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Así hermano, le voy a invitar que abra conmigo su escritura en el Evangelio de Lucas. Seguimos mirando el Evangelio de San Lucas. Le voy a invitar que lo abra conmigo en el capítulo 6. Ya menos terminamos el capítulo 6. Entonces, ahí en el capítulo 6 vamos a estar dando lectura. Cuando lo encuentre, le voy a invitar que se ponga sobre sus pies en reverencia a la palabra del Señor en esta tarde. Vamos a leer de Lucas seis desde el cuarenta y tres hasta el cuarenta y seis, ese va a ser nuestra porción en esta tarde. Lucas seis, empezando en el cuarenta y tres. Y esta es la santa, inspirada palabra del señor Dios, que lee así, por tanto, no hay árbol bueno que produzca fruto malo, ni a la inversa, árbol malo que produzca fruto bueno, pues cada árbol por su fruto se conoce, porque los hombres no recogen higos de los espinos ni vendimian uvas de una salsa. El hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno, y el hombre malo del mal tesoro saca lo que es malo, porque de la abundancia del corazón habla su boca. ¿Por qué me llamáis Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? Esas son las palabras de nuestro Señor Jesús, escritas por el ayudante, el apóstol Pablo, para nuestra instrucción. Así puede tomar su lugar, hermanos. Yo me pregunto por qué estará esto que dice Jesús aquí Jesús lo que va a empezar a hacer es lo que va a tomar dos metáforas sabe que es una metáfora una metáfora es cuando uno toma una realidad y la compara directamente y aquí Jesús lo que va a hacer es de que va a tomar la metáfora de dos árboles y va a empezar a mostrar de que un árbol bueno no puede producir algo malo y un árbol malo no puede producir algo bueno y también va a tomar otra metáfora en los capítulos del 47 al 49 otra metáfora de dos casas edificadas sobre dos diferentes cimientos entonces aquí lo que Jesús está haciendo es de que Él realmente nos va a empezar a mostrar qué es lo que lo como la vida del cristiano se debe de mirar Y en realidad esto existe aquí para que el verdadero discípulo de Jesús No simplemente siga a Jesús religiosamente atraído a Jesús por lo que le enseña, sino que Jesús aquí lo que va a hacer es de que nos va a guiar a al punto central de de de nuestro y nos va a decir un árbol bueno no puede producir mal fruto y un árbol malo no puede producir buen fruto. Entonces lo que Jesús nos está tratando llevar es A que realmente hay algo interior que realmente se mira en lo exterior. El simple ser un discípulo de Jesús y ser atraído por él y escuchar de él. Si realmente no hay algo nuevo dentro de nosotros, no puede salir nada bueno. Si realmente Dios no obra dentro de nosotros, dentro de nuestra vida, siempre va a salir algo malo, porque nosotros por naturaleza somos árboles malos. Es necesario que el arda un milagro dentro de nosotros para nosotros convertirnos en árboles buenos. Y eso es lo que Jesús va a empezar a enfocarse. Jesús aquí nos va a empezar a mostrar de que realmente en sus discípulos debe de existir una genuina. transformación y esa transformación no lo hace la religión, no lo hace nacerte discípulo y seguirlo y escuchar sus enseñanzas, lo que hace la transformación va a ser él. Él es el que transforma de de de de malos árboles a buenos árboles. Él es el quien también nosotros edificamos nuestra vida en una verdadera firme de paja o de arena y que realmente no tiene simiente que vienen las las tormentas y sacude nuestra casa que nosotros en cierta manera estamos edificando entonces Jesús aquí realmente hemos mirado de que en su sermón el primer sermón que hemos mirado que sale de la boca de Jesús Jesús levanta el estándar que Él quiere que nosotros que sigamos lo levanta súper, súper alto. Y es extraordinario lo que Jesús ha estado enseñando en este sermón. Por ejemplo, dejar el mundo atrás y exponerse a poder llegarse a ser pobre, a sufrir hambre, a sufrir dolor, a ser menospreciados por el mundo y Es algo extraordinario lo que Jesús empezó con este mensaje, pero Jesús aún le agrega más al mensaje de este sermón del llano y nos llama a amar, nos llama a dar, nos llama a ser generosos, nos llama a no juzgar, nos llama a ser misericordiosos como Dios es misericordioso hacia sus enemigos. Jesús lo voltea y nos dice que así debemos ser nosotros como Dios es hacia nuestros enemigos. ¿Qué clase de persona puede hacer todo esto? Pues la respuesta es de que solamente puede ser una persona que ha sido transformada por un poder sobrenatural. Porque todo lo que Jesús aquí nos pide es algo sobrenatural. Una persona natural es imposible hacer esto. Solamente una persona transformada por alguien que realmente cumplió todo esto a la perfección, que viene siendo Jesús. Solamente si Jesús hace algo en nuestra vida, es como podemos empezar a encaminar en lo que Jesús nos pide y nos demanda que le sigamos, que le imitemos. Entonces, él tiene que ser un milagro en nuestras vidas. El hombre natural, por lo más que mire esto a que sea algo moral, algo bueno en que seguir el hombre natural, no puede