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Escuchemos ahora la palabra del señor Marcos 2, comenzando con el versículo 13. Después volvió a salir al mar y toda la gente venía a él y les enseñaba. Y al pasar, vio a Leví, hijo de Alfeo, sentado al banco de los tributos públicos, y le dijo, sígueme. Y levantándose, le siguió. Aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos, porque había muchos que le habían seguido. Y los escribas y los fariseos, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos, ¿qué es esto que él come y bebe con los publicanos y pecadores? Al oír esto, Jesús les dijo, ¿los sanos? No tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Amén. Hasta ahí la lectura de la palabra de Dios. Vamos nuevamente a orar y pedir su ayuda. Señor nuestro Dios, pedimos ahora que en tu gracia derrames el Espíritu Santo. para que abra nuestros entendimientos y nuestros corazones a Tu Palabra, que podamos entender de qué se trata, que podamos entender cómo se aplica a nosotros. Y Señor, no solamente entender, sino captar, apreciar, creer, recibir de todo corazón tu palabra para con nosotros. Que en tu palabra, como si fuera un espejo, podamos ver nuestra propia condición, nuestra gran necesidad, y que en tu palabra también, Veamos la gracia y la gloria de nuestro Señor Jesucristo, comprometido con nosotros, entregado para nuestra salvación. Lo pedimos en su nombre. Amén. Aquí, en esta porción de la Palabra de Dios, encontramos nuevamente que la conducta del Señor Jesucristo no siempre complacía a todos los que estaban en su alrededor. De hecho, a lo mejor se acuerdan que en Marcos 2, y también incluyendo la primera parte del capítulo 3. Hay varios relatos que tratan no solamente de lo que hizo Jesucristo, tratan de eso, pero además, por encima, tratan de la reacción de la gente a lo que él hacía Y que en estos capítulos, especialmente, va saliendo más y más oposición al Señor Jesucristo. Desagrado con su conducta de parte de los escribas y de los fariseos. En los primeros doce versículos los encontramos quejándose con Cristo, pero haciéndolo de manera silenciosa, ¿verdad? Murmuraban en su corazón. Aquí su oposición sale a la luz de una manera un poquito más abierta. Todavía no se atreven a dirigirse a Jesucristo y quejarse directamente con él, ¿verdad? Pero ahora se quejan de Jesucristo con los discípulos. Vienen preguntando cómo es posible que su maestro esté comiendo con esta clase de gente. para los escribas y los fariseos, los publicanos y los pecadores, pues era impensable sentarse a la mesa con ellos, porque sentarse a la mesa implicaba estar en comunión con ellos, tener compañerismo con ellos, llevar una vida en común con ellos, Y los fariseos y los escribas se veían como muy separados, muy apartados de todo eso. Entonces, ven a Jesucristo con los pecadores y no dicen, ay, qué bueno, hay misericordia para los pecadores. Al contrario, ven a Jesucristo sentado con los pecadores y dicen, ay, qué malo es Jesucristo. Mira con qué clase de gente se junta. Pues hermanos, la realidad es que en cada sociedad hay personas, por decirlo así, intocables. Hay personas quienes vemos y decimos, no, no, no, con ellos no me junto. Y podemos entender esta mentalidad un poquito, quizás, si nos hacemos la pregunta. Si la semana que viene regresan a la iglesia, como espero que lo harán, y entran y ven a alguien aquí sentado, ¿qué clase de persona les ofendería verlo aquí sentado en la iglesia? Supongamos que ustedes entran con dos minutos de anticipación, ¿verdad? Y esta persona entró con cinco minutos de anticipación. Entonces, cuando ustedes entran, lo ven, lo reconocen, ¿verdad? Quizás lo conocen de allá afuera. Lo ven y dicen, esa persona no debe de estar aquí. Si él va a estar, si ella va a estar, mejor yo me agarro y