00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Y la semana pasada nuestro tema
fue el uso del tiempo. cómo usar el tiempo durante esta
crisis del COVID-19. Vimos una lista de estrategias
y principios que debemos seguir realmente siempre en todas nuestras
vidas. Debemos de seguir estos principios
para usar bien nuestro tiempo. Y vimos que tienen especial relevancia
durante esta crisis. No voy a ir al repaso del estudio.
Ahí están las grabaciones tanto en YouTube, lo hemos posteado
en el Facebook de la iglesia, también están en Sermon Audio.
Pero sí vamos a continuar con ese tema que comenzamos la semana
pasada, y nos vamos a enfocar en una sola aplicación muy específica. Tu oportunidad, la oportunidad
que tenemos todos de hablar de Cristo durante esta crisis. dijimos
la semana pasada que todos tenemos oportunidades únicas en estas
semanas o meses que estamos encerrados todos tenemos oportunidades que
posiblemente sean únicas en nuestras vidas oportunidades que probablemente
nunca se van a repetir en nuestras vidas y una de esas oportunidades
es la oportunidad de compartir el evangelio con toda esa lista
de personas que están en tu vida y que tu conciencia en distintos
momentos en distintas temporadas, te ha llamado la atención, te
ha dicho que deberías de abordar a esas personas, todas esas personas
que te has sentido como con una carga, como una responsabilidad
de abordarlas, pero no lo has hecho porque tienes miedo. Y
eso es natural. Es la lucha que todos tenemos.
Tenemos miedo de hablar por Cristo, miedo de compartir el Evangelio,
porque tememos las consecuencias. Entonces, por eso nuestro tema
de hoy se llama, si no es ahora, si no es hoy, si no ahora, ¿cuándo? Si no es ahora el tiempo de hablar
de Cristo, entonces, ¿cuándo? Si te estás convenciendo y acallando
tu conciencia con que ahora no es el momento de hablar, o simplemente
lo estás aplazando como lo has hecho por meses, por años, yo
te pregunto, ¿cuándo sí? Si ahora no es el momento, ¿cuándo
sí? ¿Cuándo sí va a ser el momento? La verdad es que es una pregunta
retórica. El momento es ahora. En muchos casos nunca vas a tener
una mejor oportunidad. Nunca habrá un mejor momento.
Entonces, lo que queremos hacer es considerar una lista de puntos,
una lista de exhortaciones bíblicas que nos ayuden a vencer ese miedo
de hablar de Cristo. ¿Cómo venzo el miedo y la incomodidad
que siempre siento sólo con el hecho de pensar en evangelizar? Todos conocemos personas que
no conocen a Cristo. Todos. Y entre esos conocidos,
todos tenemos una lista de personas con quienes no hemos compartido
las buenas nuevas, las buenas noticias del Evangelio. ¿Cómo
podemos vencer los miedos y las excusas que damos para justificar
eso? Este es un tema que los que asisten regularmente los
miércoles saben que hemos considerado antes, el año pasado vimos algo
acerca de este tema, pero estuve meditando la semana, varias personas
me preguntaron acerca de esto, y creo que es vital en estos
días este tema. La oportunidad que tenemos es
única. Si no es ahora, ¿cuándo? Así que vamos a leer un pasaje
inicial, los invito a buscar en 1 Corintios 9, 16. Vamos a leer este pasaje inicial,
y después vamos a pedir la ayuda de Dios. 1 Corintios 9, 16. Dice, porque si anuncio el Evangelio,
no tengo de qué jactarme. Otras versiones dicen, no tengo
de qué gloriarme. Porque me es impuesta necesidad, pues hay
de mí si no anuncio el Evangelio. Vamos a orar todos juntos, vamos
a inclinar nuestras cabezas, si están en casa los animo a
inclinar sus cabezas y vamos a ir al Señor a pedir su ayuda
esta noche. Padre, te damos gracias porque
nos has sustentado estas semanas, nos has dado alimento espiritual,
tanto el alimento físico no nos ha faltado, como también el alimento
espiritual. Te damos gracias, Señor, porque
nos permites apratar este tiempo entre semana, aún con la distancia
que nos separa. Te damos gracias por estos medios
para reunirnos, Señor. Te rogamos, Señor, humildemente,
