00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
vamos a abrir nuestras biblias por favor en primera corintios capítulo 5 vamos a darle lectura a todo este capítulo hermanos ahí estará la meditación de esta tarde voy a leer para ustedes hermanos ustedes siguen con su vista y después de esta lectura vamos a venir en oración al señor dice así la palabra de dios De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación cual ni aún se nombra entre los gentiles, tanto que alguno tiene la mujer de su padre. Y vosotros estáis envanecidos, ¿no debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción? Ciertamente yo, como ausente en cuerpo, pero presente en espíritu, ya como presente he juzgado al que tal cosa ha hecho. En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin de que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús. ¿No es buena vuestra jactancia? ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois. Porque nuestra Pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por vosotros. Así que celebremos la fiesta, no con la vieja levadura, ni con la levadura de malicia y de maldad, sino con panes sin levadura, de sinceridad y de verdad. Os he escrito por carta que no os juntéis con los fornicarios, no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros, o con los ladrones, o con los idólatras, pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Más bien, os escribí que no os juntéis con ninguno que, llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón, con el tal ni aun comáis. Porque qué razón tendría yo para juzgar a los que están fuera, no juzgáis vosotros a los que están dentro, porque a los que están fuera Dios juzgará, quitad pues a ese perverso de entre vosotros. Vamos a orar al Señor, Padre nuestro que estás en el cielo, nos acercamos una vez más a ti Señor, para pedirte Padre, para rogarte humildemente que nos ayudes a recibir esta palabra Señor, Que tu precioso Espíritu, Señor, esté abriendo nuestros corazones para que esta palabra, Señor, pueda entrar a nuestras vidas y la podamos, Señor, aplicar. En tus manos nos abandonamos, en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Amén. Limpiando la casa de Dios es el título de esta predicación. Cuenta una parábola, hermanos, que un árabe estaba realizando un viaje largo a través del desierto. Durante el día, el calor es muy fuerte, pero de noche puede ponerse muy frío. En una noche especialmente fría, el árabe se encontraba en su tienda en la que algunas brasas mantenían tibio el ambiente. Cuando se dispuso a dormir, vio que la trompa de su camello se estaba metiendo en la tienda, pues el camello tenía frío. Camello le dijo, ¿por qué está tu trompa en mi tienda? Ah, amo, respondió, hace tanto frío ahí afuera, y si mi nariz se calentara, entonces podría dormir bien. El árabe lo pensó y le permitió que dejara dentro su trompa. Un poco más tarde el hombre se despertó y vio que el camello ahora tenía metida toda la cabeza en la tienda. ¿Qué estás haciendo, camello? Me dijiste que solo querías que tu trompa estuviera dentro de la tienda. Ah, amo, no sabes el frío tan fuerte que hace aquí afuera. Y si mi cabeza está dentro de la tienda, descansaré mejor y llegaremos más rápido a nuestro destino. El árabe aceptó. Nuevamente despertó. Esta vez para ver que el camello tenía la cabeza, el cuello y dos patas dentro de la tienda. Camello, esto es demasiado, debes detenerte. Amo, ahora me siento realmente cómodo. Puedo dormir toda la noche. No es muy grande mi cuello, no ocupa mucho espacio. Muy bien, dijo el árabe, pero esta es la última cosa que te permito. Más tarde en la noche, el árabe se despertó y vio que la tienda ahora estaba llena con todo el cuerpo del camello y el árabe solamente tenía un poco de espacio. Camello gritó, ¿qué estás haciendo? Y el camello respondió, vete de mi tienda, árabe tonto. En esta parábola, hermanos, vemos que este hombre fue permitiendo que el camello entrara poco a poco, sin poner obstáculo, y cuando