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Lucas 17.11 Lucas capítulo 17 versículo 11 nos dice la palabra. Yendo Jesús a Jerusalén pasaba entre Samaria y Galilea y al entrar en una aldea le salieron al encuentro diez hombres leprosos. los cuales se pararon de lejos y alzaron su voz diciendo, Jesús, maestro, ten misericordia de nosotros. Y cuando él los vio, les dijo, id y mostráos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados. Amén. Señor, ahora nosotros volvemos a tu presencia rogando tu bendición al meditar en estas cosas. Abre nuestro corazón y nuestro entendimiento a poder ver todo lo que tú haces por nosotros y podamos ser hombres y mujeres que muestren un agradecimiento sincero y de corazón. Guía pues a tu pueblo, Señor, en el nombre de Jesús. Amén. Hermanos, sin duda alguna, este es uno de los textos de los que pudiéramos sacar o extraer varios mensajes. Nosotros pudiéramos hablar a la luz de este pasaje del incomparable amor de Dios. Otro tema que pudiéramos extraer de aquí es la misericordia de Dios a tiempo o pudiéramos hablar aún del valor de los leprosos. porque había que tener valor, como veremos más adelante, para hacer lo que ellos hicieron. Pudiéramos hablar del poder omnipotente de Dios sanando y salvando, porque es un hecho que se ve en muchos pasajes en los evangelios. Pero, de manera particular, yo quisiera que veamos en este texto algo que muchas veces pasamos por alto, y creo que es como parte de nuestra naturaleza. Y es la gracia del agradecimiento. La gracia del agradecimiento. En el relato que tenemos enfrente vemos diez leprosos que se encuentran con Jesús. Jesús va pasando por esta aldea y ellos se paran de lejos. El texto dice que fue de lejos en el versículo 13. Y a la distancia ellos alzaron la voz diciendo, Jesús maestro ten misericordia de nosotros. Ellos se mantuvieron a distancia porque tenían prohibido por la ley acercarse a las multitudes o a los lugares donde había personas sanas porque podían ser infectados. Y la ley Levítico establecía claramente cuál debía ser el trato con las personas en esta condición. Levítico capítulo 13, versículo 46, nos relata cómo ellos deben comportarse. Dice, y el leproso en quien hubiera llaga, llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embosado pregonará, inmundo, inmundo. Todo el tiempo que la llaga estuviera en él, será inmundo. Estará impuro y habitará solo fuera del campamento, será su morada. De ahí que entendemos por qué razón ellos no se acercan a Jesús como se acercaron otros. Por qué no se acercaron a la multitud como otros estaban cerca. Y este clamor hermanos revela que algún conocimiento tenían ellos acerca de Jesús. Pero más allá, algo sabían, habían conocido o tal vez habían sido testigo de Jesús sanando. El texto no lo dice, pero debemos presumir que dada la forma en que ellos se refieren a Jesús y el favor que buscan de Jesús, es porque algún conocimiento tenían ellos de que Jesús podía hacer estas cosas. Vemos en el texto también que esto era un grupo mixto. Habían judíos y samaritanos. Por lo que la probabilidad de que conocían y habían escuchado de Jesús era muy alta. Que ellos habían escuchado de que Jesús podía sanarlo. Pero de que Jesús también era compasivo. De que Él hacía milagro y obraba a favor de los enfermos. Alguna de estas informaciones tuvo que haber llegado a los oídos de estos enfermos o tal vez, como ya dije, pudieron haber sido testigo de esto. Pero este grupo, aunque desahuciado de la sociedad, tenía una esperanza en alguien de quien ellos habían oído que tenía el poder para hacer aquello que ellos anhelaban, que era sanar su lepra. Como bien lo expresa un autor, una desgracia común había roto las barreras raciales y nacionales. Y en su tragedia común de su lepra habían olvidado que eran judíos y samaritanos. Que en otro contexto no se juntaban y no tenían nada en común. Como podemos ver en Juan 4 y la conversación de Jesús y la samaritana. sigue diciendo el autor, y es sólo recordar que eran hombres en necesidad y con un mal común los mantenía unidos. Esta necesidad de sanidad obviamente los hizo a ellos tomar riesgo, presentarse Ante un grupo de hombres sanos, aunque sea a distancia, cuando la ley establecía dónde ellos debían estar, era fuera. No podían estar en el pueblo ni en el campamento, era fuera del campamento. Tomaron un riesgo, por eso les decía ahorita, pudiéramos dedicar todo un sermón para ver el valor de estos hombres leprosos. Pero ellos no llegaron hasta donde estaba Jesús, pero sí hasta donde podían ser escuchados. Y allí a la distancia clamaron, y