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Iba a hacer enojar a mi esposa y pedir que cantara, así como sugirió el hermano, pero no quiero tener problemas matrimoniales después. Vamos a leer la palabra de Dios en el libro de Deuteronomio, capítulo 27. Deuteronomio, capítulo 27. Y puestos de pie, leer los versículos un tanto fuertes. Pero como verán, tiene mucho que ver con el sermón. Deuteronomio capítulo 27 y voy a comenzar a leer en el versículo 11. Deuteronomio, el quinto libro de la Biblia. Capítulo 27, versículo 11. dice la Palabra de Dios. Y mandó Moisés al pueblo en aquel día, diciendo, Cuando hayas pasado el Jordán, éstos estarán sobre el monte Jericín para bendecir al pueblo, Simeón, Levi, Judá, Isaacar, José y Benjamín. Y éstos estarán sobre el monte Ebal para pronunciar la maldición, Roven, Gad, Acer, Zabulón, Dan y Neftalí. Y albarán los levitas y dirán a todo barón de Israel en alta voz, Maldito el hombre que hiciera escultura o imagen de fundición, abominación a Jehová, obra de mano de artícice, y la pusiera en oculto, y todo el pueblo responderá y dirá, Amén. Maldito el que deshonrare a su padre o a su madre. Y dirá a todo el pueblo, Amén. Maldito el que redujere el límite de su prójimo. Y dirá a todo el pueblo, Amén. Maldito el quisiera errar al ciego en el camino. Y dirá a todo el pueblo, Amén. Maldito el que pervertiere el derecho del extranjero, del huérfano y de la viuda. Y dirá a todo el pueblo, Amén. ¡Maldito el que se acostare con la mujer de su padre, por cuanto descubrió el regazo de su padre! ¡Hidrato el pueblo! ¡Amén! ¡Maldito el que se ayuntare con cualquier bestia! ¡Hidrato el pueblo! ¡Amén! ¡Maldito el que se acostare con su hermana, hija de su padre o hija de su madre! ¡Hidrato el pueblo! ¡Amén! ¡Maldito el que se acostare con su suegra! ¡Hidrato el pueblo! ¡Amén! ¡Maldito el que hiriere a su prójimo ocultamente! ¡Hidrato el pueblo! ¡Amén! ¡Maldito el que recibiere soborno para quitar la vida al inocente! ¡Hidrato el pueblo! ¡Amén! ¡Maldito el que no confirmare las palabras de esta ley para hacerlas! ¡Hidrato el pueblo! ¡Amén! Oremos al Señor para que nos ayude a entender su palabra. Que nos oigamos como veíamos en esta mañana, oidores olvidadizos, pero hacedores de su palabra. Todos orando al Señor. Padre Santísimo, nuestro gran Dios. Te conocemos, Señor, y te alabamos por tu sabiduría, por tu bondad, por tu misericordia y gracias que en tu providencia podemos estar en tu casa. Y te pedimos, Señor, para esta congregación y las demás congregaciones donde se predica el Evangelio, tu favor da fruto a los que hayan predicado hoy y los que predicarán en esta noche, Señor, que pueda ser condenado. con el poder del Espíritu Santo. Te rogamos, Señor, por nuestros hermanos en España, nuestros hermanos Phillips. Ayúdalo, Señor, en su ministerio en esta semana. Igualmente a nuestros hermanos en la Ciudad de México. Ayúdalo, Señor, en su familia, con sus ministerios, sus viajes misioneros. Te pedimos, Señor, que tu reino se extienda en nuestro país. Dan misericordia de nosotros y nuestros hijos. Nosotros creemos en las Escrituras como la palabra de Dios. Le pedimos que tu palabra corra. Creemos en el Evangelio, las buenas noticias de tu salvación. Oh Señor, que tu reino de gracia venga y el reino nos enseñe y se predique el arrepentimiento y fe para con Dios. Y nosotros creemos en el Espíritu Santo, su poder para salvar. Haz la obra entre nosotros aún en esta noche. Oh, Señor, manda un avivamiento de lo alto. Y por México, Señor, te pedimos que quites la idolatría, quites los pecados, las abominaciones que se cometen, y que nos volvamos a ti. Haz la obra, Señor, como nunca lo has hecho antes, y ven aquí a nuestro país, que tu presencia salvadora y transformadora se manifieste en