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Así que les invito a que abran su Biblia en 1 Timoteo capítulo 1, el versículo 18 al versículo número 20. Antes de leer esta lectura e iniciar con la exposición, vamos a tener una breve oración poniendo las manos del Señor este momento. Amado Padre que estás en los cielos, te suplicamos tu bendición en este momento. Abre nuestros entendimientos para que podamos comprender tu palabra y posteriormente podamos vivirla para tu gloria y para tu honra. Guárdanos, Señor, de cualquier distracción. Bendice a tu iglesia y ayúdanos a ser una iglesia que ame tu palabra. Todo esto lo decimos en el nombre de tu hijo amado Jesús. Amén. Bien, leamos primera de Timoteo capítulo 1 versículo 18 al versículo número 20. ¿Tienen su Biblia abierta? Bien, dice así. Esta comisión te confío, hijo Timoteo, conforme a las profecías que antes se hicieron en cuanto a ti, a fin de que por ellas pelees la buena batalla, guardando la fe y una buena conciencia que algunos han rechazado y naufragaron en lo que toca la fe. Entre ellos están Imineo y Alejandro, a quienes he entregado a Satanás para que aprendan a no blasfemar. El apóstol Pablo le dio a Timoteo una última exhortación en este primer capítulo de esta carta. Y le dice, Timoteo, debes luchar por el Evangelio. Debes de emprender la batalla. Pero no es cualquier batalla. Es una batalla buena por el bien de la verdad. También el apóstol Pablo no quería que su hijo en la fe y colaborador en el ministerio, Timoteo, no fuera preparado para esta batalla. Esta batalla no es un picnic, sino una lucha a muerte, hablando espiritualmente. Por eso Pablo le ordena a su hijo en la fe, a Timoteo, que se prepare para un combate espiritual. Y le dice, pelea la buena batalla, Timoteo. En los versículos que hemos leído, el apóstol Pablo vuelve a retomar el tema que había iniciado en los versículos tres en adelante acerca de la urgencia de corregir algunas cosas que estaban poniendo en peligro la salud espiritual de la iglesia en Éfeso. Algunas personas estaban enseñando falsas enseñanzas. Y para enfatizar este problema, Pablo menciona a dos falsos maestros, a Emineo y a Alejandro, el cual se habían alejado del evangelio. Muchos comentaristas creen que estos dos hombres eran ancianos o pastores de la iglesia en Éfeso. Amados hermanos, el que Pablo mencione a estos dos hombres nos debe recordar de que nadie es inmune a la tentación de alejarse del evangelio. Y me incluyo a mí mismo. Ningún anciano, ningún diácono, ningún maestro y ningún miembro oficial de la iglesia está excepto de este llamado de atención. Por eso Pablo le dijo a Timoteo, y también se aplica a nosotros como miembros del cuerpo de Cristo, que debemos de luchar por el Evangelio. Después de un paréntesis que vimos en prédicas anteriores, específicamente en los versículos 12 hasta el versículo 17, donde Pablo escribe cómo nuestro Señor lo había alcanzado para salvación a pesar de haber sido un gran pecador. Y a la vez también evidenciando de esta manera que la salvación no es por obras, sino a través de la fe en la obra de nuestro Señor Jesucristo y no por el cumplimiento de un catálogo de normas. Luego de esa breve digresión, Pablo retoma en el versículo 18 el tema, como decía hace unos minutos, que había iniciado en los primeros versículos de este capítulo. En estos versículos que hemos leído, el versículo 18 al 20, que son los versículos que nos corresponde al día de hoy, el apóstol Pablo visualiza con claridad que la vida cristiana es una batalla, una guerra espiritual. y con la intención de hacernos ver que esta es nuestra realidad, él hace uso de un lenguaje militar. No sé si ustedes ya lo observaron. Por eso Pablo pasa a decirle a Timoteo que le ha dado una orden, le ha dado un mandamiento y que él debía