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Hoy estaremos estudiando el mensaje, la fe de un centurión en Jesús. La fe de un centurión en Jesús. Mateo 8, mato capítulo 8, versículo 5, leo la palabra del Señor. Y cuando entró Jesús en Capernaum, se le acercó un centurión suplicándole y diciendo, Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho. Y Jesús le dijo, yo iré y lo sanaré. Pero el centurión respondió y dijo, Señor, no soy digno de que entres bajo mi techo. Mas solamente di la palabra y mi criado quedará sano. Porque yo también soy hombre bajo autoridad, con soldados a mis órdenes. Y digo a este, ve y va. Y al otro, ven y viene. Y a mi siervo, haz esto y lo hace." Al oírlo, Jesús se maravilló y dijo a los que le seguían, En verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande. Y os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera. Allí será el llanto y el crujir de dientes. Entonces Jesús dijo al centurión, vete. Así como has creído, te sea hecho. Y el criado fue sanado en esa misma hora. Amén. La idea exegética que el evangelista no transmite Es que Jesús nos está enseñando que la fe en Él es lo esencial para entrar en el reino de los cielos. Y esto sin importar la nacionalidad. Es un mensaje muy hermoso. Jesús nos enseña que la fe en Él, la fe en Jesús, es lo esencial, es lo que tú necesitas para entrar al reino de los cielos. Sin importar nacionalidad, sin importar sexo, sin importar creencias que tú tengas, es la fe en Jesús que salva. Vamos a ver esto en dos puntos. En primer lugar, Jesús y el clamor de un centurión y hombre de fe. Eso lo estaremos viendo en el versículo 5 al 9. Y la segunda, el segundo punto de la respuesta de Jesús a este hombre de fe. Luego de predicar el sermón del monte. Comenzamos una sección donde estudiaremos los milagros de Jesús y su búsqueda por las ovejas perdidas. Hoy vamos a estar viendo de manera particular que Jesús se encuentra con un militar, con un policía, con un soldado, pero este soldado era un hombre de fe, era un hombre de fe, el cual el Señor usa, utiliza para mostrar Que la fe en Jesús es esencial para entrar en el reino de los cielos. Vamos a ver nuestro primer punto. Jesús y el clamor de un centurión, de un hombre de fe. Versículo 5. Lea conmigo otra vez el versículo 5, por favor. Y cuando entró Jesús en Capernaum, se le acercó un centurión suplicándole. Al momento en que Jesús entra en esta ciudad donde vivía, recordemos que Él vivía en esa ciudad en Capernaum. Y es allí en Capernaum una ciudad llena de oscuridad. Es descrita Capernaum como una ciudad llena de gentiles. Gente que no conocía a Dios. Gente que no le importaba la palabra de Dios. Vivía como le parecía. Jesús allí en ese lugar de oscuridad predica el evangelio. Una multitud se sentó a escuchar en un monte. De ahí viene el título del sermón del monte. Fue en Capernaum ese hermoso mensaje. Y cuando él baja del monte, Se encontró con dos personas, primeramente con un hombre enfermo, leproso. Ya vimos ese mensaje. Y luego se acerca a otro, pero este otro venía vestido con la ropa de militar. Venía con la postura derechita, firme, de un hombre de guerra, un centurión. El centurión es un título, hermano. El título que recibe un oficial que dirige a una centuria, una centuria, un grupo de hombres de 80 a 90 o 100 soldados. Este hombre tenía bajo su mando. Y estas centurias comúnmente entraban y salían de Jerusalén. Caminaban por todas esas áreas de Capernaum para recordarle a los judíos que estaban bajo el poder y la autoridad del Imperio Romano. Es decir, este centurión no estaba ahí porque sí. Ay, pasaron por aquí los romanos. Jerusalén, Capernaum y toda esa región estaba bajo su poder. Y su trabajo era meterle miedo a los judíos. Para mantener todo bajo su poder y autoridad. Amados hermanos, mucha de esta gente era gente despiadada. Estos centuriones le hacían maldades al pueblo. Abusaban. de la gente allí. Pero de manera particular, este centurión, este oficial, según Lucas, que es el pasaje paralelo, Lucas capítulo 