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La semana pasada hablamos acerca de Romanos capítulo 9, los versículos hasta el 24, donde Pablo expone la realidad de la elección en términos del alfarero que puede hacer con la arcilla o con el barro lo que él quiere, y cómo Dios elige de una misma masa de seres humanos pecadores crear vasos de honra para recibir misericordia y desplegar en ellos su gloria y crear de esa misma masa vasos de deshonra sobre los cuales derrama su ira para desplegar su poder. Esa fue la conclusión a la que llegamos la semana pasada y ahora Pablo va a pasar a demostrar estos puntos a partir del del Antiguo Testamento, específicamente el punto último que vimos, que es que estos vasos de honra son vasos que Dios ha llamado no solamente del pueblo de Israel, no solamente de entre los judíos, sino vasos que Él ha llamado de entre los gentiles y hermanos, entre esos vasos estamos nosotros. Dice así, Romanos 9, del 25 al 29, como también en Oseas dice, llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. En el lugar donde se les dijo, vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente. También Isaías clama tocante a Israel, si fuera el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan solo el remanente será salvo. Porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. Y como antes dijo Isaías, si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes. Oremos. Espíritu Santo de Dios, estamos reunidos aquí en tu presencia, habitados por ti. Tú nos has dado la fe, y nos has traído a esta tu casa has producido en nosotros el querer venir a tu iglesia tanto como el hacerlo y en esta iglesia la cual tú has llamado del mundo haces crecer tu palabra la cual tú has inspirado y le das vida y fuerza y la haces práctica y poderosa en las vidas de cada uno de estos hijos que por ti disfrutamos de adopción. Queremos pedirte, Espíritu Santo, que avives una vez más esta palabra en nuestras vidas, que despiertes una fe creciente, firme, constante, y que abras nuestro entendimiento para entender el mensaje que Pablo, inspirado por ti, ha dejado en tu libro. Te lo pedimos en el nombre de Cristo Jesús. Amén. Amén. Este sermón está lleno de citas. Lo que hizo Pablo en esta parte es referenciar varios pasajes del Antiguo Testamento. Entonces, nos vamos a recorrer tanto el versículo del Nuevo Testamento como de dónde viene la cita a que se está refiriendo Pablo, y eso nos va a ayudar a derramar luz sobre el pasaje. El primero, está en Oseas, perdón, capítulo 2, versículo 23. Entonces, Romanos 9, 25 dice, como también en Oseas dice, llamaré pueblo mío al que no era mi pueblo y a la no amada, amada. En Oseas 2.23 dice, y la sembraré para mí en la tierra, y tendré misericordia de lo ruana. Y diré a lo a mí, tú eres pueblo mío. Y él dirá, Dios mío. Bien diferente a la traducción que Pablo utiliza. con referencia al hebreo original, pero vamos a desglosarlo un poco porque en el hebreo no utiliza términos en español directamente, sino que se tradujo en la Reina Valera con términos hebreos, traduciéndolos directamente como trasliteraciones. Entonces, habla de lo ruama y de lo amí. ¿Y quiénes son lo ruama y lo amí? Pablo dice, al que no era mi pueblo, ese es lo a mí en el pasaje de Oseas, que literalmente significa no pueblo. Entonces, lo significa no. Lo a mí significa no pueblo. Entonces, al que no era mi pueblo, llamaré, dice Dios, pueblo mío. O, en el pasaje de Oseas, le dice, tú serás pueblo mío. Y a la no amada, esta es lo ruama. La no amada, lo ruama literalmente significa no misericordia. Entonces, curiosamente, el término en el Antiguo Testamento es misericordia, pero en el Nuevo Testamento Pablo utiliza el término amor. y dice que a la que no era amada o a la que no había recibido misericordia, Dios le va a extender misericordia. Dice tendré misericordia de la que no había recibido