
00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versículos 1 al 3. Este es un tema, hermanos, importante para todos nosotros, porque sin santidad nadie verá al Señor. Eso es lo que enseña la palabra de Dios. Nosotros tenemos que buscar la santidad, buscar la santidad. y que Dios nos permita poder tomar estos principios y aplicarlos en nuestro corazón. Primera de Tesalonicenses, capítulo 4, versículos 1 al 3. Nos dice la palabra. Por lo demás, hermanos, os rogamos pues y os exhortamos en el Señor Jesús que como habéis recibido de nosotros instrucciones acerca de la manera en que debéis andar y agradar a Dios como de hecho ya andáis así abundéis en ello más y más pues sabéis qué preceptos os dimos por autoridad del Señor Jesús porque esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación, es decir, que os abstengáis de inmoralidad sexual, que cada uno de vosotros sepa cómo poseer su propio vaso en santificación y honor, no en pasión de concupiscencia. como los gentiles que no conocen a Dios. Amén. Vamos, hermanos, a orar. Padre, una vez más clamamos, danos sabiduría y entendimiento para que ahora, al pensar, al meditar en tu palabra, cada uno de nosotros crezca, se fortalezca y ande en tu temor. Bendícenos, lávanos con aquella sangre preciosa que vino a salvarnos y a limpiarnos de toda maldad. Es en el nombre de Jesús que te lo pedimos. Amén. La naturaleza de la santidad. Nosotros hemos estado diciendo, hermanos, que para el hombre es posible ser santo. La pregunta es cómo. Y la Biblia responde. en Juan capítulo 15, versículo 5, que vuestra santidad es el fruto de tu relación con Cristo. El hombre, la mujer que cree en Cristo, Dios le ha hecho un hombre, una mujer santa. Dios le ha perdonado su pecado. Dios le ha guiado a una fuente, la sangre de Cristo, que limpia de toda maldad. Es decir que la base de nuestra santidad es el arrepentimiento y la fe en Jesucristo. Ahora, Cristo logró esta santidad porque Él era santo o es santo y porque Él también entregó su vida por nuestros pecados. Esa santidad tiene un fundamento. El fundamento es su sacrificio. El fundamento es su obra, su entrega, su propia vida santa. Y nosotros hemos estado viendo, hermanos, que a partir de Cristo, a partir de que creemos en Él, a partir de que Él nos perdonó nuestros pecados, ya, oiga bien, ya somos un pueblo de hombres y mujeres santos. Empieza por ahí. Ahí nace. Cuando uno ya ha recibido ese don a Cristo para hacerme santo, ahora Dios me ordena, como usted lo ve aquí, y me dice cuál es su voluntad. Su voluntad, versículo 3, es vuestra santificación. Y Él repite en otro pasaje, sed santo Porque yo soy santo, la razón De que yo debo de ser santo y Que debo de buscar la santidad Es porque Dios es santo, pero también Porque Él me ha hecho santo, ahora yo Puedo buscar la santidad, puedo agradar A Dios porque Él ha hecho todo Lo necesario, Él ha preparado todo para mí Y eso es lo que hemos estado hablando en estos últimos mensajes. Hemos estado viendo, hermanos, que la santidad es evidente. Se puede ver. La santidad es una práctica. Ya que el Espíritu Santo me ha hecho santo, ya que al Hijo me ha hecho santo, ahora yo tengo que practicar, actuar, andar, vivir en santidad. Ya no es un deseo como un sueño. Ay, yo tuve un sueño. Yo me levanté hoy y soñé un sueño más bonito, que yo era un ángel y volaba así en el aire. Ya no es un sueño. Ahora es una realidad. A través de la fe en Cristo, el hombre o la mujer pecadora es hecho santo por el sacrificio del Señor Jesucristo. Eso es importante partir de allí. Ahora la santidad. Ahora la santidad es una práctica continua en nuestra vida, es una realidad en nuestra vida. Y también vimos el mensaje anterior que es una responsabilidad. Ahora el creyente es responsable