7, es el pasaje paralelo a este texto, es decir, que aparece esta misma historia en otros evangelios, habla de que este hombre era un hombre temeroso de Dios, un hombre piadoso. ¡Wow! Un centurión un oficial, un militar que estaba en contra del pueblo de Dios, pero era un hombre piadoso, un hombre de fe. No era un judío, era un enemigo del pueblo judío, pero no era un hombre que actuaba perversa, limpiamente. Este hombre de fe, oficial, centurión, se acercó a Jesús y no vino con una actitud arrogante, yo soy el jefe, yo soy la autoridad, dame lo que te pido. No, sino que este hombre vino con una actitud humilde, suplicando, rogando a Jesús, le imploraba por ayuda. ¿Y qué pedía este hombre? Lea conmigo el versículo 6. Y diciendo, Señor, mi criado está postrado en casa, paralítico, sufriendo mucho, muy atormentado, dice la Biblia Reina Valera. Este oficial, este líder de más de 80 o 100 hombres, se acerca para rogar, para suplicar a Jesús. Y está pidiendo por un sirviente. No está pidiendo por un rey. No está pidiendo por el emperador. Está pidiendo por un sirviente suyo. Una persona que trabajaba con él. Una persona que era como un hijo de la familia. Así llegó a ser este hombre. En Lucas capítulo 7, versículo 2, se nota la familiaridad. El dolor que este hombre tenía, óyeme, ayúdame. Tengo un empleado, un sirviente mío que está paralítico, no se puede mover y está sufriendo. La parálisis, amados hermanos, produce un gran malestar. Si es algo muscular, una parálisis de los músculos es peligrosísima. Hay personas que se ahogan solamente con la saliva. con su propia saliva se están ahogando porque sus músculos no pueden responder con tos. Están paralíticos. Este hombre sufría y este centurión se acerca para rogarle por su sirviente que era como parte de la familia. Y en Lucas capítulo 7 se describe que le pide a Jesús que le ayude, les ruega con gran sensibilidad, gran tristeza. Estaba muy triste el centurión por el problema de su siervo. El versículo 7, la respuesta de Jesús. ¿Y qué le dijo Jesús? Y Jesús le dijo, yo iré y le sanaré. Amados hermanos, esto expresa que Jesús fue sensible al dolor ajeno. Jesús fue sensible al problema del centurión. Tenía a alguien como de su familia que estaba enfermo. Tenía a alguien que estaba sufriendo, que estaba siendo atormentado con terribles dolores. Y Jesús no se queda con los brazos cruzados. sino que le dice, no, ahorita mismo yo voy, yo voy a ayudar a ese pobre hombre. Voy a ayudar a tu empleado, a tu sirviente, voy a ayudarlo. Jesús respondió con buena disposición para ir a sanar a este hombre enfermo, aunque el enfermo trabajara para un enemigo de Israel. Porque no olvidemos que en el centurión Es un oficial, enemigo del pueblo de Dios. Pero no importa. Jesús va a ayudar a ese enemigo. Y quiero, amado hermano, que vea esta importante expresión de míserico y de compasión. Jesús no le importaba que aún fuera su enemigo que estuviera enfermo. Estaba dispuesto a ayudarlo. Versículo 8. ¿Qué respondió el oficial? Cuando Jesús le dijo yo voy a ir a ayudarlo. El oficial le responde. Versículo 8. Pero el centurión respondió y dijo Señor no soy digno de que entres bajo mi techo. Mas solamente di la palabra y mi criado sanara o quedara sano. Veamos este versículo en dos partes. Primera parte, el oficial le responde que no es digno. Hermano, mire, esa palabra para un oficial es una palabra fuerte, porque todo el mundo le respete y le reverencia, señor, y le hace un saludo. Y él tenía más de 80 hombres que cuando él llegaba estaban en fila delante de él y le hacían el saludo. En algunos lugares golpeando los talones de los zapatos. En otros lugares levantando las manos. En otros lugares colocándose firme. ¡Atención! Entró un oficial. Hermanos, y el que este oficial diga que no se merecía digno de que el maestro entrara a su casa es algo fuerte. necesitaba un carácter humilde y un reconocimiento de la persona que se encontraba delante de él Jesús el maestro el que había venido de enseñar la palabra que terminaba de sanar a un