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Le damos la bienvenida a la Iglesia Evangélica de la Gracia en Barcelona, España, y le invitamos a que visite nuestra página web por gracia.es. Deseamos que Dios le bendiga ahora a través de su palabra. Vamos a tener una oración al Señor pidiendo su bendición en la predicación de la palabra en esta mañana. Señor, como acabamos de cantar, Tú eres nuestro gozo, Tú eres nuestro tesoro. Te pedimos que no sean solamente palabras bonitas en nuestros labios, sino que sea de verdad el sentido de nuestro corazón. Que estemos gozosos de tenerte por Rey, por Maestro, por Amo, por Señor, y en seguirte todos los días de nuestra vida. Que sea una realidad en todos los presentes, Señor. que tú hayas tocado sus corazones, abierto sus ojos, cambiado su voluntad y ahora te tengan a ti como amo y señor y que en ese deleite de servirte y seguirte todos los días tengamos vidas llenas de fruto, de servicio, de entrega, de abnegación por la causa del evangelio, por seguir a nuestro rey, por amar a nuestros hermanos. Señor, y ahora que meditamos en este tema hermoso como es el servicio, Señor, que Tú quieras hablar a nuestros corazones, que salgamos de aquí diferentes de cómo entramos y que sea Tu Palabra, a través de Tu Espíritu, la que obre prodigios en nosotros. En el nombre precioso del Señor Jesús. Amén. Es una ocasión especial, singular, que tengamos una ordenación diaconal En el día de hoy estamos ordenando como diácono a nuestro hermano Yamir y un tema fundamental en una ocasión como esta es meditar en el servicio. ¿Qué significa el servicio cristiano? Os invito a abrir vuestras Biblias en Filipenses capítulo 2. Vamos a estar meditando en ese hermoso capítulo que describe la actitud del Señor Jesucristo a la hora de dejar los cielos y descender a servirnos. qué importante el tema del servicio y qué diferente la visión de la iglesia de la visión del mundo. Según el mundo, uno quiere ser servido. Según nuestro corazón caído, pecaminoso, nos gusta que nos sirvan, no nos gusta servir. Uno se siente importante cuando le sirven. Qué diferente es ir a un restaurante que comer en casa, ¿verdad? Si vas a un restaurante y te falta un tenedor camarero. y te lo traen. Y además nos defraigan los platos. En casa es otra cosa. Tienes que prepararlo tú, si falta algo tienes que levantarte, etcétera. Nos gusta que nos sirvan. A la gente importante se les sirve. El rey, el presidente, los ricos tienen servicio. ¿Sí? Y parece que nuestro corazón, cuando nos sirven, nos hace sentir importante, infla nuestro ego. Y otra cosa muy diferente es servir. Pero cuando vamos a la palabra de Dios, nuestro Señor Jesucristo pone el servicio por encima del servir, le da la vuelta a todo el asunto. Mateo 20, 28 dice, el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir. Mateo 20, 26, el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor. Hechos 20, 35, más bienaventurado estar que recibir. le da la vuelta al asunto el Señor. Y hoy celebramos una ordenación diaconal y el verbo diaconeo y la palabra diácono significa literalmente servidor. El verbo griego significa servir, por tanto el diácono es el que sirve, el que ministra, el que ayuda. Y de algún modo todos somos diáconos. Igual como de algún modo todos somos pastores o evangelistas, porque tenemos una misión, ¿verdad? ¿No tenemos que cuidar los unos de los otros? Pues de algún modo todos somos pastores los unos de los otros. ¿No tenemos que abrir nuestra boca para hablar del evangelio? Pues de algún modo todos somos evangelistas. Pero igual como todos somos diáconos y todos nos servimos mutuamente, el Señor llama en su iglesia a hombres concretos con un don especial para el servicio. que es lo que llamamos diáconos como oficio, como función. Y en el sermón de hoy no quisiéramos meditar en los atributos o las características de un diácono, eso lo hemos hecho en otras ocasiones, sino quisiera que centramos nuestra atención en la esencia del diaconado. ¿Qué significa servir? ¿Cómo servir más y mejor? ¿Cómo tener el corazón correcto a la hora de servir? ¿Qué características tiene el servicio? ¿Y por qué Filipenses 2 pone al Señor Jesucristo como emblema, como estandarte de lo que significa el servicio? Así que os invito a tener vuestra Biblia abierta en Filipenses 2. Vamos a ir desgranando los versículos del 1 al 15. y vamos a extraer nueve características del servicio cristiano. Nueve características del servicio cristiano para definir, como hemos titulado el sermón en el día de hoy, qué es un corazón de siervo. Quiere el Señor que lo haya en cada uno de nosotros, un corazón de siervo. Versículos 1 y 2. En primer lugar, nuestro pasaje expresa que el servicio da a entender que hay unidad. el servicio expresa unidad. Dice el versículo 1 y versículo 2. Por tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si alguna comunión del espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna misericordia, completad mi gozo sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes sintiendo una misma cosa. Unidad. y servicio, van de la mano. Dicho de otro modo, hermanos, donde hay unidad, hay servicio. Y donde hay servicio, hay unidad. ¿Hay servicio en casa? ¿Nos servimos los unos a los otros o cada uno va mirando por lo suyo propio? ¿Hay servicio en el matrimonio? ¿Nos entregamos por el bien del otro? ¿Hay servicio en la iglesia del Señor? Si hay servicio es que hay unidad. Y si hay unidad, hay servicio. Ambas cosas van juntas. Y la iglesia en Filipos sufría por este tema, había falta de unidad. Por eso el apóstol Pablo habla concretamente sobre la unidad. Pablo exhorta a los filipenses a crecer