clamaron a él por su nombre mesiánico, no le llamaron Rabí, no le llamaron el Cristo, le llamaron Jesús, le llamaron Jesús y Evidenciaron, sacaron a la luz su necesidad fundamental, misericordia de él. Ten misericordia de nosotros. Buscaban la salud y estaban hermanos, ¿saben qué? Dispuestos a morir para obtener la salud. Si el pueblo lo apedreaba, tal vez dirán ellos, tenemos dos opciones, o vamos a morir de lepra durante un tiempo, no sabemos cuándo sanaremos. Si vamos, este hombre puede tener misericordia de nosotros y sanarnos, o aceleramos nuestra muerte. aceleramos nuestra... Hermano, mire, solo el que esté en esa condición puede ver sus opciones muy claras. Por eso la mujer samaritana se atrevió a llegar a donde llegó. 12 años y ella declara, y ni mal ningún doctor cantalino pudo curar, pero ella dijo, tengo 12 años en esto. Si la descubrían antes de llegar ahí, hermano, eso será seguro. que por la ley esa mujer iba a ser apedreada. Y estos hombres, si Jesús no responde a su clamor, de seguro también iban a ser apedreados. Tomaron riesgo por su salud, pero no tomaron un riesgo tonto, hermano. Observen, hay un fundamento en su ruego y es el conocimiento de quién es Jesús y lo que Jesús podía hacer por ellos. Ellos estaban convencidos de que Jesús podía tener misericordia y podía sanarlo. Y si Jesús hacía eso, ellos se habían sacado el palé, la salud y la salvación. Ellos clamaron a él en su nombre mesiánico. Y es interesante, hermanos, la respuesta de Jesús para con ellos, porque Jesús en primer lugar le da un sí a su petición. Observen el texto. Él le dice, vayan al sacerdote y muéstrense. Él le da un sí y los envía al sacerdote, lo que implicaba que podían ser examinados para confirmar su sanidad. Pero en segundo lugar, noten en la respuesta de Jesús que cuando los manda al sacerdote, todavía estaban leprosos. Todavía estaban leprosos cuando los manda. El texto dice claramente y aconteció que mientras iban. O sea, no cuando Jesús le dijo váyanse. Mientras iban, fueron limpiados. No estaban limpios cuando le ordenaron ir al sacerdote. Y pudiéramos preguntarnos, Jesús podía limpiarlo ahí mismo y se acabó. Hacer lo mismo que hizo con aquel ciego, escupe. Y ahora ves, veo como nube, otra vez, ya ves, pero clarísimo. Jesús pudo hacer eso, tenía el poder para hacerlo. Ahora, ¿por qué no lo hizo? Hermano, sin duda alguna, me atrevo a decir que era una prueba a su fe. Era una prueba a su fe. Ir por fe de la palabra del que te envió. Porque si acabamos de clamar Jesús ten misericordia de mí, es porque creo que Jesús me puede sanar. No vamos a poner el pero de aquel hombre. Oye ahora, que vaya a Zambullime, al Jordán. Tuvo que decir el otro señor, ve. Y fue. Pero no le gustó. Otros dirían, esos que son exigentes, los milagros hasta para con Dios. Mira, si tú me vas a salvar, sálvame aquí. Si no, que yo no vine a perder mi tiempo. Hermanos, hay muchos en la iglesia con esa actitud. Hoy en día, que Dios tiene que darle lo que ellos quieren, cuando Dios quieren y en el momento que quieren. No están buscando misericordia. Dios es un siervo que tiene que servirle a ellos. Pero que vemos en la actitud de estos hombres, hermanos. vemos claramente que ellos fueron, no se detuvieron, creyeron que obraría y en efecto mientras caminaban la lepra le fue quitada ¿Cuál era la primera condición para su sanación? La obediencia, ve fueron La primera condición era la obediencia. Habían recibido la orden de ir y no cuestionaron. Fueron. Si Él era el Señor, como ellos habían clamado, entonces que prueben su fe obedeciendo. Prueba tu fe obedeciendo. Ahora volvamos de nuevo al texto, versículo 15. Entonces, uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios a gran voz, y se postró rostro en tierra, a sus pies dándole gracias, y éste era samaritano. Respondiendo, Jesús dijo, ¿Y no son diez los que fueron limpiados? ¿Y los nueve dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios si no está extranjero? Y le dijo, levántate, vete, tu fe te ha salvado. Hermanos, eso es evidente. Y como decía el hermano Bonnerio ahorita, debemos ser como gráfico cuando leemos las escrituras, tratar de imaginarnos la situación. Ellos se paran, y el primer milagro fue que no lo mataran, que no lo apedrearan, Y luego, cuando tal vez ellos esperan que Jesús extienda su mano y los sane, Jesús les dice, vayan y muéstranse al sacerdote. Y ellos se devuelven y tal vez, hermano, no lo dice el texto. Estoy siendo imaginativo en esto. Tal vez algunos no iban de buena gana. Pero este hombre se ve que iba expectante de lo que Dios podía hacer. ¿Saben