lo quiso hacer ya era demasiado tarde. Se había quedado sin tienda porque ésta le pertenecía ahora al camello. Si vemos esto a la luz de nuestro texto, hermanos, nos daremos cuenta en qué peligro nos encontramos cuando somos permisivos con el pecado y dejamos que entre poco a poco a la iglesia. Es lo que había pasado en la iglesia de Corinto. El pecado se había infiltrado poco a poco que éste los había superado al grado que se parecían tanto al mundo que ya no causaban ningún impacto ni en su mensaje ni en su forma de vivir. Esto pasa cuando en la iglesia, hermanos, no hay disciplina, cuando los pastores ya no predican la palabra de Dios, solo dan charlas motivacionales, su predicación es solo amor y paz, y dejan la disciplina eclesiástica a un lado porque la consideran anticuada. Consideran que no armoniza con el mensaje diluido que están dando en estos días. sin darse cuenta que poco a poco están dejando entrar el pecado a sus iglesias y llegará el tiempo en que éste tenga más autoridad. El apóstol, hermanos, en todo este capítulo le habla fuerte a la iglesia de Corinto, les exhorta a tener amor para con ese hombre y confrontarlo con su pecado. En lugar de consentirlo, deberían haberlo llamado ya al arrepentimiento. Y si el caso ha llegado tan lejos, ¿por qué no lo han expulsado ya de la iglesia? Los corintios habían escogido mejor no hacer nada, mientras el mundo se asombraba de ellos, no por su santidad, sino por lo bajo que habían caído. El día de hoy, hermanos, aprenderemos que debido a que la Iglesia de Dios es santa, debemos sacar todo pecado dentro de la congregación, aplicando la disciplina eclesiástica para conservar esa santidad. El Señor, por medio de este mensaje, nos está llamando, no sólo a los líderes, sino a toda la congregación, a aplicar esa disciplina cuando alguien dentro de la iglesia decida permanecer en un pecado sin mostrar ningún rasgo de arrepentimiento. Si no se aplica la disciplina con amor dentro de la iglesia, hermanos, esto será todo menos la iglesia de Dios. puede ser un club social donde das tu cuota semanal y si dicen algo que a ti no te gusta, fácil, te buscas otro club donde se amolde a tu estilo de vida. No hermanos, en la iglesia hay un estándar, hay un estándar que no está dictado por el pastor o por algún otro líder, sino que viene de la palabra de Dios y se tiene que guardar. Solo de esa forma la iglesia podrá ser diferente al mundo. Como primer punto veremos, la iglesia no debe encubrir el pecado. Nuestro texto comienza con, de cierto se oye que hay entre vosotros fornicación. La iglesia de Corinto, hermanos, estaba consintiendo un pecado. No era cualquier pecado, era un pecado grave que aún causaba asombro entre los paganos. Todos sabían que había inmoralidad en uno de los miembros de la iglesia. Y pues como el pecado de uno, hermanos, corrompe la casa de Dios, muy probablemente se decía que era la iglesia la que andaba en inmoralidad. No uno de sus miembros, sino toda la iglesia. Hace tiempo me platicaba un hermano que le preguntaba a una persona si en la iglesia evangélica se acostumbraba a que se prestaran las esposas. Obviamente este hermano le contestó que no. Pero esta persona, hermanos, había escuchado de alguien que cometió adulterio dentro de la iglesia. Esto se distorsionó, concluyendo que era la iglesia la que practicaba eso. O sea, cuando uno comete un pecado, la gente no va a decir, ah, solamente es él. Va a decir, toda la iglesia comete eso. La palabra griega utilizada para este pecado de inmoralidad es porneia, de donde se deriva la palabra pornografía. Esta se refiere a toda clase de actividad sexual ilícita, ya sea antes del matrimonio, extra matrimonial, prostitución, incesto, homosexualidad, entre otras. Este pecado había llegado tan lejos que no era algo que los propios paganos hicieran. Como dice Pablo, ni aún se nombra entre los gentiles. Sin embargo, ante el mal testimonio que estaban dando, la iglesia lo toleraba. Estaban más preocupados en ver a quien seguían