me voy. ¿Qué clase de persona podría estar aquí sentado que nos provocaría esa reacción? Podría ser quizás un narcotraficante, ¿verdad? Pues, ¿quién quiere congregarse con un narco? Parece que no, ¿verdad? Quizás una prostituta. Decimos, no, no, mejor no. Mejor que ella se largue, ¿verdad? Y yo me quedo. Pero que ella se largue. ¿O con quién? Dependiendo de nuestro trasfondo, ¿verdad? A quién vemos como es impensable estar asociado con ellos, puede cambiar. Pues para los fariseos judíos, Los publicanos y los pecadores estaban en esa lista. Y con publicanos, la referencia es a otros judíos, pero que trabajaban como agentes de la aduana o de los impuestos romanos. Y hasta cierto punto, eso se puede entender. Imagínense ustedes, ¿verdad? Que aquí estamos en Estados Unidos, pero China ha invadido y China ha conquistado. ¿Cómo veríamos los estadounidenses patrióticos, verdad, que estamos aquí? Que alguien estuviera colaborando con el gobierno chino. Pues no los veríamos con mucho favor, ¿verdad? Diríamos, has traicionado a tu patria y yo no quiero tener nada que ver contigo. Pues así los fariseos veían a los publicanos, a los agentes de la aduana. Si de por sí ya no estamos muy contentos con aquellos que trabajan por el gobierno en coleccionar los impuestos, ¿verdad? Ya los vemos con un poquito de sospechas. Y eso es de nuestro propio gobierno. Imagínense si fuera de un gobierno ajeno. Pues todavía peor, ¿verdad? Y cuando habla de los pecadores, las referencias a personas que llevan una vida escandalosa, ¿verdad? Que su pecado es público, es obvio, es notorio. ¿Con quién, entonces, rehusarías compartir una comida? o cómo te sentirías si alguien te invita a la casa, por ejemplo, y es toda una fiesta, ¿no? Hay un gentío. Pero allá atrás, en el jardín de atrás, hay una mesa chiquita reservada nomás para ti, para que nadie te vea, y nadie se sienta contigo, y tú ahí estás solito comiendo tus tortillas, pero nadie más ahí está contigo. ¿Sentirías que te dieron la bienvenida, aunque te suplieron con comida? Pues no, ¿verdad? Porque como que están apenados estar asociados contigo. Y esta pregunta de con quién podemos comer era una pregunta bastante difícil y bastante amplia para la iglesia primitiva. En Hechos capítulo 11, Criticaron a Pedro, ¿por qué? Porque entró en la casa de gentiles y comió con ellos. Y de hecho, más adelante, Pablo tuvo que reprender a Pedro porque había dejado de comer con los gentiles porque no quería que otros judíos que acababan de llegar lo vieran comiendo con gentiles. Pues se imaginan, ¿verdad?, que para los gentiles No se siente bonito que alguien diga, pues mientras nadie me vea puedo comer contigo. Pero si alguien está mirando, no, pues no. Es una ofensa, ¿verdad? Es un rechazo de esa persona. Es decirles, no tenemos una vida en común. Y entonces eso que fue importante para la iglesia primitiva en el libro de hechos, también es algo importante para nosotros. Pero antes de responder a esa pregunta, ¿con quién puedes comer? ¿Con quién puedes tener ese comunión alrededor de una mesa? Hay una pregunta que viene antes. Y esa pregunta es, ¿quién puede ser seguidor del Señor Jesucristo? ¿Quién puede oír el llamado del Señor y seguirlo? Pues este texto se dirige a eso, ¿verdad? Después de sanar al paralítico, Jesús regresó al mar y toda la gente venía a él y les enseñaba. Siguió con su ministerio de enseñanza explicando la naturaleza verdadera del reino de Dios. Y lo que sucede, sucede encima de ese trasfondo. O sea, debemos de pensar que Cristo está enseñando y que muchas personas, personas de cada clase, lo están escuchando. Pero pasando, sea de la casa al mar o del mar a la casa, no sabemos, pero pasando en su traslado de donde se quedaba a donde enseñaba, vio a Leví, hijo de Alfeo. Y a este hombre, Leví, nosotros