00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Primero de Juan, capítulo 4, si Dios lo permite, vamos a considerar desde la mitad del versículo 16 hasta el versículo 21. Primero de Juan, capítulo 4, desde la mitad del versículo 16 hasta el versículo 21. Da evidencia del amor de Dios en tu vida. Da evidencia del amor de Dios en tu vida. Quiero empezar el texto leyendo aquí el texto en 1 Juan capítulo 4 y voy a empezar en el versículo 13 dice en esto conocemos que permanecemos en él y él en nosotros en que nos ha dado de su espíritu y nosotros hemos visto y testificamos que el padre ha enviado al hijo el salvador del mundo Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él. Y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor. Y el que permanece en amor, permanece en Dios y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros para que tengamos confianza en el día del juicio. pues como Él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo, de donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor. Nosotros le amamos a Él porque Él nos amó primero. Si alguno dice, yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él, el que ama a Dios, ame también a su hermano. He leído ahí Primera de Juan capítulo 4, desde el versículo 13 hasta el versículo 21, aunque solamente vamos a considerar desde la mitad del versículo 16 hasta el versículo 21. Pero vemos ahí el contexto, incluso en los capítulos anteriores aquí de Primera de Juan, ha estado enfatizando la importancia de practicar el amor, de permanecer en el amor, porque Dios es amor, y por ello debemos de amarnos unos a otros, como nos dice ahí versículo 7, 1 Juan 4, 7. Amados, amemos unos a otros, porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. Versículo 8, el que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. Y entonces, viendo cómo Dios ha demostrado su amor, Él es amor, ¿y cómo ha demostrado su amor? En los diciembre del siglo IX. Esto es 1 Juan 4, 9. En esto se mostró el amor de Dios. Para con nosotros. En que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por Él. En esto consiste el amor. No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Entonces, al considerar el gran amor de Dios hacia nosotros, al ver nuestra condición pecaminosa, condenados a una eternidad lejos de Dios, a una eternidad en el lago de fuego, donde recibimos justa condenación, porque estamos muertos de nuestros delitos y pecados, viendo que Dios tomó la iniciativa para proveer salvación enviando a su hijo para morir en nuestro lugar y por ello tenemos salvación. Aquellos que ponemos nuestra fe en Cristo como Señor y Salvador aquellos que recibimos el amor de Dios recibimos perdón de pecados. recibimos vida eterna, somos adoptados a la familia de Dios. Entonces, al considerar el gran amor de Dios para con nosotros, nos dice el versículo 11, amados. Si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Entonces, viendo la importancia de demostrar el amor que hemos recibido ¿Y cómo demostramos que hemos recibido el amor de Dios? Pues reflejando el amor hacia otros, amando a otros. Como se dice ahí versículo 11. Aún viendo la seguridad de que al tener el Espíritu Santo que mora dentro de nosotros, porque Dios nos ha dado de su Espíritu, tenemos esa seguridad de que somos creyentes genuinos, de que hemos recibido el amor de Dios, como nos menciona ahí versículo 13. Aún también vemos el Evangelio que ha sido transmitido por los apóstoles, y es el Evangelio que han comunicado los apóstoles, como nos menciona el versículo 14, que los apóstoles han comunicado lo que han visto, lo que han oído, es el Evangelio. Y por ello el versículo 15 menciona el Evangelio, todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios. Entonces, este es el evangelio que hemos conocido, que nos hemos apropiado de él por la fe. Y por ello en el siglo XVI, esto es 1 Juan 4, 16, dice, y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Entonces, ahí el creyente que se ha apropiado, o sea, se ha apropiado del sacrificio de Cristo por la fe, ha recibido el amor de Dios, pues va a reflejar el amor de Dios. Y por