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Por favor, hermanos y amigos, abran sus Biblias en Colosenses capítulo 3. Colosenses capítulo 3. Y hoy vamos a estudiar solamente el versículo 15. Y es lo único que vamos a leer antes de orar. Colosenses 3, 15 dice la palabra del Señor en la nueva versión de las Américas. Que la paz de Cristo reine en sus corazones. A la cual en verdad fueron llamados en un solo cuerpo y sean agradecidos. Vamos a orar, hermanos. Señor, una vez más nos doblegamos delante de ti en reconocimiento de que dependemos totalmente de tu gracia para hacer tu obra, para aplicar tu palabra y también para exponerla. Queremos cada uno de nosotros oír lo que tú tienes que decirnos y, oh Señor, que nuestros corazones ardan mientras tú nos hablas. Que esta palabra venga a ser eficaz al traer convicción de pecado, al animar el corazón a la obediencia, Que sea un medio que tú uses para santificarnos y conformarnos más a nuestro Señor Jesucristo. Es en Él que te lo pedimos y para que Él sea el que reciba toda la gloria. Amén. Como muchos de ustedes saben, hermanos, en Isaías capítulo 9, una profecía mesiánica, se nos da donde al Señor Jesucristo, entre otros nombres, se le da el título o el nombre de Príncipe de Paz. Él es el príncipe de paz. El Señor con su gran poder, con su poder eficiente, ha obrado en el corazón de muchos que estamos aquí reunidos, que por años fuimos enemigos de Dios, que por años fuimos rebeldes. Hoy le servimos al Señor de corazón. Hoy estamos dispuestos a escuchar su palabra porque hay un deseo sincero de obedecer esa palabra. Eso es fruto de que Él, como Príncipe de Paz, vino con poder y transformó nuestros corazones, subyugó nuestros corazones rebeldes. Les ha dado ahora la disposición obediente cuando antes no era así, cuando por naturaleza no era así. Pero no diríamos que es de esperarse que un príncipe como ese, llamado Príncipe de Paz, tenga súbditos que también reflejen ese espíritu pacificador de su gran Príncipe Jesucristo. No debería ser que tú y yo seamos personas conocidas en todo ámbito donde nos movemos, como personas que promueven la paz, como personas que tienen una disposición perdonadora, como personas que realmente reflejan el carácter de nuestro Señor, que se ven ellos lo que es, bienaventurados los pacificadores. Eso es lo que debería esperarse, ¿verdad? pero miramos el cuadro de la historia de la iglesia y aún en nuestro propio tiempo las iglesias y vemos mucha guerra no tanto la guerra espiritual que debemos librar a diario contra nuestro enemigo el diablo sino guerra entre los mismos súbditos del príncipe de paz la sangre corre por los pasillos de las iglesias locales porque hay guerra muchas veces entre los hermanos porque hay guerra de la que el mismo santiago en santiago 4 tiene que preguntar de dónde vienen las guerras y pablo tiene que decir que no vayan a devorarse unos a otros en gálatas porque hay guerra entre nosotros hay guerras de iglesia contra iglesia ministerios contra ministerios siervos de dios contra siervos de dios es como si un príncipe fuera dirigiendo un gran ejército a la lucha contra un enemigo y cuando el príncipe dice a la batalla mira hacia atrás y lo que ve es un baño de sangre a sus soldados con cuchillos sangrientos porque mientras él los iba dirigiendo ellos se iban atacando unos a otros ese es el cuadro que vemos hoy yo pienso que si fuera a escribirse un nuevo libro en la biblia un nuevo profeta que el señor enviara quien sabe si el primer capítulo empezara diciendo espantados cielos y desolados tierra que mi pueblo mi pueblo se mata el uno al otro no hay paz entre los súbditos del príncipe de paz como ya leímos ustedes saben que el tema es la paz pero la paz específicamente que Cristo quiere que reine en cada uno de nosotros individualmente en cada una de sus iglesias para que glorifique al príncipe de paz permítame brevemente recordarle lo último que vimos hace dos semanas y fueron los versículos 12 al 14 donde Pablo nos exhorta a ponernos algo luego de habernos exhortado ya en los versículos 8 y 9 a quitarnos algo En los versículos 8 y 9 nos exhortó a quitarnos la ira, a quitarnos el enojo, la malicia, los insultos, el lenguaje ofensivo, como quien se quita una ropa vieja porque Cristo ya nos ha transformado y ahora nos ha dado un nuevo hombre, un nuevo ser Y en los versículos 12 al 14 que estudiamos la última vez, se nos exhorta ahora, luego de habernos quitado aquellos pecados, a ponernos aquel ropaje espiritual que nos asemeja a Cristo, que nos pongamos, que nos vistamos de tierna compasión, de bondad, de humildad, mansedumbre, paciencia, y que nos soportemos y nos perdonemos unos a otros. Y ahora vamos a estudiar únicamente el versículo 15. ¿Y qué tiene que ver el versículo 15 con los versículos 12 al 14 que ya vimos la vez anterior? Tiene mucho que ver, hermanos, porque estas dos exhortaciones que encontramos en el versículo 15 son parte de ese ropaje espiritual que también debemos ponernos. Además de la humildad, la bondad, la compasión, el Señor también quiere que nos pongamos, que nos revistamos de paz y que nos revistamos de un espíritu de gratitud. La paz es uno de los frutos del espíritu, recuerden en Galatas capítulo 5 se menciona El amor, gozo, paciencia, bondad, se menciona la paz también Es una de las características de los hijos de Dios Pues entremos de lleno entonces al versículo 15 que vamos a estudiar hoy Viendo la primera de las dos exhortaciones Que empieza diciendo que la paz de Cristo reine en sus corazones La paz. ¿Qué es la paz? Muchos entienden por la paz como la carencia de guerra. Cuando dos naciones hacen la paz es que ya no están en guerra. Y es verdad, se levanta esa