sentarse mis hermanos en esta noche nosotros continuamos con una serie que iniciamos en marzo estamos hablando ya de dos meses o no que iniciamos sino que paramos en marzo eh basado en este libro pecados respetables y hoy queremos hablar un y hay un pasaje bíblico que se encuentra en el Libro de los Salmos que me llama poderosamente la atención y he querido compartirlo a ustedes en esta noche. El Libro de los Salmos, el Salmo 103, es un libro de cánticos dirigidos al Señor, y en este caso específico, este Salmo 103, pues es un Salmo de David, compuesto por el Rey David. Vamos a leer versos 1 al 5. Salmo 103, versos 1 al 5, nos dice así. Bendice alma mía al Señor y bendiga todo mi ser, su santo nombre. bendice alma mía al Señor y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es el que perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus enfermedades, el que rescata de la fosa tu vida, el que te corona de bondad y compasión, el que colma de bienes tus años para que tu juventud se renueve como el águila. Salmo 103, verso 1 al 5. Un himno de alabanza, pero un himno que nos insta a nosotros a bendecir el nombre del Señor y no olvidarnos de ninguno de los favores que hemos recibido del Señor. Y precisamente en esta noche Quiero hablar un poquito acerca de la importancia que reviste para la vida del cristiano el ser una persona agradecida con el Señor. Y por qué? Bueno, pues de eso vamos a hablar en este momento. En los tiempos bíblicos, la lepra. Todos conocemos lo que era la lepra, verdad? Una enfermedad abominable que apartaba a la víctima de sus familiares y amigos porque era muy contagiosa. y no había en aquellos tiempos un remedio para la lepra. Iba poco a poco consumiendo a la persona. Entonces, por esa razón, la ley de Moisés dada por el Señor requería que quien padeciera esta enfermedad debía anunciar una letanía cuando iba por la calle diciendo inmundo, inmundo, inmundo. cuando transitaba por cualquier camino, y eso era con el fin de evitar que alguien se contaminara con ese mal, con la enfermedad de la lepra, porque era muy contagiosa, como les acabo de decir. En Levítico 13.45 nos da detalles de cómo era la vida y cómo debía de actuar la persona en su caminar. Pero aquí en las escrituras también nos encontramos con un caso en el Evangelio de Lucas, donde se registra una vocación en la que Jesús se encontró en el camino con diez leprosos que estaban a cierta distancia de él y clamaban. Lucas capítulo 13, capítulo 17, verso 13 al 19, dice de la siguiente forma. Oiga bien, preste atención. Jesús Maestro, ten misericordia de nosotros. Esto eran los leprosos gritándole al Señor y nos dice así, leo hasta el verso 19, Lucas 17, 13 al 19. Cuando Él los vio, les digo, vayan y muéstrense a los sacerdotes. Y sucedió que mientras iban, quedaron limpios. Entonces, uno de ellos, al ver que había sido sanado, se volvió glorificando a Dios en alta voz. Cayó sobre su rostro a los pies de Jesús y le dio gracias. Y este era Samaritán. Jesús le preguntó, ¿no fueron diez los que quedaron limpios? ¿Y los otros nueve? ¿Dónde están? no hubo ninguno que regresara a la gloria a Dios, excepto este extranjero. Fin de la cita. Lucas 17, 13 al 19. Cuando nosotros leemos esta historia, lo lógico que nos venga a la mente es pensar, ¿cómo pudieron aquellas nueve personas, aquellos nueve hombres, ser tan mal agradecidos y no regresar a darle las gracias a Jesús? ¿Cómo es posible eso? Acuérdense que le estoy hablando de una enfermedad que aislaba a la persona de la sociedad, una enfermedad que era muy contagiosa y por eso cuando la persona iba en el camino tenía que ir diciendo inmundo, inmundo, inmundo, inmundo para que la gente se alejara de ellos. ¿Cómo es posible que nueve personas que son sanadas no son capaces de regresar por lo menos a darle las gracias a Jesús por la sanidad recibida? Sin embargo, mis hermanos, muchos de nosotros somos culpables del mismo pecado de ingratitud. Espiritualmente hablando, nuestra enfermedad era mucho peor que la enfermedad física de la lepra. Nosotros no estábamos muertos, mejor dicho, no estábamos enfermos, sino que estábamos muertos espiritualmente hablando. Nosotros éramos esclavos del