que impactes verdaderamente nuestras vidas con lo que vamos a considerar
hoy. Ayúdanos, Señor, a considerar si no es ahora cuándo. ¿Cuándo
vamos a hablar? ¿Cuándo vamos a tomar en serio
nuestro deber de ser sentinelas, de advertir de la ira venidera,
de buscar llevar a nuestros amigos, nuestros compañeros, nuestros
vecinos a los pies de Cristo? Señor, te pedimos por hermanos
en nuestra iglesia, en iglesias hermanas, que están pasando por
dificultades económicas, algunos que conocemos que han sido impactados
ya por esta enfermedad del coronavirus. Señor, te rogamos que los sustentes,
que estés con ellos, que los guardes, Señor. Ayúdanos a estar
en oración por ellos y a buscar maneras de apoyarnos aún en esta
situación, a estar orando intensamente intercediendo por nuestros hermanos,
nuestras familias, y ayúdanos, Señor, a llevar el evangelio,
a llevar las buenas noticias a los que están necesitados a
nuestro alrededor. Demos gracias, Señor, por todo
lo que nos has dado. Te pedimos que hables tú y no
hombres esta noche. Nos encomendamos a ti, en el
nombre de Cristo Jesús. Amén. Muy bien. El primer gran tema o el primer
gran miedo que tienen muchas personas en este asunto, es el
miedo a arruinar relaciones y amistades. Si yo comparto el Evangelio,
voy a arruinar esa amistad que tanto valor compartiéndoles el
Evangelio. Disfrutan la amistad, disfrutan
la relación que tienen con tal o cual persona y piensan, si
les hablo de Dios, todo se va a arruinar. La persona se va
a enojar, se va a ver, se va a volver incómoda la relación,
lo que tengo con esa persona ya no va a ser igual. Así que,
dejan pasar años. Piensan, les voy a hablar cuando
sea el momento adecuado. Les voy a hablar cuando estén
más necesitados, más receptivos. Ahora no es el momento, estoy
esperando ese momento perfecto. Y la pregunta de hoy es, si ahora
no es el momento, ¿cuándo va a ser? Y algunos piensan, no
hermano, es que estoy esperando. Voy a esperar el momento adecuado.
¿Cuándo va a ser ese momento? ¿Cuándo van a estar más receptivos
que ahora? Las personas tienen miedo. Vemos
a nuestro alrededor, el miedo está aumentando. Cada vez el
gobierno está apretando más las medidas de restricciones, están
presionando más a la población para que no salgan. Las personas
tienen miedo. Si hablas con muchas personas, ya todo mundo conoce
a alguna persona que ha sido impactada por esta enfermedad
de alguna manera. Muchos están sin trabajo, muchos
están con reducciones de ingresos, algunos están ya hasta enfermos,
están sin opciones. Ahora más que nunca están conscientes
de que necesitan ayuda de lo alto. ¿Cuál es la principal barrera
que nos detiene de compartir el Evangelio con estas personas?
Es el miedo. Nos imaginamos lo incómodo que
va a ser, lo forzado que se va a sentir, la reacción que va
a tener la persona. Hemos tenido malas experiencias
cuando le hemos compartido el Evangelio a otras personas. Entonces
terminamos paralizados, con miedo. Nos callamos. No queremos hablar.
Caemos exactamente donde el enemigo nos quiere. Dudando, postergando,
excusando, para al final no hacer nada. Nos llenamos la cabeza
de excusas, pensamos, ¿qué hago si me hacen una pregunta que
no puedo responder? ¿Qué hago si se burlan de mí? ¿Qué hago
si me llama esta persona un hipócrita por mis inconsistencias, por
mi vida pasada, mis años sin Cristo? Esas son las cosas que
usamos para callar nuestras conciencias, son las cosas que nos dejan paralizados
y sin actuar. Pero hoy vamos a buscar las respuestas
que Dios da a todas estas dudas. ¿Cómo Dios responde en su palabra
a todas estas dudas, preocupaciones y excusas que todos nos hemos
vendido en algún momento y de alguna forma? Vamos a pedirle
al Señor que Él nos aplique su palabra, que Él trate con nuestros
corazones, que Él trate con nuestras conciencias y nos ayude a vencer
el miedo para ser siervos útiles en todo esto. La mira que hemos
de tener todos en esta situación. ¿Cómo puedo ser un siervo útil?
¿Cómo puedo usar bien estas oportunidades? ¿Cómo puedo usar bien el tiempo?