como líder en la iglesia que en el aspecto moral de la congregación. No estaban predicando todo el consejo de Dios junto con sus advertencias y disciplinas, sino que se enfocaban solamente en adular a los congregantes, en mantenerlos entretenidos. Hermanos, el pecado. Casi nunca entra de repente. Se comienzan a aceptar ciertas cosas, comenzamos a tolerar ciertos pecaditos, hasta que se comienza a tolerar pecados ya más grandes. Que en el caso de los corintios, ya veían hasta normal que un joven tuviera relaciones con su madrastra. Esto iba contra la ley de Dios, hermanos. Levítico 18 7 dice, no descubrirás la desnudez de tu padre o la desnudez de tu madre. Es tu madre. No descubrirás su desnudez. Y todos entendemos aquí a qué se refiere con descubrir la desnudez. Más adelante en el verso 29 dice, porque todo el que haga cualquiera de estas abominaciones, aquellas personas que las hagan serán exterminadas de entre su pueblo. Esto era una abominación delante del Señor, una afrenta grave hacia la ley del Señor. Por lo que leemos, hermanos, en esta parte podemos inferir que esta relación ya tenía tiempo, no era algo que acababa de suceder. Vemos también que esta mujer probablemente ya estaba divorciada o separada de su anterior marido, y lo más seguro es que fuera una mujer pagana, ya que no se dice nada para ella, como en el caso de Ananías y Sabira, donde se les juzgó a los dos porque ambos eran parte de la iglesia. Aquí no se dice nada de esta mujer, entonces lo más probable es que era una mujer pagana. Aunque no era su madre natural, Este pecado era considerado como incesto. El incesto estaba estrictamente prohibido por la ley romana. Y ahí el asombro de los paganos. ¿Y cómo estaba la iglesia ante esta situación? ¿Preocupada? ¿Afligida? No, hermanos. La iglesia estaba envanecida. Estaban tan seguros de lo que eran y habían alcanzado que no les daban importancia a esta situación. y probablemente la veían como una expresión de su libertad en Cristo. Y algunos comentaristas dicen que hasta probablemente apoyaban esta relación. No sólo el que estaba en ese pecado se había vuelto vano y arrogante, sino la iglesia, hermanos, la iglesia que estaba consintiendo eso y no hacía nada para estorbarlo, se había vuelto también vana y arrogante. Hermanos lamentablemente nos hacemos partícipes del pecado y sus consecuencias cuando permanecemos callados y peor aún cuando consentimos el pecado. Ante esto Pablo les amonesta que debieran más bien lamentarse de esta situación. La palabra que se tradujo como lamentarse es la misma palabra que se utiliza para el duelo que se hace por los difuntos. De esa manera se tenían que lamentar. Probablemente, hermanos, perder a un familiar sea la pena más fuerte que alguien puede tener. Pues con eso lo está comparando el apóstol. El que había cometido esta ofensa, por decirlo así, estaba muerto, hermanos. Estaba separado de la comunión con el Señor y de los santos de la congregación. La iglesia debería estarse lamentando por esa situación. Dijo el pastor MacArthur en su comentario, cuando dejamos de escandalizarnos por el pecado, perdemos una fuerte defensa de protección contra el mismo. O sea, ya lo vemos natural, ya lo vemos normal. Hermanos, en estos días vemos dentro de la iglesia de Dios malos testimonios, pecados iguales a los del mundo, fornicación, adulterio dentro de la congregación, dentro de la iglesia. ¿Y qué hace la iglesia, hermanos? No hace nada, lo acepta. Y muchos de nosotros hemos participado también de esa aceptación. A veces el cariño, el aprecio hacia nuestros hijos y a nuestros hermanos en la fe hace que toleremos ciertos comportamientos por temor a que nos dejen, por temor a que no se ofendan y se vayan de la iglesia. Por eso decidimos permanecer callados. Pero debemos darnos cuenta, hermanos, que el pecado es una ofensa grave a Dios. Si lo permitimos, el testimonio del Evangelio será manchado dentro de los que nos rodean. Hermanos, en vez de andar solapando conductas equivocadas, debemos