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Hace unas semanas estuvimos en el Nuevo Testamento en Juan 10. Vimos el poder de Cristo para poner su vida. Hoy vamos a regresar al Antiguo Testamento al libro de Ezequiel. Los invito que vayan a Ezequiel capítulo 33, por favor. Algunos recordarán que el año pasado y creo que también en el 2017 vimos un par de pasajes en Isaías. hoy vamos a ver un pasaje en el libro de Ezequiel que he estado meditando y me parece relevante para todos capítulo 33 y vamos a leer del versículo 1 al 9 entonces vino a mí la palabra de Jehová diciendo oh hijo de hombre habla a los hijos de tu pueblo y diles cuando yo traiga espada sobre la tierra y el pueblo de la tierra tome a un hombre de su territorio y lo ponga como sentinela. La versión 60 dice Atalaya, si él ve venir la espada sobre la tierra y toca la trompeta para advertir al pueblo, cualquiera que oye el sonido de la trompeta y no se deja advertir, si al llegar la espada se lo lleva, su sangre caerá sobre su propia cabeza. Él oyó el sonido de la trompeta, pero no se dejó advertir. Su sangre caerá sobre él. Pero si se hubiera dejado advertir, habría librado su alma. Sin embargo, si el sentinela ve venir la espada y no toca la trompeta, de modo que el pueblo no es advertido, si viene la espada y se lleva a alguno de ellos, éste es llevado por causa de su pecado. Pero yo demandaré su sangre, de mano, del centinela. A ti, oh hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel. Oirás, pues, la palabra de mi boca y les advertirás de mi parte. Si yo digo al impío, impío, morirás irremisiblemente. Y tú no hablas para advertir al impío de su camino. El impío morirá por su pecado, pero yo demandaré su sangre de tu mano. Pero si tú adviertes al empío de su camino para que se aparte de él, y él no se aparta de su camino, él morirá por su pecado, pero tú habrás librado tu alma. Vamos a orar. Señor, acudimos a ti ante este poderoso y penetrante texto. Te rogamos el día de hoy que nos enseñes más acerca de lo que significa ser un centinela y sobre todo, Señor, que infundas en nosotros un profundo deseo, un profundo compromiso de cumplir con nuestro deber. Te rogamos, Señor, por cualquiera que esté aquí sin conocer a Cristo, que el día de hoy sea advertido por medio de tu palabra y que aún hoy haya salvación entre nosotros. Te rogamos esto, Señor, y nos ponemos en tus manos humildemente. En el nombre de Cristo Jesús. Amén. Este es un texto muy conocido en algunos círculos. También es un texto muy abusado, muy torcido por muchos. Los falsos testigos de Jehová tienen su publicación que se llama El Atalaya, que usan básicamente como una fuente de revelación extrabíblica También es muy usado este texto por grupos que enseñan y afirman una teología centrada en el libre albedrío del hombre. Su teología se centra en el hombre, no en Dios, no en la soberanía de Dios. Pero no vamos a ahondar en eso. No nos vamos a meter en eso. No porque haya iglesias falsas y sectas que malucen o malciten un texto, lo vamos a evitar. O vamos a hacer como que no está. O vamos a ser negligentes en aplicarlo correctamente a nosotros mismos. La palabra de Dios habla, La palabra de Dios es clara y debemos predicar y aplicarnos todo el consejo de Dios. Ezequiel fue un profeta enviado por Dios a los judíos del reino del sur, del reino de Judá. Hemos visto muchas veces cómo la nación de Israel fue dividida en dos naciones, norte y sur. Cuando llegó el sucesor de Salomón, se dividió Israel. Ezequiel profetizó al reino del sur, a Judá. tanto antes como después de la caída de Jerusalén, y estuvo entre los exiliados Ezequiel, los exiliados llevados a Babilonia. El pueblo no escuchó las palabras y advertencias de Ezequiel, que les llevó de parte de Dios. A pesar de eso, Ezequiel hizo lo que tenía que hacer. Fue fiel, cumplió con su misión. Y lo que encontramos en el capítulo 33, es un pasaje básicamente paralelo al capítulo 3, que no hemos leído, Aquí en el 33 parece que se repite o se reitera lo que Dios le había dicho a Ezequiel cuando lo comisionó como profeta al inicio del libro. Más adelante vamos a ver algunos detalles que vienen ahí en el capítulo 3. Los expertos sitúan el capítulo 33 aproximadamente un año después de la caída de Jerusalén ante los ejércitos invasores de Nabucodonosor. Así que este capítulo es como si Dios le dijera a Ezequiel Aún después de la caída de Jerusalén, a pesar de que hasta ahora no te han escuchado, Ezequiel, a pesar de que se han tapado los oídos, quiero que sigas fungiendo como centinela. Quiero que sigas llevando mi palabra al pueblo, aunque estén en cautiverio. De hecho, en los 15 capítulos que restan del libro, hay muchas promesas positivas para el futuro de Israel. Ezequiel profetiza que Dios va a restaurar a Judá, que Dios les va a mostrar misericordia al final. Pero antes de entrar a eso, encontramos esta repetición de la comisión