de cumplir. No es una opción. Timoteo, debes iniciar a batallar contra los falsos maestros. Pero Timoteo debía mantenerse firme en esta guerra espiritual. De lo contrario, él corría el riesgo de no regresar. Amados hermanos, acaso no es esa la imagen que presenta la Biblia de todo creyente, no solamente de los oficiales de una iglesia. Acaso no es esa la imagen de guerra espiritual que la Biblia presenta a cada uno de nosotros, independientemente si eres pastor o no pastor, si eres diácono o eres un miembro oficial de la iglesia. Lamentablemente muchos creyentes tienen un falso concepto de la vida cristiana. Algunos creen que la vida cristiana es una vida de color de rosa, que todo será fácil en un momento determinado de la vida. Y ellos están esperando que llegue ese momento donde ya no va a haber problema y sólo será éxito, éxito, éxito y éxito. Pero la Biblia no presenta así la vida cristiana. Tan pronto somos alcanzados por la gracia del Señor para salvación, nosotros pasamos a formar parte del ejército de Dios. Y eso significa que a partir de ese momento nosotros tenemos como enemigo a Satanás. ¿Qué nos dice la palabra del Señor en el libro de Efesios capítulo 6, versículo 12? Porque nuestra lucha no es contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, con las fuerzas espirituales de maldad en las regiones celeste. Hermanos, si tú tienes luchas con tus hijos, con tus padres, o con tu esposo, tu esposa inconverso, o con tu vecino que te hace la vida de cuadrito. La Biblia dice que nuestra lucha no es contra sangre y carne, no es contra ese pariente, no es contra ese hijo, es contra el diablo y no olvides eso. Ahora, no te estoy diciendo con esto que vayas y le digas a tu esposo, o a tu esposa, o a tu vecino, o a tu hijo, o a tu jefe, que ahora entiendes el porqué de su comportamiento. Eso no sería prudente. Lo que tienes que hacer es predicarle el Evangelio y vivirlo para la gloria del Señor. Hermano, es necesario que el creyente tenga conciencia de la realidad de esta lucha espiritual. Es necesario que el creyente posea una visión realista. Hay que poner los pies sobre la tierra. Esta es nuestra vida cristiana. Es de lucha. Desde el momento en que abrimos los ojos en la mañana, Entiende que esta es la vida que tenemos en nuestro peregrinaje aquí en esta tierra. Y bajo este argumento, quiero exponer el sermón del día de hoy. Y por eso lo he titulado, Pelea la buena batalla. Y lo vamos a desarrollar a partir de tres encabezados. Uno, no pelees la mala batalla. Dos, lucha correctamente la buena batalla. Y tres, una buena conciencia. Bajo esos tres encabezados, vamos a desarrollar la prédica del día de hoy. Así que Timoteo, el hijo espiritual del apóstol Pablo, ahora es un soldado del ejército de Dios y recibe las órdenes de marcha. Quiero hacer uso de ese vocabulario que usa el apóstol Pablo acerca de la milicia. Las órdenes vienen a través del general del campo de Dios, es decir, el apóstol Pablo y del comandante en jefe del ejército Cristo, que es Dios mismo, y le dice esta comisión te confío. Versículo 18 Hijo Timoteo, conforme a las profecías que antes se hicieron en cuanto a ti, a fin de que por ellas pelees la buena batalla. Estas órdenes Están de acuerdo con la profecía hechas anteriormente sobre Timoteo. Ahora, esta expresión nos lleva a hacernos una pregunta. ¿De qué se profetizó sobre Timoteo? Casi sale de manera automática la pregunta. Lo primero que quisiera decir en este versículo es que Pablo confiaba en que Timoteo podía cumplir con esta tarea encomendada. ¿Por qué? Porque esta tarea está de acuerdo con el llamado que él había recibido por medio de estas profecías. Mucho se ha dicho acerca del significado de estas palabras. Algunos hablaban de alguna predicción futura y de padecimiento hacia Timoteo. Sin