00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Salmo 66, versículo 16 al 20, leo la palabra del Señor. Venid y oíd todos los que a Dios teméis, y contaré lo que Él ha hecho por mi alma. Con mi boca clamé a Él, y ensalzado fui con mi lengua, y ensalzado fue con mi lengua. Si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará. Pero ciertamente Dios me ha oído. Él atendió a la voz de mi oración. Bendito sea Dios, que no ha desechado mi oración, ni apartado de mí su misericordia. Amén. Al final de este hermoso Salmo 66, donde hemos estado viendo rebosante la majestad y la gloria de Dios, donde se nos ha invitado a venir y ver las obras de Dios, donde podemos ver que el salmista bendecía al Señor, Porque el Señor, aún en medio de la aflicción y de la tribulación, Dios le había sostenido y guardado. Al final del Salmo, Él dice en el versículo 16. Venid y oíd. Venid y oíd. Todos los que a Dios teméis. y contaré lo que Él ha hecho por lo que Él ha hecho por mi alma. Cuando uno está caminando con Dios, cuando uno está contemplando su misericordia, su compasión, cuando uno está recibiendo el perdón de nuestros pecados, cuando uno está recibiendo paz y gozo en el Señor, cuando uno está caminando con Dios, obedeciendo su palabra, Uno comienza a experimentar cosas maravillosas. Cosas maravillosas. Porque el Espíritu Santo viene a vivir en nuestra vida o a vivir en nuestra alma, en todo nuestro ser, y comenzamos a hablar con Dios. Comenzamos a tener una relación directa y personal con Dios. Comenzamos a ver su poder en nuestra vida. comenzamos a cambiar y dejamos lo que Dios odia y amamos lo que Dios ama. Es una transformación completa. Y cuando nosotros al andar con Dios, al caminar con Dios, vivimos todas esas gloriosas y hermosas experiencias, esa hermosa comunión con Dios, Entonces nos convertimos en un testimonio vivo. Le podemos decir a otros, ven y ve las cosas que Dios ha hecho en mi vida. Te voy a contar de las maravillas de Dios. Te voy a contar de lo poderosa que es su palabra. Cómo me sacó de la depresión. Te voy a contar cómo Él me rescató de la brujería. Cómo Dios hizo esta gran obra. Gloria a Él. Cómo yo era un esclavo en el pecado y él rompió esas cadenas. Cómo yo estaba involucrado en la droga, en el alcohol y él me liberó por el poder de su palabra, por su gracia, por su bondad y su amor. Eso es lo que el salmista está testificando. La gente no puede hablar de lo que no ha recibido y de lo que no tiene. Pero el creyente si puede hablar de las bondades de Dios, del poder de Dios, del poder de su espíritu. Por eso dice en el Salmo 66, versículo 16. Venid y oíd todos los que a Dios teméis y contaré lo que Él ha hecho, lo que Él ha hecho por mi alma. Usted no puede callarse las cosas que Dios ha hecho por usted, tiene que decirle a otros, testificarle a otros. Mis queridos padres, usted no se puede callar la obra de Dios en su vida, tiene que testificarle a sus hijos, a su esposo. Las mujeres tienen que testificarle a otras mujeres. Los hombres testificar a los hombres. Los jóvenes a los jóvenes. Los adultos a los adultos. A todos tenemos que decirle, venid y ved. Les voy a hablar de las cosas que Dios ha hecho en mi vida. Es un testimonio. Ahora tú eres un testigo de la obra de Dios en tu propia vida. Testigo de Cristo. Dice el versículo 17, con mi boca clamé a él. El Señor y ensalzado fue con mi lengua. Con mi boca clamé a él y lo alabé, lo exalté con mi lengua. El Señor oyó mi oración. Observen que este es un hombre piadoso e invita a personas piadosas a escuchar su testimonio. una marca de una persona creyente, piadosa, es que ora. Y eso es lo que dice aquí, clamea a él. Otra marca o evidencia de una verdadera fe es que esta fe alaba y adora a Dios. Entonces, ¿cuál es el testimonio que él va a traer a esos hombres y mujeres, su caminar piadoso con Dios. No tenemos que estar diciendo las bendiciones económicas que Dios me ha dado, porque eso Dios se lo da a todos, hasta a los impíos. Hay impíos que están más gordos y con más dinero que uno. Entonces, no es la riqueza, no es los bienes, no es el carro, no es la casa, no son mis estudios. Dios a los impíes le da eso y más. Es tu vida de oración, es tu vida de comunión con Él, es tu amor hacia la palabra que te ha dado libertad, es que tú le adoras. El verdadero testimonio de un hijo de Dios es que es un adorador, que adora al Padre en espíritu y en verdad. Es decir, nosotros tenemos que dar ese testimonio de que éramos unos idólatras y ahora somos adoradores. Éramos unos impíos y ahora somos unos