banderita blanca como no tiempo de antes. Para otros, paz es tranquilidad. Yo quiero paz en mi hogar. Quiere decir, yo quiero tranquilidad en mi hogar. No quiero pleitos, no quiero discusiones, no quiero enemistades. ¿Han conocido a alguien que se llama Irene? Es un nombre de mujer, ¿verdad? Bueno, Irene es la palabra griega que se traduce paz. Irene significa paz, significa bienestar, significa también armonía. En su forma verbal, que es ireneos, quiere decir vivir en armonía. Pablo habla aquí de una paz muy específica, sin embargo. Él habla de la paz de Cristo. No la paz que Cristo experimenta. Nosotros no podemos hacer nada con respecto a eso. Sino la paz que procede de Cristo. La paz que concede Cristo. La paz de la cual Él le dijo a sus mismos discípulos, mi paz os dejo, mi paz os doy, yo no la doy como el mundo la da. Jesús nos ha dado esa paz. La paz que el mundo da es una paz pero circunstancial. Eso quiere decir, especialmente niños, si no me entienden con eso, una paz que depende de cómo nos van las cosas. Una paz que depende de cómo te va en la escuela. Una paz que depende de cómo a papi le va en el trabajo o a mami. Una paz que depende si estoy saludable o no. El mundo, eso es lo que entiende por paz. Es una paz muy efímera. Es una paz como un sube y baja, como un roller coaster, kids. Sube y baja. La paz que Cristo da no es así, porque la paz que Cristo da está fundada en primer lugar en su ser glorioso y también está fundada en su obra perfecta. Y la paz que Cristo nos da es una paz que tiene tres dimensiones. Tiene una dimensión vertical, una dimensión horizontal y una dimensión interna. Y vamos a hablar brevemente de cada una de esas cosas para entender de qué paz es que la Biblia nos habla en general y de qué paz específicamente aquí se nos está hablando. La paz que Cristo da tiene por un lado una dimensión vertical, una dimensión que tiene que ver con nuestra relación con Dios. Romanos capítulo 5, versículo 1, habiendo sido justificados por la fe, tenemos paz para con Dios. Eso es vertical, tiene que ver con nuestra relación con Dios. Todo aquel que esté sentado aquí, que está en Cristo, tiene paz con Dios, por la obra perfecta de Cristo. Tiene paz con Dios por medio de la fe. También tiene una dimensión horizontal, es decir, una dimensión que tiene que ver con esa paz entre los demás, con las personas, paz unos con otros. Cuando Cristo nos salva, nos hace, pacificadores. Es una de las características de los súbditos de su reino. Bienaventurados los pacificadores. De ahí que el creyente es una persona que se conoce por estar en paz con los demás. No solamente que tiene paz con Dios. Esa paz con Dios yo no la veo. Tú no la ves. La eficacia de esa realidad espiritual, de que hemos sido reconciliados con Dios, se ve en la práctica, por medio de esa paz que el Señor obra en nosotros, que nos afecta el trato que tenemos con los demás. En Efesios 4, 3, hablándonos de esa paz en su dimensión horizontal, dice, esforzándose por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Es una paz con respecto a la cual podemos hacer algo. Y tiene también una dimensión interna. Ustedes conocen muy bien que después que en Filipenses 4-6 se nos llama a que en vez de estar afanosos, más bien convirtamos ese afán en oración y confiemos en el Dios a quien oramos, el Todopoderoso, Él promete como respuesta a esa confianza en Él, darnos una paz que sobrepasa todo entendimiento. Filipenses 4-7. Esa es una paz que experimentamos en lo más profundo de nuestro ser, que nuestras almas experimentan. Y aunque el énfasis de nuestro texto, como deben imaginarse ya solamente por leerlo y tomar en cuenta el contexto, el énfasis es la dimensión horizontal de la paz, ciertamente podemos decir que todas esas cosas que hemos mencionado, todas esas dimensiones de la paz en el creyente están interrelacionadas interconectadas en este texto que se nos manda a tener paz o asegurarnos de que la paz gobierne nuestros corazones porque hermanos y amigos la paz que tenemos con Dios por medio de Cristo nos lleva a descansar en el amor de Dios independientemente de nuestras circunstancias lo cual a su vez genera en nuestros corazones una paz y una tranquilidad que afecta la manera en que nos relacionamos con aquello que nos rodea El hecho de que un creyente sabe que a pesar de que haya perdido el trabajo, que a pesar de que le hayan diagnosticado de cáncer, él está en paz con Dios. Eso afecta su actitud. Eso afecta la manera en que él trata a los demás. Él no es un amargado, aburrido que anda por ahí queriendo ahorcar a cualquiera que se le presente por delante. Un creyente, sin embargo, que no vive en el gozo de saber que ha sido declarado justo a base de la justicia de Cristo y que por lo tanto tiene paz con Dios un creyente que no vive deleitándose en esa realidad y gozándose de ella y que en vez de confiar en Dios vive afanado ese creyente andará tenso andará irritable y explotará ante la más mínima provocación y no exhibirá un espíritu de paz menciono esto porque aunque el énfasis va a ser la paz en su dimensión horizontal, quiero que entendamos también que todas estas dimensiones de la paz desempeñan un papel muy importante en la vida del creyente, en todos los sentidos. Pero como dije en nuestro texto, Pablo nos exhorta a hacer algo con esa paz que Dios nos ha dado. Y hacer algo con esa paz que nos va a afectar en la manera en que nos relacionamos con los demás. La exhortación es la siguiente, leamos de nuevo. Que la paz de Cristo reine en sus corazones. Que la paz de Cristo reine en sus corazones. Es un llamado a la acción aquí. Esto no es ni es un llamado a orar, aunque indirectamente o por implicación, obviamente hay que