
00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Y hemos llegado al ministerio de la palabra de Dios. Como siempre, vamos vesículo a vesículo en el libro de Marcos. Y estamos en Marcos capítulo 11 hoy. Entonces, hermanos, oremos y pidamos al Señor que bendiga nuestro tiempo juntos en su palabra. Oremos. Padre Celestial, Venimos a ti con fe. Esperamos ser bendecidos por la predicación de tu palabra. Y no lo decimos con orgullo. Es porque sabemos que es tu voluntad bendecir a tu pueblo mediante la predicación de la palabra. Por eso te pedimos con audacia que asistas a nuestro tiempo en tu palabra por el Espíritu Santo. Acompáñanos, Señor. Ayúdame cuando predique a hablar de forma clara y convincente. Ayúdame a presentar fielmente a tus ovejas y a llamar los pedidos al arrepentimiento. Que Jesucristo sea glorificado en el ministerio de la palabra. Que mis hermanos se santifiquen, Señor. Que alcance niveles de santidad nunca antes vistos. Que los que no son tu pueblo se conviertan en tu pueblo. Dales ojos para que vean su condición pecadora y la necesidad de la cruz. Que nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en todo. Y oramos en su nombre esta mañana. Amén. Amén. Por favor, van conmigo sus Biblias a Marcos capítulo 11, versículo 20 al 26. Marcos capítulo 11, versículo 20 al 26. Nuestro sermón va a abarcar los versículos 20 al 24. Y la semana que viene voy a predicar un sermón sobre los versículos 25 y 26. Pero voy a leer el texto en total ahora mismo. Desde versículo 20 al 26. Marcos capítulo 11, versículo 20 al 26. Y dice así. Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, dijo a Jesús, Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Y Jesús respondió, tengan fe en Dios. En verdad les digo que cualquiera que diga a este monte, quítate y arrójate al mar y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. Por eso les digo que todas las cosas por las que oran y pidan, crean que ya las han recibido y les serán concedidas. Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguien, para que también su Padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus transgresiones. Pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos perdonará sus transgresiones. Amén. Así pues, tomémonos un momento para recordar en qué momento de este texto nos encontramos. Era la semana de la pasión. Esta fue la última semana de Jesús antes de su muerte. También era la semana de Pascua. Todo Israel desciende sobre una ciudad, Jerusalén. Todos los hombres israelitas debían estar en Jerusalén según la ley de Dios. Y como hemos dicho antes, muchos de estos hombres probablemente trajeron a sus familias. Imagina que todos los dominicanos tuvieran que ir al Distrito Nacional En Santo Domingo, un día del año, estaría absolutamente abarrotado. Habría una gran conmoción. Sería una reunión histórica de personas. Esto ocurría todos los años en Israel. Y tenían tres días feriados para hacerlo cada año los israelitas. En nuestro texto es martes por la mañana de esta semana de la Pascua. Y si recuerdas el domingo, unos días antes, Jesús entró en Jerusalén como rey. Llamamos a ese momento la entrada triunfal. Entró en Jerusalén sentado sobre un pollino, un pollino de asno. Entró en Jerusalén como un rey humilde. Y el pueblo le reconoció como rey. Gritaron, Osana, bendito el que viene en el nombre del Señor. Reconocieron abiertamente a Jesús como el Mesías enviado de Dios. Ya no era una realidad velada. Era abierta y claramente el Cristo, el Hijo de David, el Hijo de Dios. Todos sabían en ese momento. Y aunque vino como un rey humilde, no vino como un rey débil. Vimos que el lunes purificó el templo. Con gran ira, santa y justa, derribó las mesas de los campistas y los vendedores de palomas. Resingió a la gente la compraventa. Dijo que la casa de su padre debía ser una casa de oración. Llamó la atención a todos los que utilizaban el culto a Dios como una oportunidad para su propio beneficio económico o social, personal. Eran religiosos, hipócritas y mentirosos que tenían una forma de religión, pero carecían de frutos genuinos de santidad. Y empezó a enseñar en