchado que es nuestro Señor Jesucristo, de todos los personajes en la Biblia, de todos los autores de la Biblia, el que más habla del infierno es nuestro Señor Jesucristo. Y es verdad, él nos alerta, nos dice, oigan, oigan del infierno. Y precisamente aquí nos dicen el versículo 50, echarán en el horno de fuego y allí será el lloro y el crujir de dientes. Entonces, Nuestro Señor Jesucristo, al decirnos, el que tiene oídos para oír, oiga, implica que nos está diciendo cosas importantes, vitales, esenciales, las debemos de saber. Nos está alertando, nos está advirtiendo. Y al alertarnos del infierno, que es de lo que más nos alerta, nos dice, se tienen que arrepentir. Se tienen que arrepentir. Ese es un mensaje desde el principio. Se tienen que arrepentir. Entonces, de eso nos habla esta frase. Y por supuesto, esta frase nos habla de las cosas tan importantes como el cielo, el infierno, pero también las cosas de Dios, su bondad. su amor, su compasión para con nosotros, la paz y el perdón que podemos tener en él. Nos alerta que oigamos porque es por él que podemos estar bien con Dios. Él nos dice yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre, sino por mí. Oigan, escuchen Juan 3, 16. De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigenito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Oigan esto, el que tiene oídos para oír, oiga esto. Es por eso, entonces, que el Señor nos dice, el que tiene oídos para oír, oiga. Oiga. Nos habla palabras de vida eterna. El uso de esa frase en Juan 6, Juan 6, 66. Es muy fácil para mí recordar Juan 66, 66, porque es 6666. Los discípulos, muchos discípulos no entienden lo que está diciendo nuestro Señor Jesucristo en el contexto y dice la Biblia que muchos dejaron de seguirlo. Entonces nuestro Señor Jesucristo le dice a los 12 Ustedes también van a desertar, me van a dejar de seguir. Y Pedro, como siempre, Pedro, muy valiente, esta vez dice, no. Señor, Señor, nos dice, ¿a quién iremos? Tú tienes palabra de vida eterna. El Señor nos dice, el que tiene oídos para oír, oiga, nos está hablando de palabras de vida eterna, lo tenemos que escuchar. Entonces, cuando vengas a la iglesia, Siéntate y ora. Señor, quiero escuchar tu voz. Señor, quiero escuchar tu voz. Habla que tu siervo escucha. Habla que tu siervo oye, dijo Samuel. Esa debe de ser nuestra actitud. Quinta conclusión, quinta conclusión del versículo. Si tenemos oídos para oír, agradezcámoslo a Dios de todo corazón. El que tiene oídos para oír. No todos tienen oídos para oír la palabra de Dios. Millones, millones, la mayoría del mundo a través de la historia no han escuchado, no tienen oídos para oír, están sordos. Si tú escuchas la palabra de Dios, es un gran don de Dios. Si tú escuchas la palabra de verdad, como dice otro apóstol, es un milagro de Dios que tú escuches el evangelio y entre a tus oídos y entre a tu corazón y entre a tu alma. Acabo de mencionar Juan 3, 16, un versículo tan sencillo, tan claro. Pero la gran mayoría del mundo no lo ha escuchado, no lo escucha, no lo entienden, no lo entienden. Si tienes tu oídos para oír y puedes escuchar la voz de Cristo en Juan 36, si puedes escuchar la voz de Cristo en su palabra, agradece a Dios de todo corazón. Es por pura misericordia que Él ha abierto tus oídos. En penúltimo lugar, penúltima conclusión. Tenemos que orar por predicadores, pues muchos necesitan escuchar el mensaje del Señor. Tenemos que orar por predicadores, pues muchos necesitan escuchar el mensaje, la palabra del Señor. Esta es la lógica de Romanos 10. Vean conmigo Romanos 10, por favor. Romanos capítulo 10. Voy a comenzar a leer en el versículo 8. Romanos capítulo 10 y el versículo 8. Más que dice, cerca de ti está la palabra en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe que predicamos. Que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor y creyeras en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo. Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación. Pues la escritura dice, todo aquel que le creyere no será avergonzado. Porque no hay diferencia entre judío y griego. pues el mismo que es Señor de todos es rico para con todos los que le invocan. Porque tú, aquel que invocare el nombre del Señor, serás salvo. ¿Cómo invocarán a quien en el cual no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quien les predique? Es este pasaje que nos dice, por supuesto, en el versículo 17, así que la fe es por el oír, el oír por la palabra de Dios. Pero ¿cómo pueden escuchar la palabra de Dios si no hay predicadores? El miércoles, a los varones que estuvieron en el tiempo de oración, les comenté que este verano pasado estuve en las instalaciones de un seminario. El seminario de una denominación en Carolina del Sur, la denominación es 100% conservadora, 100% evangélica. Han salido muy buenos predicadores de ese seminario. Tienen excelentes maestros. Pero ahorita, en este semestre, No hay ni un solo estudiante, ni un solo seminarista, ni uno. Y esa es la tendencia, las estadísticas de muchos de los seminarios hoy en día. Hermanos, urge, urge que oremos para que el Señor envíe obreros a su miez. Oremos por predicadores para que en el futuro nuestros hijos, nuestros nietos, nuestros bisnietos puedan oír la predicación de la palabra de Dios. Última conclusión. Es una gran bendición tener oídos para oír y escuchar la voz de Cristo. Es una súper bendición tener oídos para oír y escuchar la voz de Cristo. Apocalipsis 3.20 es conocido. Pudiera aquí haber citado otros versículos, pero ustedes conocen Apocalipsis 3.20. Es nuestro Señor Jesucristo quien nos dice, He aquí, yo estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Escuchar la voz de Cristo nos transforma, nos salva. Escuchar la voz de Cristo nos anima, nos motiva. Y a lo último, escuchar la voz nos lleva a esa dulce comunión con Dios. Jesús detrás de ese versículo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, cenaré con él y él conmigo. Entonces, amigo, Amiga, escucha la voz de Cristo en su palabra. Escuchar la voz de Cristo no es algo místico, no es algo que sueñas, no es algo súper secreto que tienen ciertos cristianos. No, no, no. Aquí tenemos toda la voz de Cristo que debemos y podemos escuchar hoy en día. Esta es la voz de Cristo para nosotros. Escúchala, es su palabra. Muy bien. Y quiero, si son tan amables, entonces esta tarde los que van a orar, que recuerden esta petición. Oremos por predicadores. Que Dios envíe obreros a su mies y que los que predican, prediquen la palabra de Dios, que escuchemos la voz de Cristo. Antes de orar, vamos a cantar una estrofa del himno por la gloria de su gracia fiel
Estás sordo? 1
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Muchos están sordos espiritualmente. Checa que estás escuchando la voz de Cristo por medio de Su Palabra.
Sermon ID | 916242150473266 |
Duration | 31:08 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 4:23 |
Language | Spanish |
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