embargo, parece que la idea más próxima a esta expresión tenía que ver con el momento en que Timoteo fue encomendado a la labor ministerial. Note lo que nos dice primera vez Timoteo capítulo 4 versículo 14. No descuides el don espiritual que está en ti, que te fue conferido por medio de la profecía, con la imposición de manos del presbiterio. También leamos Primera de Timoteo, capítulo 6, versículo 12. Pelea la buena batalla de la fe. Echa mano de la vida eterna a la cual fuiste llamado y de la que hiciste buena profesión en presencia de muchos testigos. Todo parece indicar, al leer estos pasajes que hemos leído, que el llamado de Timoteo estaba definido por una misión especial que fue dada por el Espíritu Santo en el momento en que fue ordenado. Un comentarista decía lo siguiente. Estas declaraciones proféticas anteriores podrían haber sido probablemente de la siguiente naturaleza. Señalaba a Timoteo para un servicio especial en el reino de Dios, resumía sus deberes, predecía sus sufrimientos y lo confortaba con la promesa de la ayuda divina en esos momentos de tribulaciones. Ahora yo quisiera hacer una aclaración en este punto. El hecho de que Timoteo haya sido llamado al ministerio a través de cierta profecía no quiere decir de ninguna manera que ahora todos los hermanos deben ser llamados al ministerio porque alguien profetiza. Debemos tener presente que en esta época el Nuevo Testamento no estaba todavía concluido. Y por tal motivo el señor daba a su iglesia el don de profecía. Por esa razón que en las iglesias habían profetas. Estos profetas declaraban cuál era la voluntad expresa de Dios con respecto a ciertos asuntos en la iglesia. Pero hoy nosotros tenemos el Nuevo Testamento completo y no necesitamos profetas. No necesitamos más profecía. El canon bíblico ya está cerrado. En esta misma carta encontramos al apóstol Pablo ya dando instrucciones de los requisitos que deben cumplir todos los hermanos que son llamados al ministerio. Y esto lo podemos encontrar en 1 Timoteo capítulo 3. Aquí el apóstol Pablo no habla nada de profecías. ¿Lo lee conmigo? Dice, palabra fiel es esta. Si alguien aspira al cargo de obispo, es decir, de pastor, buena obra desea ser. Un obispo debe ser pues irreprochable, marido de una sola mujer, sobrio, prudente, de conducta decorosa, hospitalario, apto para enseñar, no dado a la bebida, no pendenciero, sino amable, no contencioso, no avaricioso, que gobierne bien su casa teniendo a sus hijos sujetos con toda dignidad. Pues si un hombre no sabe cómo gobernar su propia casa, ¿cómo podría cuidar de la iglesia de Dios? No debe ser un recién convertido, no sea que se envanezca y caiga en la condenación en que cayó el diablo. Debe gozar también de una buena reputación entre los de afuera de la iglesia para que no caiga en descrédito y en lazo del diablo. Este texto lo vamos a estudiar más adelante, amados hermanos. Pero note aquí, por favor observe No dice, pero es necesario que alguien profetice sobre este oficial o este candidato a pastor. No dice nada de eso. No dice que es necesario que se levante un profeta y confirme proféticamente que ese individuo o ese oficial está llamado al ministerio. Eso no lo encontramos en esta carta. Habiendo dicho esto, Regresemos a nuestro texto. Timoteo había sido llamado al ministerio, el cual fue confirmado por la palabra profética. Tenía también la confianza del apóstol Pablo. Ya lo hemos visto. Y también el respaldo de la iglesia. Por tal razón. o en consecuencia se le ordena a Timoteo a que pelee la buena batalla guardando la fe y la buena conciencia que algunos han rechazado y naufragaron en lo que toca la fe. La propia expresión pelea la buena batalla nos dice que algunas luchas no son buenas. Hay buenas batallas y también hay malas batallas A lo largo de esta epístola