00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Para más sermones, estudios de la Biblia y consejería familiar y matrimonial, visite nuestra página en internet laspalabrasdevida.org. Gracias por escuchar las palabras que aumentarán su fe. Abramos la palabra de Dios en Mateo capítulo 5, versículo 9. Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Hemos estado estudiando y analizando el sermón del monte, uno de los sermones expresados por Cristo, el cual revela las características que describen a los ciudadanos de su reino. Cada persona que cree en Cristo y que ha sido justificado, que ha sido perdonado y salvado por los méritos de Cristo, consecuentemente es convertido en un ciudadano del reino de Dios. Oficialmente es declarado como ciudadano del reino de Dios. Y no hay mayor dicha, mayor privilegio, mayor gozo que ser ciudadano del reino de Dios. Sin embargo, esta ciudadanía tiene implicaciones muy particulares para nuestras vidas espirituales. Para ser ciudadanos del reino se requiere poseer las características que Cristo enumera aquí en Mateo capítulo 5. Hemos estado estudiando en esta serie de mensajes el capítulo 5 de Mateo, las bienaventuranzas que están comprendidas dentro del sermón del monte. A los ciudadanos del reino, de ese reino que Cristo vino a formar en los corazones de los creyentes, se les llama dichosos, felices, bienaventurados, porque son en primer lugar pobres de espíritu. En segundo lugar, porque lloran. En tercer lugar, porque son mansos. En cuarto lugar, porque tienen hambre y sed de justicia. En quinto lugar, porque son misericordiosos. Y en sexto lugar, porque son de limpio corazón. En el día de hoy, vamos a hablar de una característica más que se añade a este grupo de características. Cristo nos dice que los ciudadanos del reino suyo también son pacificadores. Se distinguen por ser pacificadores. Bienaventurados los pacificadores, dice el versículo 9, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Antes de entrar al análisis de este versículo quisiera resaltar y enfatizar que todas estas características de la ciudadanía del reino de Dios mantienen una secuencia de unidad inseparables. Si somos ciudadanos del reino de Dios debemos poseer cada una de estas características en lo particular porque estas características expresan el carácter de Dios en los hijos suyos. Por ejemplo, no podemos llorar nuestro pecado si no somos primero pobres de espíritu. La pobreza de espíritu es la consecuencia de habernos mirado primero en la santidad de Dios, en la pureza de Dios, y cuando vemos nuestro pecado, nuestra maldad, lloramos nuestra maldad, lloramos nuestro pecado, venimos ante Dios en arrepentimiento y fe, reconociendo nuestra pobreza de espíritu, cuán pobres somos en el ámbito espiritual. Isaías muestra su pobreza espiritual cuando se vio en el espejo de la santidad de Dios. Isaías 6.5 Hay de mí que soy muerto porque siendo hombre inmundo de labios y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos han visto mis ojos al Rey Jehová de los ejércitos. Teniendo en cuenta entonces el lugar que ocupa cada bienaventuranza y su relación entre sí, veamos la relación inmediata que existe entre tener un corazón puro y ser pacificadores. El versículo 8 dice, bienaventurados los de limpio corazón. Y el versículo 9 dice, bienaventurados los pacificadores. ¿Cuál es la relación entonces que existe entre ambas bienaventuranzas? La relación entre ellas consiste en que no se puede ser pacificador si no se tiene un corazón puro. Por lo tanto, los conflictos internos y externos del hombre vienen de un corazón impuro. Mientras más maldad posea el hombre en su corazón, más conflictos, más guerras, más situaciones difíciles el hombre va a tener consigo mismo y también con los demás. Dice Santiago 4.1 ¿De dónde vienen las guerras? ¿De dónde es que vienen las guerras y los pleitos entre vosotros? ¿Cuál es la causa de por qué los miembros de una familia se pelean entre sí, se enemistan entre sí? ¿Cuál es la causa que dos niños empiezan a pelearse unos a otros por los juguetes? Y empiezan a mostrar preferencias egoístas y particulares. Santiago dice, no son de vuestras concupiscencias de estos deseos malsanos del