mundo, éramos esclavos de Satanás y de las pasiones de nuestra naturaleza pecaminosa. Éramos objetos naturales de la ira de Dios. pero en su gran misericordia y amor el Señor nos atrajo hacia sí mismo y nos dio vida espiritual. Eso es lo que nos enseña a nosotros en Efesios capítulo 2 verso 1 al 5. Y además, Señor perdonó nuestros pecados a través de la muerte de su Hijo Jesucristo y nos cubrió con la justicia impecable del mismo Jesucristo, de tal forma que cuando el Señor nos ve, no nos ve en nuestra condición, sino que nos ve a través de la vida perfecta que vivió Cristo aquí en la tierra. El hecho de haber recibido la vida espiritual de Jesús es un milagro mucho más grande y sus beneficios son infinitamente mayores que haber sido sanados de la lepra. No obstante, y esto es para los cristianos, ¿cuántas veces hemos dado gracias por nuestra salvación? Se ha detenido en este día para agradecer a Dios por haberlo librado del dominio de las tinieblas que haberlo trasladado al reino de su hijo. Se ha detenido por un momento. Y si lo hizo, si dio gracias, lo hizo de manera superficial, como cuando mucha gente agradece por los alimentos. Gracias, señor, por los alimentos. o fue una expresión sincera de gratitud por lo que Dios hizo a favor suyo en Cristo? ¿Cuál fue su actitud? La verdad, mis hermanos, es que toda nuestra vida debería de ser una vida de constante gratitud al Señor. El apóstol Pablo, siendo inspirado por el Espíritu Santo, dijo de la siguiente forma, puesto que él, hablando de Dios, da a todos vida y aliento y todas las cosas. Hechos 17, 25. Dios es el que da a todos vida y aliento. Él es el que da todas las cosas. Y eso significa que cada aliento que nosotros respiramos es un regalo de Dios. Hace un segundo usted me miró, eso es un regalo de Dios. El que usted está arriba es un regalo de Dios. Todos los que somos, todos los que tenemos es un don de él. Si usted posee habilidades intelectuales, profesionales o técnicas, son un regalo de Dios. Fue Dios quien le dio eso. Bueno, es cierto que usted está pensando, bueno, yo estudié, yo me preparé, yo fui a la universidad, yo con diligencia, invertí largas horas en mi entrenamiento profesional. Pero ¿de dónde vino esa capacidad intelectual? ¿De dónde vino ese talento innato que usted posee? Provino de Dios. Provino de Dios quien lo creó con una aptitud, con fe natural y en su gracia providencial le llevó a desarrollarla. es de Dios. Entonces nosotros todos los que tenemos este Dios, nosotros tenemos que estar atentos a la advertencia que Dios hizo a a los israelitas en el libro de Deuteronomio capítulo 8. verso once al catorce y versos diecisiete al dieciocho donde el Señor le dice y que es es una advertencia para los israelitas pero que también se aplica para nosotros donde el Señor le dice a los israelitas cuídate de no olvidar al Señor tu Dios dejando de guardar sus mandamientos cuídate que cuando tú seas prosperado cuando tú crezcas no te olvides de Dios quien te ha dado todo, no sea que tu corazón se enorgullezca y se olvide de que lo que tú tienes lo has recibido de él. Y le dice el Señor a los israelitas, ahí en Deuteronomio 8, y le dice, y ten pendiente que es el Señor el que te da el poder para hacer riquezas a fin de confirmar su pacto. hermanos, toda la vida, todo el mundo es obra de Dios. Mucha gente, eso es cierto, reconoce que todo lo que posee proviene de Dios, pero Juan a menudo hacen una pausa para aclararse. Al final de un día de trabajo en su profesión u oficio, ¿Cuántas veces tomamos un tiempo para decir, a pesar del cansancio, a pesar de las luchas y de las batallas, gracias Padre Celestial por darme la habilidad, el don y la salud para hacer el trabajo? ¿Cuánto tenemos ese momento para agradecer al Señor por lo que nos ha dado? Ha tomado usted un momento en su vida para ir por su casa y de manera física o mental observando lo que usted ha recibido, los muebles, las decoraciones, y le ha dicho al Señor, todo lo que hay en esta casa son regalos que provienen de ti, Señor. Gracias por tu venerosa provisión llena de gracia. Valga la redundancia. muchas veces pasamos eso por alto, pensamos como que la cosa se dio de manera automática, obvio