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Vamos ahora ya en Lucas, Lucas 7. Terminamos Lucas 6. Ahora seguimos a través de esta exposición consecutiva de Lucas, del Evangelio de Lucas. Ahora hemos llegado a Lucas 7. Búsquelo en su Biblia. Cuando lo encuentre, lo voy a invitar a que se ponga sobre sus pies para leer la palabra del Señor Dios juntos. Lucas 7. perdón, del 1 al 10, esta es la santa e inspirada palabra del Señor Dios y dice así, Cuando Jesús terminó todas sus palabras al pueblo que le oía, se fue a Capernaum. Y el siervo de un cierto centurión, a quien éste apreciaba mucho, estaba enfermo y a punto de morir. Al oír hablar de Jesús, el centurión envió a él unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniera y salvara a su siervo. Cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron con insistencia, diciéndole, el centurión es digno de que le concedas esto, porque él ama a nuestro pueblo y fue él quien nos edificó la sinagoga. Jesús iba con ellos, pero cuando ya no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos amigos diciéndole, señor, no te molestes, porque no soy digno de que entres bajo mi techo. Por eso ni siquiera me consideré digno de ir a ti. Tan sólo di la palabra, y mi siervo será sanado. Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad, y tengo soldados bajo mis órdenes, y digo a este, ve y va, y al otro, ven y viene, y a mi siervo, haz esto, y lo hace. Al oír esto, Jesús se maravilló de él y volviéndose, dijo a la multitud que le seguía, os digo que ni aún en Israel he hallado una fe tan grande. Y cuando los que habían sido enviados regresaron a la casa, le encontraron sano al siervo. Esa es la lectura de la palabra del Señor Dios. Así puede tomar su lugar, hermano. Hoy vamos a conocer al primer gentil mencionado en un evangelio que fue inspirado con una inclinación para el mundo gentil y lo vamos a conocer hoy. Es un centurión romano, aunque Lucas ya antes, en Lucas 6, del 17 al 18, nos mencionó de que habían gentiles, de que estaban ahí en el Sermón del Llano para escuchar las enseñanzas de Jesús. Si va poquito más atrás, en Lucas 6, 17, dice que la gran muchedumbre habían ido para oírle y para ser sanados de sus enfermedades y de sus espíritus inmundos eran de toda Judea y de Jerusalén y la región costera de Tiro y de Sidón. O sea, habían algunos gentiles ahí colados dentro de la multitud. Y supimos eso porque Lucas no lo dice. Mateo no nos dice eso, pero Lucas sí resalta eso de que habían algunos gentiles. Ahora aquí lo que se me hace interesante es de que Lucas coloca este evento de un gentil justo después directamente del sermón que Jesús acaba de predicarle a sus discípulos y a la gente que hubiera estado ahí oyéndole. ¿Y qué fue lo que Jesús predicó en ese en ese sermón? Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os vituperan, a todo aquel que te pida dale y al que te quite lo que es tuyo no se lo reclames. Y Jesús en ese sermón también enseñó, amad a vuestros enemigos, haced el bien y pestad, no esperando tener nada a cambio. Y vuestra recompensa va a ser grande y seréis llamados hijos del Altísimo, porque Él es bondadoso para con los ingratos y los perversos. Y Jesús les enseñó a sus discípulos, sed misericordiosos, así como vuestro Padre es misericordioso. Y también enseñó en ese mensaje, no juzguéis para no ser juzgados, no condenéis y no seréis condenados, perdonad y seréis perdonados, dad y os será dado. Cosas así Jesús acaba de enseñar. Lo que hace esto sorprendente es de que todas estas cualidades de las que Jesús ha estado enseñando, las podemos mirar de una manera u otra en un gentil. y es directamente después de que Jesús enseña esto el primer ejemplar que Lucas nos da y que también Mateo también nos va a dar es de que esto que Jesús acaba de enseñar se mira en un gentil y Jesús se queda tan asombrado de que mira esto en un gentil y ese gentil tiene una fe que maravilla a Jesús Todo lo que Jesús acaba de enseñar, este gentil soldado, centurión, alguien de autoridad en el ejército romano, podemos mirar de que él tiene mucho de lo que Jesús acaba de enseñar. Y Jesús va a decir, no lo he visto ni nadie en de Israel, pero en este que no es hijo de Israel, que no es parte del pacto. Aquí estoy mirando una fe que no miro aquí en ustedes. Es algo interesante lo que Jesús hace. Lucas nos pone a este centurión como un modelo vivo de lo que Jesús acaba de enseñar en su mensaje, describiendo el mensaje con la vida de este hombre, con la manera de que este hombre es en su ser, de que va y mira a Jesús y le llama Señor y pide y reconoce que él no tiene nada que pedirle a Jesús y Pide, no por él, pide por un siervo que está a punto de morir. Y eso maravilla a Jesús, de que aún cuando Jesús se dispone a ir a sanar a otro siervo que hubiera quizás sido sengentil, lo para este hombre y le dice, no soy digno. Tú solamente, Jesús, di la palabra y eso va a ser suficiente para que mi siervo sea sano. Y Jesús se maravilla de tanta fe que