nuestros días. Esta noche el Señor le estudiará tu palabra. Si hablo, que hable conforme a la palabra de Dios. Y si ministro, que ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea nuestro Señor Jesucristo glorificado. En su santísimo nombre te lo pedimos. Amén. Amén. Sentémonos, hermanos. Cada año aprendemos 12 versículos, un versículo por mes, y este año estamos aprendiendo 12 versículos del Antiguo Testamento, pero no de un pasaje en particular, pero 12 versículos diferentes de diferentes pasajes. En enero, Aprendimos de Génesis 1.1, el primer versículo de la Biblia, muy importante, clave, por supuesto, pues es el versículo que nos enseña cómo fue creado todo el universo. En febrero, febrero, aprendimos Génesis 3.15, donde se menciona por primera vez el Evangelio, la victoria de Cristo sobre la serpiente antigua. Y en marzo aprenderemos de Deuteronomio 27, 26. Deuteronomio 27, 26, el último versículo que leímos, donde nos encontramos unas lecciones sobre la ley de Dios. Pero aprenderemos este versículo según la traducción de Galatas 3, 10. Galatas 3, 10, el apóstol Pablo traduce este versículo. y lo interpreta y nos da las palabras que vamos a memorizar este año. Galatas, capítulo 3. Si tienen sus Biblias, Galatas 3, 10. Y vamos a ver unos versículos de este pasaje. Así que si gustan poner un separador en Deuteronomio 27 y otro separador en Galatas, capítulo 3. No sé si se pueden poner separadores, verdad, en sus celulares. No sé si haya tal función. Por eso la hermana Bechelani dice, mejor una Biblia de verdad, como dice ella, verdad, un libro con páginas y hojas que uno puede marcar y separar. Muy bien, en Galatas 3.10, en la segunda parte, nos dice el apóstol que Deuteronomio 27 y 26 dice, maldito Todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Esa es la traducción. Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Esa tarde enlistaremos unas lecciones lógicas y unas lecciones evangélicas de este versículo. Ese va a ser nuestro texto. Galatas 3 10, la segunda parte. Comencemos con las lecciones lógicas, las lecciones lógicas de Galatas 3.10 en nuestro texto. La primera lección es la ley de Dios nos declara malditos o benditos. La ley de Dios nos declara malditos o benditos. De eso se trata el contexto en Deuteronomio capítulo 27. Veanlo en los versículos 1 a 3 de Deuteronomio. Están por entrar a la tierra prometida. Y Moisés ordenó con los ancianos de Israel al pueblo, diciendo, Deuteronomio 27, 1, Guardaréis todos los mandamientos que yo os prescribo hoy. Y el día que pases el Jordán a la tierra que Jehová tu Dios te da, levantarás piedras grandes y las revocarás con cal, y escribirás en ellas todas las palabras de esta ley, cuando hayas pasado para entrar en la tierra que Jehová tu Dios te da. tierra que fluye leche y miel, como Jehová, el Dios de tus padres, te ha dicho. Versículo 11. Mandó Moisés al pueblo en aquel día, diciendo, Cuando hayas pasado el Jordán, éstos estarán sobre el monte Jerisím para bendecir al pueblo. Simeón, Levi, Judá, Isaacar, José y Benjamín. Y éstos estarán sobre el monte Eval para pronunciar la maldición. Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí. Dos montes, dos secciones, dos opciones, la maldición o la bendición. Ahora, aquí hay que tener en cuenta que ser maldito, la maldición es una palabra muy, pero muy fuerte, muy, muy severa. Es algo muy grave. No sé si ustedes lo hacían, pero en la primaria a veces usamos esa expresión. No seas maldito. No seas maldito. Préstame la bici. No seas maldito. Déjame jugar en tu equipo. No seas maldito. Pero realmente no sabíamos lo que estamos diciendo. Maldito es estar bajo la maldición de Dios. Dios hará que todo suceda para mal en nuestras vidas. En otras palabras, maldito es estar bajo la condenación de