el templo como deberían haber estado haciendo todo el tiempo. Era una sociedad muy religiosa. Yo estaba hablando con hermanos el viernes y hablábamos sobre las diferencias de culturas y me di cuenta durante esta conversación que la República Dominicana es muy similar a Israel en esta época. Vivimos en una sociedad muy religiosa. Cuando personas utilizan palabras de Dios, referimos a Dios mucho. Incluso los inconversos dicen, estoy bien gracias a Dios. No lo hacen en todos los países. En mi país, si dices, estoy bien gracias a Dios, la persona piensa, qué religioso. Qué religioso es esta persona. Pero aquí es muy común. Es como tomar agua. Referir a Dios. Es algo bueno. Es algo muy bueno. Debemos referir a Dios. Debemos considerar a Dios. Pero debemos ver la tentación de hipocresía. Debemos ver la tentación y la tendencia de formalismo. Pero si recuerdas, durante esta semana, en la Semana de la Pasión, en el mismo día que Jesús purificó el templo, en medio de esta cultura religiosa, Jesús hizo algo antes de la purificación del templo. ¿Qué hizo? Él maldijo una higuera esta mañana en camino al templo. Él maldijo una higuera. Y hoy vamos a ver el resultado de esa maldición de la higuera. El título de nuestro sermón de esta mañana es Fe Fructífera. Fe Fructífera. Y en nuestro sermón trataremos tres puntos principales. En nuestro primer punto, en versículos 20 al 21, veremos la prueba, la evidencia de la fe. La prueba de la fe. En segundo lugar, en los versículos 22 al 23, veremos el combustible de la fe. Y en tercer lugar, en el versículo 24, veremos la aplicación de la fe. La prueba de la fe, el combustible de la fe. y la aplicación de la fe. Echemos otro vistazo a los versículos 20 al 21 al considerar nuestro primer punto, la prueba de la fe. Dice así, Por la mañana Cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, dijo a Jesús, Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Así podemos ver que la higuera que Jesús me dijo el día anterior, solamente hace un día todo ocurrió. El día anterior se ha machitado por completo desde las raíces, dice. Posible puedes tomar la higuera y decir, wow, ya. Veamos los versículos 12 y 14 del mismo capítulo, Marcos capítulo 11, para recordar cómo maldijo Jesús a esta higuera. Dice así. Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre. Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella. Cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de hijos. Jesús hablando a la higuera le dijo, nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y sus discípulos le estaban escuchando. Entonces Jesús vio una higuera con muchas hojas. Y como aprendimos antes, durante esa estación del año, una higuera con muchas hojas debe tener fruto. Era una promesa de que habría algo de comer. Pero Jesús no encontró ningún fruto en aquella higuera. Solo eran hojas. Era mucha espuma y poco chocolate. Y Jesús maldijo a la higuera. No se limitó a maldecir a la higuera porque tuviera hambre de higos. En cambio, como hemos aprendido, estaba maldiciendo a la higuera como última señal milagrosa de lo que le sucedería a Israel. Israel se había convertido en una nación hipócrita. tenían los privilegios del favor de Dios. Tenían la forma y las tradiciones de la verdadera religión. Pero no tenían verdadero amor y adoración a Dios. No tenían fruta. Y cuando lees el Antiguo Testamento, hay una imagen común, especialmente en los profetas menores de la muerte de Higueras. Es una imagen común del juicio de Dios. El juicio de Dios. También lo vimos en el templo. Tenían un templo grande, hermoso, que era una maravillosa, maravilla moderna. Debía ser un lugar de culto solemne, oración y enseñanza bíblica. Pero permitieron el templo. Lo convirtieron en un lugar de comercio. El culto en el templo era un culto hipócrita. Por fuera parecía un lugar de culto, pero por dentro era impío. Israel no tuvo fruto. Muchas hojas, pocos higos. Y vemos en los versículos 20 y 21 que cuando Jesús maldijo a la higuera, lo dijo en serio. Era una maldicción real, verdadera. Y eso nos enseña una lección sobre la verdadera fe. La verdadera fe tiene frutos. La verdadera