hacerlo de corazón. Necesita el hombre natural recibir un nuevo corazón a través del Espíritu Santo hablar, obrar en nuestras vidas. Ocupamos un milagro para ¿Nacer malos? Necesitamos un milagro para empezar a ser árboles buenos, personas buenas. No existe el mito de que el hombre es bueno en su interior. Ese viene siendo un mito humanista en que el hombre es bueno, pero en cierta manera falla y en cierta manera elige en veces ser malo y en veces elige ser bueno. El hombre nace malo. El hombre nace como un mal árbol. El hombre nace y de adentro de su corazón es todo lo que sale. que esté al último al final del día es malo ante los ojos de Dios puede parecer bueno porque si te comparas a alguien más tú siempre vas a ser mejor que alguien más porque siempre vas a encontrar alguien peor que ti nunca vas a encontrar alguien mejor que ti y aquí Jesús nos está mostrando La vida en cómo cada discípulo va a vivir la vida en Cristo Jesús es siguiéndolo a Él, imitándolo a Él. Y aquí Jesús nos va a empezar a mostrar de que realmente tiene que haber algo genuino dentro de nosotros. Necesitamos que, en cierta manera, nazca algo espiritual dentro de nosotros. No lo vamos a cambiar nosotros de afuera hacia adentro, sino que Él va a hacer la obra de adentro hacia afuera. Él nos hace nacer de nuevo. En Él tenemos vida nueva. En Él somos regenerados por su espíritu. Es a través de su espíritu que este milagro nace en el corazón. Tú antes odiabas a Dios, ahora lo amas. ¿Por qué? Porque hubo algo nuevo dentro de ti que te llevó a ese amor. Porque fue quitado, fue vencido tu odio y ahora en lugar de odiar a Dios, ahora lo amas. Eso es un milagro que tú no pudiste ejercer por tus propias fuerzas. Es un milagro de afuera que entró a tu centro, a tu corazón y te cambió de ahí, por lo cual ahora tienes afectos buenos hacia Dios. Entonces el secreto de esta vida que Jesús nos está llamando a vivir, no es algo que nosotros producimos nosotros mismos. No es algo que la religión produce en nosotros tampoco. No es un esfuerzo que nace dentro de nuestras fuerzas. No nos esforzamos nosotros, no tratamos de conformarnos a esto, sino que la realidad es un cambio orgánico. ¿Sabe qué es un cambio orgánico? Que nace de lo más profundo, de la raíz, y de ahí todo lo demás empieza a obtener vida, a obtener cambio. Y aquí Jesús lo pinta con dos árboles. Y eres uno o eres el otro. Lo importante aquí es de que El árbol realmente muestra lo que hay dentro. Es fácil mirar el evangelio y tener todo el conocimiento del evangelio, pero el evangelio no solamente es conocimiento. ¿Qué dice Pablo en Romanos 1? Que el evangelio es ¿qué? Es poder de Dios. Ese poder de Dios se debe de mirar en una vida como algo. No son simplemente tener más conocimiento y conocimiento de Dios. Si realmente ese conocimiento no viene con un poder que te lleva. a mirarte diferente, a ser diferente, a tener una trayectoria diferente en lugar de tener una trayectoria donde te llama las cosas del mundo, sin una trayectoria que te llaman a las cosas, a las cosas de Dios. Debe de haber un cambio genuino, un cambio orgánico. Entonces, lo que Jesús va a hacer aquí con esta metáfora que vamos a mirar hoy, que desde los dos árboles, Aquí realmente se enfoca en realidades internas. Dios tiene que ser un milagro interno. Un buen árbol produce buen fruto y no recibirás. Nada externo, si no es nada real, va adentro. El árbol bueno va a dar externamente fruto bueno. ¿Por qué? Porque el árbol por dentro es bueno. Un árbol malo va a dar externamente frutos malos. ¿Por qué? Porque el árbol por dentro Es malo. Entonces, la realidad interna realmente se mira en la realidad externa. ¿Qué clase de fruto das tú? ¿Qué clase de fruto do yo? Ahora, la próxima semana, Jesús va a usar la misma, el mismo ejemplo, por decirlo así, la misma realidad, pero Jesús lo va a mirar en una realidad externa, de que ¿en quién haces tú tu casa? ¿En quién estás tú fundado? Entonces eso se va a ir de realidad interna a realidad externa y viceversa. Entonces vamos a mirar aquí lo que dice a esta última parte del sermón Jesús. Ahora recuerde que aquí también el contexto también está hablando Jesús de de a de quién vas a seguir, a quién vas a seguir, lo vas a seguir a él o vas a seguir a a falsos maestros o a falsas religiones, otras religiones que pueden a otras maneras de pensar, que pueden sonar más sanas a parte de lo que Jesús está hablando aquí. ¿A quién vas a seguir tú? ¿Vas a ser un discípulo de maestros falsos o vas a seguir al verdadero discípulo? Como miramos la semana pasada. Y aquí Jesús hace esa conexión de Lucas 6, 43 dice, porque no hay árbol bueno que produzca fruto malo. ni la inversa fruto malo, árbol malo que produzca fruto bueno. Aquí la analogía es simple. Nosotros podemos mirar árboles y de cada árbol nosotros esperamos algo. Cuando es un árbol solamente de que no sea fructífero el árbol, sino solamente es para dar sombra. Uno solamente espera sombra y hojas y quizás florecitas bonitas, pero sabe qué clase de árbol es. Pero en cuanto a árboles que dan fruto a