se le alerta no una vez Repetidamente se le recuerda a Timoteo con los peligros de las guerras innecesarias No es necesario mencionar todos los textos o los versículos de esta carta Yo les invito a que lean toda la carta de primera vez de Timoteo Timoteo debe de mantenerse alejado de asuntos que promuevan discusiones o altercados. Un pastor, un anciano, un oficial de la iglesia no debe ser pendenciero, no debe ser bravucón. De hecho, Todo aquel que tenga un afán enfermizo de controversia, de debate y de riñas sobre palabras, es un falso maestro. La Escritura nos advierte contra estas disputas, porque la mayoría de las peleas cristianas son malas peleas. Hermanos, las disputas, altercados, discusiones y una actitud polémica son peligros constantes para la iglesia. La mayoría de las guerras que se libran en la iglesia resultan guerras internas y la mayoría de los heridos se producen por fuego amigo, es decir, por otro hermano. Por ejemplo, una pelea sobre una doctrina que no es esencial para la fe cristiana suele ser una mala pelea. Por ejemplo, ¿a qué edad se debería de bautizar un preadolescente? Ciertas preguntas sobre los tiempos finales Si toda verdad bíblica necesita ser enseñada, rumiada, como decía el pastor Miguel Núñez, es decir, comentada, creída y practicada. Pero un consejo, amados hermanos y amigos, pero no toda verdad bíblica necesita ser argumentada en cada situación. A veces es prudente callar, porque no es el momento ni el lugar para hacerlo. Además, ninguna verdad bíblica debe ser defendida con un espíritu contencioso. También una mala batalla es cuando se discute por algunos asuntos prácticos que tienen poca o ninguna consecuencia espiritual. Esto no debe ser motivo de pelea o de guerras en la iglesia. ¿Como cuáles? Amados hermanos, no vamos a pelear o a discutir sobre qué tipo de cafetera vamos a comprar para la iglesia. o de qué color vamos a pintar un mueble o si es necesario que después del culto siempre compartamos alimento o solamente un jugo o un café o un pedazo de pastel o porque el hermano no me saludó o me miró raro peleas malas podemos seguir mencionando más casos Y de repente está el hermano enviándole un chat al otro hermano. ¿Tú sabes si el hermano tal tiene algo en contra mía? ¿Me miró y no me saludó? ¿Fue indiferente? ¡Peleas malas! Estas luchas no merecen la pena, amados hermanos. Con demasiada frecuencia, las ovejas de Dios acaban maltrechadas y ensangrentadas porque ya han sido atacadas por otro miembro del redil. Pero, ¿cómo se distingue una buena pelea de una mala? Yo te invito a que te hagas preguntas como estas. ¿Importará esto dentro de un año? Si no importa, entonces probablemente tampoco importe mucho ahora. ¿Lucho por mí o por los demás? Una cosa es defender los intereses espirituales de otro, o la gloria de Dios mismo, y otra muy diferente es velar por tus propios intereses. ¿Estoy tratando de justificar mis acciones ante mí mismo o ante los demás? Son preguntas que nos ayudan, amados hermanos, a filtrar algunas de estas situaciones. Luchemos por el bien. Y este es el segundo punto de la predica. Entonces hay muchos combates malos, muchas peleas malas, pero hay un solo combate bueno. Por eso Pablo lo llama la buena guerra. Volvamos a leer el versículo 18 y el versículo 19. Pelea la buena batalla guardando la fe y una buena conciencia que algunos han rechazado y naufragaron en lo que toca a la fe. Timoteo tenía una lucha que librar contra los falsos maestros y contra su propia corrupción. Nosotros también. Nosotros también tenemos la nuestra. Pero debemos pelear correctamente, amados hermanos. ¿Pero cómo luchamos correctamente esta batalla espiritual? Pablo dice, en primer lugar, manteniendo una doctrina sana, guardando la fe y una buena conciencia que algunos han rechazado y naufragaron