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Y también quiero aprovechar este primer momento para dar gratitud a los hermanos, al pastor Marco, a su familia, por habernos recibido, también a los hermanos, el hermano Jair, y muchos otros que nos han servido, nos han atendido, nos han alimentado, nos han amado, y ha sido un tiempo muy precioso. Entonces agradecemos mucho a los que venimos de afuera y los hemos sentido en casa, aunque lejos de nuestras familias, algunos de nosotros Hemos estado en familia y ha sido una bendición. Gracias, mis hermanos. Espero que el Señor les recompense mucho por su servicio en este fin de semana. Tenemos el privilegio, en esta última sesión de nuestra conferencia, de hacer la última pregunta de quién estará en el cielo. ¿Quién estará en el cielo? Cuando escogí este tema, lo leí como ¿Quién entrará en el cielo? Entonces voy a responder primero esa pregunta y de ahí responder ¿Quién estará? Porque ¿Quién estará? es un poco más amplio que ¿Quién entrará? Entonces en primer lugar quiero considerar esa pregunta del lado de nosotros los hombres. ¿Quiénes de nosotros entrará en los cielos? En mi conferencia anterior vimos que la bendición más grande del cielo es poder ver la gloria de Dios. Ver a Dios. Pero entonces, ¿qué es necesario para que alguien vea a Dios? Pues, en la misma carta que hemos estado leyendo, en Hebreos 12 y 14, dice, sin la santidad, nadie verá al Señor. Entonces, para obtener la bendición del cielo, ¿qué es necesario? Ser santo. ¿Por qué? Pues porque Dios es infinitamente santo, tres veces santo. Entonces, si usted quiere ver a Dios entrar a los cielos, debe ser perfectamente santo como Dios. En una manera parecida, el Salmo 15 dice algo parecido, hace esta misma pregunta. ¿Quién habitará en tu Tabernáculo o Jehová? ¿Quién morará en tu Santo Monte? El que anda en integridad y hace justicia, y habla de verdad en su corazón. El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni permite reprochar uno contra su vecino. Aquel a cuyos ojos el vil es menos preciado, pero honra a los que temen a Jehová. El que aun jurando en daño suyo, No por eso cambia. Quien su dinero no dio a usura, ni contra el inocente admitió cohecho, el que hace estas cosas no respaldará jamás. ¿Quiénes de nosotros aquí podemos decir, ah, pues yo cumplo perfectamente con esa descripción? Nunca he fallado en ninguna de esas descripciones. Nuestro Señor Jesús mismo tuvo una pregunta muy parecida a la nuestra desde hoy. El joven rico vino a Él diciendo, Maestro bueno, ¿qué bien haré para tener la vida eterna? En otras palabras, ¿qué tengo que hacer para entrar en el cielo? Y Él le dijo, ¿por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno sino uno, Dios. Mas si quieres entrar en la vida, si quieres entrar al cielo, guarda los matamientos. Le dijo, ¿cuáles? Y Jesús dijo, no matarás, no adulterás, no hurtarás, no dirás falsos testimonios, honra a tu padre y a tu madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo. La Biblia enseña claramente que para obtener la vida eterna y tener derecho para entrar en la gloria de los cielos, uno debe cumplir la ley de Dios. y debe ser santo y justo como Dios es santo y justo. De hecho, la Biblia enseña que un solo pecadito, si existiera algo así, es suficiente para cerrarte las puertas a los siervos. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero ofendiera en un punto, se hace culpable de todo. Santiago 2.10. O Pablo mismo, citando el Antiguo Yuccemento, maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas. La ley de Dios es el estándar perfecto de su justicia. Refleja su carácter eterno. Entonces, para entrar su gloria, tenemos que ser como él. El Salmo 5 dice, porque tú no eres un Dios que se complace en la El malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos. Aborreces a todos los que hacen iniquidad. ¿Quién aquí ha cometido iniquidad? Destruirás a los que hablen mentira. ¿Quién aquí ha hablado mentira? Al hombre sanguinario engañador abominará El va. Un profeta dice que Dios es muy limpio de ojos para ver el mal, ni puede ver el agravio. Dios es tres veces santo, y para morar en su presencia, entrar a los cielos, uno debe ser justo, cumplir la ley. El justo requerimiento de la ley tiene que ser guardado. La justicia divina tiene que ser satisfecha. Dios no puede pasar por alto nuestros pecados, no puede decir, ah, pues guardaste casi todos, pero falta ser uno. Está bien, ya te voy a dejar entrar. Dios no da su ley. Insinceramente, cuando él dice haz esto y vivirás. Quiso decir a menos que hagas esto, no vivirás. La ley es necesaria si alguien quiere obtener vida eterna. Entonces, quizás usted se sorprende de esa respuesta a la pregunta. Pero de verdad, es una respuesta bíblica. Quizás se desanima un poco al escuchar esto y decir, pues, esas descripciones no me reflejan mucho a mí. Entonces uno respondería, pero por lo menos nuestros pecados no son tan grandes como los de otros. Entonces sí hay pecados, pero otros han pecado mucho más. Entonces seguro yo puedo entrar porque no soy tan malo como otros. Nadie jamás entra al cielo por ser no tan malo como otros. Quizás uno diría, pues realmente mis pecados no son mi culpa. Fue mi esposa, fue mi esposo, fueron mis hijos, simplemente no me obedecían y tuve que explotar en ira. Ah, pues fue Adán, si no fuera por él, estaría bien. Nadie jamás entra al cielo por tener buenas excusas por sus pecados. Quizás uno diría, he hecho muchas cosas buenas, he dado un montón de dinero a la iglesia, he servido a los pobres, entonces debe hacerme recibir porque sí es pecado, pero también he hecho muchas cosas buenas. Nadie jamás entra al cielo por tener supuestamente más obras buenas que malas. Quizás uno diría, pues he servido al Señor, he sido pastor por muchos años, he predicado miles de sermones. Nadie jamás ha ido al cielo por predicar un sermón. Quizás uno diría, pues cuando era joven hice una oración, repetí una oración y andé por el pasillo. Nadie jamás ha ido al cielo por andar por un pasillo. Quizás ahora al escuchar todo esto, usted se desanima un poco. Pero déjeme ayudar. Primero quiero ayudar por hacer lo peor. Quiero desanimarte un poco más. Y quiero hacer eso por Dios dice en su palabra, no simplemente que Él es justo y santo, se nos revela que nosotros somos todos pecadores. Todos hemos pecado y estamos destituidos de la gloria de Dios. Eso y todo, en contraste con los todos que vivimos ayer, sí significa todos, sin excepción. Todos hemos pecado, judío, gentil, hombre, mujer, rico, pobre, rey, ciudadano. Todos hemos Pecado. En Pablo incluso lo dice aún más fuertemente. No hay justo, ni aún uno. No hay quien entienda. No hay quien busque a Dios. Todos se desviaron. Aún se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno. No hay ni siquiera uno. Sepulcro abierto es su garganta. Con su lengua engaña. Veneno de áspides hay debajo de sus labios. Su boca está llena de maldición y de amargura. Sus pies se apresuran para derramar sangre. Quebranto y desventura hay en sus caminos. Y no conocieron camino de paz. No hay temor de Dios delante de sus ojos. No hay justo. No hay nadie aquí que pueda leer esas descripciones que dije anteriormente. leer los 10 fundamentos y decir, ah, sí, fácil, ya lo he hecho desde mi juventud. Porque cuando uno realmente considera su corazón, esa es una mejor descripción. Esa es una mejor descripción. No es por grandes ministerios, buenas obras, buenas excusas, ni por simplemente pecar menos que otros. Como Pablo dice, pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dicen los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios. Al