Como veíamos la semana pasada. Lo primero que hemos de considerar
es que Dios nos da el privilegio Es algo increíble. Dios nos da
el privilegio de ser sus embajadores y llevar las buenas nuevas del
Evangelio en medio de esta crisis. Este argumento es tremendo. Ver
que Dios nos da este privilegio de ser sus embajadores es tremendo. Dios no nos necesita. Dios no
lo necesita, pero nos da el privilegio, el honor de ser sus heraldos,
de ser sus embajadores. El mundo está volteando a ver
cómo reaccionamos los que nos decimos creyentes en medio de
todo esto. Y Dios nos da este privilegio de ser los únicos. que tenemos una respuesta real,
una respuesta poderosa, diferente a lo que está pasando. Los únicos
que tenemos buenas noticias para el alma, buenas noticias eternas
en medio de esta crisis. Nosotros tendemos a ver el evangelismo,
compartir la palabra de Dios como algo pesado. como un deber,
algo que sólo nos incomoda y nos hace sentir mal porque no lo
realizamos bien, porque no hacemos lo que debiéramos hacer, pero
pocas personas lo ven como un privilegio. Y eso es lo que le
hemos de pedir a Dios en estas semanas y meses y por el resto
de nuestras vidas, que nos ayude a apreciar el privilegio que
tenemos. Pocas personas piensan cómo es posible que Dios me da
a mí que Dios me da al pequeño de mí, al insignificante de mí,
la oportunidad de ser un embajador de Cristo, del Rey del Universo. Si no ves eso como un privilegio,
si no ves eso como una necesidad en la que probablemente has fallado
mucho, y si no puedes verlo como un privilegio, tal vez tú mismo
no has entendido el Evangelio. Tal vez tú mismo no has experimentado
su poder en tu propia vida. Nunca tendrás un honor más grande
en esta vida que el que ya tienes como creyente. No tienes que
andar por la vida buscando un honor más grande que el que ya
tienes como creyente. Ni siquiera el presidente de
esta nación tiene un honor más grande que el que tiene cada
creyente como un embajador de Cristo, un embajador del Rey
Eterno. Entonces ese es el primer punto,
la primera respuesta, ver el privilegio que tenemos de ser
embajadores de Cristo. El segundo motivador para vencer
nuestro miedo a evangelizar es que Cristo mismo no sea pena
de nosotros. Muchos de nosotros no queremos
alzar la voz, no queremos dar las respuestas bíblicas a lo
que estamos viendo a nuestro alrededor en estos días. No queremos
hablarles a otros de lo que se supone es la esperanza más grande
que tenemos, vida eterna, conocer al Salvador, nacer de nuevo en
Cristo. Pero la tremenda realidad que
tenemos que recordar cuando se presentan esas oportunidades
es que Cristo, Cristo mismo, no se avergüenza de nosotros,
siendo lo que somos. ¿Qué somos nosotros? Somos viles,
somos malvados, somos imperfectos, fracasados, débiles, cobardes. Somos como Pedro, que negó a
Cristo. Pero leemos en Hebreos capítulo
2. Los invito a todos a ir a Hebreos
capítulo 2, versículo 11, por favor. Hebreos capítulo 2, versículo
11. Dice que tanto el que santifica,
es decir, Cristo, como los que son santificados, esos somos
nosotros, todos provienen de uno. Es decir, Dios es el Padre
de Cristo y es nuestro Padre. Por esta razón, Él, Cristo, no
se avergüenza de llamarnos hermanos. Cristo no se avergüenza de nosotros,
aunque no valemos nada, aunque nunca le hemos dado nada. ¿Cómo
es que nosotros le pagamos, andamos por la vida avergonzados de Él? avergonzados de quien dio todo
por nosotros, más que cualquier otro. Entonces ese es el segundo
punto. Cristo no se avergüenza, Cristo
no se apena de nosotros. El tercer motivador para hablar
y compartir a los que nos rodean en esta crisis es que si amas
a alguien, no hay nada más grande, nada mejor que puedas hacer por
ellos que hablarles de Cristo. hablar. Muchas de las personas
con quienes nunca hemos compartido son personas que supuestamente
amamos. Personas que si yo te preguntara dirías, yo amo a esa
persona, es importante para mí, es una persona en mi lista de
personas queridas, personas importantes. ¿Cómo decimos que amamos a esas
personas si nosotros tenemos el mensaje más importante que
existe sobre la faz de la tierra, pero no les decimos nada? ¿Cómo
podemos decir que los amamos si cuando a ellos están pasando
momentos de angustia, miedo, como nunca antes, no les hablamos
de la esperanza que tenemos en Cristo? ¿Qué forma más clara
hay de imitar a nuestro Señor y crecer en amor que compartiéndoles
el Evangelio en estos momentos tan complicados, tan difíciles?
Al compartir el Evangelio estás compartiendo las mejores noticias,
el mensaje más importante que existe. el único camino para
tener vida eterna, ser libre del pecado, reconciliarte con
Dios y vivir en gozo eterno. Les estás compartiendo lo que
es literalmente la solución a su problema más grande. Como dice
el folleto, muchos están repartiendo en estos momentos, hay un folleto
que dice el problema más grande y su solución. Les estás compartiendo
literalmente la solución a su problema más grande. No hay ningún
mensaje mejor, nada más asombroso, nada mejor que darles. Si quieres
a esas personas, esto es lo mejor que puedes hacer por ellos. Vamos
a Mateo capítulo 13, por favor. Mateo capítulo 13, versículo
45. Es lo que leemos aquí. Aquí se describe como la perla
de gran valor este mensaje del Evangelio. Leemos en el versículo
45, el reino de los cielos es semejante a un comerciante que
buscaba perlas finas, y habiendo encontrado una perla de gran
valor, fue, vendió todo lo que tenía y la compró. ¿Qué hace
alguien que ha encontrado esta perla de gran valor? ¿Qué haces
cuando te graduas? Cuando te ascienden en el trabajo,
cuando logras algo que has buscado mucho tiempo, vas y se lo cuentas
a quienes más quieres. Vas y se lo cuentas a las personas
que te rodean, se lo cuentas al mundo. Entonces, ¿por qué
no contamos aquello que es lo mejor que jamás nos ha pasado?