fe no es sólo un acuerdo con la verdad de Dios. No es sólo un reconocimiento de la autoridad y la obra de Cristo en la cruz. Es una creencia que lo cambia todo. En otras palabras, no se trata sólo de hojas. Son hojas y higos. La fe sin fruto no es fe. Como dice Santiago en Santiago 2, versículo 26, la fe sin las obras está muerta. La fe sin las obras está muerta. Dios se toma en serio el fruto. Jesús está hambriento de frutos para su gloria. En menos de 40 años después de este acontecimiento, en el año 70 después de Cristo, se cumplió el juicio de Dios sobre Israel. Jerusalén y su templo fueron destruidos. Incluso hoy en día, el templo nunca se ha reconstruido. Un día Jesús volverá y Él va a buscar frutos. Él va a buscar frutos. ¿Y qué es este fruto que hablamos? ¿Es la respetabilidad exterior? y las tradiciones religiosas que él está buscando? No. ¿Es hablar la jerga cristiana? No. ¿Se trata simplemente de asistir a la iglesia o de cualquier otro trabajo que puedas conjurar? Debemos hacer estas cosas, pero no. En cambio, es el fruto de la santidad en el corazón. Es el fruto del Espíritu Santo obrando dentro de ti. Es el fruto que Dios produce en el corazón cuando Él salva a alguien. Es el tipo de fruto que hace que odies el pecado desde lo más profundo de tu corazón. Es el tipo de fruto que te hace sentir la vergüenza del pecado. Es el tipo de fruto que te hace tener una conciencia tierna ante Dios, deseando desesperadamente vivir una vida agradable a Él. Es el tipo de fruto que hace que no solo ames exteriormente a tu prójimo y hermano, sino que te preocupes genuinamente por ellos. Es el tipo de fruto que te hace desear que Cristo, Él que murió por ti, sea glorificado para dar toda tu vida a Él. Y mira, alguien puede tener este fruto del corazón. Y cuando una persona tiene esto del corazón, van a vivir de una cierta manera, ¿no? Pero también van a vivir en una cierta manera, hablar en una cierta manera a sus prójimos, asistir a la iglesia, van a leer sus Biblias, orar a Dios, pensar en sus hermanos, van a amar a su cónyuge, van a tener la vergüenza de pecado y evitar pecado. Pero una persona sin esta santidad en el corazón puede parecer fuera que tiene esta santidad sin tenerla. Pueden asistir a la iglesia. Pueden aprender cómo hablar como cristianos. Pueden buscar la manera para ser cristianos. Pueden leer la Biblia, pero con motivos totalmente diferentes. Cristo está buscando no solamente las hojas, no solamente lo que podemos demostrar afuera. Él quiere el corazón. No solamente el templo que su grandeza con todas las formas de adorar abiertamente. Habían israelitas en ese templo con corazones santos. Podemos ver en el principio del libro de Lucas los que estaban esperando la venida del Mesías. como los padres de Juan el Bautista, esperando la gloria de Dios en el Mesías. Pero había más personas con la misma adoración afuera, como los fariseos. Y no tenían frutos, solamente tenían hojas. Solamente hojas. No es una fruta que puedes crear tú solo. Esto es algo que Dios debe producir en ti. Pero también es algo que tienes la responsabilidad de demostrar. Dios dice, Dios produce la fe en el corazón y al mismo tiempo manda que tú debes tener la fe. Entonces debemos gritar a Dios, dame esta fe, ayúdame Dios y al mismo tiempo tenemos que entender. Yo tengo que creer, yo tengo que seguir a él, yo tengo que obedecer a él, yo tengo que demostrar los frutos de santidad de corazón. De hecho, Dios está tan celoso de producir fruto en su pueblo que está disponible para darles un gran poder para producir este fruto. Se hace disponible especialmente a través de la oración. Y oración Es el tema principal de nuestro texto de hoy. Es oración. Es una expresión de nuestra fe. Oración demuestra nuestra dependencia de Dios. Si uno de mis hijos necesitan algo, ¿qué hacen? Preguntan. Papi, yo quiero galletitas. Papi, yo quiero agua. Y para nosotros, demostramos nuestra dependencia en oración. Y eso nos lleva a nuestro segundo punto, el combustible de la fe. Echemos otro vistazo a los versículos 22 a 23. Dice así. Y Jesús respondió, tengan fe en Dios. En verdad les digo que