00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
¿Alguna vez ha subido usted una montaña alta de las de aquí de Costa Rica? Yo lo más que he subido es Alirazú, verdad que tiene creo una altura de alrededor de 3.400 metros. Y recuerdo la impresión que daba ver las nubes desde arriba, ¿verdad? Uno está encima de las nubes. Eso lo recuerdo muy distintivamente, muy particularmente, como algo muy impresionante. Y recuerdo también que desde el Irasú se podía ver el Chirripó, que es el más alto de Costa Rica, ¿verdad? Con más de 3.800 metros de altura. Y entiendo que en un día claro, desde el Irasú o desde el Chiripó, se pueden ver ambos océanos. Si uno está allá arriba, en un día claro se puede ver tanto la costa del Pacífico como la costa del Atlántico. El punto es que es un punto ventajoso, realmente, es un punto ventajoso de donde se puede ver todo Costa Rica y uno estando allí, bueno, en el Chiripó, puede pensar, bueno, aquí no hay nada por encima. mío, ¿verdad? Estoy en el punto más alto del país. Todo lo demás y todos los demás están por debajo. Sólo me puedo imaginar lo que sería escalar un monte verdaderamente alto como el Everest, por ejemplo, el monte más alto de nuestro planeta, como más de 8,800 metros de altura, es más del doble que el Chiripo, Y ahí, verdaderamente, no hay nadie más arriba. En ese punto, en todo el planeta, no habría nadie más arriba. Todo el planeta estaría por debajo. De alguna manera, Pablo, en el pasaje que estamos estudiando, nos está llevando a la cima de una montaña majestuosa, desde donde tenemos una perspectiva mucho más clara de lo que hay a nuestro alrededor. Romanos, capítulo 8, versículos del 35 al 39 dice así. ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Como está escrito, por causa de ti somos muertos todo el tiempo. Somos contados como ovejas de matadero. Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de Aquel que nos amó. Por lo cual, estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente ni lo porvenir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada, nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús, Señor nuestro. Oremos. Padre, queremos pedirte en esta mañana que nos abrumes con un sentido profundo de tu amor por nosotros. Es la única defensa, el único recurso, la única seguridad que tenemos en este mundo, en medio de nuestro pecado y de la maldad que hay a nuestro alrededor, el único pilar que nos sostiene, el único fundamento bajo nuestros pies. Es tu amor por nosotros. Gracias porque a raíz de ese amor haces todo lo que haces en nuestras vidas, incluyendo esta maravillosa oportunidad que es poder sentarnos bajo la predicación de tu palabra y escuchar lo que tú tienes para nosotros. Tu palabra viva, tu palabra transformadora, tu palabra penetrante. Haz que produzca un fruto rico, Dios, en cada uno de nosotros. que cambie lo que haya que cambiar, que mejore lo que haya que mejorar, que quita de nosotros lo que haya que quitar. Gracias por tu espíritu, su autor, que hoy está también en nuestros corazones, haciendo una obra milagrosa que nosotros mismos no entendemos, pero que creemos que es verdad. Nos abandonamos en su ministerio, por Jesucristo. Amén y amén. Continúa la serie de preguntas que Pablo empezó a plantear a raíz de todo lo que había venido contando en Romanos capítulo 8. Bueno, de hecho, desde el principio, pero repasamos algunas cosas de Romanos capítulo 8 en particular. Y la siguiente pregunta que plantea es ¿Quién nos separará del amor de Cristo? Cristo nos ama. Cristo murió, resucitó e intercede por nosotros. Eso vimos la semana pasada. Su amor es inmenso. Su amor es inmutable, no cambia, no varía, no crece ni disminuye conforme a nuestras actitudes o lo que nosotros hagamos. No podemos hacer nada para que nos ame más, ni podemos hacer nada para que nos ame menos. Y si eso es verdad, Si así es el amor de Cristo por nosotros, aquí está nuestra seguridad. Por eso Pablo pregunta, ¿quién nos separará del amor de Cristo? Una pregunta retórica, la respuesta es nadie. Y luego pasa a enumerar varias circunstancias que uno podría pensar que son terribles, ¿verdad? Que son definitivas y que podrían de alguna manera separarnos del amor de Dios en Cristo. Pero si nadie nos puede acusar, como vimos la semana