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seguridad, porque al final lo que cuenta es si los creyentes en Cristo están seguros en quien han creído, si están seguros de su salvación, si están seguros que si les toca partir antes de la venida de Cristo serán resucitados. o si Cristo viene en las nubes, ellos serán transformados. Eso es lo que debe tener el creyente como esa seguridad y para eso el creyente debe entender que él vive en un estado de gracia, ha sido trasladado de las tinieblas a la luz para vivir una vida de fe una vida segura en el Señor Jesucristo. Pues todos los que han sido escogidos para salvación, al igual que todos los que escuchan, no solo reciben del Señor todas aquellas informaciones del cielo con relación a la gracia y a la salvación, sino que solamente a ellos les otorga el Señor fe para creer la palabra de fe que se nos ha sido entregada. ¿Para quiénes las palabras que han salido de la boca de Dios son seguras e invariables? ¿Para quiénes? ¿Es para todos los que escuchan la palabra? Pues mire que no. Solamente para aquellos que han recibido fe para creerlas. no que han recibido conocimiento para saberla, como es común de muchas personas que saben muchas verdades de las escrituras. Pero ese conocimiento no les lleva a la seguridad de la gracia y de la salvación, puesto que no tienen fe en su corazón para aceptarla, como que esas palabras salieron de la boca de nuestro Señor. Mire, si alguien de ustedes quiere ganarse un alma para Cristo, sea un familiar, un compañero de trabajo, o usted ha pensado en alguien para encaminarle a Cristo, mire este texto. Y con este texto usted puede evangelizarlo. El Señor dijo, el cielo y la tierra pasarán, más mis palabras no pasarán. Usted le puede confirmar, ya ves que la seguridad de la palabra, que podemos confiar en las palabras del Evangelio. Si él le pregunta, ¿y por qué tengo que creer en las palabras de tu Evangelio? Ah, usted le puede responder porque esas palabras son seguras. Si él vuelve y pregunta ¿Quién es que dice que es segura? Tú me estás diciendo que ella es segura. Usted le puede responder Cristo mismo dice que sus palabras son seguras. Pero si él vuelve y pregunta ¿Y dónde está eso en la escritura? Entonces usted le busca el texto que leí en Mateo 24.35 El cielo y la tierra pasarán más mi palabra no pasarán. ¿Ves que Cristo dijo que sus palabras son seguras? ¿Que se pueden creer a la palabra que Él pronunció cuando Él dijo, el que cree en mí tiene vida eterna? Porque mejor pasa el cielo y la tierra, pero nunca sus palabras dejarán de tener su eficacia, su seguridad. Así que mis hermanos, todos los creyentes en Cristo que han creído a su palabra, ellos viven una vida segura en la gracia y en la salvación. Los autores de la confesión de fe de Londres le llamaron a esta seguridad, seguridad infalible. infalible, o sea, que lo que se cree, no hay duda, que es imposible estar en el error creyendo a las palabras de Cristo. Es imposible, porque ellas son segura e indefectiblemente segura aquellos que la creen, no al que la sabe, sino al que la creen, aquellos que han obtenido fe para creerlas. En relación a la salvación ya sabemos entonces lo seguro que está nuestra salvación en Cristo. Todo esto lo creemos, pero ningún creyente verdadero, aunque crea y acepte la palabra del Señor como segura, ningún creyente debe fiarse, siempre tiene que estar haciendo firme su vocación, su elección. ¿Por qué que siempre se le exhorta a los creyentes estar firmes? Se le exhorta a ocuparse en su salvación porque él procura siempre estar firmes. Siempre tiene que ser diligente en su vida de fe y de piedad. Aunque esté segura su salvación, aunque viva en el estado de gracia, él es exhortado a procurar siempre estar firme. Pero aquí hay otro por qué se le exhorta a los creyentes, si es tan seguro en su salvación, a estar firme y a ocuparse en ella. Ah, por la posibilidad de que su seguridad sea zarandeada, disminuida e interrumpida. Y aquí