orar, porque quién puede hacer esto en el corazón suyo si no es por la gracia de Cristo. pero se nos llama a nosotros a ser diligentes en este sentido que la palabra de cristo reine y aunque no lo parezca hermanos literalmente en griego cuando dice que reine lo que dice es que ejerza la función de un árbitro pero los traductores han hecho bien al traducir lo que reine o que gobierne en otras versiones porque no tendría sentido si se traduce que la paz ejerza la función de un árbitro en el corazón, en vuestros corazones, sonaría rarísimo y qué bueno que nos lo tradujeron así. Bueno, dice que ejerza la función de un árbitro, es la idea, es decir, que controle, que dirija, que ejerza una influencia dominante en sus corazones, que así obre la paz de Cristo en ustedes. para llevarlo en una manera más simple de entender lo que quiere decir hermanos que lo que nos está diciendo Pablo es que cuando se agiten los pensamientos y las emociones en nosotros por haber sido provocados que la paz como un árbitro se interponga entre los dos y digo un momentito pasiones carnales que quieren reaccionar pagando mal por mal tranquilícense mira el ejemplo de Cristo síguelo un árbitro en el corazón. Así debería actuar la paz. Cálmate alma mía, no debes decir la paz a nosotros. Recuerda que tienes paz con Dios a través de Cristo y no te olvides de que Él te ha hecho un pacificador. Pues olvídate de esos pensamientos, de decirle eso que le vas a querer decir a esa persona para herir su corazón. No, no vayas a aplastar a esa persona. No vayas a herirle con ese comentario. No, no, no le vuelvas a recordar lo que ya le perdonaste. Lo que vas a hacer es abrir la llaga que ya se está curando. No lo hagas. Perdona al ofensor y procura en lo que dependa de ti la paz y la armonía. Que así ejerza la paz un dominio y la función de un árbitro en el corazón tuyo, dice Pablo. Hermano, nosotros somos responsables. Por lo que aquí se nos dice, se nos hace responsable a nosotros. de lo que va a suceder en nuestros corazones cuando somos provocados, cuando somos heridos. Es un llamado a que no cedamos a la presión del deseo carnal que a veces se puede despertar en uno de querer pagar mal por mal. Que no dejemos que lo que nos controle sea nuestro anhelo por ser vindicado. porque van a salir muchas palabras por nuestras bocas. Ahora, fíjense en el ámbito específico en el que Pablo nos llama a ejercer este control, o a que la paz ejerce ese control, ese reinado poderoso, esa influencia de árbitro, es en nuestros corazones. El texto dice que la paz de Cristo reine en sus corazones. Como ustedes saben, muchos de ustedes, el corazón en la Biblia es una referencia al asiento de nuestro ser, el asiento de nuestras emociones, de nuestros pensamientos, de nuestra voluntad. Es decir, el asiento de esas tres facultades que Dios nos ha dado cuando nos creó. El entendimiento, la voluntad y las emociones. Pues al Pablo exhortarnos diciendo que la paz de Cristo reina en sus corazones, es otra manera de decirnos que la paz de Cristo ejerce una influencia dominante, controladora en sus mentes, en sus voluntades y en sus emociones. Para ser más específico. Y veamos brevemente cada una de estas cosas. que ejerza una influencia poderosa en nuestro entendimiento primero, la facultad principal, la que debe llevarnos a nosotros a entender lo que la voluntad de Dios dice, actuar conforme a ella, etcétera. Eso quiere decir, hermanos, que la paz debe dominar nuestros pensamientos y por eso debemos orar, Señor, que tu paz, la paz que tú das, que no da como el mundo la da. sea lo que controle mis pensamientos. Que yo piense en cómo fomentar la paz. Que en eso sea lo que yo piense, aun cuando sea provocado. ¿Cómo puedo yo fomentar la paz? Aunque no lo logre. ¿Cómo puedo yo evitar lo que fractura la paz? En cualquier ámbito, personal, familiar, laboral, eclesiástico. que también al ejercer un dominio sobre nuestras mentes eso nos lleve la paz de cristo nos lleve a meditar en el ejemplo que cristo nos dejó el ejemplo de ser pacificador en lucas 9 53 el 55 encontramos un relato donde los discípulos al ver que ciertos individuos no lo recibieron a ellos los rechazaron reaccionaron de cierta manera y se le acercaron al señor con una pregunta Y dice, pero no lo recibieron porque sabían que habían determinado ir a Jerusalén. Al ver esto, sus discípulos Jacobo y Juan dijeron, Señor, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo y los consuma? ¿Qué petición? Una petición que puede quizás cualquiera decir, oh, pero qué celoso por la gloria del Señor. Quieren que sean consumidos para que se les muestre la gran afrenta que han cometido. Pero Él, el Señor, volviéndose, que quiere decir dando la vuelta, los reprendió y dijo, ustedes no saben de qué espíritu son. Ustedes ven cómo la petición reveló algo de la actitud de su espíritu. Porque el Señor, que es Príncipe de Paz, transforma nuestras almas. Nos da una nueva disposición. Pero aún hay pecado remanente en nosotros. Ustedes no saben, o como si fuera que dijeran, ustedes ni entienden cuál es la actitud que ustedes están exhibiendo. Ustedes no entienden las implicaciones de lo que ustedes acaban de pedir. Así debe la paz de Cristo dominar en nuestros pensamientos. Ahí es que empieza. Ahí es que empieza la batalla en nuestros pensamientos. Pero mira lo que te dijo y tú te vas a quedar callado. ¿Por qué no le muestras que ya estás harto o harta de por años haber sido sometido a ese tipo de maltrato? ¿Por qué no le muestras con tus palabras quién realmente tú eres o con tu silencio? Trata el silencio también. El silencio le va a decir algo. Pero también debe ejercer un dominio sobre nuestras voluntades. Es decir, que la paz