no miraba en el pueblo judío. Mateo. Termina Jesús dando el sermón en el monte y Mateo nos da algo completamente distinto Mateo nos dice en Mateo 7 28 al 26 que cuando Jesús terminó estas palabras o sea Jesús terminó de dar este mismo sermón que aquí Lucas nos lo está dando de la perspectiva de gentil de la perspectiva de Lucas Mateo dice que cuando Jesús terminó estas palabras las multitudes se admiraban de la enseñanza de Jesús porque enseñaba con alguien con autoridad y no como los escribas y no como los fariseos la multitud se quedó maravillada de la enseñanza de Jesús pues aquí Lucas nos va a mostrar de que Jesús aquí se queda maravillado de la fe de un gentil Porque todo lo que Jesús está tratando de comunicar se está empezando a ver en los gentiles. Lucas no nos da el resumen de las multitudes, pero nos da una conexión de un gran ejemplo de vida de lo que Jesús está enseñando con este gentil centurión. miramos en este hombre que aparece un hombre compasivo que tiene características de uno que Jesús acaba aquí de enseñarle a sus discípulos de que de ser de ser misericordiosos de dar sin impedir nada a cambio de de amar a vuestros enemigos, lo vamos a ver, estas características en este gentil que podríamos decir que tiene las características de un hijo del altísimo, porque este centurión que tenía tanta autoridad, este centurión hubiera sido un hombre de gran poder que él estaba puesto en cierta ciudad y tenía más de 100 soldados romanos a su disposición. Alguien que tenía en ese lugar tenía mucha autoridad. Y miramos a este hombre que gente, típicamente a la gente que se le da autoridad. ¿Qué hace la autoridad? ¿Qué hace el poder? ¿El poder qué? Corrumpe. Y entre más poder, más corrupción hay en el hombre. En este hombre miramos de que es un hombre de autoridad, pero un hombre que ama a un esclavo. Que fácilmente podría haber descartado a ese esclavo, y pudiera haberlo reemplazado con otro. Pero ese hombre tiene una genuina preocupación de un esclavo insignificante, un hombre gentil que es humilde en presentarse a Jesús, que ni siquiera va a él, manda a alguien en representación de él para que se acerque a Jesús, porque él se mira que no es digno ni siquiera de acercarse a Jesús. Un centurión romano que ama, que ama a los judíos, que lo odiaban a él. Los judíos odiaban a los romanos y los romanos no les caían bien los gentiles, los judíos. Y este hombre ama a los judíos, a sus enemigos, y los ama tanto que hasta les construye una sinagoga. Porque cuando van estos judíos y le piden a Jesús, ellos le dicen a Jesús, este hombre que te está pidiendo esto sí es gentil, pero es digno de que tú hagas esto por él, porque nos ama. y nos ha edificado nuestra sinagoga. Era mercedicordioso este hombre con los que no lo hubieran tenido por alguien porque acercarse a él. Lo hubieran tenido como un perro gentil, como alguien de afuera, como un goín que realmente estaba ahí invadiendo al pueblo de Dios a través del César. Un hombre que amaba. Un hombre marcado por dar, sin esperar nada a cambio. Un hombre que viene delante de Jesús, y él siendo romano, le dice a Jesús, Señor. ¿Sabía que un romano nunca pudiera haber usado esas palabras solamente para el César mismo? Y se acerca a Jesús y le dice, Señor, por favor, sana mi siervo. O sea, miramos en este hombre y Lucas lo pone después de este sermón y dicen, miren, quieren un ejemplo, les voy a dar un ejemplo de cómo se debe de mirar la vida como un discípulo de Cristo. En este hombre se mira esas características que Jesús quiere, quiere realmente mostrarnos. Qué mejor ejemplo podemos pedir que este hombre Después de que Jesús acaba uno de los sermones más importantes que nunca jamás se ha dado, Lucas nos da una enseñanza de la vida real en este hombre. Miren lo que dice ahí en Lucas 7.1. Cuando Jesús terminó todas sus palabras al pueblo, ¿Quién le oía? Se fue a Capernaum, o sea, desde el sermón del monte, del sermón del llano, Jesús termina y se va a Capernaum, y mientras que va a Capernaum, un cierto centurión, a quien éste apreciaba mucho, un cierto siervo de un centurión, a quien éste apreciaba mucho, estaba enfermo, y estaba punto de morir. Entonces tengan en mente, un centurión es hubiera sido alguien con mucha autoridad y los romanos los ponían estratégicamente en ciertas ciudades para mantener la paz y para colectar finalmente los impuestos para llevarlos a Roma. Y este hombre siempre hubiera estado en un caballo y tenía a varios soldados bajo su disposición. Y aquí está un hombre que De cierta manera u otra escuchó de Jesús un hombre militar, un hombre importante, escuchó de Jesús y sabe que Jesús va a entrar a esa ciudad y él se interpone y pide por algo, no por él, por alguien más. Pero este es un hombre militar de la ocupación romana. Este hombre hubiera sido un súper soldado porque solamente así subían los soldados de rango en las legiones romanas. por ser súper soldados, por no tener miedo en contra de nada, y matar al instante, y ser hombres de virtud, de