misericordia o a la no amada llamaré amada. En el contexto de Oseas, lo que está ocurriendo es que ustedes recuerdan de la historia del pueblo de Israel que llega un punto en el que Israel se parte en dos. Se divide después de Salomón y queda el reino de Judá. y el Reino de Israel, que son 10 tribus rebeldes prácticamente. Y estas 10 tribus rebeldes, tras su separación, empiezan a desarrollar cada vez más infidelidad e impiedad hacia Dios y hacia su pacto, empezando porque fundaron un reino fuera del pacto de Dios que él había establecido con David. Y entonces Israel empieza a comportarse cada vez más como una nación pagana hasta que llega el punto en que Dios la lleva al cautiverio, la exilia, y la esparce de tal manera que Israel, o las 10 tribus de Israel, se vuelve irreconocible. No regresan formalmente a la nación de Israel, como sucede con Judá. Judá es exiliado más adelante por razones muy similares a las de Israel, por haberse comportado como impíos, como paganos. Son exiliados, pero el Señor los trae de vuelta a Jerusalén. Sin embargo, eso no ocurre explícitamente con las 10 tribus de Israel, que habían actuado fuera de la teocracia. Se habían constituido paganos. Eran como extraños para Dios. Eran como extraños. Y estos son a los que Dios les está diciendo son lo ruama. No son amados. No son pueblo. Se comportan de esta manera. Pero a estos, dice, llamaré yo amados. A estos extenderé misericordia. Y la aplicación que está extrayendo Pablo de este pasaje es que, así como las 10 tribus de Israel se comportaban como paganos, realmente no eran una sombra del pueblo de Dios. Más bien, se constituyeron en una sombra de los incrédulos, de los gentiles, de los paganos. Y Pablo dice, así como a ellos, que dejaron de ser pueblo y se comportaron como paganos, los volví a recibir, así a los gentiles. a los que no eran pueblo de Israel, a los que no eran amados por Dios en el sentido especial en que Israel había sido adoptado, a los gentiles de entre las naciones, los llamaré pueblo mío y los llamaré amados y tendré misericordia de ellos. Mis hermanos, esos somos nosotros. Ustedes y yo y todas las personas fuera de Israel, en el mundo gentil desde la perspectiva judía, que han venido al conocimiento de Jesucristo. Nosotros éramos paganos. Nosotros éramos extraños. Nosotros éramos no pueblo. Nosotros éramos no amados. El Señor, sin embargo, nos ha llamado por medio del Evangelio y nos ha hecho suyos. nos ha hecho parte de su pueblo, nos ha llamado a reconocerlo como Dios y a adorarle. De tal manera que como termina diciendo ese pueblo al final de la cita de Oseas, yo les diré a lo a mí, tú eres pueblo mío, y él dirá, Dios mío. Y esa declaración que hoy sale de nuestros labios, El hecho de que ustedes y yo nos reunamos domingo a domingo y vivamos nuestra vida en adoración a este Dios, sólo ocurre porque Dios nos ha llamado Pueblo Suyo. nos ha amado y nos ha adoptado en Su familia. Nos ha llamado a vivir para Él, nos ha reconciliado con Él. Por medio de Cristo Jesús nos ha acercado a Él cuando éramos extraños, cuando éramos enemigos, cuando estábamos lejos de Él. Y no sólo nos acercó, nos hizo familia. Nos hizo familia, objeto especial de Su amor. Somos Suyos y Él es nuestro para siempre. No éramos Su pueblo. Éramos no misericordia, éramos no amados y Dios nos ha mostrado misericordia, nos ha perdonado, nos ha hecho objetos de su favor, Él nos ama. Eso somos nosotros, esa es nuestra identidad. ¿Se entiende usted así? Como alguien que antes sí, no tenía misericordia, pero hoy es una persona sobre la que Dios ha derramado misericordia. Hoy usted es una persona que es objeto del amor de Dios. Hoy usted es una persona que pertenece al pueblo de Dios. Usted es pueblo de Dios, es amado por Dios, y eso es un privilegio enorme. Porque no lo merecíamos, no nos lo ganamos. Pero no solamente es un privilegio, porque el privilegio