leer todo lo que hemos visto, todos debemos taparnos la boca. Es decir, no tengo justificación, no tengo excusa. No puedo echarle la culpa a mi esposa ya. Yo, He pecado contra el Señor. Yo soy un injusto. Yo soy un mentiroso. Yo soy un adulto. Yo soy un idólatra. Yo soy codicioso y avaro. Yo soy esas cosas. Y yo merezco la muerte. Yo merezco la ira divina. Porque yo he roto su ley. Yo merezco su maldición. Usted merece su maldición. Pero ahora quiero ayudarles mejor. Hay un remedio. Hay una esperanza. Nosotros en nosotros mismos no tenemos esperanza. Al ver la ley de Dios, nadie puede decir, creo que sí puedo. sino llave en un espejo sus propios pecados, expuestos delante de todos, sin excusa y sin justificación. Pero he empezado de esa manera porque quiero que todos aquí participen de esta bendición de entrar. Espero que a través de esa palabra poder despojarte de tus propias justicias y ahora apuntarte al único que tiene justicia. y que ha provisto una justicia para todos los que crean en él. Para hacer esto posible, como alguien trajo muerte pecando en nuestro lugar y nosotros en él, es necesario que alguien obedezca en nuestro lugar y traiga justicia en nuestra cuenta. Eso es precisamente lo que Cristo ha hecho. Cristo vino en nuestro lugar. despojándose de esas glorias eternas celestiales que acabamos de ver y viniendo a esta tierra. Para vivir justamente. Para sufrir la muerte que nosotros debíamos, para pagar nuestra deuda en la cruz, para recibir el furor de Dios sobre sí, para que todos que están en él refugiados. Pueden tener vida eterna. Precisamente para esto el Padre envió a su Hijo. Cristo lo ha hecho posible para que pecadores puedan entrar al Cielo. Acabo de decir que ningún pecador va al Cielo, pero ahora puedo decirles con toda sinceridad, los únicos que van al Cielo son pecadores, pecadores unidos a Cristo. Sólo aquellos que están en Cristo. Uno no puede decir, pues yo voy a ser santo como Dios en mi propia fuerza. Porque no puede. Simplemente refugiarte en Cristo, aferrarte de Él. Él es el único que te puede salvar. Todos los que están en Él han entrado con Él a través de su carne en el tabernáculo celestial. Y como Él está allí, Un día estaremos con él. Solo aquellos que confían en Cristo. Cristo es el único mediador, aquel que ha cumplido la ley, lo que nosotros no pudimos hacer, lo que Adán no pudo hacer y ha tomado la muerte que nosotros debíamos y que Adán debía. Y él ha muerto en nuestro lugar. Él ha tomado la maldición de la ley sobre sí para que la bendición de Abraham viniera sobre nosotros, los que creemos. Entonces, ¿quién entra al cielo? ¿Quién entra al cielo? En primer lugar, continuando el texto que he estado leyendo, Romanos 3, en versículo 21. Pero ahora, aparte de la ley, Fuera de esos diez mandamientos que hemos mencionado, se ha manifestado la justicia de Dios. Aunque fue testificada por la ley, los profetas, la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo para todos los que creen en él, porque no hay diferencia por cuanto todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios y siendo justificados gratuitamente por su gracia mediante la redención que es el Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre para manifestar su justicia a causa de haber pasado por alto en su paciente los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia a fin de que él sea justo y el que justifica a que es de la fe de Jesús. Dios ha levantado en maldición a su hijo, lo ha publicado para que todos lo puedan ver, para que todos los que están muriendo bajo la maldición de la ley de Satanás pueden mirar a él, pueden mirar a aquel levantado en la cruz y puede ver allí la gracia de Dios manifestada, puede ver allí la justicia de Dios. Como dijo el carcelero de Felipus, Señor, ¿qué debo hacer para ser