voy a fijar mi exposición en esta mañana. la posibilidad de que esa seguridad sea zarandeada, disminuida e interrumpida. Como ya les mencioné, que mi tema es el título de la Doctrina 18 de la Confesión de Fe de Londres de 1689, que ustedes las conocen, pues voy a leer el párrafo 4 de dicha doctrina. Y como los autores ingleses lo dijeron, También y con tanta exactitud, yo me adhiero a ellos sin reserva, por eso me complazco en citar ese texto histórico. Dijeron ellos, la seguridad de la salvación de los verdaderos creyentes puede ser zarandeada, disminuida, interrumpida de diversas maneras. Note bien eso, de diversas maneras. Primero, por negligencia en conservarla. Segundo, por caer en algún pecado especial que hiere la conciencia y contrista al espíritu. Tercero, por alguna tentación repentina o fuerte. Cuarto, por retirarles Dios la luz de su rostro, permitiendo aún a los que les temen que caminen en tinieblas y no tengan luz. Y dice el párrafo, sin embargo, nunca quedan destituidos de la simiente de Dios y de la vida de fe, de aquel amor de Cristo y de los hermanos, de aquella sinceridad de corazón y conciencia del deber, por los cuales, mediante la operación del Espíritu, esta seguridad puede ser revivida con el tiempo, por los cuales, mientras tanto, los verdaderos creyentes son preservados de caer en total desesperanza. Puede ser que alguien dirá, el que escucha este sin embargo, en el texto de la confesión, ah bueno, pues entonces, aunque me descuide, aunque sea tentado y sea seducido por la tentación, Aunque Dios retire su rostro de mí, sin embargo, como quiera soy salvo, como quiera estoy bien, porque al final Dios va a obrar en mí, como dice el texto de la confesión de fe. Los verdaderos creyentes son preservados de caer en total desesperanza. Mucho cuidado con reaccionar así. Primero, porque aquí lo que se está tratando es de los verdaderos creyentes, de los elegidos de Dios, el cual todos los creyentes deben estar seguros de esa verdad. Eso se trata del estado de gracia y en el estado de la salvación en que se encuentran los creyentes. Estas posibilidades que de seguro Los creyentes, como dice el texto de la confesión, por muchas maneras van a ser zarandeados o zarandeada su seguridad disminuida e interrumpida. Eso es una verdad que la Biblia nos comunica, que el Señor en su palabra nos comunica. que aún siendo renacido de nuevo, aún siendo verdaderos creyentes, aún siendo verdaderos convertidos o en muchas palabras del Evangelio que podamos decir, no obstante a eso están las posibilidades de caer en las trampas de las tentaciones. Así que primeramente vamos a ver a los verdaderos creyentes son llamados a no ser negligentes en preservar la seguridad de la gracia y de la salvación. No ser negligentes en la seguridad de la gracia o en el estado de gracia en que se encuentran y de la salvación en Cristo que han recibido. Quien es que preserva la seguridad infalible en el creyente ¿Es el Señor nuestro Dios o es el verdadero creyente? ¿Quién la preserva en nosotros, esa seguridad? Bueno, el Señor es el que preserva a través de nosotros, usándonos nosotros, haciéndonos responsables de lo que Él nos ha dado. Se ve que el Señor ha ligado su verdad con nuestra responsabilidad. El Señor preserva esa seguridad en nosotros. La salvación y el estado de gracia, todo lo aprovisto, y nos encontramos en ese estado de gracia y de salvación, pero somos exhortados a permanecer, a estar firmes, a procurar, a ser diligentes, porque están aquellas posibilidades de ser zarandeada esa seguridad, disminuirse y a interrumpirse. No se está tratando de la salvación en sí misma, se está tratando de la seguridad, del amén que todos los días tenemos que decir en nuestra vida de fe que estamos en la gracia y en la salvación. Así que tenemos dos pasajes que confirman nuestra responsabilidad de cara a la seguridad infalible. Primer pasaje, Hebreos capítulo 6. Versos 11 y 12. Hereo 6, versos 11 y 12. Dice allí la escritura, pero