pasada, si nadie nos puede condenar, entonces nadie nos puede separar de él. Porque lo que él hizo es definitivo, es eterno, es perfecto. No por nuestro amor por él. Ese no es el fundamento. El fundamento es su amor hacia nosotros. Ese es el amor que no cambia. Ese es el amor que lo llevó a la cruz. Y Pablo menciona cosas a continuación en esta lista que él mismo ha experimentado en su historia. Si conocen la historia de Pablo, sabrán reconocer todas estas situaciones que él enfrentó en su vida de misionero, en su vida como apóstol. La primera que menciona es tribulación, y hay muchos sinónimos, podemos hablar de adversidad, usualmente se refiere a cosas externas, ¿verdad? Hay problemas internos también, pero aquí está hablando de cosas externas, físicas, sociales, económicas, problemas, aflicciones, sufrimientos, dificultades, todo eso entra dentro de tribulación. Y yo creo que nosotros en alguna medida podemos identificarnos con esta palabra y con todas las que Pablo va a ir nombrando. La siguiente es angustia, y creo que esta tiene un sentido un poco más interno. Las circunstancias externas son una cosa y luego lo que producen en mí, eso es otra cosa, ¿verdad? Entonces, yo puedo estar angustiado, puedo verme deprimido, puedo sufrir de tristeza, de dolor interno a raíz de las circunstancias externas. Y muchas veces pasa que las circunstancias externas no son tan graves, pero para nosotros son muy hirientes, ¿verdad? Y terminan bajoneándonos y deprimiéndonos y afligiéndonos más quizá de lo que deberían. Pero es parte de la experiencia cristiana, es parte de la realidad del mundo en el que vivimos y parte de la realidad de que nuestras emociones también están ahí tocadas por el pecado. Si tuviésemos emociones santas, totalmente nunca caeríamos en angustia y estaríamos siempre confiando en nuestro Señor. Luego habla también de la persecución y en este caso es una cacería religiosa. Lo que Pablo enfrentó fue una cacería religiosa, o sea, a causa de su religión, fue perseguido por los demás judíos y fue perseguido también por el gobierno y fue torturado y fue ejecutado. Él murió bajo la espada de Roma. La persecución es esa tendencia del mundo de querer destruir la religión cristiana o destruir la religión destruyendo a los adherentes a esa religión busca eliminar el cristianismo porque le recuerda a Dios entonces la violencia se dirige hacia los que profesan el cristianismo para erradicarlo, destruyéndolos, matándolos u obligándoles a renunciar a su fe. Esa es la idea de la persecución, ¿verdad? Y lo ha sido siempre a través de la historia. Hemos hablado de la iglesia perseguida en la semana pasada. Y eso es lo que está ocurriendo en última instancia. Es una búsqueda de destruir la fe cristiana en ese contexto en particular. Destruyendo a los que creen en Cristo. Y Pablo fue víctima de eso. Hasta las últimas consecuencias. Así como muchos creyentes en la historia de la iglesia. También dicen que enfrentó hambre. Y hambre puede ser específicamente falta de alimento o puede ser pobreza en general y falta de necesidades o de poder satisfacer necesidades básicas, ¿verdad? Lo mismo ocurre con desnudez. Creo que estas dos van juntas. Hambre y desnudez se refieren a pobreza, en última instancia. No tener los recursos para proveerse de alimento o proveerse de ropa, proveerse de abrigo, estar expuesto a las inclemencias del clima. Luego habla de peligro, es un término general tal y como nosotros lo utilizamos cualquier posición de riesgo y Pablo enfrentó muchas posiciones de riesgo donde podría salir lastimado y efectivamente en muchas ocasiones salió lastimado. Y finalmente habla de espada que es cualquier arma con su cortante utilizada para matarla. Lo curioso de este término es que en las escrituras la espada normalmente quien la ablande es el gobierno. Y yo creo que hay una referencia a la persecución por parte del imperio en la espada. Muerte, violenta, ser asesinado por la fe. O estar bajo amenaza de muerte por la fe. Es la pena capital aplicada a los malhechores. Y en ocasiones es legítima, ¿verdad? Sí se debe aplicar. Cuando una persona mata, cuando hay un asesino que le ha quitado la vida a otro ser humano, debe el gobierno ejercer su espada para castigar al asesino. Eso es correcto. Pero el problema es que