fortaleza romana, y de no tener ningún miedo a nada. Así es como ellos escalaban la escalera del imperio, del ejército romano. Y él está puesto ahí en Capernaum, en una región fronteriza, para mantener paz, para no meterse con los judíos, sino para ser como un policía, mantener la paz y colectar los impuestos. Ahora, este hombre, como hubiera sido hombre de poder, hubiera tenido un montón de soldados a su disposición, pero también en casa hubiera tenido un montón de sirvientes a su disposición. Y miren lo que pasa. Él tiene un esclavo que ahí le va a decir niño. Si usted lo lee en el original, es un niño, es un esclavo pequeño que está al borde de la muerte. Y este esclavo era muy querido por ese centurión. Ahora, lo que es notable aquí de que en aquel entonces quizás poquito menos del 50%, poquito más de la población de todo aquel mundo hubiera sido esclavo. Eran raras las personas que eran libres y mucho más raras las personas que eran libres entre los romanos o que hubieran alcanzado a un nivel de tener una ciudadanía romana. Quizás este centurión la tenía, quizás no la tenía, pero era alguien importante y tenía esclavos. Y los esclavos de aquel entonces eran solamente como propiedad. Eran como tener mascotas ahí para servirte, como tener bestias ahí para servirte. Y no los miraban como personas mismas. Los miraban como cualquier cosa. Y fácilmente los esclavos, si uno moría, había otro que lo reemplazaba y lo descartaban y no lo miraban como cualquier cosa. Así miraban en aquel entonces. Era gente libre y era gente esclava y solamente ese tipo de gente existía. Pues aquí miramos a un hombre que se encariña con alguien que es esclavo. Eso es raro por sí mismo. Este esclavo no tenía ningún derecho humano. Su amo podía quitarle la vida a cualquier momento sin ninguna repercusión legal. Podía descartarlo, podía matarlo, podía reemplazarlo al día siguiente. Y mucho más. Esclavos enfermos como este, ¿sabe qué? ¿Para qué servían? Para nada. Lo primero que hacían los amos era reemplazarlo y poner otro en su lugar como si nada. Ya no podían funcionar, ya no servían. Eran como basura, eran como cualquier cosa, como cualquier animal. Las acciones de ese centurión son extraordinarias porque él no solamente ama a un esclavo, alguien que realmente no merecía un amor de un amo, ama a este esclavo y se va a tal fin de ir ante Jesús y pedir por él. Y no solamente va a él, sino que va a mandar a alguien que vaya a interceder por él para él interceder por su esclavo que estaba a punto de morir. Miren lo que dice el tres, al oír hablar de Jesús, el centurión envió a a él unos ancianos de los judíos, pidiéndole que viniera a salvar a su siervo. Ahora, lo que es interesante de la versión de Lucas es de que Lucas nos dice que él consiguió mediadores, que él consiguió intercesores más dignos que él para hablar por él y presentarse delante de Jesús para que Jesús hiciera este milagro, no para él, para su siervo, Mateo, si leyéramos la versión de Mateo, vaya conmigo a Mateo ocho, ahí es donde miramos la versión de Mateo, en Mateo 8 empezando en el 5, ahí vamos a mirar esta misma escena, no más que Mateo, Mateo no nos da el detalle de que usó intermedarios, de que usó ancianos judíos. Si nosotros leyéramos y lo vamos a leer, el evento de Mateo Mateo lo pone como la primera y segunda persona, como si fuera el centurión, pero no, está usando intermedarios, mire cómo lo pone Mateo, distinto a cómo lo pone Lucas. Y cuando entró ahí en Mateo 8.5, cuando entró Jesús a Capernaum, se acercó un centurión suplicándole, diciéndole, Señor, mi criado está prostrado en casa. Paralítico. Ahora eso es interesante. Lucas hubiera sido el doctor. Lucas hubiera sido el médico. Lucas no nos menciona nada de su condición. Mateo sí nos menciona que estaba paralítico sufriendo mucho. ¿Algo le pasaría a este muchacho? y estaba sufriendo. Y Jesús le dijo, yo iré y lo sanaré. Pero el centurión respondió y le dijo, señor, yo no soy digno de que entres bajo mi techo. O sea, la manera en como Mateo lo pone es de como si el centurión se estuviera relacionando como con Jesús cara a cara. Lucas nos da ese secreto de que el centurión siempre se quedó atrás. Siempre tuvo alguien que que hablara por él. Y son estos ancianos judíos. Y aunque Mateo dice lo mismo, Mateo lo hace parecer como si el centurión se presenta delante de Jesús. Y no, no, no, no fue así. Fue de que se presentó delante de Jesús usando unos, unos mediadores. Eso nos habla mucho acerca de las características de este, de este centurión. Un hombre que él siempre se mira indigno para acercarse a Jesús directamente. Él siempre se mire indigno de pedir nada. aunque todo mundo lo mira como digno. Los judíos, ahí lo vamos a mirar. Los judíos le dicen a Jesús, este hombre es digno de que tú le hagas esto. Aunque este hombre siempre se mire indigno, ni siquiera acercarse a Jesús, o que de Jesús entre en su casa, todo mundo, los demás, lo miran como un hombre digno. Y son estos hombres ancianos judíos