en lo que toca a la fe. Pablo le dice a Timoteo, tienes que luchar correctamente, debes de poner atención a la sana doctrina, una enseñanza correcta y fiel al Señor. Aquí hay que hacer la aclaración que en el Nuevo Testamento, cuando se usa la palabra fe, se usa en dos sentidos. puede tener un sentido subjetivo y en este caso se refiere a nuestra confianza en Dios. También puede ser usada, perdón, la palabra fe en un sentido objetivo y en este aspecto significa un conjunto de doctrinas que nosotros debemos confesar, que debemos creer y debemos vivir. Muchos teólogos concuerdan que la palabra fe que se encuentra en este versículo está siendo usada en un sentido objetivo. ¿Qué quiere decir eso? Que tiene que ver con doctrina que nosotros debemos confesar y vivir, amados hermanos. Entonces Pablo le dice a Timoteo, cuida la fe, cuida la doctrina. Y eso es lo que vamos a ver en todas las cartas pastorales. Hay un énfasis fuerte, constante en la preocupación del apóstol Pablo por el mandamiento de la sana doctrina y la correcta enseñanza. Vamos a ver algunos versículos. En el capítulo 1, en los versículos 3 al 5, Pablo le dice a Timoteo, por eso te dejé en Éfeso, para que enseñara a algunos a que no enseñen doctrinas extrañas. En el capítulo 3, versículo 2, el apóstol Pablo dice que uno de los requisitos esenciales para que una persona sea elegida como pastor es que sea apto para enseñar. Y en el capítulo 3, en el versículo 9, hablando de los diáconos, le dice que guarden el misterio de la fe con limpia conciencia y en el capítulo 3 versículo 15 pablo le dice te escribo estas cosas pero en caso que me tarde bueno sepas cómo debes conducirte en la casa de dios que no es cualquier casa es la iglesia del dios viviente columna y qué más y sostiene la verdad y en el capítulo 4 versículo 6 El apóstol Pablo, hablando de los apóstata del futuro, dice al señalar estas cosas a los hermanos, serás un buen ministro de Cristo Jesús, nutrido con la palabra de la fe y de la buena doctrina que has seguido. Y uno más. Y en el capítulo 4, versículo 13, dice Entre tanto que llego, ocúpate en que Ocúpate en la lectura de las escrituras, la exhortación y la enseñanza. Amados hermanos y amigos, solamente una doctrina correcta puede llevar a una práctica cristiana correcta. Por eso en el capítulo 1, versículo 5, Pablo le dice a Timoteo, yo te ordeno, Timoteo, que frenes a los falsos maestros. Y el propósito de este mandamiento es el amor. Las falsas doctrinas no promueven el amor. Las falsas doctrinas no promueven la unidad dentro de la iglesia. Las falsas doctrinas no promueven las características que son propias de un cristiano. Y de ahí el énfasis que estamos poniendo los líderes, los ancianos de esta iglesia, de iglesia bíblica hispana en Viena, en que los hermanos de nuestra congregación no solamente conozcan las doctrinas que nosotros creemos en nuestra iglesia, sino también que tengan una base bíblica para apoyarla. Esta orden o mandato de Pablo a Timoteo también es un recordatorio a los oficiales de la iglesia y a la iglesia misma de que nunca debemos dar por sentada la sana doctrina. Siempre debemos de estar alerta para permanecer en ella. Es un deber de los pastores, de los oficiales de la iglesia, predicar la sana doctrina y la correcta enseñanza. que nada nos desvíe de esto que se nos ha encomendado. Es lamentable, se lo digo de corazón, me duele en mi corazón y no lo digo por decir al ver a muchos líderes y pastores a la hora de predicar que pasan casi media hora hablando de sus vidas personales, de chistes y de sucesos que predicar la palabra de Dios. Es triste escuchar al auditorio riéndose y riéndose de los chistes del pastor. Y mientras él prepara la próxima historia, está tocando superficialmente algunos versículos. El pueblo de Dios nunca. ha