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Muy buenos días, hermanos y amigos, que Dios nos bendiga en este hermoso día que el Señor nos regala. Pues seamos bienvenidos una vez más a este tiempo de lectura, meditación, y oración. En este desafío del año dos mil veintidós, leamos la Biblia en cincuenta y dos semanas. Hoy nos corresponde leer el evangelio según San Juan, sus capítulos cinco y seis. Así que yo le invito por favor a que preste atención a la lectura que está interesante como todos los días, ¿verdad? Un día podemos tener una lectura que tiene principios generales, otro día nos podemos encontrar con una lectura que tiene principios específicos para nuestras vidas, pero siempre es palabra de Dios y por lo tanto algo debemos y algo extraemos de esa palabra del Señor. Así que sin perder tiempo yo le invito a que me acompañe, iniciamos con lo que es el capítulo Cinco, nos dice así la palabra del Señor. Después de esto, se celebraba una fiesta de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Ahí en Jerusalén, junto a la Puerta de las Ovejas, un estanque que en hebreo se llama Bethesda, que tiene cinco pórticos. En estos estaba en el suelo una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos que esperaban el movimiento del agua, porque un ángel del Señor descendía de vez en cuando al estanque y agitaba el agua, y el primero que descendía al estanque después del movimiento del agua quedaba curado de cualquier enfermedad que tuviera. Estaba allí un hombre que hacía 38 años que estaba enfermo. Cuando Jesús lo vio acostado allí, y supo que ya llevaba mucho tiempo en aquella condición, le dijo, ¿Quieres ser sano? El enfermo le respondió, Señor, no tengo a nadie que me mete en el estanque cuando el agua es agitada, y mientras yo llego, otro baja antes que yo. Jesús le dijo, levántate, toma tu camilla y anda. Al instante el hombre quedó sano y tomó su camilla y comenzó a andar. Pero aquel día era día de reposo. Por eso los judíos decían al que había sido sanado, es día de reposo y no te es permitido cargar tu camilla. Pero él les respondió, el mismo que me sanó me dijo, toma tu camilla y anda. Le preguntaron, ¿quién es el hombre que te dijo toma tu camilla y anda? Pero el que había sido sanado no sabía quién era, porque Jesús, sin que se diera cuenta, se había apartado de la multitud que estaba en aquel lugar. Después de esto, Jesús lo halló en el templo y le dijo, Mira, has sido sanado, no peques más para que no te suceda algo peor. El hombre se fue y dijo a los discípulos que Jesús era el que lo había sanado. A causa de esto, los judíos, o mejor dicho, y dijo a los judíos que Jesús era el que lo había sanado. A causa de esto, los judíos perseguían a Jesús porque hacía estas cosas en el día de reposo. Pero Jesús les respondió, hasta ahora mi padre trabaja y yo también trabajo. Entonces, por esta causa, los judíos aún más procuraban matar a Jesús, porque no sólo violaba el día de reposo, sino que también llamaba a Dios su propio Padre, haciéndose igual a Dios. Por eso Jesús les decía, en verdad les digo que el hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre, porque todo lo que hace el padre eso también hace el hijo de igual manera pues el padre ama al hijo y le muestra todo lo que él mismo hace y obras mayores que estas le mostrará para que ustedes se queden asombrados porque así como el padre levanta a los muertos y les da vida asimismo el hijo del hombre da vida a los que él quiere Porque ni aun el Padre juzga a nadie, sino que todo juicio se lo ha confiado al Hijo, para que todos honren al Hijo así como honran al Padre. El que no honra al Hijo, no honra al Padre que lo envió. En verdad les digo, el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida. En verdad les digo que viene la hora y ahora es cuando los muertos oirán la voz del Hijo de Dios y los que oigan vivirán. Porque como el Padre tiene vida en Él mismo, así también le dio al Hijo el tener vida en Él mismo y le dio autoridad para ejecutar juicio porque Él es el Hijo del Hombre. No se queden asombrados de esto, porque viene la hora en que todos los que están en los sepulcros oirán su voz, y saldrán, los que hicieron lo bueno a resurrección de vida, y los que practicaron lo malo a resurrección de juicio. Yo no puedo hacer nada por iniciativa mía, como oigo, juzgo, y mi juicio es justo, porque no busco mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Si yo sólo doy testimonio de mí mismo, mi testimonio no es verdadero. Otro es el que da testimonio de mí, y yo sé que el testimonio que da de mí es verdadero. Ustedes han enviado a preguntar a Juan, y él ha dado testimonio de la verdad. Pero el testimonio que yo recibo no es de hombre. Pero digo esto para que ustedes sean salvos. Él era la lámpara que ardía y alumbraba, y ustedes estaban dispuestos a regocijarse por un tiempo en su luz. Pero el testimonio que yo tengo es mayor que el de Juan, porque las obras que el Padre me ha dado para llevar a cabo, las mismas obras que yo hago, dan testimonio de mí, de que el Padre me ha enviado. El Padre que me envió, Él ha dado testimonio de mí, pero ustedes no han oído jamás Su voz ni han visto Su apariencia, y Su palabra no la tienen morando en ustedes, porque no creen en Aquel que Él envió. Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna, y son ellas las que dan testimonio de mí. Pero ustedes no quieren venir a mí para que tengan esa vida. Yo no recibo gloria de los hombres, pero a ustedes ya los conozco, que no tienen el amor de Dios. Yo he venido en nombre de mi Padre y ustedes no me reciben. Si otro viene en su propio nombre, a ese recibirán. ¿Cómo pueden creer cuando reciben gloria los unos de los otros y no buscan la gloria que viene del Dios único? No piensen que yo los acusaré delante del Padre. El que los acusa es Moisés, en quien ustedes han puesto su esperanza. Porque si creyeran a Moisés, me creerían a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creen sus escritos, ¿cómo creerán mis palabras? Capítulo 6 Después de esto, Jesús se fue al otro lado del mar de Galilea, el de Tiberias, y una gran multitud lo seguía, pues veían las señales que realizaba en los enfermos. Entonces Jesús subió al monte y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Cuando Jesús alzó los ojos y vio una gran multitud, venía hacia él, y vio que una gran multitud venía hacia él, dijo a Felipe, ¿Dónde compraremos pan para que coman estos? Pero decía esto para probarlo, porque él sabía lo que iba a hacer. Felipe le respondió, doscientos denarios de pan no les bastarán para que cada uno reciba un pedazo. Uno de los discípulos, Andrés, hermano de Simón Pedro, dijo a Jesús, aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, ¿pero qué es esto para tantos? Hagan que la gente se siente, dijo Jesús. Y había mucha hierba en aquel lugar, así que se sentaron. El número de los hombres eran de unos cinco mil. Entonces Jesús tomó los panes, y habiendo dado gracias, los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo hizo con los pescados, dándoles todo lo que querían. Cuando se saciaron dijo a sus discípulos, recojan los pedazos que sobran para que no se pierda nada. Ellos los recogieron y llenaron doce cestas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido. La gente entonces al ver la señal que Jesús había hecho decían, verdaderamente este es el profeta que había de venir al mundo. Por lo que Jesús dándose cuenta de que iban a venir y por la fuerza hacerle rey, se retiró él solo otra vez al monte. Al atardecer sus discípulos bajaron hasta el mar y subiendo en una barca se dirigieron al otro lado del mar hacia Capernaum. Ya había oscurecido y Jesús todavía no había venido a donde ellos estaban, y el mar estaba agitado porque soplaba un fuerte viento. Cuando habían remado unos veinticinco o treinta estadios, vieron a Jesús caminando sobre el mar y que se acercaba a la barca y se asustaron. Pero Él les dijo, Yo soy, no teman. Entonces ellos querían recibir a Jesús en la barca, pero la barca llegó enseguida a la tierra a donde iban. Al día siguiente, la multitud que había quedado al otro lado del mar se dio cuenta de que allí no había más que una barca y que Jesús no había entrado en ella con sus discípulos, sino que sus discípulos se habían ido solos. Vinieron otras barcas de Tiberias cerca del lugar donde habían comido el pan después de que el Señor había dado gracias. Por tanto, cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y se fueron a Capernaúm buscando a Jesús. Cuando lo hallaron al otro lado del mar, le dijeron, ¿Rabí, cuándo llegaste acá? Jesús les respondió, en verdad les digo que me buscan no porque hayan visto señales, sino porque han comido de los panes y se han saciado. Trabajen no por el alimento que perece, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el cual el Hijo del Hombre les dará, porque a Él es a quien el Padre Dios ha marcado con su sello. Entonces le preguntaron, ¿qué debemos hacer para poner en práctica las obras de Dios? Jesús les respondió, esta es la obra de Dios que crean en el que le ha enviado. Le dijeron entonces, ¿qué pues haces tú como señal para que veamos y te creamos? ¿Qué obra haces? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, como está escrito, les dio a comer pan del cielo. Entonces Jesús les dijo, en verdad les digo que no es Moisés el que les ha dado el pan del cielo, sino que es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo, porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da alimento al mundo. Señor, danos siempre este pan, le dijeron. Jesús les dijo, Yo soy el pan de la vida, el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Pero ya les dije que aunque me han visto, no creen. Todo lo que el Padre me da, vendrá a mí, y al que viene a mí, de ningún modo lo echaré fuera. porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió. Y esta es la voluntad del que me envió, que de todo lo que Él me ha dado, yo no pierda nada, sino que lo resucite en el día final. Porque esta es la voluntad de mi Padre, que todo aquel que vea al Hijo y cree en Él tenga vida eterna, y yo mismo lo resucitaré en el día final. Por eso los judíos murmuraban de él, porque había dicho, yo soy el pan que descendió del cielo. Y decían, ¿no es este Jesús, el hijo de José, cuyo padre y madre nosotros conocemos? ¿Cómo es que ahora dice, yo he descendido del cielo? Jesús les dijo, No murmuren entre sí. Nadie puede venir a mí si no lo trae el Padre que me envió, y yo lo resucitaré en el día final. Escrito está en los profetas, y todos serán enseñados por Dios. Todo el que ha oído y aprendido del Padre viene a mí. No es que alguien haya visto al Padre, sino aquel que viene de Dios, Él ha visto al Padre. En verdad les digo, el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de vida. Los padres de ustedes comieron el maná en el desierto y murieron. Este es el pan que desciende del cielo para que el que coma de él no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo. Si alguien come de este pan, vivirá para siempre. Y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne. Los judíos, por tanto, discutían entre sí diciendo, ¿cómo puede éste darnos a comer su sangre o su carne? Entonces Jesús les dijo, en verdad les digo, que si no comen la carne del hijo del hombre y beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el día final, porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre que vive me envió y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo, no como el que los padres de ustedes comieron y murieron. El que come este pan vivirá para siempre. Esto dijo Jesús en la sinagoga cuando enseñaba en Capernaum. Por eso muchos de sus discípulos, cuando oyeron esto, dijeron, dura es esta declaración, ¿quién puede escucharla? Pero Jesús, consciente de que sus discípulos murmuraban por esto, les dijo, ¿esto los escandaliza? Pues, ¿qué si vieran al Hijo del Hombre ascender a donde estaba antes? El Espíritu es el que da vida. La carne para nada aprovecha. Las palabras que yo les he hablado son espíritu y son vida. Pero hay algunos de ustedes que no creen, porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién era el que lo iba a traicionar. También decía, por eso les he dicho que nadie puede venir a mí si no se lo ha concedido al Padre. Como resultado de esto, muchos de sus discípulos se apartaron y ya no andaban con él. Entonces Jesús dijo a los doce discípulos, ¿acaso también ustedes quieren irse? Simón Pedro le respondió, Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna y nosotros hemos creído y sabemos que tú eres el santo de Dios. Jesús les respondió, no los escogí yo a ustedes, los doce, y sin embargo, uno de ustedes un diablo. Él se refería a Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste, uno de los doce, los iba o lo iba a entregar. Esta ha sido la lectura del día de hoy. Hemos leído los capítulos 5 y 6 del libro de Juan, el Evangelio según San Juan. Así que yo le invito a que consideremos brevemente lo que son los pensamientos para el culto personal y familiar correspondiente a estos dos capítulos y estos pensamientos los encontramos en la Biblia de Herencia Reformada. Así que le invito a que usted preste atención a la lectura de estos dos pensamientos que abarcan estos dos capítulos que acabamos de leer. Preste mucha atención. Comenzamos con el capítulo cinco, pensamientos para el culto personal y familiar. Nos dice así, Cristo bendijo al cojo antes de que él incluso pidiese ser sanado. Aún así, él también hizo un fuerte llamamiento al arrepentimiento. Hizo un fuerte llamamiento al arrepentimiento. Verso 14, Juan 5, 14. Muchos que reciben bendiciones físicas o materiales de Cristo no reconocen a Dios en una vida de arrepentimiento. Pregunta para usted, ¿cómo has experimentado las bendiciones terrenales de Cristo? ¿Qué significa para ti