Si realmente somos creyentes. ¿Por qué no lo compartimos? El
cuarto motivador para vencer nuestro miedo a predicar y compartir
la palabra es que Dios nos manda que lo hagamos. Tenemos un mandamiento
de hacer esto. Nos manda Dios a que seamos pescadores
de hombres. Nos manda en la Gran Comisión
que llevemos el mensaje a toda nación, a todo pueblo. Este asunto
no es una sugerencia, no es opcional. No hacerlo es desobediencia.
No hacerlo es falta de amor por Cristo. Cristo mismo nos dice
en Juan 14, si me amas, guarda mis mandamientos. Tú y yo tenemos
una responsabilidad y un mandamiento de ser luz y sal en estos momentos
inéditos de la historia. Tenemos que ser diferentes. Tenemos
que vencer el miedo que hemos dejado que nos gane durante tantos
meses y tantos años. Tenemos que hablar del Evangelio
si amamos a Cristo. En quinto lugar, Compartir el
evangelio trae gozo. Hablar de Cristo trae gozo. Incluso
trae alivio. Hablar de Cristo es algo que
muchas veces trae tremendo alivio a nuestras almas. Muchas veces
antes de compartir sentimos miedo, sentimos incertidumbre, sentimos
deseos de mejor ya no. Estás luchando en esos momentos,
buscando la oportunidad, y lo que piensas es mejor ya no. Mejor
ya no digo nada. Pero hacer caso de eso te roba
el gozo que viene después. Y además, carga nuestra conciencia,
te deja sintiéndote culpable, te deja sintiéndote mal ante
el Señor. Cuando evitas compartir con alguien, trae una carga a
tu conciencia, pero cuando por fin lo haces, te trae un alivio,
te trae gozo, te trae alivio el que ya no quedó en ti. El
que tú ya no te quedaste callado. Sea cual sea la respuesta de
esa persona, tú no te guardaste esa perla de gran valor. Ese
mensaje que cambió tu vida, que rescató tu alma, ya lo compartiste. Tú no fuiste indiferente ante
el alma de esa persona. Tú actuaste en amor y eso trae
gozo. Te trae gozo el haber obedecido.
el haber imitado a tu Señor, el haber dado lo más valioso
que tienes a esa persona. Sabes que agradaste a Dios, sabes
que mostraste verdadero amor, sean cuales sean las consecuencias
terrenales. Tal vez esa persona se enoje, tal vez te diga que
ya no quiere escuchar nada de eso, tal vez te diga que ya no
quiere saber nada de ti, pero aún así vas a conocer el gozo
del Señor. y vas a liberar tu alma de esa
carga, de esa sangre. Si nunca has compartido la palabra,
nunca has vivido el gozo que trae. Si lo has hecho poco, sabes
poco del gozo que hay en llevarle buenas noticias a almas necesitadas.
Te estás robando tú mismo. Tú mismo estás siendo un ladrón.
Te estás robando de lo que es hoy, en estos días, en estos
meses, una de las oportunidades más grandes de nuestras vidas.
Si no es ahora, ¿cuándo? Esa es la pregunta. Si no es
ahora, ¿cuándo? En sexto lugar, el evangelismo es una oportunidad
enorme de caminar por fe. La vida cristiana se vive por
fe. Los invito a ir a Segunda de Corintios, por favor. Yo voy
a leer Segunda de Corintios 5, versículo 7, y ustedes van a
ir a Segunda de Corintios 4, versículo 18. El evangelismo
es una oportunidad de caminar por fe. La vida cristiana se
vive por fe. Sabemos que la vida cristiana
no se vive en base a sentimientos, en base a emociones, en base
a cómo me levanté hoy, cómo me siento de ánimo. Leemos en Segunda
de Corintios capítulo 5 que andamos por fe y no por vista. Y un capítulo
antes, en el capítulo cuatro, se exhorta lo mismo en el versículo
dieciocho, lo vimos en domingo hace poco, no mirando nosotros
las cosas que se ven, sino las cosas que no se ven. Pues las
cosas que se ven son temporales, pero las cosas que no se ven
son eternas. Compartir el Evangelio a pesar
de mi miedo, a pesar de lo que siento, eso es andar por fe,
eso es vivir mi fe, a pesar de que tengo miedo, a pesar de que
tengo nervios, es confiar en Dios a pesar de esas cosas, a
pesar de mis instintos naturales que me dicen, sal huyendo de
ahí, no hagas eso, no te pongas en esa situación. Pero lo que
Dios espera es que caminemos por fe. Pocas cosas ejercen la
fe, pocas cosas ejerciten la fe como ir con las personas que
amamos, con las personas que nos rodean, compartiendo las
buenas nuevas. Según Hebreos capítulo 11, los
creyentes son personas que viven y actúan en base a cosas que
no se ven. vivimos seguros de cosas que
otros no perciben. Una gran ilustración de esto
son los primeros capítulos del progreso del peregrino, cuando