deseamos que cada uno de vosotros muestre la misma solicitud hasta el fin para plena certeza de la esperanza. a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredaron las promesas." Mire, aquí en este texto hay dos palabras que son para nosotros emprender esa responsabilidad, la palabra solicitud y la palabra no os hagáis perezosos. Estamos llamados a hacer el solícito y no ser perezoso, o sea, trabajar, ser laborioso en cuanto a aquella certeza de nuestra esperanza de salvación. Segundo texto que nos confirma que el Señor ha ligado su verdad con nuestra responsabilidad. Vamos a la segunda carta del apóstol Pedro. en su capítulo 1, leyendo en el versículo 3. Segunda carta del apóstol Pedro, capítulo 1, verso número 3. Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de Aquel que nos llamó por su gloria y excelencia. Note ese verso. Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas, todas. Verso 4, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas para que por ellas llegases a ser participantes de la Antigüedad Divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia. El Señor ha obrado dándonos todas las cosas. Pero mire como dice el verso 5, vosotros también, poniendo toda diligencia por esto mismo, añadid a vuestra fe virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento dominio propio, al dominio propio paciencia, a la paciencia piedad, a la piedad afecto fraternal y al afecto fraternal amor. Porque si estas cosas están en vosotros y abundan, no os dejarán estar ociosos ni sin fruto en cuanto al conocimiento de nuestro Señor Jesucristo. Lo contrario a este verso está en el verso 9. Por el que no tienes estas cosas, tiene la vista muy corta, es ciego, habiendo olvidado la purificación de sus antiguos pecados. Por lo cual, hermanos, tanto más procurad hacer firme vuestra vocación y elección, porque haciendo estas cosas no caeréis jamás. Caer de la gracia, o sea, de la seguridad. No es que se va a perder la salvación en los verdaderos creyentes. Estamos haciendo ese énfasis en los elegidos del Señor. pero que ellos también o en ellos también están esas posibilidades que de distintas maneras su seguridad puede ser zarandeada, disminuida e interrumpida. Por eso debemos entonces tomar todo lo que se nos ha dado, todo lo que corresponde a una vida de piedad, a una vida en devoción, una vida de sinceridad a Cristo y añadir a la fe inicial que nos ha dado, añadirle la virtud y verlo como lo deglose el apóstol Pedro y a la virtud conocimiento, mire que el conocimiento No es inicial para la vida piadosa, sino la fe y la virtud, que es como aquellas raíces que toman del suelo de la vida cristiana la piedad. A este texto de la segunda carta de Pedro que hemos leído, vamos a ponerle un nombre entonces, un tema a ese texto. Póngale responsabilidad cristiana. Esa es su responsabilidad. A partir del versículo 5, vosotros también poniendo toda diligencia a esto mismo, a esto a lo que el Señor nos ha dado. Todas las cosas que pertenecen a la vida de la piedad, añádale todas esas virtudes que el Señor nos concede tener. Es cierto, nosotros no estamos bajo una ley que nos persigue y nos amenaza para que la salvación nuestra se pierda. No, no estamos bajo esa ley, estamos en la gracia, estamos en ese estado, pero tenemos que ser diligentes y no vivir descuidado. Si usted vive descuidado, entonces seguridad disminuye. Y si sigue descuidado y no reacciona, va a seguir disminuyendo hasta llegar a un punto que usted no sabrá si es salvo o no es salvo. Si se va con Cristo cuando Él venga o se queda. Y al final no quiere que Cristo venga porque tiene que arreglar algunos asuntos, dirá alguien. Por eso, mis hermanos, es que este primer punto hay que ponerle atención, no al descuido en nuestra vida cristiana. En segundo lugar, El verdadero creyente tiene que saber que existe la posibilidad de su seguridad, de la seguridad de la gracia y de la salvación sea zarandeada, disminuida, interrumpida