por qué? Porque el texto revela que uno, dice claramente, y uno de ellos viendo que había sido sanado, volvió glorificando a Dios. O sea, este hombre iba caminando y tal vez se iba mirando, él iba expectante de ver qué pasaba en su cuerpo, qué estaba aconteciendo en su cuerpo, porque Dios lo había mandado. Y si llegaban al sacerdote con las llagas, iban a ser devueltos. Ahorita me pega Leida locable. Se la correctora. Si usted tiene pena de decirme una palabra mal hecha, dígasela a ella. Este hombre había vuelto porque iba expectante, pendiente de lo que Dios podía hacer en su vida. Y tal vez en su caminar frecuentemente se miraba al ver si ciertamente iba a ser limpiado. Y cuando vio que sus llagas eran sanadas, hermanos, noten que el hombre no llegó al sacerdote. El hombre no llegó a los sacerdotes, ¿qué hizo? Se devolvió, volvió corriendo, volvió alegre, su corazón se alegró, se emocionó, su emoción fue tan grande que no solamente no llegó, sino que se volvió aquel que ciertamente es sacerdote, según el orden de Melquisede. ¿Y qué hizo cuando llegó a Jesús? Se postró a sus pies, reconociendo delante de quien estaba. Y ahora cargado de acción de gracias y de agradecimiento Y cuando este hombre llega y se derrumba a los pies del Señor El Señor le pregunta y no son diez los que fueron limpiados Y los nueve donde están? No hubo quien volviese y diese Gloria a Dios si no este extranjero Y noten la palabra hermano Jesús dice extranjero Y el texto ya nos indicó que era que? Samaritano ¿Sabe qué implica la respuesta de Jesús? Que dentro de ese grupo habían judíos. Su propia gente no tuvo el corazón que tuvo un extranjero. Y hermanos, eso nos deja algo muy claro. Muchas veces de quienes Mato espera que sean agradecidos, son los menos agradecidos. De quienes esperamos más, muchas veces son los que dan menos. El Señor vio eso. La actitud de este hombre nos revela cuatro grandes verdades acerca del agradecimiento. Hermanos, en primer lugar el agradecimiento es el resultado de considerar el bien que hemos recibido. De considerar el bien que hemos recibido. He tenido una batalla durante un tiempo pensando en estas cosas y frecuentemente hago esa pregunta a mis hijos y quiere el Señor que ustedes se hagan la pregunta de preguntarme a mí mismo cuáles son las cosas por la cual tú vas a agradecer hoy no cuáles son las cosas por las que voy a pedir hoy porque esas salen fácil de esas hay muchísimos tenemos necesidad por un tubo pero cuáles son las cosas por las que vamos a agradecer hoy porque el agradecimiento parte de la consideración de que Dios ha hecho un bien para conmigo Él recibió lo que había pedido, pero él entiende que no era merecedor de esa gracia, porque precisamente él clamó ¿Por qué? Por misericordia. desde el principio mismo él clamó por algo que no merecía porque que es la misericordia hermanos es un bien que nosotros no merecemos y que es otorgado por la gracia de Dios por el favor de Dios para con nosotros y cuando nosotros entendemos esa verdad de que no merecemos nada y Dios es bueno entonces podemos tener un corazón agradecido podemos tener un corazón agradecido Él está consciente de que lo que ha recibido es de la pura gracia de Dios de su misericordia Y cuando entendemos amados hermanos que no merecemos nada y que Dios nos ha dado todo Esto tiene que hacer brotar de las entrañas de nuestro corazón una semilla que se llama agradecimiento No es que tú vas a agradecer porque tú tienes el carro o el vehículo o la casa que otro hermano tiene es agradecer porque lo que tú tienes aunque sea alquilado ha sido la provisión y la misericordia de Dios para ti hermanos cuando hemos recibido de Dios o cuánto has recibido de Dios en estos días cuánto has recibido de Dios en esta semana en este mes en este año Y hermanos, cuando miramos hacia atrás, tenemos que ver la misericordia de Dios. Nos reíamos bastante, y permítanme hacer una anécdota breve pero personal, de la misericordia de Dios y la provisión de Dios en este sentido. Nos reíamos el 14. Todo el mundo estaba en amor, día de la amistad. Y yo tuve un día muy complicado ese día. Pero mi hija me salvó. Y mi hija compró las flores por mí. y veíamos la misericordia del señor mientras cenábamos en casa y Anico le contaba a Daira como cuando nosotros éramos novios, un catorce de esos estábamos compartiendo en el parque de invivienda y yo recuerdo que tenía una cadenita de oro que me había regalado una tía y ayer se lo contaba a los jóvenes mi tía me regaló esa cadenita de oro y yo la tenía yo no tenía nada que regalarle así que como no uso mucho esas cosas