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Este sermón habría sido ideal para cerrar la Semana Bíblica. El tema de este año es la Apologética y habría sido este el cierre de la Semana Bíblica de Apologética, pero en lugar de eso va a servirnos para incentivarnos y no perder de vista que debemos reprogramarla y que tenemos ese tema allí pendiente. Así que en esta mañana vamos a hacer una pausa de Romanos y vamos a ver la realidad y enfatizar la realidad en un pasaje conocido, de hecho un pasaje que vimos ya en el pasado cuando estudiamos todo Primera de Pedro, que estábamos recorriendo toda Primera de Pedro. Y uno de los temas que hablaba Primera de Pedro era el tema del sufrimiento. Y hemos hablado de las cualidades del creyente. Y últimamente, desde hace poco que leí un libro que mencionó estos tres, estas tres características me quedaron muy grabadas. Me parece una manera muy rápida de pensar, bueno, el cristiano, ¿qué es? ¿Es esto? Es pecador, es santo y es sufriente. Así en tres platos, no vamos a decir en dos, sino en tres. En tres platos, el cristiano es pecador, es santo y es sufriente. Y parte del sufrimiento es vivir en un mundo en el que existe una antítesis constante. donde nosotros somos como peregrinos y extranjeros y era el tema que cubría Pedro a lo largo de toda la carta. Él hablaba acerca de la realidad de que los creyentes estamos como expatriados, ¿verdad? Estamos como en una tierra que no es nuestra tierra, en un país que no es nuestro país, donde las reglas son diferentes, las leyes son diferentes, el idioma es diferente, la ideología es diferente, sirven a otros dioses y nosotros estamos aquí de paso y nuestro deber es ser representantes como embajadores de la Patria Celestial y del Señor Jesucristo como nuestro Rey. Y Señor, entonces, eso implica sufrimiento, implica un anhelo, porque no estamos en nuestro hogar final y anhelamos estar ahí, implica que cuando estamos aquí, por representar a nuestra Patria Celestial y a nuestro Rey Jesucristo y declarar sin vergüenza que Jesús es Señor, nos vamos a ver muchas veces bajo ataque. A veces son simplemente preguntas, a veces es un escrutinio, un cuestionamiento. En otras ocasiones puede ser un ataque verbal, directo, nos pueden insultar, nos pueden amedrentar y podría escalar hasta convertirse en un ataque físico y podría estar nuestra vida en peligro. Sin embargo, de vez en cuando, en cualquiera de estos contextos, sale alguien con preguntas honestas. que realmente quiere entender y quiere saber. Y es nuestro deber como creyentes estar preparados para responder. Y eso es de lo que habla 1 Pedro capítulo 3, versículos del 3 y el 17 dice, ¿y quién es aquel que os podrá hacer daño si vosotros seguís el bien? más también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis. sino santificar a Dios el Señor en vuestros corazones y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros, teniendo buena conciencia para que en lo que murmuran de vosotros, como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. Porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. Oremos. Padre, de nuevo nos acercamos a un libro que nos supera en su contenido, en su poder, en su luz, y nosotros, criaturas pequeñas, limitadas, insignificantes, no podríamos entenderlo si no fuera por tu ayuda, si no fuera por tu Santo Espíritu en nosotros. De nuevo, como todos los domingos, imploramos que tú ilumines esta palabra en nuestras mentes y corazones, de nuevo, reconocemos oh Dios que no es un tema de entendimiento humano ni de razonamiento humano sino que requerimos tu iluminación requerimos que tú despiertes nuestras mentes y nuestros corazones y que nos inclines a esta verdad que vamos a estudiar y que nos hagas amarla y abrazarla y deleitarnos en ella y meditar en ella y crecer en ella. Y si tú no lo haces, nosotros no podemos. Ayúdanos una vez más. Tú que comenzaste esta obra, continúala. Tú que prometiste darnos corazones sensibles, corazones de carne, continúa haciéndolo. Tú que prometiste guiarnos a toda verdad, hazlo en esta mañana una vez más. Y al hacerlo, aleja nuestras mentes de error, de oscuridad, de falsedad. en el nombre de Cristo. Te lo rogamos, Santo