los que él encuentra para abogar por él. porque ellos se les hubiera sido hecho más fácil y yo a ellos acercarse a Jesús que todo un cohorte romano acercarse a Jesús y crear un escándalo. Pues él manda, pide, intercede por su siervo, va con estos judíos ancianos para que abogen por él y que ellos vayan delante de Jesús y que pidan por él, por su siervo. Y mire, los judíos no eran muy famosos de tomar órdenes romanas. los judíos lo peor que ellos querían era que un romano les dijera por eso Jesús en el sermón del monte de Mateo les dice si alguien te si un romano te pide que camines una milla tú camina dos porque los judíos nunca querían que un romano les pidiera algo aunque los romanos eran los que tenían la autoridad aquí él va y les ruega a estos ancianos y los ancianos con gusto se interponen de ir delante de Jesús por él un hombre de autoridad, un hombre de reverencia entre las legiones, entre el militar romano, un hombre de poder, un hombre que se merecía ser reverenciado. Él se mira como inferior a los judíos sobre los quienes él reina, sobre los que él interpone la ley y hace la ley. Tengo un joven que se está muriendo. ¿Pueden ir ustedes por mí y pedirle a Jesús que venga y sane a mi siervo? Sí, mira, la humildad de este hombre siendo un hombre de poder, mirando de que aunque él tiene toda autoridad entre los romanos de ahí de Capernaum y de los judíos, él mandará una delegación de judíos frente de él para acercarse a Jesús como sus representantes, como sus intercesores, como sus intermediarios para ir delante de Jesús, porque él no se siente digno de acercarse. Es increíble lo que está pasando aquí. Si lo miráramos, es increíble lo que está pasando con este hombre. Y por eso Lucas lo pone. Lucas nos va a dar un ejemplo. Esta es la manera de cómo realmente se va a mirar de que todo lo que Jesús nos enseñó en el sermón del monte, cómo se mira en la vida real. Porque si solamente miráramos el sermón, diríamos, dijéramos no, pues es difícil ser así. Es difícil ser acá. Cómo? Cómo es que realmente se mira? Pues Lucas está diciendo. Quieres ver cómo se mira esa clase de vida? Esa clase de de de realmente cambio que Dios hace en el hombre? Pues miren, aquí está un ejemplo y este en este centurión lo van a encontrar porque es un hombre de poder. Hubiera sido un hombre de los más poderosos de Capernaum. Si hubiera venido Herodes, pues sí, Herodes hubiera sido más poderoso. Pero él estaba con mucho autoridad y con mucho decir ahí en Capernaum. Y aún así se humilla y reconoce, yo no puedo acercarme ante Jesús solo, voy a mandar a alguien. Y manda a esos ancianos. Y mira lo que dice el 4, cuando ellos llegaron a Jesús, le rogaron. Los judíos le rogaron a Jesús en representación de este hombre y le rogaron con insistencia, o sea, le rogaron pidiéndole a Jesús diciendo el centurión, o sea, para que ellos dijeran ese gentil es digno de que le concedas esto. Son grandes palabras para un judío. En cierta manera, este centurión se ganó a estos judíos. No solamente se ganó a estos judíos, sino que también se va a ganar el corazón de Jesús, porque Jesús se va a quedar maravillado de la fe de este hombre. No solamente se ganó a los judíos, se va a ganar el favor de Jesús. Este hombre, cómo se mira la vida de un hombre cambiado, de un hombre que realmente está poniendo por obra lo que Jesús acaba de enseñar, se mira aquí, como este hombre es. No es nada del otro mundo. Todo el mundo lo miraba digno. Y él se miraba indigno de nada. Porque mire, en el 6, Jesús empieza a ir con ellos, pero cuando no estaba lejos de la casa del centurión, el centurión envió otra delegación de unos amigos diciéndole, Señor, no te molestes, no te empades. No. No te preocupes. porque yo no soy digno de que entres bajo mi techo. Por eso ni siquiera me consideré digno de ir a ti. O sea, si mira el corazón de este hombre, Dios está obrando en este hombre y le dice, ¿sabes qué, Jesús? Tú solamente debes de decir la palabra. Señor, no te molestes, tú solamente di la palabra y mi criado, mi siervo, será sanado. Si mira el sentido de indignidad, de que él le estaba pidiendo por alguien más para que Jesús obrara por alguien más y no se miraba el digno ni siquiera de acercarse. Pues esa indignidad hizo a este hombre digno de que Jesús, de tomar la atención de Jesús, de captar el asombro de Jesús, porque Él reconoce autoridad y solamente le dice Jesús, tú tienes el poder, hay algo en ti que realmente no conozco, pero yo sé que está ahí, solamente di la palabra y mi siervo quedará sano. Y miren cómo estos hombres judíos, estos ancianos judíos, cómo le ruegan a Jesús que hiciera esto. Miren lo que dice el cinco, ahí en el cuatro. El centurión es digno de que le concedas esto, porque él ama a nuestro pueblo. ¿Qué acaba de decir Jesús en el sermón? ¿Ama a quién? A tus enemigos. ¿Pues sabe que hubieran sido los judíos en vista de los romanos? Los enemigos, los judíos, ellos se miraban como personas en una posición especial porque ellos tenían pacto con