los que está Jesús aquí hablando, uno espera cierto fruto de cada árbol. Y aquí Jesús nos está comparando a nosotros que le seguimos, que supuestamente somos discípulos, que estamos aquí mirando lo que Él nos está enseñando. Y aquí Jesús llega a esta simple analogía de árboles de fruto. El fruto del árbol indica qué clase de fruto, qué clase de árbol es. Conoces el árbol por el fruto que da. Si hay buenos frutos, si hay granadas, si hay naranjas, si hay manzanas, si hay peras, ¿sabes qué clase de árbol es? Si tú lo miras en el invierno, tú no lo miras qué clase de árbol es. Se miran, aquí como lo miramos aquí en los inviernos de Colorado, todos los árboles fructíferos se miran igual. se miran como árboles solamente con ramas pero en el verano es donde realmente sabes qué clase de árbol es y sabes si es bueno o si es malo al final del verano porque esperas algo de él y no vas a esperar algo malo de un árbol bueno y no vas a esperar algo bueno de un árbol malo entonces aquí Jesús nos está en cierta manera afrontando y nos está diciendo qué clase de árbol eres tú qué clase de árbol soy yo ¿Con quién estás conectado? ¿A quién sigues? ¿En qué confías? ¿Sigues a Cristo Jesús? Él te da vida eterna y Él te hace un árbol bueno y vas a consecuentemente dar fruto bueno. O si eres árbol malo, árbol natural, consecuentemente vas a dar fruto malo. Vas a seguir la corriente del mundo y esa corriente te va a llevar a la a la muerte eterna. Vas a encontrar maestros falsos y no vas a escuchar las palabras de Jesús y vas a terminar en la condenación eterna. Entonces aquí es fácil comprender que el buen árbol. se basa en lo que Jesús hace en ese buen árbol, porque todos nosotros nacemos malos. No nacemos árboles neutrales donde a ver ya cuando vaya creciendo, a ver si me convierto en árbol de peras o me convierto en un árbol que da solamente malos frutos. No, nosotros nacemos malos. Necesitamos la gracia de Cristo. que nos haga buenos y como es la gracia de Cristo en la que nosotros dependemos, entonces así es como nosotros realmente damos fruto. Porque si no fuera por Jesús, diéramos todos mal fruto. Eso es lo que damos naturalmente. Vaya conmigo a Juan 15, porque en Juan 15, Jesús realmente elabora en este, en esto de los árboles. Y aunque no usa árboles, usa una vid, pero es en sí el mismo tema, lo que Jesús dice en el evangelio de Juan capítulo 15. Mire lo que Jesús dice. En Juan 15. Mira lo que dice en el recículo 1. Yo soy la vid verdadera y mi padre es el viñador. Todo sarmiento que en mí no da fruto lo quita y todo que el que da fruto lo poda para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado. Permaneced en mí y yo en vosotros como el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo. Si ves, si tú eres árbol y vas a ser buen árbol, tú no lo vas a dar por ti mismo. Tú tienes que tener tu confianza en Cristo Jesús y estar Pundado en él. El árbol bueno no te hace, no se hace bueno o se nota bueno porque hace buenas cosas. El árbol bueno es porque está, está amarrado, está en sí entrelazado en Cristo. En el 4 de Juan 15, permaneced en mí Y yo en vosotros, como el Sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no permanece en la vida, si tampoco vosotros, si no permanecéis en mí, yo soy la vid, vosotros los Sarmientos o los Pámpanos, el que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto, porque separados de mí nada podéis hacer. Naturalmente tú no puedes producir buen fruto si no estás atado a Cristo Jesús. Naturalmente somos mal árbol mal vid y damos mal fruto pero si estamos nosotros anclados en Cristo Jesús es donde realmente nosotros podemos dar ese buen fruto aquí que está diciendo Jesús en en Lucas seis no es no pues eres buena persona y das buen fruto no eres mala persona y das mal fruto no eres creyente en Cristo Jesús dependes en él entonces ese buen fruto va a salir porque algo Orgánico ha pasado en ti. Algo nuevo ha pasado en ti. Y mire lo que dice en el 8. Ahí de Juan 15. En esto es glorificado mi Padre, en que deis mucho fruto. Y si así probéis que sois mis discípulos. ¿Cómo vamos a saber que somos discípulos? Por el mucho fruto por el que es glorificado el Padre. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado. Permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor. Así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Entonces, tú eres una rama, tú vienes siendo un árbol. Y si estás tú en Cristo Jesús, das buen fruto, naturalmente, porque algo nuevo ha pasado en ti. Pero gente que no está en Cristo no puede hacer esto. Nosotros somos inherentemente caídos. Así nacemos. Somos incompetentes nosotros por nuestras propias fuerzas. No logramos nada. Con nuestros propios esfuerzos no logramos buen fruto. Pero de alguna manera Cristo Jesús nos cambia, nos transforma en su gracia, nos une a él. Y es así solamente por la gracia de Dios que nosotros podemos en cierta manera empezar a dar buen fruto. Empieza con el cambio que Jesús hace en tu vida, en mi vida. Y luego después tú das buen fruto. Empieza con el cambio de árbol. Empieza