no Quise regalarle eso ese día. Y después que nada, compartimos ahí, nos comimos unos helados de fundita que vendían uno de los carritos que estaban ahí, un catorce. Hermanos, yo le di lo del pasaje y yo me fui caminando porque no tenía más nada. Y hablábamos de eso en la mesa y decíamos, wow, cuánto nos ha bendecido el Señor. Cuánto nos ha prosperado el Señor. cuánta misericordia el señor tenía y aunque no pudimos salir ese día en ningún sitio no estábamos tristes hermanos, estábamos bien contemplando la misericordia del señor y Daria se reía y me decía papi si eso pasa, yo le digo no si usted no tiene para darte un pasaje que no venga aquí. Pero hermanos, nos reímos de esas cosas, pero cuando miramos hacia atrás debemos ver las misericordias de Dios continua. Y hermanos, eso tiene que ser un motivo de acción de gracia enorme para con nosotros. Enorme, porque Dios nos ha dado mucho más de lo que merecemos. De hecho, no merecíamos nada y Dios nos ha dado todo. ¿Cuántas veces nos hemos sentado en estos días a contemplar? ¿Cuánta acción de gracia debemos dar a Dios por el bien continuo? No por un bien, por el bien continuo que Dios nos ha dado. ¿Cuántas veces hemos vuelto con el corazón de este hombre agradecido a Dios y decirle Señor gracias? Gracias. Hay algunos que para ellos su vejez es una desgracia como decía el pastor esta mañana. ¿Pero cuánto de ustedes en su vejez pueden ir y en vez de decirle Señor, mira, yo con tantos hachaques en estos últimos 3, 4 años. Sí, pero te han dado 60, 70 años sin hachaques y te estás quejando por los 3 últimos años de ataques, que es un declive natural. Hermano, hasta de eso debemos dar gracias al Señor. Hasta de eso debemos dar gracias al Señor. Muchas veces en la pareja hay conflictos serios, graves, a punto de los divorcios, superan todo eso y después están molestos por cualquier tontería y nos preguntamos porque no miramos la misericordia de Dios hacia atrás que nos ha sostenido y a la luz de esa misericordia volvemos a Dios y decimos a pesar de nosotros Señor gracias por tu misericordia Hermanos ven que debemos observar bien el bien que Dios nos ha dado como Dios nos ha tratado con bondad cuando este hombre entendió eso su corazón naturalmente que había agradecimiento había un sentido de agradecimiento porque fue la gracia de Dios derramada sobre él fue la gracia de Dios derramada sobre nosotros es la gracia de Dios derramada sobre aquella mujer que entró en la casa de Simón el leproso que la llevó a romper esa botella de nardo pura ponerla en la cabeza de Jesús y enjugar su cabello Marcos capítulo 14 versículo 13 mientras Jesús estaba en Betania sentado a la mesa en la casa de Simón el leproso otro leproso que no sabemos no sé si estaba en ese grupo llegó una mujer y llevaba un vaso de alabastro con perfume de nardo puro que era muy costoso y lo rompió el vaso de alabastro y lo derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús. Hermanos, ¿qué estaba mostrando esa mujer? No había nada de valor para ella siempre y cuando ella tuviera que hacerlo para Jesús. Debemos examinar hermano como dice el salmista las bendiciones de Dios en nuestras vidas. Me encanta ese salmo 103 que lo cantamos en el himno 16. Bendice alma mía a Jehová. Pero hermano cuando el salmista lleva su alma a bendecir a Jehová ¿Qué es lo que pone delante de él? ¿Qué es lo que pone delante de su alma? Las misericordias pasadas de Dios para con él. y el empieza a decir no olvides ni uno de sus beneficios hermanos cual es la cualidad principal del mal agradecido como decimos no tiene memoria los mal agradecidos no tienen memoria que quiere ser el salmista un hombre bien agradecido Y el dice no olvides ninguno de sus beneficios El es el que perdona tus iniquidades El que sana tus dolencias El que rescata del hoyo tu vida El que te corona de favores y misericordia Y el que sacia de bien tu boca Hermano toma ese texto Ponlo en una tabla Y empieza a decir Cuales son los beneficios de los que no me voy a olvidar. Me ha perdonado Jehová. Y empiece, mira, a hacer la lista de los pecados de los que Dios te ha perdonado. Tal vez va a pasar un buen rato ahí, o tal vez lo pasen muy rápido, para llegar entonces a la lista donde tú vas a poner todas las dolencias que te ha sanado. Y te tiene que acordar, una por una, el dolor de muela de aquel día, por estar de mañoso comiendo lo que no debí comer. Y usted empieza a citar, hermanos, mire, y de seguro que su corazón va a terminar como el del salmista. No olvide ninguno de sus beneficios. En segundo lugar, hermanos, el agradecimiento es una actitud del