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Y hemos llegado al ministerio de la palabra de Dios. Y como ustedes saben, vamos vesículo a vesículo a través del libro de Marcos. Oremos, hermanos, y pidamos al Señor que bendiga nuestro tiempo juntos en su palabra. Oremos de nuevo. Padre celestial, hoy venimos a ti en completa dependencia de ti. Para los que somos verdaderos cristianos, venimos a ti como personas perdonadas. Venimos a ti como aquellos cuyos pecados han sido lavados. Los que no somos cristianos acuden a ti necesitados de perdón. Tú eres verdaderamente un Dios que perdona. Eres un Dios que ofrece el perdón incluso al peor de los pecadores. Aunque Hitler, Stalin y Mao se hubieran arrepentido, tú les habrías perdonado sus pecados. Hoy, Señor, aprenderemos de nuestra necesidad no sólo de ser perdonados, sino de ser perdonadores. Por favor, imprime esta verdad en nuestros corazones. Haz que seamos un pueblo lleno de amor y de perdón. Incluso en los momentos en que tu palabra no nos permite perdonar, haz que estemos dispuestos a perdonar. Acompáñame esta mañana. Amo a tu gente aquí, Señor. Los amo mucho. Amo a las ovejas que tú me has dado. Ayúdame a alimentarlos. Que se nutran de la predicación de tu palabra esta mañana. Te pedimos todo esto en el nombre de Jesús. Amén. Amén. Por favor, van conmigo sus Biblias a Marcos, capítulo 11. Marcos 11, desde el versículo 20 al 26. Marcos, capítulo 11, desde el versículo 20 al versículo 26. Y seguimos con la respuesta de Jesús a la higuera que se marchitó y se secó. Y la semana pasada cubrimos los versículos 20 al 24. Esta semana nos centraremos en los dos últimos versículos, los versículos 25 y 26. Y para contextualizar, voy a leer todo el pasaje a partir del versículo 20. Entonces, dice así, empezando el versículo 20, y nuestro sermón va a abarcar los versículos 25 a 26. Dice, Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces. Entonces Pedro, acordándose, dijo a Jesús, Raví, mira, la higuera que maldijiste se ha secado. Y Jesús respondió, tengan fe en Dios. En verdad les digo que cualquiera que diga este monte, quítate y arrójate al mar. Y no dude en corazón, sino crea que lo que dice va a suceder. Le será concedido. Por eso les digo que todas las cosas por las que oren y pidan, crean que ya las han recibido y les serán concedidas. Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguien para que también su padre que está en los cielos les perdone a ustedes sus transgresiones. Pero si ustedes no perdonan, tampoco su padre que está en los cielos perdonará sus transgresiones. Amén. De nuevo, recordemos en qué punto del texto nos encontramos. Estamos en plena Semana de la Pasión en Jerusalén. Es Pascua y Jesús va a morir dentro de pocos días. Apenas dos días antes, un domingo, Jesús entró triunfalmente en Jerusalén como Rey. Todos habían oído hablar de sus milagros y de sus enseñanzas. Era muy conocido Jesús, y el pueblo le dio una gran muestra de agradecimiento público. Pusieron sus mantos en el suelo para que él caminara sobre ellos. Y gritaron, Osana, cuando entró en la ciudad montado en un asno. El día siguiente, un lunes, maldijo una higuera porque tenía hojas, pero no higos. Entonces entró en el templo. y lo purificó. Echó a los cambistas y a los vendedores de palomas. No permitía que nadie entrara a comprar y vender. Y citó Isaías, capítulo 56, versículo 7, diciendo que el templo, la casa de Dios, debe ser una casa de oración. También consideramos cómo juzgó Dios a la nación de Israel. Algunos años más tarde, su templo y todo su sistema religioso fueron destruidos. Y la Biblia enseña que bajo el nuevo pacto hay un nuevo templo. El antiguo templo todavía no hay en Jerusalén, pero hay un nuevo templo ahora mismo. El pueblo de Dios es su templo. Jesús y su cuerpo es el nuevo templo. Los que somos verdaderos cristianos somos el nuevo templo. Y al día siguiente de limpiar el templo, un