Dios, ser castigado, sufrir su ira santa. Y aquí estamos hablando del Dios de la Biblia, el Dios que es un fuego consumidor. El fuego, el sol no es nada en comparación con la ira santa de Dios cuando nos dice la Biblia que es como un fuego consumidor. Ahora, lo contrario a ser maldito, por supuesto, es ser bendito. Estas son las dos opciones, maldito o bendito. Pero también esta palabra, bendito, bendición, es una palabra cristiana que la usamos tanto que a lo mejor ha perdido su sabor, ha perdido su fuerza. Muchas veces, probablemente hoy la dijimos como 10 veces, que Dios te bendiga, que Dios te bendiga, que Dios te bendiga. O bendiciones, hermana, como dicen en España y terminan las cartas de nuestros hermanos Phillips, así, bendiciones, bendiciones mil. La usamos esa palabra como si nada, tal vez. Por supuesto, está bien usar la expresión que Dios te bendiga o bendiciones, pero si la decimos sinceramente, sin tomar el nombre de Dios en vano. Pero a lo que voy aquí es que ser bendito de Dios es algo súper maravilloso. Así como ser maldito de Dios es algo muy grave, severo, horrible, ser bendito de Dios es algo súper maravilloso. Pues ser bendito de Dios es que él nos va a favorecer. que a lo último todo va a resultar para bien. Hay un profeta que lo pone con estas palabras muy. Nos habla de los cielos nuevos y la tierra nueva, por así decirlo, de lo que pasará al final y nos debe de emocionar, porque es lo que pasa en el presente. También contó una persona que es bendita y nos dice un profeta edificarán casas, morarán en ellas, plantarán viñas y comerán frutos de ellas. no edificarán para que otro habite, ni plantarán para que otro coma, porque según los días de los árboles serán los días de mi pueblo. Mis escogidos disfrutarán la obra de sus manos, no trabajarán en vano ni darán a luz para maldición, porque son linaje de los benditos de Jehová y sus descendientes con ellos. Esto es tremendo. Esta es la bendición de Dios. Esta es la realidad para los cristianos. Pero a lo último, a lo último, ser bendito de Dios nos hace, como dice en 2 Pedro 1, participantes de la naturaleza divina. Esto es tremendísimo. Porque el único bendito es lo último, y no sé si ustedes han notado esto en la Biblia, el bendito es lo último, es Dios mismo. Y ser benditos nos hace participantes de la naturaleza divina, a tal manera que entonces podemos estar con Él. Véanlo con sus propios ojos en Mateo 25, lo que nos dice. Mateo capítulo 25 y el versículo 34. Aquí nos habla del juicio final. Es una fotografía profética de lo que pasará al final. Y están dos grupos, los malditos y los benditos, los de la izquierda y los de la derecha. Y nos dice en Mateo veinticinco treinta y cuatro Mateo capítulo veinticinco y versículo treinta y cuatro. Entonces el rey dirá a los de su derecha. Venid benditos de mi padre, heredar el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Qué gran texto, qué profundo. Es la fundación del mundo, el reino preparado para quienes los benditos de mi padre. Entonces, y estas son las únicas dos opciones, malditos de Dios o benditos de Dios. Como dice un salmo y lo pueden ver en muchas partes, esto en el salmo 37 no lo tienen que buscar, se los leo. Nos dice el versículo 22, porque los benditos de él heredan la tierra. y los malditos de él serán destruidos. Esas son las únicas alternativas, las únicas opciones. Y la pregunta aquí, amigo, amiga, ¿en qué grupo estás? ¿En qué grupo estás? La ley declara, o eres maldito de Dios, o eres bendito de Dios. No hay otra opción. Como se escribe, como leen en los Salmos, Sela, piensa esto. Bendito de Dios o maldito de Dios. Muy bien, entonces la primera lección de nuestro texto es que la ley de Dios nos declara malditos o benditos, son las opciones. Ahora, la segunda lección es