en un mismo espíritu, a imitar la actitud servicial de Epafrodito, a esperar en las promesas del Señor, a descansar en él en medio de la ansiedad. Recordamos la carta en perspectiva, Pablo ruega a dos hermanas, Evodia y Síntique, a que sean de un mismo sentir, a que no estén discutidas. Este tema entre Evodia y Síntique, no sabemos cuál es, a lo mejor discutían, vete a saber, por el color de las cortinas. Cualquier tema, puede ser grande o pequeño, la cuestión es que había trascendido a toda la iglesia. Era público, hasta el punto en que Pablo, una carta que se debía leer públicamente, las menciona. No debe ser así, debe haber unidad entre los cristianos, en la iglesia del Señor, que sean de un mismo sentir. Y en medio de toda esa exhortación del apóstol Pablo, brilla este capítulo 2, porque el capítulo 2 está describiendo el corazón del Señor Jesucristo. Y más aún nos dice, haya en vosotros este sentir. Haya en vosotros este sentir. No nos acerquemos solamente a este capítulo 2 pensando, ¡ay, qué bonito es el Evangelio! ¡Qué maravilloso! ¡Cómo el Señor renunció a los cielos para venir a visitarnos! No ese es el centro del capítulo 2. El centro es, mira el Evangelio y ahora encárnalo en tu vida cotidiana. Ese sentir, ese mismo espíritu, esa misma actitud de Cristo, la haya en ti. en tu día a día. ¿Cómo sirves a tu esposa, a tu esposo, a tus hijos, a tus hermanos, a tu familia? ¿Cómo sirves? ¿Hay ese corazón de Cristo en ti? ¿El evangelio en el que dices que crees se ve de forma cotidiana, de forma continua? Empieza con la unidad, y los siguientes versículos van a describir lo que es el servicio cristiano, pero estos primeros versículos exhortan a la unidad, porque ambas cosas están íntimamente ligadas. Donde hay unidad, hay servicio. Si no hay servicio, no hay unidad. Esta mañana nos hemos lavado la cara, ¿verdad? Y no había quejas entre las manos y la cara, ¿verdad? Las manos no le hicieran la cara. Si ya te lavé ayer, a ver cuando haces tú por mí algo. Una mano lava la otra y las dos lavan la cara. Y porque forman parte de un mismo cuerpo, ven la necesidad y la cubren. Así en el cuerpo de Cristo vemos la necesidad del mano y la cubrimos. Y en el hecho de cubrirla estamos diciendo que somos uno, que somos un mismo cuerpo. El servicio muestra que hay unidad. La unidad se expresa en el servicio. Y Pablo quiere que los filipenses centren la atención en aquello que tienen en común y que nosotros centremos la atención en aquello que tenemos en común. Humanamente hablando, uno ve una iglesia cristiana y dice, uy, qué diferentes. Es imposible que se pongan de acuerdo en algo. de diferentes países, incluso diferentes lenguas, diferentes costumbres, diferentes edades, diferentes gustos. Unos prefieren las arepas y otros el pantumacat. Pero cuando centramos la atención, como hace Pablo, en aquello que tenemos en común, nos damos cuenta de que somos de una misma sangre. Tal vez no tengamos el mismo apellido, pero somos cristianos. La sangre del Señor Jesucristo es la que nos ha bañado. Pablo pone el énfasis ahí. Consuelo, comunión, afecto, misericordia. Está poniendo el énfasis en la virtud cristiana, en el carácter, la esencia del cristianismo. Cuando ponemos los ojos ahí, somos una familia. Tenemos un mismo padre. Venimos de él y vamos a él. una misma ciudadanía celestial, un mismo pasaporte, una misma patria. En un cuerpo los miembros están unidos. Y Pablo dice, completad mi gozo. Ya sé que habéis recibido el Evangelio, ahora quiero ver el Evangelio. Quiero verlo en vosotros cotidianamente. Completad mi gozo. Haced crecer esa salvación, que frutifique. Quiero ver fruto del Espíritu en vuestras vidas. Que sintáis lo mismo, que mutuamente os sirváis como un cuerpo. El dolor de un oído se siente en todo el cuerpo, ¿verdad? Cuando hay alegría en el corazón, la alegría no se queda en el corazón. La alegría corre por las venas, va hasta los pies. En todas partes. Cuando un pie nos pica, los dedos van a rascar. Cuando los ojos lloran, las manos toman un pañuelo y los secan. Del mismo modo, en la iglesia del Señor, un cuerpo que está unido, hay servicio mutuamente los unos a los otros. Corremos a servirnos, a cubrir la necesidad de otro. Primera característica de estas nueve en las que vamos a estar meditando, el servicio expresa unidad. Segunda característica la encontramos en el versículo 3. El servicio expresa humildad. Humildad. Dice el versículo 3 en nuestro pasaje. Nada hagáis por contienda o por vanagloria. Antes bien, con humildad, estimando a los demás, estimando a cada uno a los demás como superiores a él mismo. Qué hermosura si fuera así en nuestro día a día, ¿verdad? Cuando alguien es superior a ti, como eres presto a servirle, no hay duda, él es superior, yo soy inferior, tengo que servir, tengo que obedecer. Así sucede la Iglesia. La Iglesia es una comunidad de creyentes en la cual nos miramos los unos a los otros y siempre consideramos al otro como superior. Por tanto, hay siempre esa actitud de servicio los unos hacia los otros, porque sentimos lo mismo, nos servimos mutuamente. Pero cuidado, la advertencia que hace primero aquí el apóstol, versículo 3, nada hagáis por contienda o por vanagloria. Dicho de otro modo, se puede hacer lo correcto con un corazón incorrecto. No se trata solamente de hacer lo correcto. Podríamos ser fariseos. El cristianismo no es hacer lo correcto. El cristianismo es hacer lo correcto con el corazón correcto. y Pablo está diciendo ¿qué hay en tu corazón a la hora de servir? no lo hagas por contienda, no lo hagas por vanagloria si sirves por contienda o por vanagloria el Señor lo ve, eso no es una ofrenda al Señor aun aquello