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El libro de Esdras, y vamos a leer los capítulos 5 y 6. Profetizaron Ageo y Zacarías, hijo de Ido, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén, en el nombre de Dios Israel que estaba sobre ellos. Entonces se levantaron Zobabel, hijo de Zalatiel, y Jesúa, hijo de Josanak, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban. En aquel tiempo vino a ellos Datnai, gobernador del otro lado del río, y Setar Bosnai y sus compañeros, y les dijeron así, ¿Quién nos ha dado orden para edificar esta casa y levantar sus muros? Ellos también preguntaron, ¿cuáles son los nombres de los hombres que hacen este edificio? Mas los ojos de Dios estaban sobre los ancianos y los judíos, y no les hicieron cesar hasta que el asunto fuese llevado a Darío, y entonces respondieron por carta sobre esto. Copia la carta que Tar-Nai, gobernador del otro lado del río, y Setar-Bos-Nai y sus compañeros, los gobernadores que estaban al otro lado del río, enviaron al rey Darío. Le enviaron carta, y así estaba escrito en ella. Al rey Darío, toda paz. Sea notorio al rey que fuimos a la provincia de Judea, a la casa del gran Dios, la cual se edifica con piedras grandes, y ya los maderos están puestos en las paredes, y la obra se hace deprisa, y prospera en sus manos. Entonces preguntamos a los ancianos diciéndoles así, ¿Quién nos dio orden para edificar esta casa y para levantar esos muros? También les preguntamos sus nombres, para hacértelos saber, para escribirte los nombres de los hombres que estaban en la cabeza de ellos. Y nos respondieron diciendo así, nosotros somos siervos del Dios del cielo y de la tierra, y reedificamos la casa que muchos años antes había sido edificada, la cual edificó y terminó el gran Rey de Israel. Más después que nuestros padres provocaron la ira al Dios de los Cielos, Él los entregó en mano de Nabucodonosor, Red y Babilonia, Caldeo, el cual destruyó esta casa y llevó al captivo al pueblo de Babilonia. Pero en el año primero de Ciro, rey de Babilonia, el mismo rey Ciro dio orden para que esta casa de Dios fuese rectificada. También los utensilios de oro y de plata de la casa de Dios que Nabucodonosor había sacado del templo que estaba en Jerusalén y los había llevado al templo de Babilonia, el rey Ciro los sacó del templo de Babilonia y fueron entregados a César a quien había puesto por gobernador. Y le dijo, toma esos utensilios, ve y llévalos al templo que está en Jerusalén, y sea reedificada la casa de Dios en su lugar. Entonces éste se desbazar vino y puso los cimientos de la casa de Dios, la cual está en Jerusalén, y desde entonces hasta ahora se edifica y aún no está concluida. Y ahora, si al rey parece bien, búsquese la casa de los tesoros del rey que está allí en Babilonia, si es así que por el rey sido, había sido dada la orden para verificar esta casa de Dios en Jerusalén, y se nos envía a decir la voluntad del rey sobre esto. Entonces el rey Darío dio la orden de buscar en la casilla de los archivos donde guardaban los tesoros allí en Babilonia. Y fue hallado en Acmeta, en el palacio que está en la provincia de Media, un libro en el cual estaba escrito así, en memoria. En el año primero del rey Ciro, el mismo rey Ciro dio orden acerca de la casa de Dios, la cual estaba en Jerusalén, para que fuese la casa reedificada como lugar para ofrecer sacrificios, y que sus paredes fuesen firmes, su altura de sesenta codos y de sesenta codos su anchura, y tres hileras de piedras grandes y una de madera nueva, y que el gasto sea pagado por el tesoro del rey. Y también los utensilios de oro y plata de la casa de Dios, los cuales Nabucodonosor sacó del templo que estaba en Jerusalén y los pasó a Babilonia, sean devueltos y vayan a su lugar, al templo que está en Jerusalén, y sean puestos en la casa de Dios. Ahora pues, Tatnáim, gobernador del otro lado de Río, setar vos, Náim, y vuestros compañeros, los gobernadores que estáis al otro lado de Río, alejaos de allí. Dejai que se aire al lado de esa casa de Dios, que el gobernador, los judíos y sus ancianos reedifiquen esa casa de Dios en su lugar. Y por mí es dado orden de lo que debéis de hacer con esos ancianos de los judíos para reedificar esa casa de Dios, que la sien del Rey, que tienen el tributo del otro lado del río, sean dados puntualmente a esos varones los gastos para que no cese la obra. Y lo que fuera necesario, beceros, carneros y cuadernos para holocaustos al Dios del Cielo, trigo, sal, vino, aceite, conforme