cualquiera que diga a este monte, quítate y arrójate al mar y no dude en su corazón, sino crea que lo que dice va a suceder, le será concedido. Amén. Así pues, Jesús está respondiendo a lo que dijo Pedro. Pedro se asombró al ver que la higuera se había machetado por completo en un solo día. Podríamos suponer que todos nos asombraríamos en esto. Pero Jesús no se asombró. En cambio, dijo a sus discípulos, tengan fe en Dios. Y entonces Jesús comparte con Pedro un principio que todos debemos aprender. Jesús utilizó el ejemplo de una montaña que fue tomada y arrojada al mar. De hecho, en sus proximidades había una montaña llamada Monte de los Olivos. Esta imagen de mover una montaña es una metáfora común que vemos en el Antiguo Testamento para una gran obra de Dios. En particular, es una gran obra que parece imposible. Jesús le dice a Pedro que si alguien manda arrojar la montaña al mar y lo cree de verdad en su corazón, sin dudar, eso se cumplirá. Dijo que se haría por él. Es una afirmación atrevida. Para algunos de nosotros eso puede sonar incluso como una afirmación peligrosa. ¿Estás diciendo que puedo ir a Monte Cristo y orar a Dios para arrojar el morro en el mar? ¿Verdad? Consideramos lo que Jesús está diciendo aquí. Jesús ordena específicamente a Pedro que tenga fe. Y Jesús utiliza el ejemplo de cómo debe ser la fe. En este pasaje, Jesús está mostrando que la fe es lo contrario de dudar en el corazón. son dos cosas contrarias, la fe y dudar. Eso significaría que la fe es conocer una verdad y creerla sin dudar. Significaría que la fe espera que se cumpla la verdad. Por tanto, si tengo fe en que puedo ordenar que una montaña sea arrojada al mar, estoy esperando plenamente que suceda. Espero que ocurra, aunque suene absurdo. Es absurdo, pero es el punto. Es el punto. Y ahora consideremos todo el contexto. El contexto de esta afirmación es la higuera infructuosa. Es un Israel infructuoso e hipócrita. Es Jesús quien tiene hambre de fruto y al buscarlo no lo encontró. ¿Cuál es la enseñanza de Jesús? nos está mostrando que tiene hambre de frutos. Pero él no solo tiene hambre de frutos, también está instruyendo a sus discípulos sobre lo que está dispuesto a hacer para asegurarse de que su pueblo dé fruto. Ya ha mostrado a sus discípulos lo que hace cuando no encuentra fruto. Jesús deseaba fruta de la higuera. Buscó higos y la higuera no tenía fruto. Así que destruyó la higuera. Jesús deseaba frutos de Israel, especialmente en el templo. Israel no tuvo fruto. mostró su ira en el templo y empezó a hacer lo que siempre había que hacer en el templo. Y pronto, incluso Israel, junto con su templo, se machitará del mismo modo que aquella higuera. Pero Jesús no se limita a hacer el trabajo de destrucción. Jesús está eliminando todos los obstáculos que impedirían a su pueblo dar fruto. Él moverá una montaña para eliminar lo infructuoso a fin de que se produzca el verdadero fruto. Ahora empieza a instruir a sus discípulos sobre cómo deben dar fruto verdadero. Se suponía que el templo era una casa de oración. Israel fracasó. Pronto se construirá un nuevo templo. Y no hablo de un templo físico. Me refiero al templo de su cuerpo. del que aprendimos la semana pasada. Hablo del templo de su pueblo. Jesús no está dando a sus discípulos una lección sobre cómo mover objetos geológicos. Utiliza esta imagen de mover montañas para mostrar a sus discípulos cómo deben tener fe. y les muestra cómo deben orar con esa misma fe. Y si es necesario, Él está dispuesto realmente para mover una montaña. Podemos ver en el libro de Hechos, en el principio de la iglesia, que Dios hizo muchos milagros para iniciar y mantener su iglesia desde el principio. Él está hablando ahora mismo. Es más grande que Él para salvar a muchos de ustedes. Es un milagro más grande que mover una montaña para quitar tu pecado, para quitar tus mentiras, tu inmoralidad. Es un milagro. Y eso nos lleva a nuestro último punto, la aplicación de la fe. Echemos otro vistazo al versículo 24. Dice así. Por eso les digo que todas las cosas por las que oren y pidan, crean que ya las han recibido y les serán concedidas. Wow, muy