de Cristo produzca en nosotros una disposición pacificadora. que siempre estemos más dispuestos a perdonar que a vengarnos a dejar el señor la venganza porque él ha dicho mi es la venganza yo pagaré que seamos prontos a animar también a los demás a que procuren la paz, porque hay personas que vendrán donde nosotros y abrirán sus corazones, que necesitan guía, etcétera. Bueno, animemos a ese hermano con las escrituras para que promueva la paz y para que contribuyamos también a la armonía en medio del pueblo de Dios. También las emociones deben estar bajo el dominio de esa paz de Cristo, para que calmen nuestras emociones cuando estas se agiten. para que sane nuestras heridas, para que esta paz controle de tal modo nuestras emociones, que nos permitamos que estas tomen la rienda. Lo peor es cuando nuestras emociones toman la rienda, porque se nubla el juicio, no entendemos nada. Lo único que hacemos es que en vez de actuar, reaccionamos. Y eso es muy peligroso. Porque cuando reaccionamos, lo que hacemos muchas veces es que actuamos sin reflexión. No pensamos en lo que vamos a decir, en cómo va a afectar al corazón de aquel a quien se lo diga. Solamente decimos o actuamos en el momento según yo me siento. A todo nos pasa, ¿verdad? A todo nos pasa. Pues, hermano, la exhortación de nuestros textos realmente, ya que es en el ámbito del corazón, es un llamado a cumplir lo que Proverbios 4.23 nos llama a hacer, que es a guardar, sobre toda cosa guardada, a cuidar, sobre todos los cuidados, el corazón. corazón porque de ahí de el man a la vida es decir según el corazón es así será la vida como de ese corazón que es la fuente de tu vida y de mi vida debemos cuidarlo para que lo que salga de ahí sea puro sea santo y exhibe ese espíritu y actitud pacificadora que el señor quiere que exhibamos pero hagámoslo muy vigilantes y en dependencia absoluta del señor porque al tratar con nuestros corazones y al cuidarlo estamos cuidando una parte muy peligrosa y muy engañosa. Jeremías 17, 9, más engañoso que todo es el corazón y sin remedio. Nuestros corazones nos sugerirán en su pecado, nos sugerirán soluciones para cómo tratar discordias, nos sugerirán muchas maneras de cómo tratar con el esposo, con la esposa, con los hijos. Muchas veces no van a ser sugerencias piadosas. El texto dice, sin embargo, que la paz de Cristo reine, gobierne en sus corazones. Pero Pablo ahora añade en el texto también algo que yo he titulado el fundamento de esta exhortación. ¿Por qué es que Pablo nos está llamando a hacer esto? Dice, a la cual, en verdad, fueron llamados en un solo cuerpo. Este a la cual hace referencia a la paz de la que acaban de hablar. Es decir, que la paz de Cristo ejerce un dominio sobre sus corazones y esta paz que debe ejercer ese dominio es la paz a la que Dios les llamó a ustedes. No es algo nuevo. Ustedes están llamados, al igual que yo, a vivir en paz, a vivir en armonía. llamados a tener paz unos con otros. Dice en 2 Corintios 13, 11, Por lo demás, hermanos, regocíjense, sean perfectos, confórtense, sean de un mismo sentir, vivan en paz, y el Dios de amor y paz estará con ustedes. En 1 Pedro 3, 11, Apartense del mal y haga el bien. Busque la paz y sígala. Otro esfuerzo diligente por buscar la paz y en el contexto de la paz unos con otros. Romanos 14, 19 también. Así que procuremos lo que contribuye a la paz y a la edificación mutua. La exhortación de la primera parte del versículo 15, que la paz de Cristo reina en sus corazones, se debe a que la paz a la que el Señor nos llama es una paz que debe ejercerse en el corazón. Porque es una paz que debe ser sincera. Eso es lo que también implica eso de que sean el corazón. No una paz manipulada. ¿Usted sabía que hay paz manipulada también? Hay paz que puede ser fruto del temor y la intimidación. Todo el mundo tranquilo. Y eso se interpreta como paz. Imagínate que tú vas a la casa de un hermano, un amigo que te invita. Primera vez que vas, supongamos que tienes cinco hijos de diferentes edades, entre ellos adolescentes, llega la hora de comer, todos sentados a la mesa, comen, tú hablas con los hermanos, con el esposo y la esposa, pasan un buen tiempo, disfrutas, te edificas. Mientras vas manejando de camino a tu casa, piensas, wow, pero qué ambiente más pacífico, qué ambiente más tranquilo. jóvenes hasta de adolescentes, calladitos, sentados a la mesa. Los niños también muy calladitos y tranquilos. ¡Ay, qué esposa con ese espíritu sumiso y tranquila! Casi ni habló. Ella no fue la voz cantante en la escena. Tranquilita. Y no te había dado cuenta hasta enterarte unos meses después. que en ese hogar lo que se vivía era un régimen dictatorial por causa de ese esposo abusivo que no dejaba ni a la esposa hablar porque ella no podía decir nada simplemente porque inmediatamente le daba una patada por debajo de la mesa para callarla y los hijos ya tenían cicatrices literalmente tanto en su cuerpo como en sus almas de los malos tratos verbales que habían sufrido ya por simplemente en lo que interpretaba el cuestionarle su autoridad. Lo que parecía paz, en verdad no era paz, sino más bien un cuadro de un régimen dictatorial en ese hogar. Esa no es la paz bíblica. Esa no es la paz bíblica. La paz bíblica es fruto del amor y en primera de Juan dice que el amor echa fuera el temor. Pablo añade al final de esta exhortación lo siguiente, a la cual en verdad fueron llamados a esa paz, oigan ahora, en un solo cuerpo, es decir, en la iglesia local, somos llamados a ejercer esa paz, por eso le decía que el énfasis es la dimensión horizontal, eso es el énfasis del texto. Esta paz que debe reinar en nuestro corazón y a la que Dios nos llama, debe practicarse en el contexto de la iglesia