el peregrino hablaba sobre todo con su familia, con algunos de
sus vecinos, y les decía, esta ciudad va a ser destruida, les
hablaba de la carga de pecado que había sobre su espalda, les
hablaba caminando por fe, viendo las cosas invisibles en base
a la fe, y eso es lo que tenemos que hacer nosotros. Hebreos dice
que la fe es la certeza de lo que se espera, la convicción
de lo que no se ve. Si nosotros vemos las realidades
eternas en esta crisis, en esta situación que estamos viviendo,
todos, todo el mundo está en esta situación, tenemos que compartir
las realidades eternas, tenemos que hacer un esfuerzo, porque
para muchos es ahora o nunca. Avanzando en séptimo lugar, compartir
el Evangelio es crecer en autonegación. Una meta que todo creyente debería
tener, una meta que mencionamos en el estudio pasado, algo que
debemos ejercitar en nuestras vidas, es la autonegación. Nuestra
venida inicial a Cristo, nuestra primera entrega a Él como Señor,
es el comienzo de una vida de autonegación. La vida del creyente
es una vida de autonegación. El resto de nuestras vidas vivimos
aprendiendo a negarnos a nosotros mismos. Nos negamos a nuestros
miedos, lo sabemos, la palabra dice que no debemos tener un
espíritu de temor. No debemos de andar por la vida
atemorizados, dominados por el miedo en ningún aspecto. Nos
negamos a lo que nos roba el gozo en el Señor. Nos negamos
al pecado que antes amábamos. Nos negamos a lo que yo quiero
hacer para hacer lo que Dios dice que haga. La vida cristiana
es autonegación. Si no entiendes eso, no has entendido
lo que significa ser un creyente. Cada creyente, aunque sea un
bebé en la fe, se empieza a dar cuenta paulatinamente que la
vida cristiana requiere autonegación. Leemos en Mateo 16, versículo
24, que Jesús dijo a sus discípulos, si alguno quiere venir en pos
de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame. No existe una
vida cristiana que no requiera la autonegación. Muchas veces
compartir el Evangelio con otros va a requerir eso. autonegación,
que te niegues a tus instintos, que te niegues a lo que sientes,
que te niegues a lo que harías naturalmente, que es simplemente
guardar silencio, evitar situaciones incómodas, esperar, convencerte
de que cuando sea el momento voy a hablar, cuando haya una
mejor oportunidad lo voy a hacer. Entonces, tenemos que ponernos
la meta de vivir la autonegación en este asunto. No importa cómo
me sienta, no importa si tengo miedo, no importa si es incómodo,
tengo que hablar, tengo que abrir la boca y compartir la palabra
de Dios. El octavo motivo para vencer este miedo es que hay
un día en que todos vamos a estar ante Cristo. Hay un día final
en que todos o avergonzados en relación a cómo hayamos actuado
en este asunto que estamos considerando en el evangelismo. Si fuimos
fieles, entraremos al cielo acompañados de aquellos a quienes Dios haya
alcanzado por medio de nosotros. Tendremos ese gozo de saber que
luchamos por almas mientras estuvimos aquí, de saber que nos invertimos
y nos gastamos en lo que más importa. Hay una cita que dice,
una sola alma ganada por Cristo, durará más y tendrá más importancia
en la eternidad que todos los reinos del mundo. Si fuimos infieles,
estaremos avergonzados en ese día. Entraremos a la presencia
del Señor avergonzados. Estaremos muy arrepentidos de
todas las veces que decidimos no actuar, no hablar, no compartir
porque teníamos miedo de lo que pensarían, de lo que harían,
de las consecuencias. Aunque queramos evitarlo, Aunque
tratemos de no pensar en eso ahorita porque es un pensamiento
muy difícil, muy desagradable, Dios nos va a pedir cuentas de
nuestro evangelismo durante nuestra vida. Si no actuamos, no tendremos
el gozo de ser usados en la conversión de almas. No tendremos el gozo
de entrar al cielo acompañados de quienes Dios rescató usándonos
a nosotros. usando nuestras pobres palabras,
nuestro pobre esfuerzo, nuestra incapacidad para llevar esa perla
preciosa que es el Evangelio. El noveno motivo para vencer
este miedo que todos tenemos y con el que todos luchamos es
que Dios salva por medio de la predicación del Evangelio. Vamos
a Romanos 10 rápidamente, por favor. Romanos capítulo 10. Romanos
capítulo 10, versículo 17. Dice, la fe es por el oír y el
oír por la palabra de Dios. Si tú te esfuerzas por compartir
la palabra de Dios, con un folleto, platicando, dando un pequeño