que la ley de Dios es santa, justa y buena. La ley de Dios es santa, justa y buena. Si ustedes piensan como que he leído eso en alguna otra parte, ese es el vocabulario de Romanos 7, 12. El apóstol Pablo dice que la ley de Dios es santa, justa y buena. Y la lógica aquí es de nuestro texto. Cuando el apóstol nos dice en Galatas 3.10, interpretando y traduciendo nuestro texto de Deuteronomio 27 y el versículo 26, Maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. La lógica es, si la ley de Dios no fuera de acuerdo con la santidad, la justicia de Dios, si la ley de Dios no fuera buena realmente, entonces no seríamos malditos. nos exigieron la lógica, pero una ilustración a lo mejor nos va a ayudar aquí. Supongamos, ¿bien? Supongamos. Niños, es una suposición, no va a pasar, no creo que vaya a pasar. Pero supongamos que el Congreso del Estado aprueba una ley que dice que todos Todos los ciudadanos de Sonora debemos desayunarnos palletas, paletas, payaso. Todos debemos desayunarnos paletas, payaso. Só pena de cárcel y multas. Esta es la ley. Esta ley es un tanto absurda, por supuesto. No es buena. Al rato todos íbamos a estar diabéticos. no desayunarnos paletas, no nos debería llevar a la cárcel. Por supuesto que no. Es una ley absurda. No es buena. Y el punto aquí es, si somos malditos por no obedecer la ley de Dios, entonces lógicamente quiere decir que ha de ser santa, que ha de ser justa, que ha de ser buena. Y más, cuando es la ley de Dios nuestro creador, nuestro sustentador, nuestro gobernador, el que nos da hasta el aire para respirar, por supuesto. Muy bien, tercera lección lógica. La ley de Dios exige obediencia total, obediencia completa. La ley de Dios exige obediencia total, completa. El versículo nos dice, maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Aquí es obvio, pero lo tengo que decir. Los mandamientos de Dios no son caprichos de Dios. Por supuesto que no. No son mandamientos necios, absurdos, sin bases. No, no, por supuesto que no. Las leyes de Dios están basadas en la perfección de Dios, en la perfección de su justicia, en la perfección de su majestad, en la perfección de su gloria. Cada mandamiento tiene un propósito en su plan de mostrar su gloria por toda la eternidad. Claro que sí. Entonces, teniendo en cuenta eso, su ley es integral. completa, total. No puedes escoger nada más los mandamientos que te gusten. Bueno, hermano Paco, de los 10 mandamientos, nada más me gustan 8. No me gusta mucho el segundo mandamiento. No me gusta mucho el cuarto mandamiento. Nada más me gusta. Eso es suficiente. No, no, no, no, no. Por supuesto que no. Debes obedecer todas las cosas escritas en el libro de la ley. Si no eres maldito, lo dice el versículo. Claro. Dios exige obediencia perfecta a todos sus mandamientos. Lo leímos, pero vale la pena volverlo a leer en Santiago 2.8. Santiago 2.8. Estaba pensando que el hermano Julio de Nogales predicó sobre Santiago capítulo 1 y esta mañana vimos varios contextos de Santiago 1.19 en adelante y de la lengua en el capítulo 3. y vamos a mencionar algo el capítulo 2, entonces a lo mejor un día de esos volvemos al capítulo 4 y el capítulo 5 y así terminamos de estudiar el libro de Santiago. Pero lo apuntan por ahí y si no predico este año de Santiago otra vez, me dicen hermano Paco, le faltó terminar Santiago. Bueno, el caso es, vean Santiago 2 y nos dice el versículo 8. Si en verdad cumplís la ley real, conforme a la Escritura, amarás a tu prójimo como a ti mismo, bien hacéis. Pero si hacéis acepción de personas, cometéis pecado. Quedáis convictos por la ley como transgresores. Porque cualquiera que guardare toda la ley, pero fingire en un punto, se hace culpable de todos. Porque el que dijo, no cometerás adulterio, también ha dicho, no matarás. Ahora