corazón. En primer lugar, vimos, es la convicción de un bien recibido de Dios. Pero en segundo lugar, es una actitud del corazón. ¿Cuál fue la actitud de este leproso cuando volvió sano? dice que lo primero que hizo fue que se postró en tierra a sus pies a los pies de Jesús y David nos recuerda en el Salmo 51 versículo 17 que los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado y el corazón contrito y humillado Dios no lo va a despreciar y que fue lo que este hombre hizo este hombre vino con el espíritu quebrantado con su corazón contrito vino humillado por haber recibido lo que no merecía y se postró a los pies de Jesús, al ser limpiado él podía ahora acercarse a Jesús y hermano no perdió el tiempo en hacerlo, no perdió el tiempo en hacerlo Y lo hace con el respeto más profundo hacia Jesús. Y con una gran reverencia se postró en un sentido profundo del favor que había recibido de Dios. Se postró en condición de adoración a Dios. Y esta actitud revela dos cosas del corazón de este hombre. Revela en primer lugar una visión correcta de sí mismo. y una visión correcta de Dios. Cuando él llega y se postra, él está reconociendo, no soy nada, pero en segundo lugar está diciendo, tú eres Dios. Por eso se postró, lo adoró, el agradecimiento de este hombre se evidenció por todo lo que él había recibido de Dios, que todo lo que había recibido de Dios era por gracia. Su corazón se encendió en gratitud, en una expresión de adoración. Él reconoció que no era nada y Dios lo era todo para él. Y observen un detalle hermano, no menos importante. Jesús dice que era extranjero y como vimos en el texto es samaritano. Y esto se señala por el evangelista de manera muy especial. Porque samaritanos y judíos no tenían nada que ver entre sí. Para los judíos, los samaritanos eran perros, gente ignorante. Gente que no tenían el favor de Dios ni la gracia de Dios. Y ese es ignorante. Es ese que ellos despreciaban. El que vuelve, se postra y se comporta como alguien que ha reconocido que ciertamente era todo lo que ellos decían de él, pero que Dios era más grande que él. Él conocía cuál era su deber para con Dios después de haber recibido la misericordia de Dios. Y por eso fue nuevamente a Jesús. Este samaritano reconoció lo que él era. Cuando las mujeres samaritanas recuerdan, texto que ya Hecho que ya mencionábamos, tocó el borde del manto de Jesús. Ella no solamente estaba reconociendo su bajeza, su indignidad. Ella también estaba reconociendo la gracia, la misericordia, el favor, el poder de Dios para sanar. ¿Y saben qué? A esos son a los que Dios salva. A los vil y menospreciados de este mundo. No a los que andan por ahí creyéndose que son la gran cosa y llegan a las iglesias, como dice Santiago, procurando los primeros lugares. Los lugares de eminencia. Y que llegué aquí porque yo era don fulano o don fulana. Hay que brindarme pleitesía y hay que sentarme. ¿Saben qué? El que llega así a Jesús, no va a tener ningún favor de Jesús. No lo va a tener. Porque hasta el apóstol Pablo, que era quien era, dijo, Cuando ya no soy nada, cuando ya entendí que no era nada, entonces empecé a morir yo para que Cristo viva en mí. Así que los altaneros no tienen lugar en el reino de Dios. No hay lugar para ese tipo de persona. Esta mujer reconoció su bajeza. En Lucas capítulo 8, versículo 46, Jesús dice, alguien me ha tocado porque yo he conocido que ha salido poder de mí. Entonces cuando la mujer vio que no había quedado oculta vino como temblando y postrándose a los pies la misma acción postrándose a los pies le declaró delante de todo delante de todo el pueblo por qué causa le había tocado y como al instante había sido sanada y él le dijo hija tu fe te ha salvado ven paz Bueno, ven otra vez. Una vez a nada, ¿cuál fue su actitud? Postrarse. Adorar a aquel que le había dado esto. Pero esto revela también la actitud o el conocimiento que tenían ellos de Dios, como ya dije. Tanto el leproso como esta mujer con el flujo de sangre, evidenciaron su visión de Dios como el único que podía sanarle. Y una vez sanado por él, vinieron a él y entregaron su corazón Vinieron a él y entregaron su corazón Su visión de Dios bondadoso creció en su corazón Hasta que brotó agradecimiento Un agradecimiento genuino, espontáneo Que ellos vinieron y se postraron agradeciendo a Dios Todo lo que había hecho por él Todo lo que había hecho por ellos Ellos entendieron claramente que Dios es bueno y que es de Dios que como dice Santiago viene toda buena dádiva todo don perfecto desciende de quien del padre de las luces y hermano Dios no ha dejado de ser bueno en el