de Ezequiel como centinela de parte de Dios. Es como si Dios estuviera recalcando y recordando al pueblo que quiere que hagan caso de su mensajero. Quiere que dejen de ignorarlo, como lo han hecho hasta ahora. Ese es el contexto. Esa es la introducción, el contexto del libro. Ahora vamos de nuevo a nuestro pasaje, en el capítulo 33. Realmente no es complicado. La ilustración que encontramos aquí no es difícil de entender. La ilustración es de una ciudad que designa a un centinela o velador, como decimos hoy día. Hoy día la palabra centinela no es muy usada, diríamos velador. Ese centinela se coloca sobre los muros de la ciudad Y su tarea es estar alerta. Ver, estar siempre escaneando el horizonte en toda dirección. Vigilando para que ninguna fuerza enemiga tome la ciudad por sorpresa. Porque lo peor que le podría pasar a la ciudad es que una fuerza enemiga la tomara por sorpresa. Es un principio militar básico. Me informan que estaba apagado el micrófono. ¿Si escucharon todo hasta ahora? Ok. ¿También arriba se escuchaba o no? ¿Si? ¿No se escuchaba? Bueno, perdón. Ahora ya está muy alto, bájale a menos 5 o algo así. ¿Dónde estábamos? Un centinela. La ilustración del texto es de un centinela. Se coloca sobre los muros de la ciudad, su tarea es estar alerta, estar escaneando el horizonte, vigilando para que ninguna fuerza enemiga tome la ciudad por sorpresa. Lo peor que podría pasar a una ciudad es que una fuerza enemiga la tomara por sorpresa. Es un principio militar básico. Cualquier general te va a decir que el elemento sorpresa es una de las ventajas más importantes que puedes tener. Puede ser una ventaja que sobrepase el número de soldados. o sobrepasa el tamaño del ejército hasta el armamento que tengan. Hay muchísimos ejemplos históricos y varios bíblicos en los que ejércitos muy inferiores en número y en equipamiento derrotan a uno muy superior porque tuvieron elemento sorpresa de su lado. De aquí la importancia de tener un centinela, un velador fiel, que se tome en serio su tarea y permita que los demás lleven a cabo sus vidas, lleven a cabo sus labores, sabiendo que hay un vigía haciendo la suya. Esto es un poco difícil para nosotros. Ninguno de nosotros ha vivido en una ciudad con muros alrededor, ¿no? Pero imagínense por un momento, vivieron en una ciudad con muros. Sin un centinela o centinelas, los muros impiden la vista. Tú no puedes ver a la distancia quién viene llegando. No puedes ver nada. No puedes detectar ningún peligro por fuera de los muros. Sería muy fácil para el enemigo acercarse y tomar la ciudad por sorpresa. Sin centinela, vivirías todo el tiempo con miedo. Siempre con el estrés de pensar que en cualquier momento podríamos ser atacados, ¿no? Y no tendríamos tiempo ni de agarrar una espada, ni de oír, ni de responder. El sentinela cubre ese peligro. Te deja vivir con tranquilidad. Hoy día no sabemos mucho de esto. Un ejemplo más moderno podría ser el detector de humo contra incendios. Pero creo que eso tampoco es muy común en México, ¿no? En los Estados Unidos no hay nadie que no tenga uno o varios detectores de humo porque las casas están hechas de madera y se prenden así, ¿no? En minutos no queda nada. Aquí tal vez el equivalente sería el perro guardián. El que alerta y empieza a ladrar cuando hay algún sospechoso ahí en la puerta y ahuyenta a los ladrones. O el velador de la vecindad, ¿no? Muchos vivimos en algún lugar que tiene alguna especie de control, aunque sea mínimo, de la entrada de la calle o de la unidad o lo que sea, y es un velador que está ahí alerta, ¿no? Entonces, ya entendemos la ilustración, ahora vamos a meternos más a las responsabilidades del centinela. Según nuestro texto, hay dos posibles escenarios, dos posibles reacciones del centinela ante el ataque de una fuerza enemiga a la ciudad. Vamos al versículo 2. Cuando yo traiga espada sobre la tierra y el pueblo de la tierra tome a un hombre de su territorio y lo ponga como centinela, aquí viene el primer escenario, si él ve venir la espada sobre la tierra y toca la trompeta para advertir al pueblo, ¿qué pasa? El primer escenario es que el sentinela lleva a cabo su deber fielmente. Cuando ve que se acerca el enemigo o la destrucción, suena la trompeta con todas sus fuerzas. Se pone a brincar, a sonar la trompeta, hace todo lo que puede para dar aviso, para dar tiempo a los demás, para que reaccionen, para que se preparen. Si hace eso, cumplió. Ahora, lo que hacen los habitantes con su advertencia, ese es otro tema. Una posibilidad es que hagan caso, que reaccionen. Otra es que lo ignoren. Si su reacción es ignorar, seguir con sus vidas, seguir comiendo, bebiendo, durmiendo, trabajando, divirtiéndose, casándose, el resultado inevitable, el enemigo llega y los aniquila. Versículo 4. Cualquiera que oye el sonido de la trompeta y no se deja advertir. Si al llegar la espada, se lo lleva, su sangre caerá sobre su