por caer en algún pecado especial que hiera la conciencia y contrita el espíritu. Cuando la confesión hace mención de algún pecado especial, es en el sentido sobresaliente de todos los pecados que aún el escogido por Dios, el elegido de Dios puede cometer. Pecado especial. No es que hay pecados que no deban ser tratados con el mismo tratamiento bíblico. Iniciando con la confesión de ese pecado, siguiendo con el arrepentimiento, y en tercer lugar con abandonarlo. Así sabemos que nuestros pecados son perdonados. Usted lo detecta, lo confiesa, se arrepiente y lo abandona. Hay que dar eso paso para todo tipo de pecado. Pero la confesión dice pecado especial que hiera la conciencia y contrita el espíritu de Dios que mora en los creyentes. De lo que se trata aquí es de pecados infecciosos que dejan marcas en el creyente, marcas en la iglesia, en la familia y en la sociedad. Algo horrible que cualquier creyente está expuesto a cometer. Vamos a ver un ejemplo en el Salmo 51, Salmo 51, verso número 2. Lávame más y más de mi maldad y límpiame de mi pecado, porque yo reconozco mis rebeliones y mi pecado está siempre delante de mí. Unas cosas son los pecados o las rebeliones y otra es el pecado que mora en mí. El salmista está diciendo yo conozco mis rebeliones, me rebelo contra tu ley, soy un desobediente y veo mi pecado que está siempre delante de mí como el apóstol Pablo lo expresó también en Romanos capítulo 7, verso 4 del Salmo 51. Contra ti, contra ti solo he pecado y he hecho lo malo delante de tus ojos para que seas reconocido justo en tu palabra y tenido por puro en tu juicio. He aquí en maldad he sido formado y en pecado me concibió mi madre. He aquí tú amas la verdad en lo íntimo y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo y seré limpio. Lávame y seré más blanco que la nieve. Hazme oír gozo y alegría y se recrearán los huesos que has abatido. Esconde tu rostro de mis pecados y borra todas mis rebeliones o mis maldades. Crea en mí, oh Dios, un corazón limpio y renueva un espíritu recto dentro de mí. No me eches delante de Ti y no quites de mí Tu Santo Espíritu. Vuelveme el gozo de Tu salvación y Espíritu noble me sustente. Este creyente genuino de quien he leído estas palabras ¿Cuántos pecados cometió este hombre? Muchas rebeliones, muchos pecados. Codició a la mujer de su prójimo, la tomó, adulteró con ella, mintió, simuló, fue un hipócrita, ordenó matar a su esposo, etcétera. Pero hay un pecado de estos que entra en lo especial, como dice la Confesión de Fe de Londres, siendo el más grave de todos. Usted lo puede detectar. ¿Cuál será? El adulterio. El adulterio es un pecado grave porque dañó su seguridad, dejándole marca en su cuerpo, infectó al pueblo de Dios con su ejemplo e intó a cualquiera del pueblo a hacer lo mismo. Se hizo público. No se les permitía codiciar y tomar la mujer de tu prójimo. Era algo horrible para la sociedad, para el pueblo, para la iglesia del Señor. La única colderita que tenía Urias, y él tenía muchas, él las codició, las tomó, se las robó. Miremos a la luz de la escritura lo infeccioso de este pecado. Vamos ahora a la primera carta de Pablo a los Corintios, capítulo 6, verso 15 al 18. Primera carta a los Corintios, capítulo 6, verso 15. ¿No sabéis que vuestro cuerpo son miembros de Cristo? ¿Quitaré pues los miembros de Cristo y los haré miembros de una ramera? Dice Pablo, no, esa idea no va. De ningún modo. ¿O no sabéis que el que se une a una ramera es un cuerpo con ella? Porque dice, los dos serán una sola carne. Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él. Cuide la fornicación. Cualquier otro pecado que el hombre cometa, está fuera del cuerpo, más se fornica contra su propio cuerpo peca. Cualquier otro pecado de la magnitud que sea no se puede comparar con este, dice el apóstol Pablo, porque es algo que trasciende, porque es una mancha en su cuerpo que va a tener. Que Dios guarde a los hombres de esta iglesia de ese gran pecado, que Dios guarde a nuestras hermanas también, porque eso es infeccioso y hiere la conciencia y contrista al Espíritu. En tercer lugar, el verdadero creyente tiene que saber que existe la posibilidad de que su seguridad de la gracia de la salvación puede ser zarandeada, disminuida, interrumpida por alguna tentación repentina o fuerte. No solamente por el descuido de un creyente que sigilosamente se descuida, poco a poco, poco a poco se va descuidando y su seguridad está disminuyendo. No solamente por un pecado especial que hiera la conciencia y contrista el Espíritu Santo, sino también por alguna tentación repentina o fuerte. Hermanos y hermanas, ¿quién no es tentado? ¿Qué creyente que siendo fiel a Cristo está exento de ser tentado? ¿Quién? ¿Quién y aún siendo un hijo de Dios, un pastor, un maestro de Biblia, un teólogo y bien enseñado en la verdad está libre de ser visitado por una tentación repentina? Pues mire que no, nadie está exento de ser tentado. Dios en su palabra no escondió los pecados sobresalientes de muchos de sus hijos, de sus siervos, de sus santos en la antigüedad. Él no lo escondió, lo puso en su palabra comenzando con Adán, Abraham, Moisés, David y muchos hombres de Dios. Dios no escondió que eran hombres. que iban siendo tentados. Él lo publicó en su palabra para que nos demos cuenta que también nosotros estamos en desventaja con esta realidad. Pero lo máximo de todo es que el Señor Jesucristo fue tentado en todo, con la salvedad que no cayó en las trampas de las tentaciones. Mis amados hermanos y hermanas, la desventaja que tenemos nosotros en cuanto a las tentaciones es que están las posibilidades de que caigamos. Esa es la verdad. Y no podemos ignorar tal verdad. ¿Saben qué, mis hermanos? También podemos confiar en el poder de Cristo para evitar de caer en esas trampas, siendo diligente, como ya hemos aclarado atrás, procurar estar firmes, siendo diligente, añadir siempre a nuestra fe virtud, a la virtud conocimiento, al conocimiento de uno propio, a lo mío propio, paciencia, la paciencia, piedad, afecto fraternal, todas aquellas cosas, añadírsela. a esa fe poderosa que nos entregó para ser salvos, pero también para ser salvados todos los días de las tentaciones. No exponiéndonos, podemos evitar las tentaciones, no al desaliento, no dejando de congregarnos, ejercitándonos, no contritando al Espíritu de Dios. Este asunto de la tentación repentina en palabra del pastor Samuel Waldron, él dice lo siguiente comentando este asunto. Los autores de la confesión de Londres se proponían aparentemente a que pensemos aquí no tanto en ceder a la tentación y al pecado, sino a una prueba o solicitación de la maldad abrumadora que por el tiempo hace estremecer la constitución emocional del creyente de tal manera que cuestiona su seguridad. Cuando usted va siendo tentado, tentado y todos los días con el mismo problema, su constitución emocional puede estremecerse de tal manera que cuestiona, pero soy cristiana o soy cristiano, ¿qué me pasa? Hay algo abrumador en las tentaciones, porque cuál es el objetivo a que cedamos a la tentación, porque la tentación en sí misma no es pecado, somos tentados todos los días. Como dijo el salmista, mis rebeliones, la inclinación, las leyes que veía Pablo en sus miembros, que se rebelaba contra la ley de la verdad y de la santidad. Pero ahí está el creyente luchando, sosteniéndose en firmeza para no caer en la tentación. Entonces, ese malestar, eso que se convierte y contrarresta el estado emocional del creyente que debe ser un estado emocional saludable. Y cada creyente sabe de lo que estoy hablando en esta mañana, porque siempre vamos siendo tentado. En otra palabra, es aquella molestia que constantemente produce el ser acosado por equitentación. Yo sé que no debo ceder a ella, Sé que eso ofende al Señor y daña mi vida. Usted lo sabe. Yo lo sé también. Si cedo, se fue a pique todo mi testimonio de tantos años. ¿Qué será de mi familia? ¿Qué será de la iglesia? ¿Qué será de toda la