corazón los cuales combaten en vuestros miembros? O sea, la maldad que hay en el corazón, esos deseos usan los miembros del cuerpo para que nosotros nos sintamos impelidos a pecar. no es de allí que emergen los pleitos y las guerras de ese corazón lleno de maldad dice Santiago en el versículo 2 codiciáis y no tenéis matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar combatís y guerriáis y no tenéis lo que deseáis porque no pedís El corazón humano del que nos habla Santiago está lleno de una codicia que es insaciable. No se sacia esa codicia. A pesar de que los deseos del corazón luchan allí por obtener y alcanzar lo que el corazón desea, es insaciable el apetito del corazón. Mientras más pecamos, más queremos pecar. Mientras más andamos en los caminos egoístas de nuestro corazón, más queremos, más queremos. Y esto nos dice que la codicia del corazón es como un embudo sin fondo. Nosotros nunca podremos saciar los apetitos de nuestra carne. Esta es la frustración que siente el hombre que peca, que está habituado a pecar. Tiene que seguir pecando para buscar la felicidad que no tiene y quiere sentir deleites que él no puede aún alcanzar y está frustrado consigo mismo. Esta es la frustración humana de no poder saciar y entonces el hombre cuando no puede saciar su apetito se enciende en fuego y en pleitos y en disenciones con los demás y contiendas con los demás. Dice Santiago, codiciáis y no tenéis, matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar. En estos días leyendo las noticias, di click en un video donde están en una mesa de discusión los más altos funcionarios de la iglesia católica con el gobierno de Nicaragua. y ellos estaban discutiendo cómo resolver las polémicas y las guerras y las matazones y las violaciones que está sufriendo el pueblo nicaragüense y estuvieron más de una hora discutiendo y analizando y a la hora final de tomar acuerdo nadie estaba de acuerdo con nadie. La situación del hombre es una situación de la impureza que está anidada en nuestro corazón. Esa es la situación del hombre. El hombre es pecaminoso por naturaleza y esa pecaminosidad del hombre lo lleva a pecar y a guerrear con los demás. sin llegar a un consenso, a un acuerdo con los demás. Codiciáis y no tenéis, dice Santiago. Matáis y ardéis de envidia y no podéis alcanzar. No sólo Santiago está hablando de un corazón codicioso aquí, sino también de un corazón frustrado. Que por mucho que codicia, por mucho que peca, no puede alcanzar lo que quiere y por eso no tiene paz, ni puede hacerla paz. Es la situación de la mujer con la cual Cristo conversó al lado de un pozo. Tantos maridos has tenido y el que tienes ahora no es tu marido. Aquella mujer estaba insaciable, no se saciaba con el pecado, quería seguir teniendo más uniones ilícitas. Y así es el pecador que está alejado de Dios, que piensa que con pecar puede obtener la felicidad. El hombre codicioso no puede alcanzar la paz, mucho menos promoverla. Cuando somos codiciosos de corazón, no podemos tener paz en nosotros mismos, ni podemos promover la paz. Por consiguiente, vivir en paz y hacer la paz no es otra cosa que el fruto de un corazón limpio, ¿de qué? de codicia, de avaricia, de hipocresía, de maldad, de envidia, de engaño. Cuando estamos desposeídos de todas esas características feas del corazón, es que podemos pacificar con otros. Si el hombre no puede mantener la paz consigo mismo, mucho menos puede mantener la paz con los demás. En otras palabras, si no se gana la guerra dentro del corazón, tampoco se puede ganar la guerra fuera del corazón, en nuestras relaciones interpersonales. Si estamos divididos entre nosotros mismos y estamos en guerras en el corazón con sentimientos malsanos, no podremos tampoco vencer las guerras y los conflictos de afuera. Necesitamos vencer los malos deseos de nuestro corazón primero para luego poder controlar nuestras propias acciones y así pacificar con los demás. Santiago dice que se está en una actitud ansiosa porque no pedimos a Dios. Porque no pedís, dice Santiago, porque no oramos, no llevamos nuestra carga a Dios en oración, no queremos resolver los problemas con Dios, queremos resolver los problemas con nosotros mismos, a nuestra manera, a nuestro gusto, y no contamos con Dios. Si buscamos a Dios, Sabremos que cada cosa del corazón puede ser remediada, no importa la situación en que esté nuestro corazón. En Jesús hay sanidad, en Jesús hay salvación, en Jesús hay transformación, en Dios hay libertad. Contemos con Dios cuando estemos atravesando por esta situación de nuestro propio corazón inclinado hacia el mal que quiere anidar o quiere acariciar sentimientos impuros. Hermanos, tanto para vivir en paz con Dios, con nosotros mismos y con los demás, necesitamos guardar el corazón. ¿Qué dice Salomón en Proverbios 4.23? Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón porque de él mana la vida. Guarda tu corazón de los malos deseos. Guarda tu corazón de la envidia. Guarda tu corazón del rencor, de la falta de perdón, de los celos, de las enemistades. Guarda tu corazón porque del corazón, dice Cristo, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los hultos, las avaricias, Las maldades, el engaño, la desvergüenza, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la insensatez. Dice Cristo, todas estas maldades salen del corazón y contaminan al hombre. El problema del hombre no está fuera del hombre, el problema del hombre está en el corazón. Sólo Dios puede tratar con esos problemas del corazón, del alma humana. Si nos allegamos a Dios, Dios nos puede transformar. Pero si queremos resolver nuestros asuntos a nuestra manera, vamos a vivir una vida de agonía, de ansiedad, de insatisfacción y esa negatividad la vamos a llevar a todas partes porque no vamos a poder saciar, por más que pequemos, el deseo de nuestro corazón. De ahí la imperiosa necesidad de que el corazón sea limpiado por Dios, sea purificado por Dios, porque no se puede ser pacificador si el corazón no se ha purificado, si Dios no ha purificado el corazón. Primero viene la limpieza del corazón, luego la disposición de nuestro corazón para pacificar, hacer la paz con otro, porque una cosa es consecuencia de la otra. Dice Santiago que la sabiduría que es de lo alto, la sabiduría de Dios es primeramente que cosa pura y después pacífica. Por lo tanto, la pureza es primero y después viene la paz. Si luchamos por la paz pero no luchamos por los deseos impuros del corazón, Estamos atacando la fiebre, pero no la enfermedad. La raíz, la infección, la corrupción sigue presente. Así que, ¿llevemos el Evangelio a dónde? Al corazón. Llevemos la palabra de Dios al corazón. Llevemos las promesas de Dios al corazón. Porque de nada vale que nos vistamos de una manera determinada Y por dentro sigamos igual. Y eso es lo que plantea el Evangelio. El Evangelio trata sobre esa razón de ser. Nosotros necesitamos más que una reformación, una transformación. Y esa transformación la hace Dios en el corazón. Quita el corazón de piedra y pone un corazón de carne. Quita un deseo pecaminoso y pone un deseo puro, un sentimiento puro en nuestro corazón. Eso lo hace Dios. En Galatas capítulo 5 el apóstol Pablo da una lista de las obras que salen del corazón. Y cuando trata de estas obras, incluye las enemistades, los pleitos, los celos, las iras, las contiendas, las disincciones, las herejías, las envidias, los homicidios. Por consiguiente, hermanos, es necesario entender que es totalmente imposible ser un pacificador manteniendo vivas estas obras de la carne en nosotros. Ya hemos visto el lugar que ocupa esta bienaventuranza en el contexto más inmediato porque analizamos la bienaventuranza anterior, bienaventurados los de limpio corazón. Ya vimos en este contexto la bienaventuranza de los pacificadores, bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios. Ahora pasemos a considerar el contenido de esta bienaventuranza. Y lo vamos a expresar en tres partes principales, a manera de preguntas. Lo primero que queremos considerar es lo siguiente. ¿Qué significa ser un pacificador? En segundo lugar, ¿cómo se reconoce a los pacificadores? ¿Cómo podemos nosotros identificar a los pacificadores? Y en tercer lugar, ¿cuál es la bendición de los pacificadores? Veamos la primera pregunta, ¿qué significa ser un pacificador? Para contestar esta pregunta, vamos a considerar primero lo que no significa, para luego ver lo