lo conocemos más comúnmente por el nombre de Mateo, porque es el nombre que se le da en el Evangelio de Mateo, Capítulo 9 y versículo 9. Pero es la misma persona. Leví o Mateo es la misma persona. Es un discípulo de Jesucristo que era publicano, que trabajaba por los romanos. Y bueno, a lo mejor ya lo sospecharon, ¿verdad? Pero para que no se queden con la duda, él es el que escribió Mateo, el evangelio según Mateo, ¿verdad? Y Cristo vio a este hombre y le llamó para que le siguiera. Le dijo, sígueme. Y levantándose, le siguió. Como los pescadores, ¿verdad? Como Pedro, Juan y Jacobo, antes que él, se hizo seguidor, discípulo de Jesucristo. Pero ellos estaban dejando a un lado una profesión, un trabajo Un trabajo honrado, se podría decir. Una posición, pues no de alta clase, ¿verdad? Pero donde se podría respetar el labor que hacían en salir a pescar y luego en vender los peces. Pero él fue llamado a ser discípulo de Cristo de haber sido colaborador con los romanos opresivos que maltrataban al pueblo. ¿A poco tal persona puede ser discípulo adecuado para el Señor Jesucristo? Pues, hermanos, es un punto interesante y un poquito curioso. Entre los doce discípulos de Cristo había uno que se llamaba Simón Celote. ¿Se acuerdan? Simón Celote. ¿Y qué quiere decir ese título de Celote? Pues quiere decir que pertenecía al partido revolucionario. Pertenecía al partido político, por hablar en nuestros términos, en ese entonces en Judea, que decían abajo con los romanos a todo costo. Si implica violencia, si implica revolución a fuerza armada, pues que así sea. Si tenemos que matar a los romanos para desquitarnos de ellos, pues está bien, los matamos y lo hacemos con gusto. Bueno, se podría decir que él estaba en un extremo de las perspectivas políticas que en ese entonces se hallaban, ¿no? Y Mateo, o Leví, pues obviamente estaba al otro extremo porque está trabajando con y para los romanos. Pero ambos pueden ser discípulos del Señor Jesucristo. ¿Por qué? Porque el reino de Dios no se trata de alianzas políticas. No es por decir que las verdades de la Biblia no influyan en nuestras perspectivas políticas, porque cuando Dios dice que algo es bueno, Y un partido político dice que es malo, o viceversa, pues obviamente no vamos a encajar bien con ese partido, ¿verdad? Entonces, no digo que no tiene nada de importancia, pero Cristo puede llamar a personas de todo el espectro político. y lo ha hecho, lo sigue haciendo. Y si nuestro compromiso con el partido político, con posiciones sociales es más importante, es más significativo para nosotros que pertenecer al reino de Dios, entonces nosotros tenemos un problema bien grande que se debe de corregir. Le vi un publicano. ¿A poco es un seguidor adecuado de Jesucristo? Pues Jesucristo pensó que sí, ¿verdad? Porque le dijo, sígueme. Pues ¿quiénes somos nosotros para decir, ay no señor Jesucristo, no lo hubieras invitado a él? Pues al hablar así nos estamos poniendo como superiores a Cristo, como conociendo mejor que Él. Creo que eso no es cierto. Y eso nos lleva entonces a esta pregunta, ¿quién puede comer con Jesucristo? parece que Leví pues dio una fiesta en efecto para festejar que se había hecho discípulo de Jesucristo. Porque dice el versículo quince, aconteció que estando Jesús a la mesa en casa de él, es decir, en casa de Leví o de Mateo, muchos publicanos y pecadores estaban también a la mesa juntamente con Jesús y sus discípulos. Supongamos, ¿verdad? Que hayan sido amigos, conocidos, compañeros de Mateo, ¿verdad? Y por eso, cuando él pone una fiesta, cuando da una fiesta, ¿pues a quién va a invitar? Pues va a invitar a los que conoce. ¿Y quién va a conocer? ¿Con quién va a estar en términos de amistad? Pues van a ser otros como él, otros rechazados, otros excluidos por la sociedad respetable, de