pone una responsabilidad, y es cierto, como vimos en la confesión, anda delante de mí, sé perfecto, ese es el llamado del pueblo de Dios. Pero encima de eso, y quizá más que eso, es un consuelo enorme saber que hemos entrado a formar parte de este pueblo porque Dios mismo nos ha llamado, y Él no es hombre para arrepentirse, Él no revoca su llamado. nos ha hecho suyos para siempre. Somos su pueblo y somos amados por él. En el versículo 26 continúa diciendo, y en el lugar donde se les dijo, vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente. Esto es una cita de Oseas, capítulo 1, versículo 10, donde dice, con todo, será el número de los hijos de Israel como la arena del mar, que no se puede medir ni contar. Y en el lugar en donde les fue dicho, vosotros no sois pueblo mío, les será dicho, sois hijos del Dios viviente. Es bastante similar a la cita que hace Pablo. Y lo que está señalando es el mismo punto, es la misma idea. Pero aquí se enfoca en el lugar. Dice, en el lugar donde se les dijo. Vosotros no sois pueblo mío. Y debemos preguntar, en el caso de Israel, ¿dónde fue que se les dijo eso? Formando parte del Reino de Israel, pero también fuera, cuando fueron exiliados. El exilio, propiamente, fue una declaración. Ustedes no son pueblo mío. Eso era lo que estaba diciendo, al exiliarlos. Pero en el caso de los paganos, En toda nación, en toda tribu, en todo lugar, en todo pueblo, la afirmación generalizada en torno a la humanidad era, estos no son pueblo mío, porque el pueblo era Israel. El pueblo de Dios era Israel. Los demás, ¿no? No fueron adoptados como pueblo especial de Dios. No fueron objeto de la revelación especial de Dios. No recibieron el pacto especial de Dios. No en el Antiguo Testamento. Aunque Dios siempre había tenido la intención de que Israel fuera un brazo para alcanzar a los gentiles. Sin embargo, no cumplieron muy bien su papel. Y entonces, en todas partes del mundo, fuera de Israel, a todos los seres humanos, fuera de Israel. Era como si se les dijera, ustedes no son pueblo mío, no son pueblo del Dios viviente. Y sin embargo allí, allí dice, en ese mismo lugar donde se les dijo no son pueblo, en ese mismo lugar serán llamados, no pueblo, hijos del Dios Altísimo. ¿Y eso dónde ocurre? ¿Cómo ocurre? Si no en la predicación del Evangelio, alrededor del mundo, la misma predicación que ha llegado a nosotros después de que Jesús dijo, ir y hacer discípulos a todas las naciones. Bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda criatura. El que creyera y fuere bautizado será salvo. Ese fue el mandato de Jesús antes de ascender y sus discípulos escucharon y atendieron e hicieron el trabajo. y llevaron el Evangelio al mundo entero. Y allí, donde nunca se había escuchado el nombre de Dios, donde se comportaban como paganos alejados de Dios, donde no formaban parte de la familia de Dios, allí se escuchó la proclamación de Juan, capítulo 1, versículo 12, más a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios. Todos los creyentes alrededor del mundo entero son declarados, somos declarados hijos de Dios. Nosotros somos fruto de esta labor. A mí me habría encantado hacer como un repaso de toda la historia del Evangelio, desde que salió de Israel en manos de los primeros misioneros, el más famoso de los cuales es Pablo, pero que sabemos que a través de la labor de los primeros discípulos, el Evangelio en los primeros siglos, los primeros 500 siglos, perdón, los primeros 500 años, solamente cubrió parte del norte de África, Y el oeste de Europa, ¿verdad? Más o menos no fue mucha la explosión en ese momento. Y permaneció muy localizado en esas zonas, sí con algunas misiones por fuera, pero mayormente Europa occidental, el norte de África, hasta que en los años 1500 llegó una gran explosión. acompañada por el descubrimiento de América. La era del descubrimiento fue también una era de