bien, si no cometes adulterio, pero matas, ya te has hecho transgresor de la ley. Si fallas en uno, fallas en todo, nos dice aquí. Entonces, si la pensamos y esto es verdad, nuestro texto nos condena a todos. Nuestro texto de Deuteronomio nos condena a todos, nos hace malditos a todos, nos declara malditos. Y esta es la cuarta lección. La ley de Dios nos declara malditos a todos. Maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Leí en los comentarios sobre nuestro texto en Deuteronomio 27, y hay un debate entre los expertos, los teólogos de verdad, los expertos. Debaten, ¿por qué no se mencionan los benditos en Deuteronomio 27? Se mencionan a los malditos. Ejemplos de los malditos en el pasaje que leímos. La pregunta es, ¿por qué no se mencionan a los benditos? Moisés dijo que se hiciera así y dio, por supuesto, ejemplos de los malditos. ¿Por qué no está nada acerca de los benditos? Para mí la respuesta es fácil, muy fácil. Porque como está escrito, no hay justo ni a uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se desvieron, aún así se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno, ni un bendito realmente a lo último. Pecamos. Siempre desobedecemos la ley de Dios. Ese es el pecado, la transgresión de la ley. Pecamos en nuestros pensamientos, en nuestras actitudes, en nuestras palabras, en nuestras acciones. Pecamos. Tal vez ustedes saben la historia de Hidra. Hidra, H-I-D-R-A. En la mitología griega, la Hidra era un monstruo con un cuerpo de perro pero con varias cabezas de serpiente. Un monstruo así, terrible este monstruo. Una de esas cabezas era inmortal. Ese era el problema porque podías cortar una de sus cabezas, pero le quedaba esa cabeza inmortal. Pero además, su aliento y su saliva eran venenosos y causaban la muerte instantánea. Así un monstruo terrible. Y si le cortabas una cabeza, le salían otras dos. Un monstruo de muchas cabezas, su aliento y su saliva venenosos, y te causaba la muerte instantánea, ese aliento y esa saliva. Y si te atrevías o llegabas a cortarle una cabeza, le salían otras dos cabezas. ¿Y sí o no que así nos pasa en nuestras vidas luchando contra el pecado? Tal vez vencemos una tentación, pero luego están otras doce. Vencemos la tentación a la mentira, pero luego están ahí las judicias. Vencemos la tentación a las judicias y luego están los problemas con los enojos y las griterías. Vencemos eso y ahí está en un ciclo de más tentaciones y más horribles luchas contra el pecado, como una hidra diabólica. Siempre estamos luchando porque siempre estamos quebrantando la ley en palabra, en acción, en pensamientos o en actitudes. Eso, hermanos y amigos, nos hace malditos a todos. La última lección lógica. Si lo que hemos visto es verdad y lo que dice el texto es verdad, entonces Dios no nos dio la ley para salvarnos. Dios no nos dio la ley para salvarnos. Obviamente, si la ley nos declara malditos a todos, no a injusto ni a un uno, entonces Dios no nos dio la ley para salvarnos. Y es por eso, y es el contexto de Galatas 3, vean conmigo el versículo 10. Galatas capítulo 3 y el versículo 10. porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición. Pues escrito está, maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas, y que por la ley ninguno se justifica, para con Dios es evidente, porque el justo por la fe vivirá. Podemos La ley. No podemos. La ley nos declara malditos porque siempre, siempre, siempre estamos pecando. No logramos una perfección de obedecer la ley de Dios. Claro. Todos heredamos la genética espiritual de Adán y Eva. Todos somos culpables del pecado de Edén. Por nuestra naturaleza, no podemos hacer ningún bien para lograr nuestra salvación. No podemos. Entonces, por cierto, es falsa la teología que enseña que en una dispensación Dios dio la