lo que dijeran los sacerdotes que están en Jerusalén, les se ha dado día por día, sin obstáculo alguno, para que ofrezcan sacrificios agradables al Dios del Cielo y oren por la vida del Rey y por sus hijos. También por mí es dado orden, que cualquiera que altere ese decreto, se le arranque un madero en su casa, y al salvo sea colgado en él, y su casa se echa en muladar por esto. Y el Dios que hizo habitar allí en su nombre, destruye a todo rey y pueblo que pusiera su mano para cambiar o destruir esa casa de Dios, la cual está en Jerusalén. Yo, Darío, he dado el decreto, sea cumplido prontamente. Entonces Dadnai, gobernador del otro lado del río, y Setar Bosnai y sus compañeros hicieron puntualmente según el rey Darío había ordenado. Y los ancianos y los judíos ericaban y prosperaban, conforme la profecía del profeta Egeo y de Zacarías, hijo de Hidro. Ericaron, pues, y terminaron, por orden de Dios Israel y por mandato de Siro, de Darío, y de Artejeje, rey de Persia. Esta casa fue terminada el tercer día del mes de Adán y el sexto en el reinado del rey Darío. Entonces los hijos de Israel, los sacerdotes, los libitas y los demás que habían venido de la captividad hicieron la dedicación de esta casa de Dios con gozo y ofrecieron en la dedicación de esta casa de Dios cien beceros, doscientos carneros y cuatrocientos corderos y doce machucabrillos en expiación por todo Israel conforme al número de las tribus de Israel. impusieron los sacerdotes en sus turnos y a los levitas en sus clases para servicio de Dios en Jerusalén, conforme a lo escrito en el Libro de Moisés. También los hijos de la cautividad celebraron la Pascua a los catorce días del mes primero. Porque los sacerdotes y los libites se habían purificado a una. Todos estaban limpios y sacrificaron la Pascua por todos los hijos de la cautividad y por sus hermanos, los sacerdotes y por sí mismos. Comieron los hijos de Israel que habían vuelto del cautiverio con todos aquellos que se habían apartado de la inmundicia, inmundicia de las gentes de la tierra para buscar a Jehová, Dios de Israel. Y celebraron con regocijo la fiesta solemne de los panes y las verduras siete días, por cuanto Jehová los había alegrado y había envuelto el corazón del rey de Siria hacia ellos, para fortalecer sus manos en lobo de la casa de Dios, del Dios de Israel. Amén. Vamos a orar. Estamos gracias Dios por este pasaje que nos enseña tantas cosas importantes, por recordarnos otra vez de tu soberanía, que tú puedes hacer lo que quieras hacer en cualquier líder, en cualquier persona. En serio nos te pedimos ayudarnos a entender y después poner en práctica lo que tú quieres enseñarnos. Te pedimos en nombre de Cristo. Amén. Pues hasta ahora en nuestro estudio del libro de Esdras hemos pensado mucho en la fidelidad de Dios y en los diferentes pasos que los israelitas tomaron a la restauración con Dios. Pero hay una parte del tema de este libro que no hemos visto tan precisamente todavía. Si recuerdan, el tema de este libro es la fidelidad de Dios en la restauración de su pueblo por medio de su palabra. Y por supuesto era la Palabra de Dios que fue cumplida cuando los judíos regresaron a su tierra, los 70 años que fueron profetizados, también el residuo. Pero hasta ahora en este libro no hemos visto tan explícitamente el papel que juega la Palabra de Dios en este proceso de la restauración del pueblo de Dios. Pero todo eso cambia cuando empezamos el capítulo 5. profetizaron a Jeho y Zacarías, hijo de Ido, ambos profetas, a los judíos que estaban en Judá y en Jerusalén, en el nombre de Dios Israel quien estaba sobre ellos. Vemos el capítulo que Dios mandó a sus profetas para comunicar su palabra a su pueblo como parte del proceso de la restauración. Muy importante que hablamos que los profetas eran predicadores ante todo. También vemos que a veces propiciaron eventos futuros, pero su papel más importante era comunicar la Palabra de Dios al pueblo. Eran predicadores. Por eso la frase más repetida en los profetas es, Así dice Jehová, o Así dice el Señor. los profetas tenían la responsabilidad de comunicar al pueblo las palabras exactas que Dios les había dado. Y Dios había mandado a muchos profetas a Israel a través de los siglos antes del exilio. Pero Ajeo y Zacarías, aquí en Esther 5, son los primeros dos de los cuales leemos después del exilio. Eso es muy importante. Es muy importante para esos judíos, otra vez, tener la palabra de Dios siendo predicada a ellos. Otra vez, teniendo la palabra de Dios