en este contexto el gobierno está usando la espada para atacar a los cristianos. Y Pablo experimentó todo esto en carne propia. y lo remacha con una cita del Antiguo Testamento tomada del Salmo 44, 22, donde dice, como está escrito, por causa de ti somos muertos todo el tiempo, somos contados como ovejas del matadero. Si hay algo que los cristianos podemos esperar en este mundo es aflicción, sufrimiento, dolor, tristeza. ¿Recuerdan las tres marcas del creyente que hablamos hace poco? Somos pecadores, santos, sufrientes. Ahí se resume nuestra vida cristiana. Pecadores en proceso de santificación en medio del sufrimiento. Eso somos. Y Pablo lo experimentó. Y no quiero menospreciar nuestro sufrimiento, pero no creo que nosotros hayamos sufrido o estemos sufriendo ahora la magnitud de ataques que sufrió Pablo en el momento que estaba escribiendo esta carta, o que había sufrido. A veces parece que el mayor sufrimiento para nosotros es levantarnos temprano para venir a la iglesia. En verdad, eso es el mayor dolor. No hemos derramado sangre todavía por nuestro Salvador. Sacrificar el dinero del Uber, tal vez, o la gasolina para venir en carro. Ese es el sacrificio, eso es lo que estamos entregando. O venimos caminando, no sé, y nos desgastamos los músculos, las suelas de los zapatos. En fin, venir cuando está lloviendo aquí en San Carlos, verdad, también. Esos son nuestros sufrimientos. No es cierto que sean sólo esos, ¿verdad? Yo sé que hay sufrimiento también en nuestra experiencia, en nuestra vida diaria. Enfrentamos aflicciones y tribulaciones que, de nuevo, tal vez no están a la misma altura de lo que Pablo enfrentó, pero no por eso debemos menospreciarla, y quizá usted está sufriendo en verdad. Pero, en alguna medida, lo que tenemos que hacer es recordar Esto que Pablo nos está enseñando, y hace eco también, o más bien, Calvino hace eco de estas palabras cuando dice, como las nubes, que aunque oscurezcan la vista clara del sol, no nos privan completamente de su resplandor, De la misma manera, Dios envía los rayos de su gracia a través de la oscuridad de las adversidades. Entonces, pueden tapar el sol en alguna medida, la vista del sol, pero los rayos del sol siguen penetrando a través de las nubes. Y así es la tribulación en nuestra vida. puede oscurecer, de alguna manera tapar el rostro de Dios, como que no lo vemos tan claro, pero su gracia sigue llegando a nuestras vidas, su amor sigue siendo una realidad en nuestra experiencia. ¿Y cómo nos llegan los rayos de su gracia? A través de sus promesas, recordando lo que Él ha dicho, recordando lo que Él ha hecho. podemos acudir a su palabra, podemos contemplar su obra en Cristo Jesús, podemos contemplar la obra que está realizando en nosotros y recordar su amor por nosotros. Ese es el fundamento, su amor por nosotros. Nos conoció de antemano, desde antes de la fundación del mundo ya nos había amado. Entonces, ese amor que empezó en la eternidad sigue con nosotros y seguirá con nosotros para siempre. Y por eso, Pablo puede decir en el versículo 37, antes, en todas estas cosas, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. En medio de cualquier sufrimiento, en medio de cualquier circunstancia, A pesar de cualquier circunstancia, somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Esta frase nos encanta, ¿verdad? Somos más que vencedores. Hay canciones, movimientos, eventos, ¿verdad?, que agarran esta frase y creo que en muchas ocasiones, lamentablemente, la sacan de contexto porque el contexto es adversidad. El contexto inmediato de la frase es adversidad por Cristo. Porque Él está diciendo, al citar el Salmo, por causa de ti, somos muertos todo el tiempo. No porque yo me estoy poniendo en posiciones de peligro, no por las circunstancias normales, o no por mi desobediencia, no por mi pecado. No está hablando de eso. Está hablando del sufrimiento por Cristo, el sufrimiento por Dios, por la fe. Y en ese contexto, cualquier adversidad que se venga, No va a poder prevalecer. Ese es el punto. No va a poder prevalecer. Somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Claro que queremos vencer la adversidad. Y la vamos a vencer. Vamos a salir vencedores. Es más, dice Pablo, más que vencedores. Yo no sé si ustedes habían puesto atención a esa