local, en un lugar como este y aun cuando no estemos en este lugar, porque seguimos siendo iglesia aunque no estemos aquí reunidos. La exhortación no es únicamente cuando nos reunamos en los cultos, es también cuando nos llamemos por teléfono, cuando nos enviamos mensajes por texto, cuando nos veamos en el supermercado. Toda esa paz de Cristo que debe reinar, y en nuestra relación unos con otros, debe verse en nuestra interacción unos con otros. Esta paz aquí no es una mera experiencia interna que yo disfruto haciendo mi devotional tranquilo, sentado en mi casa, en privado. No, no, no. Es una paz muy práctica. Es una paz que debe ejercer una influencia poderosa en nuestros corazones para que cada uno de nosotros pueda contribuir a la unidad del cuerpo. El texto dice un solo cuerpo. Y uno dirá, pero Pablo, ¿por qué tú tienes que decir un solo cuerpo? Claro que sabemos que es un solo cuerpo. El énfasis es para que recordemos que un cuerpo está unido completamente. Tiene diferentes miembros, pero es un solo cuerpo, no son varios cuerpos. En una iglesia no debe haber varios cuerpos, sino uno solo. Y ese es el énfasis de la exhortación. Que la paz de Cristo reine en vuestros corazones a la cual fuiste llamados en un solo cuerpo. Esa es la primera exhortación. La segunda, más brevemente, es cuando él concluye diciendo, y sean agradecidos. Es otra exhortación. Sean agradecidos. Seda agradecidos, en las otras versiones. Dice, que tengamos, en lo que quiere decir Pablo, obviamente, que tengamos un espíritu de gratitud hacia Dios y hacia el prójimo. No únicamente que digamos la palabra gracias, porque hay mucha gente que se conforma con simplemente decir gracias, y no le ha pasado que a veces uno dice gracias y ni se dio cuenta si la dijo. Porque estamos tan acostumbrados a decir gracias cuando alguien nos da algo que nos asombra, ¿verdad? Hace muchos años estaba en una conferencia, lo que sea del trabajo, y estaban hablando del servicio al cliente. Y una señora contó de que ella fue a una tienda una vez, y mientras estaba en fila esperando que atendieran a los clientes que estaban delante de ella, ella notaba que la cajera le daba los productos y no abría su boca para decir gracias. Cuando le llega su turno, ella fue lo suficientemente valiente para decirle a la cajera, oye, pero ¿no vas a decir gracias? Dice ella, pero ya está escrito en el recibo. Así que ahí la remató. ¿Ustedes no creen entonces que nosotros, como hijos de Dios, deberíamos ser conocidos por ser personas agradecidas? Claro que sí. Una de las características de los impíos en Romanos capítulo 1 es que son ingratos. Son ingratos. Cogen su desayuno, se lo bajan, cogen su almuerzo, su cena. No hay en ningún momento pensamientos de Dios en sus mentes. como para decir gracias señor por tu misericordia porque muchos hoy tienen las bocas secas y los estómagos pegados a la espalda del hambre y yo estoy aquí comiendo este manjar no hay que darle gracias a dios porque obviamente según lo ven ellos esto es fruto de mi esfuerzo soy yo que me fajo sudando en la factoría trabajando duro para que yo pueda tener este pan en mi mesa esto no tiene nada que ver con dios esa es la actitud del impío nosotros los cristianos, por obra de Cristo, no podemos actuar así. El creyente se distingue por tener un espíritu de gratitud, no porque seamos mejores, sino por la obra de Cristo en nosotros. Ahora, una pregunta que uno debe hacerse es, ya que esto se encuentra en este versículo 15 que nos acaba de hablar o exhortar a la paz, ¿qué relación existe entre esa paz que debe gobernar nuestros corazones y la gratitud, o espíritu de gratitud al cual se nos llama aquí? Bueno hay cierta relación según yo veo una persona agradecida a Dios porque reconoce que es pecador y que todo lo que tiene procede de él generalmente exhibirá un espíritu lleno de gozo que impactará a aquellos que le rodean y esa traerá también en el paz muy contrario a una persona ingrata para con Dios por estar inconforme con las limitaciones que Dios le ha impuesto en su soberanía se molesta cuando ve a alguien que lo sobrepasa específicamente en esas áreas en la que él es débil y en vez de reconocer la soberanía de Dios y someterse a ella más bien se irrita contra aquel a quien Dios lo ha hecho sobresalir y lo ha empezado a eclipsar entonces eso tiene mucho que ver esa paz del corazón, que viene primero de que estoy en paz con Dios, de que él ha obrado en mi corazón y me ha dado esa disposición, y una paz que también sobrepasa todo entendimiento porque yo confío en su soberanía. Yo tengo que estar en paz con todo el mundo y tengo que estar agradecidísimo por su misericordia. Una persona que tiene un espíritu de gratitud para con Dios, valorará más, valorará el más mínimo favor que reciba de la mano de Dios. Porque reconocerá humildemente que todo lo que tiene de este lado del infierno es misericordia pura. Como dijo alguien. Cito al comentarista Barnes, no me acuerdo el nombre ahora. Cito, no hay nada que tienda a promover más la paz y el orden que la gratitud a Dios por sus misericordias. Una persona a quien tú ves constantemente diciendo gracias al Señor por esto, gracias al Señor por otro, reconociendo la bondad de Dios, la misericordia de Dios, la compasión de Dios para con él, al reconocer su indignidad, será una persona llena de gratitud. Será una persona muy agradecida en vez de ser una persona amargada y en vez de ser una persona quejosa o una persona exigente. Será agradecido. Para concluir, A la luz de lo que hemos visto, voy a enfatizar cómo debemos nosotros aplicar la primera exhortación que hemos estudiado. Esforcémonos, hermanos, por obedecer la exhortación principal de nuestro texto, que la