propia cabeza. ¿Qué significa que su sangre será sobre su propia cabeza? Significa básicamente que su muerte fue un suicidio. La persona advertida fue el responsable. No puede culpar a nadie más. Versículo 5. Él oyó el sonido de la trompeta, pero no se dejó advertir. Su sangre caerá sobre él. ¿De quién es la culpa de su muerte? ¿Del centinela? ¡No! Él hizo su trabajo, cumplió con su cargo, sonó la alarma, advirtió a todos. La culpa es de quienes fueron destruidos, de nadie más. Ese es el primer posible resultado ante un centinela fiel que los advertidos no hagan caso. El segundo es más alentador. La posibilidad de que quienes fueron advertidos se preparen, actúen y se salven. Lo que vemos al final del versículo 5. Pero si se hubiera dejado advertir, habría librado su alma. Ahora llegamos ante el escenario de un centinela infiel que no hace su trabajo. Versículo 6. Si el centinela ve venir la espada y no toca la trompeta, de modo que el pueblo no es advertido, si viene la espada y se lleva alguno de ellos, este es llevado por causa de su pecado, pero yo demandaré su sangre de mano del centinela. El centinela no suena la trompeta, no advierte, no cumple con su deber. Está ahí parado en el sol. bonito día sobre el muro el supuesto y de repente ve a las fuerzas enemigas acercándose ve las espadas reflejando la luz del sol como un espejo eso estoy seguro que lo han visto por lo menos en las películas ¿no? a la distancia ve como están las espadas reflejando la luz o ve el tsunami la destrucción que viene pero no hace nada voltea Vean los habitantes de la ciudad, viviendo su día normal, sin idea alguna de lo que viene, pero no suena la trompeta. Se queda viendo como si no hubiera nada. ¿Por qué? ¿Cómo se le ocurre quedarse callado? No es por ignorancia, el versículo dice, ve venir la espada, y no toca la trompeta. ¿Por qué haría algo así? Pues hay varias posibilidades. Tal vez no quiere causar angustia a los ciudadanos. No quiere traer pánico. No quiere ser tachado como la fuente de malas noticias. Tal vez tiene miedo de que su popularidad sufra. Miedo de que se enojen con él. Pero, ¿alguna explicación, alguna justificación sería válida? ¡No! No hay justificación que valga, porque al final la falta de acción del centinela resulta en el peor escenario posible para los habitantes de la ciudad. Es como si el centinela fuera aliado del enemigo. El centinela justifica su inacción pensando que mantendrá amigos, que mantendrá el favor del pueblo, pero realmente está haciendo lo peor que pudiera hacer. Alguien así no es ni amigo, ni vigía, ni amigo, ni centinela. Y la responsabilidad de lo que pasa con los ciudadanos es en parte suya. Es una conclusión inevitable. Justifiques como justifiques, argumentes como argumentes, no lo puedes suavizar. Es claro como el agua. Versículo 6, si viene la espada y se lleva a algunos de ellos, este es llevado por causa de su pecado. Pero yo demandaré su sangre de mano del centinela. Sí, el que es llevado, el que muere, sufre las consecuencias de sus propios pecados. Pero parte de la responsabilidad de su muerte cae sobre el centinela. Sus manos quedan ensangrentadas. Aunque él no haya sido quien portó la espada, ni quien asesinó a los ciudadanos, la culpa es parcialmente suya. Su negligencia fue una ayuda, un apoyo para los que sí portaron y usaron las espadas. En la Ilustración, los habitantes le habían asignado a él esta tarea, lo habían elegido a él, confiaban en él, le confiaron sus vidas, y él los traicionó. hace dudar de que lado estaba realmente el centinelo ahora llegamos al versículo 7 y aquí Dios hace aplicación de todo esto a Ezequiel repitiendo lo que encontramos en el capítulo 3 este mensaje fue dado a Ezequiel de parte de Dios y su tarea era anunciarlo a toda Judá La responsabilidad de ser centinela y vigía para su pueblo le fue claramente asignada a Ezequiel de parte de Dios. Versículo 7. A ti, oh hijo de hombre, te he puesto como centinela para la casa de Israel. Vean cómo ahora hay algo que cambia en relación a la ilustración que vimos en los primeros seis versículos. En los primeros seis versículos en la ilustración fueron los ciudadanos los que eligieron. Dijeron, tú, queremos que tú lo hagas. Los ciudadanos eligieron y comisionaron al vigía, pero los israelitas de Judá eran tan tontos, tan ciegos, que no tenían preocupación alguna por asignar un vigía espiritual. Querían a sus profetas falsos, para mentirles al oído, para decirles que no vendría ningún mal aunque no fuera cierto. para decirles lo que querían oír. Y vemos ejemplos como esos a lo largo del Antiguo Testamento, ¿no? Reyes, llegaba un profeta de Dios y les decía la verdad y, no, tráiganme a otro que me diga otra cosa. No quiero escuchar al que me advierta. No quiero saber de la trompeta, del vigía, tráiganme a otro. Así que fue Dios quien comisionó a Ezequiel como sentinela espiritual del pueblo. Pura misericordia