siendo revelada a ellos. Porque otra vez ya estaban en la tierra, necesitaban el guía de Dios. Necesitaban la palabra de Dios. Necesitaban la confianza de que Dios todavía estaba con ellos. Es tan importante que Dios mandó a esos dos profetas. La pregunta es, ¿por qué ahora? ¿Por qué Dios mandó a esos dos profetas ahora, en capítulo 5, en vez de al principio de su regreso a la tierra prometida? ¿Por qué ahora? Pues, aunque los judíos habían empezado bien, vimos antes que empezaron a reconstruir el altar y el templo, se habían rendido. Es lo que leemos en el último versículo del capítulo 4, ¿no? 424. Entonces cesó la obra de la casa de Dios que estaba en Jerusalén y quedó suspendida hasta el año segundo del renado de Darío Redespecio. Esos judíos se habían rendido. Dijeron, ya no podemos. Empezaron a enfocarse en sus casas y en sus vidas y dejaron la casa de Dios en ruinas. Por eso Dios mandó a sus profetas. Mandó a sus ciegos, con su palabra, para que su pueblo otra vez regresara a él, y empezara a construir otra vez el templo. Entonces en este pasaje vemos que Dios mandó a Ajeo y Zacarías para predicar al pueblo, para comunicarles la palabra de Dios. Y tenemos nosotros la ventaja de tener los libros de Ajeo y Zacarías, y por eso sabemos lo que predicaron. Son libros que estudiamos aquí en la iglesia hace cinco años. Y espero, bueno, tal vez si tengan tiempo, puedan escuchar esos mensajes otra vez porque va a ayudarles mucho con el contexto. Por lo menos, intenten esta semana escuchar los seis mensajes de Ageo. porque tiene mucho que ver con este tema que es lo que vamos a ver aquí. Creo que sería una bendición. Y para que podamos entender más el contexto de lo que estamos viendo aquí en Esdras. Pero también hoy, en caso de que no lo van a hacer, vamos a examinar una parte del libro de Ajeo para entender exactamente lo que él estaba predicando a los judíos en ese tiempo de Esdras 5 y 6. Entonces, en este mensaje vamos a enfocarnos en la parte que juega la Palabra de Dios en la restauración de su pueblo. Que Dios usa su Palabra, y específicamente la predicación de su Palabra, para que regresemos a Él. Dios usa su Palabra, y específicamente la predicación de su Palabra, para que regresemos a Él. En primer lugar, podemos aprender que Dios usa su Palabra para convencernos. Dios usa su Palabra para convencernos. Leemos aquí en Ezra 5 que Ajeo y Zacarías profetizaron a los judíos. Pero aquí no leemos nada del mensaje, solo vemos los resultados. Pero cuando leemos los libros de Ajeo y Zacarías y el mensaje que predicaron, nos ayuda a entender que ellos predicaron fuertemente al pueblo. y que Dios usó su Palabra predicada para convencer a los judíos a regresar a Él y ponerle en primer lugar otra vez. Aprendemos aquí que cuando Dios quiere empezar a trabajar otra vez con su pueblo, cuando es tiempo de obrar de manera fuerte y obvia otra vez, siempre lo hace por medio de su Palabra. Es el medio que usa. Es siempre su Palabra. Entonces, vamos a leer un poco el libro de Ajeo. para que entendamos exactamente lo que esos profetas dijeron para convencer al pueblo de su pecado. Vamos a leer, en primer lugar, en Ageo 1, 1 a 5, casi al final de sus Antiguos Testamentos. Es el libro antepenúltimo del Antiguo Testamento, el libro de Ageo. Y vamos a leer el primer capítulo, versículos 1 a 5. En el año segundo del rey Darío, en el mes sexto, en el primer día del mes, es decir, sucede en el mismo tiempo como el 351, aquí entendemos, vino la palabra de Jehová, por medio del profeta Jehová, a Zerubbabel, hijo de Zalatiel, gobernador de Judán, y a Josué, hijo de José de Axum, sacerdote, diciendo, así ha hablado Jehová a los ejércitos, diciendo, Este pueblo dice, no ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea edificada. Entonces vino la palabra de Jehová por medio del profeta Ajeo diciendo, es para vosotros tiempo, para vosotros de habitar en vuestras casas artesonadas y esta casa está desierta. Pues así ha dicho Jehová a los ejércitos, meditar bien sobre vuestros caminos. Ajeo era un predicador. El tema de su libro, Ajeo se enfoca en el tema de las prioridades. Debido a la persecución en la cual estudiamos hace ocho días, por algunos años, años hermanos, el pueblo de Israel había dejado la obra de construir el templo, y conforme Ajeo se había enfocado en sus propias casas. en su propia comodidad y en sus propias vidas. Y vemos aquí cómo Dios respondió. Vemos aquí cómo Dios les habló para reprenderles y convencerles. Dios no aceptó sus