Dios. Ellos se miraban en una posición más especial porque Dios les había dado a ellos las promesas, los pactos, como dice Pablo en Romanos 9, de que ellos recibieron los oráculos de Dios. Ellos recibieron las promesas, los padres, los pactos. y de quien viene el Cristo. Ellos se hubieran sentido especiales y miraban a todos los que no eran judíos como gente en segundo plano. Miraban a todos los demás gentiles como gente sucia, que gente que no tenía acceso a ser purificados delante de Dios porque ellos tenían el templo, ellos tenían las promesas, ellos tenían los sacrificios y los gente de afuera eran consideradas como perros de afuera porque no tenían todas las promesas que los hijos de la casa tenían. Así se miraban ellos. Y aquí está un gentil que ama a este pueblo. Este pueblo odia a los gentiles y él los ama. Esto hubiera sido un milagro en sí mismo. ¿Y sabe qué? A los romanos, a ellos les repugnaba tener nada que ver con la región de Judea, con las costumbres judías, con la religión judía y todos los problemas judíos que venían con todo eso. Ellos no les gustaba que el César los mandara a la provincia de Judea. Ellos hubieran preferido ir a cualquier otra provincia menos a esa. ¿Por qué? Porque, y aún en la literatura pagana del primer siglo, es rara la vez que se mira de que alguien romano hable agradablemente o describiera bien con términos agradables a la nación de Israel. Los romanos miraban a los judíos como altivos. escandalosos, desagradables, legalistas, testarudos y flojos, porque tomaban un día de descanso, los miraban flojos y se ríen. Los romanos, si usted mira la literatura de los historiadores del primer siglo y el segundo siglo, se ríen de los judíos porque eran flojos. Así los miraban a ellos y no tenían muy buena reputación. Los romanos que hubieran sido asignados a la región de Judea y de Jerusalén, por medio del César o por medio de las legiones del César, lo hubieran tomado como una democión, no como una promoción. Me estás mandando al peor lugar a lidiar con esta gente. Entonces, el odio era mutuo entre los judíos y entre los romanos. Pero aquí hay un hombre romano, un hombre de gran poder. Tenía muchos soldados debajo de él. de su autoridad, y es un hombre que ama a su pueblo, al pueblo de los judíos, o sea, ama a nuestra nación, y no solamente ama a nuestra nación Jesús, él fue el que construyó, él puso su dinero donde realmente pone su palabra, él no solamente nos ama de palabra, él fue el que nos hizo la sinagoga en la que nosotros adoramos ahí en Capernaum, O sea, estos hombres judíos se los había ganado de tal manera que ellos le dan el crédito exclusivo a este hombre pagano que él les erigió un edificio para que ellos adoraran y para que la palabra de Dios enseñara. Y Jesús hubiera entrado quizás a esta sinagoga que fue financiada por este hombre gentil. Entonces, aún en eso miramos algo grande en este hombre. Amaba al pueblo, amaba a sus enemigos y daba sin pedir nada a cambio. Se había ganado el cariño y el favor de estos hombres judíos. Y está a punto de ganarse el asombro de Jesús también. Mire lo que dice el 6. Jesús iba con ellos. O sea, hubo algo que estos hombres realmente le dijeron acerca de este hombre que Jesús dijo, OK, vamos. Jesús iba con ellos, pero cuando no estaba lejos de la casa, el centurión envió a unos de sus amigos diciéndole Señor, no te molestes. No te molestes. No te frustres. Yo no me miro digno de que tú entres a mi casa. No es bueno que entres a mi techo. Ahora quizás puede ser de que porque entre los romanos y los judíos había había este odio que él dice no sabes que pues yo en cierta manera voy a crear puros problemas con la gente que tú estás enseñando, con la gente que te está siguiendo o quizás no, quizás este hombre realmente miraba su pecaminosidad y le dice a Jesús yo no soy dingo que tú señor Y es un romano que le está diciendo a Jesús, Señor, yo no soy digno, Señor, que tú entres bajo mi techo. No soy digno del punto de vista judío. Quizás. Por eso, porque los judíos miraban a los gentiles como ritualmente sucios, como los perros de afuera, quizás por eso le dice, ay, quédate, Jesús, no, no entres aquí. Para qué crear problemas? El problema de aquel entonces no era el color de la piel, era si eras hijo de Dios, hijo del Altísimo, o si eras perro de afuera, de gentil, del goín, de los de afuera. Ese era el racismo de aquel entonces. Los siervos no eran negritos. Los siervos eran blanquitos, negritos de todos colores. Era si eras nacido bajo esclavitud o si eras nacido hombre libre. Pues dentro de eso todavía estaban los judíos, que ellos se creían mucho más espiritual, en otro nivel más alto, porque ellos estaban ritualmente limpios. Y la gente de afuera y aún los ciervos eran gente de afuera, no era el color de su piel, era de que ellos eran ciudadanos de Roma o eran gentiles que no tenían acceso ante el Dios del pacto. Así se miraban. Y quizás este centurión entiende eso y por eso le pone alto a Jesús y le dice, no es necesario. No es