lamentarnos por esa situación. Debemos entristecernos por el pecado de algún hermano que no muestra arrepentimiento alguno. Si es que en verdad amamos a ese hermano, ese amor nos llevará a actuar. Y esto nos lleva a nuestro segundo punto. La iglesia debe disciplinar por el pecado. El apóstol ha detectado la enfermedad y procede a dar el tratamiento para erradicar de raíz aquello que está causando dolor y malestar a la iglesia. Y por lo general, hermanos, los que han estado enfermos sabrán de esto, que la cura o el tratamiento para una enfermedad fuerte nunca es agradable. Conlleva un dolor igual o superior al que ha causado esta enfermedad. Cortar a alguien del compañerismo cristiano son ya palabras mayores, hermanos, son palabras fuertes. Le preguntaron a un sacerdote romano si se atrevería a excomulgar a alguien de su iglesia y él dijo, no, las excomuniones son de la Edad Media, eso ya no se hace ahora. Con ese pensamiento, hermanos, que no nos extraña entonces la condición moral en que se encuentra esa secta romana, toleran todo tipo de pecado. La excomunión es el último paso dentro de la disciplina eclesiástica. Y todo este proceso de disciplina, hermanos, fue enseñado por el propio Señor Jesucristo. Vamos todos, por favor, a Mateo, capítulo 18. Mateo 18. Ahí encontraremos cuatro pasos que Jesús enseñó para aplicar disciplina a un hermano que está en pecado recurrente en la congregación. Primer paso, verso 15. Si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, has ganado a tu hermano. Vean, dice primero es, que primero es a solas. No exponerlo desde el principio y hacer que se, que, que se aparte avergonzado. Como vimos hace unos meses en Gálatas, hermanos, el Señor nos manda a restaurar con amor, con espíritu de mansedumbre, mirándote a ti mismo. Esto con el fin que pueda ver su pecado, que pueda ver que ha ofendido al Señor y que vea que no solamente se está haciendo daño a Él, sino a su familia y a la congregación. Si te escucha, dice, has ganado a tu hermano. Pero si no, vamos al segundo paso, verso 16. Si el hermano empieza, cuando tú vas personalmente y empiezas a justificarse por el pecado cometido, si no muestra el menor signo de arrepentimiento, si se muestra arrogante y aún se enoja contigo por tus palabras, entonces se debe tomar a dos o tres testigos para que en boca de ellos conste toda palabra. El propósito de esto es para que lo puedan exhortar al arrepentimiento. También entre dos o tres se dará testimonio que no era sólo la percepción de un solo hermano, sino que más de uno ha notado la indisciplina y más de uno quiere su restauración. El propósito de esto es que se lamente por su pecado y que su respuesta sincera sea escuchada por aquellos testigos. Pero si aún así, hermanos, no escuchara, vamos al tercer paso, verso 17. Y si rehúsa escucharlos, dilo a la iglesia. Se debe informar a todos los miembros de la congregación sobre este pecado para que la iglesia esté preocupada y ocupada por ese hermano. No chismeando a sus espaldas. Debe estar orando por él. Debe llamarlo al arrepentimiento cuando tenga oportunidad. Animarlo para que regrese al camino de Dios. El propósito de esto es que se pueda dar cuenta Este hombre caído, este hombre en pecado que tiene una familia que lo ama y que se preocupa por él. Pero si aún con esto se rehúsa a escuchar a la iglesia y enderezar su camino, hay un cuarto paso. Dice la segunda parte del verso 17. Sea para ti como el gentil y el recaudador de impuestos. Tenlo por gentil y publicano, dice la reina Valera. Hay que removerlo entonces, hay que quitarlo del compañerismo de la iglesia, corten comunión con él, déjenlo en su pecado para que sienta lo que es estar lejos de Dios y se dé cuenta lo que ha dejado y pueda venir en arrepentimiento. Esto era lo que debieron haber hecho ya los de la iglesia de Corinto con este hombre que andaba en pecado. debieron haberlo separado ya de ellos para que la iglesia dejara de dar ese mal testimonio y para que pronto ese hombre