fuerte, muy claro, muy fuerte. A un punto, yo tengo un ching de miedo de decirlo porque es tan claro. Pero está aquí y no solamente aquí de la Biblia. Él está mostrando a sus discípulos cómo deben orar. Nos está mostrando cómo es en realidad una fe fructífera. Se parece a desear fruto y esperar que Dios trabaje para producir este fruto. Ahora bien, alguien podría mirar esos vesículos y pensar, ¿está diciendo Jesús que me dará todo lo que quiera? Y la respuesta a esta pregunta es, depende de lo que quieras. Depende de lo que quieras. Vayan conmigo en sus Biblias a Primera de Juan. Primera de Juan capítulo 5. Primera de Juan capítulo 5, versículo 13 al 15. No es la única vez que vemos afirmaciones como esta en la Biblia. Primera de Juan capítulo 5, versículo 13 al 15. Y dice así, Estas cosas les he escrito a ustedes que creen en el nombre del Hijo de Dios, para que sepan que tienen vida eterna. Esta es la confianza que tenemos delante de él, que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él nos oye. Y sabemos que Él nos oye en cualquier cosa que pidamos. Sabemos que tenemos las peticiones que le hemos hecho. Wow. Pero más detalles, ¿no? Quiero que observes con quién está hablando Juan. Y quiero que observes cómo está hablando Juan. En primer lugar, observa que se dirige a los que creen. Podemos decir que son los que tienen fe en Cristo. La oración expectante es un privilegio especial para los que están en Cristo, para los que creen, los creyentes. Cuando la Biblia habla de fe, no habla de una fe general. La fe siempre tiene un objeto. Cuando alguien dice, yo tengo fe, la próxima pregunta debe ser, ¿en qué? ¿O en quién? No es una fe general. La fe tiene un objeto, una promesa podemos decir. Nuestra fe se basa en la verdad de la persona y la obra de Cristo crucificado y resucitado. No se basa en la satisfacción de nuestros propios placeres. Jesús es el objeto de nuestra fe y la promesa de nuestra salvación. Además, Juan dice que si pedimos cualquier cosa conforme a su voluntad, Él los oye. Así que, de nuevo, no es por nuestros propios placeres por lo que debemos orar. Oh, yo quiero un millón de dólares, Dios. Dame, dame mi dinero. Es mío por fe. No, no podemos hacerlo. Es posible, necesitas un millón de dólares para algo importante, pero generalmente no. Debemos orar según su voluntad. Aunque oremos para que Dios mueva literalmente una montaña, no sucederá a menos que sea realmente su voluntad. Su voluntad. ¿Por qué no estoy orando para Dios poner el morro en el mar? No tengo razón. No tengo razón para hacerlo. El ejemplo de Jesús de una montaña era un ejemplo figurado para mostrar que Él está dispuesto a hacer las cosas más milagrosas con tal de cumplir su gloriosa voluntad. Y para el cristiano eso es algo alentador, muy alentador. Cuando piensas en el pecado que queda en tu vida, por fe puedes orar. Puedes orar y esperar que Dios obre para producir el fruto de la santidad en tu vida. ¿Qué pecado tienes en tu vida que es muy fuerte? que parece que no puedes ganar. Es posible que no has orado para la ayuda de Dios. ¿No es la voluntad de Dios tener victoria sobre ese pecado? Tenga fe. Tenga fe. Puedes esperar que Dios trabaje contra tus lujurias pecaminosas, la ira, la falta de perdón de tu hermano, el orgullo, la soberbia. Cuando tienes necesidades básicas como comida, ropa, alojamiento, puedes orar y esperar que Dios actúe para satisfacer tus necesidades. Podemos orar con confianza acerca de estas cosas porque sabemos por la Biblia, con textos claros de la Biblia, que es voluntad de Dios proporcionar esas cosas. ¿Por qué tienes angustia? ¿Por qué tienes poca fe? Incluso hay cosas que tal vez no estés seguro de que sean la voluntad de Dios. Puedes orar para que se salve una persona concreta. Puedes orar por un trabajo concreto. Puedes orar por tu cónyuge, tu hermano o tu amigo. Y puede que no sepa si es voluntad del Señor salvarlos o para obrar en una situación, en una manera específica. Pero puedes orar con la actitud, con el entendimiento correcto para dejar esas cosas a su voluntad. Y puedes esperar que Él produzca el fruto que desea en ti y en los