de Dios, por cierto. No tenía obligación alguna de hacer eso, pero lo hizo. Asignó a Ezequiel como vigía de Judá sus instrucciones. Versículo 7. Oirás, pues, la palabra de mi boca y les advertirás de mi parte. ¿Qué les iba a advertir? En este caso, la espada que venía era la espada de Dios. De hecho, su espada ya había llegado en una primera etapa con la caída de Jerusalén y el exilio de Judá. Ezequiel ahora debía advertir a Judá sobre la ira y la venganza que aún vendría de parte de Dios por sus pecados y vean esto Dios ya sabía cuál sería la reacción de Judá ante las advertencias y la trompeta del sentinela Ezequiel le dijo a Ezequiel en el capítulo 3 versículo 7 los de la casa de Israel no te querrán escuchar porque no me quieren escuchar a mí Pues todos los de la casa de Israel son de frente dura. Este es capítulo 3, versículo 7. Y tienen el corazón empedernido. La espada ya había venido. Vendría de nuevo contra Jerusalén, contra la nación de Judá. Dios sabía que no escucharían, pero aún así quería que alguien les advirtiera. Aunque sus corazones no serían cambiados, aunque serían destruidos, Dios quería que se les advirtiera. Si Ezequiel hubiera fallado en advertirles, si hubiera fallado en su tarea, habría incurrido culpa en su destrucción. Como mínimo, sería culpable de desobedecer las órdenes y la misión que Dios le dio. Pero su pecado no sólo sería desobediencia. Vemos ahora de vuelta en 33, en el versículo 8, que tendría sangre sobre sus manos. Dios le dice, si yo digo al impío, impío, morirás irremisiblemente. Y tú no hablas para advertir al empío de su camino. El empío morirá por su pecado, pero yo demandaré su sangre de tu mano. Es decir, pase lo que pase, el pecador reaccione como reaccione. Lo que a Dios le importa más en todo esto es Ezequiel. Eso es lo que más le importa a Dios. Ezequiel, ¿vas a ser fiel o no? ¿Vas a hacer lo que te digo o no? Tú tienes que advertir. El pueblo te escuche o no te escuche, se arrepientan o no, tú tienes que advertirles. Si Ezequiel no fuera fiel, si no sonara la trompeta y el pueblo muere en sus pecados, eso no significa que Ezequiel es responsable por los pecados del pueblo. Es evidente por lo que dice el versículo 8, el impío morirá por su pecado. El pueblo había cometido más que suficientes pecados para merecer la destrucción que Dios trajo sobre ellos. Pero Ezequiel, si no advertía, si no era fiel, sería culpable de su propio pecado de desobediencia a Dios. Por eso Dios le dijo, yo demandaré su sangre de tu mano. Ezequiel no sería responsable de los pecados del pueblo, pero sí por los propios. Ahora, si Ezequiel fuera fiel, si desempeñara su tarea fielmente, Dios le prometió, versículo 9, Si tú adviertes al envío de su camino para que se aparte de él y él no se aparte de su camino, él morirá por su pecado, pero tú habrás librado tu alma. Dios le promete que si eres fiel, si cumples, tus manos están limpias. Pase lo que pase, tú no tendrás culpa. No habrás contribuido en nada a la destrucción de las almas de Judá. Bien. Ese es nuestro pasaje. Ahora llegamos al momento de aplicarnos todo esto a nosotros mismos. Vamos a ver dos aplicaciones. La primera para creyentes, la segunda para quienes aún no se entregan a Cristo como Señor y Salvador. Si eres un creyente el día de hoy, como Ezequiel, tú eres un sentinela espiritual. Un vigía espiritual. Como creyente tienes una responsabilidad de advertir sobre el juicio venidero que viene a todos. Cada creyente tiene la responsabilidad de usar toda oportunidad para sonar la trompeta de la verdad, la trompeta de advertencia. Todos tenemos este privilegio y esta responsabilidad. ¿Por qué callamos? ¿Por qué callamos? ¿Por qué no suenan más seguido nuestras trompetas? Nos excusamos de varias maneras. Es que no queremos ser la fuente de alarma. No queremos ser la fuente de dolor y ansiedad en los que nos rodean. Queremos caerles bien. Todos queremos caer bien. Muchos creyentes tratan de deslindarse de su responsabilidad con eso. Muchos ministros también. Los Joel Olstins del mundo sólo quieren caer bien. Muchos lo logran. Pero ¿a qué costo? ¿Por qué callamos? ¿Por qué no sonamos la alarma? Pues no queremos ser marginados. Sonar la alarma, advertir, nunca es popular. No tiende a atraer a muchos amigos, ¿verdad? Pero si callamos, si no advertimos, estamos siendo infieles. Estamos defraudando a quien nos asignó esta tarea. No estamos mostrando amor a los que nos rodean. Estamos mostrando que no sabemos qué es el verdadero amor. Un amor cristiano, un amor verdadero, está dispuesto a sonar la alarma, cueste lo que cueste. Sin embargo, abundan creyentes que debieran ser sentinelas, pero están llenos de excusas, llenos de razones por las cuales no cumplen con su comisión. Vamos a ver algunas. La primera, nadie quiere escuchar, número uno. Nadie me quiere escuchar, hermano. A nadie le gustan. A nadie le interesan las advertencias. Hermano, tú