enfermo leproso también podía sanar a su siervo y él lo sabía y como se mostró con humildad con humildad hermanos amados Dijo este hombre, no soy digno de que entre bajo mi techo. Si hay algo que un hombre agradece es la presencia de alguien importante en su casa. Yo voy a invitar a don José a mi casa, una persona importante, un hombre de trabajo. Voy a invitar a la hermana Xiomara, es una mujer distinguida a mi casa. Y uno no se siente bien cuando esa persona que tú invitas, no, no, yo no quería tu casa. ¿Y qué pasó? ¿Y cuál es el problema? Yo te invito a mi casa y tú no quieres ni entrar a mi casa. ¿Qué sucede? Uno no se siente bien. Más bien me siento honrado cuando llegan a mi casa. Yo les brindo un fresco y se lo beben muy agradecido. Les brindo una fruta y se la comen. Hermano, yo me siento bien. Me están honrando con su presencia en mi casa. Y este militar, que sabe lo que es la honra y el respeto, le dice, yo no necesito, yo no soy digno de que tú entres bajo mi techo. Yo no quiero que ni siquiera tú entres bajo mi, la puerta, entres por la puerta de mi casa, señor, no soy digno. Qué hombre, qué humildad, qué diferencia entre algunas personas que tienen un título y usted va a pedirle un servicio y te tratan como si tú fueras algo... basura. ¡Póngase en la fila! ¡Para ese derecho! ¡Cuidadito que me rompa la fila! Pero venga acá. Esa posición que tú tienes, ¿quién te la dio? ¿Comúnmente se la dio el Estado o se la dimos nosotros cuando votamos por ello? No deberían de ser ellos humildes. Por favor, distinguidos, siéntense aquí. Espere un momentito que yo lo voy a atender en un momento, por favor. Gentileza, amabilidad, eso es lo que debe de haber, hermano. No arrogancia y orgullo. Y yo creo que este centurión fue un buen ejemplo para fariseos que estaban allí, que despreciaban a Jesús, que se burlaban de Jesús, que le tenían en poco Pero este hombre, oficial, centurión, un líder en su grupo, se mostró con humildad y respeto delante de aquel que le podía hacer un bien. Hermano, ¿cuánto podemos aprender de este hombre? La humildad de este hombre antecede a sus hechos. Él pensó, posiblemente, digo yo, él pensó, porque el texto no lo dice, Algo que era normal. Un judío no veía como algo agradable entrar en la casa de un gentil. Más bien lo veía como una ofensa o que se hacía impuro. Tal vez este centurión, conociendo al pueblo judío, sabe que si el maestro entra a su casa, en cierta manera no va a estar cómodo, va a estar incómodo porque él es un gentil. Y tal vez, digo tal vez porque el texto no lo explica, tal vez este hombre quiere cuidar y al mismo tiempo respetar la forma de pensar del Señor Jesucristo, como judío que es. Hermanos, todas estas molestias, todo este trato, todo este respeto hablan del centurión. Hablan del centurión. ¿Qué tipo de persona es? ¿Una persona respetuosa? ¿Que aunque es un oficial trata al otro con respeto, con humildad? ¿Es una persona que sabe reconocer al otro? ¿También reconoce la diferencia que hay entre él, como romano, y el otro, un judío? Si somos de naciones diferentes, ¿nos respetamos? ¿Respetamos nuestras diferencias? Hermanos, ¿cuánto aprendemos de este hombre? ¿Cuánto aprendemos? ¿Cómo deberíamos de ser con los demás? Y el trato con los demás. ¡Qué hermoso ver esto! Pero la parte B del versículo 8 nos dice más. Más solamente di la palabra y mi criado quedará sano. Hermanos, sólo di la palabra Yo les recuerdo que todo el mundo quería tocar a Jesús para ser sanado. Yo les recuerdo que la gente le pedía a Jesús, ven y pon la mano. Ven a mi casa y pon la mano sobre mi hija para que sea sanada. La gente entendía que si Jesús lo tocaba, iban a ser sanados. Pero este hombre no quiere que entre a su casa y solamente con que Jesús diga la palabra de una orden, ¡Wow! El centurión reconocía que en las palabras hay autoridad. Reconocía que con sólo hablar su siervo sería sanado. Su orden, la orden de Jesús, se aplicaría inmediatamente. Cuando él dijera sano al siervo. Ya no tenía que ir. Tu siervo está sano. Ya no tenía que