demás. Puedes decir, según Romanos capítulo 8, versículo 28, que incluso puedes orar y decir Dios. No sé, no sé lo que va a pasar con mi esposo, con mi esposa. No sé lo que va a pasar con mi hijo, mi hija. No sé. Pero Dios, haz lo que quieres. Dios, por favor, obra en mí en esta situación, para mi bien. Porque Romanos 8, 28 dice que tú haces todo por mi bien. Y es promesa, es promesa. Y podemos tener fe en los momentos peores de la vida. De hecho, el hecho de que podamos esperar que ocurran esas cosas nos impone el deber de mantener una fe vigorosa. Deberíamos orar para que el Señor aumente nuestra fe. La fe es algo que podemos ver en la Biblia que puede crecer. Nuestra fe no es perfecta. Debemos crecer en la fe. Dios necesita hacernos crecer. Debemos gritar por eso. Deberíamos orar para que el Señor nos ayude a comprender su palabra. Para saber las promesas. Para orar según su voluntad. Y creer según su voluntad. Es muy difícil si no sabe su voluntad. Debemos hacer aquellas cosas que el Señor utiliza para fortalecer nuestra fe. Debes estar leyendo la Biblia. Debes meditar la palabra de Dios. Debes asistir al culto. Debes asistir a todas nuestras otras reuniones. Debes procurar tener un corazón recto ante Dios. Si te preguntas, ¿por qué yo tengo poca fe? Podemos decir que es posible porque no has mantenido tu fe. No estás haciendo las cosas que Dios te dio para mantener una fe vigorosa y viva. La Palabra de Dios, podemos ver en Romanos capítulo 10, que fe es un producto de la predicación de la Palabra. Fe es un producto de la obra, de la revelación de Dios de su Palabra. Vayan conmigo en sus Biblias a Santiago capítulo 1, por favor. Santiago capítulo 1, versículos 5 al 8. Veamos lo que Santiago dice sobre orar a Dios pidiendo sabiduría. Y me gusta la forma que Santiago habla muchas veces. Él habla muy fuerte. Santiago parece un padre duro para mí algunas veces. Es muy directo. Y él dice algo muy importante aquí en Santiago capítulo 1, versículos 5 al 8. Dice así. Y si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Es una promesa. Dios da sabiduría a quien pide. El que duda es semejante a la ola del mar, impulsada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, ese hombre que recibirá cosa alguna del Señor, siendo hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos. Ya ves que debemos orar, pero debemos orar con fe. De hecho, si no oramos con fe, no debemos esperar recibir aquello por lo que pedimos. En este texto, Santiago sabe que la sabiduría está al alcance de todo el pueblo de Dios. Por tanto, si careces de sabiduría que necesitas, significa que no has orado por ella con fe. ¿De cuántas cosas careces porque no has sabido orar con fe? ¿Qué dice eso de tus pensamientos personales sobre Dios? Quizás, quizás Dios sea débil, ¿no? Quizás Dios sea mezquino o poco cariñoso. Eres monstruo, ¿no? Quizás. Realmente todo se reduce a si crees que Dios es quien dice ser. Dios es quien dice ser. No debemos venir a Dios pensando que es posible que Él va a escuchar mi oración. No sé. Voy a intentar. No, debemos venir a Dios con confianza. Si mi hijo Johnny quiere agua, él sabe que no voy a restringir agua de mi hijo. Jesús utilizó este ejemplo en el libro de Lucas. Él dijo, todos los malos padres de este mundo da necesidades a sus hijos, generalmente. Muchos padres malos, si su hijo quiere agua, le dan agua. Pero pensamos que Dios es peor que los padres de este mundo. ¿Qué pasa? ¿Por qué pensamos así? Antes de terminar, quiero comunicar realmente algo. Como he dicho antes, cuando hablamos de fe, no se trata de una fe general. La misma fe que nos hace creer en Jesús para nuestra salvación, es la misma fe que nos hace orar para que haya fruto en nuestra vida y para que Dios provea a nuestras necesidades. Por tanto, si ahora mismo no confías en Jesucristo, no tienes esa fe con la que orar. Cuando tenemos fe en Cristo, estamos diciendo, yo creo que lo que Dios dice es verdad. Yo creo que la palabra de Dios es verdadera. Y lo creo hasta el punto de que dependo de esa verdad. Lo creo hasta el punto de rechazar todas las demás supuestas verdades. Y la persona que