salvo? En otras palabras, ¿qué debo hacer para entrar en el cielo? Ellos dijeron, cree en el Señor Jesucristo y serás salvo, tú y tu casa. Juan 3, 36, el que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida. sino que la ira de Dios está sobre él. ¿Cómo entrar entonces? Creer en Cristo, arrepentirse de sus pecados. Al describir lo que dije al principio, uno podría decir pues eso es muy difícil. Pero la salvación La verdadera entrada en el Cielo no es subir en una montaña alta en un lugar, ir a un lugar remoto del espacio para hacer bajar la salvación, ni tiene que descender al abismo para subir una esperanza de salvación. Está aquí mismo en su boca el día de hoy, está el día de la salvación. Hoy mismo tienes todo lo necesario para ser salvo. Escuchar esas palabras y confesar a Cristo como tu Señor. Creer hoy en Cristo es todo lo necesario. En un sentido, ser santos son necesarios, pero nosotros somos pecadores. Entonces, para un pecador entrar, el único camino es ser unido a Cristo por fe. Recibir su justicia en nuestro lugar. Hoy confiesa a Cristo. hoy cree en Él y puedes ser salvo. Confiesa con tu boca, cree con tu corazón y puedes ser salvo. Todo aquel que invoque el nombre del Señor será salvo. En un sentido, como dije el hermano, no es tan difícil. Muchas veces lo hacemos mucho más difícil de lo que es. ¿Quién más entrará en el cielo? ¿O quién más es necesario? Pues realmente sólo es fe, pero la Biblia describe esa fe de varias maneras. En Juan 3, de cierto, de cierto te digo que el que no naciera de nuevo no puede ver el reino de Dios. Nicodemo le dijo, cómo puede un hombre nacer siendo viejo? Puede acaso entrar por segunda vez en la viente de su madre y nacer? Respondió Jesús de cierto, de cierto te digo que el que no naciera de agua y del espíritu, no puede entrar en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es. Lo que es nacido del espíritu, espíritu es. Entonces, yo quiero entrar en el cielo, ¿qué tengo que hacer? Tienes que nacer de nuevo. ¿Cómo hago eso? Pues, esa es la otra parte. Acabo de decir, es algo solo en tu boca, confías a Cristo. Pero aquí hay una otra parte. Hermanos, Oremos que hoy en día el Espíritu sople sobre un alma, que el Espíritu Santo venga y haga nacer de nuevo a un perdido. El Espíritu Santo hace eso, lo hizo conmigo, lo hizo con usted. ¿Por qué no a esos hombres que están aquí? ¿Por qué no con ese vecita que vino hoy por la primera vez? También puede orar en él, porque el Espíritu, como el viento, sopla donde él quiera. Pres y escucha las oraciones de Jesucristo. Otra descripción de los que crean son los humildes. Muy providencialmente, todos mis puntos son los opuestos de lo que dijo el hermano Javier. Los incrédulos van al infierno. Los que creen van al cielo. Los orgullosos van al infierno. Y los humildes van al cielo. Cristo nuestro Señor dijo, bienventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. Es decir, la nueva tierra. O sofonías tres, y dejaré en medio de ti un pueblo humilde y pobre, el cual confiará en el nombre de Jehová. El remanente de Israel no hará injusticia, ni dirá mentiras, ni enfoque de ellos, se hará lengua engañosa, porque ellos serán apacentados y dormirán y no habrá quien los atemorice. El pueblo de Dios que he salvado es un pueblo humilde. Esa es, en un sentido, la esencia de la fe, como describía nuestro hermano. La fe es, no tengo nada en mí mismo, solo Cristo. Solo Cristo me puede salvar. Cristo, por favor, sálvame. La humildad nos despoja de nuestras supuestas justicias, nuestras buenas obras, nuestros vagos ministerios, cualquier cosa humana en que pusiéramos nuestra fe fuera de Cristo. Si alguno quiere venir en pos de mí, nieguese a sí mismo, toma su cruz cada día y sígame, porque todo el que quiere salvar su vida, la perderá, y todo el que pierda su vida por