martes, Jesús entró de nuevo en Jerusalén. Pedro observó que la higuera que Jesús maldijo estaba marchita y seca hasta las raíces completamente. Y Jesús enseñó a Pedro, a sus discípulos y a nosotros que podemos esperar cualquier cosa en la oración si se hace con fe. Aprendimos que cuando Dios dice algo es verdad. Hemos aprendido que debemos orar sin durar. Podemos esperar que Dios escuche nuestra oración siempre que oremos según Su voluntad. Podemos orar por sabiduría y esperar que vamos a recibirlo. ¿Por qué? Porque en la palabra hay una promesa de esa sabiduría. Si no tienes la sabiduría, significa que no has orado por esta sabiduría. O no has orado con fe, sin dudar. Es pecado orar dudando al mismo tiempo. Es pecado e insensatez acercarse a Dios como si no fuera capaz de hacer lo que dice que hará. Pero he omitido a propósito los dos últimos versículos porque quería dejar todo un sermón para ellos. Jesús no solo dijo que debemos orar con fe, sino también con sinceridad. No solo con fe, sino con sinceridad. Debemos orar con corazón perdonador. El título de nuestro sermón de esta mañana es Oración y perdón. Oración y perdón. Y esta mañana voy a hacer algo un poco diferente. En primer lugar, voy a predicar brevemente sobre los dos versículos de nuestro texto. Después, Vamos a dedicar el resto de nuestro tiempo a considerar qué es realmente el perdón. Utilizamos la palabra perdón mucho, pero muchas veces utilizamos la palabra perdón sin considerar qué es el perdón. Y vamos a considerar cómo debemos pensar y actuar cuando los demás nos ofenden. Volvamos a leer los versículos 25 y 26 para ver lo que Jesús exige de nuestras oraciones. Dice así. Y cuando estén orando, perdonen si tienen algo contra alguien. Para que también su Padre, que está en los cielos, les perdone a ustedes sus transgresiones. Pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos perdonará sus transgresiones. No basta con creer mientras oras. Debes tener un corazón libre de pecado no arrepentido. En otras palabras, debes ser sincero. No podemos acercarnos a Dios buscando misericordia cuando no tenemos misericordia en nuestro propio corazón. No podemos aferrarnos al pecado mientras oramos. Uno de los principales pecados a los que se aferra la gente es no perdonar a los demás. Decimos, Dios, perdóname por mis pecados. Cuando estamos agarrando una ofensa contra otra persona, nuestro prójimo, nuestra esposa, nuestro esposo, nuestro amigo, amiga, nuestro compañero de trabajo. desean la bondad de Dios para sí mismos, pero no están dispuestos a extenderla a los demás. Van conmigo sus Biblias a Mateo, Mateo capítulo 18, versículos 21 a 35. Mateo capítulo 18, desde versículos 21 a 35. Vamos a ver muchas escrituras hoy. Vamos a hacer mucho ejercicio de los dedos esta mañana. Mateo, capítulo 18, versículos 21 a 35 dice así. Es una parábola del serviente no perdonador. Dice, empezando en el siglo XXI, entonces, acercándose Pedro, preguntó a Jesús, Señor, ¿cuántas veces pecará mi hermano contra mí que yo haya de perdonarlo? ¿Hasta siete veces? Jesús le contestó, no te digo hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete. Es una manera de decir sin límite. Por eso, el reino de los cielos puede compararse a cierto rey que quiso ajustar cuentas con sus siervos. Al comenzar a ajustarlas, le fue presentado uno que le debía 10,000 talentos, 216 toneladas de plata. Es una deuda que nadie puede pagar. Versículo 25. Pero no teniendo él con qué pagar, su señor ordenó que lo vendiera junto con su mujer e hijos y todo cuanto poseía. Y así pagaba la deuda. Entonces el siervo cayó postrado ante él diciendo, tenga paciencia conmigo y todo se lo pagaré. Y el señor de aquel siervo tuvo compasión, lo soltó y le perdonó la deuda. Pero al salir aquel siervo, encontró a uno de sus consiervos que le debía 100 denarios y echándole mano, lo ahogaba diciendo, paga lo que debes. Entonces su consiervo cayendo