sabes que los corazones de los inconversos son duros. Están muertos en delitos y pecados según Efesios 2.1. ¿Para qué les advierto? No importa que yo suene la advertencia o no. Mis advertencias nada pueden contra eso. ¿Cómo respondemos? La respuesta es sí, en efecto. El verdadero evangelio no es popular. ¿Cuántos escucharon a Cristo? ¿Cuántos le hicieron caso a Él? ¿Termina su ministerio público con 120? ¿120 creyentes siguiéndole? La prueba de que los números nunca comprueban que es la verdad lo que se anuncia en ese grupo o en ese lugar. El hecho de que nadie quiere escuchar y que tal vez nadie hará caso es irrelevante. Así como lo fue en el caso de Ezequiel. Es más, Dios de entrada le dijo a Ezequiel, Ezequiel, no te van a escuchar. Pero quiero que vayas y les digas. Antes de terminar veremos por qué. Por qué Dios quería que Ezequiel advirtiera a quienes no escucharían. El resultado de nuestras advertencias está en manos de Dios. Nosotros tenemos que ser fieles a la tarea que nos ha dado. Tenemos que advertir. a quienes nos rodean. En cada oportunidad que se presente, tenemos que llamarlos a prepararse para su encuentro inevitable con Dios. Vamos con la segunda objeción. Hermano, sonar la trompeta, advertir, es tarea del predicador. Es tarea del misionero. Así es, sin duda. Los ministros Los predicadores, todos son sentinelas, pero todo creyente tiene que aportar, todo creyente tiene que participar. Hay aportaciones a este esfuerzo de llevar el Evangelio que sólo tú puedes hacer. Hay oportunidades que sólo tú tienes. Todos tenemos oportunidades únicas. Cada uno debe ser vigía fiel en los lugares y entre las personas que estemos. Con las influencias, los talentos que Dios me dio especialmente a mí como individuo. Tú tienes acceso a personas y oídos que tal vez ningún otro creyente conoce. Por lo tanto, esa alma, esos oídos necesitan escuchar el Evangelio de ti. No hay nadie más. Tú tienes que advertir. Tú tienes que sonar la trompeta. Tercera excusa. Hermano, yo no necesito sonar la trompeta. Porque quienes son elegidos serán librados de la espada. Les advierta o no les advierta. Si son elegidos, serán salvos. Debemos tener mucho cuidado con pensar cosas así, hermanos. Lejos esté de nosotros excusarnos con eso. Argumentos como éste son necedad. Son antibíblicos. Si crees que tú no tienes responsabilidad de advertir y testificar por causa de la doctrina de elección, eso no lo encontraste en la Biblia. Ese argumento no es más que un abuso. Es torcer la verdad. Torcer la verdadera doctrina de elección que encontramos en la palabra. Sin duda es verdad que Dios salvará a sus elegidos, pero ¿cómo lo salvará? ¿Cómo lo lleva a cabo? Vamos a Romanos, vamos a leer varios textos en Romanos. Romanos 10. Romanos 10, 14. ¿Cómo pues invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán a aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán sin haber quién les predique? Si este versículo no suena en tu corazón, si no sientes la carga de eso en tu corazón, algo anda mal. Creer que Dios no usa medios, venderte excusas como la doctrina de la elección es como creer que Dios habría salvado a los elegidos sin importar que Cristo muriera en la cruz o no. Es tan necio como los que leen un par de versículos y cierran su biblia y se sienten tranquilos de que Dios no tiene nada más que decir al respecto. La doctrina de la elección es verdad. pero es una parte del plan de salvación es una parte del evangelio Dios usa medios Dios ha determinado que haya quienes lleven el mensaje del evangelio quienes anuncien de manera pública como pasa aquí el día de hoy y de manera personal por vía de cada creyente con tus amigos, colegas, vecinos y familia Dios ha determinado que haya un salvador que ya vino y también ha determinado que haya vigías y heraldos que anuncien la salvación que ya vino. Por estos medios es que cada pecador elegido llega a conocer a Cristo como su Señor y Salvador. Leemos de nuevo en Romanos 10, así que la fe, versículo 17, la fe es por el oír y el oír por la palabra de Dios. Dios acompaña las advertencias acompaña el anuncio del Evangelio por medio de vigías con su Espíritu Santo. El Espíritu Santo es quien aplica su Palabra a los corazones. El Espíritu Santo es quien hace que los corazones elegidos escuchen el llamado y obedezcan al llamado. Que sea alguien elegido o no, sea alguien elegido o no, que creamos que alguien es elegido o no, no debe ser el motivo que nos lleve a advertirles. No debe ser un condicionante. Nosotros ni podemos saber si alguien es elegido o no. Advertimos porque Dios nos lo manda. No podemos saber si son elegidos. Pero lo que sí sabemos a ciencia cierta es que son pecadores. Eso sí lo sabemos. También sabemos a ciencia cierta que la única esperanza para un pecador es escuchar acerca de Cristo. Así que debemos advertir a todos, todos los que podamos. Por lo tanto, hermanos, seamos