Espíritu. Amén. En este contexto de este otro país en el que vivimos, de este mundo extraño y antitético a la fe, Pedro pregunta, ¿Quién es aquel que os podrá hacer daño si vosotros seguís el bien? No es común que nos hagan daño por hacer lo correcto. No es lo común. De hecho, un fruto de la gracia común en el mundo en el que vivimos es que si hacemos el bien, los demás no busquen dañarnos. En teoría, es así como funciona el mundo normalmente. Tendría que escalar la sociedad y el país a un nivel de maldad tal que por hacer el bien seamos castigados. Todavía hay algo de gracia común en nuestro país. De tal manera que, si buscamos honrar al Señor y servir a nuestro prójimo, pues en general la sociedad no nos va a retribuir con mal, por lo menos en este punto. Es un fruto de la gracia común que busquen la paz, que busquen la justicia, que busquen la rectitud, por lo menos la reconozcan, incluyendo los gobiernos que nos rigen. Pero... Hay casos excepcionales de maldad, los ha habido a lo largo de la historia, hay casos en este momento donde no es así, hay países donde no es así, la iglesia cristiana es efectivamente lastimada, perseguida y atacada por vivir haciendo lo que las escrituras denominan como bien, Por seguir el bien. Este término, seguir, siempre tiene una connotación muy profunda, muy visceral, digamos, muy de adentro. Es como buscar algo con pasión, como tener un celo arraigado profundamente que nos lleva a hacer algo. Y en este caso, pues, por seguir el bien, esa debería ser la descripción nuestra como cristianos. No que, ah, hacemos lo que es bueno. por quedar bien con la gente o por, no sé, por cumplir un set de reglas que tenemos o que nos han enseñado. No. Es que entendemos que lo que el Señor dice que es bueno, es bueno. Entendemos que lo que la Palabra de Dios dicta y determina que es bueno, es bueno realmente. O sea, no es simplemente una buena idea o una buena sugerencia, sino que es bueno. refleja el carácter de Dios, y entonces nosotros queremos tener ese celo por lo que Dios ha dicho que es bueno, y perseguir eso con todas nuestras fuerzas. Esa es la idea. Entonces, si sufrimos por hacer el mal, Nos lo hemos buscado. O sea, si por hacer el mal sufrimos, ahí no hay sorpresa, no está ocurriendo nada raro. Pero si sufrimos por hacer el bien, eso es diferente. Y el bien es lo que Dios ha llamado bueno. Somos llamados a ser extremos en una sociedad donde a veces lo bueno y lo malo es negociable, ¿verdad? Donde lo que para nuestros padres o abuelos era malo, hoy tal vez es bueno. Y lo que para nuestros padres y abuelos era bueno, hoy tal vez es castigado. ¿Cómo se dice? Por lo menos lo ven así, con mala cara. Y nosotros, nuestro llamado es ser celosos. De hecho, no sé si conocen el término celotes. Los celotes en el Nuevo Testamento eran unos revolucionarios, ¿verdad? No voy a avalar sus motivaciones, pero ellos buscaban la liberación de Israel del imperio y pues montaron toda una revolución o movimiento revolucionario y eran conocidos como celotes. Y uno de los doce era celote. Había sido celote. Simón, uno de los Simones. Simón el que no era Pedro, era Simón el celote. Y este término entonces viene de ahí, pero quiero que vean la connotación, la idea, ese celo extremo, ese deseo inevitable que lo lleva a uno a hacer lo que es correcto sin importar lo que pase. Esa debe ser nuestra misión. Idealmente no los van a castigar, pero continúa diciendo en el versículo 14, pero, o más también, si alguna cosa padeceis por causa de la justicia, si les toca sufrir por hacer lo correcto, por buscar lo que Dios llama justo, bueno, aún si eso pasara, aquí hay un contraste, lo normal es que no ocurra, pero... De nuevo, nos estamos moviendo en un mundo cambiante y puede ser que lleguemos a este punto. Entonces, si llegara a suceder, ¿qué dice? No sientan lástima por ustedes mismos, no salgan corriendo por sus vidas, no dicen, bueno, bájenle, ¿verdad? Bájenle al celo, bájenle a la emoción, tal vez escóndanse por un tiempo que nadie sepa. No dice eso. Dice, considérense bienaventurados, bienaventurados. Y esa palabra, hermanos, es una palabra cargada también de significado. Bienaventurado, en términos bíblicos, es la