a sus pies le suplicaba, ten paciencia conmigo y te pagaré. Sin embargo, él no quiso. sino que fue y lo echó en la cárcel hasta que pagaba lo que debía. Así que cuando sus consiervos vieron lo que había pasado, se entristecieron mucho y fueron y contaron a su señor todo lo que había sucedido. Entonces, llamando al siervo, su señor le dijo, siervo malvado, Te perdoné toda aquella deuda porque me suplicaste. ¿No deberías tú también haberte compadecido de tu consiervo, así como yo me compadecí de ti? Y enfurecido su Señor lo entregó a los verdugos hasta que pagara todo lo que le debía. Así también mi Padre Celestial hará con ustedes si no perdonan de corazón cada uno a su hermano. Wow, muy fuerte, ¿no? Muy fuerte. Esta parábola explica el corazón del que habla Jesús. Si eres un cristiano auténtico, se te ha perdonado una gran deuda. Dios conoce tu naturaleza pecaminosa. Él conoce cada uno de tus pecados individuales. Conoce las cosas que piensas, dices y haces. Él conoce incluso las cosas secretas y las que has olvidado. En otras palabras, Él sabe que eres malvado. y se sintió personalmente ofendido por tu maldad. Y envió a su hijo a morir por un malvado como tú. ¿Cómo podría alguien que ha recibido tanta misericordia de Dios, negarse a mostrar misericordia a los demás? ¿Quién te ha ofendido más que tú a Dios? Si somos honestos y si conocemos verdaderamente la santidad y la justicia de Dios, debemos decir que nadie tiene la posibilidad de ofendernos de la misma manera que nosotros hemos ofendido a Dios. Él es santo y nosotros no. Él es infinito y nosotros somos finitos. Su nivel está muy por encima de nuestro. Es incomensurable. Vayan conmigo a sus Biblias a Efesios capítulo 4, versículo 32. Efesios capítulo 4, versículo 32. En este versículo podemos ver la norma santa de Dios. Es muy clara esta norma en este versículo. Efesios capítulo 4 versículo 32 dice así. Sean más bien amables unos con otros. Misericordiosos. perdonándose unos a otros. Así como también Dios los perdonó en Cristo. Así como también Dios los perdonó en Cristo. La norma de Dios para el perdón es la norma más elevada de perdón. Debemos perdonarnos unos a otros como Él nos perdonó. Y observa cómo Pablo no matiza esta afirmación. No matiza. No se basa en lo horrible que sea el delito. No se basa en lo simpática que sea la persona. No se basa en lo mucho que te hayan herido o perjudicado personalmente. Esto se aplica a todos los pecados. Todos los pecados. Se aplica incluso al peor de los pecados. Se aplica incluso a los pecados más inconfesables. Hablo del tipo de pecados que te harían sentir extremadamente incómodo. Se aplica al asesinato, la violación, el abuso sexual, la pederastia, la homosexualidad y más. ¿Por qué? ¿Por qué? Es muy difícil para mí utilizar algunas de estas palabras. ¿Por qué? Porque Dios perdona incluso esos pecados. ¿Y quiénes somos nosotros para tener una norma supuestamente más alta que Dios? A menudo una afirmación así haría que alguien se estremeciera. Puede incluso que algunos de ustedes hayan sido heridos por algunos de esos pecados que acabo de mencionar. O tal vez conozcas a alguien que haya sido herido. Podemos decir, en este caso, todos nosotros en un sentido. Y solemos tener problemas para oírlo. Tendemos a creer que hay algunos en este mundo que no deberían ser perdonados bajo ninguna circunstancia, al menos en la tierra. Y tendemos a tener ese problema por dos razones. Dos razones. La primera razón es que no comprendemos realmente lo malos que somos. No comprendemos realmente lo malos que somos. Y la segunda razón es que no sabemos realmente lo que es el perdón. Si cuando digo que la pedofilia o la violación o el asesinato deben ser perdonados, tienes un problema con una de esas dos cosas. Puede que incluso tengas problemas con ambos. No comprendemos lo malos que somos y no comprendemos lo que es verdaderamente el perdón. Entonces, ¿qué es el