con lo interior. Ahí es donde empieza. Dios obrando en nosotros. Y mire lo que sigue diciendo en Lucas 6, 44 dice, pues cada árbol por su fruto se conoce porque los hombres no recogen higos de los espinos ni vendimian uvas de la salsa. O sea, esto es lógico. Cada árbol por su fruto es como se conoce, se reconoce. Lo único que el árbol tiene que hacer es reproducir. Fruto, producirlo, y se sabe qué clase de árbol es. Puedes mirar el fruto y puedes identificar qué clase de árbol es. ¿Y sabes qué? Si tú vas y buscas manzanas en un árbol que no es de manzana, no vas a recibir manzanas. Y aquí Jesús está hablando de árboles que hubieran sido comunes en aquel tiempo. No buscarás higos entre espinos. Ahí no crecen los higos. Si tú quieres un higo, tú vas y buscas un árbol que es árbol de higos. Tú vas a una higuera y buscas higos ahí. No buscas uvas en una zarza. Ahí no va a haber uvas. O sea, cada árbol produce lo que es su naturaleza. Si un árbol da uvas por naturaleza, eso es lo que da. Y aquí Jesús nos está enfocando a la naturaleza. Todos sus verdaderos discípulos van a recibir una nueva naturaleza. Por eso van a poder poner en obra todo lo que Jesús está enseñando en este sermón. Porque si Dios no obra en esta vida, en este árbol malo, todo lo que Jesús ha estado enseñando no sirve de nada porque yo no lo puedo hacer. Tú no lo puedes hacer, pero si Dios obra, cambia la naturaleza, entonces puede Dios cambiar la naturaleza del árbol y esperar el fruto que Él quiere encontrar en cada árbol, en cada uno de nosotros. Aunque yo también diría que es posible en veces hacerse ver como si fuera un árbol bueno, fingir ser un árbol por un por un pequeño tiempo, pero al final del día, al final de la cosecha, se sabe qué clase de árbol es. Puedes actuar en ser un por un tiempo pequeño, mirarte y actuar como un árbol bueno. Pero algún día el tiempo va a venir de que la hipocresía va a caer, vas a caer bajo presión y la vida nos avienta ciertas cosas. Y cuando la vida nos aprieta, tenemos dificultades, sale lo que realmente somos por dentro. Realmente va a salir. Aunque puedas hacerle de árbol bueno por un tiempo, finalmente va a pasar algo donde te va a apretar y va a haber dificultad, donde realmente, realmente vas a mostrar lo que tú y yo realmente somos. Suele suceder. Normalmente sabes cómo empieza a salir lo que realmente eres. Jesús también va a empezar a a a a en otros pasajes nos va a mostrar esto normalmente el fruto dentro de nosotros sabes cuál es el primer lugar de donde sale por nuestra boca ahí sale lo que realmente nosotros somos Por dentro. Ahí lo tengo escrito en sus notas en Mateo 15. Una vez Jesús estaba en una ocasión, en una discusión con unos fariseos y miren lo que Jesús dice que sale de la boca del hombre natural, del hombre que realmente no ha sido cambiado. Su corazón no ha sido cambiado. Miren lo que sale del hombre natural. Mateo 15, 18 al 20. Pero lo que sale de la boca proviene del corazón. Y eso es lo que contamina al hombre, porque del corazón provienen malos pensamientos, homicidios, adulterios, fornicaciones, robos, falsos testimonios y calumnias. Estas cosas son las que contaminan al hombre, pero el comer sin lavarse las manos no contamina al hombre. Entonces, ¿de dónde sale primero el fruto de lo que tú realmente eres? Empieza a salir por la boca. Ahí es donde Te aprietan las cosas y tu boca luego, luego va a mostrar lo que tú eres por dentro. ¿Eres buen árbol o eres mal árbol? Y todas estas cosas horribles residen dentro de un corazón natural, dentro de un corazón malvado, dentro del corazón natural de cómo naces. Si Dios no te cambia, estas cosas están presentes dentro de ti y es lo que va a salir como fruto. Pero si Dios cambia tu corazón, entonces ya fruto de adulterio, fruto de malos pensamientos, fruto de robos, fruto de falsos testimonios, no van a salir así de un buen árbol. ¿Por qué? Porque Dios ha cambiado. Ahora no estoy diciendo de que eso nunca va, o sea, exactamente nunca va a pasar. Tú puedes caer y tú puedes fallar. Eso, eso es la realidad. Pero si tú eres un árbol bueno, Dios te va a siempre mantener y guiar a dar el buen fruto, aunque puedas, aunque puedas en veces regarla y regarla peor. Pero lo que importa aquí, lo que Jesús nos está tratando de mostrar es el cambio de corazón, porque un corazón cambiado se va a arrepentir. Un corazón cambiado va a aceptar el error y va a pedir perdón y va a unirse a Cristo aún más y reposar más en Él. Eso es cierto también. También Jesús en otra ocasión, otra vez, en otra discusión con los fariseos, les dice lo mismo que dice aquí en este sermón en Mateo 12 miren lo que Jesús va a decir en Mateo lo podemos a poder mirar aquí en este sermón de Lucas 6 Mateo 12 33 dice a sed bueno el árbol y bueno su fruto a sed malo el árbol y malo su fruto porque Por el fruto se conoce el árbol, camada de víboras. ¿Cómo podéis hablar cosas buenas siendo malos? O sea, Jesús nos dice, somos malos. Eso es lo que somos. Naturalmente nacemos como camada de víboras, así nacemos. Como esa bestia que engañó a