ir. Podía seguir haciendo sus tareas, sus actividades, porque su sola palabra tenía autoridad, poder para sanar. Hermanos, es sorprendente las palabras de este siervo. Esto expresa una gran fe. A veces uno le dice a las personas, solamente cree en Jesús y serás salvo. y le leemos la palabra y la gente no cree. Solamente repiéntete de tus pecados y Dios te va a perdonar. Mira lo que dice aquí la palabra y se la leemos y no creen. Este centurión decía, di la palabra y el trabajo estará hecho. Dilo solamente y se cumplirá. Hermanos, eso es fe. Eso es fe. Fé con el peso de oro Miren lo que dice el versículo 9 Porque yo también y Él lo explica ¿Por qué Él dijo di la palabra? Él lo va a explicar Porque yo también soy hombre bajo autoridad Con soldados a mis órdenes Y digo a este ve y él va Y al otro ven y viene Y a mi siervo hace esto y lo hace hermanos este hombre está haciendo una comparación yo soy un hombre bajo autoridad a mí me dicen a mí me llama la atención y me dicen centurión vaya con sus hombres a la región norte y haga esto haga esto y haga esto y el centurión solamente dice sí señor y sale por ahí con su ejército con su centuria con sus 90 hombres y hacen exactamente lo que le dijeron Él es un hombre bajo autoridad. Él sabe lo que es la palabra con autoridad. Él sabe que cuando le habla a un hombre suyo, a un soldado, Daniel, sí, señor, póngase a barrer. El centurión hace así, da la espalda y se va. Y cuando él regresaba, ¿qué encontraba? El piso limpio. Daniel barrió. Arregló, organizó, Emma hizo un poquito más de lo que le pidieron para que quedara perfecto. Él sabía lo que es la autoridad y la palabra dada con autoridad. Hermanos, este oficial está entendiendo la manera de obrar de Dios, haciendo una comparación en su mente. Si entre los hombres la palabra con autoridad se cumple, Si Dios da una palabra, ¿se cumplirá? Le pregunto yo a usted. Si a un soldado le dicen, atención, haga esto, y el soldado lo cumple perfectamente, cuando Dios habla, ¿no se cumplirá perfectamente lo que él dice? Sí. Eso es lo que estamos diciendo. Eso es lo que el soldado está diciendo. La palabra con autoridad se cumple. La palabra con autoridad se hace como se mandó. Si tú eres una persona que dice estar sometida a alguien, tú le vas a obedecer. Eso es lo que el soldado está diciendo. Si tú estás sometido delante de Dios, cuando Dios mande algo, ¿qué usted va a hacer? ¿Va a obedecer? Si usted es militar y está sometido bajo un soldado, bajo un general, bajo un coronel, bajo un sargento, cuando ese sargento le hable, ¿qué usted va a hacer? Va a obedecer. Usted está sometido a esa autoridad. Entonces, miren la comparación que hace el centurión. Si los hombres que son malos y pecadores obedecen a la autoridad de una palabra, Dios que es santo y poderoso, Con que él hable una sola palabra, se cumplirá lo que él dice. Está comparando, está aprendiendo, hermano, de la creación. Está aprendiendo de los hechos de los humanos. Está aprendiendo de lo que sucede en el día a día. Este centurión es un hombre inteligente, así como tú y yo. Si un hombre habla, hay que obedecer. Si Dios habla, hay que obedecer. Ven la comparación. Así cuando Dios habla se cumple y por lo tanto si Jesús dice la palabra con su autoridad, él sabía que su siervo sería sanado. Sanado completamente. Hermanos, ¿qué aprendemos de este primer punto? ¿Qué aprendemos? Aprendemos que la posición del soldado no le impidió ir a Jesús. mostró humildad, le mostró respeto a Jesús. Eso es lo primero que aprendemos, hermanos. Se acercó rogando a Jesús. Nunca, nunca tu posición, ya sea que eres un hombre, una mujer, que seas presidente de la república o un empleado, no importa lo que seas y quién seas, tu posición nunca debe ser un tropiezo para humillarte delante de Dios. Nunca. Nunca, porque tú eres el jefe, nunca puede ser eso un tropiezo para tú ir delante de Dios humildemente. Señor, perdona mis pecados. Señor, perdona mi orgullo. Hermanos, somos hombres. Ni el título ni los títulos sociales, ni los títulos de la escuela, ni