de andar en santidad. Él no tiene que ser salvo por su propia fuerza. Cristo le salvó, pero ahora se nos manda crecer, crecer en la gracia, como le dijo Pedro a la iglesia en la dispersión. En Segunda de Pedro 3.18 Antes bien crecer en la gracia Y el conocimiento de Nuestro Señor y Salvador Jesucristo Ahora es mi responsabilidad Crecer, tengo yo que estar ocupado Trabajando con las herramientas Con la Palabra de Dios en la oración humillándome en ayuno, pidiendo perdón a Dios cada vez que peco. Tengo que estar luchando con mi pecado, poniéndole un freno al pecado en mi vida. Ya yo no ando como andaba anteriormente. Ah, míralo ahí. Di que es cristiano. Ah, sí, ese era el ladrón. Sí. Y muchos de nosotros, lamentablemente, llevamos unos motes o apodos fruto de nuestra vieja vida. Pero esa vieja vida murió. Ahora yo soy un hombre nuevo. Esa vieja vida se murió y ahora soy una nueva criatura. Ahora tengo un nombre nuevo dado por Dios. Y ahora yo estoy ocupado, muy ocupado en mis responsabilidades. ¿Y cuáles son tus responsabilidades? Ser un hombre santo, ser como Cristo. Ser una mujer santa, diría la sierva de Dios. Y nos quedamos en ese punto. Tenemos una responsabilidad. Esa responsabilidad nos va a traer conflictos. Porque estamos en un mundo pecador. Y cuando alguien viene y dice una mala palabra, ellos creen que yo me voy a reír. Y yo me quedo muy serio. Y hasta lo miro de lado. ¿Qué es lo que tú estás diciendo? Ven acá. Yo no participo de tu maldad, eso está mal. Querido hermano, ahora tenemos una lucha, no solamente con el exterior, sino en el interior, en el corazón, porque este corazón se inclina a lo malo. Y los malos pensamientos no salen de la película, salen de mi mente y de mi corazón. Y yo lucho con esos pensamientos para llevarlo a Cristo. Y el día que quiero matar a alguien, digo, no, no matarás. Así está escrito. porque el corazón y la mente están dañados por el pecado. Pero ahora, como decía Pablo, miserable de mí, Romano 7, ¿quién me librará de este cuerpo de muerte? Y luego dice, gracias, doy a Dios por Jesucristo. Mira, es una frase dura. Primero lo del cuerpo de muerte. por la lucha con el pecado remanente en su corazón, pero también por Jesucristo. Gracias. Gracias. Qué alivio tener a Cristo. Hermanos, en 1 Tessinolicenses capítulo 4, versículo 3. Ahora continúo. Eso fue lo que vimos la semana pasada. Ahora continúo diciendo lo siguiente, hermanos, la voluntad de Dios, lo que le agrada a Dios es que seamos santos. A Dios le agrada la santidad. A Dios le agrada. Versículo 3 Porque esta es la voluntad de Dios. Esta es la voluntad de Dios, vuestra santificación. La Biblia nos enseña claramente que las acciones santas de hombres santificados, aunque sean imperfectas, aunque sean débiles, agradan a Dios, agradan a Dios. Hebreos 3.16 dice, de tal sacrificio se agrada a Dios. ¿Cuál es el sacrificio? Los sacrificios de aquellos que le aman. ¿Usted ha visto a un niño que agarra una matita de la calle y se la lleva a su mamá? Y es una mata del piso, sucia Pero el niño la tomó del piso Y con mucho amor se la lleva a su mami Y su mami ve esa mata Como un ramo de flores, hermoso ¡Ay mi hijo, mi hija, gracias! ¡Qué hermoso, qué bello! Así es como Dios ve nuestra débil adoración, nuestro débil servicio, nuestro frágil trato. Vamos a Dios clamando en un momento perdóname por la mentira, perdóname por mi orgullo y en otro momento también le damos gracias por su bondad y su compasión, le llevamos alabanza y también un corazón contrito. Dios recibe eso porque a Dios le agrada. Dios quiere eso de sus hijos Obedeced a vuestros padres en todo Porque esto agrada al Señor Colosenses 3.20 Miren como Dios, miren lo que Dios dice Eso me agrada Colosenses 3.20 Obedeced a vuestros padres Porque esto