estudio en tu familia, mandando sermones por WhatsApp, invitando
a alguien a escuchar un sermón contigo. Puedes estar seguro
que Dios va a usar eso. Dios usa su palabra. Puedes estar
seguro que eso va a tener un impacto. Tú nunca tienes que
dudar. Si vences el miedo, si abres la boca, si compartes el
evangelio en algún formato, en alguna forma, nunca tienes que
andar dudando. Bueno, ¿esto servirá de algo? ¿Será que Dios usará
esto o será un cero? Un cero a la izquierda, será
algo inútil. Leemos en Isaías 55 lo que Dios promete. Isaías
55, 11. Así será mi palabra que sale
de mi boca. no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero
y será prosperada en aquello por lo cual la envié. Si quieres
asegurarte de usar bien tu vida en este momento único en la historia,
es decir, si tú no quieres estar en dos meses o seis meses o cuando
termine esto el año que viene pensando y dudando si usaste
bien esta oportunidad, si usaste bien el tiempo que Dios te dio,
si fuiste fiel al Señor en este tiempo, Habla del Evangelio. Comparte el mensaje. En este
momento único en la historia no conozco nada mejor que invertirte
en llevar el Evangelio a quienes no lo conocen. No hay nada mejor
en lo que pudieras invertir tu tiempo. Ninguna evidencia más
clara de que estás usando bien tu vida como creyente, de que
no estás desperdiciando el tiempo que tienes aquí. Debe ser tu
ambición el ser conocido como esa persona en la vida de otros
que no me deja de hablar de Dios. El hombre de un solo tema, siempre
me quiere hablar de eso. La persona que siempre me quiere
hablar de cosas espirituales. Más de un sermón famoso se ha
dado sobre el pasaje bien conocido en Lucas. que nos llama a forzar
a los que no conocen a entrar al reino de Dios. Sabemos que
no tenemos el poder de convertir ni salvar a nadie. Esa es la
obra de Dios. Dios es el que garantiza que
su palabra va a tener un impacto. El Espíritu Santo es el que regenera
las almas, el que aplica la predicación de su palabra al corazón. Este
mensaje no se refiere a violencia física. No podemos convertir
a nadie por la fuerza, en nuestras propias fuerzas, pero sí somos
llamados a persistir. a insistir, a nunca estar satisfechos
hasta que los inconversos que nos rodean sean salvos, hasta
que respondan en fe. Voy a leer el pasaje en Lucas
14, 23. Dijo el Señor al siervo, ve por los caminos y por los
vallados y fuérzalos a entrar para que se llene mi casa. una
persona conocida por eso, como la persona que siempre insiste,
que siempre me saca ese tema, que siempre comparte el Evangelio
y vive consistente con ese mensaje que predica, esa persona puede
estar segura que está glorificando a Dios con su vida. Puede estar
segura de que está agradando a Dios con lo que está haciendo
y que está usando bien el tiempo en medio de esta crisis. El décimo
motivo para compartir el Evangelio es que no tienes garantía del
mañana. Siempre que evitamos hablar, siempre que evitamos
compartir y confrontar a las personas que nos rodean, lo que
estamos pensando es, ya habrá tiempo, ya vendrá el día, ya
vendrá la hora adecuada. Y les voy a decir, hermanos,
eso es pura presunción. Pensar que nosotros somos capaces
de discernir e identificar el mejor momento en la vida de alguien
para que escuchen el Evangelio es pura presunción, son puras
excusas. es nada más acallar nuestras
conciencias. Sólo Dios sabe cuándo es ese momento. Sólo Dios sabe
cuánto, cuánto tiempo le queda a esa persona. Hoy podría ser
su último día. Hoy podrían pedir su alma esta
noche. Si hoy no estás dispuesto a compartirles a esas personas,
si hoy no estás dispuesto a arriesgarte, a arriesgar tu reputación, por
así llamarlo, a perder su amistad por su bien eterno, procurando
su bien eterno. Lo más seguro es que mañana tampoco
hoy, mañana tampoco vas a estar dispuesto. Estamos viviendo en
un momento en la historia en el que todo mundo está consciente,
como pocas veces en sus vidas, que el día de mañana no está
garantizado. Entonces, si no es ahora, ¿cuándo?
El onceavo motivo para compartir, y este es un motivo tremendo,
un motivo que todos deberíamos reflexionar, nada arruina una
amistad, nada arruina una relación como el infierno. Te la pasas
postergando hablar con ese tío, postergando hablar con ese amigo
de la infancia, hablar con ese hijo, porque no quieres arruinar
las cosas, no quieres arruinar la relación con él o con ella.