nuestros padres, así nacemos. Tuvo un efecto en nuestra caída, esa bestia, esa víbora. Y ahora eso se mira nuestra naturaleza, por ponerlo así. Y somos malos. Dios tiene que obrar. en nuestro corazón. Y mira lo que sigue diciendo. Porque la abundancia del corazón abre la boca. El hombre bueno de su buen tesoro saca cosas buenas. El hombre malo de su mal tesoro saca cosas malas. Aquí Jesús está usando tesoro, pero hubiera podido haber usado fruto. de su mal de un árbol malo da mal fruto aquí está diciendo de del tesoro de esa persona mala salen cosas malas mire como Jesús lo va a decir aquí en Lucas 6 30 45 el hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno el hombre malo del mal tesoro saca lo que es lo que es malo ahora si nosotros comparáramos este sermón como esta versión de Lucas con la versión de Mateo le voy a invitar que vaya conmigo a Mateo siete porque mire cómo lo pone Mateo esta este mismo tema este mismo punto del sermón de Jesús en Mateo siete ya ve que Mateo también escribe el mismo sermón él lo pone el sermón del monte y y agrega más cosas judías, pero aquí en estos dos, en estas dos versiones, ellos incluyen lo mismo. Pero mire cómo lo explica mejor Mateo. Él lo conecta directamente a los falsos profetas. A los falsos maestros. Del árbol malo y del árbol bueno. Los falsos maestros, en la versión de Mateo, mire cómo lo pone en Mateo 7, 15 al 20. Cuidados de los falsos profetas que vienen a vosotros como vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces, porque por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de espinos o higos de albrojos? Así, todo árbol bueno da frutos buenos, pero el árbol malo da frutos malos. Un árbol bueno no puede producir frutos malos, y un árbol malo no puede producir frutos buenos. Todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado al fuego. Así que, por sus frutos, los conoceréis. Jesús en Mateo 7 directamente asocia los malos árboles con los malos profetas que hablan pura maldad, desvían al pueblo, guían al pueblo mal y producen puros árboles malos. y son árboles que al final del día se secan y son echados al fuego ¿por qué? por los falsos maestros solamente producen los falsos maestros frutos malos y la gente que los escucha también sigue con esos frutos malos y al final del día lo único que hacen los falsos maestros es engañar al pueblo y mostrar lo que es su naturaleza y producir más árboles malos nunca cambiar o tocar la esencia del árbol Y al final del día engañan al pueblo y engañan a los seguidores y se produce puro árbol malo. Eso fue lo que miramos en Jerusalén. Esa generación de israelitas en el tiempo de Jesús, muy pocos árboles buenos y todo el pueblo se hizo un árbol malo, un árbol seco. Jesús figurativamente va a una higuera antes de entrar en su entrada triunfante a Jerusalén. No me acuerdo si fue antes o fue después, pero Él va y se pone a hablar con una higuera esperando recibir fruto de una higuera. Y Jesús sabía de que esa higuera daba un fruto tardío y Jesús fue a recibir fruto de una higuera y no la encontró. Y Jesús lo que hace es de que maldice una higuera y todo mundo se quedó mirando. Y Jesús, ¿qué está haciendo? Allá hablando con un árbol. Pues ese árbol simbolizaba al Israel que él venía a salvar y no había buen fruto en él. Y Jesús le dice, ya no va a haber fruto en ti, la maldice. Y de una a otra, de un día a otro, esa higuera se seca. Simbolizaba a un pueblo que no daba buen fruto. Y Jesús aún usando simbología de un árbol, hablándole a un árbol y maldiciendo a un árbol, Jesús en cierta manera toma esa idea y nos dice a nosotros, si tú No te examinas qué clase de árbol eres. Tú no puedes, en cierta manera, hacerlo bueno si realmente no hay algo nuevo dentro de tu interior. Porque el hombre bueno de su tesoro saca cosas buenas. Y ese tesoro no es tus buenas acciones o tus buenos deseos o cosas bonitas que salen de ti. El buen tesoro es el buen tesoro que es depositado en ti a través de Cristo Jesús. Y si eres hombre bueno, si eres árbol bueno, de ti va a salir de tu corazón cosas buenas. Mira lo que dice en el 45, el hombre bueno del buen tesoro de su corazón saca lo que es bueno y el hombre malo del mal tesoro saca lo que es malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca. Ahí es donde sale. Ahí es donde se mira primero el fruto. No necesitas esperarte años en el futuro para mirar fruto con lo que sale de la boca. Indica qué hay dentro de ese árbol. Indica qué hay, qué tesoro hay dentro de ese hombre. Indica qué clase de fruto, qué clase de árbol es. El tesoro que está aquí en este corazón que Jesús está mostrando aquí en el versículo 45. Es lo que está atesorado en tu corazón. Dios cambia tu tesoro o tu tesoro viene siendo lo que con lo que naces. Y eso es lo que simplemente, típicamente, siempre sale de tu boca, lo que hay dentro de tu corazón. Un árbol bueno, un hombre bueno, tiene un buen tesoro por Dios. No porque tú lo produces, es depositado en ti. Cuando naces de nuevo, ese buen tesoro es depositado dentro de ti y produces bueno. El hombre malo