agrada al Señor Colosenses 3.20. Hacemos las cosas que son agradables delante de Él. Primera de Juan 3.22. Hacemos las cosas que le agradan a quién? Al Padre. Hermano, ¿no es eso vivir en santidad? Vivir en santidad es hacer las cosas que le agradan al Padre. ¿Y cómo yo sé cuáles son las cosas que agradan al Padre? Mira sus mandamientos. ¿Qué le ha dicho? Ama a tu prójimo o mátalo. ¿Qué le ha dicho? Ama a tu prójimo. Entonces, ama al prójimo. Estás agradando a Dios. Con debilidad, con flaqueza, sí, pero ama al prójimo. Haz lo que el Señor te está diciendo que haga. Porque eso es vivir en santidad. Vivir para la gloria de Dios es vivir en santidad. Vivir haciendo las cosas, tomando en cuenta a Dios, hasta en el vestir, pensar, esto le agrada a Dios. Dios sabe sentir contento como yo estoy actuando, como yo estoy pensando, como yo estoy vistiendo, como yo estoy tratando a mi prójimo. Agrada a Dios. Nunca olvidemos esto, porque es una doctrina muy reconfortante, consoladora. Vivir en santidad, hermanos, es vivir agradando al que te ama, al que ama tu alma, al que te cuida, al que te añoña. Cuando yo me levanto y mi esposa me prepara ese cafecito, que bien me siento, me están añoñando mi cafecito ahí. Entonces, ¿qué yo hago? La ñoño más, a ella, para que ella se sienta agradecida. Y para que el cafecito se inverte ahí. Algo hay que hacer para que la gente se sienta motivada. Hermano, Dios se goza en cada acto de amor y de bondad y misericordia que tú realizas. Eso es un motivador para vivir haciendo más, más. Nunca olvidemos eso. Como un Padre se complace de nosotros y de nuestro esfuerzo, nuestro deseo de complacerlo, Él se agrada de eso. Amado hermano, cada esfuerzo agrada a tu Padre, agrada a tu Padre. Vive en santidad porque eso agrada a tu Padre. Pero quiero continuar con otro punto. Yo diría mi punto dos en este momento, pero realmente es el punto número nueve. La santificación es algo que será indispensable como testigo de nuestro carácter en el día del juicio. ¿Sabes por qué tú tienes que ser santo? Porque en el día del juicio van a separar unos a la derecha y otros a la izquierda. El arroz, el trigo a la derecha. la cizaña, la hierba mala a la izquierda. Y va a ser un juicio por obras. Vaya conmigo a Segunda de Corintios, capítulo 5, versículo 10. Segunda de Corintios 5, versículo 10. Porque todos nosotros debemos comparecer ante el tribunal de Cristo, para que cada uno sea recompensado por sus hechos, estando en el cuerpo, de acuerdo con lo que hizo, sea bueno o sea malo. Vamos a ser recompensado por lo malo. ¿Cómo? Con juicio. Vamos a ser recompensado con lo bueno, por lo bueno. ¿Con qué? Con la dicha de la bienaventuranza. Será completamente inútil argumentar que creemos en Cristo cuando no hay evidencias. Cuando no hay evidencia, obras de amor y servicio. Ay, yo a mamá, yo amo a mi madre, pero tú la dejas morir de hambre. ¿Qué amor es ese? Ay, yo amo a mis hijos, pero la comida se pudre y tú no la cocinas. ¿Qué amor es ese? A menos que nuestra fe haya tenido algún efecto santificador, a menos que nuestra fe esté adornada por todo ese sacrificio, obras de amor que usted y yo hagamos, mire, realmente no hay fe. Si no hay ese amor y servicio es porque nunca hubo fe. Nunca lo hubo. ¡Ay! Él es cristiano, sí, pero él es desobediente y necio. ¡Ay! Pues entonces, tal vez no sea cristiano. Las evidencias, va a decir, evidencias, evidencias. Será lo requerido ante el gran trono blanco En el tribunal de Dios Cuando se abran los libros Cuando los sepulcros entreguen a sus muertos Cuando el mar entregue a sus muertos El fuego entregue a sus muertos Todos entregarán a los muertos Sin alguna evidencia de tu fe Eso no va a ir a favor tuyo sino en contra Si no hay evidencia de que tú realmente