ley para salvarnos. Claro que no. La ley no nos puede salvar. La ley nos condena. Y el versículo es muy claro. Maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas escritas en el libro de ley para hacerlas y fallamos en una desde que nacemos, nacemos llorando, enojados. Ya con eso nos manda el infierno. Entonces, ¿la ley no es para salvarnos? ¿La ley es para declararnos pecadores? ¿La ley es para enseñarnos la justicia y la santidad tan estricta de Dios? Entonces también, amigo, te equivocas si piensas que estarás bien con Dios cumpliendo sus mandamientos. A mí me tocó hablar con una señora en esta colonia. Y, ¿pero usted en qué espera para que Dios la reciba en el cielo? Y me contestó sinceramente, honestamente, me dijo, voy a cumplir los mandamientos de Dios. Eso es imposible. Es como el joven rico, o como yo le digo, el pobre joven rico. Porque según él había cumplido con los mandamientos de Dios de su juventud. ¿Se acuerdan? El Señor le dijo, bueno, muy bien, vamos a ver si es cierto. Vende todo lo que tiene valor a los pobres y ven y sígame. Y se fue triste, porque tenían muchas posiciones. El amor al dinero, su ídolo, venía otro Dios, por supuesto. Entonces, tu conciencia sabe muy bien que has fallado. Y si has cometido un solo pecado, delante de Dios ya eres maldito. Estás condenado al infierno eterno. Dios no nos dio los mandamientos para salvarnos. Pero aquí pasamos a las buenas noticias. Veamos, en último lugar, las lecciones evangélicas de nuestro texto. Las lecciones evangélicas de nuestro texto. La primera lección es, Dios envió a su hijo. para cumplir su ley y así poder rescatarnos. Dios envió a su Hijo para cumplir su ley y así poder rescatarnos. Maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas, para salvarnos. Cristo tenía que ser bendito, no maldito, por supuesto. Alguien maldito no nos podía rescatar de la ira de Dios. Pero el Hijo de Dios se hizo humano y cumplió todos los mandamientos de Dios. Él los hizo a la perfección y cumplió con la justicia de Dios, como Dios requería. Y por eso la Escritura dice, pero cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley. Por eso, Cristo mismo dijo, no piensen que he venido para abrogar la ley de los profetas. No he venido para abrogar, sino para cumplir. Cristo retó a unos y les dijo, ¿Quién de ustedes me haya culpable de pecado? ¿Quién de ustedes me redargulle de pecado? Por supuesto, nadie pudo acusarlo de ningún pecado. Aun al final, no sé si ustedes han pensado bien esto. Al final, al final, los corruptos y crueles Herodes y Pilato lo declararon inocente. ¡Lo declararon inocente! ¡Este hombre no ha hecho nada malo! Aún el mismo Judas Iscariote que vivió con nuestro señor tres años. Él dijo a lo último, he entregado sangre inocente. Este hombre nunca pecó, nunca hizo nada malo, todo hizo a la perfección. Y el punto es, Cristo permaneció en todas las cosas escritas en la Hidroleí para hacerlas. Nosotros malditos, todos los hombres malditos, pero Él es bendito de benditos. Él sí puede presentarse por nosotros ante Dios. Segunda lección evangélica. Dios hizo maldito a Cristo para poder salvarnos. Dios hizo maldito a Cristo para poder salvarnos. Nosotros teníamos dos problemas, dos problemas muy graves. No había ningún hombre que había cumplido con la ley de Dios. No había ningún hombre que podía representarnos ante Dios o ser nuestro mediador. Ningún hombre había cumplido con todos los mandamientos en nuestro lugar, en nuestro lugar, en nuestra humanidad. No. Adán pecó y todos los hijos de Adán y Eva pecaron. El otro gran problema, por supuesto, es que éramos declarados malditos. ¡Malditos de nacimiento! ¡Malditos bajo la condenación de Dios! ¡Listos para ser echados al infierno por toda la eternidad! ¡Listos ya, ya! La solución, que