excusas. Y les dijo que era tiempo para regresar a Él y cambiar sus prioridades y ponerle a Él en primer lugar otra vez. En el siglo II, aquí de A.G. 1, encontramos la excusa del pueblo. Este pueblo dice, no ha llegado aún el tiempo, el tiempo de que la casa de Jehová sea reivindicada. En otras palabras, aunque ellos entendieron que el templo sí tenía que ser reivindicado, no tenían prisa. Estaban contentos, en el momento, posponer la obra y no enfrentar la persecución que sí iba a surgir si empezaron otra vez. Para mí hay algo muy interesante en el versículo 2 de Jehún. Esta excusa no es la excusa de un pueblo que quiere rechazar a Dios completamente. No. No es la excusa de una nación que no tiene nada que ver con Dios. Es la excusa de un pueblo con un deseo de servir a Dios. Pero ahora no. Ahora no, porque me va a causar mucha incomodidad. ¿Entienden? Yo creo que esto normalmente es nuestro problema también. Aquí en esta iglesia no somos activamente rebeldes en contra de Dios, espero. Tenemos como iglesia, yo creo completamente, un deseo de servirle a Él. Generalmente decimos, sí, pero ahora no. Si me va a causar tanto dolor, tantos problemas, tantas pruebas, ahora no. ¿Verdad? Hermanos, es muy importante entender eso. No estoy diciendo, somos malos todos y horribles y no queremos nada que ver con Dios. No, para nada. Nosotros decimos, ahora no. Ahora no. Aquí en Ajeo leemos que ellos dijeron, el tiempo todavía no ha llegado. Nosotros también tenemos a posponer muchísimo. los cambios que sabemos que necesitamos hacer. Cada domingo estamos aquí y veo sus caras y Dios está convenciéndoles, no lo dudo. Pues no están cambiando. ¿Por qué? No es tiempo todavía para estar. El tiempo todavía no ha llegado. La misma excusa de hace miles de años. Tu excusa no es nueva. No deberíamos esperar para hacer mañana lo que podemos hacer hoy. Un pastor en Inglaterra hace como 100 años dijo una cosa muy cierta. Escuchen muy bien. Esa cita me impactó muchísimo. Mañana es el día de Satanás, pero el día de hoy es de Dios. A Satanás no le importa lo espiritual que sean tus intenciones, siempre y cuando las dejes para mañana. ¡Oh, no le des lugar al diablo en eso! ¡Contéstale! ¡No, Satanás! ¡Será hoy! ¡Hoy! Ese es nuestro problema, hermanos, en esta iglesia. Y en muchas otras iglesias también. Pero aquí, este es nuestro problema. Como dijo este pastor, a Satanás no le importa lo espiritual que sean tus intenciones, siempre y cuando las dejas para mañana. Hermanos, en esta iglesia yo muy pocas veces dudo de sus intenciones. Yo creo con todo mi corazón que aquí, generalmente, nuestra iglesia es caracterizada por personas que quieren servir a Dios. Eso creo. Y el problema es que muchas veces queremos servir a Dios. Mañana, no hoy. Es decir, yo no dudo de sus intenciones, hermanos. Casi nunca. No dudo de sus intenciones. Lo que muchas veces dudo es si van a cumplirlas. Eso sí dudo mucho. ¿Por qué las dejan para mañana? ¿Para otra semana? ¿Para otra etapa en la vida? ¿Para cuándo las cosas han cambiado? ¿Para cuándo mi trabajo ha mejorado? ¿Para cuándo tengo hijos o mis hijos ya están obedeciendo? Hasta ese momento voy a cambiar. ¿Sabes qué? Nunca vas a cambiar. Si lo dejas para la mañana, nunca vas a cambiar. Jóvenes, importantísimo entender eso. No dudo tampoco de sus intenciones, jóvenes. Yo tengo mucho miedo de que ustedes están esperando a servir a Dios hasta que sean más viejos. Y les prometo, si no sirven a Dios ahora, nunca le van a servir. A Satanás no le importa cuán espiritual sean tus intenciones, siempre y cuando las dejas para mañana. Pero aquí Dios era muy claro con su pueblo. Aun con toda la persecución y los problemas, no había ninguna excusa válida para Dios por sus prioridades equivocadas. Puede pasar que Dios debería haber entendido Si ellos hubieran empezado otra vez la construcción, iban a haber sido muy perseguidos. Lo vemos aquí en Ageo, Dios no aceptó sus excusas. Y Dios era muy específico en cuanto a por qué no aceptó sus excusas. Era porque ellos habían encontrado tiempo y recursos para construir sus propias casas y vivir cómodamente en ellas, pero no habían encontrado ni tiempo ni recursos para trabajar en lugar espiritual. Otra vez el versículo 4 de Hebreus. Es para vosotros tiempo, para vosotros de habitar en vuestras casas artesonadas, y esta casa está desierta? Dios dijo, ustedes dicen que no hay tiempo, que no tienen tiempo, pero tienen mucho tiempo para sus propias casas. Dios dijo, ustedes dicen que no tienen tiempo