eres un hijo de Dios, mire como dice Juan 5, 29. Y saldrán los que hicieron lo bueno a resurrección de vida y los que practicaron lo malo a resurrección de juicio. Nadie se va a quedar cotado en su tumba. Es todo el mundo que va a resucitar, hermano. ¡Ay no, que solamente los cristianos en victoria nos vamos a levantar! No, no, no te sorprendas porque se va a levantar todo el mundo. Hitler se va a levantar. Mussolini se va a levantar. Dante se va a levantar. Cada uno de nosotros se va a levantar, como dice Juan capítulo 5, 29. Lo que hicieron lo bueno, a resurrección de vida. Ahí está el pago. Resurrección de vida. Lo malo, a resurrección de condenación y juicio. Apocalipsis 20, 13. Y el mar entregó los muertos que estaban en él. Y la muerte y el ave se entregaron a los muertos que estaban en ellos. Y fueron juzgados cada uno según sus obras. Mano, cada uno según sus obras fueron juzgados. El juicio es un juicio por obras. La salvación es una salvación por fe. Pero el juicio es un juicio por lo que tú hiciste. Y tú no vas a poder decir que no. Ay, yo tuve mucho problema. Sí, pero tú eres un hombre joven. ¿Por qué tú no honraste a tus padres? ¿Por qué no lo honraste? En el día del juicio no habrá excusa. Pero yo soy cristiano. ¿Dónde están las evidencias? ¿Y van a llamar a los padres? ¿Hay evidencia de que tu hijo es realmente cristiano? ¡Uh! ¿No ves esa cara? Eso era más malo que el gas morado. Malo. No, no era cristiano. Y algunos, ay, sí, él era bueno, pero él no me atendía, pero él era bueno. Eso no es evidencia. ¿Fuiste tú un trabajador diligente o fuiste un perezoso? Bueno. Hay evidencia. ¿Dónde está la evidencia? de tu trabajo diligente y esforzado. ¿Dónde está la evidencia de que tú fuiste un esposo que amaste a tu esposa como Cristo, amó a la iglesia? ¿Dónde está la evidencia? ¿Cuáles son las evidencias de que tú eres una mujer que te guardaste en santidad y que vives en santidad? ¿Cuáles son las evidencias? Bueno, todo el mundo vivía con su novio. ¿Qué dicen las Escrituras? ¿Cómo se llama eso? ¿Fornicación? No es la fornicación la evidencia de que tú eres cristiano, es la evidencia de que tú eres un impío. Entonces, las evidencias, hermanos, serán o nuestra condena o nuestra seguridad de que estamos en la fe. Por eso la santidad aquí es muy importante. Si tú no tienes evidencia en tu propia vida ahorita mismo que tú eres cristiano, tal vez no lo seas. Entonces no te engañes con el jueguito de Dios te bendiga, Dios te bendiga, Dios te bendiga, hermana Reina, hermana Carolina. No te engañes con eso. Si no hay evidencia de tu fe porque vives una vida de pecado, entonces no eres un hijo de Dios. ¿Qué necesitas? Arrepentirte, ser un hijo de Dios, convertirte de tus pecados. Y esto, hermano, es importante porque la palabra de Dios se predica para que cada uno de nosotros se vea como un espejo. Cuando yo voy al espejo, yo miro mi imagen. Veo que estoy despeinado. Tengo una herida ahí. Tengo algo raro en la cara. Estoy mal vestido. El espejo me muestra mi imagen, ¿verdad? Y tú vas al espejo para verte, para ver si estás bien. Oye, no, no estoy bien. Tengo ojeras. Tengo... estoy mal. Me tengo que ir a un baño. Me tengo que limpiar. Mano, la palabra de Dios es un espejo. Y si la palabra de Dios, tú ves, que ella te acuse y te señala tu pecado no te quedes mal, no te quedes con el pecado que es evidente Dios lo muestra para que te arrepientas porque Él no quiere que el impío se pierda Él no quiere la muerte del que muere Él quiere que el impío, que el inconverso, se arrepienta. Pero si tú ves tu imagen y te ves feo y mal, ah, no me importa, y te vas así. Y la gente dice, pero mire este loco cómo anda vestido. Salió sin ropa. Hay gente que salen así porque no se miraron. Personas que salen