paz de Cristo reine en sus corazones. La paz que Cristo nos ha dado es una paz real, es una paz poderosa, ejerce una influencia poderosa en nosotros. Una paz llena de poder es el título del sermón, porque ejerce una influencia en nosotros. Pero esta no surge de forma natural, ni automática. A ti y a mí se nos llama a aclamar al Señor, porque sin Él nada podemos hacer. Y Él nos ha dicho, todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Bueno, busquemos esa fortaleza. porque para poder para que esta paz puede ejercer un dominio nosotros necesitamos de la influencia poderosa de su espíritu en nosotros recuerden que este es un fruto del espíritu así que como tenemos que esforzarnos para cultivar la humildad la bondad la mansedumbre que se nos llama que se nos dice que son frutos en galatas 5 también esta paz es una paz que en dependencia del señor debemos cultivar para que esta nos controle y me refiero ahora particularmente a esa paz en su dimensión horizontal. Porque en cuanto a la dimensión vertical, nuestra paz con Dios, ¿qué podemos hacer nosotros? Y eso está hecho. Y eso está hecho en Cristo. Nosotros no podemos venir a ser más justificados. Por lo tanto, jamás, mi hermano, se oigan de tus labios, ni en privado ni en público, la petición, Señor, justifícanos más cada día. santificarnos más cada día, es la petición. Pero la justificación es una obra una vez y para siempre. No necesita incrementarse, es perfecta. Está basada en la justicia de Cristo. Pero nuestro texto se nos llama, hermanos, a asegurarnos de que esta paz ejerza una influencia dominante en nosotros para que esto afecte nuestra relación con el cuerpo de Cristo. El llamado a la paz es un llamado que encontramos en varias partes de las Escrituras, especialmente en el Nuevo Testamento, como por ejemplo Hebreos 12, 14. Buscar la paz con todos es un imperativo, es un mandato del Señor que busquemos tener o estar en paz con todas las personas, con todos los hermanos. Romanos 12, 18, me gusta mucho un elemento de esta exhortación. En lo que dependa de vosotros, estate en paz con todos. ¿Oyeron la primera parte? En lo que dependa de ustedes. Y qué bueno que lo dice, hermano, porque seguro te ha pasado que tú has tratado de estar en paz con alguien y tú has hecho todo el esfuerzo, has orado al respecto, has leído las escrituras, has querido aplicar, lo has tratado con tu corazón, pero esa persona te sigue haciendo guerra. No vamos a llegar a nada. Pero tú tienes una buena conciencia que delante de Dios el Señor ha visto en ti un espíritu perdonador, pacificador, y que tú has orado por el asunto y has querido paz, y que las cosas se aclaren y se hagan bíblicamente. Pero si tú sigues recibiendo ráfagas de flechazos y de balas, ya eso tú se lo dejas al Señor. Ya eso es un asunto de, Señor, yo hice lo que tú me mandaste a hacer. He procurado ser un pacificador. pacificador hermanos contrario a tener un espíritu contencioso contrario a causar enemistades entre los hermanos o hacer que un hermano se enemiste del otro Vamos a aterrizar el avión. No estoy usando esta manera de hablar como para hablar que ya estoy terminando, aunque estamos en las aplicaciones y es verdad que estamos por terminar. Quiero decir, vamos a aterrizarlo en el sentido de, vamos a llevarlo de lo teórico a tu vida y a mi vida ahora, con algunas preguntas. Hermano, eres una persona que se conoce como una que siempre procura promover la paz. que siempre procura promover la paz. Promover la paz, querer promover la paz no es ser ingenuo y negar la realidad de que hay un problema, o la realidad de que hay problemas de carácter, o la realidad de que hay una situación que no podemos negar. Eso no tiene nada que ver con... Eso pongamos a un lado. Somos conocidos por promover la paz. Una vez leí en un libro, y era secular, Y decirle al individuo en una manera muy práctica y clara, cada vez que tú te pongas de pie en tu casa, cada vez, o en la oficina, cada vez que tú te pongas de pie después de haber estado en un sitio por cierto tiempo, y te vas de ese sitio, mira hacia atrás, si casi siempre hay un reguero, un desorden, tú eres una persona carente de disciplina. Ese es un patrón. que tú antes de irte no organizas, sino que lo sueltas sin indiferencia a todo el que venga después, indiferencia. No, no, no. Y uno debe preguntarse entonces, tomando esta como analogía, hermanos, cada vez que nosotros nos vamos de haber tenido una conversación con alguien, generalmente hablando, en esa conversación promovimos paz, o incentivamos enemistad. ¿Dejamos a las personas en armonía o las dejamos tensas por la manera en que les hablamos o tratamos con ellos? ¿Promueven nuestras conversaciones la paz entre el pueblo de Dios o promueven la separación entre el pueblo de Dios? ¿Cuántas de tus amistades hoy están en ruinas? Eran amistades muy buenas y muy fuertes, hoy en ruinas. Con mucha percepción y razón, un puritano que ni me acuerdo quién fue, hace mucho leí que decía, la peor enemistad es aquella que se edifica sobre las ruinas de un amor. Tristemente, pero eso pasa en este mundo caído. Pero la pregunta es esa. ¿Cuántas de tus buenas amistades hoy yacen en ruinas? ¿Cuántos de tus buenos amigos han terminado convirtiéndose en fuertes enemigos? Y yo no estoy hablando por tú ser fiel a la palabra, o por tú ser fieles a sus almas. Estoy hablando por imprudencias nuestras, por insistencias innecesarias nuestras, por terquedad nuestra, por orgullo nuestro. Por hablar con asperidad en vez de con amor, ¿Y por qué ha sido así? ¿Por qué ha sido así? ¿Siempre por culpa del otro? ¿O han sido las actitudes de nuestro corazón que han contribuido a que la paz que antes se experimentaba se torne en