volviera al camino de Dios. Pablo, hermanos, ha tomado ya cartas en el asunto y hace referencia a una reunión próxima entre los líderes de la iglesia en la cual van a decidir qué hacer con ese hombre. En el nombre del Señor Jesucristo, el presente en espíritu y bajo el poder del Señor Jesucristo dice que el tal se ha entregado a Satanás para destrucción de la carne. Estas palabras, hermanos, son muy fuertes. Cuando se llegan a pronunciar, hermanos, es momento de tristeza, de dolor, porque un hermano probablemente amado será separado de la comunión de los santos con el fin de que su espíritu sea salvo en el día del Señor. Hermanos, me tocó estar en una iglesia cuando excomulgaron a una mujer que no quiso corregir su pecado y en la oración que se hizo después se escuchaban a hermanas cercanas a ella llorar, estar tristes porque aquella mujer fue separada de la comunión. Hermanos, la membresía de la iglesia es una cosa seria y no se puede tratar con liviandad. Entregarlo a Satanás no significa condenarlo o quitarle su salvación. Al final la iglesia no puede hacer eso. Pero hay una protección especial del enemigo cuando estamos unidos a una iglesia. Por eso es importante congregarnos. Y esta se ve afectada cuando la persona es excomulgada de la iglesia. pasa a ser presa fácil de Satanás. Satanás atacará el cuerpo, tal vez con enfermedad, inclusive con la muerte. Recordemos nuevamente a Ananías y Zafira, por mentirle al espíritu, la disciplina eclesiástica se aplicó en ellos y ambos murieron en ese instante. Entregarlo a Satanás es hacerle ver que si no se arrepiente, su destino será el infierno, porque ahí se dará cuenta si en verdad conocía a Dios. El fin de todo esto, hermanos, es que su espíritu sea salvo en el día del Señor. Aquí no hay otra cosa más que gracia. Un padre amoroso no disciplina por venganza, sino disciplina por amor. Se duele junto con su hijo cuando llega el momento de disciplinarlo porque sabe que le dolerá, pero en su mente quiere que sea un hombre recto. La iglesia debe aplicar disciplina como una muestra de amor para que aquí en la tierra ese hombre pueda corregir su vida, para que aquí en la tierra ese hombre sea humillado, para que el dolor de la enfermedad venga ahora y ese dolor, esa humillación lo haga volver en sí y vea lo que ha dejado atrás. Hermanos, como iglesia, no queremos que ninguno de ustedes nos falte ahí en la gloria. No quisiera, hermanos, que sólo la mitad de los que estamos aquí estuviera en la eternidad adorando al Señor y la otra mitad sufriendo en el fuego eterno sólo porque fuimos unos cobardes al aplicar la disciplina de Dios. Punto número tres. La iglesia debe quitar el pecado. Como dije hace un momento, la disciplina es algo serio, que trae mucha tristeza en lugar de alegría, pero que siempre es necesaria para cuidar la santidad de la congregación. De otra manera, el pecado, como una enfermedad, se extenderá infectando así a toda la congregación. Los de Corinto no se habían dado cuenta de esto, aunque lo conocían, pero su orgullo los había llevado a ser negligentes. Por eso el apóstol le dice No es buena vuestra jactancia. Su jactancia de ser tolerantes, de que todo estaba bien, su preocupación más por la sabiduría y ver a qué maestro o apóstol seguir, los había desviado de temas realmente importantes, como el pecado que estaba creciendo dentro de la congregación y amenazaba con destruirles. La iglesia pensaba que estaba viviendo buenos tiempos. Sin embargo, eran pobres, ciegos, orgullosos y vanos. Como muchas iglesias en nuestros días, se jactan de lo ostentoso de su edificio, de que su pastor es muy conocido, que son influyentes en algunas cosas en la sociedad. Sin embargo, no hay esencia en esas congregaciones. El pecado es el pan de cada día y lo toleran. Pablo les dice un viejo proverbio, ¿no sabes que un poco de levadura leuda toda la masa? Era un proverbio que ellos entendían a la perfección. No es necesario, hermanos, ir a la escuela para saber que un poco de levadura