rápido y se les olvidó ponerse el pantalón. Salió tan rápido que se le olvidó de desayunarse. Salió tan rápido que en el... A veces te ves mujeres en el carro manejando, yo lo he visto, es una cosa sorprendente, con un pan en la mano, con el pintalabia en otro, y manejando con el codo. Yo dije, pero ¿y cómo esa mujer lo hace? ¿Se va a matar? Pues parándose en el semáforo, Feinándose, maquillándose en el vehículo. No le dio tiempo. Hermanos, nosotros no podemos tomar esto como un juego. Dios nos da esa imagen para que no salgamos descompuestos, para que no salgamos feos, para que no nos caiga el juicio. Dios nos muestra nuestro pecado, nos muestra nuestra debilidad. Hermanos, es para que nosotros vayamos a él en arrepentimiento. Si usted olvida quién es, ve la imagen y se ve mal, y lo olvida y se va, hermano, en el día del juicio no habrá pero que vale. Que tuve cuatro hijos, que estaba con el WhatsApp, que el Facebook, que el marido, que tenía tantas cosas, Dios, que no tenía tiempo para ti. Todo eso es nada. Sin evidencias, no hay santidad. Sin evidencias de una vida santa, de una práctica en el temor a Dios. Hermano, realmente no hay vida. No hay vida. Y este es un tema que yo he examinado y me he examinado, porque hay tantas áreas en la vida de uno que uno no las ve. Necesita tratarla. Sin esa evidencia, hermano, usted muere y se va directo al infierno. porque sin santidad nadie va a ver a Dios. Por eso, ¿cómo te revela, cómo te muestra la Palabra de Dios? ¿Cómo tú te ves en la Palabra? ¿Te acusa? ¿Señala tu pecado? ¿La Palabra de Dios te pone a pensar, a razonar seriamente? Toma eso con seriedad. y busca al Señor con seriedad, porque el tiempo del hombre en esta tierra es corto, muy corto. Vamos, hermanos, a ver un último punto en este sentido. La santificación, hermanos, así como es indispensable para el día del juicio, La santificación nos prepara para el Cielo. ¿Sabe cómo es el Cielo? El Cielo es santo. Santo. Así es el Cielo. Y nada inmundo entra en el Cielo. Allí no hay un solo pecador que no sea un pecador arrepentido y lavado con la sangre de Cristo. Mira lo que dice Juan 17, 24. Juan 17-24 Padre, quiero que los que me has dado Estén también conmigo, donde yo estoy Para que vean mi gloria, la gloria que me has dado Porque me has amado desde antes De la fundación del mundo La oración, la petición de Jesús Es donde yo voy a estar Yo quiero que los que me has dado estén ¿Dónde está Jesús? está en el cielo, a la derecha, a la diestra del trono de Dios. ¿Y dónde va a estar su iglesia, hermano, con Jesús en el cielo? Es ahí, César, tenesito aquí. Es ahí. La santidad nos prepara para ir al cielo. Y a mí me encanta ver cómo Hebreos lo describe. Es muy gráfico. Hablaba de Abraham y decía que él era un peregrino que iba caminando en la tierra hacia una ciudad. No era la ciudad de donde él había salido. Él olvidó esa ciudad. Ur de los Caldeos lo olvidó. Él iba hacia otra ciudad. con las promesas debajo de su brazo toda esa promesa de la palabra de las bendiciones que Dios le había prometido ahí con su carta de amor porque esa fue la invitación que Dios le hizo y él la recibió hermano y la biblia en hebreos capítulo 11 y capítulo 12 habla de Dios diciendo Dios no sea vergüenza de llamarse Dios de ellos Dios no sea vergüenza, son hombres y mujeres de fe. Que andan por este mundo como peregrinos. Somos peregrinos, hermanos, que vamos pasajeros por esta tierra y Dios nos está preparando, ¿saben qué? En santidad. Por eso ser santo es tan necesario. Nada inmundo entrará en el cielo. Allí disfrutaremos de la gloria de Dios sin pecado. Por eso es que el pecador, sin arrepentimiento, no entrará en el cielo. Porque no tiene la santidad. Cuando le preguntan a usted, al llegar al cielo, ¿Dónde está su