podido simplemente descansar, siempre ha tenido que luchar por esta palabra de Dios, por la sana doctrina. Yo quisiera hacer una especie de recuento del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento de una manera breve para que usted vea de que siempre hemos tenido esta lucha. Esta buena lucha comenzó desde miles de años atrás. Ya en el Antiguo Testamento se menciona que muchos hombres de Dios que fueron llamados para una misión específica se enfrentaron con estas batallas. Por ejemplo, cuando Moisés bajó del monte Sinaí, ¿qué estaban haciendo los hijos de Israel? Estaban adorando un becerro. Luego Josué tuvo que confrontar al pueblo de Israel y decirle, o sirven a Dios o a sus dioses. Si dejan a Dios por servir a sus dioses, Él se volverá contra ustedes. Entonces el pueblo de Israel dijo, servimos a nuestro único Dios. Entonces Josué no se quedó tranquilo. Entonces quiten esos dioses ajenos y humíllense de corazón a Dios. El profeta Elías también luchó contra los falsos profetas de Baal. Independientemente que Elías fuera superado del número, eran 450 profetas de Baal, 450 profetas falsos contra uno. El profeta Ezequiel también tuvo que luchar contra los profetas mentirosos que veían visiones falsas y hacían adivinaciones mentirosas. Aunque no todos los profetas de Dios se enfrentaron a las mismas adversidades, todos se enfrentaron al mismo enemigo. Luego, esa guerra se reanuda en el Nuevo Testamento cuando la autoridad de la enseñanza de Jesús contradice, confronta la falsa teología de los fariseos. También lo podemos observar en todas las cartas del Nuevo Testamento. Todas ellas se ocupan de la sana doctrina, ya que habían tanto enemigos dentro de la iglesia primitiva como también fuera de la iglesia. Incluso la pequeña carta de juda exhorta a la iglesia juda capítulo 1 solo tiene un capítulo versículo 3 exhorta a la iglesia a luchar ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada aquí en a los santos. Y la historia posterior de la iglesia es en gran medida una historia de confrontación doctrinal. Amados hermanos, a lo largo de la historia de la iglesia nunca ha habido un tiempo en que el pueblo de Dios no estuviera en peligro de caer en el error. La historia de la iglesia confirma la necesidad del mandato de Pablo a Timoteo. Hasta que Cristo regrese, el pueblo de Dios estará comprometido en una guerra espiritual perpetua contra las doctrinas falsas. Pero la buena batalla no es sólo cuestión de fe, no es solamente de sana doctrina, de enseñanza correcta. sino también de práctica. ¿De qué sirve tener la cabeza llena de doctrinas correctas, de enseñanzas correctas, de predicaciones expositivas de cada libro del Antiguo Testamento y del Nuevo Testamento y no vivirla y no aplicarla? Y esto nos lleva al tercer punto de la prédica, una buena conciencia. Pablo le encarga a Timoteo que se aferre a la fe y a la buena conciencia, versículo 19. Timoteo debe practicar lo que predica desde el púlpito. Nuestra vida diaria como cristiano es tan importante como la fe cristiana, ya que la defensa de la sana doctrina es una cuestión tanto de práctica como de creencia. Estas dos virtudes, la fe y la buena conciencia, ¡Siempre vamos unidas! Y Pablo lo deja bien claro en la carta. Él lo menciona varias veces en la carta de primera de Timoteo. Vamos a retomar esto más adelante. Ustedes lo van a ver. Alguien decía Así como una molécula de agua, si perdiera un átomo de oxígeno o un átomo de hidrógeno, ya no es agua. Del mismo modo, si un cristiano dice tener fe en la obra del Señor y no vive como cristiano, no es un cristiano. Juan Calvino llegó a decir, una mala conciencia es la madre de todas las herejías. Alguien decía, a menudo la gente intenta justificar sus pecados y cuando lo hace, su mal comportamiento lo conduce a la