que aparentemente es muy digno hay gente que hace obras muy dignas por contienda o por vanagloria hay gente que evangeliza por vanagloria ¿Cuántas almas me he ganado? Yo conocí a uno que cada semana me explicaba las almas que se había ganado. Y dijeron, ¿las habrá ganado el Señor? No, no, las había ganado Él, ¿verdad? Él ha ganado las almas. Hay quienes quieren la iglesia más grande o el ministerio más vistoso. Hay quienes quieren que le alaben por la obra que hacen. Hay quienes van pregonando lo que hacen. Si ayudas a tu hermano, pero lo vas explicando, ¿a quién estás sirviendo? ¿A tu hermano o a tu propio ego? Qué triste, ¿verdad? Ayudas al hermano el miércoles y cuando llega aquí toda la iglesia del Señor el domingo, todo el mundo lo sabe porque ha sido difundiendo la noticia de cuánto ha ayudado al hermano. ¿Para quedar bien? ¿Para ser vistoso? ¿Para recibir el aplauso de quién? ¿De los hombres? Entonces no esperes el aplauso de Dios. Si ya tienes el aplauso de los hombres. Eres como los fariseos, ¿recordáis cómo dice el Señor? Que oran en lugares públicos siendo vistos. Pues ya han recibido su recompensa. ¿Cuál es su recompensa? La alabanza de los hombres, pero no esperen nada más. El verdadero servicio es discreto. El verdadero servicio es humilde. Si te esfuerzas en un ministerio para competir, eso es vanagloria, es contienda. Estás usando el ministerio, el servicio, en beneficio propio, no para el bien de tu hermano y para la gloria del Señor. ¿Qué diferente es cuando servimos sin que nadie lo sepa? El Señor lo ve. El que pregona lo que hace se sirve a sí mismo. El verdadero servicio es discreto, no busca aplausos, no busca lucirse, no busca exhibirse, no busca demostrar nada. El único servicio verdadero es el que no busca ningún provecho propio, solamente el provecho del hermano al cual está sirviendo y la gloria del Señor. El servicio verdadero es humilde. En segundo lugar, el servicio verdadero es humilde. En tercer lugar, versículo 4, vamos avanzando en nuestro pasaje, el servicio expresa compasión. Qué difícil es encontrar la compasión, qué rara joya, qué tesoro, la compasión. Versículo 4, no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros. Guau, qué pasaje, qué versículo. no mirando cada uno por lo suyo propio, también por lo del hermano. No dice que te desentiendas de lo tuyo. Cada uno de nosotros somos mayordomos delante de Dios, de velar por nuestros trabajos, por nuestros hogares, por nuestras familias. Debemos. Es una responsabilidad delante del Señor. Dice también, también por lo de los otros. Cuando pienses en aquello en lo cual tú estás en necesidad, piensa en la necesidad de tu hermano. Compasión. La compasión es la capacidad de sentir lo que otro siente. La compasión es la capacidad de sufrir, literalmente, sufrir con el otro, de ponerse en su piel, de sentir su necesidad como si fuera tuya. La compasión es imprescindible para poder servir. Hermano, hermana, si en tu corazón hay el deseo de crecer en servicio, Es imposible crecer en servicio si no hay compasión. Si no sientes el hambre del otro, no vas a entender que necesita algo de comer. Si no sientes la soledad del otro, nunca vas a entender que lo que necesita es una palabra de ánimo y de compañía. Hasta que no sientas lo que el otro está sintiendo, nunca vas a entender cómo puedes servirle. No hay servicio si no hay compasión. Pero la compasión tiene un enemigo tremendo. Versículo 4, el apóstol Pablo lo expresa así, no mirando cada uno por lo suyo propio. El enemigo número uno para sentir compasión hacia tu hermano, por tanto tu ministerio está vetado, es que no eres capaz de mirar más allá de tu ombligo. Y ya sabes que es redondo. Deja de mirar hacia abajo y mira hacia adelante. Levanta la mirada, mira a tu hermano y empieza a sentir lo que él siente. No mirando cada uno por lo suyo propio. Estamos tan obcecados, ensimismados en nuestra propia necesidad, mi salud, mi casa, mi coche, mi familia, mi matrimonio, mi dinero, mi tiempo, mi, mi, mi, que nunca hay espacio para nada más. Y toda la atención la recibe lo mío. Solo estoy pensando en lo mío. ¿Y cómo los otros pueden servir a lo mío? Soy el protagonista de la historia. Los demás son meros accesorios. Como dicen los jóvenes hoy día, son extras, son NPCs. ¿No dicen eso? ¿Verdad? Si la vida fuera un videojuego, yo soy el protagonista y el resto, NPCs. Están ahí de decoración. La compasión es cambiar de protagonista por un momento. Y en el momento que estás en la piel del otro dices, Ahora veo, ahora entiendo lo que necesita, cómo ayudarle, cómo asistirle, cómo... Ahora entiendo. Y repito, es cierto que debes ser un buen mayordomo de lo que el Señor ha puesto en tus manos. No se trata de descuidar lo tuyo en pro de todo aquello de los demás. No puede ser que des pan y falde pan en casa. No puede ser que tengas tiempo para todo y no haya tiempo para tus hijos, eso es negligencia y eso es pecado contra Dios y contra los tuyos. Por eso dice el apóstol, también por lo de los demás debe haber tiempo y capacidad para mirar la necesidad ajena. Levanta los ojos, mira la necesidad del otro, sed, soledad, tristeza, confusión, dolor, No vayas por la vida mirando solamente cómo todo puede servir a tus propios intereses. Tercera característica del servicio. El servicio expresa compasión. Versículo 5 al 7 encontramos la cuarta característica del servicio. El servicio es generoso. El servicio es generoso. haya pues en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo hecho semejante a los hombres. ¿Fue generoso el Señor Jesús? ¿Dejó su trono celestial? Dice haya este sentir haya este sentir mira a Jesús mira lo que Jesús ha hecho