escuchar lo que Cristo dijo cuando le dijo al paralítico, no peques más para que no te venga alguna cosa peor? Juan capítulo 5, verso 14. Ninguno podrá honrar a Cristo correctamente a menos que reconozca que Él es el Hijo Eterno y Encarnado de Dios. Desde toda eternidad, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo han compartido una naturaleza divina con una sola voluntad y poder. Ellos, los tres, cooperan en una hermosa relación como tres personas en un solo Dios. Honrar al Hijo como Dios no degrada al Padre, pues honrar al Hijo es la única manera en la cual el Padre debe ser honrado. Amén. Continuamos con los pensamientos para el culto personal y familiar correspondientes al capítulo 6 de Juan. Dice así. Las multitudes eran atraídas por los milagros de Cristo, pero no por su poder para salvar almas. De la misma manera, el falso evangelio de la sanidad y riqueza puede atraer a muchos, pero no subraya la necesidad de una conversión verdadera. Sólo cuando los hombres son convertidos ponen los principios espirituales y celestiales como prioridades en sus vidas. Cuando Jesús cuestionó a las multitudes, perdió muchos de sus seguidores visibles. Nadie puede ir a Cristo para salvación sino aquellos a quienes Dios mismo llama. Las verdades del Evangelio siempre serán ofensivas para aquellos que son inconversos. El predicador no tiene la libertad de alterar la verdad para ganar el favor de pecadores incrédulos, como lo muestra aquí nuestro Señor mismo con su ejemplo perfecto. En vez de eso, la iglesia debe confiar en el Espíritu de Dios para hacer lo que el hombre no puede. ¿Cómo nos llama esto a orar ferviente y continuamente por la predicación de la Palabra? Muy bien, mis hermanos, quiero invitarles a que oremos al Señor por estas lecturas que hemos tenido en el día de hoy y que el Señor esté obrando de una manera especial en nuestros corazones. Padre bueno y Dios, tú que moras en las alturas de los cielos en esta mañana, nosotros te exaltamos, te bendecimos, te damos las gracias porque nos das este honor de nosotros poder leer tu palabra, meditar en ella y también ver algunas enseñanzas prácticas que nos desafían a ser mejores creyentes en el día a día, reconociendo, Padre, que esta obra sobrenatural pues solamente es posible alcanzarla por el poder de Tu Espíritu Santo obrando en nuestros corazones. Por esa razón yo oro de una manera especial por cualquier vida que se conecta a estas lecturas pero aún no te ha conocido para que tu infundas vidas, tu transformes, tu hagas nueva criatura estas vidas y así puedan estar atentas y responder afirmativamente al llamado del evangelio al arrepentimiento Señor Padre, que sean de este selecto grupo de personas que en medio de la deserción de muchas otras personas pues puedan mantenerse firmes en estas verdades así como proclamó el apóstol Pedro en ese momento crucial del ministerio público de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Padre, estamos en tus manos suplicándote que tú hagas la obra en nuestras vidas Que estas palabras que leemos a cada día, Señor, pues produzcan en nosotros ese anhelo ferviente de ser obedientes a esas palabras, de ponerla por obra, oh Dios. que sean ese alimento que nos sustente, Padre, para que podamos estar firmes en medio de las luchas, en medio de las batallas del diario vivir, que estas palabras sean las que nos ayuden a estar bien estables en esa roca inconmovible que es Cristo Jesús nuestro Señor y Salvador. Padre, estamos en tus manos, te suplicamos que tú te glorifiques en nuestras vidas como sólo tú sabes hacerlo, Señor. Esto te lo pedimos, Padre, por Cristo Jesús nuestro Salvador. Amén y Amén. Mis hermanos, que Dios se les bendiga, que Dios se les guarde. Ha sido todo por el día de hoy. Nos veremos mañana, si Dios quiere. Que la pasen bien y siempre, como les digo, pues espero oír noticias de parte suya. Si hay alguna pregunta, inquietud o algún punto que usted quiera aclarar, pues aquí también estamos para escuchar sus opiniones. Que la pasen bien.
231-(Juan 5-6): tiempo de lectura, meditación y oración
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Jesús sana en el sábado y los judíos lo persiguen. Jesús defiende su autoridad ante los judíos. Cristo multiplica los panes y los peces, camina sobre el mar y da un discurso sobre el pan del cielo. Las personas tropiezan en SU enseñanza, pero Pedro confiesa su fe en Cristo.
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Sermon ID | 81822191911737 |
Duration | 25:10 |
Date | |
Category | Devotional |
Bible Text | John 5 |
Language | Spanish |
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