ello aquí, ahora en 1 Juan 4, de la mitad del siglo XVI hasta el siglo XXI, el apóstol Juan nos exhorta a dar evidencia. del amor de Dios en nuestra vida. A la mitad del versículo 16, esto es 1 Juan 4, la mitad del versículo 16 dice Dios es amor. Ahí está resaltando el verdadero origen del amor. Dios es el origen del amor. Entonces, la operación del amor en la vida del creyente se basa en el hecho de que Dios es amor. Y Él ha demostrado su amor. Como he leído ahí anteriormente en el versículo 10, en estos 1 Juan 4, 10, en esto consiste el amor. No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros. Y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Entonces, ahí vemos la demostración del amor de Dios. que él envió a su hijo para morir en nuestro lugar. Para recibir nuestro castigo. Y por él nosotros recibimos redención. Y es que el amor de Dios ha transformado al creyente. Ahora, ya que Dios es amor, el que permanece en amor permanece en Dios. Por eso nos dice aquí la mitad del siglo Dieciséis. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios. Y Dios en él. Es que el que refleja el amor de Dios, demuestra que tiene una relación con Dios. Porque un distintivo de un creyente genuino es el amor por sus hermanos en Cristo. Eso es lo que ha estado resaltando el apóstol Juan a través de esta carta. Y es que el creyente permanece en el amor de Dios. Nos dice Juan 15, del 9 al 10. Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado, permaneced en mi amor. Si guardaréis mis mandamientos y permaneciéis en mi amor, así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor." Eso es Juan 15, del 9 al 10, donde Jesús está hablando y está diciendo, permaneced en mi amor. Y el que permanece en su amor es porque ha creído el Evangelio, es porque ha aceptado el amor de Dios en su vida y va a permanecer en ese amor. Y la permanencia en el amor de Dios enfatiza el hecho de una relación continua del creyente con Dios. Por eso nos menciona ahí la última parte del siglo XVI, el que permanece en amor permanece en Dios y Dios en él. Esa permanencia en Dios se demuestra en toda área de la vida. Y la permanencia en Dios tiene conexión con el guardar los mandamientos de Dios. Ya nos lo ha mencionado el apóstol Juan en capítulo 3, versículo 24. 1 Juan 3, 24. El que guarda sus mandamientos permanece en Dios y Dios en él. Entonces, ahí vemos el permanecer en Dios tiene conexión con guardar los mandamientos de Dios, pero también tiene conexión con la presencia del Espíritu Santo, que mora dentro del creyente. Porque nos dice 1 Juan 4.13. En esto conocemos que permanecemos en Él y Él en nosotros. En que nos ha dado de su Espíritu. Eso es 1 Juan 4.13. Pero además, o sea, la permanencia en Dios además tiene conexión con la confesión de la verdad sobre Cristo. Nos dice ahí 1 Juan 4.15. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él. Y él, en Dios. Y entonces ahora, en el versículo 16, el apóstol Juan añade la práctica continua del amor. o sea, la permanencia en el amor. Entonces, esta permanencia en Dios tiene esas conexiones, la conexión con guardar los mandamientos de Dios, con la presencia del Espíritu Santo dentro del creyente, con la confesión de la verdad sobre Jesús, o sea, el creer el Evangelio genuino y el practicar el amor continuo, el permanecer en el amor. Entonces, ahí es como demostramos que permanecemos en Dios, o sea, demostramos que realmente somos creyentes genuinos. Y entonces, continúa aquí el texto en el versículo 17, cuando dice, ¡en esto! Ahora, esas palabras, en esto, lo más probable es que vayan conectadas con lo que acabo de mencionar en el versículo 16, y lo que está destacando es que la permanencia mutua, o sea, el creyente que permanece en Dios y Dios en él, esa permanencia mutua lleva el amor asumeta en nuestras vidas con el resultado de tener confianza en el día de juicio. Porque aquí menciona, aquí en versículo 17, 1 Juan 4, 17, en esto se ha perfeccionado el amor en nosotros. Esa idea de perfeccionado es la idea de preparar completamente, o sea, de hacer perfecto Y es que, al igual que en capítulo 4, versículo 12, lo más probable