los judíos, porque no se puede juntar con otra gente, porque nadie más está dispuesto a juntarse con él. En la casa de Mateo, ¿qué es lo que uno va a encontrar? Publicanos y pecadores. ¿Por qué? Porque ¿dónde más van a ir? ¿O quién más va a ir a la casa de Mateo? Los publicanos y pecadores, y el Señor Jesucristo y sus discípulos. Solamente ellos, ¿verdad? Otros no van a ir. Entonces los invitados eran pues su propia clase de gente y el Señor Jesucristo. Y como el Señor Jesucristo es aquel en quien el reino de Dios ha llegado a nosotros, esto verdaderamente fue un evento de importancia. La mayoría de las fiestas pues no son muy importantes, ¿verdad? Pero esta fiesta sí. El Señor Jesucristo puede hablar de comer y beber en el reino como señal de que somos incluidos, de que pertenecemos al pacto y al pueblo de Dios. Compartir en la mesa... Significa mucho. Es por eso que siempre que festejamos la Santa Cena en la iglesia, explicamos los límites, ¿verdad? Explicamos quién debe participar y quién no debe participar. Porque al venir a la Santa Cena, estamos diciendo que pertenecemos a Cristo, que somos de Él, que Él nos ha redimido, que gozamos de unión y comunión con Él. Y bueno, si nuestra doctrina o nuestra conducta abiertamente contradice esa profesión, pues mejor, es mejor para nosotros que no participemos. Pues los escribas y los fariseos entendieron la importancia de este evento, ¿verdad? Entonces, Hacen esa pregunta, no a Jesucristo mismo, pero a sus discípulos. Los escribas y los fariseos, versículo 16, viéndole comer con los publicanos y con los pecadores, dijeron a los discípulos. ¿Qué es esto que él come y bebe con los publicanos y pecadores? O sea, como preguntando, ¿cómo es posible? ¿Qué trae? ¿Está mal de la cabeza o qué? Que con esta gente se junta. Y pues levanta la pregunta para ellos, ¿a poco el Señor Jesucristo está de acuerdo con su conducta? ¿A poco no le importa que son pecadores abiertos y notorios? Pues es una pregunta importante y podemos estar contentos que los fariseos lo hicieron, ¿verdad? Porque es mejor recibir una respuesta a la pregunta que quedarnos con la duda. Ahora, la respuesta del Señor Jesucristo a veces no se entiende bien, pero cuando lo entendemos correctamente vemos que es algo muy profundo. La respuesta del Señor Jesucristo se encuentra en el versículo 7. Los sanos no tienen necesidad de médicos, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores. Bueno, para asegurarnos de entender bien esta pregunta, Vamos a notar, en primer lugar, que lo que dice el Señor Jesucristo así no contradice otras partes de la Escritura. el crédito que se merecen a los fariseos y los escribas. Hay varias escrituras que hablan de alejarnos de los pecadores. Por ejemplo, el Salmo 1, ¿verdad? Un versículo muy conocido. Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de escarnecedores, se ha sentado. Pues ahí está la Biblia, ¿verdad? La palabra de Dios diciéndonos que es bueno alejarnos de los malos, de los pecadores, de los escarnecedores. Y lo que dice el Señor Jesucristo no va en contra de eso. O nuevamente Proverbios 1 y el versículo 10. Hijo mío, si los pecadores te quisieren engañar, no consientas. y si siguen leyendo verán verdad que los pecadores están diciendo ven con nosotros pongamos acechanzas para derramar sangre acechemos sin motivo al inocente o sea si viene un amigo y nos invita a que nos unamos a un cartel o a una pandilla Pues el consejo de la Palabra de Dios es que le digamos que no, y que no nos sigamos juntando con esa persona. Nuevamente, Primera de Corintios, para que vean que no es solamente el Antiguo Testamento, ¿verdad? Primera de Corintios 5.11, Pablo dice, Les escribí que no se juntaran con ninguno que llamándose hermano, fuere fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o