que significa. No significa ser laxo, blando con la verdad que nosotros profesamos. Nuestras convicciones son convicciones bíblicas, doctrinales. Pueden ser también una causa de conflicto en el hogar, en la familia, en la sociedad. Así que pacificar no significa ser laxo o blando con relación a las verdades bíblicas que hemos abrazado porque las creemos, las vivimos, las practicamos, las guardamos y esas verdades pueden ser un foco de conflicto con los demás que no nos comprendan. En Mateo 10 34 al 36, Cristo hablando sobre eso, dice, no penséis que he venido para meter paz en la tierra, no he venido para meter paz, sino espada, porque he venido para hacer disención del hombre contra su padre, y de la hija contra su madre, y de la nuera contra su suegra, y los enemigos del hombre serán los de su casa. Básicamente, Cristo está diciendo, No he venido a traer paz en este sentido, con relación a la verdad. La verdad que profesamos puede ser causa de conflicto, dice el Señor. Son disenciones. entre padre e hijos, entre la madre y la hija, entre la nuera y la suegra y los enemigos del hombre dice Cristo tácitamente son los de su casa con relación al evangelio porque unos quieren servir a Dios y otros quieren seguir al diablo o servir al diablo y entonces por esa razón es que hay conflictos en el hogar muchas veces a causa de la verdad del evangelio que se profesa Entonces puede ser eso un foco de desavenencia con los que no profesan nuestra fe. Pero no podemos vender la verdad por la mercancía de esa paz, porque dice Proverbios 23, 23, compra la verdad y no la vendas. La sabiduría, la enseñanza y la inteligencia. Tenemos que siempre andar en la verdad, comprar la verdad a toda costa. tampoco significa comunión con los impíos para no tener conflictos con ellos dice la palabra en segundo de corintios 6 del 14 al 18 no os unáis en yugo con los infieles porque que compañía tiene la justicia con la justicia y que comunión la luz con las tinieblas y que concordia cristo con belial o que parte el fiel con el infiel y que concierto el templo de Dios con los ídolos porque vosotros sois el templo del Dios viviente como Dios dijo habitaré y andaré en ellos y seré el Dios de ellos y ellos serán mi pueblo por lo cual salid en medio de ellos y apartados dice el Señor Y no toquéis lo inmundo, y yo os recibiré, y seré a vosotros padres, y vosotros me seréis a mis hijos e hijas, dice el Señor Todopoderoso. Así que si vemos en nuestro hogar a personas haciendo cosas que a Dios no le agrada, debemos no compartir con esas personas en tales obras. Tenemos que apartarnos, alejarnos, salir del medio de ellos, dice el Señor. Si está la televisión puesta viendo cosas obscenas o si se está hablando malas palabras, palabras sucias, vamos a repetirlas de ninguna manera. Nosotros somos hijos de la luz, somos hijos de Dios, mucho menos significa Ser pacificadores, hacernos el de la vista gorda y no reprender al que es digno de reprensión. Si ves a un hermano que está cometiendo un pecado, estás odiando a ese hermano si no le llamas la atención. Estás odiando su alma. Tenemos que acercarnos a ese hermano y reprenderle y decirle, hermano, lo que estás haciendo no está correcto, no es agradable en la presencia de Dios. Puede ser un hijo, puede ser una hija, puede ser el esposo, puede ser la esposa, quien sea. Nosotros como hijos de Dios estamos llamados a reprender los pecados que expresamente están en la vida de las personas que nos rodean, que sabiendo la voluntad de Dios, van en contra de esa voluntad. Dice segunda de Timoteo 4.2, hablándole Pablo a Timoteo, te ruego que prediques la palabra, que instes a tiempo y fuera de tiempo redargulle, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Así que no nos vamos a hacer el de la vista gorda o el desentendido cuando veamos a alguien pecar frente a nosotros. El llamado de Dios es que nosotros nos constituyamos en ese momento en un mensajero de paz y de exhortación y de reprensión para esa persona. En Tito 2.15 dice esto habla y exhorta y reprende con toda autoridad. Esa palabra debe ser dicha con toda autoridad. Nadie te desprecie. Tenemos esa gran recomendación bíblica de reprender a otros cuando pecan frente