que fue porque nos esforzamos y logramos alcanzar eso. Y lo cierto es, mis hermanos, que en este caminar usted se puede encontrar con muchas personas que se han esforzado, han trabajado duro y no han llegado a tener lo que usted tiene, sea poco o sea mucho. Pero para las que estudian, para ustedes que estudian, ¿Ustedes le han dado gracias a Dios por la capacidad intelectual y la provisión económica que viene de donde sea para que usted pueda estarse preparando? ¿Le han dado las gracias a Dios por ello? ¿Cuántas jóvenes pueden estar en estos momentos anhelando estar en esa condición de poder estar estudiando y no pueden hacerlo por diversas razones? ¿Se han detenido a darle las gracias al señor por esa provisión económica para que ustedes puedan continuar con sus estudios? ¿O ustedes lo hacen de manera rutinaria, de manera superficial? No, eso es porque, bueno, lo conseguí, porque mis padres me ayudan, porque alguien me proveyó, por lo que sea. mis hermanos, uno de los pecados aceptables en la sociedad, pero que nosotros como cristianos no podemos aceptar. Claro está, ningún pecado lo podemos aceptar, pero muchas veces estos pecados respetables, muchas veces se meten, se meten de manera sigilosa en la vida del cristiano. Uno de esos pecados es no agradecer a Dios la provisión temporal y las bendiciones espirituales que nos ha prodigado el Señor ricamente, porque damos por hecho que las merecemos. Yo la merezco porque trabajé duro. Yo la merezco porque me forcé. Yo la merezco por esto, por aquello y por lo otro. Es más, demasiado cristianos no pensarían que este es un pecado el no dar gracias. pero la Biblia si lo condena el no dar gracias es un pecado. Mire lo que nos dice Efesios 5 20. Si allí el apóstol Pablo escribiendo inspirado por el Espíritu Santo dice que la persona que es controlada por el Espíritu Santo, es decir, el creyente Siempre da gracias a Dios por todo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo, a Dios el Padre. Efesios 5 20 y observe las palabras que el apóstol usa siempre y todo siempre da gracias por todo. Eso significa que toda nuestra vida debería de ser una continua acción de gracias hacia Dios. toda nuestra vida. Dar gracias al Creador por sus bendiciones físicas y espirituales no es sólo algo amable que hacemos, sino que es la voluntad moral de Dios. Si no le damos al Señor lo que merece, entonces nosotros pecamos. Si no le damos gracias al Señor, pecamos. Y eso podría parecer a la vista de cualquier persona como un pecado benigno, entre comillas, porque nadie más sale lastimado por eso. Es una afrenta y es un insulto al que nos creó al Señor de los Cielos y ese Señor que nos sustenta cada segundo en nuestra vida. Las Escrituras nos invitan a nosotros en boja de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, a que nosotros debemos de amar a Dios con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente. Ese es el mandamiento más grande e importante. El segundo es amar al prójimo como a nosotros mismos, pero el más importante es amar a Dios por sobre todas las cosas. Por lo tanto, la ingratitud a Dios es la transgresión del mayor de los mandamientos. que es amar a Dios sobre todas las cosas. Cuando nosotros nos vamos al libro de Romanos, nos encontramos en el capítulo 1, en los versos 18 al 32, cómo el apóstol Pablo presenta una descripción vívida de la humanidad pagana en sus tiempos. diciendo que la humanidad en aquel entonces iba en una espiral moral descendiente porque Dios los había entregado a las inclinaciones pecaminosas de sus corazones malvados. Eso es lo que presenta Pablo acerca de la humanidad de su tiempo. Y al principio de esa descripción, el apóstol Pablo escribe lo siguiente Romanos 1 21. Oiga como dice. Pues aunque conocían a Dios, no lo honraron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se hicieron vanos en sus razonamientos y su necio corazón fue entenebrecido. Romanos 1 21. Así que, mis hermanos, nosotros podemos ver que esa apostasía creciente comenzó con la impiedad. Acuérdense que hace un tiempo atrás. Nosotros hablábamos que la impiedad es dejar de honrar a Dios como tal, dejar de honrar a Dios como Dios. Entonces, esa espiral