día de hoy Dios sigue siendo tan bueno como lo fue en el antiguo testamento tan bueno como lo vemos expresado en los evangelios así lo vemos hoy en día si no pregúntele a Rosy si Dios no ha sido bueno con ella pregúntele a Rosy si ella no puede inscribirse con este samaritano con esta mujer con el flujo de sangre y postrarse delante del Señor en adoración por lo que Dios ha hecho en su vida. Pero en tercer lugar, hermanos, esa historia nos revela que el agradecimiento no solo es la convicción de un bien que se ve, un asunto del corazón, sino que el agradecimiento es algo que se demuestra, es algo que se evidencia. Yo estoy muy agradecido de fulano, pero nunca le he dado la gracia. Y cuando fulano lo necesita, tampoco lo ve. Si, si, pero yo estoy muy agradecido por lo que esa persona hizo por mí en aquel tiempo. No, no, hermanos. El agradecimiento es una acción que se evidencia. Se evidencia. El leproso no se fue a su ciudad, Samaria, y cuando llegó allá limpio que le digan, ¿y quién te limpió? Mira, me limpió un tal Jesús. Guau, cuán agradecido yo estoy de ese hombre. ¿Y se lo hiciste saber? No. Oye, yo cuestionaría el agradecimiento de alguien así. Lo pudiéramos cuestionar. Vamos a Hechos capítulo 3 y leamos los primeros 10 versículos para que veamos cómo se evidencia el agradecimiento en el corazón de una persona. La intención no era leer el texto completo, pero me van a permitir leerlo. Hechos capítulo 3 versículo 1. Leo, Pedro y Juan subían junto al templo a la hora novena de la oración. Y era traído un hombre cojo de nacimiento a quien ponían cada vez a la puerta del templo que se llamaba la hermosa para que pidiese limosna. de los que entraban en el templo. Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, le rogaban que le diese limosna. Pedro, con Juan fijando en los ojos, le dijo, Míranos. Entonces, él le estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. Mas Pedro dijo, No tengo plata ni oro. Mano, que decepción la de ese cojo en ese momento. Yo estoy pidiendo plata y lo primero que me dicen es que no hay plata. Que bueno que imagino que esa conversación no hubo pausa como la que yo acabo de hacer. No tengo plata ni oro. Pero lo que tengo te doy, en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. Y tomándole por la mano derecha le levantó, y al momento se afirmaron los pies y tobillos, y saltando, óyeme, eso no es como los milagros que hacen los evangelistas de hoy en día, y saltando, se puso en pie y anduvo y entró con ellos al templo andando y saltando y alabando a Dios y todo el pueblo le vio andar y alabar a Dios y le reconocían que era el que estaba a pedir limosna en la puerta del templo la hermosa y se llenaron de asombro y espanto por lo que había sucedido hermano cual fue la muestra de agradecimiento de este hombre Mire, lo natural es que tú salgas corriendo a tu familia para mostrarle lo que pasó. Pero saben que este hombre lo menos que pensó fue en la familia. Le cayó atrás a Pedro y a Juan en el templo. Y si usted sigue leyendo el relato de hechos, más adelante, cuando estaban en la puerta donde fueron apresados, ¿adivinen quién estaba ahí con ellos? El cojo. El cojo dijo, bueno, aquí no me dieron ni oro ni plata, pero con esto yo no necesito más nada. Hermano, no se separaba de Pedro y de Juan. El hombre estaba ahí. Y es tanto así que más adelante, capítulo 4 y 5, cuando van a apresarlo, vuelven con el tema del cojo. Mira cómo fue que ustedes hicieron eso. El cojo tuvo que decirlo. Pero ya no le he dicho cómo fue. Ya le dije cómo fue. Y empezaron a cuestionar para llevar preso a Jesús. Cuando este cojo se vio sano, hermano, ¿qué hizo su corazón? Su corazón explotó de emoción, saltando, se puso en pie y anduvo y entró con ellos en el templo y alabando a Dios, dice el versículo 8. Ahora hermano, ¿qué cosa en común tienen el leproso, la mujer samaritana y este cojo? Hay tres cosas en común que tienen. En primer lugar, Ellos alabaron a Dios por el bien que habían recibido. En segundo lugar, ellos siguieron a Dios después de haber sanado. Pero en tercer lugar, no se avergonzaron de Dios. Porque esa mujer no titubeó en dar gloria a Dios. Ese samaritano que volvió sano, no titubeó en seguir con ellos. Y este cojo, nada más metiendo a Pedro y a Juan preso, lo pudieron separar de él. Hermanos, estaba agradecido. Los diez leprosos estaban dispuestos a cumplir con una ceremonia. Ir, presentarse al sacerdote, y si estaban limpios, seguir su camino. Pero había uno que no. Había uno que no. Que su corazón era volver a aquel que lo había sanado. Uno solo estaba yendo de un