necesario que vengas tú y entres a mi casa bajo mi techo. Yo no soy digno. Yo soy gentil. ¿Por qué debes de venir tú a mí, a mi techo? Quizás yo te voy a ensuciar con mi gentileza. con mi gentileza, con mi... o sea, de que soy gentil, de que soy perro de afuera. Gentileza y gentil no lo puedo usar de la misma forma. O sea, quizás él entendía eso o quizás él sabía. Estoy hablando con el Mesías y siento mi pecado que ni siquiera... ¿para qué se acerca a él con una persona como yo? si mira la humildad de este hombre y como Dios es obra en este hombre y Lucas lo primero que él hace es que nos pone a este hombre ahí nos dice este es el ejemplo ustedes quieren ejemplo se les hizo muy difícil el el sermón del monte algo que no se puede alcanzar miren aquí está un ejemplo digno de ponerlo después para que miren de cómo Dios empieza a trabajar en hombres caídos y pecadores. No se pide perfección, pero sí se pide una transformación. Y la miramos en este centurión. Ahora, podríamos decir que hasta este momento alguien tuvo que evangelizar a este centurión de Jesús, porque Él no se miraba digno ni siquiera acercarse. Tuvo que venir alguien y evangelizarlo. de lo que Jesús estaba predicando, de lo que Jesús estaba haciendo. Y este hombre tuvo que creer, porque lo que se mira es de cuando Jesús se acerca, él cree lo suficiente en Jesús para llamarle Señor y para decirle, así de fácil como yo doy órdenes y tengo autoridad sobre mis criados, así tienes tú Jesús la autoridad sobre la enfermedad, sobre la muerte. O sea, ese hombre mira a Jesús en otro plano. Y se mira a él como ni siquiera digno de que él se acerque a un pecador gentil. Y manda mediadores. Y no quiere incomodar a Jesús. Y solamente le dice, di la palabra a mí lo que hice el 7. Por eso ni siquiera me consideré digno de ir a ti. Tan solo di la palabra. ¡Dila! Esto es todo lo que tienes que hacer. Y mi siervo, mi niño, será sanado. Si mira el gran amor de este hombre que el siervo no le dice siervo. En este versículo le dice mi muchacho será salvo, será sano. Si mira el amor que tiene por los judíos, que tiene por los siervos. Solo di la palabra. Yo no soy digno de que tú te acerques. Di la palabra y eso va a ser suficiente. Dila. y la Palabra Jesús, Él entendía algo de Jesús, de que Él era el Mesías, de que Él era el Poder Divino hecho carne, de que las Palabras de Jesús eran absolutas y eran autoritativas y poderosas para desde lejos se hicieran las cosas que Él dijera, esta es una fe asombrosa O sea, para parar a Jesús y decirle, ¿Sabes qué? Lo único que tú tienes que hacer es decir la palabra y se hace. No necesitas venir a tocar. No necesitas venir a entrar al cuarto. No necesitas venir a soplarle. No necesitas venir a hacerle nada. Solamente di la palabra. Esta es una fe asombrosa. Tú tienes la autoridad, Jesús, sobre la vida y la muerte. Tú tienes todo en ti que ni siquiera es necesario de que muevas un dedo ni que vengas bajo mi casa. Tú puedes sanar a la distancia solamente hablando. Sólo habla. Y la enfermedad te hará caso. La creación se rinde bajo tus pies. Esa es gran fe. Y Jesús se va a maravillar de gran fe y de una gran transformación que Dios está haciendo en este hombre. Porque así es como se mira un verdadero discípulo. Con esa actitud, con esa humildad, con ese amor hacia los demás y con esa preocupación por gente que no se merecía ninguna preocupación. Va a tantos, llega a tantos términos para que se haga algo por un muchacho que ni siquiera hubiera sido nada de su familia. Y mire cómo lo reconoce. Él reconoce el orden de mando. Como él era hombre de mando, él reconoce cuando yo digo algo se hace. Cuanto más tú, Jesús, cuando tú dices algo, también se hace. Mire lo que dice el 8. Pues yo también soy hombre puesto bajo autoridad. O sea, no se está poniendo al mismo plano, sino que reconoce el orden de mando. Puesto bajo autoridad y tengo soldados bajo mis órdenes, y le digo a éste, ve y va, y al otro ven y viene, y a mi siervo por el que está pidiendo, haz esto, y lo hace. Él reconoce el orden de mando. Y si es cierto en Él con sus soldados, Él reconoce cuánto más no va a ser cierto en ti, Jesús. Si tú eres el Mesías de Israel, el Creador, el Salvador, ¿Cuánto no más va a ser cierto en ti? En que tú solamente digas la palabra y se haga. Sí, mira, una característica de este cinturón es de que él reconoce la autoridad cuando la ve. Y la mira en Jesús, reconoce que él en cierta manera tiene una autoridad, pero es limitada. Pero ve en Jesús una autoridad que no tiene límites, que él solamente da la palabra, la dice y se hace y sana a la distancia. Pues imagínese, este hombre se está ganando a todo el mundo. Se ganó a los de Capernaum, se ganó a los judíos ancianos de Capernaum. Y mire, se va a ganar también a Jesús. Mire lo que dice el 9. Al oír esto, Jesús se maravilló de él. y volviéndose. O sea, aquí está la multitud que acaba de escuchar el sermón y Jesús no se vuelve a los que vinieron y le dijeron eso, se vuelve a la gente y hacia la gente