la posición social, si tú tienes dinero o no tienes dinero, nunca eso puede ser una oposición, una dificultad para tú humillarte delante de Dios. Eso aprendemos en primer lugar. Pero en segundo lugar, desde este primer punto aprendemos, amados hermanos, que nosotros Debemos de reconocer el poder y la autoridad de la palabra de Dios. Amados hermanos, este mundo trabaja porque Dios lo mantiene trabajando. Dios con su palabra ordenó algo y se cumple perfectamente. Nunca deja de cumplirse. Confiemos en su palabra. Creamos a su palabra. Vamos a ver nuestro segundo y último punto. La respuesta de Jesús a este hombre de fe. Versículo 10. Al oírlo Jesús se maravilló y dijo a los que le seguían, en verdad os digo que en Israel no he hallado en nadie una fe tan grande. Jesús se maravilla de que un hombre de guerra que no es israelita es decir con poco conocimiento apenas comparando usando cosas de los hombres puede entender más que muchos judíos puede entender más que muchos el poder y la autoridad de Dios Jesús se maravilla hermanos es maravilloso que alguien sin conocimiento de la palabra en comparación con los judíos que tenían mucho conocimiento puede entender tan claro que si Dios dice algo esa es la verdad y se va a cumplir ya ¡Wow! ¡Qué maravilla! Este soldado había entendido que la palabra de Dios, pura y simplemente, es suficiente. ¿La palabra de Dios es suficiente? Si Dios te dice, arrepiéntete, yo te voy a perdonar, tú puedes arrepentirte tranquilo. El perdón está ahí, seguro. Si Dios te dice, cree en mí, te voy a dar salvación, tú puedes creer en él tranquilo seguro eso es así toda la palabra de dios es verdad hermanos inspirada por dios y la palabra de dios es poder para salvación la palabra de dios es poder para liberar los hombres de sus cadenas la palabra de dios usted puede confiar en ella y será salvo y será bendito la palabra de dios no necesitas más nada Yo necesito que Dios me hable. Pero te está hablando por su palabra, obedece, cree. Es lo que necesitas, fe, fe. Cristo, el Señor Jesucristo habla de la fe de este hombre. El Señor Jesucristo habla de la fe y la confianza de este hombre en la palabra. Mientras los judíes, perdón, Mientras los judíos pedían señales, el centurión no las necesitaba. Los judíos decían a Jesús, muéstrame una señal del cielo, bájate de la cruz. Mientras que el centurión decía simplemente, di la palabra y será suficiente. Dilo y se cumplirá tu voluntad. Simplemente dilo. Amados hermanos, muchos creen que necesitan más que la palabra de Dios. Necesitan la psicología, es decir, las enseñanzas del mundo, la psicología. Necesitan la mundanalidad, vivir mi vida, disfrutar mi vida como el mundo la disfruta. No creen en la palabra de Dios. Necesitan muchas cosas que un político le prometa que va a tener un trabajo. No creen en la palabra de Dios. No creen que lo que Dios dice es verdad. No encuentran en Dios nada y su palabra no tiene poder para ellos. Por eso no leen la palabra, no la memorizan y no la meditan. No la estudian. No hay poder en la Palabra para ellos. Para ellos la Palabra de Dios está muerta. Queridos hermanos, esto no debe de ser entre nosotros. Jesús señala que la fe en la Palabra es suficiente para entrar al reino de Dios, para ser salvo, para tener gozo y esperanza en esta tierra. Es suficiente la Palabra. Di la palabra y mi siervo sanará. No, no pierdas tu tiempo yendo a mi casa, yo no soy digno de que tú entres bajo mi techo. A veces el énfasis lo hacemos ahí, no soy digno, no soy digno y nos ponemos chiquiticos como que eso es lo más importante. Tu fe, ¿dónde está? Tu fe, aunque te ponga de rodillas en el piso, ponga la cabeza en el piso, está tu fe en la palabra de Dios. Por esto Jesús dice a sus discípulos que no había hallado una fe tan grande en todo Israel. Y posiblemente no haya una fe tan grande ni siquiera en las iglesias en el día de hoy. Ni siquiera en la iglesia en el día de hoy Dios, el Señor Jesucristo encuentra una fe tan grande. Porque la gente viene a la iglesia, escucha la palabra y no