evangelización enorme, tremenda. Y en los años 1800 llegaron por primera vez a Costa Rica los primeros protestantes, no misioneros, protestantes, que venían a vivir en Costa Rica y a establecer negocios y a producir, a hacer vida aquí, pero protestantes. Entonces, el primer contacto que Costa Rica tuvo con protestantes no fue con misioneros, sino con personas comunes y corrientes que llegaron a vivir en el país pero tuvieron un gran impacto en la cosmovisión de la nación. Y sin embargo, durante los tiempos coloniales tal vez llegaron algunos que pasaron por ahí, pero la tolerancia religiosa en nuestro país se estableció alrededor del año 1850, que fue cuando ya empezaron a verse la posibilidad de abrir otras iglesias incluso. Y la primera iglesia o la primera capilla protestante se abrió en 1865. Estamos hablando de que la fe protestante, no estoy hablando ni siquiera de la fe reformada, la fe protestante, no tiene mucho tiempo de haber llegado a nuestro país. Son pocas generaciones. Realmente conocemos hijos de los primeros creyentes en este momento que son ancianos, ¿verdad? De muchos movimientos protestantes de los primeros. El primer misionero oficialmente llegó en 1891. Y después de ahí, en 1985, llegó la primera misión reformada a nuestro país, de la cual nosotros somos producto. En ese recorrido por el mundo, desde Israel hasta nosotros, se han sumado miles de millones de personas, miles de millones de cristianos, cumpliendo la primera parte de lo que dijo Oseas en el capítulo 1, versículo 10, que dice que Israel será como la arena del mar, que no se puede medir, ni se puede contar, Entonces se cumple esa realidad en ese movimiento y en ese esparcimiento que se da, la difusión que se da del Evangelio. El número de los hijos de Israel como la arena del mar que no se puede medir y no se puede contar. Y luego dice, en los versículos 27 y 28 de Romanos 9, que son una misma cita. Dice, también Isaías clama tocante a Israel, si fuera el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo. Hablando de la nación de Israel estrictamente. Porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. La cita de Isaías dice, porque si tu pueblo, oh Israel, fuere como las arenas del mar, el remanente de él volverá. La destrucción acordada rebosará justicia, pues el Señor, Jehová de los ejércitos, hará consumación ya determinada en medio de la tierra. Ahora está hablando de Israel y dice, no importa cuán grande sea Israel, cuántos sean los descendientes naturales, de Abraham, no importa, sólo dice el remanente de Israel se salvará. Un remanente. No todo es israelita, y esto ya lo dejamos bien establecido, que no todo israelita, no todo judío, por ser judío o por ser israelita o por ser descendiente de Israel es salvo. No funciona así, no es automático. Y aunque los descendientes de Israel sean incontables como la arena del mar, refiriéndose a los descendientes naturales, sólo el remanente se salvará. Un grupo pequeño, sólo un grupo pequeño escapará. La justicia o el juicio de Dios. La mayoría, los que no fueran del remanente, los que no creyeran en Jesucristo, los que no aceptaran a Jesús como el Mesías, esos serán destruidos, porque el Señor ejecutará su sentencia. Él va a juzgar con justicia a la nación de Israel va a llegar un día en el que va a completar su juicio, va a llevar a cabo aquella sentencia que había pronunciado, la palabra que había dicho, la va a cumplir, no son amenazas vacías. sino que los que no creyeran en Jesucristo serán condenados. El juicio que anunció el profeta Isaías y todos los profetas junto con él se va a cumplir. Él va a hacer lo que advirtió. Él va a castigar como había prometido. Ese juicio decretado va a llevarlo a un final en justicia con prontitud. Con prontitud eso significa que lo va a hacer de una sola vez. Que no va a ser cuando Jesucristo vuelva y lleve a cabo su juicio. Va a ser