terminará fermentando toda una masa. La levadura es pequeña. No vemos a simple vista cómo se esparce, pero una vez introducida no se detiene hasta contaminarlo todo. Y creo que la aplicación de esto también lo entendieron a la perfección como nosotros la estamos entendiendo ahorita. Si no ponemos un freno al pecado, si no lo quitamos de raíz, pronto terminará afectando la vida de la iglesia. Como dijera John Owen, si no matas tu pecado, el pecado te matará a ti. Los receptores de la carta de Pablo entendieron también este proverbio porque hace una referencia a la celebración de la Pascua. Antes de salir el pueblo de Israel de su esclavitud en Egipto, celebraron por primera vez la Pascua. Uno de los requisitos era que no se hallara levadura en ninguna de sus moradas. Aún el pan para celebrar la fiesta tenía que ser sin levadura. La iglesia, hermanos, debe quitar la vieja levadura, debe erradicar todo lo que pertenece a la vieja manera de vivir, o sea, todo pecado que se cometió antes de creer en el Señor Jesucristo. Y de la misma manera, ahora que estamos en Cristo, debemos seguir limpiando la casa de Dios cada día y cuando se requiera, aplicar disciplina. Si no se quita el pecado por medio de la disciplina eclesiástica, este pecado afectará a otro. Luego, otro hermano en la iglesia va a ver que se es tolerante, permisivo con el pecado y va a querer hacer lo mismo. Eso va a contagiar a otro. Y cuando menos nos demos cuenta, hermanos, toda la iglesia estará en pecado escandaloso. Mientras no se quite toda esa levadura, se estará viviendo en falsedad y mentira. No se está viviendo conforme al mandato de Dios. Se cree que sí, pero el pensamiento dista mucho de la realidad. Entre más pronto apliquemos disciplina, más pronto se estará viviendo en sinceridad y en verdad, que es lo que quiere un verdadero Hijo de Dios. Hay un dicho, hermanos, que dice, árbol que nace torcido jamás su tronco endereza. Se aplica principalmente a los padres que refrenan la disciplina a sus hijos, a sus hijos siendo pequeños, que cuando son grandes les va a costar mucho enderezarlos. Pero un padre amoroso, hermanos, desde temprano lo corrige. Eso es lo que dice la Escritura. Una iglesia que ama a Dios, una congregación donde los miembros se aman, temprano aplicará la disciplina para quitar de ella todo residuo de levadura del pecado y así crecer en santidad. Ahora, ¿cómo debían los corintios dirigirse a este hombre expulsado ya de la iglesia? Vamos por favor al verso 9, ahí de 1 Corintios 5, dice que no se deberían juntar con los fornicarios. Hermanos, este hombre ya había sido expulsado de la iglesia. ¿Qué deberían hacer ellos? No juntarse con él. ¿Qué implicaba esto? Que no deberían comer con él, que no deberían tener salidas con él, no deberían mandarle ya mensajes de WhatsApp, no deberían escribirle por Facebook, no se debería hacer ya nada con él. Muchos hombres más santos que Pablo dirán, eso es extremo, no podemos ser tan faltos de amor. Para empezar, hermanos, una persona que recibe disciplina o que llega a este punto ya ha tenido muchas advertencias de por medio. Que no haya querido hacer caso a ninguna de ellas es asunto de él, pero siguiendo los pasos de disciplina se puede notar desde el principio la preocupación y el amor de la congregación. Y el separarnos de él es también para que pueda regresar al camino de Dios. Si es en verdad hijo de Dios, se dará cuenta que le falta la comunión con sus hermanos y que solo no puede andar. Si es un hijo de Satanás, hermanos, se sentirá librado de la compañía de la iglesia. Ah, ¿me expulsaron? Ah, pues hay que ir con su iglesia. Yo me voy. Eso es lo que hace un hijo de Satanás. Pero un hijo de Dios, hermanos, sentirá que lo separen de la comunión de sus hermanos. Todo esto, Pablo, hermanos, ya lo había dicho, ya se los había enseñado, pero curiosamente los hombres sabios de Corinto no lo habían entendido. Ellos pensaron que se debían de apartar de todo fornicario, de todo avaro, de todo idólatra. En pocas