ladrón. Con el tal ni aún coman." O sea, están diciendo, está diciendo Pablo, si alguien tiene profesión de fe, si dice yo soy cristiano, yo creo en Jesucristo, Pero su vida es abiertamente escandalosa, pues no coman con esa persona, aléjense de él. Retírense de él con la motivación, ¿verdad?, de que sienta un poquito de vergüenza, que recapacite y considere. O nuevamente en la misma carta primera de Corintios, pero ahora el capítulo 15. En el versículo 33, Pablo dice, no erréis, las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Velad debidamente y no pequéis, porque algunos no conocen. Adiós, para vergüenza vuestra lo digo. ¿Qué quiere decir? Las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres. Es decir, ¿Con quién nos juntamos? ¿A quién nos exponemos? Eso tiene una influencia sobre nosotros. El que camina con los sabios será sabio, pero el compañero de los necios será destruido, dice también Proverbios. Entonces, todos esos pasajes, ¿verdad?, nos dicen que hay un momento, hay un contexto en que es correcto alejarnos de la gente, es correcto no tener amistades mundanos. Debemos de reconocer, ¿verdad?, que podemos ser influenciados y debemos de tener cuidado. Ahora, no hay que ir a un extremo, ¿verdad? Queremos tener relaciones amigables con toda clase de gente, si no hay ningún otro motivo, pero por lo menos para poder compartir el evangelio, ¿verdad? Aunque no fuera por otro motivo. Pero tenemos que ser realistas también. No somos invulnerables. Y lo que vemos, lo que escuchamos, lo que leemos, las voces que permitimos entrada a nuestros corazones, pues sí, nos van a influenciar. Y tenemos que tener cuidado para nosotros y para nuestros hijos. Que sean influencias buenas y sanas. Entonces, el Señor Jesucristo no está contradiciendo todo eso. ¿Pero a qué va cuando entonces dice que ha venido no para justos, sino para pecadores? Pues vamos a voltear la pregunta. Los fariseos dicen, ¿cómo es posible que coma con estos publicanos y pecadores? Vamos a dejar a un lado la etiqueta publicano, ¿verdad? Porque eso es muy específico. Si el Señor Jesucristo no come con pecadores, ¿con quién exactamente va a comer? O sea, el error de los fariseos era en pensar que ellos, de alguna manera, no quedaban incluidos en la categoría de los pecadores. Los fariseos pensaban que el reino de Dios Era para aquellos que eran extra limpios, ¿verdad? Y que ellos sin duda entrarían, porque con toda su rigidez, con todas sus reglas de conducta, con todas las horas que se pasaban estudiando la ley, que ellos infaliblemente recibirían entrada, ¿verdad? pero no entendieron. El Reino de Dios exige arrepentimiento. Cuando el Señor Jesucristo vino predicando el Reino de Dios, ¿qué dijo? El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios se ha acercado. Arrepiéntanse y crean en el Evangelio, Marcos 1, 15. Publicanos, prostitutas, no eran las únicas personas que se podían clasificar como pecadores. Más adelante en Marcos 14 vemos que los que persiguieron al Señor Jesucristo también se les llamó pecadores. En el Evangelio de Lucas, Pedro, el pescador, ¿verdad?, con su trabajo honrado y digno, se confesó pecador. Más adelante todavía, Pablo, el fariseo, se llama el mayor de los pecadores. El error de los fariseos era en pensar que los publicanos eran pecadores y ellos no. Y la respuesta del Señor Jesucristo es que vino para los pecadores porque no hay nadie más. Todos han pecado y han sido destituidos de la gloria de Dios. Pues eso sale a la luz en todos los evangelios, ¿verdad? Pero sale a la luz. muy claramente en el evangelio de Lucas, en Lucas capítulo trece, por ejemplo, se acercan a Jesucristo y le preguntan por algunos que sufrieron sucesos extraordinarios, ¿verdad? Hubo algunas personas que Pilato mandó matar mientras estaban en el mero