pasaporte? ¿Su documentación? ¿Dónde está la carta de invitación? Bueno, yo voy a decir, bueno, la carta de invitación fue Cristo, y yo la recibí. La carta de invitación al Cielo, el Señor Jesucristo y Él me limpió de mi pecado y yo le recibí en mi vida, Él es mi Salvador y Señor. Todo creyente ya tiene su invitación sellada y lista y está sellado por el Espíritu Santo. Mano, ya yo puedo entrar al Cielo. No es por lo bueno que soy, porque no soy bueno. sino porque he confesado mi pecado y he creído en Cristo. Dios me prepara, Dios me santifica, Dios me amonesta. No, no, no, no me hagas eso. Vamos a ponerlo de esta manera. Deja eso. Deja de vivir impiamente y ahora vuélvete al Señor. Ahora vamos a trabajar con ese carácter que usted explota demasiado rápido y se necesita paciencia. Para llegar al cielo, mi amigo, necesitas paciencia. El espíritu suyo es el que se enciende rápido y explota rápido. Satanás te va a usar a ti de mala manera. Así que vamos a crecer en paciencia. Y el Señor entonces le pone su buena pesa. Vamos a trabajar con la paciencia. Vamos a trabajar con el dominio propio. Usted no tiene dominio propio en la boca, en los ojos, en las manos, en los pies. Usted actúa sin pensar. Vamos a trabajar con el dominio propio. Que en esta batalla, los que no tienen dominio propio, fácilmente que Satanás los hace añicos, los destruye. Esto es una batalla. Vamos como peregrinos, pero vamos como peregrinos. en un terreno de enemigos. Hay que pasar por una ciudad, oiga bien, oiga cómo se llama, se llama la fiesta de la vanidad. Entonces la fiesta de la vanidad, hay vino, hay alegría, hay joya, hay gozo, hay de todo. y el que no tenga dominio propio y el que no tenga su corazón puesto en el cielo fácilmente que será engañado y arrastrado a la feria de la vanidad. Hay tantos peligros en esta tierra, tantos, que realmente como peregrinos Vamos vestidos con la armadura de Dios, porque nos salen al encuentro para destruirnos. Amado hermano, ¿desea ser un hombre santo o una mujer santa? Hermana, ¿desea ser una mujer santa? Hermano, ¿un hombre santo? Evalúa tu vida, no te excuses echando La culpa a tu esposa, a tus hijos, a los problemas De la vida, al mundo, pregúntate ¿Estás unido a Cristo? ¿Es Cristo tu Salvador y Señor? ¿Has entregado tu vida a Jesús? Porque allí empieza la santidad, allí nace la santidad, allí crece la santidad, en Cristo, en su sacrificio por nuestros pecados. Ahora te pregunto, en segundo lugar, ¿puedes ver frutos en tu vida? ¿Puedes tú mismo ver frutos en ti mismo? ¿Tú te congregas? como Dios manda en el cuarto mandamiento. Tú honras a tu padre y a tu madre como Dios manda en el quinto mandamiento. Tú no codicias, no robas. Tú honras a Dios. Tú adoras a Dios únicamente y no a las imágenes. Es decir, hay cosas en las que yo puedo evaluarme. La palabra de Dios está allí para que nos evaluemos. para que nos examinemos, para que veamos si andamos mal o bien. Y si andamos mal, mi hermano, ayúdame. Pastor, ayúdame. Vamos a orar por esta situación. Ayúdame a yo tratar con esta situación. ¿Qué debo de hacer en este punto? ¿Cómo puedo orar por esto? ¿Qué puedo aprender de esto? Es decir, que Dios nos ha dejado herramientas para que nosotros las apliquemos a nuestra vida. Amado hermano, ¿hay evidencias en tu vida? Mi hermano, Dios no le pedirá cuenta a tu esposa por tu obediencia. Niños, jóvenes, Dios no le pedirá cuenta a tus padres por tu obediencia. Te va a pedir cuenta a ti. ¿Qué significa eso? Que Dios no va a llamar a Dante, sino que va a llamar a Aniel, a Ebeneser. Ebeneser, fuiste obediente a tus padres. Samuel, fuiste obediente a tu madre. César, Lisi, Fernanda. Lo va a llamar personalmente a cada uno. Y tú vas a saber la respuesta. Y Dios también. Y la respuesta será la