es que esté hablando del amor de Dios que llega a su meta. El amor de Dios hacia el hombre llega a su meta. Cuando un creyente motivado por el amor de Dios practica el amor hacia sus hermanos en Cristo, el amor de Dios, se perfecciona en ellos. Entonces, presenta el amor de Dios hacia el hombre que llega a su meta. O sea, el amor de Dios llega a su meta en la vida del creyente cuando éste practica el amor de Dios y lo comunica. Y el amor de Dios en los creyentes también tiene un resultado futuro. ¿Cuál es el resultado? Confianza en el día de juicio. Por eso nos dice aquí, 1 Juan 4, 17, En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros para que tengamos confianza en el día de juicio. Pues como él es, así somos nosotros en este mundo. Entonces, la vida de amor impacta el futuro del creyente también. Y por ello aquí lo que está haciendo el apóstol Juan está explicando que el amor de Dios transforma al creyente para que tenga confianza en el día de juicio. Por su relación con Dios ya no tiene que temer. porque ama a Dios y sabe que Dios le ama a él, permanece en Dios, tiene una relación íntima con Dios y por ello no tiene que temer venir ante la presencia de Dios, aún en el día de juicio, porque sabe que Dios le acepta por la obra de Cristo en la cruz. Sabe que ha recibido el amor de Dios y que ya no está bajo condenación. Y es que el amor de Dios en los creyentes tiene también un resultado futuro. O sea, esa confianza en el día de juicio. Ahora, el apóstol Juan, en capítulo 2, aquí en 1 Juan 2, versículo 28, ya mencionó que la permanencia en Cristo da confianza delante de él en su segunda venida. O sea, al tener una relación con Cristo, cuando Él retorne, el creyente no tiene que temer. Nos dice ahí 1 Juan 2, 28, Y ahora, hijitos, permaneced en él, para que cuando se manifieste tengamos confianza, para que en su venida no nos alejemos de él avergonzados. Entonces, viendo esa permanencia en Cristo, esa relación mutua con Cristo, el permanecer en él por la fe, pues, por ello, el creyente tiene confianza de que cuando Cristo retorne, no se va a avergonzar, porque tiene una relación con Cristo, y se ha mantenido en obediencia a su palabra. Ahora, en este texto, aquí en 1 Juan 4, versículo 17, aquí menciona el día del juicio, o sea, para que tengamos confianza en el día del juicio. Entonces, la confianza en el día del juicio se debe a la permanencia. La permanencia en el amor mutuo. O sea, la confianza que describe aquí viene de una relación íntima con el juez. Y es que, en vez de temor, Ahora, confianza para el creyente. Y la confianza da evidencia de una relación con Cristo. Ahora, lo que hay que entender es que el día del juicio, en este texto, no está hablando del juicio final donde se determina el destino final de cada individuo, sino está hablando del tribunal de Cristo. El tribunal de Cristo es solamente para creyentes Y, como nos menciona ahí en 2 Corintios 5.10, porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo. Eso es 2 Corintios 5.10, donde escribe el tribunal de Cristo. No estamos hablando del del juicio del gran trono blanco donde los incrédulos van a estar delante de Dios y van a ser lanzados al lago de fuego porque nunca creyeron en Jesús como Señor y Salvador. No está hablando de este juicio porque los creyentes ya no están bajo condenación. Nos dice Romanos 8.1. Ahora pues ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Los que no andan conforme a la carne, sino conforme al Espíritu. Eso es Romanos 8, versículo 1. O aún también en Juan 5, versículo 24. De cierto, de cierto os digo, el que oye mi palabra y crea el que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. Esto es Juan 5, versículo 24. Entonces, esos textos, en Romanos 8, 1 y Juan 5, 24, resaltan que el creyente no tiene que temer el juicio final, porque la obra de Cristo ya, por la obra de Cristo, el creyente ya no está bajo condenación, porque Cristo ya le ha pagado esa deuda, le ha justificado. Entonces, por ello, el creyente se va a presentar delante del Tribunal de Cristo, donde va a ser evaluado de acuerdo a sus obras. Nos menciona 1 Corintios 3, versículo 