fieles con este privilegio de ser sentinelas y sonar la trompeta de advertencia. Piensen en esto. ¿Se imaginan lo felices que serían los ángeles si Dios les diera este privilegio de ir por el mundo anunciando el Evangelio? Serían tan felices, irían corriendo, nunca descansarían. Así que nosotros también, consideremos, consideremos, anunciar el Evangelio como el privilegio que es. Cada uno de nosotros debe advertir con nuestras palabras. Hermano, tengo miedo. Dios dice que te dará palabras. Dios te va a ayudar. Va a usar tus palabras. hermano no soy muy hábil para hablar, no importa puedes darle un folleto va a usar tus palabras tus oportunidades siempre y cuando lo que digas esté fundamentado aquí influenciemos a otros sonemos la trompeta de advertencia en la mayoría de las iglesias de México les interesa atraer a muchos pero advertir eso no les interesa En vez de sonar la trompeta, les dan alguna aspirina espiritual, incluso algún veneno espiritual, y les dicen que allá no hay peligro, que todo va a estar bien. Dios no pasa por alto su negligencia. No seamos culpables de lo mismo. Pablo habla de la tranquilidad que da tener la conciencia limpia en este asunto. En relación a nuestra responsabilidad como vigías, vamos a Hechos 20, Hechos 20. Ya falta poco, concéntrense. Les dice a los ancianos en Éfeso, en Hechos capítulo 20, versículo 25. Yo sé que ninguno de vosotros entre los cuales he pasado predicando el reino, volverá a ver mi cara. 20-25. Por tanto, yo declaro, la versión 60 dice, yo protesto ante vosotros el día de hoy, que soy limpio de la sangre de todos, porque no he rehuido el anunciaros todo el consejo de Dios. ¿Qué había hecho Pablo para poder decir que era limpio de la sangre de todos? No rehuyó, no evitó, no se rehusó a declararles todo el consejo de Dios. Esta declaración que hizo Pablo tiene mucho que ver con nuestro texto en Ezequiel. ¡Qué gozo sentirte así! ¡Qué gozo poder decirle eso a tu familia simplemente! ¿Podemos cada uno de nosotros decirle eso a nuestra familia? ¿Con la conciencia tranquila? A nuestros vecinos, amigos, colegas del trabajo. ¡Qué gozo sentirte así! Terminar tu carrera o terminar el tiempo que Dios te ha asignado para tener contacto con alguien, sabiendo que hiciste lo que pudiste. Hiciste todo lo que pudiste. Pero el lado contrario. ¡Qué horror! ¡Qué angustia! La de una conciencia intranquila que te acusa por tu pereza, tu negligencia o tu cobardía. Escuchar que alguien partió de este mundo que fue cercano a ti y saber que pudiste haberle advertido. Que pudiste hacer más. Sabías que venía la espada. Y te quedaste viendo. Te quedaste parado. Viendo cómo la destrucción llegaba y consumía. Dios nos llamará a cuenta por nuestro testimonio. O falta de testimonio ante los inconversos. Seremos juzgados por nuestra negligencia ante oportunidades para compartir el Evangelio. Yo les confieso que sé mucho, demasiado, del remordimiento y culpa que trae el ser negligente en esto. Saber que tuviste la oportunidad pero no la usaste. Si tú conoces el mismo remordimiento, ¿qué nos resta? Solo nos resta buscar que nunca se repita. sólo nos queda enmendar y restituir por nuestras fallas pasadas en este asunto. Hermanos, hoy día existen los medios electrónicos, celulares, mensajes, redes sociales, junto con sermones en la página de la iglesia o en la nube. Los recursos ahí están. Nos ofrecen lo que yo creo es una singular oportunidad de retomar contacto con personas que ya nos frecuentamos, de advertir a personas que tal vez ya viven muy lejos de nosotros, personas que tal vez ya no vemos, pero aún podemos advertirles, aún podemos cumplir nuestra labor como sentinelas. El sentinela que no suena la alarma actúa como si fuera un doble agente, un ayudante secreto del enemigo. El diablo cuando vea a estos creyentes que nunca dicen nada, que nunca advierten a nadie, dice, ay, este es de los míos, ¿no? Este creyente sí me gusta. Eso lo vimos hace tiempo los miércoles cuando estudiábamos el libro de C.C. Lewis, ¿no? ¿Realmente creemos que viene la espada, hermanos? ¿Estamos convencidos? ¿Realmente creemos las advertencias de la Palabra de Dios? Si si, tenemos que advertir a otros. Ahora llegamos a la aplicación para quienes aún no creen. Para quienes aún no se entregan a Cristo como Señor y Salvador. El mensaje para ustedes es este. Han sido advertidos. Han sido advertidos. Recibieron su advertencia. Algunos de ustedes han sido advertidos por años. Han sido advertidos por numerosos centinelas. Yo solo soy uno entre muchos. Yo les hablo hoy como vigía parado en el muro. Viendo la destrucción que Dios ha prometido a todos los que le odian. A todos los que le rechazan. A todos los que no hacen caso. y les tengo que decir la espada viene está en camino tu último día llegará pronto el juicio de Dios llegará pronto no hay duda alguna puede que hoy no lo veas y tal vez no lo quieras escuchar tampoco