pues es depositado por el pecado de Adán y con eso naces, con eso sigues y con eso mueres. Con el mal depósito de Adán, con el mal depósito de un corazón corrompido, de una depravidad de pecado que nos heredó nuestro padre Adán en su naturaleza caída, ese es el árbol malo, ese viene siendo el depósito. malo, el tesoro malo. Entonces el hombre bueno aquí representa al verdadero creyente que recibe el depósito de Jesús, que es regenerado, que es un verdadero discípulo, que puede poner en obra todas estas cosas, que tiene realidades internas. Para poder empezar a producir fruto externo. Que realmente indica de lo que hay adentro. Produce en lo exterior un árbol bueno, un hombre bueno. Produce en lo exterior lo que realmente hay dentro de su interior. Y viceversa, un hombre malo aquí representa a un falso creyente, a un religioso que sigue su religión, que sigue su propia idea, que sigue sus propias concupiscencias, se rodea de falsos maestros y que piensa que su fruto es bueno sabiendo de que realmente no ha habido ningún cambio interno dentro de él, sino que todo lo que él hace es externo y se mire dentro de lo que el hombre puede ver. Pero lo que Dios mira no es lo externo. Lo que Dios mira es lo interno. Lo que nosotros miramos es lo externo. Dios mira el corazón. Nosotros podemos reconocer el fruto. Y aquí está Jesús diciéndote qué clase de árbol eres, qué clase de hombre eres. Porque si eres el bueno, todo este sermón del monte se aplica para ti. Y no es imposible para ti, porque tienes algo nuevo, tienes esa nueva naturaleza. Pero si tú eres el árbol malo, pues este sermón no es para ti. Es imposible que tú lo llegues a alcanzar o que tú llegues a tratar de hacerlo de una manera que glorifica a Dios. Si ve cómo todo empieza en el corazón. Todo empieza en el corazón y Jesús está llegando a la raíz del problema, a la raíz de la naturaleza. Todos sus verdaderos discípulos van a realmente seguirlo porque han sido cambiados por Dios. Y finalmente, todo se puede mirar en el fruto y sale de la abundancia del corazón, habla en la boca. Se manifiesta, se puede mirar, se puede presenciar qué realmente hay dentro de ti. Sabe que a veces es más fácil decir cosas que hacer cosas. Es más fácil maldecir a tu hermano que matar a tu hermano porque vienen consecuencias legales si matas a tu hermano y ante Dios también, pero es más fácil maldecir a tu hermano. Por eso empieza con la boca y ya después de con la boca puedes llegar a hacer un montón de atrocidades malas. pero primero empieza con la boca vaya conmigo a Santiago porque el apóstol Jacobo también dice casi lo mismo con lo que concuerda con lo que Jesús dice aquí y es más Santiago es un resumen del sermón del monte del apóstol Mateo Santiago 3 Empezando con el cinco, mire cómo el apóstol Santiago, el apóstol Jacobo, dice acerca de esto, hace mención de la boca, hace mención de la lengua, hace mención de lo que realmente hay, de lo que realmente, de qué clase de fuente eres, de qué clase de árbol eres. Santiago 3.5. Así también la lengua es un miembro pequeño y sin embargo se jacta de grandes cosas. Mirad qué gran bosque se enciende con tan pequeño fuego y la lengua es un fuego. Es un mundo de iniquidad. La lengua está puesta entre nuestros miembros, la cual contamina todo el cuerpo. Es encendida por el infierno e inflama el curso de nuestra vida. Porque todo género de fieras, de aves, de reptiles, de animales marinos se puede domar y ha sido domado por el género humano, pero ningún hombre puede dominar la lengua. Es un mal turbulento y lleno de veneno mortal. Con ella bendecimos a nuestro Señor y Padre y con ella maldecimos a los hombres que han sido hechos a la imagen de Dios. ¿De la misma boca procede bendición y maldición? Hermanos míos, esto no debe ser así. ¿Acaso una fuente, por la misma apertura, echar agua dulce y amarga? ¿Acaso, hermanos míos, puede una higuera producir aceitunas y una vid higos? ¿Sí ve cómo Jacobo tiene la misma metáfora, la misma alusión? Tampoco la fuente. de agua salada puede producir agua dulce. Entonces, ¿qué es lo que nosotros tenemos que hacer? Porque Jesús aquí nos está, nos está, en cierta manera, llamando a que consideremos algo. Llamándonos a que nos examinemos. ¿Qué clase de árbol eres tú? ¿Qué clase de hombre eres tú? ¿Realmente ha obrado Dios en tu vida? ¿Realmente ha producido un cambio Dios en ti? Tenemos que asegurarnos También, ¿a quién seguimos? ¿Seguimos a Jesús? ¿Estamos edificando sobre la roca? ¿Estamos realmente siendo instruidos por Jesús y tomando sus palabras por obra? ¿Él es nuestro maestro o nosotros nos estamos haciendo propios maestros que realmente dicen lo que nosotros queremos escuchar? ¿A quién vas a seguir? ¿En quién estás fundado? ¿En quién estás conectado? ¿Qué clase de fruto produces tú? ¿Un árbol bueno porque estás injertado a Cristo? ¿Porque estás injertado al olivo? ¿O no? ¿Es una o la otra? Entonces Jesús nos está desafiando. ¿A quién estás siguiendo? ¿Estás siguiendo a hipocresía? ¿Estás siguiendo a mal carácter? ¿Estás siguiendo a ceguera? ¿Estás