11 al 15, porque nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno o jarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la declarará, pues por el fuego será revelada. Y la hora de cada uno, cual sea, el fuego la probará. Si permaneciere la hora de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa. Si la hora de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, aunque así como por fuego". Eso es 1 Corintios 3, del 11 al 15, donde escribe esa evaluación que Cristo hará. y dependiendo a cómo hayamos edificado, de acuerdo a cada una de nuestras obras, se va a hacer manifiesto. Si hemos edificado con materiales que resisten al fuego, o sea, materiales que... correctos, que agradan a Dios, pues entonces vamos a recibir recompensa. Pero si nuestras obras se queman, Entonces, aunque ahí menciona, si la obra de alguno se quemare, él sufrirá pérdida, si bien él mismo será salvo, porque así, aunque así como por fuego. Entonces, ahí mencionando que, claro, el creyente recibe la recompensa de vida eterna, pero no va a recibir recompensas por las obras que ha hecho porque se han quemado, porque no tenían valor para con Dios, Por eso la gran importancia de vivir nuestra vida para agradar a Dios. Y entonces, volviendo aquí al versículo 17, 1 Juan 4, versículo 17, dice, Entonces, el... el creyente tiene confianza de que Cristo le aceptará. A pesar de sus errores, a pesar de sus imperfecciones en esta vida. Entonces, la razón por la que el creyente tiene confianza en el día de juicio es porque conoce al juez. Es porque tiene una relación íntima con el juez. Y por eso tiene confianza. Y entonces, el... tiene confianza porque es un creyente genuino. Y ha demostrado que es un creyente genuino al reflejar el amor de Dios. Y esa semejanza a Cristo le da confianza. Porque aquí nos dice, pues como Él es, se está hablando de Jesucristo, como Él es, así somos nosotros en este mundo. Dios pensando en el carácter de Cristo, que Él, si alguien reflejó el amor de Dios de una manera perfecta fue Cristo. Entonces, nosotros al reflejar el amor de Cristo, o sea, el amar como Cristo amó mientras Él estaba en este mundo, nosotros al amar a otros, al amar a Dios, al amar a nuestro prójimo, demostramos que somos creyentes genuinos y por ello no tenemos que temer, sino tenemos confianza. Es que el amor de Dios en los creyentes refleja a Cristo. y demuestra que son genuinos y por ello tienen confianza en el día de juicio. Es que el amor de Dios obra en los creyentes y los transforma a pesar de vivir en este mundo. El amor de Dios realmente prepara a los creyentes para el futuro, los prepara para el día de juicio, para que no tengan temor sino confianza. Ahora el apóstol Juan continúa este tema en versículo 18 donde dice, en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo, donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor. Esto es versículo 18. Ahora, el apóstolo Juan habla del temor al considerar la relación que el creyente tiene con Dios. Y lo que hay que entender es que en una relación, o sea, el amor y el temor se oponen. O sea, el temor es egocéntrico, pero el amor es entregarse a uno mismo, entregarse a sí mismo. El temor en este contexto implica temor por la sensación de culpa por haber hecho algo malo. Porque anteriormente he mencionado el día de juicio, entonces, cuando estás en un juicio, ¿cuándo tienes que temer? ¿Cuándo has hecho lo malo? Cuando has hecho lo malo, más vale que temas. Pero, si no has hecho nada malo, tienes que temer. Al igual que si ves a un policía, a un guardia civil, si no has hecho nada malo, no tienes que temer. ¿Verdad? No tienes que temer. Si has hecho algo malo, Vas a temer. Vas a tener esa culpa por haber hecho algo malo. Ese temor de recibir castigo. Esa es la idea. O quizás, si alguna vez habéis tenido una mascota, un perro por ejemplo, que ha hecho lo malo, con solamente verle, tiene temor, se nota. ¿No? O quizás un hijo, una hija, que saben que han hecho lo malo y de repente ya no hay esa libertad, no vienen a ti corriendo con los brazos abiertos porque te temen, porque saben que han hecho lo malo y saben que merecen