le dice esto, hacia esa multitud que le seguía, les dice, os digo que ni aún en Israel he hallado una fe tan grande. Jesús es maravilla, Jesús hubiera sabido, pero aquí Jesús realmente está mostrando el corazón de este cinturón y lo está, lo está resaltando a los seguidores que le vienen siguiendo, de que acaban de escuchar del Seymour del Monte y resalta este tipo de fe, resalta este tipo de vida, es la que yo quiero de ustedes y no la he encontrado en nadie aún aquí en Israel. Uno que ama a sus enemigos y hace el bien a los que le aborrecen. Miren, uno que bendice a los que le maldicen y ora por los que le detuperan. Un hombre que pide sin pedir nada a cambio. Un hombre que ama y hace el bien. que no está esperando nada a cambio. Un hombre que es misericordioso, que ni siquiera viene y pide nada por él. Pide por su siervo, que fácilmente lo pudiera haber reemplazado el día siguiente. Un hombre que realmente todo lo que estaba predicando se está mirando aquí. Ese es el ejemplo de cómo Dios obra en una vida. Y tristemente, no mira eso en nadie de Israel. Tristemente, ¿dónde es donde encuentra todas estas virtudes, estas características? Un hombre que ni siquiera hubiera sido alguien que hubiera pensado, ah caray, en ese menos se va a mirar porque es un hombre de autoridad y los romanos eran rígidos, los romanos eran en cierta manera injusto con los que ocupaban la tierra, ocupaban su nación, eran peos, eran malvados. Y aquí lo estoy mirando con un centurión, gentil como sea, se está mirando aquí en este hombre que ni siquiera viene y pide nada por él, lo pide por alguien más. y me dice que reconoce autoridad y como él es hombre de autoridad me está diciendo Jesús no necesitas acercarte solamente dilo y se hace y Jesús se maravilla de tan gran fe que no miraba en no existía en un hombre en Israel Jesús lo mira y lo mira en un extranjero sabe que dice la versión de Mateo vaya conmigo a la versión de Mateo Mateo 8 porque Mateo nos da otro sabor y nos da otras cositas que Lucas no incluye. Miren lo que dice Jesús en esta misma ocasión, pero en Mateo. Entonces tenemos que leer los dos simultáneamente porque uno dice algo que el otro no dice y el otro dice algo que el otro no dice. Miren lo que dice en Mateo 8 3. Al oírlo, Jesús se maravilló y dijo a los que le seguían, o sea, dice lo mismo. En verdad, os digo que en Israel no he hallado nadie con una fe tan grande. Pero miren lo que le agrega Mateo en el once. Os digo. Que vendrán muchos. Van a venir del oriente y del occidente, o sea. de afuera de Israel. Van a venir del oriente y van a venir del occidente. Gente que no es de Israel, no pertenece al pacto, al antiguo pacto. Gente que no es de la descendencia física de Abraham. Pero miren lo que va a pasar, porque no encuentro esta fe dentro de aquí de Israel, la estoy encontrando de afuera. Pero os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se sentarán a la mesa con Abraham. Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero, y esto es triste, esto es una acusación triste. ¿Qué estaría pasando con Israel? Pues algo triste porque mira lo que Jesús les dice. Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera. Ahí será el llanto y el crujir de dientes. ¿Por qué? Porque en los de afuera está mirando fe y en los de adentro no está mirando nada. Jesús les da un aviso de los de afuera, de los que no conocen, de los que realmente no son hijos del pacto. En ellos estoy mirando fe que no miro aquí adentro. Ustedes dependen, ustedes judíos están dependiendo tanto en su propia justicia que ni siquiera son capaces de arrepentirse y creer en mí para que todo lo que he predicado en el sermón empiece a aplicarse a su vida. No lo miro ninguno de ustedes, pero lo miro en este cinturón y yo les aseguro que van a venir de todas partes gente que no merece. Y su gran fe me va a maravillar tanto que se van a sentar junto a Abraham, el padre del pacto, junto a Isaac, el hijo de la promesa, y junto a Jacob, el padre de la nación de Israel, y se van a sentar ellos de afuera con el padre, el hijo y quien dio a grande a la nación con las doce tribus, se van a sentar con ellos antes de ustedes, porque ellos muestran té, muestran té suficiente para maravillarme, para asombrarme. Qué triste acusación. Triste. No había un modelo que Jesús podría sacar o que Lucas podría sacar dentro de los judíos. Tuvieron que encontrarlo en un, en un gentil, un soldado porque Jesús no lo veía ninguno de ellos y sigue diciendo en el 10 y cuando los que lo habían enviado regresaron a casa encontraron sano al ciervo o sea se cumplió se cumplió lo que lo que el centurión le dijo a Jesús, solamente di la palabra y pasará. Y cuando ellos regresan, ya el muchacho está sano, el siervo es puesto otra vez en su lugar. Esto nos debería dar un gran estímulo a la iglesia, porque ¿sabe qué? Nosotros no vivimos en el cielo, nosotros pedimos de a lejos. Cuando nosotros oramos, nosotros le pedimos a Dios de a lejos, así como este centurión, Y Jesús de