evidencia de tu juicio o de tu salvación. La respuesta a si tú viviste en santidad porque creíste en Jesucristo y que por eso obedeciste y honraste a tus padres. La respuesta a que si tú fuiste un hijo de Dios y por eso amaste a tu esposa, y la cuidaste y velaste por ella. La respuesta de si tú honraste a tu esposo, porque tú eres un hijo de Dios, una hija de Dios, eso es lo que te va a salvar o te va a condenar, la evidencia. De un árbol muerto no nacen hojas. De un árbol muerto no nacen frutos. De un impío no hay santidad. Por eso es que si ahorita no hay evidencias de arrepentimiento, de perdón de pecados en tu vida, no hay evidencia en tu familia, ni en tu casa, ni donde trabajas, es porque el problema es que en tu corazón no hay un verdadero arrepentimiento. Entonces, no tienes que enfocarte. Ahora tengo que ser bueno. Bueno ahora. Ahora tengo que ayudar a mis padres. ¿Para qué? Ahora tengo que ser un esposo bueno. No. No es por ahí que empieza. Es por tu arrepentimiento. Conviértete. Porque no puedes agradar a Dios sin el perdón de Dios. No puedes agradar a Dios sin Jesucristo. Empieza por decirle a Dios Señor, yo no puedo hacer esto, no puedo hacer aquello porque no te conozco, ayúdame a conocerte, concédeme conocerte, concédeme amarte, concédeme buscarte de corazón Empieza por tu propio corazón, buscando a Dios, entregando tu vida. Y después usted va a ver que va a ser más sencillo y le va a salir más fácil el amar, el cuidar, el atender a los demás. Va a ser más sencillo honrar a tus padres que son tan difíciles, pero en tu corazón habrá gozo y un poder que viene del Espíritu de Dios. ¿Y después qué es lo que te falta? Poder. y el Espíritu de Dios en tu vida. Así que Dios nos permita examinar nuestra vida sin santidad. Nadie verá a Dios. Esa santidad no está lejos. Se recibe a través de la fe en Cristo Jesús. Cree en el Señor Jesucristo y serás un hombre santo. Cree en el Señor Jesucristo y serás una mujer, una mujer santa. Ay, ¿por qué? Porque tú lo eres, Dante. No, yo no soy un hombre santo. Cristo me hizo santo. No, yo no soy un hombre bueno. Cristo me hizo, a los ojos de Dios, bueno. Yo sigo teniendo mi lucha con mi pecado. Y yo voy a dar cuenta delante de Dios. Ahora, tú vas a dar cuenta delante de Dios. Tú vas a dar cuenta por tu pecado. Hay mucha gente que se escuda y dice, ay, pero si eso es José que es cristiano, yo que no soy cristiano no voy a hacer nada. Olvídate de José, olvídate de Rafael, olvídate de Dante. La pregunta eres tú un hijo de Dios. Eres tú una mujer arrepentida. Eres tú un hombre arrepentido. Olvídate de los otros. Porque si mi tío fuera diferente, si mi papá fuera diferente, si yo no hubiera tenido una niñez tan difícil... Óyeme, olvídate de lo pasado. Lo presente, tu vida, es lo que va a definir tu eternidad. Es tú, lo que tú hagas con Jesucristo. Eso es lo que determina lo que te va a suceder ahora y la eternidad. Y yo te pregunto, ¿vas a recibir a Jesucristo? ¿Vas a creer en Jesucristo? ¿Vas a amar a Jesús como tu Señor y Salvador? Si lo amas y lo recibes, Él nunca, nunca te va a dejar. Él nunca se va a olvidar de ti. Él nunca te va a desamparar. Nunca. Así que recibelo, porque Él es tu Salvador y Señor. Vamos a orar. Padre, damos gracias por tu palabra y damos gracias por tu bondad. Ayúdanos a entenderle y a guardarle en el corazón y a aplicar en nuestra vida. Bendícenos a los niños, a los jóvenes. Bendícelos para tu gracia, con tu salvación, con tu bendición. En el nombre de Jesús te lo pedimos. Amén.
La naturaleza de la santidad 02
Series Santidad
La naturaleza de la santidad
Sermon ID | 82223551292142 |
Duration | 42:23 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | 1 Thessalonians 4:1-3 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.