guerra? Llevando esto al ámbito del hogar, ¿hay paz entre tú y tu cónyuge? Generalmente hablando. La pregunta no es que si nunca hay desacuerdos. No, no, no. Que si nunca hay una discusión, aunque no se acaloraba, ni grito, pero una discusión. No. Pero generalmente hablando, en lo que se conocen entre ustedes, en lo que tratan y cómo tratan las cosas, puedes tú decir que hay paz entre ustedes. Yo no estoy seguro. Tú dirás. Fácil de determinar. Siéntate con tus hijos y pregúntales. Porque si los hijos van a tener que decir, bueno... Yo no sé qué pasa a veces cuando oigo el murmullo de que están ellos hablando. Se ve que es algo tenso a veces en la habitación. No distingo las palabras por la distancia porque no voy a pegar el oído tampoco. Por una cosa sí yo puedo decir que en las últimas semanas, cuando nos sentamos a comer, lo único que se oye es el tenedor chocando con el plato. Hay un silencio que me preocupa. Nosotros estamos llamados a ser pacificadores. Si la Escritura nos dice en Efesios capítulo 4, no se ponga el sol sobre vuestro enojo, lo cual quiere decir no termine el día sin antes haber resuelto la discordia o el desacuerdo que hay entre ustedes. No termine el día, resuélvanlo. Lo que pasa es que eso se acumula. Y lo que era una grieta se convierte en una pared casi por tumbarse. Mejor busquemos ayuda, busquemos guía humildemente reconozcamos hay un problema para que eso se resuelva para la gloria de Dios y para que no sigamos siendo un mal testimonio porque ese silencio sepulcrar en una mesa de dos creyentes que le hablan del evangelio a esos niños con almas inmortales a quienes debemos ser un testimonio no puede ser que haya esa discordia y ese silencio entre papi y mami porque no hay paz entre papi y mami ¿Con qué buena conciencia vamos a poder hablarles a ellos del príncipe de paz y la obra poderosa y suficiente y eficaz que él lleva a cabo en los corazones de los pecadores, transformándolos y llevándoles a tener una disposición perdonadora? Y cuando les toque a ellos, en su lectura de la Biblia, llegar a Mateo 5, en el sermón del monte, y lean, bienaventurados los pacificadores, dirán, papi, mami, ¿no son bienaventurados? Hermanos, esto es serio. Porque a veces hay cristianos que pueden tener problemas. ¿Y saben cuál es el peligro? Que pueden llegarse a acostumbrar a ese problema de falta de paz, carencia de paz en el hogar. No, no es lo normal. No es lo normal. En ese contexto es que nosotros debemos realmente exhibir y exhibimos quiénes realmente somos. Cuando le decimos bye bye a la visita y la puerta se cierra, cuando le decimos buenas noches en otro sitio y se cierra la habitación, ese es el verdadero esposo y la verdadera esposa, como realmente son ellos, es ahí que se ve. Es ahí que se ve quiénes realmente somos, cómo tratamos con el pecado, cómo tratamos con las discordias, cómo tratamos con los desacuerdos. ¿Hay una disposición y un deseo de realmente que las cosas cambien para la gloria de Cristo? ¿Hay paz entre nosotros y nuestros hijos también? o solamente reciben regaños, regaños, regaños, regaños. Nunca hay un reconocimiento de algo que hicieron bien. No hacen nada, absolutamente nada bien. Y en la iglesia, ¿cómo te llevas con tus hermanos en Cristo? Cuando yo hago la pregunta de cómo te llevas, eso se aplica a mí también. jamás piensen que yo estoy aquí diciendo a ustedes, no, no, no, vamos a cambiarlo mejor. ¿Cómo nos llevamos? Para no hablar tanto. ¿Cómo nos llevamos con nuestros hermanos en Cristo? Cristo es muy celoso de su cuerpo, de su iglesia. Él es muy celoso de la unidad y la paz en medio de su pueblo. Es aquí principalmente donde todos los esfuerzos, porque su paz reina en nuestros corazones, deben exhibirse. Porque hermanos, la unidad de una iglesia depende del nivel de madurez espiritual de cada uno de los miembros de esa iglesia. La unidad bíblica no se trata únicamente de que todos crean lo mismo como algunos piensan. Señora, hasta las sectas piensan lo mismo. La unidad se ve en el trato humilde, amoroso, mutuo que tenemos unos con otros. Ese es el contexto de muchos de los pasajes en la Biblia que hablan de la unidad y de la armonía. Cómo se lleva el pastor con sus ovejas, cómo se llevan las ovejas con su pastor, cómo se conocen, cómo interactúan unos con otros, cómo se relacionan, cómo se aman, cómo son amigos. y cómo los hermanos también se relacionan unos con otros, cómo se perdonan unos a otros, cómo tratan sus diferencias, cómo reconoce el hermano tal que la hermana tal le provoca tal cosa, entonces lo evito porque le va a provocar, aunque para mí eso no me provoca, pero el centro no soy yo, esa persona eso le provoca, eso es una debilidad que tiene, yo voy a tener cuidado con eso entonces. Esta unidad bíblica tiene mucho que ver con la manera de nosotros aplicar lo que la Biblia dice a nuestros propios corazones para poder promover la verdadera armonía cristiana en el trato de unos para con otros. Nuestro glorioso príncipe de paz, hermanos, es digno de ser glorificado por iglesias compuestas de hombres y mujeres en cuyos corazones reina la paz que Él nos ha dado para que con un solo cuerpo andemos en unidad y manifestemos así que Él es Señor y Salvador de nuestras vidas. Que ese sea el testimonio poderoso que le demos a este mundo de maldad. Un mundo lleno de odio, un mundo lleno de enemistad. Un mundo que no necesita que le den más razón para decir, la iglesia está llena de hipócritas. ¿Ustedes saben qué? Cuando la gente dice, la iglesia está llena de hipócritas, algún amigo que usted invite a la iglesia y le diga, la iglesia está llena de hipócritas, dígale, es verdad que en la iglesia hay hipócritas. Si es verdad que los hermanos a veces decimos, estamos