castigo. Ahora, el creyente genuino tiene confianza de acercarse a Dios porque Cristo ya ha pagado. Ya ha pagado toda su deuda, ha sido castigado en su lugar y entonces el creyente, para el creyente ya no hay condenación, sino que hay libertad. Por eso ya no hay temor. Y entonces aquí el apóstol Juan está resaltando que en el amor no hay ¡Temor! O sea, eh... El temor, en este contexto, implica esa sensación de culpa por haber hecho lo malo. El temor de recibir castigo. Y aparenta que está hablando del... del temor en vista del día del juicio, como nos ha mencionado ahí el versículo 17. Y si notáis, aquí dice, en el amor no hay temor, ¡sí, no! O sea, ahí presenta que el temor Y el amor no pueden ir juntos. Dice, sino que el perfecto amor echa fuera el temor. O sea, el perfecto amor este, el amor de Dios hacia el creyente que le perfecciona, que va perfeccionando en él, el amor de Dios echa fuera el temor. porque Dios obra su amor en la vida del creyente y el creyente al recibir el amor de Dios se da cuenta del gran amor de Dios, se da cuenta de lo que Dios ha hecho por él y por él no tiene que temer la presencia de Dios, no tiene que temer el día de juicio porque confía en el carácter de Dios, confía en el perfecto amor de Dios de que ya no hay condenación para los creyentes, de que puede acudir a Dios, cuando cae en pecado, puede acudir a Dios y pedir perdón, confesar sus pecados y recibir perdón de pecados, como os menciona Primero de Juan 1.9. Si confesamos nuestros pecados, Él es feliz y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Entonces el creyente tiene esa confianza, esa seguridad y por ello no teme. Este amor, por naturaleza, echa fuera el temor. Al incrementar el amor, disminuye el temor. Es que cuando el temor intenta controlar el corazón, el perfecto amor echa fuera el temor. Ahora, aquí el temor, en este contexto, emana del conocimiento de que uno merece castigo. Y el castigo también, abarca ese sufrimiento de, de el sufrir sabiendo que merece castigo. O sea, porque anticipa y considera el castigo que merece. Y la expresión puede describir una sensación de tormento que continúa. O sea, esa clase de temor destruye la paz interior. Cuando te sientes culpable, eso te destruye por dentro, ¿no? Pero viendo el amor de Dios que echa fuera el temor. O sea, el temor daña el conocimiento del amor de Dios, destruye la paz interior, pero el amor de Dios disipa y elimina el temor. Es que el temor es incompatible con el conocimiento del amor redentor de Dios, que nos ha perdonado. Ha establecido... que el amor de Dios, que ha establecido una relación con Él. Y cuando el individuo entiende el amor de Dios, el temor del juicio de Dios se disipa. Porque sabes que Dios te ama. Él ha pagado por todos tus pecados a través de Jesucristo. Jesucristo murió en nuestro lugar. Y por ello ya no hay condenación para el creyente. Y al maravillarnos en ese amor, ya no hay temor. Por eso nos dice 1 Juan 3, 1. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios. Ahí el apóstol Juan se está maravillando del amor de Dios para con él y para con los creyentes y ese amor, ese perfecto amor disipa el temor. Y por ello el apóstol Juan reitera Aquí en versículo 18, esa idea de que en el amor no hay temor. Y dice, aquí en versículo 18, en el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor lleva en sí castigo. O sea, cuando se teme, se sufre. Porque se sufre esa culpa de que merece castigo. Pero dice la última frase del versículo 18, de donde el que teme no ha sido perfeccionado en el amor. Entonces ahí el apóstol Juan está reiterando esa primera frase. En el amor no hay temor. Entonces, si uno teme de manera continua la ley de Dios, es porque no ha sido perfeccionado en el amor. Es porque no ha conocido el amor de Dios. Y es que Juan presenta a un individuo acosado habitualmente de temor. El amor de Dios aún no se ha perfeccionado en él. El amor de Dios aún no ha llegado a su meta en ese individuo porque aún no tiene una relación íntima con Dios. O sea, el creyente reconoce el amor de Dios para con él. Y sí, cae en pecado y siente la culpa de su pecado, pero