perdón? Primero, ¿cuál es el nivel de nuestra maldad? Es grande. Hemos pecado contra un Dios infinito. En los ojos de Dios, estás en la misma categoría de Hitler, Stalin y Mao. Cuando comparamos un ser humano con otro ser humano, sí, podemos ver una diferencia. Porque nuestra norma está aquí. Pero la norma de Dios es infinita, es infinita. Estamos en la misma categoría. Pero, pero, ¿qué es el perdón? Cuando hablamos sobre perdón, ¿qué es? Si escudriñamos todos Si estudiáramos todos los textos sobre el perdón que hay en la Biblia, llegaríamos a una definición del perdón similar a la que voy a compartir. Voy a leer una adaptación de una definición dada por un pastor llamado Chris Brown, que escribió un libro titulado Desembalar el perdón. Creo que es una gran definición muy completa. Escucha esta definición del pecado, esta definición bíblica de perdón. Dice, el perdón es una promesa bondadosa de la persona ofendida de absolver a la persona arrepentida de su responsabilidad moral y de reconciliarse con ella, aunque siga habiendo consecuencias por el mal que ya se hizo. Repito, el perdón es una promesa bondadosa, una promesa de gracia. de la persona ofendida, de absorber a la persona arrepentida de su responsabilidad moral y de reconciliarse con ella, aunque siga habiendo consecuencias por el mal que ya se hizo. Vamos a hablar de muchos aspectos del perdón. Pero para señalar algunas cosas de entrada, considera lo siguiente. El perdón es una promesa. Cuando perdonas a alguien, quedas sanjado. No se debe volver a sacar el tema para recordarle a alguien su culpabilidad. También es para los que están arrepentidos. Es muy importante. Es para los que están arrepentidos. No es para todos los que ofenden. Solamente los arrepentidos. Dios solamente perdona a los arrepentidos y su norma de perdón es nuestra norma de perdón. Bíblicamente solo pueden perdonar a los ofendidos. No puedes perdonar a alguien por una ofensa que haya hecho a otra persona. Si Hitler se arrepintiera No tengo ninguna razón para perdonarle porque él no me hizo nada. Yo no tengo que perdonar a alguien que no me ofendió. Además, no podemos perdonarnos a nosotros mismos porque no nos ofendemos. Has oído personas decir, hay que perdonar a ti mismo. No es bíblico. No hace sentido perdonar a ti mismo. Y definitivamente no podemos perdonar a Dios. Hay personas que dicen esto. Hay que perdonar a Dios. Porque Dios no hace nada malo para perdonar. El perdón también es un acto de reconciliación. El perdón te devuelve a la relación correcta con alguien. Pero al mismo tiempo, no elimina las consecuencias. Vamos a hablar sobre eso. No elimina las consecuencias del perdón. Por cierto, si eres cristiano, así es como Dios te perdonó. Él te ha prometido en el Salmo 103, versículo 12, que tan lejos como el oriente está del occidente, Él ha apartado de ti tus transgresiones. Lo ha hecho incluso con el peor de tus pecados. Se sintió muy ofendido contigo. De hecho, se sintió infinitamente ofendido contigo a causa de su infinita bondad. Pero Él nunca te echará en cara tu pecado, ni siquiera por un segundo. Cuando te volviste a Él con fe y arrepentimiento, te recibió con los brazos abiertos completamente. Experimentamos su gracia gratuita. Nos reconcilió consigo mismo y nos hizo hijos de su familia. Proporcionó una propiciación, un sacrificio que satisface la ira en Jesucristo. Jesús tomó sobre sí el castigo que merecías. A los santos ojos de Dios no eras muy diferente de Hitler, Stalin o Mao, como dije. Pero ahora brillas a sus ojos como su hijo. Imagínate, imagínate. Aún vives con las consecuencias de muchos de tus pecados. Algunos de nosotros tenemos problemas de salud, problemas familiares, problemas económicos y problemas legales a causa de nuestros pecados. Todavía hay lugares en los que tenemos vergüenza de mostrar nuestros rostros a causa de nuestros pecados. Son consecuencias de nuestros pecados. Aunque tenemos