mayor bendición, es el favor de Dios, es la gracia de Dios. Es la presencia de Dios activa y real en la vida del creyente. Las bienaventuranzas. Cuando Jesús habla de las bienaventuranzas, Él está hablando de la más grande bendición que puede tener una persona. Y se habla de la bienaventuranza mayor cuando estemos en gloria viendo a Jesucristo, viendo a Dios cara a cara. Ese término es el que está usando Pedro aquí, diciéndonos, cuando estén sufriendo por la justicia, si les toca, considérense bienaventurados. O sea, es parte del favor de Dios, de la presencia activa de Dios en sus vidas. Es una bendición, literalmente. Ellos lo lanzan, el ataque, la persecución, la... la presión como una maldición. Para ellos es... vamos a reprimir, vamos a oprimir, vamos a destruir. Pero Pedro nos dice, ellos tal vez lo ven así, pero ustedes entiendan, es una bendición. Es una bendición. Por tanto, dice, no os amedrentéis por temor de ellos. Vean cómo cambia la reacción. Si yo soy perseguido, la reacción natural de una persona perseguida es... Temor, ¿verdad? Siento pavor, siento temor, me pone nervioso pensar que la sociedad pueda en algún momento rechazar y atacar a la iglesia. Me pone nervioso. No me gusta pensar en eso. Y creo que es natural cuando no estamos sufriendo persecución, ante la expectativa, ponernos nerviosos. Pero, si entendemos lo que Pedro está diciendo, que de hecho es una bendición, que de hecho es algo bueno, que de hecho es algo que viene de la mano de Dios, entonces ya no nos amedrentamos por temor a ellos. Porque entendemos que hay una mano por encima, dirigiendo todo esto, incluso la persecución es ordenada por Dios. Eso es parte de lo que hablábamos ahora en la mañana, ¿verdad? En sus caminos misteriosos, lo que Él nos niega y lo que Él nos concede. Y tal vez nos niegue libertad. Tal vez nos niegue libertad de culto en su providencia. Y si eso llega a ocurrir, somos bienaventurados. Y no debemos temer. No debemos temer a los hombres. No debemos andar amedrentados por temor a ellos. Ni os conturbéis, dice, no os amedrentéis, ni os conturbéis. No sé si estos términos tienen un peso como por separado, me parece que son más sinónimos. perturbarse, asustarse, ponerse nervioso, todo lo que implica esa emoción de ese sentimiento de quiero salir corriendo. Dice no reaccionen así, tengan paz, tengan paz, tengan calma, tranquilos, Dios está en medio y en control de todo esto. Hablando de las bienaventuranzas, Jesús en la última bienaventuranza dice bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia porque de ellos es el reino de los cielos y luego continúa añadiendo y bienaventurados sois cuando por mi nombre os persigan, os castigan, os repriman, bienaventurados sois cuando eso pasa. ¿No vale la pena acaso sufrir por esto? Hay muchas razones por las que nos gustaría sufrir o estaríamos dispuestos a sufrir. Pero yo creo que esta es la causa, la causa por la que vale la pena sufrir. El Evangelio y el Reino de Cristo es la causa por la que vale la pena sufrir y debemos considerarlo incluso un honor si nos toca sufrir por causa de Cristo, por la verdad. por saber que hicimos lo correcto hasta el último minuto, hasta el último aliento, por cualquier deber cristiano, por cualquier convicción que tengamos de que esto es lo que Dios quiere que hagamos, esto es lo justo, esto es lo bueno, esto es lo que debo decir, esto es lo que debo responder. Y si estoy seguro y convencido de que esta es, esto es lo que Dios está demandando de mí y me toca sufrir por ello, Con honor, con la frente en alto, con gusto. Y me hace pensar, es que es un poco extremo, no nos están martirizando en este momento, pero no puedo evitar pensar en los mártires. ¿Cuántos de ellos caminaron a la hoguera cantando himnos? ¿Murieron entonando himnos a su Señor y Salvador? No se amedrentaron. Ese es el ejemplo más extremo de no amedrentarse en medio de la persecución. En medio de las llamas, siendo consumidos por el fuego, entonar alabanzas a Dios. Reconocer que Él sigue siendo digno de alabanza y de adoración, aun si me pide mi vida. Sin embargo, nosotros no estamos ahí. Nuestro sufrimiento es, no sé, tal vez, decir lo que nadie quiere oír, un consejo