rápidamente se arrepiente de su pecado. y entonces valora y disfruta del amor de Dios y disfruta de esa libertad y ese acceso a Dios y por eso no teme pero el que no tiene una relación íntima con Dios el amor de Dios no se ha perfeccionado en él y por ello tal persona no tiene ninguna clase de seguridad en el día de juicio sino que teme porque realmente no se ha apropiado del amor de Dios Y entonces vemos como el apóstolo Juan continúa hablando del amor de Dios y subraya el amor de Dios en el versículo 19 cuando dice, nosotros le amamos a él porque él nos amó primero. Y es que el amor de Dios por medio de Cristo es la fuente del amor. Ahora, aquí en la primera frase, en el siglo XIX, nosotros le amamos a él, varios manuscritos contienen él o contienen Dios, o sea, nosotros le amamos a él o nosotros amamos a Dios, es la idea, aunque es más probable que se añadió al texto original para clarificar. Entonces, incluso las palabras en nosotros amamos tienen mucho apoyo textual y es más probable. Entonces, en vez de nosotros le amamos a él, está resaltando, o sea, no solamente amamos a Dios, sino amamos, nosotros amamos. ¿Amamos a quién? Amamos a Dios. Pero también amamos a otros, a nuestro prójimo. ¿Por qué? Porque Dios es amor, porque reflejamos el amor de Dios. Entonces, el amor no sólo se limita hacia Dios, sino que el creyente debe de amar a su prójimo también. O sea, el creyente no puede olvidar cómo el amor de Dios entró en su vida. Por eso, aquí el versículo 19 tiene esa idea. Nosotros amamos. ¿Por qué? La última frase del versículo 19. Porque Él nos amó primero. O sea, Dios tomó la iniciativa, Él nos mostró amor primero. Incluso en este mismo capítulo, 1 Juan 4, del 9 al 10, dice, en esto se mostró el amor de Dios para con nosotros. En que Dios envió a su Hijo Unigénito al mundo para que vivamos por Él. En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Sabemos la iniciativa de Dios. Él nos amó primero. Y el reconocimiento de que Dios nos amó primero eso debe de incentivarnos a amarle a Él y amar a otros también. Y entonces por ello el apóstol Juan lo que está dejando extremadamente claro es que si no muestras amor es porque nunca has recibido el amor de Dios. Porque Dios es amor. Entonces, si no amas a tus hermanos en Cristo, tampoco vas a amar a los incrédulos. Entonces, si no amas a tu prójimo, quien sea que sea, a quien puedes ver, no vas a amar a Dios, a quien no puedes ver. Y por ello el versículo 20, eso es lo que nos dice, dice, si alguno dice, yo amo a Dios y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Entonces, lo que el apóstol Juan está haciendo, él insiste que el amor El amor de Dios no se puede limitar hacia Dios solamente, sino el amor de Dios requiere que amemos a otros creyentes también. Que amemos a otros, que amemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Ahora, el apóstol Juan aquí presenta una situación... eh... hipotética, ¿no? O sea, alguien que afirma amor hacia Dios, pero no ama a su hermano. ¿Qué es lo que está haciendo? El apóstol Juan... eh... él... él... Él no se corta. O sea, él da su veredicto inmediato. Es mentiroso. O sea, Juan destaca que este individuo odia de manera continua. No es un acontecimiento puntual. Es algo que constantemente hace. Él odia, él aborrece a su hermano. Y lo que el apóstol Juan ha estado enfatizando es que el amor y el odio se oponen. El amor del que está hablando busca el bienestar. de la otra persona. Sin embargo, el odio es destructivo por naturaleza. Y por ello el apóstolo Juan no duda en dar su veredicto. ¡Es mentiroso! Dice que ama a Dios y no ama a su prójimo. Está mintiendo. Está mintiendo. Él no conoce a Dios. Él no ama a Dios. Porque el odio y el amor se oponen. Al igual que la mentira se opone a la verdad. Y es que la persona que odia no conoce a Dios porque Dios es amor. La persona que miente no conoce a Jesús porque Jesús es la verdad. Y es que Juan subraya el carácter falso del individuo. Es interesante porque a través de esta carta aquí primera de Juan, el apóstol Juan dice que es mentiroso. El que dice tener una relación con Dios y andar en tiñeblas. Como nos dice