descendiente comenzó cuando la humanidad dejó de honrar a Dios como Dios. y luego de dejar de honrar a Dios como Dios vino la ingratitud. Su degradación moral fue resultado directo del juicio de Dios sobre ellos, porque nos dice allí que Dios los entregó progresivamente a peores formas de perversidad, inmoralidad y expresiones diabólicas. Nosotros podemos entender por esa porción de romanos. Estamos hablando de romanos 1 18 al 32 por esa porción de la Biblia que la ingratitud es un asunto grave. Podría parecer un pecado insignificante para nosotros. Pero el altísimo Jehová Dios lo toma muy en serio. no darle la honra a Dios o no ser agradecidos son las características más evidentes, no de la sociedad del siglo I que hubo, sino es una de las características más evidentes de la sociedad moderna del siglo XXI. Al igual que en la época del apóstol Pablo, la decadencia de nuestra época sigue en aumento. Estamos en una espiral descendiente. Es más, mis hermanos, nosotros podemos ver que la descripción que da el apóstol Pablo de la depravación moral que vemos en Romanos 1, podría aplicarse a nuestros tiempos de igual forma, podría aplicarse aquí en Los Frailes de igual forma, con muy pocos cambios en su redacción. Muy, muy claro se podría aplicar a nuestros tiempos. Y uno se pregunta si nosotros estamos recibiendo nuevamente el castigo divino por no honrarlo, por no darle gracias al Señor. Claro está que como creyentes nosotros no queremos provocar el juicio de Dios, pero contribuimos a ello si junto con la sociedad en general no le damos la gratitud que Él merece, que el Señor merece. Y le voy a decir algo, quizás nosotros los cristianos somos más culpables. ¿Por qué? Porque como creyentes debiéramos ser diferentes a la sociedad, al mundo. De hecho, el Señor dijo en Lucas 12, 48, que a todo el que se le ha dado mucho, mucho se le demandará de él. debido a que entonces nosotros creemos que la Biblia es la palabra de Dios. Entonces tenemos un compromiso más serio. De obedecerla. No de tenerla como otro libro. Y dentro de esos mandamientos que el Señor nos da, está el mandamiento de dar gracias al Padre Celestial. Siempre y en todo. hermanos, no hay duda que la decadencia plural que que va en aumento a nuestro alrededor es aplastante, es amenazadora, con frecuencia, no sé si usted se ha hecho esa pregunta, ¿y hasta dónde vamos a llegar? No sé que usted se lo ha hecho, yo lo he visto, ¿y hasta dónde que vamos a llegar con esto? Pero la próxima vez, hermanos, que nosotros juzguemos a si nosotros no hemos contribuido de cierta manera a esa espiral descendente de corrupción moral por nuestro fracaso aunado al de ellos de no honrar a Dios y darle gracias por todo. Porque muchas veces actuamos como actúan los que no conocen del Señor. Y no es que actuamos, verdad, como un ladrón, como un asesino, como un violador, no. Actuamos como personas de cuello blanco, respetable, pero que tenemos esos pecados que arrastramos con ellos, que arrastramos con esos pecados. Así que nosotros debemos de darle siempre gracias a Dios en todo. y especialmente cuando hemos recibido una provisión fuera de lo común de parte del Señor o la solución de alguna circunstancia difícil. Y eso nos lleva entonces a una pregunta que quizás usted se ha hecho. ¿Debemos nosotros darle gracias a Dios en todas las circunstancias? ¿Cómo usted responde bien? debemos dar gracias a Dios aun cuando las circunstancias no resulten como nosotros esperábamos? La respuesta es sí. La respuesta es sí, pero por diferentes razones. En primera de Tesalonicense 5 18, Pablo escribe lo siguiente. Primera Tesalonicense 5 18. Den gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios ustedes en Cristo Jesús den gracias en todo porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús ese mandato es diferente al que nosotros encontramos en Efesios cinco veinte que le hice mención hace un ratito donde el apóstol también dice que debemos dar gracias al Señor por todo y aquí dice que debemos de dar gracias en todo Creemos que en la carta a los Efesios, Pablo nos exhorta, Efesios 5 20, a desarrollar el hábito de dar gracias continuamente por todas las bendiciones que Dios derrama sobre