falsa doctrina. La fe y la conciencia siempre van juntas, pero especialmente en la vida de un pastor. Alguien decía si queremos mejorar el crédito de la iglesia y evitar su reproche, entonces tengamos cuidado de predicar a nuestro pueblo con nuestra vida y con nuestros labios. Debemos armonizar nuestra doctrina en el púlpito con nuestras conversaciones fuera de él. Hermanos, Tengamos presente, y aquí lo menciono en general, porque también esto se aplica a toda la iglesia, no solamente a los oficiales de una iglesia, sino también a todos los hermanos en Cristo. Tengamos presente que una forma de vida relajada, descuidada, puede rápidamente destruir todo lo que hemos construido con la forma más viva de predicar. Ya sea que tú prediques el evangelio en tu iglesia, en la familia, en el matrimonio y entre tus amigos, pero si tú tienes una forma relajada, descuidada, no vives lo que profesas, no vives lo que predicas, esto se puede rápidamente destruir. ¿Por qué? Bueno, sencillamente porque nuestra iglesia, la familia, el esposo, la esposa, nuestros hijos, nuestros amigos tienen ojos para ver cómo andamos, así como oídos para oír lo que nosotros decimos y no vivimos. Así que la fe cristiana no es simplemente defenderla, sino también vivirla. Y este principio no solamente se aplica, como decía anteriormente, a los ancianos, sino también a toda la iglesia. Esto es vivir en integridad y sabiduría para la gloria del Señor. Lo que somos aquí también somos afuera. Lo que somos aquí también yo debo ser en mi hogar. Imagínense ustedes qué incongruente sería yo predicando todas estas instrucciones a ustedes aquí desde el púlpito y luego en mi centro de trabajo soy otra persona. Eso me asemeja más a un falso maestro. En el versículo 20 y ya mi última parte en el versículo 20, Pablo continúa instruyendo y animando a Timoteo para esta buena batalla y ahora pone de frente a Timoteo Un ejemplo de las terribles consecuencias que puede venir para aquellos que abandonan la fe, que venden su conciencia y que olvidan el llamado del Señor. Los dos personajes que se mencionan aquí quienes son y Mineo y Alejandro, ellos eran los cabecillas de la herejía en esta iglesia y al parecer eran conocidos de Timoteo. Parece que en un principio eran colaboradores firmes con el apóstol Pablo, pero a estos hombres el oído se les dañó y también el corazón. Y la consecuencia es que estaban ahora naufragando en la fe. Cuando estaba preparando esta enseñanza me llamó la atención esta expresión. naufragando en la fe. Pablo no dice que se ahogaron, sino que se han extraviado del camino. Es posible que Pablo esté esperando que el trabajo de Timoteo sea justamente traerlos de vuelta al barco. De hecho, Pablo usa esta expresión que es conocida también en primera de Corintios capítulo 5, donde el apóstol Pablo exhorta a la iglesia de Corintios a que expulsen a una persona que está cometiendo un pecado que ni entre los gentiles se menciona, un hombre que está viviendo con su madrasta. y la iglesia lo está tolerando. Pablo le dice de que al tal se ha echado y entregado en las manos de Satanás. Es decir, que esta persona fuera excomulgado. Esas son las instrucciones del apóstol Pablo. Por causa de estos comportamientos, por causa de las falsas enseñanzas, ahora estas personas tienen que ser expulsadas y estar lejos de la cobertura de la iglesia. Están a la merced de lo que el enemigo hiciera con ellos. Parece ser que la esperanza de Pablo fuera justamente que ellos se volvieran de su mal camino, luego de experimentar que de la mentira, de la falsedad, no se cosecha ningún bien, y que ellos reconocieran su extravío, que aprendieran la lección y las consecuencias que trae alejarse de la verdad, del Evangelio, y con esa disciplina regresen al redil. Esto nos deja ver que la disciplina