pero yo si lo veo te aseguro te garantizo que viene La palabra de Dios te asegura que viene. Si hoy no estás en Cristo, te digo esto. La espada de Dios está lista. Está tan cerca que su sombra ya está sobre ti. Y está lista para caer. Así que no tengo de otra más que advertirte, aunque te molestes, Aunque te caiga mal, te tengo que advertir. El juicio de Dios viene. Y sólo los que estén vestidos en la justicia de Cristo podrán pasar ese día sin ser destruidos eternamente. Entonces la pregunta es esta. ¿Qué vas a hacer? ¿Qué harás? ¿Buscarás a Dios hoy? ¿Te pondrás a cuenta con Él hoy? ¿O esperarás hasta que sea demasiado tarde? ¿Seguirás escuchando la trompeta domingo tras domingo? En el caso de muchos de ustedes, hijos de padres cristianos, o cerca de amigos cristianos, día tras día, ahí está la trompeta sonando, sonando, sonando, pero tú no haces nada. Te esfuerzas por olvidarlo. Te esfuerzas por taparte los oídos. Te esfuerzas por seguir con tu día a día como si nada. ¿Cómo le haces para callar esas advertencias? ¿Para olvidarte de la trompeta? ¿Te convences de que no eres tan malo? Esa espada no es para mí, hermano. ¿Y yo qué he hecho para merecer la espada de Dios? Si yo no me meto con Dios, ¿Dios por qué se metería conmigo? Oh, pero sí, sí te metes con Él. Has violado todas sus leyes, ya sea externamente o en tu corazón. Todos lo hemos hecho. Sabemos por Santiago 2.10 que el que viola a una, viola a todas. Las leyes de Dios están tan entrelazadas que no puede romper una sin romper todas. Si crees que no has ofendido a Dios, te reto, te pido, te ruego, lee Éxodo 20. Aplícate los 10 mandamientos de manera interna. como lo hace Cristo en el sermón del monte en Mateo 5 y ve si tu corazón no ha violado sus leyes y en realidad todas sus leyes ve si tu conciencia no te acusa si todos merecemos la espada de Dios las buenas nuevas del evangelio es que Cristo recibió esa espada que merecíamos la recibió y la agotó para todos aquellos que se arrepienten de sus pecados y confían en él. Pero para los que rehúsan advertencia, la espada ya viene en camino. Está desenvainada. Está lista. Podrías encontrarte con ella del otro lado de esta puerta. Podría esa espada estar a las puertas de tu alma hoy. si tu respuesta ante todo esto es pues yo estoy bien hermano porque yo conozco la verdad conozco la palabra hasta hay versículos que me sé de memoria que bien pero conoces su poder conoces su poder has experimentado en tu propia vida el poder de lo que has escuchado de lo que conoces, de manera personal, de manera interna, un nuevo corazón, un nuevo nacimiento. Tú puedes decir, hermano, yo no sé, pero en algún momento nací de nuevo. Tal vez conozcas el día, tal vez no, pero puedes decir a ciencia cierta, yo nací de nuevo en Cristo. No estoy tan seguro, hermano. Asegúrate. Asegúrate. Tu vida ha sido transformada o tu conocimiento espiritual es meramente académico. Podrías pasar un examen doctrinal pero tu corazón no está enamorado de Cristo Jesús. No basta con sólo saber la verdad. Debes recibir el amor de la verdad. Como dice Pablo en Segunda de Tesalonicenses 2.10. Seguramente no te gusta el sonido de la trompeta. Seguramente te molesta todo esto. hermano la trompeta suena muy fuerte lastima mis oídos los oídos de mi alma me incomoda y por eso dices mejor no hago caso si haces eso te estás comportando como alguien que escucha la alarma sísmica y dice que molesto y se tapa agarra la almohada y se tapa la cabeza y se vuelve a dormir Mejor me escondo, mejor me olvido de todo esto. Si lo olvido no existe. Solo te podrás culpar a ti mismo cuando llegue la destrucción. No podrás decir, es que yo no sabía. Y aun si pudieras afirmar que no sabías, que nadie te advirtió, de todas formas llegará la espada. Y morirás por tus propios pecados. La única diferencia entre los que reciben advertencia y los que no es que no añaden a su lista de pecados el pecado de rechazar el Evangelio. Pero mueren en sus pecados de igual forma. El día del juicio es tan seguro como la resurrección de Jesús. La Biblia dice en Hechos 17 que la Biblia, perdón, que el día de juicio venidero está garantizado por el hecho de que Cristo resucitó. Leemos, por cuanto ha establecido un día en el que ha de juzgar al mundo con justicia por medio del hombre, con mayúsculas, ese es Cristo a quien ha designado, dando fe de ello a todos al resucitarle de entre los muertos. La garantía que Dios da de que habrá un día de juicio es el hecho de que Cristo resucitó. Negar que viene la espada del juicio de Dios es equivalente a negar que Cristo fue levantado de entre los muertos. Ambas cosas igualmente ciertas. Por último, vamos a contestar la pregunta ¿Por qué quiere Dios que se den advertencias? ¿Por qué Dios anda advirtiendo a la gente, comisionando sentinelas, vigías, que anden por ahí advirtiendo, sonando la trompeta? ¿Por qué quiere Dios eso? ¿Por qué quiere que los creyentes