Y yo te pregunto, ¿has pensado lo arruinada que va a estar esa
relación cuando vaya al infierno eternamente esa persona? ¿Te
has preguntado eso? Hermano, ¿Qué tal que le comparto
y no hace caso? ¿Qué tal que se arruina todo
y se niega a hablar conmigo y ya no quiere tener nada que ver
conmigo? ¿Te has preguntado cómo te vas a sentir en el día del
juicio si Dios le dice a esa persona, apártate de mí, al fuego
eterno? ¿Y tú sabes que tú no quisiste
hablar? ¿Que tú no dijiste nada? ¿Tú sabes que nunca hiciste un
esfuerzo real por hablarle? ¿Te has imaginado ese día? ¿Te
has imaginado qué va a pensar esa persona viéndote a ti, parado
al lado del Señor, como su hijo? Sabiendo que tú sí sabías, que
tú sí tenías el mensaje, pero no le hablaste. No lo amaste
suficiente para llevárselo, para insistirle más. ¿Qué va a pensar
esa persona en ese día y por la eternidad? El último motivo,
caminándonos a concluir, el último motivo para vencer el miedo,
es que ninguna amistad con quien no compartes el Evangelio es
una amistad sincera. Ninguna amistad con quien no
compartes el Evangelio es una amistad transparente. No estás
siendo un amigo verdadero, un amigo sincero con esa persona,
si no le compartes. En tu egoísmo no quieres sacrificar
lo temporal por el bien eterno de esa persona. ¿Qué tipo de
amigo hace eso? No estás siendo tu verdadero
yo con esa persona. Si eres creyente y no le compartes
nada, no estás siendo auténtico con ese amigo, con ese familiar.
Te estás poniendo una máscara. Estás actuando como alguien que
no eres. Sabes que esas personas están al borde de un encuentro
con Dios y no dices nada. Sabes que están en el camino
ancho que lleva la perdición y te quedas callado. Eso no es ser un verdadero amigo.
Y si crees que sí, Dios lo ve muy diferente. A la luz de la
palabra, Dios lo ve muy diferente. No estás siendo un verdadero
amigo. No estás amando a esa persona. No estás siendo transparente
con esa persona. Entonces, algunos, espero que
haya sido claro el mensaje, espero que no tengan la duda de, ¿qué
hago, hermano? ¿qué hago con este mensaje? La
respuesta es ponte a trabajar. Haz un sistema. Haz una lista
de personas con las que tienes que hablar. Cada uno de nosotros
debería tener en esta crisis, en esta situación que estamos
viviendo, una lista. Deberíamos sentarnos a hacer una lista de
personas en nuestras vidas, amigos de la infancia, tíos, amigos,
familiares, vecinos, con quienes tengo que hablar antes de que
se acabe de esto, antes de que se acabe esta situación. Tengo
que hablarles de Cristo. lleva un control, lleva una lista,
lleva un registro de qué les has mandado, cuántas veces les
has hablado. Háblales antes de que pasen a
la eternidad. Hoy día tienes todos los medios
modernos a tu disposición. Escucha sermones. Hazte una lista
de dos o tres sermones evangelísticos que conoces. Tenemos una sección
en la página de la iglesia. Tenemos probablemente cientos
de sermones evangelísticos entre Gracia Audio y Sermon Audio.
En Sermon Audio hay una lista que se llama Sermones Evangelísticos. Sermones que son diseñados para
que compartas con personas que no conocen a Cristo. Escúchalos
tú. domínalos, conócelos, y después
mándaselos a alguien, o siéntate a escucharlos con alguien, o
haz una cita por Zoom. Tienes todos los medios digitales,
todas las oportunidades del mundo, oportunidades únicas en la historia. Antes compartir el Evangelio
requería que fueras a sentarte en la casa de alguien, requería
tu presencia física. Hoy día solo requiere que levantes
el celular, que muevas tantito los dedos y mandes un par de
mensajes. Es algo tan fácil. Tenemos en Sermon Audio dos sermones
muy cortos, muy breves, que están en una serie que se llama El
Evangelio Básico. Son dos mensajes que contestan
dos preguntas. Dios mediante vamos a ir ampliando
esa lista de mensajes breves que se pueden usar para este
fin en el futuro. Uno contesta la pregunta, si Dios existe,
¿por qué no lo puedo ver? Esa es una pregunta que es tan
común, un argumento que tantas personas probablemente lo hemos
escuchado muchas veces en nuestra vida. Si Dios existe, ¿por qué
no lo puedo ver? ¿Por qué no se me manifiesta?
Hay personas, hemos escuchado de muchos casos, de personas
que retan a Dios. Dios, si existes, quiero que
caiga un relámpago. Quiero que pase esto, aquello.
Y claro que Dios no contesta esos retos, pero sí hay respuestas
muy claras bíblicas que pueden usarse para contestar a esas
personas muy rápidamente. Ese mensaje, si no me equivoco,
dura como 10 minutos. Son dos mensajes. El otro es,
¿qué tan bueno tengo que ser? La gran mayoría del mundo, todas
las religiones falsas enseñan que el cielo se gana. enseñan
un sistema de obras en donde tú tienes que seguir una lista
de acciones, tienes que buscar palomitas para ganarte el cielo,
para ganarte el favor de Dios, pero la palabra de Dios enseña
que no hay bueno ni siquiera uno, no hay quien busque a Dios,
no hay quien haga el bien, todos estamos perdidos en delitos y
pecados y Dios sí tiene una medida de qué tan buenos tenemos que
ser para llegar al cielo. Ese mensaje los animo a buscarlo,
a escucharlo y contesta de una manera súper clara Muy sencilla,
muy breve esa pregunta. Los dos sermones vienen con ilustraciones,
con una lámina en PDF. Tienes las herramientas a tu
disposición. Están a unos clics de distancia. Están a cinco minutos
de que le dediques a buscarlos y tenerlos listos y conocerlos. Yo mediante voy a postear esos
dos mensajes que les estoy comentando en el Facebook de la iglesia.