causa de mí, ese la les la salvará. El gran Charles Burgin una vez escribió La Puerta del Cielo. La Puerta del Cielo es bajita y para entrar por esa puerta tiene que agacharse en humedad. Pero los altivos, no me doblo para nadie. Yo logré entrar aquí. Se queda afuera. Pero los humildes, los que se desesperan de sí mismos, y se aferran de Cristo, son salvos. En cuarto lugar, los que creen y se arrepienten, los que nacen de nuevo, los humildes, pero también otra perspectiva bíblica, es sólo aquellos que perseveran la salvidad. Esa fe que salva, la fe genuina que salva es una fe que persevera. Es una fe que lucha, ¿cierto? Es una fe que tiene sus luchas, sus dudas, que pelea, que no es perfecta en esta vida. Y a veces es una fe y solo un granito de mostaza. Pero aferrarse de Cristo, aunque sea con manos débiles, es suficiente. Un autor lo describió como el andar sobre un lago de hielo. Y si algunos van ahí corriendo, corren por el hielo y no tienen temor de caer, Ellos llegan al otro lado. Algunos van despacito, despacito, despacito. Ellos también llegan. Porque el hielo siempre era suficiente. El hielo siempre los iba a soportar. No importa lo lento, lo rápido que vayamos, sino que estemos en Cristo. Y esa fe siempre es perseverar. Los que perseveran hasta el final serán salvos. Marcos 3 y 3. Al que vincere, dice nuestro señor, le daré a comer del árbol de la vida, el cual está en medio del paraíso de Dios. Al que vincere, no sufrirá daño de la segunda muerte. Al que vincere, daré comer del maná escondido y le daré una piedrecita blanca y una piedrecita escrito un nuevo nombre. el cual ninguno conoce sino aquel que lo recibe. Al que vinciere y guardare mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones, y las regirá con par de hierro y serán quebradas como paso de alfarero, como yo también la he recibido de mi padre, y le daré la estrella de la mañana. El que vinciere será vestido de vestiduras blancas, y no borrare su nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi Padre y delante de sus árboles. Al que vinciere, yo le haré columna del templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí. Escribiré sobre él un nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la Nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo de mi Dios y mi nombre nuevo. Al que vinciere, le daré que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono. El que vinciere, heredará todas las cosas, y yo seré su Dios, y él será mi Hijo. La fe que vence. La fe verdadera persevera hasta el final. La fe verdadera no confía en su perseverancia si se entrega a Cristo. Pero esa fe que se aferra de Cristo es una fe que se manifiesta en amor, es una fe que persevera hasta el final. ¿Quiénes entrarán al cielo? Cristo lo dice de esa manera. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí. Y a que a mí viene, no le echo afuera. Porque he descendido del cielo, no para ser mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esa es la voluntad del Padre, el que me envió. Que de todo lo que Él me tiene, no pierda yo nada, sino que lo resucite en el día postrero. Y esa es la voluntad de quien me ha enviado, que todo aquel que ve al hijo y cree en él tenga vida eterna y yo le resucitaré el día postero. Jesús, nuestro señor, dice yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene a padre, sino por ti. No hay otro camino, no hay otra manera. Hay sólo dos lugares después de la muerte y hay sólo un camino que escoger. Cristo y todo fuera de él es infierno. Cristo es el único camino. Entonces, mis hermanos, cómo puede entrar usted al cielo? Por hoy, creer en Cristo hoy mismo. No tienes que decir, pues, soy un joven. No soy un adulto. Esa es una decisión de adultos. Un joven. Jovenes, escuchen. Hoy es el día de tu salvación también. Tú puedes creer hoy en Cristo