bíblico que sabemos de entrada que lo van a rechazar, pero yo tengo que decir, esto es lo que la Biblia dice. Si a usted no le gusta, pues ni modo, ¿verdad? Y tal vez la persona a la que estoy aconsejando no tiene ni el poder ni la autoridad para lanzar un ejército en mi contra, pero muchos cristianos han tenido que aconsejar sin temor a reyes, a presidentes. a mandatarios y saber que el consejo no iba a ser popular y que posiblemente iban a terminar siendo atacados por su consejo bíblico. Juan el Bautista es un ejemplo de eso, ¿verdad? Juan el Bautista no le fue muy bien por dar un consejo que no fue en ese contexto, pero él dijo lo que tenía que decir ante oídos que no lo querían escuchar y esos oídos tenían el poder para meterlo en la cárcel y cortarle la cabeza. Cuando queremos agradar a Dios al punto de que toca romper relaciones, perder amistades, incluso con familiares, romper relación con familiares a causa de que queremos hacer lo correcto y queremos honrar a Dios y no vamos a participar de cosas que son dañinas o que son pecaminosas. Cosas tan sencillas como, no sé, en el colegio, en la escuela, los más jóvenes, por no decir malas palabras, se burlan porque no participan de los chistes vulgares de los compañeros. Porque se preocupan, se preocupan por no verse involucrados en actividades pecaminosas. Y eso socialmente quita puntos, ¿verdad? Y puede ser. Pueden sentirse oprimidos, pueden sentirse atacados. Vale la pena sufrir un poco de desprecio, menosprecio. Vale la pena si tenemos claro quién es el que es digno de nuestra obediencia, de nuestro amor. Entonces, Pedro aquí nos está planteando un escenario en el que nuestras acciones y nuestra conducta va a ser de testimonio en alguna dirección o en otra, pero va a ser un testimonio evidente de a quién servimos y a quién pertenecemos. Pero luego pasa en el versículo 15 al otro escenario que tiene que ver directamente con la apologética. aunque debo argumentar que los dos tienen que ver porque a veces lo que decimos cuando estamos preparados para presentar defensa puede verse obstaculizado por lo que hacemos y la gente tal vez no quiere escuchar lo que decimos porque nuestra vida no refleja eso que decimos creer, entonces hay como una doble defensa en realidad que estamos presentando todo el tiempo, por un lado nuestra vida es un testimonio de la verdad y por otro lado nuestra preparación para hablar y responder. También es una defensa. Primera de Pedro 3.15, el mandato apologético. Este versículo es el mandato apologético. Si no santificada Dios el Señor en vuestros corazones y está siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros. Algunas traducciones dicen si no santificada Cristo como Señor en vuestros corazones. Es curioso. esta diferencia. Es una diferencia respetable. Quiero decir que hay tantos manuscritos a favor de una como de la otra. Y si lo pensamos bien, en ninguna de las dos tenemos problemas. ¿Verdad? Puede ser santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, tanto como santificad a Cristo como Señor en vuestros corazones, porque Cristo es Dios. y en última instancia viene a ser lo mismo, en términos de la aplicación termina siendo lo mismo, es reconocer que hay Uno que es Dios y Señor. Y que Él ha hablado. Y que mi responsabilidad y mi deber es obedecerle a Él. Y cuando dice santificar a Cristo o santificar a Dios, esto es como lo contrario del temor a los hombres. es teman a Dios, teman a Dios, colóquenlo a Él en el lugar que le corresponde y todos los temores van a caer en su lugar. Si yo santifico a Dios como Señor o santifico a Cristo como Señor, estoy reconociendo que Él está por encima de todo lo demás, que Él no es otra voz a la que yo he elegido seguir cuando tenía un montón de opciones, como les decía ahora en la mañana en el llamado a la alabanza, en el canto, perdón, en el preludio, no es que tenemos un montón de dioses y hemos elegido un Dios. y que a éste es el que vamos a adorar. No, es que hay un solo Dios verdadero. Es que hay un solo Dios que es Dios. Hay uno solo cuya palabra tiene autoridad. Hay uno solo que está sentado en el trono del universo y rige todo lo que existe. Hay uno solo que es digno de