para enfocarse en mí. Pero tienen tiempo para vivir en comodidad? Ellos tenían tiempo para sí mismos, para sus deseos, para sus trabajos, para sus comodidades, pero no tenían tiempo para Dios. Y por eso Dios dijo, yo no acepto sus excusas, son inválidas todas. Y fíjense hermanos, pues es muy importante, a veces yo predico, y ustedes piensen que yo estoy exagerando muchísimo, que no entiendo sus vidas, que no entiendo sus trabajos, que no entiendo su cultura. Pero es la palabra de Dios que dice que Dios no acepta esas excusas. No importa si yo las acepto o no. Y la verdad, no importa si ustedes piensan que yo deba aceptar esas excusas o no. Dios no las acepta. Es lo que estoy predicando. Mi autoridad no viene de mí ahora. Dios te dice, si eres cristiano o marquín, no acepto ninguna excusa La razón por la cual yo no estoy en primer lugar en tu vida. Ninguna. Y tu esposo, esposa, hijo, novia, trabajo, no importa. Dios dice yo soy el primero. Y si no, es pecado. Ustedes pueden explicarme a mí sus vidas, está bien. Pero tienen que explicar a Dios. Es mucho más fuerte. Yo creo que tenemos que pensar muy seriamente, hermanos, en nuestra iglesia. encontramos tiempo para trabajar encontramos tiempo para hacer lo que queremos hacer encontramos recursos para hacer lo que queremos hacer pero cuando ya toca el tema de la obra de Dios en nosotros o nuestras familias o esta iglesia local ya no tenemos ni tiempo ni recursos y saben que? no lo creo y Dios tampoco Dios no aceptó esa excusa hace miles de años. ¿Por qué piensas que la va a aceptar ahora? ¿Por qué piensas que Dios va a aceptar tu excusa de que no tienes tiempo ni recursos, cuando no aceptó la misma excusa hace miles de años con personas que tenían menos tiempo y menos cosas? Tú tienes tiempo y recursos para lo que tú quieres hacer, pero no por la palabra de Dios. Y así como hizo con su pueblo hace miles de años, hoy Dios ha mandado a uno de sus siervos para predicarles la Palabra de Dios para que sean convencidos. No digo eso porque por mí. Mi autoridad en este momento es la autoridad directamente de Dios para decirles lo que la Palabra dice. Dios hoy quiere que ustedes, que reclamen ser cristianos, otra vez regresen a Dios por medio de su Palabra y le pongan en el primer lugar otra vez. Estoy aquí para decirte, Dios ya no va a aceptar tus excusas. Tal vez honestamente has pensado que Dios está aceptando tus excusas. Hoy te digo que no. No son válidas, ninguna. Ahora ustedes tienen que decidir si van a permitir que la Palabra de Dios obre en ustedes o no. Zacarías también predicó lo mismo. Vamos a ver rápido, en Zacarías 1, reciclos 1 a 4, ¿Siguen el libro, Zacarías? Capítulo 1, versículos 1 a 4. Zacarías, por el libro empieza así. En el octavo mes del año segundo de Dario vino la palabra de Jehová al profeta Zacarías, hijo de Berequíes, hijo de Hilo, diciendo, Se enojó Jehová en gran manera contra nuestros padres. Diles pues, así ha dicho Jehová a los ejércitos, volveos a mí. Dice Jehová a los ejércitos, y yo me volveré a vosotros, ha dicho Jehová a los ejércitos. No sabéis como vuestros padres, a los cuales clamaron los primeros profetas, diciendo, así ha dicho Jehová a los ejércitos, no veáis ahora de vuestros malos caminos y de vuestras malas obras, y no atendieron ni me escucharon, dice Jehová. Sagreso es un libro de mucha esperanza cuando estudiamos, pero empieza con un llamado al arrepentimiento, porque no hay esperanza sin arrepentimiento. No hay comodidad en la vida, no hay camino recto para ti sin arrepentimiento de tus pecados. Hermanos, a veces ustedes piensan que yo predico demasiado fuertemente. Necesito un poquito más de tacto cuando predico. No, cuando predico, no. Los profetas predicaron increíblemente fuerte, diciendo, así dice Jehová. Vuelvense a mí. Por eso no estoy aquí con un libro que yo he escrito. No estoy aquí diciendo mis propias palabras. Dios mismo les dice hoy, regresen a mí. No sean como sus padres. No sean como antes, cuando rechazamos la palabra de Dios. Hermanos, Dios usa su palabra para convencernos. Y con respecto, cada persona aquí debería poner atención a este mensaje y arrepentirse. No hay nadie aquí que está exento. Nadie. Y vemos lo que pasó. ¿Cuál fue la reacción del pueblo a esta convicción? Si regresamos a Geo, Capítulo 1, versículos 12 a 15, leemos lo que pasó después de que Ajeo predicó. Y oyó Sodom y Gobel, hijo de Isaletiel, y Josué, hijo de Josedag, sumo sacerdote, y todo el resto del pueblo, la voz de Jehová su Dios, y las palabras