y ser salvo. No es tampoco solo para los jóvenes. Uno que ha vivido toda su vida y dice, pues, ya es tarde para mí. Ya es tarde. He vivido mi vida en pecado y has tiempo para corregir y aceptar mi destino. Hoy Dios te da una oportunidad más. Amén. El de 100 años puede hoy arrepentirse y todos los pecados de esos 100 años serán lavados. Hoy es el día de salvación. Hoy Dios en su misericordia nos da una oportunidad más para escuchar este evangelio. No hay segundas oportunidades después de la muerte, pero hoy es una segunda oportunidad para ti. Aprovecha la oportunidad mientras haya. Hoy hay esperanza, desde los más jóvenes hasta los más grandes, porque Cristo es un salvador suficiente. Su sangre puede lavar todos nuestros pecados. Es suficiente para todos esos pecadores. Diría, pero pastor, usted no sabe todo lo malo que yo he hecho. Dice la palabra de Dios en lentito 2. Versículos 13 y 14 que Cristo murió para perdonarnos de toda iniquidad, toda iniquidad. No hay pecado que usted me pudiera decir el día de hoy. Pues pasó, yo hice esto. Y tendría que decir, pues eso ya es demasiado para el Señor, ya no te puede perdonar por eso. Hoy día, si tú confiesas tus pecados. Y puedo asegurarte que tus pecados, de hecho, son más graves de lo que piensas. Pero aún así, Dios dice todo pecado contra el Hijo de Dios será perdonado. Será perdonado todos los que confiesen sus pecados. Entonces, ¿quiénes entran al cielo? Los que confiesen sus pecados, los que confían en Cristo. Y ahora voy a cambiar un poco la pregunta y hablar de quién estará ahí. Porque como dije, eso es una respuesta un poco más amplia que quién entra. Porque ya hemos visto, lo más glorioso de esto es, Dios está ahí. Dios, Padre, Hijo y Espíritu. ¿Cómo será esa experiencia de Dios? No sé, pero Dios estará allí. La luz de su gloria estará allí y disfrutaremos de él por toda la eternidad. ¿Quién más estará allí? Todos los santos ángeles que nos han ayudado aún sin nuestra conciencia. ¿Sabes cuántas veces un ángel ha intervenido en tu vida? ni nos damos cuenta, pero esos ángeles van a estar ahí, esos ángeles que nos han guardado, son ministros de los que han de ser salvos, y si ustedes llegan ahí, no es directamente por ellos, es sólo por Cristo, pero en un sentido estás ahí porque Dios ha dado esos ministros de fuego para ayudarte, y estarán ahí, y habrán regocijo en su presencia, sobre un alma que se arrepiente de sus pecados. Los ángeles estarán ahí. Nuestro Dios estará ahí. Nuestro Cristo estará ahí. ¿Usted estará ahí? ¿Su nombre está escrito en el registro ahí? Si hoy creen en Cristo, así es. También, mis queridos hermanos, ¿quiénes estarán ahí? Cristianos que luchan, no cristianos perfectos, porque no vayan, pero cristianos que luchan, perseveran, pero luchan. Cristianos que dudan estarán ahí. Los que realmente han creído en Cristo, aunque duden de la certeza de su salvación, están ahí porque Cristo es un salvador suficiente. Están ahí perseguidos, odiados, burlados por este mundo, y allí serán reivindicados. Los que hoy están cansados y cargados, allá recibirán reposo. Los que hoy lloran y sufren y se afligen, allá serán saciados. Los que hoy anhelan justicia y se lamenten, como Lord en Sodom y Gomorrah, Gimen por la injusticia de este mundo. Allá, esa hambre de justicia será saciada. Los que eran grandes pecadores estarán ahí. Grandes pecadores estarán ahí, porque Cristo es un mayor salvador. Su gracia es mayor que todos nuestros pecados. Ricos que han creído en Cristo estarán ahí, pero también pobres que creen en Cristo estarán Allí, hombres que creen en Cristo serán allí, y mujeres que creen en Cristo serán allí. Jóvenes y viejos que creen en Cristo igualmente serán allí. Judíos que creen en Cristo serán allí. Gentiles, guatemaltecos que creen en Cristo serán allí. Estadounidenses que creen