absoluto e inmediato. No va a ser una cuestión ahí, un proceso temporal que tenemos que aguardar. No, Él va a venir y va a hacer justicia sin retraso, de manera decisiva, rigorosa e inmediata. Y esa es la realidad que aguarda a los Israelitas que no hayan creído en Jesucristo, pero también a todos los que no hayan creído en Él. Y a la luz de esta realidad... Jesús dice en Mateo 8, del 11 al 12, y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Está hablando de gentiles. Vendrán muchos del oriente y del occidente, mas los hijos del reino serán echados a las tinieblas de afuera. ¿Quiénes son los hijos del reino? En este caso se refiere a Israel. Entonces, vendrán muchos gentiles a sentarse junto con Abraham, Isaac y Jacob, y muchos de los hijos de Israel, de los hijos del reino, terminarán siendo echados a las tinieblas de afuera, donde es el lloro y el crujir de dientes. Habrá muchos salvos de entre los gentiles, y habrá salvos de entre los judíos, pero de entre los judíos será sólo un remanente. La mayoría de judíos será condenado. ¿Por qué? Porque se trata de Cristo. porque no es un tema de generación natural, porque no es un tema de herencia, es un tema de creen o no en el Mesías prometido que ya ha venido. Judíos y gentiles sin Cristo son condenados. Judíos y gentiles con Cristo son salvos. Y en ambos casos es un remanente. A veces pensamos, bueno, sí, de los judíos son poquitos, ¿verdad? Pero si ustedes lo piensan, tomando en cuenta cuántas personas han vivido en este planeta desde que el Evangelio se empezó a promulgar, sí, miles han creído, millones han creído en Jesucristo. pero a la luz de la cantidad de seres humanos que han existido, que han pasado por esta tierra, realmente somos pocos. En última instancia, somos una minoría, sí, una minoría incontable, una minoría como la arena del mar, una minoría como las estrellas del cielo, pero minoría al fin y al cabo, pocos al fin y al cabo. Como antes dijo Isaías, versículo 29, si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes. Si Jehová de los ejércitos no nos hubiese dejado un resto pequeño, dice Isaías. Si no nos hubiese dejado un resto pequeño, como Sodoma fuéramos, y semejantes a Gomorra. ¿Qué sucedió en Sodoma y Gomorra? Dos ciudades enteras. Dos ciudades enteras destruidas. Piensa en una ciudad grande, poblada, densa. Una cuna de cultura, de comercio. Una capital religiosa de su época. Pagana. Muy, muy sumida en tinieblas, en oscuridad y en aberraciones sexuales. ¿Y cuántos se salvaron en la destrucción de Sodoma y Gomorra? ¿Cuántos se salvaron? Tres personas. Tres personas de dos ciudades enteras. Lot y sus dos hijas. ¿Y se conocen la historia? No eran las tres personas más piadosas de Sodoma y Gomorra. Si saben lo que hicieron las hijas después de haber sido rescatadas de la destrucción. solo tres personas. Este concepto es importante, hermanos, porque nosotros no somos mayoría. Es importante tener esto claro, porque no es la intención de Dios que el pueblo de Dios sea mayoría. Nunca ha trabajado Él con la mayoría. Siempre ha buscado un rebaño pequeño, números bajos, cantidades pequeñas. Es así como se ha difundido el reino. Así que si usted se siente solo en el contexto donde se encuentra, bienvenido al club. Esa ha sido la realidad de todos los creyentes a lo largo de toda la historia. Uno, quizá entre sus compañeros de trabajo. Uno, quizá en su gremio. Uno, quizá en su escuela, en su colegio, en su universidad. Yo recuerdo cuando yo estaba en el colegio, en ese momento fue cuando Dios utilizó circunstancias para que yo me diera cuenta de que realmente éramos pocos como creyentes. Yo asistía a un colegio cristiano, que lo que tenía de cristiano era el título, y con esto me refiero a que no todos los compañeros eran cristianos. Quizá el personal era cristiano y la institución estaba fundada en principios cristianos, pero la convivencia con