gente que me conoce? Usted está luchando por mantenerse firme. Yo sé que no debo ceder a ella. Sé que eso ofende al Señor y daña mi vida y lo demás en mi congregación. Eso hace tremecer la constitución emocional del creyente. Esto afirma el pastor Samuel Waldron. Y David es un ejemplo de esto. El texto que leímos en el Salmo 51, verso 12, devuélveme el gozo de tu salvación. su seguridad estaba por el suelo. No había gozo allí, no había paz. Y toda esa maldad, aunque su pecado había sido perdonado, pero quedó esa maldad, ese malestar de haber ofendido al Señor, dañar su conciencia, dañar a su pueblo. Pero en cuarto lugar, El verdadero creyente tiene que saber que existe la posibilidad de que su seguridad de la gracia de la salvación sea zarandeada, disminuida e interrumpida por retirarle Dios la luz de su rostro, permitiendo aún que los que le temen caminen en tinieblas y no tengan luz. Y este enunciado es para ponernos a temblar. Me parece más fuerte que lo demás que ya hemos compartido. Que Dios también hace que caminemos en tinieblas, retira sus ojos la luz para que no tengamos discernimiento. Si quiero mantenerme en el descuido de mi vida cristiana, si cedo a los pecados especiales, si cedo a las tentaciones, entonces Dios retira su aprobación, sus ojos de luz, de discernimiento. Por eso digo que es fuerte este enunciado, caminar en tinieblas, producto de que Dios retira su rostro lleno de luz para que el creyente Viva la luz de su rostro. El que anda en tiniebla espiritual, mis hermanos, ¿de qué no es capaz? El que anda en tiniebla, ¿de qué no es capaz? Hará malo negocio, será un tramposo, será un malapaga, será aquello y empieza a hacer cosas que nunca las había hecho porque no tiene luz, no tiene discernimiento. Dios le ha retirado la luz de su rostro. Este creyente no se va a cohibir con relación al pecado. Hará todo tipo de pecado, pues no tiene luz para ver el mal de esos pecados. No tiene luz para ver hacia adelante cómo será su familia si cometo este pecado. de mi familia, de mi congregación. Oigamos el clamor del Salmista cuando en el Salmo 27, verso 9. Salmo 27, el verso 9. Dice el Salmista, no escondas tu rostro de mí. no apartes con ira a tu siervo mi ayuda ha sido no me dejes ni me desampares Dios mío de mi salvación hermanos y hermanas cuando te sientas de esa manera que la seguridad de la gracia y de la salvación está disminuyendo en ti clama pero clama con fervor no esconda tu rostro de mí no apartes con ira a tu siervo, tú eres mi ayuda, tú eres mi sostén, no me dejes, no me desampares. La seguridad de David fue zarandeada, disminuida e interrumpida. En David se cumplieron los pasos que hemos estado dando en la exposición de esta tan solemne y hermosa doctrina. David falló. fue negligente en conservar su seguridad. David pecó contra Dios con aquel pecado especial, como fue el adulterio. David también fue presa de la repentina tentación, por lo cual no pudo escaparse. Dio a aquella mujer ajena y la acudició. Él experimentó caminar en tinieblas, porque Dios retiró su rostro, como David lo dice en el Salmo, escondiste tu rostro, fui turbado. Y esa palabra es muy importante, hermanos. Saquemos un momento, aunque sea pequeño, para hablar de lo que significa un cristiano turbado. Y en el contexto de no tener a nuestro favor el rostro de Dios. Fui turbado porque no encuentro a Dios, no sé dónde está Dios, no sé si mis oraciones están llegando, no tengo convicción que Él está conmigo, que me está apoyando, porque ya su conciencia ha sido herida por el pecado y ha contritado al Espíritu. Turbado, Fui turbado, dice él. Ya sabemos cómo está la seguridad infalible en ese creyente turbado. Hay muchas clases de turbación por lo que cualquier creyente puede sentirse en ese estado. Puede ser por problemas familiares, por ejemplo, problema en su trabajo, turbado, turbado. problemas económicos, sean estos por falta de dinero, porque hay mucho dinero que turba a las personas también. Puede ser por