nosotros por su gracia. Efesios 5.20, dar gracias a Dios por el trabajo, dar gracias a Dios por las habilidades que nos ha dado, dar gracias a Dios por las provisiones. Es decir, una de las características de la vida llena del espíritu es un corazón agradecido. Gracias por lo que tú me has dado hasta ahora. Pero en el pasaje de Primeras Tesalonicenses, sin embargo, Pablo nos instruye a dar gracias en todas circunstancias. aún por esas situaciones en las cuales, humanamente hablando, nos preguntamos, ¿pero por qué yo debo de dar gracias por eso? Usted va conmigo, ¿me entiende? En Efesios nos habla acerca de dar gracias por lo que hemos recibido, por los dones, los talentos, la preparación, los recursos que están a nuestro alcance. Eso es bueno, dar gracias por eso, ¿verdad? Pero Primera Tesalonicenses nos dice, ahora ustedes deben de dar gracias en todas circunstancias, incluso las que desde el punto de vista humano no son buenas. Pero se nos invita a dar gracias. También Entonces nos está pidiendo el Señor a través de la pluma del apóstol Pablo que demos gracias obligadamente y solo por la fuerza de voluntad. Cuando nos sentimos realmente decepcionados. Es a eso que está haciendo referencia el apóstol Pablo aquí en primera de tesarnicenses. Y la respuesta a esta pregunta radica en las promesas divinas que nosotros encontramos en Romanos 8. 28 y 29. Y Romanos 8, 38 y 39. ¿Qué nos dice a nosotros? Yo le invito a que usted lo lea conmigo. Por lo menos, si no alcanza a buscarlo en su Biblia, preste atención a esas promesas para que usted aprenda a dar gracias a Dios por todas circunstancias. Romanos 8, 28 y 29 nos dice así. Y sabemos que para los que aman a Dios Todas las cosas cooperan para él. Esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos conforme a la imagen de su hijo, para que él sea el primogénito entre muchos hermanos. Romanos 8, 28 y 29. Ahora vamos a leer Romanos 8, 38 y 39. Oiga bien, ¿cómo dice? Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo porvenir, ni los poderes, ni lo ni lo profundo ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro. Fin de la cita. El versículo 28 dice que para quienes aman a Dios que ocurre todas las cosas cooperan para su bien. A los que aman a Dios El significado es que Dios provoca que todas las cosas obren para bien, ya sea que las cosas o circunstancias no, aunque esas cosas y esas circunstancias no obran para bien en sí mismas. Y después no aclarar algo, dice a los que aman a Dios. Ahora, ¿quiénes son los que aman a Dios? ¿Quiénes son los que aman a Dios? y cómo demostramos que hemos creído en su palabra. Obedeciendo, eso lo dijo el mismo señor, si ustedes me aman mis mandamientos guardarán. Entonces esa es la mayor demostración del amor que nosotros decimos tenerle a Dios. Un deseo genuino de obedecer sus mandatos, sus ordenanzas, sus mandamientos, lo que él ya ha hablado en su palabra. No es porque yo diga que yo amo a Dios real y efectivamente todas las cosas van a cooperar para bien en mi vida porque yo estoy diciendo de la boca para afuera que amo a Dios. No. cuando hay en mí un deseo profundo y demostrado con hechos no perfectos, no perfectos, porque es imposible que el ser humano sea perfecto de este lado, de la eternidad. Pero hay un esfuerzo de obedecer los mandatos, las ordenanzas que Dios me ha dado. Esa es la demostración de que yo amo a Dios. Y entonces aquí en Romanos 8, 28 dicen que a esas personas que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien. Es decir, que Dios todas las circunstancias de la vida las dirige para que esas circunstancias de la vida resulten en nuestro bien. Ahora, ese bien se define en el versículo 29 de Romanos 8. Porque no es que, bueno, todo obra para bien. Ahora, ¿qué es bien? A la luz de la palabra del Señor. ¿Qué es obrar para bien en mi vida? Lo que yo pienso que es bueno para mí, lo que es bien para mí, o lo que el Señor dice que es bien. Está claro, aunque en la práctica nosotros no lo vemos así, es lo que Dios determina que es mi bien. y que esas cosas oran para mi bien. ¿Y cuál es esa definición de bien en el versículo 29 de Romanos 8? Dice que el propósito de Dios es que nosotros seamos