como dejó su trono dejó su gloria dejó su poder dejó su majestad se hizo carne vino a habitar entre nosotros hubo generosidad en él se desprendió de lo suyo ese es el corazón que debe haber en ti ese mismo compárate con él Nosotros tendemos a compararnos y el problema no es compararnos, el problema es que nos comparamos mal. Nos comparamos con otro. Uy, yo sirvo mucho más que fulanito, ¿eh? Fíjate. Incluso le decimos a nuestra esposa, ¿verdad? Estás contenta del marido que tienes, ¿verdad? Te podría haber tocado aquel, ¿eh? Y nos comparamos con los hermanos. Uy, yo dedico tiempo a la iglesia, yo... El problema no es compararse, el problema es que te comparas mal. Filipenses 2 dice que debe haber en ti el corazón del Señor Jesucristo. ¿Quieres compararte? Compárate con Jesús. Y ahí siempre la comparación nos va a poner en nuestro lugar, ¿verdad? Dejó su trono, dejó su gloria, dejó su majestad. Y yo no soy capaz de renunciar a mis pequeñeces por servir a mi hermano. ¿Qué hizo él? Siendo igual a Dios, teniendo la misma gloria, la misma majestad, no se aferró a ello, se desprendió de ello, se despojó, se desvistió. Jesús dejó su gloria celestial para venir a visitarnos. Allí le rodeaban los ángeles y nació en Belén rodeado de animales. Allí tenía un trono celestial y nosotros lo recibimos ni siquiera en un mesón, en un establo. Allí se sentaba en un trono, recibía la adoración de los querubines y aquí le golpeaban los hombres. Le insultaban, le menospreciaban. ¿Crees que fue poca su renuncia? ¿Su entrega? ¡Qué grande haya este sentir que hubo en Cristo Jesús! ¡Qué grande su generosidad, su entrega, su renuncia! Y tú, ¿No eres capaz de cambiar la cita en la peluquería para acompañar a tu hermano que tiene una cita médica? Y dices, no, tengo un compromiso. Tengo un compromiso. Dejas que otros hagan aquello que te parece feo o molesto o despreciable o incómodo. No es que yo no tengo ese don, yo no valgo para eso. El don del servicio es labrado por el Espíritu Santo de Dios en nuestros corazones. Lo que necesitas no es un don especial, es menos orgullo, más humildad y más paciencia. A veces ponemos excusas baratas para no servir y dejar que otros sirvan en nuestro lugar. Pero el servicio que nos es cómodo no es servicio. Si no hay generosidad, no es servicio. Vas a visitar a una mamá primeriza y le dices, yo te aguanto el niño, ¿sí? Mientras tú haces la colada, limpias los platos, barres el suelo, deja al niño en sus brazos y haz tú lo incómodo. Qué diferente, ¿verdad? ¿Te gusta servir en lo que te gusta servir? Y tal vez no estás sirviendo. Tal vez te estás sirviendo a ti mismo. Qué diferente es el servicio del Señor, ¿verdad? Hay en vosotros esta actitud que hubo en Cristo Jesús. Él se desprendió, Él dejó, Él abandonó. El cual siendo en forma de Dios no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo. Despójate de tu comodidad. El servicio es desprendido, hay pérdida, hay incomodidad. El servicio es una ofrenda al hermano y una ofrenda delante de Dios, una ofrenda viva. El servicio verdadero es generoso. Pero más allá, más allá, versículo 8, la quinta característica del servicio, la encontramos en el versículo 8, el servicio es sacrificado. Y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Cuando pensábamos que el Señor Jesús ya no podía hacer más por nosotros, nos damos cuenta que es un camino descendente, nosotros queremos subir, pero lo que el Señor hizo fue descender. Estando en la gloria se hizo carne, nació en un establo, en Belén. Y uno puede pensar, ya eso es lo máximo de la humillación para Dios. Pues no. Tomó forma de siervo, se ciñó la toalla, lavó los pies de los suyos. Ya, más bajo, no puede ya descender al Señor. Pues sí, fue clavado en una cruz como un delincuente y aún ahí descendió al sepulcro. De su trono de gloria al sepulcro, muerto como un maleante. Esa fue la renuncia de nuestro Señor Jesucristo. generosidad y sacrificio y abnegación. Porque el servicio verdadero supone pérdida. Es diferente la generosidad del sacrificio, ¿verdad? Si tienes dos abrigos y regalas uno, eso es generosidad. Si solo tienes un abrigo y lo regalas, eso es sacrificio. Porque en lo primero te desprendes de algo tuyo, pero no supone una pérdida para ti. En el segundo caso, cuando entregas lo que tienes, supone una pérdida para ti. Eso es sacrificio. Ese es el tipo de amor y servicio que el Señor Jesucristo tuvo por nosotros. Cuidado, cuidado con siempre buscar servir de forma generosa pero nunca sacrificada. Yo te doy lo que me sobra. Este es el tiempo que tengo. Este es el momento. El miércoles te acompaño. Ya, pero yo lo necesito el jueves, yo tengo tiempo el miércoles. Buscar dar solamente lo que nos sobra no es sacrificio, es generosidad. Pero el sacrificio va mucho más allá. Nos está indicando aquí la palabra. Va mucho más allá. ¿Recordamos la parábola del buen samaritano? El punto central no es este. El punto central de la parábola del buen samaritano es mostrarnos quién es el prójimo. Esa es la intención. Pero en el ejemplo del buen samaritano estamos viendo una obra de caridad y de compasión. ¿Y cómo es? El buen samaritano ayudó al malherido que encontró en el camino. Le dedicó tiempo, pero no dedicó solo lo que le sobraba. Dedicó lo que tenía y supuso pérdida para él. Iba a un compromiso. y no llegó. No sabemos si tenía una entrevista de trabajo en Jericó y la perdió, si iba a una boda y cuando llegó ya estaba la boda en marcha. Fuera lo que fuera, supuso una pérdida para él. Se detuvo, curó las heridas de ese hombre, las embalsamó, lo llevó al mesón, pagó el mesón. Ese dinero tal vez lo tenía guardado para otra cosa, estaba pensando en cambiar