nuestra obediencia. Hay uno solo que es digno de nuestra adoración. Uno solo. Y si santifico aparto a este Dios, lo separo de todo lo demás en mi corazón, ya no tengo por qué tener temor a nada ni a nadie más. Matthew Henry, lo cito, dice, santificamos al Señor en nuestros corazones cuando le adoramos con sinceridad y fervor, cuando nuestros pensamientos acerca de él producen asombro y reverencia, cuando descansamos en su poder. Cuando confiamos en su fidelidad, nos sometemos a su sabiduría, imitamos su santidad y le damos la gloria de vida a sus ilustrísimas perfecciones. Me encantó esa expresión. Santificamos a Dios ante los demás cuando nuestra conducta invita y anima a otros a glorificarle y a honrarle. Eso es santificar al Señor, a Jesucristo, a Dios, en nuestros corazones. El corazón y la mente, en la Biblia, son casi indistinguibles. Es casi lo mismo. Nosotros a veces hablamos del corazón como los sentimientos y las emociones, y la mente como la parte racional. Pero en las Escrituras, la mente y el corazón tienen que ver con el centro de operaciones del ser humano. y allí es donde debemos santificar al Señor, porque de ahí va a nacer todo lo que pensemos, todo lo que planeemos, todo lo que hagamos, todo lo que digamos, va a nacer de nuestro centro de operaciones, y es allí donde debemos santificar al Señor. Y entonces, este es el primer paso, santificar al Señor primero, y entonces debemos estar siempre preparados Esta actitud delante de Dios debe llevarnos a estar siempre preparados ante un mundo que observa. Siempre preparados, siempre listos como los Boy Scouts. Voy a decir como los Scouts para incluir a todos. Porque vendrán personas con preguntas. Entonces debemos estar preparados, capaces y dispuestos. No solamente dispuestos porque a veces estamos dispuestos a hablar pero no tenemos que decir. Y otras veces tenemos toda la información, pero no estamos dispuestos a comunicarla. Entonces, esta preparación tiene que ver con ambas. Por un lado, ¿debo estar dispuesto a meterme en esas conversaciones difíciles? ¿Debo estar dispuesto a ser vulnerable, incluso abrirme y conversar con los que tienen preguntas? Porque son preguntas muy personales. ¿Qué es lo que preguntan? La razón de la esperanza que hay en ustedes. Eso es personal, eso es muy íntimo, eso es el centro, estamos hablando de abrir de nuevo mi corazón. y mostrarle lo que Dios ha hecho y lo que Dios enseña, lo que Dios dice. ¿Por qué creo yo que Dios es Dios? ¿Que Cristo es Dios? ¿Que Él es el único camino? ¿Que Él es digno de toda mi vida? ¿Por qué? ¿Por qué en mi corazón se ha dado esa transformación? ¿Qué es lo que está pasando ahí? Debo estar dispuesto a abrirme. Pero a veces las preguntas son difíciles y entonces debo estar capacitado también. Y esa capacitación viene de la Palabra de Dios. Debo conocer la Palabra de Dios para poder explicarla a otros y para poder dar respuesta. Y no solamente conocer el contenido de la Palabra sino sus aplicaciones en este mundo, ahorita en el contexto en el que estamos y pensar ¿Cómo se vive esto en el contexto donde estoy viviendo? ¿Cómo puedo santificar a Dios como mi Señor y cómo puedo invitar a otros a hacer lo mismo ante las preguntas y debates sociales que se están dando actualmente en nuestro país? Eso requiere pensar. Requiere no solamente conocer la Palabra de Dios, sino que la Palabra de Dios sea mi lente. La cosmovisión, como yo interpreto el mundo, tiene que ser a través de la Palabra de Dios. Y sólo así voy a estar preparado para hablar cuando me toque. No tiene que ser con palabras grandilocuentes. Es bien curioso que la palabra grandilocuente sea grandilocuente. ¿Lo han pensado? No tenemos que usar palabras grandilocuentes para expresar las verdades que están grabadas en nuestro corazón a la luz de las escrituras, en la sencillez del vocabulario que conocemos de manera accesible a las personas que escuchan. Que ellos vean que no están hablando con un erudito necesariamente, no están hablando con un teólogo graduado de un seminario, no. Soy un padre de familia, soy una ama de casa como usted. Y esto es lo que creo. Esta es la palabra de Dios. Esto es lo que la Biblia enseña. Entonces el mandato