píos en el sentido de piadosos, temerosos de Dios. Éramos uno irreverente y ahora somos reverente a Dios. Éramos uno profano, brujo, hechicero y ahora somos liberados de todas las cadenas y adoramos y servimos a un solo Dios. Ese es el verdadero testimonio. Tristemente he escuchado a personas que dicen, mira que yo ayuno. Muy bien. Mira que yo diezmo. Muy bien. Qué bien, qué bueno. Gran cosa. Eso hasta los impíos lo hacen. Hay impíos que ayunan más que usted que yo. Ayunan. Porque ellos están acostumbrados a hacer sacrificios. Y el ayuno es un sacrificio, hermano. No es un sacrificio malo cuando usted está en Cristo y lo hace con propósitos piadosos, pero es un sacrificio malo cuando usted lo usa para supuestamente tener más gracia con Dios, tener más cercanía con Dios. La misma cercanía que tiene cualquier cristiano la tiene usted u otro, no hay diferencia. Todos los verdaderos hijos de Dios son salvos a través de Jesucristo. La misma fe, el mismo bautismo, el mismo amor, el mismo Señor, no hay diferencia. Entonces, no, que yo hay uno más que María Isabel, gran cosa. Que yo soy más piadoso que Marta, porque yo doy más diemo que ella. Hasta los demonios dieman. Hasta el diablo viene a dizmar a la iglesia. hermano, ese no es el testimonio. Pero tú oras, tú invocas a Dios, tú clamas a Dios, tú pasas tiempo a sola con Dios. Ahí sí se le hace difícil a un demonio, hermano, o a un impío. ¿Tú sabes lo que yo pasé mi tiempo de que orando? Yo debo estar sirviendo. Sí, eso también lo hacen los impíos. Sirven y más que muchos. Pero orar, adorar a Dios, alabar a Dios, si empieza no dura mucho. El verdadero testimonio de un verdadero hijo de Dios no es que hace cosas para Dios, no. Es que vive caminando con Dios. Es un hombre o una mujer piadosa. Es un hijo de Dios. Ha sido salvado por la sangre de Cristo. Es un lector de la palabra de Dios. Ama la palabra de Dios. Ama a Dios. Jesús decía, si me amáis, guardad mis mandamientos. Si me amáis. Entonces, ese es el testimonio del salmista en el Salmo 66, versículo 17. Pero mira lo que dice el versículo 18. Él conocía muy bien a su Dios. Es otra característica de un verdadero hijo de Dios. Conoce bien a su Dios. Y él sabe que si observo iniquidad en mi corazón, el Señor no me escuchará. Si yo inclino mi corazón a lo malo, al adulterio, a la mentira, a la fornicación, es decir, tener relaciones con una persona que no es tu esposo, con una novia o un novio, ese pecado, al robo, a la codicia, a la mentira y a muchos otros pecados que podríamos mencionar y hechicería y todo eso. El salmista sabía que si andaba en una de esas cosas, Dios no le iba a escuchar. Dios no le iba a escuchar. Él conoce que Dios es santo. Él conoce que Dios es justo. Él conoce que Dios es piadoso. ¿Tú sabes por qué Dios ama al justo? Porque Él es justo. ¿Por qué Dios ama al piadoso? Porque Él es piadoso. ¿Por qué Él nos manda a ser santos? Porque Él es santo. ¿Por qué Él llama a los hombres a arrepentirse? Porque Él puede perdonarlos y quiere hacerlo. Entonces, el detalle aquí es que es una excelente característica conocer a Dios. ¿Cómo tú puedes adorar a Dios si no le conoces? ¿Qué pide Él? Ah, yo no sé, a saber. Pues debería de saberlo si tú eres piadoso. Debería de saberlo, está en las Escrituras. Debería de estar meditando en lo que Él ama para tú amarlo. Debería de estar meditando en el Salmo 1. Y observando que es bienaventurado el que está meditando en la ley de Dios, en las sagradas escrituras de día y de noche. Ese es el bienaventurado, dice el Salmo 1. Pero no es bienaventurado, está en desgracia el que se entrega a una vida de pecado. Es como el tamo que es arrebatado por el viento, dice el Salmo 1. ser echado en el fuego. Entonces, hermanos, conocer a Dios es necesario para poder adorarle, para poder dar testimonio de Dios, tú primero tienes que conocerlo personalmente, primeramente conocerlo como tu Salvador, pero en segundo lugar, conocer su voluntad para tu vida, para tu familia. ¿Es la voluntad de Dios que tú seas un niño mentiroso? No, porque él ama la verdad. ¿Es la voluntad de Dios que tú seas una mujer ladrona? No, porque me manda a trabajar. Él es justo. ¿Es la voluntad de Dios que yo sea un abusador? No. Si andamos en malos caminos, él no nos escucha. El salmista lo sabía y nosotros tenemos que saberlo. Tenemos que saberlo. Versículo 19. Ciertamente Dios me ha oído. Él atendió a la voz de mi oración. ¿Por qué Dios lo oyó? Porque él andaba en el temor de Dios, obedeciendo la palabra de Dios. Por eso era que Dios le escuchaba y le