a nosotros. ¿Qué significa en sí ser un pacificador? En primer lugar significa estar en paz, con Dios. La paz viene por estar reconciliado con Dios. Si nos reconciliamos con Dios, le pedimos perdón a Dios, nos humillamos delante de su presencia, reconocemos nuestra maldad y venimos ante él para que él nos salve del dominio del pecado, para que él nos transforme. Nosotros entramos en una reconciliación con Dios En 2 Corintios 5.20 dice, así que somos embajadores en nombre de Cristo. Una vez que somos reconciliados con Dios, Dios nos constituye como embajadores en nombre de Dios. Como si Dios rogase por medio nuestro, os rogamos en nombre de Cristo, reconciliaos con Dios. Entonces la paz viene en primer lugar por nuestra reconciliación con Dios y automáticamente podemos nosotros también hacer la paz porque nos hemos reconciliado con Dios. Ser un pacificador significa, en segundo lugar, asumir la actitud divina de remover aquellos elementos que crean enemistad con otros y entre otros. Una vez que nos reconciliamos con Dios, automáticamente nos constituimos pacificadores y ahora asumimos el carácter de Dios de pacificar con otros y poner a otros en amistad. El ejemplo perfecto de nuestro Dios fue que Él hizo el acto de quitar de en medio el pecado la causa de enemistad que nosotros teníamos con Él y nosotros fuimos sueltos de la culpa porque su hijo Jesucristo pagó el precio de nuestro pecado. Dios depositó sobre Cristo nuestro pecado, sobre él nuestro pecado para finalmente unir en amistad a dos pueblos que se odiaban entre sí quitando la enemistad y clavándola en la cruz, poniendo a ambos pueblos, a judíos y a gentiles en un solo cuerpo que es la iglesia. Antes de Cristo, los judíos y los gentiles no se llevaban, no se miraban. Cuando pasaba un gentil por el lado de un judío, el judío podía escupir en el piso porque ese gentil era para el judío como un cerdo. como un animal inmundo no se llevaban por eso es que Dios se revela a Pedro en visión y cuando Pedro ve la visión aquel lienzo que baja con todos los animales inmundos Y escucha la voz, Pedro mata y come. Pedro tiene que decir, no señor, ningún animal inmundo ha entrado nunca por mi boca. ¿Cómo tú me estás diciendo que mate y coma? Y la voz fue por tres veces, Pedro mata y come. Lo que Dios limpió no lo llames tú como un inmundo. Pedro se quedó turbado completamente. Pero Dios le estaba hablando del pueblo gentil a través de esa revelación. Porque luego Pedro tiene que decir, Dios me ha mostrado a mí que a ningún hombre llame común o inmundo. Lo que Dios estaba haciendo en la mente de Pedro era una transformación de concepto. Una transformación de ideas que él ya había preconcebido con relación a los gentiles y ahora Pedro debía mirar a los gentiles con otros ojos. Con los mismos ojos que miraba a otro judío. Porque ya Dios había quitado la enemistad. y aquello que era inmundo lo había limpiado a través del acto salvífico de Cristo en la cruz. La revelación nos refería entonces a animales como muchos creyentes dicen que se puede comer de todo porque allí Dios le dijo Pedro mata y come. No se estaba refiriendo a animales sino a un pueblo gentil que era mirado como animales inmundos. Ahora Pedro podía entender que ya Dios había limpiado los gentiles para que formaran la iglesia junto con los judíos en un solo cuerpo. Para que se acabaran las enemistades y existiera la paz. O sea que Dios hizo la paz. nos hizo cercano, nos hizo cercano a nosotros estando alejados y nos puso en un solo cuerpo con el pueblo de Israel dice Efesios 2 del 11 al 17 por tanto acordaos que en otro tiempo vosotros los gentiles en la carne que erais llamados en circuncisión por la que se llama circuncisión hecha con mano en la carne que en aquel tiempo estabais sin Cristo alejados de la república de Israel y extranjeros a los pactos de la promesa y sin esperanza y sin dios en el mundo más ahora en cristo jesús vosotros que en otro tiempo estabais lejos habéis sido hechos cercanos por la sangre de cristo porque él es nuestra paz ven aquí como dice porque Dios es nuestra paz que de ambos hizo uno un solo cuerpo derribando la pared intermedia de separación dirimiendo en su carne las enemistades la ley de