eclesiástica es bíblica. Esto nos deja ver que la disciplina eclesiástica es el camino que queda para aquellos que se desvían de la verdad. El error doctrinal no debe ser consentido en la iglesia. Por supuesto, pueden haber diferencias de pensamiento sobre algunos asuntos secundarios, pero en cuanto a doctrinas primarias, en cuanto a doctrinas fundamentales, no puede haber ese relajamiento. ¿Como cuáles? Por ejemplo, la autoridad de las Escrituras, el Evangelio, la naturaleza humana y divina de Cristo, la Resurrección, el perdón de pecados, la segunda venida de Cristo. Estas doctrinas no tienen un margen a la discusión porque son parte de las verdades que han sido salvaguardadas por la iglesia desde el primer siglo. Cuando alguien se une a una iglesia local, este creyente se compromete a guardar los lineamientos de fe que la iglesia sostiene. Pero si por alguna razón esta persona comienza a enseñar herejía, decir doctrinas erradas acerca de asuntos primarios, entonces se debe proceder inmediatamente a un proceso disciplinario que busque su arrepentimiento y que se vuelva de su error. Algunos podrán ver esto como una falta de amor o de una falta de tolerancia, pero la iglesia tiene como función proteger la verdad a toda costa. Este pasaje también nos muestra que si bien alejarse de la verdad trae consecuencias, nuestro compromiso como iglesia, junto con los ancianos o pastores de la iglesia, es intentar por todos los medios, y eso es lo que hemos estudiado los días lunes, es intentar por todos los medios hacer volver el que se ha extraviado, siempre considerándonos a nosotros mismos. debido a que también nosotros pudiéramos ser tentado y caer en este error. Tal como lo planteamos en el argumento inicial de esta prédica, la permanencia en la fe es una batalla constante y nuestra misión es defender la verdad y andar con limpia conciencia. La batalla de la fe es una buena batalla. Amados hermanos, amigos que están aquí, como has escuchado, La verdad y la predicación correcta son cosas que importan en esta iglesia. La verdad no es subjetiva. Nuestro Señor nos dijo, yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene al Padre sino por mí. La verdad está en el Evangelio y los que creen y permanecen en la verdad siempre serán guardado hasta el fin y preservados en medio de una guerra en la que hay ataque de toda naturaleza. Roguemos al Señor y que el Señor nos ayude, amados hermanos, en esta guerra espiritual que enfrentamos todos los días de nuestras vidas. Dios te bendiga.
Pelea la buena batalla
Series Serie de 1 de Timoteo
Es necesario que el creyente posea una visión realista, de la vida cristiana. Que entienda que aquí, en este peregrinaje terrenal, el cristiano no avanza un paso, sin que tenga que luchar por él.
BAJO ESTE ARGUMENTO QUE QUIERO EXPONERTE EL SERMÓN DE HOY; Y POR ESO LO HE TITULADO: PELEA LA BUENA BATALLA
LO VAMOS A DESARROLLAR A PARTIR DE TRES ENCABEZADOS:
- NO PELEAS LA MALA BATALLA
- LUCHA CORRECTAMENTE LA BUENA BATALLA
- UNA BUENA CONCIENCIA
Así que, Timoteo el hijo espiritual del Apóstol Pablo, ahora es un soldado del ejército de Dios, y recibe las ordenes de marcha.
Las órdenes vienen a través del general de campo de Dios (el apóstol Pablo) y del comandante en jefe del ejército, Cristo, que es Dios mismo: y le dice:
Esta comisión te confío, hijo Timoteo, conforme a las profecías que antes se hicieron en cuanto a ti, a fin de que por ellas pelees la buena batalla, 1 Timoteo 1:18
Únete a nosotros para explorar este pasaje inspirador de la biblia y reflexionar sobre cómo podemos aplicar estas enseñanzas a nuestras vidas diarias.
Sermon ID | 328241937285027 |
Duration | 40:43 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Timothy 1:18-20 |
Language | Spanish |
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