bien y no estamos bien. A veces le decimos al hermano, voy a orar por ti, estoy orando por ti. Nunca oramos por ellos. Sí hay hipocresía, pero el Señor las perdona esa hipocresía y nos transforma para que seamos lo que debemos ser también. No le neguemos a lo inconverso, al que no conoce de la iglesia, que la iglesia es un hospital lleno de enfermos, creciendo por la gracia de Cristo y sanándose cada vez más hasta que lleguemos a la gloria. Mi amigo que está sin Cristo en esta mañana, Si Cristo no es tu Señor y Salvador, Él no es, por lo tanto, tampoco tu Príncipe de Paz. Y ese es un gravísimo problema que tienes, aunque tú no lo piensas y aunque quizá no lo entiendas. Porque esto quiere decir que no hay paz entre tú y Dios. Lo cual quiere decir, lo cual es lo mismo, que si no hay paz, entonces hay enemistad entre tú y Dios. Y hay un texto que en Romanos 8, 7, te lo voy a leer en otra versión para que entiendas mejor. Nuestra versión que generalmente usamos dice, la mente puesta en la carne. Y yo no quiero que tú digas, ¿cómo uno pone la mente en la carne de uno? Tú no vas a entenderlo así. A veces las traducciones quieren ser literales y se pierde el sentido. Oye esta versión que es clara. La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios. Eso es lo que quiere decir. La mentalidad, esa actitud pecaminosa con la cual nacemos es enemiga de Dios. Somos enemigos de Dios por naturaleza. ¿Cuál es una de las características de un enemigo que tú tengas? No te habla, no quiere ni mirarte, huye de ti, no quiere saber de ti, todo eso aplícaselo a Dios en tu relación con Dios. Tú no le hablas, tú no quieres saber de Él, te escondes de Él, lo detestas, no quieres que se te hable de Él. Eso es enemigo de Dios. Y todos nacemos así. Todos nacemos así. Y te digo mi amigo que si hay alguien que no te conviene tener como enemigo es a Dios, el Dios Todopoderoso. A nadie le conviene tener a Dios como enemigo. mientras seas su enemigo no sólo le ofendes sino que careces de verdadera y duradera paz no tienes paz con dios que sólo cristo puede darte cuando él te cubre con su justicia y te hace acepto delante del dios santo y dice por eso en romanos 5.1 justificados por la fe tenemos paz para con dios Es solamente poniendo tu fe en Cristo como el único suficiente salvador y su sacrificio perfecto que puedes ser declarado justo delante de Dios y por lo tanto disfrutar de paz con Dios. Pero hay un texto en Isaías 57, 21 sumamente aterrador. Dice Dios allí, no hay paz, dice Dios, para los impíos. Yo siento paz, pero dice Dios que tú no tienes paz. Pero yo siento paz. Dios dice que no hay paz para los impíos, para aquellos que no les temen. La paz que tú experimentas es solamente cuando no tienes problemas. Pero problemas vas a tener en esta vida. y vas a llegar a tener problemas, esos tipos de problemas que a muchas personas los llevan a quererse quitar la vida porque no soportan. Bueno, después de la muerte, es que este texto lo que dice se complica y se complica de una manera irremediable y por la eternidad. No hay paz, díjese mi Dios para los impíos. Por eso en Proverbios dice que en el corazón puede tener dolor aún en la risa. Pero el mismo libro, en Isaías, donde se nos habla de que no hay paz para el impío, también en una profecía de los sufrimientos de Cristo, en Isaías 53, nos dice lo siguiente, versículo 5. Él, Jesús, fue herido por nuestras transgresiones, molido por nuestras iniquidades. El castigo por nuestra paz, o el precio que se pagó para la obtención de nuestra paz, cayó sobre Él. y por sus heridas hemos sido sanados. ¿Entendiste ese lenguaje, esas palabras? Él es herido para el pecador ser sanado. Él es castigado para yo recibir paz. Todo aquel que confía en Él recibe eso. Mi amigo, deja de hacerle la guerra a Dios. No vas a ganar. Cristo es el príncipe de paz. Él se goza en reconciliar a enemigos suyos consigo mismo. Oigan eso. Por eso murió en la cruz del Calvario. Él sufrió sobre sí el castigo que los enemigos de Dios, como nosotros, merecen por nuestros pecados, para que al confiar únicamente en Él y arrepentirte de tus pecados, seamos hechos hijos de Dios y amigos de Dios. Sólo Él puede darte paz con Él, pues ve a Él hoy, amigo. y en él hallarás perdón, reconciliación. Dios vendrá no solamente a ser tu amigo, vendrá a ser tu padre también. Vamos a orar, hermanos. Señor, gracias te damos que en nuestra indignidad nos das el inmenso privilegio de considerar tu palabra. Señor, confesamos que este llamado a que la paz tuya reine en nuestros corazones es un llamado demasiado alto. por las propensidades egoístas y orgullosas de nuestros corazones, por la propensidad a nosotros querer vindicarnos a nosotros mismos y querer nosotros tomar la rienda y la justicia en nuestras manos. Señor, danos esa actitud para que nosotros reflejemos al príncipe de paz, especialmente en un mundo lleno de enemistad y de odio como el que vivimos, que podamos hacerse luz en medio de las tinieblas. Señor, ten misericordia de aquellos que son hoy tus enemigos. Tumba de sus manos todas sus armas. Ven a dominar esos corazones y subyúgalos para que se dobleguen delante de ti, reconociendo humildemente que están perdidos al ser enemigos del Todopoderoso Dios. Muéstrales, oh Señor, la misericordia, el amor, la gracia y la hermosura de Cristo. para que de Él se aferren por la fe y vengan a ser justificados, reconciliados y a conocer verdadera y perduradera paz. Es en Él que te lo pedimos. Amén.
Una paz llena de poder
Series Colosenses
Sermon ID | 41923203141280 |
Duration | 55:57 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Colossians 3:15 |
Language | Spanish |
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