apologético no es sólo para apologistas. Pedro. no les está hablando a apologistas en la carta. Él no empezó la carta diciendo a los apologistas que están en Roma, no. Él habla a la iglesia, a los expatriados, a la gente común y corriente que cree en Cristo. Estos son a los que les está diciendo estén siempre preparados para presentar defensa. hermanos, hermanas, es un mandato a cada uno de nosotros. No importa la edad, no importa el contexto en el que nos movamos, no importa el trabajo, no importa el nivel académico, no importa a dónde ha llegado usted con sus estudios, no importa su trabajo, no importa su género, estemos siempre preparados para presentar defensa, para dar una respuesta a todo el que nos demande razón de la esperanza que hay en nosotros. Noten que no es andar hablando por hablar con todos, no es eso lo que está diciendo Pedro. Hay un contexto de conversación, está diciendo que van a venir a demandarnos una respuesta. No que nosotros vamos a andar en Facebook debatiendo con todo mundo, ¿verdad? Mandando mensajes en los chats familiares para crear tensión. No es eso lo que nos está diciendo. Hay mensajes oportunos que se pueden mandar de vez en cuando, pero no es esa actitud de... Contención, la que está promoviendo Pedro, no es eso. Y a veces se entiende la labor apologética como andar peleando con todo mundo. No es eso. Nuestro deber es estar preparados para cuando vengan a preguntarnos. Cuando la conversación, el contexto, la relación se preste para que naturalmente hablemos de estas cosas. Pero debemos estar preparados. a veces incluso en escenarios hostiles, es necesario estar realmente preparados para hablar por amor a los demás que están oyendo, tal vez la persona con la que estoy hablando directamente está hostil al Evangelio, pero hay otros oyendo, y entonces tengo que pensar, tengo que medir, bueno, tal vez en este contexto, no por él, porque definitivamente no es una pregunta honesta la que está haciendo, quiere debatir, pero por los que escuchan, tal vez debería responder, ¿verdad? O en otros casos debería decir, no, este no es ni el contexto ni el lugar, y puedo decir, no es este, o sea, no va a haber un fruto aquí bueno, entonces no voy a perder tiempo. Debemos hacer uso de sabiduría en ese sentido. Pero noten el tema. ¿Es la esperanza que hay en nosotros? Se refiere a nuestra fe. Se refiere a por qué creemos lo que creemos. Y la única forma de que ellos pregunten acerca de eso que no se ve, es si estamos viviendo eso que no se ve. Es la única forma. No van a preguntar si no están viendo algo en nosotros. Por eso es una doble defensa en ambos frentes. Debo estar preparado adentro, pero debo estar viviéndolo externamente también. ¿Por qué está usted dispuesto a sufrir de esa manera? Por la fe. No me haga preguntar eso si no estoy dispuesto a sufrir por la fe. Nuestra fe en la palabra de Dios, en la revelación de Dios, no es un invento irracional. Creemos que la Palabra de Dios responde a todas las necesidades del alma. Que la Palabra de Dios tiene algo que decir a todos los pecadores. Que la Palabra de Dios está centrada totalmente en la gloria de Dios en Cristo y que tiene Vos en todas las áreas de la vida. Porque Dios lo creó todo para su gloria. Entonces, desde ¿por qué eres cristiano? Hasta ¿por qué está dispuesto a sufrir? ¿Por qué le contestó así a su hijo? ¿Por qué le dijo eso? ¿Por qué hacen eso en su casa? ¿Cuál es la razón devocional, familiar? ¿Por qué cuando yo paso por su casa, de repente ahí a veces solo música cristiana oigo? ¿O están cantando? No que deban escuchar solo música cristiana, pero a veces pasa eso. Yo no sé si a ustedes les pasa que cada vez es más música cristiana la que escuchan. Es natural, ¿verdad? Y si no la escuchan, la cantan. El cristiano está cantando casi todo el tiempo. A veces no canta muy bonito, pero canta. Y tal vez los vecinos oyen. y tal vez los vecinos oyen y quieren saber por qué hay tanta música en su casa y no es cualquier música y cabe destacar que Pedro menciona dos características de esta respuesta con mansedumbre o sea sin ser agresivos La mansedumbre tiene que ver con mi relación con la otra persona. ¿verdad? Entonces soy manso, humilde, reconozco