También voy a postear las ligas en el WhatsApp para que los tengan
a la mano. Oye hermano, es que nadie quiere
escuchar un mensaje de 40 minutos o hora 20. Estos mensajes duran
8 minutos, 10 minutos, son cosas super claras, super sencillas,
tiene las herramientas, entonces ponte a trabajar, si te responden
mal, si sufres, por esta oportunidad, por usar bien tu tiempo, dale
gracias a Dios, pídele gracia para seguir intentando, para
seguir insistiendo, ora, pídele a Dios ayuda para vencer tu miedo
antes de compartir, pídele que use lo que compartes, sigue orando
por esas personas y deja de fabricar y creer que tus excusas. Las
palabras de Pablo nos aplican a todos, son una advertencia
para todos. Primera de Corintios 9, 16, porque
se anunció el Evangelio. No tengo de qué jactarme, no
tengo de qué gloriarme, es decir, es mi obligación. Si conozco
a Cristo, esta es mi obligación, porque me es impuesta necesidad,
pues hay en mí, si no anuncio el Evangelio. ¿Qué tipo de amigo
eres? ¿Qué tipo de familiar eres? ¿Qué tipo de seguidor de Cristo
eres? ¿Uno que ama a sus amigos lo suficiente para hablarles
acerca de la eternidad? ¿Para hablarles acerca de su
destino eterno? ¿O uno que sólo se ama a sí mismo
y se deja vencer por su miedo, por la incomodidad, por su pecado? Ahora, un comentario final. Para
cualquier persona que esté escuchando o viendo esta transmisión sin
conocer a Cristo, este mensaje claramente ha sido una exhortación
a personas que conocen a Cristo para hablar con quienes no lo
conocen. Pero si tú no lo conoces, te hago la pregunta, ¿cuántos
años llevas huyendo de tu Creador? ¿Cuántos años llevas haciendo
caso omiso de sus advertencias, caso omiso de las predicaciones,
de las personas en tu vida que te hablan de Cristo, tal vez
caso omiso de la persona que te compartió esta liga y que
por casualidad Dios te hizo notarla y entraste y estás escuchando
acerca del Salvador, acerca de la única esperanza de vida eterna,
la única esperanza de tener una vida que no sea arruinada por
el pecado? ¿Cuántos años tienes esperando el momento indicado
para buscar a Dios? El momento más conveniente para
entregarte a Él. Dios te ha mandado en estos días
una advertencia, muchas advertencias. Todo el mundo está bajo advertencia.
Has recibido advertencias que no has podido ignorar. Una advertencia
única en tu vida. Entonces yo te pregunto, si no
es ahora, ¿cuándo? Vamos a orar. Padre, te damos gracias por la
claridad de Tu Palabra. Señor, te pedimos perdón por
todas las veces que nos hemos avergonzado de Cristo, todas
las veces que hemos callado. Reconocemos, Señor, que hemos
cedido al temor en muchas oportunidades. Te rogamos, Señor, que apliques
Tu Palabra a nuestras vidas. cambia nuestro corazón. Señor,
si hemos sido estas personas que hemos excusado nuestro pecado,
que hemos puesto excusas, que hemos dicho a nuestras conciencias,
hoy no, ahora no, que hemos herido ante la incomodidad, te rogamos
que nos cambies, Señor, que nos llenes la boca de tu palabra,
de tu mensaje, que seamos esas personas en las vidas que nos
rodean, que insisten siempre, que llevan siempre el mensaje,
Que importunan, Señor, con la verdad de Tu Palabra, con la
esperanza eterna que hay en Cristo. Señor, ayúdanos. Te rogamos,
Señor, humildemente que Tu Palabra no te vuelva vacía, que tenga
un impacto en nuestras vidas. Ayúdanos, Señor, a cumplir con
este mandamiento. Ayúdanos a no ser cobardes. Ayúdanos
a hablar de nuestro Rey. Te pedimos todo esto, Señor,
en el nombre de Cristo Jesús. Amén.
Si no ahora, cuando
Series Corona Virus Covid19
Todos conocemos personas que no conocen a Cristo. ¿Si ahora no es el tiempo para hablar con ellos, cuando?
| Sermon ID | 420201629117616 |
| Duration | 38:52 |
| Date | |
| Category | Bible Study |
| Bible Text | 1 Corinthians 9:16 |
| Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.