conformados a la imagen del Hijo de Dios. En otras palabras, lo que el Señor nos está diciendo es que Él quiere que todas nuestras circunstancias sean buenas o malas, sean un instrumento de santificación para hacernos crecer más y más a la semejanza de esos. Es decir, que todas las circunstancias que ocurren en mi vida, lo que el Señor me quiere llevar es a ser más santo, a ser más consagrado al Señor. Eso es lo que busca Dios a través de las circunstancias de la vida. Entonces, el bien que Dios busca es que yo me vaya cada día pareciendo más a Cristo. Ese es el bien que Dios quiere de ustedes también como creyentes. Permitir que todas las circunstancias de la vida obren para bien en su vida, para que usted sea conformado a la imagen y semejanza de Cristo Jesús. Así que en situaciones que no resultan de la manera que esperamos, nosotros debemos aprender a darle gracias a Dios porque Él usará esa situación de alguna manera para desarrollar en nosotros el carácter de Cristo. No necesitamos especular en cuanto a cómo Él lo hará, porque por lo general los caminos del Señor son misteriosos y están más allá de nuestro entendimiento. No sabemos cómo Dios va a orar, pero lo que sí es cierto es que Él orará. Así que solamente por la fe en la promesa de Dios en Romanos 8 28 al 29 es que entonces podemos obedecer el mandato de primera tesalonicense 5 18 de darle gracias a Dios en todas circunstancias. Además, al encontrarnos en medio de un incidente difícil, tenemos la promesa de los versículos 38 y 39 de Romanos 8, en cuanto a que nada, nos dice allí, incluyendo la situación que estamos atravesando, puede separarnos de qué cosa? El amor de Dios. Entonces, una vez más tenemos que aferrarnos a esa promesa por medio de la fe. Así que nosotros tenemos una doble seguridad que nos permite darle gracias al Señor en medio de todo. ¿Por qué una doble seguridad? Primero, por medio de la fe nosotros creemos que Dios está usando o usará esa dificultad en particular por la cual estamos pasando para conformarnos a la semejanza de quien de Cristo para hacernos más santos, más consagrados para Dios. Y segundo, tenemos la seguridad de que aún en ese problema que estamos atravesando, estamos rodeados del amor de Dios. y por lo tanto siempre podemos dar gracias en una dificultad o en un problema si tenemos fe en las promesas de Dios. No es un asunto de hacerlo a regañadientes. No hay que hacerlo porque Dios me manda hacerlo, porque de otro modo estaríamos dando gracias con nuestros labios, pero no con nuestro corazón. Pero al aferrarnos a las promesas divinas, podemos decir de la siguiente forma. Padre, la situación que estoy atravesando en este momento es difícil, es dolorosa. Yo no elegí pasar por ella, pero en tu amor y sabiduría tú la escogiste para mí. y tú quieres que esto sea para mi bien, así que por la fe te agradezco el bien que tú harás a través de esa circunstancia difícil. Ayúdame a creer sinceramente en esto para que yo pueda darte las gracias desde el fondo de mi corazón y no tan solo con mis labios. Resumen, nosotros debemos de tratar de desarrollar el hábito de dar gracias a Dios constantemente. Pero por sobre todas las cosas debemos agradecerle al Señor acerca de nuestra salvación y las oportunidades que tenemos para crecer espiritualmente y para ministrar a otros. Así mismo debemos de darle gracias a Dios por la abundancia de bendiciones materiales que nos provee, como le decíamos hace un ratito, por lo que tenemos, por lo que el Señor nos ha dado, Y luego, cuando las circunstancias se tornen amargas y cuando las cosas resulten como no hubiéramos querido ni deseado, entonces debemos hacerlo por la fe, darle gracias al Señor por lo que Él está haciendo a través de esas circunstancias difíciles para transformarnos a la imagen de su Hijo Jesucristo. Una forma de desarrollar este hábito de dar gracias a Dios por todo es memorizando esos dos pasajes que les he hecho misión. Efesios 5.20 y I Tesalonicense 5.18. Efesios 5.20 dice, den gracias por todo en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Den gracias por todo. Primera Tesaronicense 5 18 dice Den gracias en todo. Porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús. Den