la soltería, está soltero, está sola, puede ser por la vejez. Son muchos los factores que inciden, que provocan o detonan la turbación y la persona se muestra perdido completamente emocionalmente. Estar o vivir turbado es porque se ha interrumpido el estado en el cual el creyente llevaba. Ese creyente está siendo zarandeado. Se dice de zarandeo es tomar a alguien por los hombros y darle vuelta y vuelta y vuelta y vuelta. Cuando lo suelta, perdió el equilibrio. ¿Y saben qué, mis hermanos y hermanas? Estamos llamados a vivir una vida equilibrada espiritualmente. no que nos vemos dando vueltas por ser turbados. Mis hermanos, si Dios es nuestra porción, si Dios es nuestra porción, no hay pérdida en el mundo que sea tan dura y pesada como perder a Dios y que usted no lo encuentre por ningún lado. tomar el camino para ir a congregarse, eso es pesadísimo. Y empieza a ausentarse de los cultos regulares de su congregación, está turbado, no encuentra qué hacer. Mis hermanos, que se pierda todo, pero nunca Dios de nuestros corazones. La palabra hebrea que se traduce turbado significa grandemente aterrorizado. Así es la condición de aquellos que pierden la seguridad de la gracia y de la salvación. Pero la confesión termina este tema con notas de esperanzas para todos los verdaderos creyentes, los elegidos de Dios. Hay unas notas de esperanza en el último párrafo que leí al principio que le he llamado nota de esperanza para los escogidos de Dios, que puedan pasar por alguna situación aflictiva de tentaciones, de pecados, de descuido y que su seguridad ha sido tambaleada, zarandeada, disminuida e interrumpida. Hay una nota de esperanza en ese texto, pero esa nota de esperanza la veremos esta tarde. cuando volveremos a adorar a nuestro gran Dios y Señor Jesucristo. La veremos esta tarde, esas notas de esperanza. Por ahora yo voy a concluir mi exposición con algo muy aplicativo. Primero, oremos sin cesar. Roguemos al Señor por su cuidado y después que oremos, Echemos manos de todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad. Ore al Señor. Una de las verdades que él dio en la oración modelo fue, no nos eches, ¿cómo dice la oración? No nos metas. Pero la idea no es que Él me mete, sino que Él me libre. Librame, no me meta, libra eso. Que yo sea sostenido en la tentación. Porque las posibilidades de ser tentado, ya está claro que eso es verdad. Y Dios, en su palabra, no escondió las tentaciones y los pecados de sus santos. Y ahora nos encontramos nosotros de este lado, de aquellos hombres grandes que por la fe obraron todo lo que hicieron, como el escritor a los hebreos en su capítulo 11 que ustedes conocen, presenta esa galería de hombres y mujeres también que por la fe hicieron todo lo que hicieron y perseveraron, también nosotros. de este lado, de la gracia y de la salvación, echemos mano, mis hermanos, pues el Señor ha ligado sus verdades profundas, el Señor ha ligado sus verdades absolutas con nuestras responsabilidades, con nuestros deberes. Si caemos de la gracia, nunca será culpa del Señor, Él es fiel, Él es poderoso. Si un creyente cae de esa seguridad de la gracia, siempre será culpa de ese creyente por su negligencia, por ceder a las tentaciones, por vivir en aquel pecado no confesado, por no trabajar, por no procurar, por no ser diligente en mantenerse aflote en la vida cristiana. Así que el que piensa estar firme en esta mañana, a todos los que me escuchan y hasta por las redes que están escuchando, si tú piensas estar firme, mira bien, cuídate bien, que no caiga. En otras palabras, aprecien el estado de gracia en que el Señor nos ha colocado. y que su nombre siga siendo bendecido por nuestra vida hasta que Él venga. Amén. Demos gracias al Señor.
La seguridad de la gracia y la salvación #1
La seguridad de la gracia y la salvación
Sermon ID | 527241793822 |
Duration | 45:27 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Language | Spanish |
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