los mandamientos en orden de ritos para edificar en sí mismo los dos en un nuevo hombre haciendo la paz y reconciliar con la cruz y reconciliar por la cruz con Dios a ambos en un mismo cuerpo matando en ella las enemistades y vino y anunció la paz a vosotros que estabais lejos y a los que estaban cerca o sea que Dios hizo la paz quitó la enemistad entre ambos pueblos y nos admitió a nosotros en ese cuerpo que es la iglesia Por eso dice Pablo en Romanos 15.33 Y el Dios de paz sea con todos vosotros, amén Dios es un Dios de paz Hechos 10 36 dice Dios envió mensaje a los hijos de Israel anunciando el evangelio de la paz es un evangelio de paz por medio de Jesucristo este es señor de todos así que Dios es un Dios de paz y anuncia el evangelio de la paz por medio de Jesucristo y hace que ambos pueblos judíos gentiles ahora se abracen, coman juntos, alaben juntos, vayan a la iglesia juntos y sirvan al Señor con alegría, juntos, en armonía, sin discordias, sin disparidades, sino con un mismo sentimiento. Ser un pacificador también significa entonces asumir la actitud que Dios asumió cuando removió aquellos elementos que nos separaban con el pueblo de Israel y nos unió en amistad unos con otros. vamos a volverlo a repetir ser un pacificador significa asumir la actitud divina de remover aquellos elementos que crean enemistades con otros en otros y entre otros y de nuevo esto no puede ser posible hermanos si el corazón no es purificado primero tenemos que vivir la santidad para luego cosechar la paz donde no hay santidad No hay paz. ¿Qué dice Hebreos 12, 14? A ver si todos lo saben. Seguid la paz con todos y la santidad sin la cual nadie verá al Señor. La prima hermana de la santidad es la paz. Tenemos que andar en paz todo el tiempo. En paz. Todo aquel que anuncia el evangelio es productivo en la medida que se pone el calzado de la paz. Dice Efesios 6, 15. Y calzados los pies con el apresto del evangelio de la paz. Tenemos que ponernos ese calzado que se llama la paz. Estos pies son hermosos en la medida en que usan esos calzados. Isaías 52 7 dice, Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion tu Dios reina. Esto es un evangelio de paz y su mensajero también lo es. El mensajero que predica el evangelio debe ser un mensajero de paz debe vivir la paz y debe practicar la paz con otros ese es el mensaje que Dios da para poder representar a un Dios de paz tenemos que ir en paz y tenemos que tratar en paz a todas las personas que están a nuestro alrededor. Esto es un evangelio de paz y el mensajero también lo es. El mensajero debe vivir la paz con Dios y con sus semejantes. Dice Pablo que en cuanto dependa de vosotros, de nosotros, debemos estar en paz con todos los hombres. No es opcional la paz en los ciudadanos del reino de Dios, es un ingrediente vital. La paz es un ingrediente vital que no puede faltar en el hogar Que no puede faltar en el matrimonio, que no puede faltar en la relación con los hijos, que no puede faltar en la relación con la iglesia y con las personas que están a nuestro alrededor. Dice Pablo, porque el reino de Dios no es comida ni bebida, en Romanos 14, 17. No es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo por el Espíritu Santo. Esto nos lleva a nuestra siguiente pregunta. ¿Cómo se nos reconoce como pacificadores. ¿O cómo podemos reconocer a los pacificadores? Bueno, podemos reconocer a los pacificadores por sus frutos. Dice Cristo, por sus frutos los conoceréis. El pacificador no responde a los insultos y provocaciones del maligno en virtud de la paz. Si ves que alguien te insulta, te ofende y tú te quedas callado, prefieres quedarte callado en lugar de hablar o de proferir palabras o de echar más leña al fuego, tú eres un pacificador. Somos pacificadores. ¿Por qué? Porque estamos imitando a Cristo, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición. Cuando padecía, no amenazaba. Dice Isaías 53, 7, angustiado él y afligido, no abrió su boca. Como cordero fue llevado al matadero, y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció y no abrió su boca. No la abrió. Cristo era un pacificador. Nosotros debemos seguir sus huellas. Ejemplo os he dado para que como yo he hecho, dice el