de caballo o de carro o de televisor o de lo que fuera. Ya no se pudo hacer. Además, en su viaje de regreso volvió al mesón para ver cómo estaba y pagó los gastos extras. Le costó, le costó. Y tú pretendes servir, pero que no te cueste. No, hermanos, eso no es servicio. Eso no es servicio. Si no te cuesta nada, no es servicio. Es generosidad, pero no hay sacrificio ninguno. Otro episodio fascinante, fascinante. ¿Recordáis cuando el rey David dijo? ¿Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén? Buena cosa dijo porque estaba rodeado de valientes y hubo tres de sus valientes que dijeron a Belén vamos, pero Belén estaba tomada por los filisteos. Así que aquellos tres valientes salvaron las defensas de los filisteos, llegaron al pozo, tomaron el agua y se la llevaron al rey. No os digo cómo acaba la historia, tenéis que leerla vosotros. Pero uno se queda maravillado de la valentía de esos tres valientes de David. Qué osadía, qué servicio a riesgo de sus propias vidas para complacer a su amo, a su rey. Y tú, te sientas en el sofá de casa, al lado de tu mujercita, y ella te dice, ay, tengo sed, ¿me traes un poquito de agua? Ahora, cariño, si me acabo de sentar, si me lo hubiera dicho hace un minuto, ¿no se te ocurrió cuando venía para acá? Ahora que ya estoy sentado, mira que me ha costado, ¿eh? ¿No hay por ahí una botellita? ¿No tenías ahí una botellita por ahí en el sofá? No es por no ir, pero es que... Ay, hermanos, si en algún lugar del universo ha de brillar el servicio cristiano, es en el hogar. Si en algún lugar del hogar ha de brillar el servicio cristiano, es en el matrimonio, por ejemplo, de los hijos. Y si en algún lugar del matrimonio ha de brillar como el sol al mediodía, el servicio cristiano es en la actitud del esposo hacia la esposa, como Cristo a la iglesia, sacrificándose por ella. Así que la próxima vez que tu mujercita diga, tengo sed, metes un poquito de agua, ahora mismo voy, cariño, aunque me cueste la vida. y llegas a la cocina salvando a todos los filisteos que puedas encontrarte y dices cariño si te encuentras a alguno muerto por el pasillo no pasa nada fui yo, fui yo y le llevas su vaso de agua valentía varones casados si hay una característica varonil es la valentía a través del sacrificio si no eres capaz de sacrificarte por tu esposa no eres un hombre eres un niño Eres un niño. El varón se sacrifica por su esposa y por sus hijos. El servicio del Señor Jesucristo por su esposa a la iglesia se ve en primer lugar en el esposo cristiano. Así que levántate, arriesga tu vida y ves a buscar un vaso de agua a la cocina. ¿Has visto con qué compara al apóstol Pablo tu servicio? Con Jesús de Nazaret. te explica el Evangelio para decir haya en vosotros haya en ti esta actitud que hubo en Cristo Jesús te explica el Evangelio no solamente como decía antes para que digamos que bonito es el Evangelio que grande es el amor del Señor dejó su trono en los cielos vino a morir derramó su sangre por mí por ti que bueno es el Señor no es el punto de Filipenses 2 es haya en ti esta actitud el énfasis está ese es el corazón que has de tener tú Así es como tú debes conducirte que el Evangelio que tú dices que crees se vea en tu caminar cotidiano, encarna el Evangelio, ilustra el Evangelio. Si en algún momento tienes dudas de si debes servir, recuerda la cruz de Cristo goteando sangre y van a desaparecer todas tus dudas. Si Él hizo eso por mí, ¿cómo no voy yo a servir a los míos, a mi hermano? En sexto lugar, sexta característica del servicio. Versículos 9 al 11. El servicio será premiado por Dios. El servicio será premiado por Dios. Dicen los versículos 9 al 11. Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo y le dio un nombre que es sobre todo nombre para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos y en la tierra y debajo de la tierra y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor para gloria de Dios Padre. El servicio será premiado por Dios. Y no quisiera que te quedaras con la expresión el servicio será premiado, porque no servimos para ser premiados, sino que te quedarás con la expresión por Dios, no va a ser premiado por los hombres. Si buscas servir para recibir premio de los hombres, te equivocas. Jesús se humilló hasta lo sumo, Dios el Padre le exaltó hasta lo sumo. Jesús descendió hasta el sepulcro, Dios le levantó hasta los cielos. Jesús fue insultado por las gentes, Dios le dio un nombre, sobre todo nombre para que toda lengua confiese. Nos damos cuenta de que es obra del Padre, no es de los hombres. El servicio será premiado por Dios. Todo lo que hagas, hazlo bajo la mirada de Dios. no será premiado por los hombres, así que no sirvas para el ojo, no sirvas para recibir aplausos, no sirvas para ser visto, no sirvas para que te reconozcan, sirve porque Dios te está viendo. Coramdeo, bajo la mirada de Dios. Santiago 4.10, humillaos delante del Señor y Él os exaltará. Efesios 6, 6. No sirviendo al ojo como los que quieren agradar a los hombres, sino como siervos de Cristo, de corazón, haciendo la voluntad de Dios, sirviendo de buena voluntad como al Señor y no a los hombres. José sirvió fielmente en Egipto 10 años a Potifar. Y luego, cuando fue echado en prisión, sirvió fielmente al jefe de la prisión 3 años más, de forma fiel y discreta. Pero no fue Potifar quien lo ascendió, no fue el jefe de la prisión quien lo ascendió, fue Dios el que lo puso en el trono junto a Faraón, sobre todo Egipto. Fue Dios el que le dio a Faraón un sueño inquietante, fue Dios el que hizo que el copero se acordara de él, fue Dios el que llevó a José a interpretar ese sueño y Dios puso a José a la diestra de Faraón para salvar a mucho pueblo. Del mismo modo, Dios quiere ver que tu servicio es fiel y discreto, y es Dios el que lo premiará. Cuando Él quiera, como Él quiera. Y cuando llegues a su presencia, no queremos escuchar otra cosa que sus palabras, bien, buen ser y fiel. Sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré. Entra en el gozo de tu Señor. En séptimo lugar, Versículos 12 y 13. El servicio es santo. El servicio es santo. Eso significa que servir es parte de tu vida cristiana. La iglesia no es una ONG. No estamos haciendo por amor a la obra social lo que hacemos. No es por amor simplemente al servicio, es por amor a Dios. El servicio es parte de tu vida cristiana, es parte de la obra de santificación en ti, es parte de la obediencia a Dios. Versículo 12. Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia. Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer por su buena voluntad. Dicho de otro modo, todo lo que hemos dicho hasta ahora se marca en el contexto de la obediencia a Dios. Si sirves a tus hermanos, estás sirviendo a Dios. Los filipenses y nosotros también debemos tener esa actitud que hubo en Cristo Jesús porque nos hemos de ocupar en nuestra salvación, en nuestra santificación, en nuestro crecimiento, en nuestra madurez. En la medida que creces como cristiano, creces como siervo. Creces como siervo. El servicio es parte de una vida de obediencia a Dios, de tu crecimiento en santidad. de tu imitación al Señor Jesucristo. Se mide el calibre espiritual de un cristiano en su aptitud para servir y en su capacidad de renuncia. Y hay actos de servicio que pueden parecer santos, pero en realidad están movidos, como decíamos antes, por un interés por uno mismo. Pero hay actos que en verdad son de servicio porque son movidos por un corazón transformado por el Espíritu de Dios. En la medida en que Dios cambia tu corazón y hace que tu corazón sea más como el de Jesús, se va a ver ese fruto en tu vida que es servicio, que es entrega, que es abnegación, que es humildad. porque Dios es el que produce así el querer como el hacer por su buena voluntad. Y el servicio verdadero es movido por un corazón transformado por la gracia de Dios. Hasta tal punto es cierto esto, hasta tal punto la santidad va de la mano con el servicio que el Señor cuando nos habla en Mateo 25 del juicio final nos enseña que las obras de servicio serán evidencia de aquellos que son suyos. ¿Recordáis cuando habla del juicio y dice que en el día final separará las ovejas de las cabras? Leemos en Mateo 25, desde el 34. Entonces el rey dirá a los de su derecha, venid, benditos de mi padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me recogisteis, estuve desnudo y me cubristeis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y venisteis a mí. Entonces los justos la responderán diciendo, Señor, ¿cuándo te vimos hambriento y te sustentamos, o sediento y te dimos de beber? ¿Y cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te cubrimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y vinimos a ti? Y respondiendo al rey les dirá, de cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis. ¡Qué tremenda respuesta del Señor! A mí lo hicisteis. ¿Lo harías por el Señor? Todo lo que hemos descrito. Si Jesús saliera de entrar por esa puerta, para empezar se acabó el culto, ¿verdad? ¡Jesús! Correríamos todos para allá. Darle un abrazo, un beso. ¿Cómo estás? ¿Qué necesitas? ¿Cómo has llegado a Barcelona? ¿En qué puedo ayudarte? ¿Tienes dónde comer? ¿Tienes dónde pasar la tarde? ¿Quieres alojarte en mi casa? ¿Necesitas un abrigo? ¿Necesitas hablar conmigo? ¿Necesitas que me calle? ¿Qué necesitas? Estaríamos todos dispuestos, nos pelearíamos por servir a Jesús, ¿verdad? El Señor Jesús está diciendo, cuando lo haces a uno de estos más pequeños, a mí lo haces. En la parábola que hemos leído están sorprendidos estos siervos. Dicen, Señor, ¿cuándo? ¿Hemos hecho esto por ti? ¿Cuándo? Mira en la agenda, ¿verdad? Visitar a Jesús en la prisión. No, no está. ¿Cuándo hemos hecho eso por ti? Cuando lo habéis hecho a uno de mis hermanos más pequeños. A mí me lo habéis hecho. Si yo estuviera de viaje días fuera de la ciudad y supierais que mi familia está en necesidad, mi esposa, mis hijos, y corrierais a cubrir esa necesidad, al volver yo de viaje no estaría agradecido. Si lo habéis hecho a mi esposa y a mis hijos, como si me lo hubierais hecho a mí. Jesús se fue, pero su esposa quedó. Aquello que hacemos a su esposa, a la iglesia, a él lo estamos haciendo. Los enemigos de la iglesia deberían temblar, porque aquello que hacen contra su esposa, la iglesia, contra él, lo están haciendo. Ya se lo dijo claro el Señor Jesús a Saúl lo camino de Damasco. ¿Por qué me persigues? Estaba persiguiendo cristianos, ¿verdad? ¿Por qué me persigues a mí? Correríamos a servir a Jesús y ahora nuestro rey nos dice, ¿me servís a mí cuando servís a uno de mis súbditos? Asimismo, el Señor se fue, su esposa queda. Todo lo que hacemos por nuestros hermanos en la fe, a Él lo estamos haciendo. Tal vez alguno esté inquieto. David, te estás predicando muchas obras, ¿eh? Y no somos salvos por obras, somos salvos por gracia, por medio de la fe, ¿sí? Pero podemos seguir el versículo de Efesios, ¿verdad? Para buenas obras. No somos salvos por obras, somos salvos para buenas obras. Igual como plantas un árbol que tiene raíces y tronco y ramas y ves que aquel árbol está vivo porque sale esa fruta, es evidencia de que ese árbol está vivo y el carácter de ese árbol, del mismo modo el cristianismo verdadero, fiel, la fe viva, es para buenas obras. Y esas buenas obras son la manifestación, la evidencia de que aquel cristianismo es