en el Señor serán allí. Cristo tiene en su pueblo de toda clase y de toda nación. Y estarán allí para en toda esa diversidad de grupos, de colores, dar de gloria. Los que sirven por mucho tiempo, como nuestro pastor Noble, pero también los que creen y mueren estarán ahí. Los que sirven poco y los que sirven mucho. pero mejor en servir mucho. Pero incluso los que sirven poco estarán ahí. Los que creen en Cristo como jóvenes y viven toda su vida para el Señor, y los que creen en su lecho de muerte estarán ahí. Todos los que de corazón creen en Cristo estarán ahí. Ahí, mis hermanos, veremos a los santos pasados. Vendremos del oriente, del occidente, Y nos sentaremos en la mesa con Abraham, Isaac y Jacob. Y nos festejaremos con ellos el gran banquete de los suculentos en la Tierra Nueva y Cielos Nuevos. Allí veremos a Juan Calvino. Allí veremos a nuestros héroes de la fe. Allí veremos a Charles Burton. Allí veremos a nuestros predicadores favoritos, esos grandes mártires, a los apóstoles que nos entregaron las Escrituras y dieron testimonio de Cristo. Allí los grandes predicadores y teólogos de la Iglesia estarán, allí. Allí veremos a nuestros seres queridos. Mi hermano querido, tu esposa que murió en el Señor. Hermana, tu esposo que murió en el Señor. Estarán ahí. Tus padres que murieron en el Señor, estarán ahí. Tus amigos que murieron en el Señor, estarán ahí. Tus tíos, tus pastores, tus amigos y vecinos y hermanos que han muerto en el Señor, todos estarán ahí, porque Cristo no va a dejar ninguno afuera. Estarán ahí. mis hermanos, la parte más gloriosa del cielo es que vamos a ver a Cristo. Y a veces en el mundo evangélico es común que todos ni hablen de Cristo y solo quieren ir a ver a su abuelito otra vez. Y a veces como reformados vamos al otro extremo y menospreciamos esa gran bendición. Lo mejor es ver a Cristo como si Como lo dije en el sermón anterior, como si ver a Cristo no fuera suficiente, también nos ha dado el privilegio de disfrutar de esa comunión con él y con todos los que amamos. Cristo es suficiente para él nos da gracia sobre gracia sobre gracia y queremos verlo a él y decir mira, es mucho mejor de lo que pensamos. Esposa, ¿te acuerdas de cuánto hablamos cada día leyendo nuestra Biblia, antecipando ese día? Y mire, por fin estamos aquí. Por fin vemos a nuestro Señor. Ninguno de los de Cristo se va a perdurar. Obviamente, estaríamos contentos si solo fuera yo, mi Cristo. Estaría contento por todo mal de vida, porque Él es su especialidad. Pero él no lo ha diseñado así. Él lo ha diseñado para disfrutar de él con nuestros héroes, los apóstoles, los patriarcas, Moisés, los grandes predicadores del pasado, los del presente y los del futuro. Estaremos allí con nuestros tantos nietos que creen en el Señor. en nuestros tartarabuelos que quizás creyeron en el Señor. Veremos a aquellos que dieron gran influencia en nuestra vida, que nos predicaron el Evangelio por la primera vez. Estaré allí con ellos. Pero tengo una esperanza más también. Siempre me acordaré del peor día de mi vida. Fue el día después de regresar del viaje de Ecuador. Fuimos a estar ahí casi tres meses. Y el próximo día, mi esposa empieza a tener grandes dolores que no podía soportar. Subimos en el carro, manejamos una hora al hospital más cercano. Vivimos en el campo. Estamos ahí, en la sala de emergencia, rogándole a la enfermera, por favor, hacer una ecografía a mi esposa, porque estaba embarazada. Ya medio término, queríamos asegurar que el bebé estuviera bien. Y dijo, pues no soy técnico, no puedo hacerlo. Y dije, por favor, por favor, por favor, hazlo. Y ahí estaba el bebé, todavía moviendo, todavía latiendo su corazón. Y esos fueron sus últimos latidos. Porque ahí, después de una hora, llegó el técnico, hizo otra ecografía y ya no había, ya estaba muerto. Nos ingresaron