tiene ese tipo de fe puede orar con la misma fe. Y puede decir el mismo Dios que me salvó mi alma. La misma palabra de Dios que creo verdadera dice que Él proveerá a mis necesidades. Él me dará sabiduría cuando sé la pida. Incluso cuando no conozco su voluntad. Él obrará para mi bien. Así podré orar por mi cónyuge, mis hijos, mi hermano, mi vecino. Puedo orar y saber que lo que es bueno, Él va a hacerlo. Lo que es mejor para su pueblo, Él va a hacerlo. Podemos gritar como Pablo dijo en Romano. Algunas veces no sabemos lo que debemos gritar. No tenemos las palabras y podemos orar con fe. Y el Espíritu Santo está ayudándonos en oración. Ayudándonos cuando gritamos a Dios. Él está gritando con nosotros. Al padre Pablo dijo, para nuestro bien y debemos tener este conocimiento. Muchas veces en la vida cristiana decimos, wow, Dios, no sé lo que necesito. Dios, me siento así, no sé por qué. Dios, estoy desanimado, no sé por qué. Dios, mi familia está rota. No sé por qué. Dios, no sé cuál es el próximo paso. Dios, yo tengo un pecado en mi vida y no estoy ganando. No sé el próximo paso. Ayúdame. No sé Dios y podemos orar y gritar y saber, aunque no sabemos la voluntad. Él va a proveer y él va a ayudar. Y no estoy diciendo que él va a arreglar tu familia. No estoy diciendo que él va a darte el monto de dinero que quieres. No estoy diciendo esto, pero podemos decir que él va a hacer todo lo que es bueno para ti y proveer todo lo que necesitas. Si tienes un pecado en tu vida y tú oras a él con fe, él va a proveer todo lo que necesitas para ganar. Si tienes problemas de la vida, Él va a proveer todo lo que tú necesitas para producir fruto. Es posible que Él va a quitar tu problema. Es posible que Él va a darte fuerza para soportar el problema. Pero Él va a darte todo lo que necesitas. Y ese beneficio solo está a tu disposición si estás verdaderamente en Cristo. No puedes creer en parte de lo que dice Su Palabra y no creer en el resto. Así que si no eres cristiano, tómate esto como una motivación más para poner tu confianza en Cristo. Si no eres cristiano, no tienes esta esperanza sin Cristo. Todos los que acuden a Él con fe reciben lo que necesitan. Si necesitas la salvación, acude a Él en busca de ayuda ahora mismo. Acude a Él creyendo que lo hará. Si estás perdiendo la batalla contra un determinado pecado o incluso empiezas a sentir la tentación, acude a Él con fe. Nadie, no soy muy viejo, pero no soy muy joven, Nunca, nunca he escuchado a alguien decir, ah, este tiempo en mi pasado cuando yo oré con fe a Dios, yo estaba perdiendo mi tiempo. Nadie, nadie puede decirlo. Nadie puede decirlo. Acércate a él creyendo que te santificará. Si tienes una situación confusa y necesitas sabiduría, ¿por qué no se lo has pedido todavía con fe? ¿O por qué has dejado de pedírselo? Quizás no sepas cuál es su voluntad. Puedes orarle sabiendo que Él hará lo que sea por el bien de sus hijos y su gloria. Puedes acudir a Él con todas tus anjustias sabiendo que no tienes nada de qué preocuparte. Entonces, hermanos, la semana que viene seguiremos con el mismo tema de oración. En los versículos 25 y 26, Jesús tiene más que decir sobre nuestras oraciones. Vamos a ver que debemos orar con corazón sincero ante Dios. No podemos guardar pecado en el corazón. en nuestra oración. No podemos guardar ira contra nuestro hermano en el corazón. Debemos orar con el perdón en el corazón. Necesitamos tener la conciencia tranquila cuando oramos. Amén. Oremos. Padre Celestial, te damos gracias por el tiempo que pasamos juntos en tu palabra. Gracias por la gran promesa que vemos en este texto. Por favor, ayúdanos a ser un pueblo que ora. Ayúdanos a orar según tu voluntad. Y por favor, ayúdanos a orar con fe. Por favor, produce fruto en nosotros de esta manera. Ayúdanos a ser una iglesia que ora siempre. curamos ahora mismo en el nombre de Jesús. Amén. Amén. Los amo mucho. Dios los bendiga. Estamos despedidos.
Fe Fructífera
Series Exposición de Marcos
Sermon ID | 82724153524705 |
Duration | 57:47 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 11:20-24 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.