siguiendo a religiosidad? ¿Estás siguiendo a ciegos que guían a ciegos? ¿Estás siguiendo a hipócritas que crean más hipócritas? ¿Estás siguiendo a gente que está invertida en lo terrenal? ¿Estás siguiendo a gente que, en cierta manera, usa religión como una máscara para su maldad? ¿A quién estás siguiendo? ¿En quién estás confiando? Y mire cómo termina esta parte. ¿Y por qué me llamas Señor? Señor, y no haces lo que yo digo. En toda esta carta, Jesús no ha sido más claro. En todo este epístola, en todo este evangelio, Jesús no ha sido más claro. ¿Por qué me llamas? Señor, Señor, y no haces lo que yo digo. La palabra Señor significa amo, significa superior, significa también maestro. Así es la manera en cómo los judíos tradujieron el nombre de Dios, lo tradujieron como Señor, como Dios, como amo, como maestro, como superior. Así lo tradujieron ellos. Y aquí Jesús lo está usando dos veces que le da más énfasis. ¿Por qué me dices a mí Señor? Señor, o sea, ¿por qué me dices a mí superior de los superiores? ¿Por qué me dices maestro de maestros? ¿Por qué vienes y me dices a mí con tus labios Señor? Pero con tu vida no haces lo que yo digo. Es fácil decirlo por los labios. Pablo va a decir en Corintios de que nadie realmente puede decir Señor si no es a través del Espíritu Santo. Pero es fácil decirlo labio por fuera. Es difícil decirlo de corazón de dentro hacia afuera y realmente considerarlo como lo que realmente es Señor. Y aquí Jesús realmente, en cierta manera por ponerlo así, no tiene problema que le llame Señor. Él tiene problema de que tú y yo no hagamos lo que Él nos dice. Mucha gente dice no, pues la salvación es fácil, es gratis y eres salvo en Cristo, eres salvo por fe solamente. Y eso es cierto. Sí, es cierto. Y no se le niega nada a eso. Pero también Jesús dice. Cómo puedes venir a mí y tener fe y cómo puedes venir a mí y creer en mí y cómo puedes llamarme señor de tu vida, pero no hacer lo que yo digo. O sea, Jesús, al final del día, él no quiere que tú lo admires. Jesús no quiere que tú lo sigas y nomás lo mires y te guste escuchar las palabras de Jesús. Jesús lo que él quiere es que ok, si me vas a seguir y me vas a te vas a. a presentar delante de mí y me vas a decir, señor, señor, pero no haber ninguna evidencia de lo que te estoy enseñando. De qué sirve que me digas, señor, señor? En la versión de Mateo va, regrese para atrás a Mateo, al sermón del monte de Mateo, en Mateo 7. Mire cómo, mire cómo el apóstol Mateo pone esta sección. Mateo, Mateo 7. Empezando en el 21, mira cómo nos pone Mateo. Mateo 7, 21. No todo el que me dice, Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. O sea no solamente el que dice Jesús no se maravilla con que le digas Jesús se maravilla con una fe en obra Jesús se va a maravillar después de este sermón con un con un con un hombre gentil que tiene mucha fe y tiene todas esas características. Jesús está hablando en este sermón. Se va a maravillar de la fe de un gentil, porque este gentil en cierta manera tiene todas esas características. No solamente le dice Señor a Jesús, sino que está o está mirando con su vida en la manera como se preocupa por su siervo. Se mira en su vida y Jesús se maravilla de esa fe. No se maravilla porque le dice Señor, Señor, ven y sana mi siervo. Se maravilla de que hay un ejemplo vivo. En el mundo de los gentiles, antes de que haya un ejemplo vivo en el mundo de los judíos. Jesús se maravilla después de este sermón. Si usted se va aquí en Lucas 7, lo primero que va a mirar, va a mirar un cinturón y Jesús se va a maravillar de una fe. Y ese cinturón le dice Señor. Y Jesús no se maravilla porque le dice Señor. Se maravilla de la fe de este hombre, porque en su vida refleja todo lo que este sermón está tratando de mostrar. Pero mucha gente dice, ay, no, pues con que digas, señor, señor, Jesús dice en aquel día muchos me van a decir, señor, señor, profeticé en tu nombre, eché fuera demonios, hicimos muchos milagros en tu nombre y Jesús les va a contestar. Jamás los conocí apartados de mí. Ahora aquí lo podemos aplicar directamente a los apóstoles y a los discípulos del primer siglo. Ahí en Jesús ellos hubieran hecho todas estas cosas y más, pero también lo podemos aplicar a nuestras vidas. puede ser el hombre más religioso, puede ser la persona que más viene a la iglesia, que más escucha sermones, que más haces, que más te preparas, pero de nada sirve que le digas señor, señor, si no haces lo que él te dice. Si no haces. No te confundas. La religión Te puede mandar ciertas cosas y Jesús te puede mandar otras cosas completamente distintas. ¿A quién vas a seguir? ¿A la religión o a Jesús? Porque la religión te puede poner un montón de otras cosas, te puede poner cosas del Antiguo Testamento, te puede poner ciertas cosas culturales. ¿Pero a quién vas a seguir? ¿Vas a seguir a Jesús o vas a seguir a la religión? No puedes seguir a los dos. Y siguiendo la religión no quiere decir que sigues a Jesús. Y porque si es a Jesús no quiere decir que eres estás involucrado en una religión aquí Jesús está