Señor, vosotros también hagáis. Y dice Juan, aquel que dice que está en él debe andar como él anduvo. Debemos imitar a Cristo Jesús. En segundo lugar, el pacificador se ocupa diligentemente en orar y bendecir en lugar de maldecir a otros. El pacificador se ocupa diligentemente en orar y bendecir en lugar de maldecir a otros. Dice la palabra en Romanos 12, 14. Bendecid a los que os presiguen. Bendecid y no maldigáis. ¿Qué cosa es maldecir? Lo hemos dicho muchas veces. Decir mal. hablar mal de otros es maldecir y eso en otra palabra es chisme y el concepto del chisme es comentario o noticia no verificada que circula entre la gente generalmente de carácter negativa que se da a la tarea de propagar cosas que pasan con otras personas que son innecesarias. y que no tienen que escuchar lo que hablamos. Entonces, el pacificador, ¿qué es lo que hace? Se ocupa diligentemente en orar. Primeramente, orar. Llevar todo a Dios en oración. Y luego, bendecir. Hablar bien. Hablar bien de los demás en lugar de maldecir. En tercer lugar, el pacificador hace comentarios negativos solo en el contexto que se le es permitido hacerlo y con las personas adecuadas. Repitamos, el pacificador hace comentarios negativos solo en el contexto que se le es permitido hacerlo y con las personas adecuadas. Dice la palabra que es necesario hacer comentarios negativos pero con las personas adecuadas. Y eso lo dice en Mateo 18, 15 al 17. Por tanto, si tu hermano pecare contra ti, ve y redargúyele entre ti y él solo. Ahí sí, el comentario negativo es importante. Reprender a tu hermano lo que hiciste no está correcto. Porque esto fomenta esta situación crítica y de dolor con él solo. Si te oyeres, dice, has ganado a tu hermano. Más, si no te oyeres, toma aún contigo uno o dos testigos. Ve ahí, háblale, mira, mi hermano pecó contra mí, yo tengo esta situación, necesito que tú vengas y funja como testigo para que en boca de dos o tres testigos conte toda palabra para resolver esta polémica. Y si no oyere a ellos, entonces dilo a la iglesia. Aquí sí se puede dar o hacer comentarios negativos, dilo a la iglesia. Y si no oyera a la iglesia, tenle por étnico y publicano. Lo que Cristo está haciendo ver aquí es que el chisme es pecado y Él no quiere que ninguno de sus hijos practique el chisme. Él no quiere que ninguno de sus hijos practique el chisme. Porque el chisme Crea enemistades, crea pleitos, crea disenciones. Entonces, lo que Cristo está haciendo aquí es resolver las situaciones pacíficamente. Alguien comete un pecado contra ti, ve tú solo. No tienes que estarlo comentando con nadie. Habla con esa persona, instale a la fidelidad y Dios obrará en su corazón. Y si aplicamos todos estos pasos y esa persona no reacciona, dice la palabra que debemos tenerlo como una persona como si nunca hubiese conocido a Dios porque está negando a Dios. En cuarto lugar, el pacificador, ¿qué es lo que hace? Cultiva la paz limitándose a decir lo que debe decir en el tono y los gestos adecuados. Esto es muy importante, porque dice Proverbios 15.1, la blanda respuesta, ¿qué hace? Quita la ira. Más la palabra áspera, la palabra hiriente, hace subir el furor. Entonces, revisemos, porque muchas veces decimos la verdad, pero no en el tono adecuado. Y podemos ofender. Así que es necesario que con toda humildad Le digamos al Señor, Señor dame habilidades para yo hablar en el tono tuyo y para yo contribuir con la paz y con la felicidad y con la unidad de tu pueblo. En quinto lugar, el pacificador pone en amistad a dos personas que están en enemistad. Eso es lo que hace el pacificador. Ve a dos personas que están discutiendo, habla con cada una de ellas para volverla a poner en amistad. No echa más leña al fuego para que se aumente el pleito o la discusión entre ellos o la enemistad. Lo contrario de lo que hace aquel que no es pacífico. Dice la palabra en Proverbios 6 del 16, Al 19, seis cosas aborrece Jehová y aún siete abovina su alma, los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente, el corazón que maquina pensamientos inícuos, los pies presurosos para correr al mal, el testigo falso que habla mentiras y el que enciende, el que arma, rencilla, discordia, enemistad entre los hermanos. Somos