perdón, hay consecuencias. Hay formas en las que todavía no se puede confiar en nosotros a causa de nuestros pecados. Incluso Dios no nos concede algunas bendiciones porque nuestros pecados lo harían inapropiado. Pero el perdón es real. El perdón es real. Así que de nuevo, la misma forma en que Dios te perdonó, a ti es la misma forma en que tú debes perdonar a los demás. Y como leemos en la parábola del siervo que no perdona, si no perdonas, estás demostrando que nunca recibiste ese mismo perdón para decir no puedo perdonar o no voy a perdonar. Es decir, estoy pensando en ir al infierno. No tengo el perdón de Dios. Es decir lo mismo. Consideremos ahora algunos puntos detallados sobre el verdadero perdón. Busca conmigo en tu Bíblia Romanos capítulo 12, versículo 14 al 21. En Romanos 12, Pablo está explicando cómo debemos vivir los que han sido salvados por la gracia. Y en este texto podemos ver, podemos recibir la respuesta a muchas preguntas sobre el perdón. Dice así, Romanos capítulo 12, versículo 14 al 21, dice. Bendigan a los que los persiguen. Bendigan y no maldigan. Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran. Tengan el mismo sentir unos con otros. No sean altivos en su pensar, sino condescendiendo con los humiles. No sean sabios en su propia opinión. Nunca paguen a nadie mal por mal. Respeten lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto a ustedes dependan, estén en paz con todos los hombres. Amados, nunca tomen venganza ustedes mismos, sino den lugar a la ira de Dios. Porque escrito está, mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. Pero si tu enemigo tiene hambre, dale de comer. Y si tiene sed, dale de beber. Porque haciendo esto, carbones encendidos amontonará sobre su cabeza. No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien. Amén. Esta es una afirmación muy fuerte, ¿no? No sé tú, pero yo, personalmente, yo tengo enemigos. Es posible que ustedes tienen enemigos también. Hay personas que me han hecho daño, que me han engañado. que me han odiado y es posible ustedes también. Y cada hueso pecaminoso de mi cuerpo quiere ganar y destruirlos. Quiero ganar y tener mi victoria sobre mi enemigo. Y este texto me dice que les ame. y que no devuelva mal por mal. Esto se aplica tanto a las acciones grandes como a las pequeñas. Cuando alguien te ofende, incluso pequeñas acciones como poner los ojos en blanco y chismurrear a sus espaldas son pecado ante Dios. Por supuesto también está mal tener un arrebato de ira. Está mal ser siniestro y tramar la desaparición de tu prójimo porque te ha ofendido. Esto es cierto incluso si tienes un motivo justo para sentirte ofendido. Nunca debemos devolver mal por mal. Pablo dice que no debemos ser altivos en nuestro pensar. ¿Y por qué dice Pablo que no hay que vengarse? Es porque Dios dice que del Señor es la venganza. Del Señor es la venganza. Ahora, considera esto. Recuerda que he dicho que el perdón solo debe concederse a una persona arrepentida. La verdad es que no debemos, no podemos, perdonar a todo el mundo. Debemos perdonar de la misma manera que Dios. Debemos perdonar a los que se arrepienten. Y solo ellos. Porque Dios no perdona a todo el mundo. Solo perdona a los que se arrepienten. A veces tenemos motivos para sentirnos ofendidos. Pero de nuevo, eso nunca nos da derecho a vengarnos. En lugar de esto, hacemos lo que dice Pablo en el versículo 19 aquí de Romanos 12. Él dijo, Amados, nunca tomen venganza a ustedes mismos, sino den lugar. a la ira de Dios, porque escrito está, mía es la venganza, yo pagaré, dice el Señor. En toda la Biblia, los creyentes son consolados por el juicio de Dios. ¿Hay alguien que te ha ofendido mucho y se niega a arrepentirse? Da lugar para la ira de Dios. Da lugar para la ira de Dios. De hecho, en los Salmos vemos que incluso podemos orar que Dios ejecute su ira sobre ellos según su voluntad. Por eso David puede orar así en el Salmo 