respondía. Él atendió a la voz de mi oración, es decir, que me respondió. Aquí el salmista está dando testimonio de su fe, de su vida, de su vida de oración y de cómo Dios le respondió a su vida, a su oración. Da testimonio de que él conocía a Dios personalmente en fe, en Cristo, pero también conocía a Dios a través de la palabra. Había crecido espiritualmente. Son dos tipos de conocimiento. El salmista lo tenía. Y él veía que Dios respondía a su oración porque él andaba en integridad. Y algunas personas me dicen, ya yo dejé de orar. Porque uno ora y ora y no, no pasa nada. Y yo me pregunto, ¿cómo tú andas delante de él? Porque no pasa nada, porque tal vez tú sigues siendo la misma mujer mentirosa, el mismo hombre ladrón. Cuando viene a ver, no pasa nada, porque tu propio pecado es un estorbo para ti. Entonces miren, porque no pasa nada muchas veces. Y yo oro, y yo oro y nada sucede. Tú sigues los mismos pecados, mi hija. Tú sigues la misma andadura impía que tú andabas antes, mi hijo. ¿Cómo Dios te va a prosperar? Pastor, pero tú nada más me dices la cosa mala. ¿Pero y qué te voy a decir si tú andas en los malos caminos? Que te va a ir bien. Entonces, el salmista sabía que Dios no andaba con el impío. Dios no anda con el que vive en su pecado. que hizo de salmista, se arrepintó de su pecado, creyó en el Señor y, en segundo lugar, conoció a Dios a través de su palabra para andar como le agrada a Dios. Es necesario andar como a Dios le agrada, no como a mí me agrada. sino como a Dios le agrada y entonces usted verá prosperar su camino y entonces te orará y verá respuesta inmediatamente y entonces usted clamará y luchará en oración por años y a su tiempo verá la bendición del señor pero como andamos delante de él al final del versículo 20 dice bendito sea Dios que no ha desechado mi oración ni apartado de mí su misericordia bendito sea Dios aquí hay una alabanza al señor una aleluya al señor un cántico de acción de gracias al señor porque Dios no le desechó o yo la oración de un siervo inútil No apartó la misericordia de un hombre débil, de una mujer débil. Dios no va a apartar la misericordia de ti. ¿Pero cómo andas? ¿Andas delante de Él con temor y reverencia? ¿O andas en tu pecado? Porque si andas en tu pecado, Él no va a andar contigo. Pero si andas con Él, tu oración será escuchada. Tu oración. Será respondida y tú disfrutarás, disfrutarás de su misericordia. Y yo lo puedo de esta manera, yo lo puedo de esta manera. Yo y un hombre impío no hay diferencia, somos pecadores, bien. Dios alimenta al impío y me alimenta a mí, él es bueno. Dios me prospera a mí, lo prospera a él, económicamente nuestro trabajo, bien. Pero cuando yo clamo a Dios, yo clamo a mi padre. ¿Quién es su padre? El del impío, el diablo. ¿Puede él clamar a su padre, el diablo, y le bendecirá a su padre? No, porque el diablo es su enemigo y lo que quiere es su condenación. Entre yo y un impío no hay diferencia, somos pecadores, pero yo soy un pecador perdonado y que ando caminando con Dios. Este impío no conoce a Dios y anda sin esa esperanza y sin esa bendición. Hermanos, hay gran bendición para el que anda con Dios. No hay diferencia. Dios no hace excepción de personas. Dios no hace diferencia entre mí y Aniel, entre mí y Marta. Somos iguales delante de Dios. Pero no somos iguales en el sentido de que uno es hijo de Dios y el incómbez es hijo del diablo. Hay una diferencia ahí. Hay cosas que Dios le concede solamente a sus hijos. El reino de Dios está guardado para sus hijos. Los hijos de las tinieblas tienen su lugar en las tinieblas de afuera. Hay una diferencia. Cristo vino a buscar a su pueblo, pero hay muchos impíos que se van al infierno. No murió por ellos. Cristo no murió por todos, murió por su pueblo. Si tú le buscas sinceramente, de corazón, clamas a Él que perdone tu pecado, que tenga misericordia, Él es bueno y misericordioso. Y Él te concede esa bendición. Dios te conceda hoy el entender la bendición de los que caminan con Dios. Busca esa bendición. Camina con Dios. Busca esa bendición. Esfuérzate. Camina con Dios. primero ten fe en Jesucristo, arrepiéntete de tus pecados, deja esa vida de pecado y entonces clamarás y Él rebosará, llenará tu vida de bendiciones y misericordias abundantes. Dios nos conceda esas peticiones.
La bendición de los que caminan con Dios
Series Los Salmos
La bendición de los que caminan con Dios
Sermon ID | 31625314352450 |
Duration | 21:15 |
Date | |
Category | Devotional |
Bible Text | Psalm 66:16-20 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.