del profeta Ajeo, como le había enviado Jehová su Dios, y temió el pueblo delante de Jehová. Entonces, Ajeo, enviado de Jehová, habló por mandato de Jehová al pueblo, diciendo, yo estoy con vosotros, dice Jehová. Y despertó Jehová el espíritu de Ishtobel, hijo de Zalatiel, gobernador de Judá, el espíritu de Josué, hijo de Josadat, sumo sacerdote, y el espíritu de todo el resto del pueblo. Y vinieron y trabajaron en la casa de Jehová los ejércitos judíos en el día veinticuatro del mes sexto, en el segundo año del rey Darío. Y si regresamos a Esdras cinco y en el versículo dos, leemos exactamente lo mismo. Leemos la reacción del pueblo después de escuchar las profecías de Ezequiel y Zacarías. Ezra 5.2 dice, Entonces se levantaron sobre el bebé, el hijo de Israel, y Jesús, hijo de Josedag, y comenzaron a reivindicar la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban. Los dos pasajes hablan lo mismo. La palabra fue predicada, el pueblo fue convencido, y ellos empezaron a hacer otra vez la obra. Es decir, respondieron en humildad y obediencia a la Palabra de Dios. Porque como hemos estudiado aquí muchísimas veces, no es suficiente escuchar la Palabra de Dios y después salir de aquí. La única cosa que eso va a hacer es endurecerte más. Es escuchar la Palabra y después responder a la Palabra en humildad y en obediencia. En segundo lugar, en este pasaje, podemos ver que Dios usa su Palabra para fortalecernos, primero para convencernos, y es lo primero. Si Dios no te convence de tus pecados, no puedes ser fortalecido, que va en orden. Primero convencido, después Él usa su Palabra para fortalecernos. Fíjense que en estos versículos enéditas, Los profetas no solamente profetizaron una vez, llamando al pueblo al arrepentimiento, y después salieron a un lugar y después abandonaron al pueblo. No. Leemos aquí en el 3.5 y en el versículo 2. Entonces levantaron su bebé, el hijo de Sarantiel, y Jesús, hijo de Josanac, y comenzaron a reedificar la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y con ellos los profetas de Dios que les ayudaban. Fíjense, los profetas llegaron, predicaron fuertemente, el pueblo respondió, empezaron a construir otra vez, y con ellos, los mismos predicadores. Es decir, a veces los que predican la Palabra de Dios tienen que hacerlo con mucha fuerza, con mucho poder, muy directamente, con autoridad. Pero si el pueblo responde, esos predicadores van a estar a su lado. trabajando con ellos. Así soy yo también, hermanos, o por lo menos intento. Yo voy a predicar la Palabra de Dios sin temor. Yo voy a predicarles, así dice Jehová. Voy a ser directo, voy a ser franco, no voy a dar vueltas sin decir lo que tengo que decir. Ustedes que me conocen, así soy. Pero también les prometo, hermanos, les prometo una cosa. Si responden, si ustedes responden en humildad y obediencia a Dios, si regresan a Dios, si ponen a Dios en primer lugar otra vez en sus vidas, voy a estar a su lado. Les prometo. Voy a estar a su lado trabajando con ustedes. Cuando no nos arrepentimos en verdad, de nuestro pecado. Aún cuando confrontados con el Espíritu Santo y la Palabra de Dios, la vida es un desastre, porque hay culpa, hay convicción, y el pastor está presionándote mucho. ¿Dónde estás? ¿Qué estás haciendo? ¿Por qué eso? ¿Por qué eso? Y la verdad es, no, ya, ya no quiero más. Pues sí, voy a presionarte muchísimo y hablarte mucho de tu pecado si no te arrepientes. Y tampoco pido perdón por eso, porque es mi responsabilidad. Por otra vez, cuando se arrepienten en verdad y muestran frutos dignos de arrepentimiento, como leemos en Mateo y Lucas 3, hay perdón. Hay perdón por tus pecados. Hay misericordia por tus pecados, de parte de Dios, de parte de mí y de parte de esta Iglesia. La razón por la cual tenemos tantos choques, yo y algunos de ustedes, es porque no quieren responder la Palabra de Dios. Ustedes resisten, resisten y resisten, resisten la Palabra de Dios y después tenemos choques constantes. Eso va a continuar hasta que se humillen, hasta que pongan a Dios en primer lugar otra vez. Pero cuando se arrepienten, podemos trabajar juntos. y después vemos si regresamos a Ajeo muy rápidamente, también Ajeo animó al pueblo, los predico muy fuertemente, después dice que trabajó con ellos y también vemos de su ánimo, en Ajeo 1.14 dicen 13 Ajeo dio la Palabra de Dios cuando Dios dijo yo estoy con vosotros dice Jehová capítulo 2 y 5 4 4 y 5 pues ahora sobre él esfuérzate dice Jehová esfuérzate también Josué hijo de Josedac sumo sacerdote