35, versículo 1 al 8. Voy a leer Salmo 35, versículo 1 al 8. Dice así. Combate, oh Señor, a los que me combaten. Ataca a los que me atacan. Echa mano del broquel y del escudo y levántate en mi ayuda. Empuña también la lanza y el hacha para enfrentarte a los que me persiguen. Dile a mi alma, yo soy tu salvación. Sean avergonzados y confundidos los que buscan mi vida. Sean puestos en fuga y humillados los que traman el mal contra mí. Sean como paja delante del viento. con el ángel del Señor acosándolos, sea su camino tenebroso y resparadizo, con el ángel del Señor persiguiéndolos. porque sin causa me tendieron su red, sin causa acabaron fosa para mi alma, que venga destrucción sobre él sin darse cuenta, y la red que él mismo tendió lo prenda, que caiga en esa misma destrucción. Esto es lo que llamamos una oración imprecatoria, una oración imprecatoria. Pero observa que se trata de una oración. David no se toma su propia venganza. Lo deja en manos del Señor. De hecho, una oración imprecatoria no significa odio hacia nuestros enemigos. En lugar de eso, debemos hacer lo que dijo Jesús. Debemos amar a nuestros enemigos. Escucha lo que dijo Jesús en Mateo capítulo 5, versículos 43 y 48. Dice así. Ustedes han oído que se dijo, amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo. Pero yo les digo, amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen para que ustedes sean hijos de su Padre que está en los cielos. Porque Él hace salir su sol sobre malos y buenos y llover sobre justos e injustos. Porque si ustedes aman a los que los aman, ¿qué recompensa tienen? ¿No hacen también lo mismo los recaudadores de impuestos? Y si saludan solamente a sus hermanos, ¿qué hacen más que otros? ¿No hacen también lo mismo los gentiles? Por tanto, sean ustedes perfectos como su Padre Celestial es perfecto. Los inconversos pueden disfrutar una fruta dulce de Dios. Es un regalo de Dios para los inconversos. De la misma manera, debemos amar a nuestros enemigos. Entonces, ¿cómo trabajamos estos dos conceptos juntos? ¿Cómo puedo negar el perdón a los impenitentes Orar oraciones imprecatorias contra ellos y amarlos al mismo tiempo. De nuevo, la respuesta se encuentra en la forma en que Dios nos ha perdonado. La respuesta es que debemos estar siempre dispuestos y abiertos a perdonar. Y debemos tender graciosa y proactivamente nuestra mano en misericordia a nuestro amigo. No, amigo, enemigo. Amigos y enemigos. ¿No ha hecho Dios lo mismo por nosotros? Éramos enemigos de Dios, ¿no? Tienes que estar dispuesto a decir, Estoy ofendido con esta persona, con fulano por lo que me ha hecho. Pero como pecador salvado por la gracia, yo sé lo que significa que se me perdone una gran deuda ante Dios. Así que también estoy buscando proactivamente cómo podría acercarme a Él para reconciliarme con Él. Y estoy dispuesto a perdonarle si se arrepiente y si se niega a arrepentirse. Me consolaré con la ira de Dios para tratar con él según su beneplácito. ¿Entienden? Debemos confiar en Dios para hacer lo que Él quiere hacer con la situación. Y es cierto que no todas las situaciones son iguales. Es cierto que a veces necesitas una sabiduría especial para saber cómo acercarte a alguien que te ha ofendido. Por eso Dios nos ha dado pastores y iglesias. También muchas veces alguien hace algo muy, muy malvado y no es simple como ir a su casa y hablar con él. Necesitamos sabiduría. Debemos pensar bíblicamente, pero sin negar la norma de Dios para el perdón. Esto debe ser nuestro corazón. Debes tener un corazón de perdón. Y si no es así, lo que leemos en Marcos 11 a 26 es cierto. Cuando Jesús dijo, pero si ustedes no perdonan, tampoco su Padre que está en los cielos perdonará sus transgresiones. Los que están verdaderamente perdonados también perdonan a los demás. No es que perdonar gana el favor de Dios, pero es una marca de ser cristianos verdaderos. Los cristianos verdaderos tienen una forma de vivir y una