auténtico. No somos salvos por obras, pero sí para buenas obras. Y esas buenas obras son tan claras, tan evidentes, tan potentes que el apóstol Juan describe en Juan 5, 29 de esta manera el día final. Los que hicieron lo bueno saldrán a resurrección de vida, más los que hicieron lo malo a resurrección de condenación. No me digas que eres cristiano si no hay en tu vida esas buenas obras. No me digas que eres cristiano. En octavo lugar, el servicio es bondadoso. Versículos 14 y 15. El servicio es bondadoso, es movido de un corazón lleno de bondad. Dice así, versículos 14 y 15. hace todo sin murmuraciones y contiendas para que seáis irreprensibles y sencillos hijos de Dios sin mancha en medio de una generación maligna y perversa en medio de la cual resplandeceis como luminares en el mundo Pablo está hablando a los hijos de Dios Y si eres un hijo de Dios, entonces tu vida se caracteriza por la obediencia, el servicio, el respeto, la honra, las buenas palabras, la sumisión. Los hijos obedecen a sus padres sin quejas y sin refunfuñar. Si te llamas cristiano y obedeces de mala gana, porque mamá me ha dicho, Eso es indigno, te estás comportando como un hijo de Satanás. El hijo cristiano obedece con un corazón bondadoso porque los padres han sido puestos como autoridad en el lugar. Da igual si están equivocados o no, son autoridad. Los empleados cristianos sirven a sus jefes con honestidad y con excelencia. Que tu jefe pueda decir, necesito 100 como este, como José sirviendo a Potifar. Los alumnos respetan a sus profesores con sus palabras, con sus gestos. Repito, no se trata de si están o no en lo correcto. Vivimos en un mundo y una sociedad que siempre está quejándose y reivindicándose y manifestándose. Hay una crisis de autoridad, yo diría una crisis de obediencia. No se sabe lo que es obedecer y así vamos. Aquellos que están en autoridad también se equivocan, son humanos, pero siguen estando en autoridad. y tienen una responsabilidad el servicio es bondadoso haz todo lo que tienes que hacer sin murmuraciones ni contiendas sirve sin quejarte sirve sin murmurar cuando en la iglesia pidamos ayuda a los pastores y los diáconos primero el primero especialmente si eres un varón el primero siendo ejemplo para los tuyos sirve rápido Con gozo, porque sirviendo a los demás estás sirviendo al Señor. Y si después de escuchar todo lo que hemos dicho estás pensando, eso, eso, que haya servicio, que me sirvan. Chato, no has entendido nada. Somos protestantes, no tenemos penitencias, pero si las tuviéramos te diría a casita y a escuchar 500 veces este sermón tomando notas hasta que caigan lágrimas de tus ojos porque el Espíritu del Señor lo ha traído quebrando en ti. No se trata de que te sirvan, se trata de tú servir. Ya, pero si no me sirven a mí, no has entendido nada. Haya pues en ti esta actitud que hubo en Cristo Jesús. Deja de mirar a los demás. Es delante de su mirada que sirves. Si estás pensando en los demás me han de servir, a ver cuándo me sirven los demás, eso es quejarse, no entendiste nada. Sirve a tus hermanos sin esperar nada a cambio. Sirvámonos como hijos de luz, como hijos de luz. Nos compara el apóstol Pablo aquí con luminares, una estrella que brilla en el firmamento oscuro. Eso es un cristiano en medio de esta sociedad. Brilla, es absolutamente diferente, extraño. Nos miran y decís, estáis locos. Es locura para ellos. El contraste es abismal, como la luz y las tinieblas. Vivimos en un mundo de oscuridad y brillamos como estrellas en la noche. La iglesia es antesala del paraíso. El hogar cristiano es un oasis de bondad en medio de una generación maligna y perversa. En un mundo donde todo son quejas, manifestaciones, demandas, pleitos, guerras, peleas, nosotros somos corderos en medio de lobos, pero somos hijos de Dios. ¿Te sientes incómodo en esta ciudad, en este país, en este mundo? ¿Te sientes incómodo? Si te sientes incómodo es porque no perteneces aquí y estamos esperando a que el Señor venga a buscarnos. que contraste abismal. Se debe ver, y lo primero que llama la atención al incrédulo cuando viene entre nosotros es, aquí se sirven, aquí se aman, aquí hay algo diferente en los corazones. Y es el impacto que el Evangelio del Señor ha producido en nosotros. En noveno y último lugar, a modo de conclusión, el servicio es cristiano. El servicio es cristiano, refleja el carácter del Señor Jesucristo. Alguno dirá, el servicio es un fruto del avance de nuestra sociedad occidental. Mentira. Mentira. Occidente es el hijo pródigo que le ha dicho, adiós el padre, dame mi parte de la herencia y ahí te quedas. Todo lo bueno que vemos en Occidente, si hay algo de bondad en nuestra sociedad, es fruto de nuestras raíces cristianas. El servicio expresa unidad, humildad, compasión, generosidad, sacrificio, es premiado por Dios, es santo, es bondadoso, porque al fin y al cabo está reflejando el carácter, el corazón de Cristo Jesús. Dice nuestro pasaje, haya pues en vosotros este sentir que también hubo en Cristo Jesús. esa misma generosidad, esa misma entrega, ese mismo sacrificio, esa misma humildad, así como Jesús nos sirvió, nosotros hemos de servirnos los unos a los otros. Leíamos antes Juan capítulo 13 y vemos ese episodio en el que los discípulos se sientan a la mesa para cenar. Todos tenían los pies sucios del camino. Era un trabajo de siervos cuando entrabas en una casa descalzarte y lavarte los pies. Entran los discípulos con el Señor y todos tienen los pies sucios, pero se sientan a cenar. Debían pensar entre ellos, bueno, si no les importan los demás cenar con los pies sucios, pues a mí tampoco. Vamos a empezar a comer, ¿verdad? Si alguien ha de lavar los