y cobrar ánimo pueblo toda la tierra dice Jehová y trabajar Porque yo estoy con vosotros, dice Jehová a los ejércitos, según el pacto que hice con vosotros cuando salisteis de Egipto. Así mi Espíritu estará en medio de vosotros. No temáis. Y también cuando predico, predico el pecado, predico la convicción del pecado, pero también predico de Cristo y la gracia y el perdón que hay en Cristo. Lo que pasa es que hay algunas personas que nada más se enfocan en lo que digo es su pecado y no están pensando y no están enfocándose cuando llegamos al final a la gracia. No ponen tensión. Pero si hay gracia para todos, nunca lo he negado. Pero cuando veo a personas, cuando veo ovejas desviándose, desviándose, desviándose, no quiero regresar al redil. ¿Qué voy a predicar más fuertemente? Están en pecado, regresen a Dios. No podemos aplicar la gracia hasta que ustedes entiendan cuán fuerte es su pecado. Sería terrible para mí. Gracias, gracias, gracias, gracias, gracias, gracias. Y no hablar del pecado, porque no van a entender qué es la gracia hasta que entiendan qué es el pecado. Y todavía no estamos en el punto de entender eso. No hemos llegado a entender cuán blasfemos el pecado en contra de Dios. Pensamos que es ligero. Ah, me arrepentí. Ya, vamos, ya, estamos bien. Tu pecado colgó a Cristo en la cruz. ¿Qué hace que entiendes eso? No vas a entender cuán gran es la gracia de Dios que sobreabunda sobre tu pecado. Ustedes saben, desde hace cinco años, cuando prediqué el libro de Ajeo, ha sido mi enfoque en las prioridades. ¿Pues saben por qué sigo predicando eso? Porque no hemos cambiado. Por un rato. ¿Vamos bien por un rato? ¿Vengan pruebas? No, ya no. ¡Me rindo! La vida es difícil. Desde Adán y su primer pecado. El problema es que tengo muchos mensajes en mi mente que quiero predicar ahora. Estoy en muchos lados. Para no extendernos tanto. El ánimo más grande que vemos que Dios mandó en este pasaje es cuando regresamos al capítulo 6. Y en este recinto vemos que los gobernadores de esta parte mandó carta a Darío para preguntarle, ¿en verdad esos judíos pueden estar aquí? ¿Tienen permiso para construir? Y ya leímos la carta en el capítulo 6, y qué impresionante era, ¿verdad? Darío no solamente dijo, sí, he encontrado el permiso, también dijo, ustedes de la hacienda, del dinero que ustedes tienen, dan a ellos lo que necesitan, cada día. para que puedan ser sacrificios, para que, como el rey, para que oren por mí y mis hijos. Ya vemos el motivo equivocado, por supuesto. Pues Dios respondió increíblemente otra vez, mostrando su soberanía. Dios aquí otra vez cambió el corazón de un rey pagano. para cumplir su voluntad con su pueblo. Sus pueblos, leo otra vez, no tenemos tiempo ahora, pero ustedes pueden leer otra vez esta carta, es increíble cómo Dios respondió precisamente a lo que su pueblo necesitaba en ese momento. Y vemos en el versículo 13 que esos gobernadores obedecieron y se hicieron puntualmente según el Rey de Dios había ordenado. Dios fortaleció a su pueblo después de convencer de su pecado. Enfatizo hermanos, primero es convicción de pecado. Sin este primer paso no hay fortaleza, no hay ánimo. Pero Dios, después de convencernos, después de vernos arrepentirnos y regresar a Él, nos fortalece siempre, nos anima siempre. Es una promesa de Dios. No todo es fácil, pero Dios siempre está con nosotros. Cuando vemos en el capítulo 5, los ojos de Dios estaban sobre ellos, y los ojos de Dios están sobre nosotros también. Eso no ha cambiado. Dios está con nosotros. Y finalmente vemos que Dios usa su palabra para bendecirnos espiritualmente. Aquí nada más voy a resumir en el capítulo 6, reciclos 14 a 22, lo que vemos que terminar la obra, dedicarle el templo, ¿cómo? ¿con tristeza, con lágrimas? No, esta vez con mucho gozo. Versículo 16. Hicieron la dedicación a esta casa de Dios con gozo. Versículo 22. Celebraron con regocijo la fiesta solemne de los padres y labradores siete días, por cuanto Jehová los había alegrado y había vuelto el corazón del rey de Siria hacia ellos para fortalecer sus manos en la obra de casa de Dios, del Dios Israel. Tenemos que ver el proceso. Primero es convicción. Primero es ser confrontados con la Palabra de Dios. Después Dios nos fortalece. Y después Dios nos da gozo. Nos da alegría. Supongo que nadie salga de aquí pensando que estar hablando de siempre estar tristes y en culpa. No es eso. Pero tenemos que ir en orden. Queremos el gozo. Queremos regocijarnos en la salvación. Pero no podemos hacer eso si brincamos