parte de esta forma de vivir es perdonar. Una última cosa. Como Jesús explicó en nuestro texto principal de Marcos 11, Dios espera un corazón, exige un corazón de perdón cuando acudimos a él en oración. Entonces, cuando oramos debemos asegurar que tenemos un corazón de perdón. Una última cosa, van conmigo en sus Biblias a Proverbios, capítulo 19, versículo 11. puede ser muy ayudable porque hay muchas ofensas de la vida, muchas ofensas. Cada día hay un momento cuando alguien hace algo que no te gusta. Pero mira lo que dice Proverbs 19, versículo 11. La discreción del hombre le hace lento para la ira y su gloria es pasar por alto una ofensa. Como podemos ver en este texto, a veces ni siquiera merece la pena ofenderse. A veces es mejor pasar por alto un asunto. En otras palabras, especialmente en la iglesia, seamos amables los unos con los otros. No puedo decir cuántas iglesias se han fracturado por pequeñezas. No me gusta cómo fulano lo ha dicho esto, cómo me ha mirado. No me gusta su opinión al respecto. Entonces, al final todo se reduce, hermanos, a la humildad. Las personas que tienen una opinión muy elevada de sí mismas se ofenden con facilidad. Y aunque se ofendan con razón, no pueden perdonar. Es porque no pueden ver quiénes son realmente a los ojos de Dios. No pueden ver su propio pecado y tener misericordia de su prójimo. Y demuestran que nunca han recibido el verdadero perdón de Dios. Ellos mismos nunca han visto la maldad de su propio corazón lo suficiente como para arrepentirse de verdad. Por tanto carecen de la capacidad de perdonar. Hermanos, seamos lo contrario de eso. La Biblia tiene una palabra especial para los que no pueden perdonar. El nombre de este pecado es amargura. En hebreo tenemos una advertencia de amargura. La amargura puede destruirte. Alguien Alguien definió amargura de esta manera. Amargura es tomar veneno esperando que otra persona muere. Va a destruirte mismo. Y no vas a recibir el perdón de Dios. Hermanos, Tenemos el Evangelio. Tenemos el perdón de Dios. Si eres cristiano verdadero, tienes el perdón de Dios. Debes perdonar a tu prójimo. Te llamo a considerar en tu vida ahora mismo si hay una persona o personas que las que tienes una ofensa y debes reconciliarte con estas personas. Debes considerar, debes estar dispuesto a perdonar. Si esta persona se ha arrepentido, debes perdonar a esta persona ahora mismo. Esta persona debe saber que tiene tu perdón también. De la misma manera que Dios te dio perdón. Si no eres cristiano, te llamo a considerar el perdón de Jesús. El perdón de Dios. Debes considerar la belleza del perdón. Y que este perdón está disponible para ti. pero tienes que arrepentirte. No debes poner a lado tu soberbia para pensar que eres bueno, que eres una persona con cosas buenas para demostrar delante de Dios. No tienes nada bueno delante de Dios. Debes considerar tus pecados y ver que en Cristo hay perdón disponible para ti si crees solamente en él y si te arrepientas. El perdón es algo que todos nosotros necesitamos y el perdón es algo que todos nosotros debemos hacer. Es algo muy importante en la vida y puede ser para muchos la diferencia entre la vida y la muerte. Amén. Oremos hermanos. Padre Celestial, gracias por lo que tu palabra tiene que enseñarnos sobre el perdón. Gracias por ser tan amable con nosotros en Jesucristo. que perdonemos a los demás como Tú nos has perdonado. Danos la gracia de obedecer. Incluso a los que están aquí y son inconversos, sálvalos. Sálvalos y dales la capacidad de perdonar a los demás. Perdónalos, Señor, para que aprendan esta gracia. Oramos todo esto en el nombre de Jesús. Amén. Amén. Los amo mucho. Dios los bendiga. Estamos despedidos.
Oración y Perdón
Series Exposición de Marcos
Sermon ID | 826241929272144 |
Duration | 55:01 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Mark 11:25-26 |
Language | Spanish |
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