alguien tomara también nuestra maldición. que alguien tomará nuestro lugar como nuestro representante, pero también alguien tomará nuestra maldición, que alguien tomara toda la condenación, toda la ira justa de Dios en nuestro lugar. Y eso es lo que pasó en el Calvario. Si no han sobre subrayado, subrayen. Galatas 3 13. Precioso este versículo para nuestra alma. Galatas 3 13. Cristo. nos redimió de la maldición de la ley. He hecho por nosotros maldición. He hecho por nosotros maldición. Porque está escrito, maldito todo el que es colgado en un madero. Eso fue lo que pasó en el Calvario. Y realmente, y lo voy a decir con cuidado, los clavos de la cruz no fueron nada en comparación con el madero de la cruz en sí. Porque el Señor, al ver el madero, sabía lo que había dicho nuestro Señor en el Antiguo Testamento. Esta frase, maldito todo el que es colgado en un madero, viene del Antiguo Testamento. Viene como una declaración de Dios y Él sabía, me van a colgar ahí. Y fue lo que le dolió más, sabiendo esto va a ser, que yo voy a hacer eso. ¡Maldición! Eso es lo que lo llevó a gritar. ¡Elí, Elí, la Mazabactani! ¡Dios mío, por qué me has desamparado! ¡Dios mío, Dios mío, por qué me has desamparado! ¡La maldición de Dios sobre él! ¡La ira de Dios sobre él! Ustedes, como saben, hay un gran debate sobre la expresión en el credo de los apóstoles que dice que nuestro Señor descendió a los infiernos. ¿Y qué significa eso? La frase se refiere a nuestro Señor Jesucristo descendiendo al sepulcro, que estuvo en el sepulcro, su cuerpo, tres días, tres noches. Pero pensándolo bien, El infierno de la cruz fue más infierno que infierno. El infierno de la cruz no tiene comparación. El infierno es lo más terrible. Y nuestro Señor lo sufrió como un ser totalmente inocente, como el Hijo de Dios. Eso es lo terrible de ser hecho maldito de Dios. Esto es de lo más terrible. Y es por eso que Isaías profetizó. Ciertamente llevó él nuestras enfermedades. Sufrió nuestros dolores. Nosotros lo tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Más el herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados. El castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados. Todos nosotros nos descarriamos como ovejas, cada cual se apartó por su camino. Más Jehová cargó en él el pecado de todos nosotros. ¡Qué horrible! ¡Pero qué buenas noticias para nosotros! Esa es la gran bendición para nosotros. Toda la maldición que merecíamos, Él la tomó, y nosotros tenemos Su bendición. Y esto nos lleva a la última lección. Dios nos salva tan solo por la fe. Dios tan solo nos salva por la fe, no por las obras de la ley. No podemos ser perdonados recibidos por Dios por las buenas obras que la ley exige. Pues maldito todo aquel que no permaneciera en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Como ya vimos, la ley no fue dada para salvarnos. Todo lo contrario, la ley nos condena, nos declara malditos. La ley fue dada para que conociéramos qué es el pecado, qué tan pecadores somos, qué tan estricto es Dios, tan santo y tan justo y tan perfecto. Su ley nos condena a la maldición, la muerte eterna. Pero las más buenas noticias son que Dios envió a su Hijo. Él cumplió la ley en nuestro lugar. Él tomó nuestra maldición y nos lleva a Dios por nuestra fe en Él, en su misericordia, en su gracia, en su bondad, en su amor, por fe en Él. Por así decirlo, fuera muy justo. Si el Señor declarara un millón de dólares tienen que pagar para recibir esta gran bendición de acercarse a mí y de que Cristo pague por sus pecados. Un millón de dólares fuera justo. Pero no es justicia aquí, es misericordia, es gracia, es amor, es bondad. Él nos pide no un millón de dólares, pero tan solamente creer en Él, verlo a Él, confiar en Él, lo que Él nos dice. Entonces, veanlo. Está muy claro aquí en Galatas 3. Galatas 3, 6. Si Abraham creyó a Dios, le fue contado por justicia. Sabed, por tanto, que los que son de fe, estos son hijos de Abraham. Y la Escritura, previendo que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano las buenas noticias a Abraham diciendo, en ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos con el creyente Abraham. Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición. Pues escrito está, maldito todo aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios es evidente, porque el justo por la fe vivirá. Y la ley no es de fe, sino que dice, el que hiciera estas cosas, vivirá por ellas. Cristo no redimió de la maldición de la ley, hecha por nosotros maldición, porque está escrito, maldito todo el que es colgado en un madero, para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles, a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu. Entonces, cristianos, al memorizar este versículo este mes, agradezcamos a Dios de todo corazón que ya no somos malditos. Ya no estamos bajo la maldición de Dios. Ahora somos benditos en Cristo. Dios nos recibe, Dios nos favorece y hasta nos recompensa con vida eterna con Él, por pura gracia, por puro amor. Entonces, obrezcamos a Dios. Alabemos a Dios de todo corazón. Y si el diablo o tu conciencia te acusan y te dicen, tú eres maldito, mira lo que haces, mira lo que hiciste, tú contéstalo. Es cierto, soy un pecador. Yo merezco la maldición de Dios, pero Cristo tomó mi maldición. Cristo tomó mi maldición. Por él tengo la bendición de Dios. Por su vida justa, su obediencia justa, él cumplió la justicia de Dios y eso está acreditado a mi lugar, a mi cuenta. Y amigos, y su conciencia sabe que esto es verdad, amigos y amigas, si esto es verdad, entonces huyan, escapen de la maldición, corran a Cristo, huyan de la maldición, huyan de la ira venidera, corran a Cristo, crean en él como el hijo de Dios, que vivió la vida perfecta que ustedes no pueden vivir. Y que murió castigado por nuestros pecados. para llevarnos a Dios. Para llevarnos a Dios. Maldito, tú aquel que no permaneciere en todas las cosas escritas en el libro de la ley para hacerlas. Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para la alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado. en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados, según las riquezas de su gracia. Amén. Oremos. Señor, es increíble todo lo que has hecho por nosotros. Estamos maravillados. Y nuestro corazón lo sabe muy bien, que no merecemos las bendiciones en Cristo, que realmente somos malditos, declarados malditos por la ley. Somos pecadores y merecemos esa maldición. Pero nuestra confianza es que en Cristo tenemos tu bendición. Te pedimos, Señor, esta semana que desdescanso nuestra conciencia, nuestros corazones. Que recordemos este Evangelio y estas buenas noticias. Y que si el diablo nos acusa, si nuestro corazón nos acusa, mayor eres tú. Y nos has dicho que si creemos en Cristo, tenemos vida eterna. Somos aceptos en el amado. Te pedimos por sus méritos que este evangelio llegue a nuestros corazones, nos llene de agradecimiento, nos llene de alabanza y por esa gratitud te sirvamos en nuestras vidas. En Cristo Jesús. Amén. Amén. Vamos a despedirnos puestos de pie, hermanos, cantando el primer himno
Maldito o bendito?
Series Versículos que debes saber
Deuteronomio 27:26 nos enseña que no podemos cumplir la ley de Dios y por eso, Dios nos declara malditos. Nuestra única esperanza de ser benditos es Cristo, quien cumplió la ley en nuestro favor.
Sermon ID | 311251939176392 |
Duration | 41:07 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Deuteronomy 27:26; Galatians 3:10 |
Language | Spanish |
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