nosotros pacificadores. El pacificador, en lugar de enemistar a un hermano con otro, lo pone en amistad. Vamos a contestar nuestra tercera y última pregunta. ¿Cuál es el beneficio, entonces, de los pacificadores? A ver, ¿lo saben? No. Vamos a poner ahí el versículo 9, Mateo 5, 9. ¿Cuál es el beneficio de los pacificadores? A ver si ustedes lo pueden adivinar. ¿Cuál es el beneficio de los pacificadores? Oh, serán llamados hijos de Dios. Ellos serán llamados hijos de Dios. Se les llama hijos de Dios porque se dedican a hacer las obras de Dios, lo que Dios ha mandado para resolver las enemistades y los pleitos. Lo que a Dios agrada, la promesa es que seremos llamados hijos de Dios. Son los hijos de Dios los que heredan la vida eterna, ¿si o no? Son los hijos de Dios que van a morar con Dios. Así que este es el honor más alto que se le puede dar a una persona que se le llame hijo de Dios. En términos bíblicos somos hijos de la luz y no de las tinieblas. Los hijos de la luz se distinguen de los hijos de las tinieblas. ¿Qué hacen los hijos de las tinieblas? Todo lo que Dios aborrece. ¿Qué hacen los hijos de la luz? Lo que Dios ama. Y lo que Dios va a hacer en sus mandamientos. Los hijos de la luz siempre se distinguirán de los hijos de las tinieblas. Los hijos de las tinieblas andan en pleitos, en enemistades, en chismes, en celos, en iras, en contiendas, en disensiones, envidias y homicidios. ¿Cuántas veces he visto a personas predicando el Evangelio andando en contiendas y disensiones con otro? Esa es la negación más contundente de que esa persona, en lugar de ser un hijo de Dios, es un hijo del diablo. No importa que sea pastor, no importa que sea misionero, no importa que sea un mensajero, no importa el tiempo que esté en el camino cristiano. Si no hace la paz, si no busca la paz, si no se humilla y anda en soberbia, en orgullo, no es hijo de Dios, es hijo del diablo. Y debemos nosotros como iglesia estar advertidos porque hay mucha gente que sabe de Biblia Se sabe la Biblia y de lo que hay que hacer, de lo que hay que guardar. Sin embargo, cuando se le dice que tiene que amar a su hermano, no lo puede amar. Cuando se le dice que tiene que perdonar, no puede perdonar. Cuando se le dice, debes congregarte con esos hermanos, no quiere congregarse. hay un gran problema y es que esa persona no puede pacificar porque tiene el corazón todavía lleno de maldad lleno de corrupción interna y necesita ir a Dios por eso dice primera de Juan 4 20 si alguno dice yo amo a Dios y aborrece a su hermano es mentiroso porque el que no ama a su hermano al que no ha visto cómo puede amar a Dios a quien no ha visto y primera de Juan 2 11 dice más el que aborrece a su hermano está en que en tinieblas y anda en tinieblas y no sabe a dónde va porque las tinieblas le han cegado los ojos hoy hemos respondido a tres preguntas que son importantes para definir si somos nosotros pacificadores o no lo somos. Teniendo en cuenta la santidad de Dios, debemos nosotros ser afectados por esa santidad y asumir la misma actitud que Dios asumió cuando nos unió en un solo cuerpo con los judíos, haciendo la paz. Y es propósito de Dios que cultivemos el amor y que vivamos en amor. ¿Qué es lo que dice 1 Corintios 13 del 4 al 5? La caridad, que es el amor, es sufrido, es sufrida, es venina. La caridad no tiene envidia, la caridad no hace sin razón, no se ensancha, no es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal. Hermanos, ¿cómo está nuestro recipiente de amor para los demás? ¿Cómo está nuestro corazón en estos momentos? ¿En qué estado está nuestro corazón? ¿Tenemos paz con Dios? ¿Tenemos paz con los demás? ¿Tenemos paz con nosotros mismos? ¿Estamos en paz con nuestros semejantes? ¿Y principalmente con los domésticos en la fe? ¿Qué es lo que dice la palabra? Bienaventurados, dichosos, los pacificadores. Hermanos, dichosos, bienaventurados, los pacificadores. Porque ellos, solamente ellos, serán llamados hijos de Dios. Que Dios les bendiga.
El Sermón de Monte - Tercera Parte
Series Las Bienaventuranzas
Sermon ID | 618182145521 |
Duration | 45:00 |
Date | |
Category | Current Events |
Bible Text | Matthew 5:9 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.