poniendo en medio de de ti y de todo lo demás está diciendo y por qué me dices a mí Señor Señor y no haces lo que yo te digo lo que yo te digo. No lo que dice Mahoma, no lo que dice Moisés, no lo que escribieron los profetas, no lo que escribieron otros hombres, no lo que te enseñó a el sumo sacerdote o los levitas o los o los maestros de la ley o los fariseos. No, porque no haces tú lo que yo te digo aquí Jesús está hablando como Dios. No haces mis mandamientos. Primera de Juan 5 1. Todo el que cree que Jesús es el Cristo es nacido de Dios. Ahí está ese milagro. Todo aquel que ama al Padre ama al que es nacido de él. En esto sabemos que amamos a los hijos de Dios. Cuando amamos a Dios y guardamos sus mandamientos, porque este es el amor de Dios, que guardemos sus mandamientos. Hay más adelante, más atrásito, en primera de Juan 2, 3. En esto sabemos que hemos llegado a conocerle, si guardamos sus mandamientos. Lo leímos en Juan 15. Si guardáis mi mandamiento, si permanecéis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi padre y permanezco en su amor. Ahora, quizás te preguntes, pues, ¿cuáles son los mandamientos? Pues es fácil. Jesús acaba de predicar. ¿Y sabes qué ha dicho? Bienaventurados los pobres, bienaventurados los que ahora tenéis sangre, bienaventurados los que lloran, bienaventurados cuando los hombres se abarrecen, alegrados en ese día. Pero yo os digo a vosotros que oéis, amad a vuestros enemigos, ese no es un mandamiento, haced el bien. a los que os aborrecen. Ese no es un mandamiento. No, nosotros queremos mandamientos. No, ¿qué ropa me pongo? ¿Cómo me peino? ¿Cómo esto? ¿Cómo lo otro? No, los mandamientos de Jesús no van a ser así externos. Los mandamientos de Jesús van a ser espirituales, van a ser internos y van a ser ama a tus enemigos. Haced el bien a los que te aborrecen. Bendecido a los que te maldicen. El que te hiera en una mejilla, preséntale también la otra. El que te quite la capa, dale también. La túnica, no se la niegues. Todo el que te pida, dale. Ese viene siendo un mandamiento. El que te quite lo que es tuyo, no se lo reclames. Ese viene siendo un mandamiento. Antes bien, amad a vuestros enemigos, haced el bien, prestad. Y no esperas de recibir nada a cambio, y vuestra recompensa va a ser grande. Seréis llamados hijos del Altísimo, porque Él es bondadoso con los ingratos y con los perversos. ¿Cuáles son los mandamientos que Jesús quiere que sigamos? Los que las acaba de predicar. No, pero es que es el día que tengo que venir a la escuela. Cuánto tengo que dar en diezmos? Tengo que dar diezmos, tengo que dar ofrendas, tengo que dar eso. Dame una lista, Jesús. No, no, no. La lista no va a ser como nosotros nos la imaginamos. La lista es esta. Ama a tus enemigos. Haz el bien. Ora. Por ellos. Sea misericordioso como vuestro padre es misericordioso. No juzguéis y no seréis juzgado. No condenéis y no seréis condenado. ¿Cómo puedes quitarle la paja a tu hermano? Y no te miras la viga que tienes tú en el ojo. Esos vienen siendo los mandamientos de Jesús. Y Jesús dice, ¿Cómo pueden venir a decirme a mí, Señor, Señor, y no hacen lo que yo les pido? Pues el hombre. Nacido de nuevo, va a empezar a considerar esto y va a empezar a tratar de hacerlo. El hombre que no ha nacido de nuevo, que no es un nuevo árbol, que no es un buen árbol, que no es un buen hombre, que no está fundado en Cristo Jesús, no va a poder seguir sus mandamientos. Va a tratar de seguir otros para tratarse de ganar el favor de Dios. Pero el favor de Cristo te lo vas a ganar cuando Él dice, haz lo que yo te digo. esos mandamientos no son graviosos, como va a decir ahí Juan uno, primera de Juan, no son graviosos, porque se te ha dado un nuevo naturaleza, se te ha dado un nuevo nacer, se te ha dado un nuevo árbol, eres un nuevo árbol, eres nuevo, nuevo hombre, tienes un nuevo tesoro. Entonces, para terminar, tenemos que ¿Qué clase de árbol soy yo? ¿Qué clase de fruto estoy dando? ¿Qué clase de obra ha hecho Dios en mi interior antes de la exterior? ¿La exterior va a ser va a ser clave? Sí, pero hay un orden. Jesús empieza con lo interior, con lo bueno del árbol, para producir frutos externos después. Pero con esto te dejo, ¿Qué clase de árbol eres tú? ¿Qué clase de hombre, mujer eres tú? ¿Qué clase de fruto estás dando tú? Oremos, Padre, te damos gracias, Señor, por tu palabra. Que tú, Señor, nos ayudes a, a veces, parar y examinarnos y depender en Jesús para nuestra salvación, para nuestro cambio. El cambio no va a venir de nuestras propias obras. El cambio va a ser un milagro divino. Que tu espíritu va a empezar en nosotros. Te pedimos, Señor, que tú lo empieces en nuestras vidas. Tú nos ayudes, Señor, a crecer, a madurar, a dar frutos, Señor. Que tú nos vayas guiando, Señor, para tu gloria. En el nombre de Jesús, tu Hijo, lo pedimos. Amén.
(59) Los 2 Frutos
Series El Evangelio según Lucas
Sermon ID | 5212422628360 |
Duration | 53:05 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Luke 6:43-46 |
Language | Spanish |
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