verdadero agradecimiento, de acción de gracias. Spurgeon dice comentando esta acción, los ejercicios religiosos externos son bastante fácil. Así que los nueve cogieron la parte fácil. Y común. Pero los asuntos internos, el derramamiento del corazón con verdadera gratitud. Que cosa tan escasa es esta, dice Spurgeon. De los nueve, los nueve obedecieron los ritual. Pero este prefirió adorar a Dios y ser agradecido. Así que hermanos, el agradecimiento es una gracia que se cultiva y se evidencia. Se cultiva y se evidencia. Muchos padres hoy lloran con lágrima la falta de gratitud de sus hijos. Hermanos, porque cuando un hijo abandona a sus padres, ¿qué es eso? Por eso es que en el Antiguo Testamento, hermano, había una ley para eso. Había una ley para ese tipo de gente. Es olvidar todo lo que esa madre, ese padre hizo por ti. Hermano, no hay una cosa que rompa más el corazón de un padre que la apatía de sus hijos. No son agradecidos. Por eso es que el agradecimiento se cultiva y se evidencia en el cuidado, en el aprecio, en el agrado. En cuarto y último lugar, hermanos, la gracia del agradecimiento no solamente se cultiva y se evidencia, sino que Dios espera que sus hijos sean agradecidos. Hay un detalle interesante en este texto y hasta aterrador, pudiéramos decir. ¿Cuál fue la respuesta de Jesús cuando vino y se postró Este único hombre. La respuesta de Jesús, la pregunta de Jesús, deja muy claro lo que Él espera de sus hijos. Versículo 17. Respondiendo Jesús dijo, no son diez los que fueron limpiados, y los nueve, ¿dónde están? ¿Por qué la pregunta, hermano? ¿Dónde están los nueve? ¿Qué se espera de aquel que haya sido sanado? Que volvieran. Que todos volvieran en agradecimiento. Sigue la pregunta en el versículo 18. No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero. Y habiendo terminado la pregunta le dijo tu fe te ha salvado. Hermano Jesús echó de menos los nueve no porque necesitara la gloria de ellos. Si no porque debió ser la actitud del corazón de ellos ante el bien que Dios le había hecho. Porque no podemos obviar eso hermano, Dios no necesita la gloria de ningún hombre No necesita el aplauso de ningún hombre Nosotros necesitamos aplaudir a Dios por su misericordia Nosotros necesitamos reconocer a Dios por su misericordia Jesús se da cuenta de nuestra falta de gratitud Hermanos ¿Usted escuchó lo que yo acabo de decir? Jesús se da cuenta de nuestra falta de gratitud. No solamente hacia Él, sino hacia todo lo que le debemos gratitud. Y esta declaración da por sentado que no es agradable ante sus ojos la ingratitud. No es agradable ante sus ojos la ingratitud. Pregúntese, ¿qué tan pobres son ustedes? en la devolución de acción de gracia. ¿Cuál de ustedes pertenece al grupo de los nueve? Piénselo por un momento. ¿Por qué es posible que aquí hayamos gente que pertenece al grupo de los nueve? Que estamos atestados de la bendición de Dios, llenos de la bendición de Dios. Y no hay esa gratitud del corazón, esa gratitud evidente, esa gratitud que Dios espera. No hay tal gratitud, muchas veces lo que hay es una queja continua. Hermanos, esto da a entender que la ingratitud es un pecado muy común. Saben que es mucho más común de lo que pensamos. La ingratitud es un pecado muy común. De muchos que reciben la misericordia son muy pocos los que vuelven a dar gracias. son muy poco lo que vuelven a dar gracia. De hecho, esto fue uno de 10, o sea, un 10%. Imagínense que extrapolemos eso a IBT. ¿Cuántos de los 230 miembros que hay aquí son tan agradecidos? Hermano, si ese pecado es muy común en medio de nosotros, va a resultar en que de 230 posiblemente son 22, 23 los que son agradecidos con el Señor. La ingratitud es más común de lo que pensamos, ¿sabía eso? Veanlo en su casa con sus propios hijos para que ustedes vean. Es un pecado mucho más común por eso debemos cuidarnos. Debemos cuidarnos. Cuán a menudo hermanos se muestran mucho más agradecidos aquellos que menos esperamos. Y de los que más esperamos son los que menos vienen. Un samaritano da gracias y un judío no. Desperció la misericordia. Tal vez el judío dijo, yo soy el hijo del pacto, así que lo que él haga conmigo es parte de su trabajo por yo ser del pacto. El samaritano dijo, yo no merezco nada y Dios lo hizo todo, así que me devuelvo a él en acción de gracia. Hermano, no de por sentado, que porque tú eres hijo de Dios, Dios tiene el compromiso contigo de proveerte todo lo que tú necesitas y tú no volver delante de Él con acción de gracia. Dios espera de ti. Que tú vuelvas a Él agradeciendo todo lo que día tras día te da. Nunca cometas el error. Ay, que