terminología, pero vencedor es una palabra muy absoluta. O sea, el que ganó, ganó y el que perdió, perdió. Vencedor ya es suficiente. Pero él dice, no, vencedores no, más que vencedores. Más que vencedores. obtendrán la victoria total. Vencerán de forma abrumadora. No es una victoria de que pasó así como raspando, pasó dejando los perros en la hambre. No va a ser una victoria abrumadora. ¿Por qué? Porque es la victoria de Cristo. Somos más que vencedores en Cristo. Es la victoria más gloriosa. Cuando estemos en gloria y seamos manifestados como hijos de Dios, no va a ser una diferencia pequeña de los incrédulos y de los que son condenados, va a ser una diferencia abrumadora, una diferencia enorme, que no podemos ni siquiera imaginar, no podemos concebir, pero recordemos esto, no por nuestra fuerza, no por nuestro poder, no por nuestra capacidad, no por nuestra dignidad, por nuestro esfuerzo, por nuestra perseverancia, por nuestra energía, por Cristo, por lo que Cristo hizo por medio de aquel que nos amó. El que nos amó nos concede la victoria abrumadora y gloriosa. Él es la cima de la montaña. Él es la roca inexpugnable. La roca firme bajo nuestros pies. Es su poder. es su gracia la que nos sostiene. Y desde la cima de esta montaña podemos cerrar los ojos, respirar el aire fresco, luego abrir y contemplar a nuestro alrededor las adversidades, pero estamos en el punto más alto. Y desde este punto cualquier problema se ve pequeño. Cualquier adversidad se ve minúscula allá abajo. Estamos en el lugar más alto. Nada nos puede tocar aquí. Nada nos puede alcanzar. Incluso si llegaran a matarnos, no nos podrán separar del amor de Cristo. Estamos allí, seguros, tranquilos, para siempre. Y luego Pablo continúa con uno de los pasajes más famosos y reconfortantes de las Escrituras. Por lo cual estoy seguro, empecemos por ahí. Hay un tema de seguridad de algo que sabemos que es cierto. Cristo me amó. Debo poder decir eso. Cristo me amó. Cristo me ama en este momento. Soy amado por Dios en Cristo. Si es así, estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo porvenir. Desglosemos estas primero. ni la muerte, ni la vida, aunque me corten de este mundo. O sea, aunque logren matarme, aunque logren cortarme la cabeza, aunque sea martirizado por la espada de un gobierno anti Dios, aún si eso pasa, ese último enemigo está sirviendo a los propósitos de Dios para llevarme a la gloria. para llevarme a experimentar la gran victoria. La última consecuencia del pecado ya no es consecuente para nosotros. Todo lo que pueda pasarme en este mundo está encerrado también en la palabra vida. Entonces, ni el final de nuestra vida aquí, ni cualquier cosa que ocurra durante nuestra vida aquí, cualquier distracción, cualquier preocupación, cualquier prueba o problema, cualquier peligro, cualquier tentación, cualquier calamidad, lo que sea que a usted se le ocurra que le puede pasar durante su tiempo en esta vida, nada de eso lo podrá separar. En Romanos 14, 8, más adelante, Pablo va a decir, pues si vivimos, para el Señor vivimos, y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos o que muramos, del Señor somos. ¿No es maravilloso poder afirmar, junto con Pablo, que no importa, de verdad, no importa lo que me pase, no importa lo que enfrente, ¡Soy del Señor! ¡Soy del Señor! ¡Para siempre eso no cambia! Debemos hallar seguridad y consuelo en esa simple verdad. Le pertenecemos a Él. Luego pasa a hablar de cosas que no vemos, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ningún poder sobrehumano, ningún ser espiritual, ningún demonio que busque separarnos del Señor podrá hacerlo. Del Señor somos. Ni lo presente, ninguna circunstancia que usted esté enfrentando hoy, ni lo porvenir, cualquier problema que usted se imagine que podría pasar, porque muchas veces es eso, la ansiedad que produce la incertidumbre del mañana, de no saber lo que va a ocurrir mañana, y de pensar en todo lo que podría ocurrir mañana, si usted es de los que se va por esos torbellinos, recuerde, ni lo porvenir, ni lo peor que usted se pueda imaginar que le podría pasar mañana, lo puedes separar del amor de Dios. En el versículo 39 dice, ni lo alto, ni lo profundo. La gente casi nunca ve para arriba. ¿Ustedes han notado eso? Es muy difícil que la gente