pies, bueno, pues que sea Juan, que es el más joven, ya se levantará a lavarnos los pies a todos. Alguno pensará, a ver, ¿no es Pedro siempre el echado pa'lante? No, ¿no? ¿No es siempre Pedro el que toma la iniciativa? Pues que Pedro se levantará y tomará el lebrillo o algo hará. Ahora, cuando de golpe es Jesús el que se levanta y deja su túnica y se ciña en la toalla, yo creo que los apóstoles no sabían dónde esconderse. Si hubiéramos hecho una foto de ese momento, estarían de todos los colores, ¿verdad? Así, no me lo puedo creer. Qué vergüenza, ¿Jesús se ha levantado? para sorpresa de todos, y se agacha y lava los pies de sus discípulos uno tras otro. Jesús no se dejó llevar por la vanagloria, aún sabiendo que Dios le iba a glorificar, le iba a entregar todas las cosas. No se dejó llevar por la vanagloria, no dijo, si supierais lo que va a hacer el Padre conmigo, venid a lavarme los pies. Tampoco se dejó llevar por el victimismo. Ay, nosotros sí nos refugiamos en el victimismo. Si supieran lo mal que lo estoy pasando, si supieran mi vida, mis problemas, mis luchas, vendrían a servir, vendrían a tener una palabra amable conmigo. ¿Yo tengo que acércame? No, yo soy el necesitado. Nosotros sí nos dejamos llevar por el victimismo. Jesús sabe que está a punto de padecer la cruz y es Él el que se ciñe la toalla. y lava los pies de los suyos Jesús lavó los pies de los suyos repito los pies no la cara ni las manos lavó lo que estaba sucio y a veces queremos acercarnos al hermano para ayudarle en algo que nos apetece ayudarle pero no es lo que necesita no es donde está la necesidad es donde está mi conveniencia pero no su necesidad no se acercó a lavar la cara ni las manos se acercó a lavar los pies del mismo modo tú has de cubrir la necesidad verdadera de tu hermano Jesús lavó los pies de todos no sólo los de Juan o Andrés o Jacobo lavó los pies de Judas que estaba a punto de venderle lavó los pies de Tomás aún sabiendo que iba a dudar lavó los pies de Pedro sabiendo que le iba a negar El servicio del Señor fue generoso, abnegado, sincero, incondicional, humilde, compasivo, lleno de bondad. Y así es como hemos de servirnos los unos a los otros. Y un corazón transformado por la gracia de Dios se entrega al servicio. Recuerdo el testimonio de un joven hace años que explicaba cómo conoció al Señor. Estaba reacio a las cosas del Evangelio, ¿verdad? Y entonces cuando se convirtió al Señor, dice que fue corriendo a su casa y se puso a limpiar la cocina a su mamá. Y me decía, no podía parar. No lo había hecho nunca. Mi madre llegó y dijo, ¿qué te pasa? ¿Estás bien de la cabeza? Y dice, limpié la campana, limpié los fogones, limpié el horno y no podía parar horas limpiando para mi mamá. Debía recordar todas las veces que le había dicho que no tenía tiempo. La primera característica en el corazón de este joven fue el servicio. Explotó en servicio porque había entendido lo que Cristo había hecho por él. Si el Señor me lavó el corazón, ¿cómo no le voy a lavar a mi madre la cocina? Del mismo modo, ha de impactar el Evangelio de tal modo en nosotros. que los unos a los otros nos lavemos los pies. Ejemplo nos ha dejado el Señor, Juan 13, 12. Así que después que les hubo lavado los pies, tomó su manto, volvió a la mesa y les dijo, ¿sabéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis maestro y señor y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavar los pies los unos a los otros. Porque ejemplo os he dado. para que como yo os he hecho, vosotros también hagáis. Lava los pies de tu hermano sin murmuración, sin contienda, con el corazón de Cristo. Que el Espíritu de Dios forme en ti un corazón de siervo para ser más como Él, recordando que Él vino a servirnos. Hermanos, en ese episodio, en Juan capítulo 13, hay 13 hombres que entran en el aposento con los pies sucios y doce salen con los pies limpios. Doce salen con los pies limpios. Solo hay uno que continúa con esa suciedad, que carga sobre sí todo ese pecado, Cristo Jesús. Lama los pies de tus hermanos porque recuerdas que Jesús ha limpiado los tuyos. Amén. Oremos. Señor, gracias por tu bondad, por tu misericordia inmensa, por no dejarnos, Señor, a nuestra suerte, con nuestro pecado, con nuestra inmundicia. Señor, gracias por dejar Tu cielo, Tu trono, Tu mansión celestial, Tu gloria, hacerte como uno de nosotros, vivir entre nosotros y, Señor, más aún, tomar forma de siervo y morir en una cruz. Señor, gracias por lavar nuestros pies. Tú te derramaste, más que esa agua, Señor, eres Tú el que te derramaste en nuestro favor. y del mismo modo te rogamos que imitemos esa actitud que hubo en Cristo Jesús, que seamos nosotros los que nos acercamos al hermano en una actitud de servicio por el bien de tu iglesia, por el bien de tu nombre, por el bien del reino, para la gloria del Padre. Señor, con un corazón realmente humilde, sin buscar ningún beneficio propio, sino solamente servirte a ti. Que nuestro cristianismo se vea en esa actitud de servicio. Se vea en el hogar, Señor, en cómo hay servicio y respeto a los padres, en cómo hay ese servicio y entrega sacrificada por la esposa, por los hijos. Que se vea en la iglesia, Señor, en cómo nos acercamos a la necesidad ajena con compasión y encarnamos el Evangelio cada día. Te pedimos, Señor, que nos hagas una iglesia servicial donde el mundo pueda decir que verdaderamente somos tuyos porque nos amamos los unos a los otros. En nombre del Señor Jesús te lo pedimos. Amén.
Un corazón de siervo
Sermon ID | 562518527774 |
Duration | 58:46 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Philippians 2:1-15 |
Language | Spanish |
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