la cree, se sale por ahí y se le olvida todo lo que oyó. Saben que Dios bendice, saben que Dios salva, pero no están dispuestos a obedecer porque no creen. Ni en Israel. Y yo añadiría y en la iglesia. ¿Qué está sucediendo? Versículo 11. Os digo que vendrán muchos del oriente y del occidente y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob en el reino de los cielos. La fe de este hombre es suficiente para ser salvos. La fe de este hombre es suficiente para que el hombre encuentre la entrada al reino de los cielos. Muchos vendrán de lejos, del oriente, del occidente, y entrarán al reino de los cielos, pero los que son parte de este reino, a los que se les prometió, no entrarán porque no tienen fe. El gran problema de esta generación El incredulidad es su falta de fe. Dios les manda, no se unan con impíos. Lo primero que hace es que se casan con impías y con impíos. No creen. Dios les manda, arrepiéntanse y no se arrepienten. Son unos orgullosos, no piden perdón. ¿Qué tipo de generación es esta? Una generación mala y perversa. Así como Cristo la describe. Amados hermanos, hallará fe Dios en la tierra. ¿Fe en qué? ¡Fe en su palabra! Hallará hombres y mujeres perseverando en la fe. Los hallará congregándose, adorándole. Los hallará criando a sus hijos en el temor de Dios. Los hallará viviendo por la fe. Los encontrará siendo fieles. ¿Dónde los hallará? En mol premier. tomándose un café en el día del Señor. ¿Dónde los hallará? Porque, amados hermanos, el justo por la fe vivirá. Aquí dice que entrarán al reino de los cielos con los patriarcas, gente que no tuvo relación con el pueblo de Israel. Hermanos, los hondureños Los chinos, los mexicanos, no tienen relación con el pueblo de Israel. Somos gentiles todos. Nosotros, al creer en Jesús, al tener fe, entraremos primero al reino de los cielos. Y a saber si ellos van a entrar. No se sabe. Porque no creen en el Mesías. El hondureño más humilde de una aldea es salvo si cree en Jesús. Pero el israelita que tenga la Torah en su mano no es salvo si no cree. Eso es lo que Jesús dice aquí. Amados hermanos, es la fe sencilla, es la fe en la promesa de Dios, en el pacto hecho de Dios con Abraham. Es la fe lo que salva al pecador. Solamente eso es suficiente. Versículo 12. Pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera. Los hijos del reino, los que recibieron la promesa, el pacto, serán arrojados a las tinieblas de afuera. Allí será el llanto y el crujir de dientes. A los que Dios entregó las promesas pero no creyeron en ella, serán condenados. A los que vinieron a la iglesia y no se arrepintieron, serán condenados. Serán echados en las tinieblas de afuera. A los que se bautizaron y dejaron de perseverar y están en el mundo, serán echados en el fuego. No importa si tú te crees cristiano. No es a los que se creen cristianos, es a los que creen en Jesucristo que son salvos. Pastor, pero yo hice mi oración. Pastor, pero yo me bauticé. Déjame ver tus hechos. ¿Son tus hechos conforme las escrituras? Otro rebelde como todos los demás en Pío. Amados hermanos, Jesús señala claramente aquí que Dios entregó las promesas, pero no creyeron en ella. Serán condenados, serán echados fuera a las tinieblas por su incredulidad, incredulidad a la palabra de Dios. Mientras el centurión que no era judío y no necesitaba que Jesús fuera a su casa. Nosotros pedimos señales, pedimos que un ángel venga. Dios mío, háblame. Y estamos así esperando que él venga y hable. Pero tú si eres incrédulo. Envía a mi hijo a morir por ti. Envía a mi hijo para que tú seas salvo. Y tú todavía estás esperando señales del cielo. Tú quieres más señal que la del Hijo de Dios, muriendo en una cruz. Tú eres un incrédulo. Solamente deja tu pecado y arrepiéntete, ven a Cristo. No seas incrédulo. Deja tu incredulidad, tu vida de pecado. Deja eso. Ven al Señor. Cree en su palabra. Si crees serás salvo. Hay una condición, la fe. Hay una condición, hermanos, la fe. Sin fe no se puede agradar a Dios. No importa los diezmos que tú des en la iglesia. Y no importa