vea para arriba. Siempre estamos viendo en horizontal, ¿verdad? Hacia abajo en ocasiones, pero difícilmente uno ve hacia arriba. Puede pasar días enteros sin volver a ver para arriba, póngase atención. Pero al levantar la mirada en la noche, si a usted le gusta hacer eso de vez en cuando, es casi inevitable en una noche clara y despejada pensar en lo enorme que es el universo y lo pequeñitos e insignificantes que somos nosotros. Hay tanto que no podemos ver allá arriba, tanto que no tenemos ni idea que existe. Y puede ser la idea aterradora. Lo mismo ocurre en las profundidades del mar. No sabemos los peligros que alberga. Hay un temor en particular, se me escapa el nombre en este momento, pero un temor de las profundidades, del oscuro del mar y de las profundidades del mar. Pero el punto es que nada en el cielo ni en el centro de la tierra, incluso podríamos decir nada en el cielo ni en el infierno, si queremos ponerlo en esos términos. Nada nos puede separar. Y luego, como para remachar, como por si acaso, Pablo dice, ni ninguna cosa creada. Si hay algo que a usted se le ocurrió que no está en esta lista, Aquí puede meterlo en esta categoría. Ninguna cosa creada, porque qué es lo creado? Todo lo que no es Dios es creado. Todo, absolutamente todo lo que existe, aparte de Dios, es creado por Dios. Y si ninguna cosa creada nos puede separar de su amor, eso quiere decir que nada ni nadie en todo el universo y en la historia del mundo podrá separarnos del amor de Dios. Usted mismo es una cosa creada. Usted mismo no se puede separar del amor de Dios. Cuando ha enfrentado un día en el que no ha tenido su mejor desempeño, yo no sé si ustedes tienen días así, a mí me pasa. Cuando ha experimentado un día donde si se acordó de Dios, tal vez no lo ama Dios menos en un mal día. Cuando es consciente de su propio pecado y de su propia maldad y es abrumadora la realidad, ¿de cuánto ha deshonrado al Señor? Ni siquiera eso lo puede separar del amor de Dios. porque Cristo en esa cruz pagó toda esa maldad, toda esa maldad. Y cuando se siente pequeñito, cuando se siente insignificante, débil, recuerde, nada creado, ni siquiera usted lo puede separar del amor de Dios, porque nunca se ha tratado de usted, nunca se ha tratado de lo que usted podía lograr, de lo que usted podía ser, de cuán grande o digno era usted. Nunca se ha tratado de eso. Y eso no va a cambiar. Es la dignidad de Cristo. Es la dignidad de lo que Él hizo. Es el valor de su obra y su persona. Es su amor por nosotros que se originó en la eternidad. Ese es el fundamento. Esa es la seguridad que tenemos. Que es en Cristo Jesús. El amor de Dios que se revela en Cristo Jesús. El amor de Dios que se manifiesta o se experimenta en unión con Cristo Jesús, Señor nuestro, Señor nuestro y Señor de todo. Él está en control, Él lo controla todo, lo gobierna todo. Su mano está por encima de la muerte, de la vida, de ángeles, de principados, de potestades, de lo presente y de lo porvenir, de lo alto, de lo profundo. Él gobierna toda la creación. ¿Dónde descansa su seguridad? Cuando vienen esos momentos difíciles de afuera o de adentro. Mira a su alrededor, mira hacia arriba, mira hacia abajo, se mira a sí mismo. Quite su mirada de todo lo creado y ponga su mirada en el Creador. Quite su mirada de todo lo creado y ponga su mirada en Aquel por medio de Quién y para Quién fueron creadas todas las cosas. Cuando experimenta angustia, cuando se levanta con el pie izquierdo, cuando cae, cuando tiene un mal día, recuerde su roca, recuerde su monte, su Everest, su fortaleza. Recuerde a Cristo, recuerde lo que Él hizo, recuerde lo que Él está haciendo y recuerde lo que Él ha prometido hacer por el amor que tiene hacia usted. Esa debe ser su seguridad. Y que ese amor eterno, inmutable, perfecto, abrumador, produzca en nosotros una respuesta de cada vez más amor hacia Él. un amor creciente, un amor ferviente, un amor confiado y seguro por él, pero que nunca, nunca descansemos en nuestro amor por él como nuestra seguridad, sino su amor por nosotros. Amén. Que Dios nos ayude. Oremos.
Ninguna cosa creada
Series Romanos
Sermon ID | 63242334184867 |
Duration | 29:25 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Romans 8:35-39 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.