palabras, ya no se llevaban con nadie del mundo. Sólo se llevaban entre ellos. Esto no era la iglesia de Dios, esto era una secta, la cual te dice que sólo te debes de llevar con los miembros de la secta. Aún estén en pecados graves, pero están en la secta, así que te puedes llevar con ellos. Esto ya no era la iglesia de Dios. Esto no era la intención de Pablo, hermanos. El apóstol procede a explicar nuevamente esto y ahora pone el límite de esta declaración. Dice que cualquiera que llamándose hermano o llamándose cristiano es fornicario, avaro, idólatra, maldiciente, borracho, ladrón, con el tal ni aún comáis. Hermano, no lo estoy diciendo yo, lo estoy diciendo la palabra de Dios. Si nos aislamos del mundo, ¿cuándo entonces los ganaremos para Cristo? Somos enviados al mundo a predicar el Evangelio, y en el mundo hay toda clase de pecados. Por eso mismo hemos sido enviados a ellos. El mismo Señor Jesucristo nos dio ejemplo de esto. Él se juntaba, dice, con publicanos, con pecadores, para traerlos al reino de Dios. Sin embargo, Él fue santo, nunca participó de sus obras. Pero esto cambia, hermanos, para los que están ya dentro de la iglesia. Porque como dijera Pedro, es tiempo de que el juicio comience por la casa de Dios. No fuimos enviados a juzgar a los de afuera. A su tiempo el Señor los llamará a cuentas y serán juzgados y sentenciados. Pero sí hemos sido llamados a juzgar a los que están dentro de la iglesia por medio de la amorosa disciplina eclesiástica. Pablo ha sido muy claro en su enseñanza, hermanos, si termina con esta orden, quitad pues a ese perverso de entre vosotros. Termino con esto. La disciplina en la iglesia no es muy común en estos días, porque conlleva sacrificio, conlleva tristeza, separación, Pero es muy importante y de gran bendición cuando se realiza de manera correcta, porque es el medio de restauración de un hermano que se encuentra en el error. Y como muestra, hermanos, de que la disciplina eclesiástica funciona, la Segunda Carta de los Corintios nos habla de la restauración de este hombre. Vayamos todos, por favor, a Segunda Corintios, capítulo 2, del 5 al 11. Dice así, pero si alguno me ha causado tristeza, no me la ha causado solo a mí, sino en cierto modo, por no exagerar, a todos vosotros. Le basta a tal persona esta reprensión hecha por muchos. Así que, al contrario, vosotros más bien debéis perdonarle y consolarle para que no sea consumido de demasiada tristeza. Por lo cual, os ruego que confirméis el amor para con él, porque también para este fin os escribí para tener la prueba de si sois vosotros. obedientes en todo. Y al que vosotros perdonáis, yo también, porque también yo lo que he perdonado, si algo he perdonado por vosotros, lo he hecho en presencia de Cristo, para que Satanás no gane ventaja alguna sobre nosotros, pues no ignoramos sus maquinaciones. Este hombre, hermanos, después de haber recibido disciplina, estaba siendo consumido por demasiada tristeza. ¿Por qué, hermanos? Porque era un hijo de Dios. Y estaba dolido, estaba triste, porque lo habían separado de la iglesia de Dios. Hemos visto, hermanos, que la tristeza que viene de Dios lleva al arrepentimiento. Ahora la iglesia estaba en una nueva etapa, la consolación y restauración en amor para este hombre que había sido entregado a Satanás para que aprendiera que nuestro Dios no puede ser burlado y que terrible cosa es caer en manos de un Dios vivo. Hermanos, que el Señor nos ayude en esta hermosa tarea de armonizar, disciplinar y restaurar en amor a nuestros hermanos para la gloria de nuestro Dios y la santidad de la iglesia. Que así sea hermanos, vamos a orar.
Limpiando la casa de Dios
Series 1 Corintios
Debido a que la iglesia de Dios es Santa; debemos sacar todo pecado dentro de la congregación, aplicando la disciplina eclesiástica, para conservar esa santidad.
Sermon ID | 91222331458112 |
Duration | 37:00 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Corinthians 5 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.