en 1 Juan 1.6. Si decimos que tenemos comunión con Él y andamos en tiñeblas, mentimos y no practicamos la verdad. Por eso es 1 Juan 1.6. Entonces, si andamos en tiñeblas, decimos que tenemos una relación con Dios, estamos mintiendo. Porque Dios es luz. Entonces, Él desea que practiquemos la rectitud. Si no hacemos lo que es recto, es porque no conocemos a Dios. Al igual que si no guardamos sus mandamientos, no le conocemos. En 1 Juan 2.4 dice, el que dice yo le conozco y no guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en él. Entonces ahí el apóstol Juan, una vez más, resalta una persona que dice que conoce a Dios, pero no guarda los mandamientos de Dios. ¿Cuál es el veredicto? Es mentiroso. Aún también, en 1 Juan, o sea, eso era 1 Juan 2.4, en 1 Juan 2, del 22 al 23, aquel que niega el Evangelio, aquel que niega la identidad de Jesucristo, la verdad de Jesucristo, tampoco conoce a Dios. Dice 1 Juan 2, del 22 al 23, ¿quién es el mentiroso? sino el que niega que Jesús es el Cristo. Este es el anticristo, el que niega al Padre y al Hijo. Todo aquel que niega al Hijo tampoco tiene al Padre. El que confiesa al Hijo tiene también al Padre. Sus primeras Juan 2, del 22 al 23, donde ahí también el apóstol Juan identifica al mentiroso, el que dice que conoce a Dios, que tiene una relación con Dios, pero niega que Jesús es el Hijo de Dios, que Jesús es el Cristo, que Él realmente es el Salvador, Él es el Mesías. Y entonces, por ello aquí, en 1 Juan 4, 20, aquí está llamando mentiroso y afirma que es mentiroso aquel que dice que ama a Dios. O sea, tiene una relación con Dios y le ama, pero al mismo tiempo aborrece a su hermano. Es mentiroso, no puede ser. Es que una persona puede afirmar que amara a Dios, pero su odio Hace... O sea, su odio hacia otros contradice esa afirmación. Porque el amor y el odio no pueden estar en el mismo corazón al mismo tiempo. O sea, Juan está dejando claro que las afirmaciones de sus oponentes son falsas. O sea, los falsos maestros están rechazando y odiando a los demás creyentes, pero ellos afirman tener un conocimiento de Dios. Ellos afirman amar a Dios. Y lo que el apóstol Juan está dejando claro es que esas afirmaciones son falsas. Juan enfatiza que es más fácil amar a una persona que puedes ver. que amar a Dios, a quien no puedes ver, porque Dios es espíritu. Y por ello aquí en versículo 20, 1 Juan 4, 20, dice, si alguno dice, yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios? A quien no ha visto. Entonces, fallar en la tarea más fácil, muestra que tampoco se cumple en el deber más difícil. O sea, el que odia a su hermano a quien puede ver, no puede amar a Dios a quien no puede ver. Es imposible amar a Dios y aborrecer de manera continua a su hermano. Ahora, no está diciendo que es imposible amar a Dios, sino está diciendo que esta persona no está amando a Dios. Y lo demuestra al no amar a su prójimo, al no amar a su hermano en Cristo. porque el amor y el odio no pueden convivir en el mismo corazón. Ahora aquí, si notáis, aquí en la Reina Valera traduce la última frase como una pregunta retórica. ¿Cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Sin embargo, una negación rotunda tiene mayor apoyo textual. Entonces, es la idea de no puede amar a Dios. a quien no ha visto. Entonces, no es tanto una pregunta, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?, sino es una negación rotunda. ¡No puede amar a Dios! Ahora, aún así, esa variante textual no cambia lo que el apóstol Juan quiere decir. La idea es que es imposible que tú ames a Dios y aborrezcas a tu prójimo al mismo tiempo. Es imposible. Y por ello, esa afirmación de amar a Dios, en ese caso, es una mentira. Y entonces, en versículo 21, lo que hace el apóstolo Juan es dar otra razón, por la cual no se puede dividir el amor hacia Dios y hacia el hermano en Cristo. Y, realmente, el apóstolo Juan se enfoca en el amor hacia el hermano en Cristo porque es el... o sea, si vas a amar a alguien, amarías a tu hermano en Cristo. Pero, Obviamente, el Evangelio va más allá. Jesús mismo dijo que tienes que amar a tu prójimo como a ti mismo. Pero si no amas a tu