los sacrificios que tú hagas. Mira, yo duré una hora para venir a la iglesia. Duré veinte minutos, duré cinco horas. ¿Qué importa si no tienes fe? Si el amor de Dios no mora en ti, el amor que él derramó en su hijo no mora en ti, tú eres un símbolo que resuena sin valor, sin peso, sin importancia. Queridos hermanos, solamente la fe es suficiente para entrar al reino de los cielos. Y Jesús está usando este centurión y la fe de él para testificar a los demás que le habían escuchado, habían escuchado su sermón del monte y no creían, y eran judíos. No hay nada especial en ningún hombre. Mire mi amigo, yo soy oficial del ejército, a mí que dan mi respeto. A mí me dio mucha tristeza ver en un programa alerta aeropuerto un militar fue hasta vestido de falta vestido así con su ropa de militares mochila de militar andaba con una mujer y fueron ahí y se presentaron a migración y luego de presentarse a migración él se presentó y militar esto, aquello y lo otro y el respeto a los militares. Y usted sabe que somos militares. Está hablando al que está examinando su bulto, su mochila. Somos militares y hay que tener respeto a los militares. El otro le dice, sí, tú eres militar y yo soy militar. Pero aquí tú no eres militar, aquí tú eres un simple pasajero. No, no, no, la mochila, mi mochila no me las revise. Eso es cosa militar. A todo el mundo hay que revisar la mochila. Él quería usar su influencia. ¿Sabe qué llevaba en la mochila? Droga. Le encontraron droga en la mochila. Quería usar su influencia de militar para que no le revisaran la mochila que estaba llena de droga. Preso. Él y la mujer, con todo y ropa de militar, preso. Aquí tú eres un civil como cualquier otro. Hay que revisarte la mochila, revisarte los pantalones, revisarte la bota, revisarte hasta el sombrero que lleva. Preso, hermano. Queridos hermanos, no es por título ni posición social. A Dios no le importa nada de eso. Por eso le hablé de los títulos, de la posición, el oficial con su ropa de militar. Usted puede venir en su carro, en su carrete, en su caballo, con sus bienes, o puede venir y yo soy estudiante a la escuela, y esto y aquello, y me gradué en tal lugar, y yo soy doña fulana, don fulano. ¿Creíste en Cristo? ¿Creíste en la palabra? No. aparte de mí al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles hermano la salvación es por fe en cristo y este centurión tenía fe y tú y yo tenemos fe tenemos fe en cristo tenemos fe en su palabra versículo 13 entonces jesús dijo al centurión vete Vete, así como has creído, te sea hecho. ¿Qué frase tan sencilla? Vete, como creíste, así te sea hecho. No hay ninguna invocación, ni levantando las manos. ni diciendo en el poder de Dios, ni haciendo esto y aquello, ni haciendo un baile como hacen algunos para recibir el poder y vamos a cantar la banza, cantar la banza, canten, canten que ahí viene el poder y comienza a dar su brinquito y toda su cosa y toda su loquera ¿qué hacen? hacen todo su ademán y ponen la música, entonces los músicos ponen la musiquita ahí suave para que reciba la unción Jesús simplemente le dijo, vete, como has creído que te sea hecho. Y siguió su camino. Qué sencillez la del Señor. Qué sencillez la de Cristo. Vete. Como creíste así, tu siervo está sano, vete. El centurión sabe lo que hizo. Se fue para su casa. Es muy diferente la actitud orgullosa de Naamán. No sé si recuerdan a Naamán cuando él estaba enfermo de lépera. Iba donde el profeta, Eliseo. Eliseo no los recibe, ni los invita a su casa. Manda a un siervo, vete, Aniel, dile a Naamán que se bañe siete veces en el río. Siete veces en el río que se bañe. Lo mandó a bañar a un general. del poderoso ejército de Asiria. Cogió un pique, una ira tan grande, no voy a bañar nada. No voy a ir a bañarme. Yo pensaba que él vendría, saldría, levantaría las manos e invocaría a su Dios. Y luego pondría la mano sobre mí y me sanaría. Pero lo que dijo fue, vete a bañar. Oye eso, que falte respeto a la autoridad. nada más era un orgulloso era un arrogante pero a veces hermano nosotros nos