me prometieron. Ay, que me iban a dar. Ay, que me dijeron. Ay, que... Amados hermanos, Dios tiene que ser nuestra porción. Dios tiene que ser nuestro sustento. Los hombres son falibles. Dios no. Y nosotros podemos palpar la misericordia y la bondad de Dios como la palpueste samaritana. Y volver a Él. Y definitivamente hermanos que los ingratos tendrán su cita con Dios. Esa pregunta revela esto. Esa pregunta revela que los ingratos tendrán su cita con Dios. Recuerden cómo la ingratitud llevó a Coré, a Datán y a Virán al abismo. Hermanos, fue la ingratitud. Fue la ingratitud. Moisés en su declaración revela claramente que fue la ingratitud. Ustedes saben cuál era el problema de Coré, Datán y a Virán. Que ellos no estaban contentos con que Dios lo haya puesto a servir en el templo. Ellos querían la posición de Moisés. Porque ellos se sentían mejor que Moisés Dios se equivocó y puso a Moisés sobre ellos Y ellos le dijeron a Moisés Te enseñoreas tú de toda la congregación de los santos ¿Acaso sólo habla Dios por ti? Sí Coré, Dios habla por él A él fue que Dios eligió, a él fue que Dios puso allí Con todas sus debilidades, con todos sus defectos Pero Moisés era el hombre elegido por Dios No era Coré Pero hermano Coré tenía una situación, una condición privilegiada en el templo, estaba sirviendo en el templo y eso fue lo que rompió el corazón de Moisés cuando llegó a él y le dijo ¿te es poco que Dios te haya puesto a servir en la casa de Dios? Coré no respondió a eso pero la respuesta era sí, encuentro que es poco lo que Dios me ha dado. Ese es un corazón ingrato. ¿Y saben qué pasó con estos ingratos hermano? La tierra se abrió. y se los tragó enteros. Todos los ingratos tendrán su cita con Dios. No son 10 los que fueron sanados y los otros 9. Hermano, ¿tú quieres ser del 90% o del 10%? Piénsalo. Piénsalo. Algunas breves aplicaciones. Hermanos, el agradecimiento es el resultado de un análisis concienzudo de la bondad de Dios para con nosotros. Cada día nosotros debemos ver cuan bueno es Dios para con nosotros. Y hasta en los días que nos va mal podemos encontrar el bien de Dios. El agradecimiento es una actitud del corazón. Eso nadie se lo puede inculcar. Eso tiene que salir de usted. Y sólo cuando el corazón es impresionado con la bondad de Dios, sólo cuando el corazón es amarrado, atado a contemplar la bondad de Dios, puede mostrar tal agradecimiento. Porque esto no es un asunto de labios, hermano, es un asunto del corazón. La gratitud es una gracia que Dios espera que se evidencie. Se han agradecido con Dios por todo lo que le ha dado, por todo, la congregación donde Dios lo ha puesto, los hijos que le ha dado, los hermanos que le han dado, los pastores que le han dado. Mire, aunque seamos difíciles, aunque demos boche, aunque seamos débiles. De gracia a Dios por eso. ¿Saben por qué hermanos? Y esto lo puedo decir con todo nuestro corazón. Francisco, Dante y yo damos gracia por ustedes por los fáciles y hasta por los más difíciles. Porque esos difíciles son los que Dios ha puesto aquí para limar y trabajar nuestro carácter. Así que los amamos también. Estamos agradecidos por ellos. Y hermanos, eso lo hay en todas las iglesias. Hay gente fácil, hay gente cómoda, gente fácil de llevar. Y hay unos que son difíciles de bañar. Pero nunca podemos menospreciar la bondad de Dios para con nosotros. Porque hasta lo que Dios pone allí para tratar con nuestro carácter es parte de la bondad y la misericordia de Dios para con nosotros. Termino leyendo el Salmo 103 nuevamente. Alma, bendice a Jehová. No olvide ninguno de tus beneficios. Y dice el versículo 10, no ha hecho con nosotros conforme a nuestras iniquidades, ni nos ha pagado conforme a nuestros pecados, porque como la altura de los cielos sobre la tierra, ha engrandecido su misericordia sobre los que le temen. Amén. Señor, gracias por darnos tu palabra, por tratar con nuestros corazones, por humillarnos delante de ti, reconocer que todo lo que tenemos somos es una misericordia tuya para con nosotros. Ayúdanos a cultivar el agradecimiento como una gracia que brote de nuestros corazones, a fin de que reconozcamos tus bondades, cantemos tus misericordias y estemos siempre delante de ti, Señor, reconociendo lo que eres tú para nosotros y lo que nosotros somos delante de ti. Alabado sea tu nombre, exaltado y engrandecido seas.
La gracia del agradecimiento
La gracia del agradecimiento
Sermon ID | 3102569144915 |
Duration | 50:06 |
Date | |
Category | Sunday - PM |
Bible Text | Luke 17:11 |
Language | Spanish |
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