El cristiano y el control de la lengua. El problema de juzgar. Cuando juzgamos, lo hacemos basado en lo que hemos visto o escuchado. El conocimiento humano es limitado. Por ende, no es apto para hacer juicio justo. Cuando Jesús estaba en la casa de Simón el fariseo, y la mujer pecadora ungió sus pies, Simón pensó, éste, si fuera profeta, conociera quién y cuál es la mujer que le toca, que es pecadora. Lucas 7, 39. Simón desconocía el corazón y la necesidad de esta mujer. Jehová es el único juez justo, pues en él está todo el conocimiento. Él es omnisciente y conoce todos nuestros pensamientos y las intenciones de nuestro corazón. Jehová mira no lo que el hombre mira, pues que el hombre mira lo que está delante de sus ojos, mas Jehová mira el corazón. Primera de Samuel 16.7. Buscando la paja en el ojo. Mateo 7-3 dice, ¿y por qué miras la mota que está en el ojo de tu hermano y no echas de ver la viga que está en tu ojo? Nos gusta ver a los demás con gafas bifocales, o sea, con un lente con mucho aumento que amplifica el defecto, para así sentir justificación al emitir juicio. Más, usualmente no usamos lentes ningunos para mirarnos a nosotros mismos, dejando pasar por alto nuestras propias faltas y errores. La Biblia nos enseña que no estamos calificados para presentar un juicio sobre otros, porque estamos bajo la influencia de nuestras propias imperfecciones. Entonces, ¿por qué, aunque sabemos que no estamos calificados, aún así juzgamos? A menudo lo hacemos por motivos egoístas. Si tenemos un problema de pecado en nuestras vidas, sentimos alivio al señalar a otros con el dedo, pues esto oculta nuestro pecado. piensa que, verdaderamente, los únicos pecados sobre los cuales tenemos control son los nuestros. Por eso, debemos poner toda nuestra atención en resolverlos, en vez de enfocarnos en los pecados de los demás. ¿Y qué del que juzga en secreto? Mateo 7 del 1 al 2 dice, no juzguéis para que no seáis juzgados, porque con el juicio con que juzguéis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os volverán a medir. Primeramente, es bueno recordar que todo lo que hacemos en oculto, Jehová lo conoce. ¿Se ocultará algo, dice Jehová, en escondrijos que yo no lo vea? ¿No lleno yo, dice Jehová, el cielo y la tierra? Jeremías 23-24 En segundo lugar, juzgar en privado no nos libra de que nuestro corazón e intenciones sean descubiertos ante los demás. Nuestras intenciones y palabras malsanas no son ocultas, pues, no hay nada oculto que no haya de ser manifestado, ni escondido que no haya de salir a la luz. Marcos 4.22 y nada hay encubierto que no haya de descubrirse, ni oculto que no haya de saberse. Por tanto, todo lo que habéis dicho en tinieblas a la luz se oirá, y lo que habéis hablado en los aposentos se proclamará en las azoteas." Lucas 12, 2 y 3. Pero, ¿cómo se sabrá lo que tengo en el corazón si solamente lo he revelado en secreto? Inevitablemente, reflejaremos en una mirada, en un gesto, en un accionar, en una palabra, lo que está dentro de nuestro corazón. Porque de la abundancia del corazón habla la boca. Mas, aun si fuera posible engañar al hombre, Dios traerá toda obra a juicio juntamente con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala. Eclesiastes 12.14 Pero, hermano, hay esperanza. El que encubre sus pecados no prosperará. más el que los confiesa y se aparta alcanzará misericordia. Proverbios 28.13 la lengua y las influencias contrarias. Santiago 3, del 3 al 5 dice, Ya aquí nosotros ponemos frenos en las bocas de los caballos, para que nos obedezcan, y gobernamos todo su cuerpo. Mirad también las naves, aunque tan grandes y llevadas de impetuosos vientos, son gobernadas con un muy pequeño timón, por donde quisiere él que las gobierna. Así también, la lengua es un miembro pequeño, y se gloria de grandes cosas. He aquí un pequeño fuego, ¡cuán grande voz que enciende! Al referirse al freno y al timón, Santiago presenta dos cosas, que aunque pequeñas, tienen gran poder. Un freno pequeño permite al jinete controlar al caballo, y un timón pequeño permite que el marinero guíe a un barco enorme. La lengua es un miembro pequeño del cuerpo que tiene el poder para realizar grandes proezas. Tanto el freno como el timón deben vencer fuerzas contrarias. El freno debe vencer la naturaleza indómita del caballo. y el timón debe guiar al barco contra los vientos y las olas que pueden desviar su curso. La lengua del hombre también debe vencer fuerzas contrarias. Tenemos una vieja naturaleza que quiere hacernos pecar. Hay circunstancias e influencias a nuestro alrededor que nos incitan a decir cosas indebidas, a pecar con nuestra lengua. El pecado interno y las presiones externas tratan de controlar nuestra lengua. Esto quiere decir que la lengua debe ser controlada con intención y fuerza. El capitán guía al barco con determinación a través de la tormenta. De igual manera, permitamos que el Espíritu Santo guíe nuestra lengua a través de la vida. Que tu hablar refleje que eres cristiano. Santiago 3, 10 y 11 dice, de una misma boca proceden bendición y maldición. Hermanos míos, no conviene que estas cosas sean así hechas. ¿Hecha alguna fuente por una misma abertura, agua dulce y amarga? Un corazón injusto y lleno de odio no puede producir obras de justicia y amor, y tampoco puede producir palabras afables. ¿Cómo puedes ayudar a los que te rodean? Deja que Dios controle tu corazón y tu lengua diariamente. Pídele que te use para reflejar a Jesús. No hables mal de nadie, ni quieras hacer juicio que le toca a Dios, y con esto estarás mostrando el cristianismo. Deja que Dios use tu lengua para ser ejemplo para otros y para guiarles al camino de la vida.