hermano en Cristo, tampoco vas a amar a tu prójimo o al que no conoce a Cristo. Pero por ello, aquí el apóstol Juan dice, si no amas a tu hermano en Cristo, es que no amas a Dios. Y por ello, aquí en el versículo 21, Vemos como el apóstol Juan da otra razón por la cual no se puede dividir el amor hacia Dios y hacia el hermano en Cristo. Porque nos dice en el siglo XXI, y nosotros, esto es 1 Juan 4, 21, y nosotros tenemos este mandamiento de él. El que ama a Dios, ame también a su hermano. Ame también a su hermano. ahora aquí podéis notar que dice tenemos este mandamiento de él ahora no tenemos las palabras exactas o sea la expresión exacta de este mandamiento no se encuentran en las escrituras no obstante el apóstol juan está enfatizando que no se puede separar el amor a dios y el amor hacia el prójimo el apóstol juan quizás está pensando en la enseñanza de Jesús sobre el resumen de la ley cuando hay en Mateo 22 del 37 al 40 dice Jesús le dijo amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón con toda tu alma y con toda tu mente este es el primero y grande mandamiento y el segundo es semejante amarás a tu prójimo como a ti mismo de estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas eso es Mateo 22 del 37 al 40 donde vemos que Jesús mismo une, o sea, vincula el amor hacia Dios y el amor hacia el prójimo, no lo puedes separar. Ahí cuando le preguntaron a Jesús cuál es el gran mandamiento de la ley, Jesús no los separó. Ama a Dios, ama a tu prójimo. Entonces por ahí aquí el apóstol Juan dice nosotros tenemos este mandamiento de él, el que ame a Dios, ame también a su hermano. Quizás también está pensando en ese mandamiento nuevo que dio Jesús, cuando dice en Juan 13, 34, un mandamiento nuevo os doy, que os améis unos a otros, como yo os he amado, que también os améis unos a otros". Y es que el apóstol Juan lo que está haciendo es refutar la afirmación de los herejes de que ellos dicen que aman a Dios, pero al mismo tiempo odian a los creyentes, genuinos, a los que creen en Jesús como Señor y Salvador. los odian. Entonces, lo que el apóstolo Juan está diciendo, esa afirmación de que ellos conocen a Dios, es falsa. Y es que el amor hacia otros creyentes es parte de la vida espiritual. El amor hacia otros no es una opción. Y al tener este mandamiento, eso muestra que este aspecto de la vida espiritual se puede cultivar, se puede ampliar. Debemos de crecer en nuestro amor. Crecer en nuestro amor hacia Dios, crecer en nuestro amor hacia nuestro prójimo, nuestros hermanos en Cristo. Y entonces lo que el apóstol Juan está haciendo en este texto, está desacreditando esas afirmaciones falsas de aquellos que dicen amar a Dios, pero no muestran el amor de Dios. Y no aman a sus prójimos, no aman a los hermanos en Cristo. Entonces el apóstol Juan está diciendo, mira, ellos no son creyentes genuinos. Pero si tú amas a Dios, amas a tu prójimo como a ti mismo, o sea, reflejas el amor de Dios, tienes esa seguridad. O sea, por esa relación que tienes con Dios, ese amor que has recibido de Dios, esa relación que tienes con el Juez de la Tierra, por ello no tienes que temer el día de juicio. No tienes que temer Porque el amor, el amor de Dios, ese perfecto amor, echa fuera el temor y puedes vivir esa confianza de que Dios te ama, de que ya no hay condenación para ti, porque has puesto tu fe en Cristo como Señor y Salvador, y has recibido el amor de Dios. Y entonces, por ello aquí el apóstol Juan lo que nos exhorta a hacer es dar evidencia del amor de Dios en nuestra vida. que demostremos que realmente tenemos el amor de Dios en nuestros corazones y que se ha perfeccionado en nosotros porque ponemos en práctica sus mandamientos, porque creemos el Evangelio, porque creemos la verdad de Jesucristo, porque andamos en rectitud, porque amamos a nuestros hermanos en Cristo. O sea, da evidencia del amor de Dios en tu vida. Vamos a terminar en oración.
Da evidencia del amor de Dios en tu vida
Series 1 Juan
Sermon ID | 324250812689 |
Duration | 46:42 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 John 4:16-21 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.