a una sala y dijeron pronto el bebé va a nacer, tu esposa va a dar a luz, va a ser difícil como un parto normal y va a dar a luz por favor cuando venga que nos llame. Y de ahí salió la enfermera, estamos solo yo y mi esposa ahí. Y nació Hudson Elliot Walsh, el primero de junio de 2019. Y pude tener solo el tamaño de la palma de mi mano a nuestro bebé, ver sus delitos, ver su cabecita, barriguita, Yo creo que la Biblia enseña, y quiero que nuestra confesión también confiesa, que yo puedo tener la esperanza de un día conocer a Hudson Elliott. Y pedí permiso para decir esto, pero también tengo esperanza de conocer a Nandu Nela Castro. No tuve ese privilegio en esta vida, no tengo esa esperanza. que no es un Señor es suficientemente grande suficientemente lleno de gracia para salvar en Cristo incluso aquellos infantes que muerden en infancia yo tengo esa esperanza en Cristo Cristo no es un Señor es un gran Salvador Yo tengo la esperanza de ver a muchas personas ahí. Pero también quiero verte a ti. Quiero verte a ti. A usted, amigo que está aquí. Si es su primera vez escuchar el evangelio o has escuchado el evangelio cientos de veces. Hoy cree en el Señor. Hoy confiesa a Cristo como tu Señor. Pobres creen en el Señor. Niños creen en el Señor. Abuelitos creen en el Señor con todo su corazón. Él es un salvador suficientemente grande para salvar cada alma aquí. Su mano no es corta. Su corazón no es achicado. que dirían pues no te puedo recibir a ti, ya basta, perdón, ya no hay espacio. Hay aún lugar, hay aún espacio para entrar y hay todavía lugar, todavía hay mansiones que no tienen nombre todavía, aunque los nombres fueron determinados antes de la fundación del mundo. Hoy cree en el Señor Jesús y usted será salvo. Amén. Oh Señor, qué salvación tan grande nos ha estado de salvar pecadores que en vez de bendecir lejos de tu presencia merecemos tu vida. Hemos roto tu ley de manera sin número. Oh Señor, Has hecho derramar toda esa ira sobre tu propio hijo. Injusto por los injustos. Gracias al Señor que en él hay vida. En Cristo hay salvación para todos los que crean. Porque, oh Señor, si fuera de otra manera, estaríamos perdidos eternamente. Iríamos todos a los tormentos del infierno, porque la paga del pecado es la muerte. pero gracias al Señor que hay salvación para pequeños y grandes, ricos y pobres, blancos y negros, hombre y mujer, esclavos y libres. Cristo es un salvador suficiente y te damos gracias y pedimos al Señor. Cumple el número de nuestros hermanos y de hoy salva, sopla con tu espíritu en las almas de los perdidos hoy. O señor que a través de esa conferencia o hoy o en otro día escuchando las transmisiones. O señor, usa esas enseñanzas que nosotros, nosotros, yo y mis hermanos hemos derramado con nuestro celo y amor. Úsalo no por nosotros, sino por amor a tus elegidos. Que Cristo tenga la recompensa de su obra, que todas las almas por las cuales él murió sean salvadas desde hoy. Oh Señor, obra porque Cristo es digno. Él ha hecho tanto por nosotros. Que Él reciba la gloria hoy en la salvación de un alma. Que también reciba la gloria en el consuelo que puedes dar a una mamá, a un padre, a un ser querido, un esposo que quizás ha perdido grandemente. Porque ese mundo sí es un valle de sombras de muerte. pero le damos gracias que aún ahí estás con nosotros, que aún ahí nos das consuelo y esperanza. Unamos todo eso Señor, sólo en Cristo, que sólo en Él que somos aceptos del arte
Sesión 8 ¿Quién estará en el Cielo? Pr. Taylor Walls
Series Conf. El Cielo y El Infierno
Conferencia 2024 El Infierno y el Cielo, Realidad o Fantasía
Sesión 8 ¿Quién estará en el Cielo? Pr. Taylor Walls (Septiembre 8)
Sermon ID | 916241848124483 |
Duration | 47:51 |
Date | |
Category | Conference |
Language | Spanish |
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