hecho de adorar a Dios. Y Jesucristo responde ¿Piensan que estos Galileos, porque padecieron tales cosas, eran más pecadores que todos los Galileos? ¿Piensan ustedes que ellos estaban en una categoría apartada, una categoría más allá, peor que los demás? ¿Y qué dicen? No. Antes, si ustedes no se arrepientan, todos perecerán igualmente. O también en Lucas capítulo 15 y los versículos 1 al 10 donde se habla de la parábola de la oveja perdida y de la moneda perdida. Y luego en los versículos que siguen se hablan del hijo perdido. El chiste en todas esas parábolas es que entendamos que nosotros somos la oveja, la moneda, el hijo perdido, pecador que necesita ser rescatado. O también en Lucas capítulo 18. Y los versículos 19 al 14, donde tenemos esa parábola del fariseo y del publicano, a lo mejor se acuerdan, ¿verdad? Dos hombres se suben al templo para orar, un fariseo y un publicano. Ambos eran pecadores. Pero el único que fue justificado fue el publicano, porque él lo reconoció. Él apeló a la misericordia de Dios, mientras el fariseo le dijo, Señor, yo te doy gracias que yo no soy como la otra gente y menos como este fariseo. Cristo vino para salvar a los pecadores. Claro que come con ellos. Claro que se sienta a la mesa con ellos. No lo hace para aprobar su pecado. No lo hace para que sigan igual con la misma vida horrible y escandalosa que llevan. Pero lo hace para llamarlos al arrepentimiento. Pues de todo esto, hermanos, ¿qué debemos de aprender? Pues hay un mal uso de este texto, ¿verdad? De esta respuesta del Señor Jesucristo. Entre personas que dicen, bueno, Jesucristo vino para llamar a los pecadores, entonces yo voy a ir a todo lado, ¿verdad? Yo voy a pasarme el tiempo en los bares, en las cantinas, en los casinos, porque Cristo vino para salvar a los pecadores. Así que yo tengo que relacionarme con ellos. Pues, hermanos, noten esto. Cuando yo hablo de esa manera, en efecto, yo me estoy identificando con Cristo. Yo estoy diciendo que Cristo funciona en este texto como un modelo o un ejemplo para mí y que yo, en mi vida, debo tomar su lugar. Pero, ¿a poco eso es cierto? ¿A poco yo soy, para los pecadores de este entonces, como Cristo lo era para los publicanos y pecadores conocidos de Mateo? Pues yo creo que no, ¿verdad? Yo no soy el Señor Jesucristo. Y entonces yo sí tengo que tener cuidado de no ser influenciado a llevar una vida que va en contra del reino de Dios. Ahora, nuevamente, no digo que rompan con sus amistades, que nunca más hablen con sus familiares y etcétera. Pero sí digo que como somos débiles y vulnerables, debemos de poner límites, debemos de tener fronteras ¿verdad? y decir pues hasta aquí nos podemos relacionar pero no te vaya a acompañar a la cantina porque pues ya sé cómo se portan allá y la verdad yo he discutido con algunos borrachos ¿verdad? y pues a veces Como que sí les da ganas de hablar de la religión, pero uno puede hablar con esas personas por dos o tres horas y al día que viene no se acuerdan de nada, ni una sola palabra permanece en la memoria. Entonces, puro desperdicio de tiempo, ¿verdad? Discutir con los borrachos. O sea, yo puedo... llevarme con una persona, puedo hablar con él, puedo invitarlo a la casa. Pero hay que tener cuidado, ¿verdad? De que yo lo estoy influenciando a él y no viceversa. Entonces, cuando leemos este texto, no vayamos a ser presumidos y decir, ah, mira, yo quedo en el lugar de Cristo para estas personas en sus vidas. Yo no quedo en el lugar de Cristo en la vida de nadie, hermanos. Debo mostrar por mi ejemplo como es, es cierto, pero no ocupo su lugar. Pero también, en este pasaje, no debemos de identificarnos con los fariseos. No debemos de pensar como ellos. Si tu esperanza para llegar al cielo, si tu esperanza para quedar bien con Dios, está basada en tu propia