gracias. Por todo, den gracias en todo. Esa es la voluntad de Dios y orar cotidianamente con esos versículos. pidiéndole a Dios que obre a través de esos versículos en nuestras vidas. Porque de esa manera, entonces nosotros vamos a crecer más y más en el hábito de dar gracia siempre y en todo. Además, durante el tiempo que usted pasa en comunión con Dios cada día invierta parte de ese tiempo dándole gracias por las bendiciones materiales, pero por sobre todo, dándole gracias al Señor por las bendiciones espirituales que Él le ha dado. La intención por la que les he traído esta serie, que se titula Pecados Respetables, es para que nosotros seamos ayudados a confrontar con toda honestidad los pecados sutiles que consentimos en nuestra vida y ayudarnos a ser humildes delante de Dios y delante de los incrédulos a quienes muchas veces criticamos con dureza cuando nosotros también estamos en pecados similares. Y ese propósito, mis hermanos, lo lograremos en la medida en que todos nosotros, incluyéndome yo, examinemos en oración nuestro corazón y nuestra vida delante de Dios y pidiéndole al Señor que nos muestre cuáles son esos pecados sutiles que dejamos pasar en nuestro diario vivir. Si usted se siente desanimado en cuanto al pecado, en cuanto a su pecado, Recuerde el Evangelio. Aunque nuestra obediencia a la ley de Dios haya fallado y sea imperfecta, la obediencia de Cristo fue perfecta y completa. Y el Señor no sólo ha perdonado nuestros pecados, los sutiles y los pecados que son evidentes, sino que nos ha adjudicado a nosotros la obediencia perfecta de Cristo. El Señor quiere trabajar en nuestras vidas, quiere enfrentar junto con nosotros esos pecados que arrastramos. Y el Señor lo hace en este momento, no lo hace como juez, sino lo hace como un Padre amoroso que quiere ayudarnos a salir adelante, que quiere ayudarnos a vencer esto. Y si el Señor todavía no le ha inquietado a usted a través de estos sermones, que hemos comenzado a hablar desde creo que fue diciembre, entonces usted necesita regresar de nuevo y ver las grabaciones nuevamente. Puede ser que su temperamento no se incline hacia la ansiedad, hacia la frustración, hacia la falta de contentamiento, pero ¿no será cierto que hasta, como hemos visto hace un tiempo, no tenemos hasta cierto grado de impiedad de nosotros? ¿Está nuestra vida totalmente enfocada en Dios, de manera que podamos ver las cosas desde la perspectiva de Dios? No, mis hermanos. Muchas veces nos dejamos arrastrar por la corriente de este mundo. le da usted gracias a Dios siempre y en toda circunstancia, incluso en las circunstancias difíciles por las que atraviesa, le da usted gracias a Dios. Mi oración y mi esperanza es que hasta este punto todos nosotros hayamos reconocido que tenemos ciertos pecados respetables, ciertas actitudes o hechos que nunca hemos considerado como pecados, o que nunca hemos pensado que son tan graves. Y ojalá esto esté trabajando con nosotros, porque cuando nos volvamos a encontrar en 15 días, si Dios quiere, en el próximo culto vespertino, nos vamos a encontrar con pecados que sí son feos de verdad. Pero estos pecados que hemos visto hasta ahora son pecados que tenemos que prestarle atención porque sutilmente gana ventaja sobre nosotros. La invitación es a que nosotros acudamos a Cristo, confiemos en Cristo, nos arrepintamos, confesemos nuestros pecados delante del Señor y confiemos en la justicia perfecta de Cristo, que fue ganada a nuestro favor por esa vida perfecta que vivió Cristo y esa muerte, siendo inocente, cargando Él el peso de nuestros pecados en la cruz del Calvario. Que podamos acudir a Él que podamos ponernos a cuenta con él y decirle, Señor, aquí estoy, reconozco que tengo este y este pecado en mi vida, necesito de tu gracia para que ellos sean perdonados y esa buena voluntad, que tú pongas en mí esa buena disposición para no seguir transitando por ese camino de perdición que cada día me alejaría más de él. Esa es la invitación que está abierta para todos nosotros en esta noche. Que el Señor nos dé gracia para nosotros vivir la vida en continuo agradecimiento al Señor por todo y en toda circunstancia. Estemos de pie y oremos al Señor.