mis compañeros en ese momento dejó claro que realmente éramos pocos y recuerdo que éramos tres, que en algún punto del recorrido de secundaria nos dimos cuenta de que no calzábamos con los demás. que algo estaba mal, algo era diferente, y desvergonzadamente nos hicimos cristianos, en el sentido de que nos dimos a conocer así, y dejó de importarnos la presión del grupo, dejó de importarnos lo que éramos tres contra el resto. No que fuéramos odiosos o que no tuviéramos amigos entre ellos, pero era claro que no podíamos participar de las mismas actividades con la misma libertad, y quedó muy claro para mí, muy grabado en ese momento, aunque no llegué a entenderlo hasta mucho después, pero la realidad de que en esas circunstancias particulares éramos pocos. En la universidad me ocurrió algo similar. Entré a la Universidad de Costa Rica, cuna del paganismo en nuestra nación. Lamentablemente, los cristianos que entraban a la Universidad de Costa Rica dejaban de ser cristianos, en su mayoría, esa era la norma. Durante el primer año, lo hablamos en la reunión de varones, durante el primer año le meten a uno paganismo, humanismo, de todo menos Dios, filosofía humana. Y difícilmente un estudiante de secundaria cristiano que llega a la universidad logra atravesar ese primer año sin salir destrozado en su fe. Difícilmente. Sin embargo, en mi juventud, una oración que le hacía el Señor era que me permitiera tener por lo menos un compañero cristiano en cada curso. que sabía que era mejor dos que uno. Y el Señor fielmente me respondió esa oración. Y tengo hasta la fecha amigos cristianos que fueron compañeros míos y éramos dos. Dos contra el resto de estudiantes de carrera, minoría. No nos sorprendamos entonces si somos pocos. Esa es la realidad. Esa es la realidad a la que el Señor nos ha llamado. La iglesia que busca ser fiel es pequeña, incluso en comparación con la iglesia en general. porque la Iglesia en general tiende hacia otras ideas, movimientos y tendencias extrañas, contrarias a las Escrituras. Pero los que buscan ser fieles, comprometidos, piadosos, Los que buscan realmente al Señor suelen ser minoría, incluso dentro de las iglesias locales. Ustedes han tenido esa experiencia, estoy seguro, en las iglesias de donde vienen. Siempre son pocos los que están involucrados, los que quieren servir, los que quieren... Siempre son pocos. Esa es la realidad de la iglesia en general. Y mi oración es que el Señor haga de nosotros una iglesia donde aunque seamos minoría como iglesia, al menos en nuestras listas, seamos todos fieles. que al menos en nuestras listas seamos todos una iglesia que sea un remanente toda, que toda nuestra iglesia sea parte del remanente. A nivel más amplio, en tiempos de avivamiento, la iglesia ha parecido ser mayoría, pero nunca ha sido por la cantidad, sino por el nivel de impacto que ha tenido. Y hay momentos en la historia en donde la iglesia pequeña y ese grupo, ese rebaño pequeño, Dios lo utiliza para hacer cosas grandiosas, y en eso se glorifica. Porque si lo hiciera con grandes números, como Gedeón, que lo intentó con diez mil, Dios le dijo, no, trescientos. y con 300 vencieron. Cuando es así, toda la gloria es para el Señor. Y eso es lo que Él ha hecho a lo largo de la historia, en repetidas ocasiones, una iglesia pequeña, pero que se oye, y que se siente, y que impacta. Entonces, oremos, porque eso ocurre aquí en Ciudad Quesada, oremos, porque nuestra iglesia pueda ser un remanente, si bien pequeño, insignificante a los ojos de los hombres, que podamos ser una iglesia que se oiga, que se sienta y que impacte para la gloria de Dios, su remanente, pueblo suyo y amados por él. Amén.
Pueblo mío
Series Romanos
Sermon ID | 82024057576594 |
Duration | 31:00 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Romans 9:25-29 |
Language | Spanish |
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