justicia, está basada en este hecho, que eres mejor que otras personas, que te comportas mejor que ellos, que piensas mejor que ellos, etc., pues entonces es una esperanza totalmente vana. Vas a quedar decepcionado. Te vas a ir al infierno para ser claro con los otros pecadores que ahora tanto desprecias. Porque ¿cuál es el problema de los fariseos? Pues tienen dos problemas, ¿verdad? Tienen el problema de que son pecadores y luego por encima tienen el problema de que no lo reconocen, no lo saben. Pues Mateo y sus compañeros tienen también el problema de ser pecadores. Su ventaja es que lo saben, que lo reconocen, ¿verdad? Cristo vino para los pecadores y Él se reúne con los publicanos. Y también en el Evangelio de Lucas lo vemos que se reúne con los fariseos. ¿Por qué? Porque todos estamos básicamente al mismo nivel. Todos somos pecadores, no del mismo tipo, ¿verdad? O sea, algunos pecamos de esta forma y algunos pecamos de aquella forma, pero todos somos pecadores. Y entonces lo importante, lo crítico, es que lo sepamos, es que lo reconozcamos, es que no nos engañemos con sueños, mentiras, necias acerca de nuestra propia justicia, acerca de que somos mejores. Hermanos, o Cristo nos salva o no hay salvación. Porque no me importa si tú eres la mejor persona del mundo, excepto Jesucristo. Tu justicia alcanza para llevarte al infierno. Para eso sirve, no sirve para otra cosa. Bueno, entonces no queremos ser presumidos y decir, ah, mira, en comparación con los demás, yo puedo ocupar el lugar de Cristo. Qué soberbia, ¿verdad? Pero tampoco queremos ir... Bueno, en comparación con los demás, yo voy a entrar al cielo por mis propios méritos. Yo no necesito a Cristo porque yo soy una buena persona. Hermanos, es mentira. No es cierto. Pero entonces, en este pasaje, en esta porción de la Biblia, ¿con quién nos podemos identificar? Pues con Levi, ¿verdad? Aquí está una persona cotidiana cometiendo pecados cotidianos. Los demás lo desprecian, pero Cristo tiene misericordia de él. Cristo le dice, sígueme. Cristo lo recibe y cambia su vida, cambia su forma de ser. Pues igual que Levi, nuestra única esperanza de la salvación se encuentra en la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. Él está disponible para nosotros como para todos en los mismos términos. Puedes recibir a Cristo gratuitamente. Puedes recibirlo como pecador desesperado que no tiene otra alternativa. Así puedes recibir a Cristo. De otra manera, no se puede. De otra manera, no hay salvación. Si Cristo está dispuesto a comer con nosotros. Y aquí viene la última aplicación. Si Cristo está dispuesto a comer con nosotros, y sabemos que sí, ¿verdad? Pues entonces, ¿de qué persona en tu vida te vas a desesperar? Si Cristo tuvo misericordia de mí, Si a mí me recibió, si a mí me llamó para que lo siguiera, ¿a quién voy a mirar y decir, no, esa persona Cristo no lo puede alcanzar? Esa persona, la gracia de Dios no sirve para él o para ella. Qué locura, ¿verdad? No debemos de ofendernos con Cristo porque come con los pecadores. Sabemos que come con los pecadores, sabemos que se asocia con ellos, sabemos que se acerca a ellos para llamarlos al arrepentimiento, para darles vida nueva, para salvarlos, porque lo ha hecho con nosotros. Entonces, si yo sé que Cristo me puede salvar a mí, pues entonces yo también debo de saber que Cristo puede salvar a cualquiera. Amén.
Compañeros criticados
Series Marcos
Al comer con pecadores y comer con ellos, el Señor Jesucristo saca a la luz que no hay diferencia entre seres humanos. Todos somos pecadores, solamente que algunos lo reconocen mientras otros no lo saben.
Sermon ID | 61421355121306 |
Duration | 38:16 |
Date | |
Category | Sunday - PM |
Bible Text | Mark 2:13-17 |
Language | Spanish |
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