lejos responde. Pero el problema es de que cómo nos acercamos delante de Jesús. Nos acercamos como se acerca ese cinturón que Él no se siente digno ni siquiera acercarse a Él, sino que Él a través de intermedarios pide, pide gracia, pide misericordia, pide que Dios obre en la vida de su siervo. ¿Cómo nos acercamos nosotros a Dios cuando nosotros oramos? Nos acercamos Dios, yo soy una princesa y soy un princeso y todo lo que yo pido se me debe de cumplir y se me debe de cumplir ya, porque yo soy tu hijo. Muchos cristianos así oran. Se creen princesas y princesas, se creen hijos de Dios y todo lo que a ellos se les viene a su necio corazón, Dios se los debe de cumplir y se los debe de cumplir ya y no toma no por respuesta. Así son muchos cristianos. Así se acercan al trono de la gracia, pensando que ellos pueden pedir lo que ellos quieran y que lo que se les venga en gana y Dios no tiene otra opción que darle lo que ellos piden. ¿Cómo se acerca este hombre? Con una gran humildad y ni siquiera pide por él. Es lo que se me hace interesante. hubiera pedido algo ahí sabes que no pues quiero subir de que me ayudes a subir de centurión a al otro rango más más alto Jesús pues algo o o sabes que quiero que encontrar más favor y y no no él no pide por él él pide por su siervo y se acerca a Jesús con con una humildad teniendo todas esas características de cómo se había ganado a todo mundo, porque era un hombre en quien Dios ya estaba obrando. Y le dice, tú todo lo puedes, solamente di la palabra y se cumplirá. Se acerca con un corazón contricto y humillado este centurión, confiando en Jesús, confiando en Él. Por eso Jesús se maravilla de tan gran fe, creyendo en Él. Entonces yo te pregunto en esta tarde, si Jesús mirara tu fe, ¿tu fe asombraría a Jesús? Porque este cinturón se asombró de la fe. ¿No se asombró de cómo se acercó este hombre? aunque sí tuvo algo que ver cómo se acercó, mandando intermedarios y pidiéndole que ni se acercara, que él no era digno, pero algo le maravilló a Jesús. Le maravilló su confianza plena en él, de que él solamente tenía que decirlo y el milagro iba a ser recibido en su siervo. Si realmente Jesús mirara tu fe, ¿Jesús se quedaría maravillado de tu fe? ¿O diría no, pues? Esta es una fe común. Nomás se acerca porque no le queda de otra. Porque está fuera de su alcance. Me pide a mí. O realmente Jesús se asombra. Yo nunca he mirado a alguien que tenga tan confianza en mi hijo, que hasta que me limite a mí en acercarme, porque solamente me dicen, di la palabra y esto se cumplirá. No necesitas acercarme a mí, a ti, a mí, Jesús. Solamente dilo. Yo tengo completa y plena confianza en ti. Un hombre que se acerca penitente, reconociendo de quién él era y reconociendo que él tiene una pobreza espiritual. ¿Mirará Jesús en ti un corazón como un verdadero discípulo? ¿Así como este ejemplo de este hombre? ¿Mirará en ti un corazón de un verdadero discípulo que realmente mira en Jesús una justicia ajena y reconoce que Él no es siquiera es digno de acercarse? sino solamente pedir misericordia. ¿Miraría Jesús en ti, un verdadero discípulo que realmente no dice que ama a los demás y lo que los demás miran el gran amor que hasta los demás, que son sus enemigos, están dispuestos de abogar por ese hombre y pedirle a Jesús por él? ¿Por qué él es digno de que Jesús haga esto? ¿Mirarán ti un corazón marcado por generosidad? que hace el bien, que está sin pedir nada a cambio. Mirará Jesús en ti un corazón de un verdadero discípulo que es humilde, que es misericordioso, que tiene compasión por los demás. Recuerde, este hombre lo pidió por él. Este hombre tenía tanta generosidad y compasión por su siervo que se fue a tal alcance en presentarse delante de Jesús con una petición, sin Él estar presente. O sea, ¿habrá tanta evidencia de la obra de Dios en tu corazón? ¿Mirará eso Dios en ti, en mí? Piénsalo. ¿Realmente mi fe asombrará a Jesús? ¿O solamente estoy aquí porque Por gusto, porque no me queda de otra. Porque no tengo otra opción. Sino que tu fe realmente mira en Jesús. Alguien que es digno. De que confíes en Él. Oremos Padre te damos gracias. Por tu palabra Señor. Danos Señor y fórmanos Señor. A tener Señor un corazón así. De tener una fe así. Que nos maravillemos, Señor, no en lo que nosotros tenemos, sino que Tú, Señor, te maravilles en la fe que nosotros tenemos en Tu Hijo. Señor, que tenemos plena confianza, que tenemos plena satisfacción en lo que Él es y en lo que Él puede significar para nosotros. Señor, te pedimos, Señor, que tú nos des, Señor, ese corazón, que no confiamos en nosotros mismos, sino que confiamos en nuestro Señor, nuestro Señor Jesucristo. Señor, te pido, Señor, que tú bendigas tu palabra. En el nombre de Jesús, tu Hijo, lo pedimos. Amén.
(61) Fe que Maravilló a Jesús
Series El Evangelio según Lucas
Sermon ID | 52724112161790 |
Duration | 53:05 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Luke 7:1-10 |
Language | Spanish |
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