funjamos como sentinelas? Sonemos la trompeta. Si regresamos a nuestro texto en Ezequiel 33, versículo 10, dice, tú pues, hijo de hombre, di a la casa de Israel, Ustedes, es decir, Israel, han hablado así. Diciendo, nuestras rebeliones y nuestros pecados están sobre nosotros. Y a causa de ellos somos consumidos. ¿Cómo, pues, viviremos? Israel le decía a Ezequiel, si todo lo que dices es verdad, si nuestros pecados están sobre nosotros y seremos consumidos, ¿cómo, pues, viviremos? O sea, ¿qué caso tiene que nos digas esto? Si la situación es tan desesperada, ¿qué podemos hacer? ¿Cómo podemos salir de esta, Ezequiel? Ezequiel, ya no hay nada que hacerle. Aquí la respuesta. Dios le dijo a Ezequiel, diles. Vivo yo, dice Jehová, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva de su camino y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos. ¿Por qué moriréis, oh casa de Israel? ¿Por qué quería Dios que se quiera advirtir a los inconversos? ¿Por qué quiere que nosotros advirtamos a los inconversos? Dios ama tanto que está dispuesto a advertir a quienes no merecen una advertencia. Está dispuesto a llamar al arrepentimiento a quienes merecen pagar por sus pecados. Dios no quiere la destrucción del impío. No está ansioso de darles el pago. No es algo que Él disfrute. Pero sí es un Dios Santo que ama la justicia, que se deleita en la justicia, que ama tanto la rectitud que no tiene alternativa. más que castigar al pecador eternamente, todo pecador que no se encuentre en Cristo. Demostrará su justicia ante todo el universo sin reparo, cuando llegue el tiempo. Así que como Dios imploraba a Israel, como razonaba con Israel, razona contigo. Volveos, volveos de vuestros malos caminos, porque moriréis. Si tu duda es... ¿Cómo? ¿Qué hago? Aquí la respuesta. Vuelvete de tu pecado. El arrepentimiento bíblico es un cambio de mente. Cambiar de opinión sobre todo lo que has hecho en tu vida. Dejar de llamar a lo malo bueno. Reconocer lo que has hecho. Odiar tu pecado. Arrepentirte, rechazarlo. y esforzarte con la ayuda de Dios por vivir una vida santa. Pero eso no lo puedes hacer si no te entregas a Cristo. Sin su poder no podrás. Vuélvete de tu pecado. Arrepiéntete. Entrégate. Dios te ha advertido el día de hoy. Dios ha razonado contigo. ¿Por qué moriréis? ¿Estás aferrado a morir? ¿Tan aferrado a tu pecado que quieres morir y pagar el precio eterno de tu dureza de corazón? ¿Estás aferrado a enfrentar la espada de Dios? En el día final, nadie acusará a Dios de no darle salvación a quien nunca la quiso. En el día final, nadie le va a decir, Dios, yo quería salvación y no me salvaste. Eso no va a pasar. Nadie va a reclamarle eso a Dios. Si tú no conoces hoy a Cristo es porque no quieres conocerle. Es innegable el amor, la misericordia que Dios te muestra hoy, advirtiéndote. Dios no tenía que mandarte un centinela a sonar la trompeta, pero en su bondad lo hizo. ¿Cuánta misericordia? te ha mostrado en darte la advertencia Dios está dispuesto a recibirte dispuesto a perdonarte que mejor muestra te pudiera dar que poniendo a su hijo en la cruz para redimir a pecadores y advirtiéndote el día de hoy Dios te advierte porque no quiere que perezcas pero de igual manera advierte para quitar toda excusa al final da muchos centinelas y vigías a cada generación porque la sangre de los que mueren en sus pecados será sobre sus cabezas cuando llegue su ira cuando caiga su espada ni uno de los que estamos aquí el día de hoy podrá argumentar su ignorancia ni tener excusa alguna Acude a Cristo hoy. Y los que somos vigías, advirtamos hoy. Vamos a orar. Padre, cuán poderosa es tu Palabra. Temblamos ante ella. Pero también nos gozamos, Señor, en que has provisto una salida. El Evangelio, el sacrificio de Cristo. Te pedimos perdón, Señor, por tanta negligencia, tan malos centinelas que hemos ido en muchas ocasiones, en muchas oportunidades. Padre, ayúdanos a ser fieles centinelas, a vencer el miedo, Ayúdanos a nunca avergonzarnos de Cristo. Ayúdanos a amar realmente a nuestros amigos, a nuestra familia, a nuestros vecinos. Ayúdanos a amar de esa manera, de la manera más importante. Y Señor, si alguien no te conoce aquí el día de hoy, pedimos que tengas misericordia de él. Te pedimos que abras su corazón, Que le muestres su pecado, su necesidad de ti. Que haga caso de la advertencia, Señor, por favor. Te rogamos esto. Y te lo rogamos todo en el nombre de Cristo Jesús. Amén. 379 por favor. Refugio.
Ezequiel el Centinela
Series Mensajes para Creyentes
Si eres un creyente, como Ezequiel tú debes ser un centinela espiritual. ¡Tienes una responsabilidad, de advertir sobre juicio venidero que viene a todos! Hay muchas excusas, ninguna valida para Dios.
Sermon ID | 73119032354132 |
Duration | 56:14 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Acts 20:25-27; Ezekiel 33:1-9 |
Language | Spanish |
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