su... lo veo como superior a mí, entonces quiero contestarle con respeto, con honor, quiero contestarle no con vehemencia, no enojado, ¿verdad? No como si fuera yo el que está en peligro y entonces tengo que defender mi honor y defender mi posición para ganar, no es un tema de ganar el debate, El diálogo debe ser simple, adecuado, fluido y amistoso. con reverencia, o con respeto, o con temor, y creo que esto tiene que ver con Dios. Entonces, manso delante de los hombres, con temor de Dios, es así como debo moverme en estas conversaciones, teniendo buena conciencia, para que en lo que murmuran de vosotros, como de malhechores, sean avergonzados los que calumnian vuestra buena conducta en Cristo. De nuevo, en ese contexto, de estamos haciendo lo bueno, pero nos van a atacar por hacerlo bueno. Muchas veces van a decir cosas de nosotros que no son ciertas porque han malinterpretado. Ahorita, ¿cuál es el discurso? Somos unas personas que odiamos, odiamos, los cristianos odian. odian a los homosexuales, odian a los transgénero, odian la diversidad, somos anticuados, ¿verdad? Esos son los ataques que cada vez se escuchan más en contra de los creyentes. Pero que cuando vengan y hablen con nosotros, y vean cómo les contestamos con amor, cuando tengamos conversaciones difíciles con personas que están luchando con la homosexualidad, en ese contexto, que esas personas puedan decir esto es todo lo que he escuchado como que no calza no siento ese odio que dicen que todo mundo dice que tienen los cristianos que sean avergonzados los que calumbian vuestra buena conducta en cristo entonces de nuevo doble defensa doble defensa porque mejor es que padezcáis haciendo el bien, si la voluntad de Dios así lo quiere, que haciendo el mal. No siempre esas conversaciones van a terminar bien. A veces nos van a atacar, a veces se van a enojar, a veces se van a ir en nuestra contra, a veces nos van a difamar, en ocasiones eso puede ocurrir, pero si ese es el sufrimiento que nos toca enfrentar por hacer lo correcto, por vivir vidas santas y dar testimonio verbal de esta esperanza que tenemos, está bien, es mejor padecer por hacer el bien. y no por hacer el mal. Que no se vayan teniendo razón los difamadores, diciendo me trató de la patada, que odioso ese cristiano, que me habló horrible, no quiero volver a poner un pie en una iglesia. Que no sea esa la respuesta ante lo que nosotros digamos. sino que no les guste lo que digamos está bien, pero que no sea que no les gustó cómo se lo dijimos. ¿Me entienden? ¿Me doy a entender? Que no sea... O sea, que se vayan enojados por causa del Evangelio. Si eso es lo que los hace enojar, todo bien. Pero que no vaya a ser que se vayan enojados porque yo fui un odioso. El Evangelio es odioso a veces, pero que yo no sea el odioso. hermanos que Dios nos ayude y espero que esto les anime y los impulse y que sea como una nada más como se dice mojar la boca nada más un poquito para despertar el apetito y que cuando anunciemos ahora sí que vamos a retomar la las clases de apologética, que vean la necesidad que tenemos todos, sin importar la edad, de aprender cómo responder a los que tengan este tipo de preguntas. Andemos piadosamente, santificando siempre a Cristo en nuestros corazones. La gente allá afuera no necesita que lleguemos necesariamente en perfección, no debemos ser perfectos para presentarles a Cristo, pero necesita que les presentemos al Cristo que nosotros hemos conocido personalmente y que nos está perfeccionando. Y eso es lo que necesitan ver, necesitan ver en alguna medida la imagen de Cristo en nosotros. Necesitan ver a ese Cristo que está lleno de gracia, que perdona pecado, que limpia los corazones. Y esa es la actitud con la que debemos llegar ante estas personas, con gracia, con perdón, con pureza. Porque Él es la única esperanza, la razón de la esperanza que tenemos, Él es la única esperanza para el pecado. Él es la única esperanza para ellos, para nosotros y para el mundo entero. Amén. Oremos.
El mandato apologético
Sermon ID | 720241930142408 |
Duration | 40:47 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Language | Spanish |
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