los primeros dos pasos. Es primero la convicción, después el fortalecimiento, y al final, Dios te va a llenar con gozo otra vez. ¿Tú ya quieres el gozo de antes? ¿Quieres alegrarte de tu salvación como antes? Sólo tienes una manera. Regresa a la Palabra, ser convencido de tus pecados, y regresa a Dios. Y cuando lo hagas, es una promesa. Dios te va a dar otra vez el gozo de tu salvación. Va a alegrar tu corazón. Pero si nada más buscas alegría y gozo en otras cosas, nunca vas a encontrarla. Hemos visto muchas veces, ¿verdad? Buscamos gozo en la vida, buscamos felicidad en la vida. No hay nadie que vive en este mundo que no está buscando felicidad. ¡Queremos estar felices! Pero ¿en dónde buscamos? ¿En lugares en los que buscamos? En relaciones, en trabajo, en la escuela, en lo que sea. y nunca vas a encontrar felicidad, ni gozo, ni contentamiento en otras cosas que no sean Dios. Nunca. Ustedes que son jóvenes no creen eso todavía. Todavía están experimentando muchas cosas, ¿verdad? Nosotros que somos un poquito más maduros, algunos viejitos, pueden sentir la experiencia. No vas a encontrar felicidad, ni gozo, ni alegría en ningún lugar fuera de Dios. Pero necesitamos entender la suma importancia de la Palabra de Dios cuando regresamos a Él. Aquí vemos los profetas predicaron mensajes fuertes. Primero predicaron el arrepentimiento del pecado, y sobre todo después predicaron el ánimo y ser fortalecidos en Dios. Eso es lo que yo he intentado hacer también. Es que ese tema es tan extenso. Podíamos estar aquí semanas estudiando eso. No digo nada lo que digo por frustración o por enojo. Es tristeza. Yo he luchado mucho con la frustración aquí. Ustedes lo saben. Ya no tanto. No me frustra tanto como me da muchísima tristeza. Ver a personas que saben mejor buscar felicidad en otras cosas y otras personas y no encontrarla y salir peor. Me da muchísima tristeza ver a nuestra iglesia que sabe mejor, que sabe exactamente qué hacer y no querer hacer los cambios hoy. Más adelante. Cuando ya tengo mi trabajo fijo, cuando eso, cuando eso, ¿Qué ha pasado para uno de ustedes seis años con esas excusas? ¿Ha funcionado? ¿Han funcionado? ¿Por qué siguen en la misma excusa y creen que no ha funcionado? ¿Hasta cuándo vas a regresar a Dios, hermano? ¿Hasta cuándo vas a regresar a Dios, hermano? Adulto, joven. ¿Hasta cuándo? ¿Qué estás esperando? Hoy es el día. Para otra vez poner a Dios en primer lugar en tu vida. No en segundo lugar. No en tercer lugar. En primer lugar en todo. Y después, si lo hagan, voy a estar con ustedes. Dios va a fortalecernos y Dios va a darnos gozo. Pero solamente si regresamos a Él por medio de Su Palabra. Vamos a orar. Nuestro Padre, Tú sabes que a veces necesitamos mensajes muy fuertes. Por eso nos has dado Tu Palabra que está llena de mandamientos fuertes, de cosas fuertes y también llena de ánimo y de ayuda. Tú sabes que ese es el mensaje que más necesitamos en nuestra Iglesia en este año 2018. Es que queremos admitirte que sí tenemos el deseo de seguirte. Sí queremos obedecerte. No queremos rebelarnos en contra de Ti constantemente. Examinanos, Señor, para ver si es la verdad o no. Pero ahora, Señor, lo que necesitamos más de Ti es Tu poder, no en cuanto a las intenciones, sino en cuanto al cumplimiento. Ahora, Señor, necesitamos Tu ayuda para dejar de pensar en lo que vamos a hacer y dejar de decir lo que vamos a hacer y ayudarnos a hacerlo te pedimos que tu palabra nos convenza que nos haya convencido hoy que nos cambies Señor te pedimos por tu fortaleza porque no podemos hacer eso nosotros mismos necesitamos a ti, necesitamos a tus siervos, necesitamos tu palabra Te pedimos Señor que tú restauras a nosotros el gozo de su salvación, que es solamente posible cuando ya no estamos andando en pecado. Ayúdanos a ponerte en primer lugar, no tanto para que la iglesia crezca, sino para que otra vez podamos regocijarnos en ti. Convéncenos, fortalécenos, anímanos te pedimos. En el nombre de Cristo. Amén.
Regresando a Dios por medio de Su Palabra
Series Estudio de Esdras
Dios usa Su Palabra, y específicamente la predicación de Su Palabra, para que regresemos a Él.
I. Dios usa Su Palabra para convencernos- vs. 1-2
II. Dios usa Su Palabra para fortalecernos- vs. 2b-17; 6:1-13
III. Dios usa Su Palabra para bendecirnos espiritualmente- vs. 6:14-22
Sermon ID | 826182139232 |
Duration | 45:02 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Ezra 5:1 |
Language | Spanish |
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