comportamos así que el pastor no vino a visitarme porque yo cuando yo me enfermé como es posible eso el pastor tiene que venir a visitarme y venir a verme y durar dos horas por lo menos conmigo ahí hacerme un par de chistes y orar por mí a yo sanarme Y ahí está la hermanita Florita de tal que va y la visita diez veces. No, no, hermana, usted ya vino. Gracias, no venga más. Yo quiero que venga el pastor. Pero que hermano, yo vine a visitarla, está con usted, que no es usted el pastor que tiene que venir a verme para que él ore por mí. Invoque a Dios y entonces seamos sanos. Hermano, por favor, eso es orgullo. Dios le mandó a la hermanita. Dios le mandó a alguien sencillo y humilde. Por eso es que este centurión fue alabado por el Señor. No necesitó toda esa algarabía, toda esa bulla y todos esos ademanes horrorosos que la gente hace. Es un horror cuando la gente se burla del otro, dique invocando a Dios. Cuando el Señor Jesucristo simplemente espera fe, fe y fe en la palabra. mira para yo ser cristiana para yo ser cristiano tiene que pasar esto y aquello y lo otro y quien tu te crees que tu eres para tu estas pidiendo señales y estas pidiendo nada mas bien humillate por tu pecado humillate y cree en la palabra no necesitas ver a dios ni nada ah pues yo necesito ver el poder del espiritu santo no tu lo que te gusta son los shows que hacen en la calle son shows que te gustan Como que el pastor es un bufón, un payaso y tiene que venir aquí a ser payasada. Y no es así. Queridos hermanos, son una confirmación que lo expresado por el soldado era verdad. Sólo la palabra de Jesús era suficiente. Sólo la fe en Él es suficiente para salvar. Sólo creer es necesario. ¿Cómo has creído que así sea para ti? Que así se haga para ti. Y es un imperativo. Que así se haga. Es una orden que Jesús está dando ahí. Está en imperativo. Jesús dijo la palabra, dio la orden. Que así sea para ti. Como has creído. Y el sirviente del centurión fue sanado. Ya. Hermana, pero por favor, ore, si se siente enferma, ore, pídele al Señor que lo sane. Y ya. No, pastor, tiene que venir a mi casa a las 12 de la noche porque me duele. Hermano, usted conoce al Señor, simplemente ore. Señor, me duele aquí, sáname. Y ya. Una fe sencilla. Pero una fe en el Señor y su palabra. Tú has dicho esto y yo lo creo. Señor, hazlo por amor de tu nombre, para tu gloria. Estas palabras de Jesús nos hablan del beneficio del que recibe la salvación, del beneficio de los que reciben los bienes espirituales. Son personas normales, humildes, son dados a los que creen. Los beneficios del reino son dados simplemente a los que creen. Hay personas que nunca se van a bautizar en la iglesia porque no creen y no obedecen. Simplemente eso. Yo he visto a jovencitos. Bueno, yo bauticé a un jovencito en Santo Domingo con síndrome de Down, hermano. Era un joven inteligente, torpe para otras cosas, pero inteligente. Y muchacho oraba, leía su Biblia, entregó su vida al Señor Jesucristo. Yo le di su clase de membresía, de acuerdo a su posibilidad, ¿verdad? Sé que yo estoy dando 32 doctrinas, yo a él le di las cinco básicas. Y mírenlo, y con confianza y tranquilidad, lo bauticé tranquilo. Este es un hombre de fe, con síndrome de Down. Y aquí hay gente tan inteligente, pero tan orgullosa, que no puede creer en el señor y su palabra. Entonces, no es un problema de Dios ni de su palabra, es de nuestra incredulidad. Es de nuestra incredulidad, ese es el problema. El reino está para todos, para los grandes como para los pequeños. La entrada al reino de los cielos es para el carpintero como para el ingeniero. Todos son iguales delante del Señor. Ahora, todos deben de creer y todos deben de obedecer al Señor. Ese es el requisito, tu fe. ¿Qué aprendemos de esto? La fe sola es suficiente para salvación, para recibir todo don de Dios, pero la incredulidad es suficiente para condenarte. La incredulidad es suficiente para que te vayas al infierno. O eres un hombre de fe o un incrédulo. ¿Cuál de las dos tú eres? O eres un hombre que confía en la palabra de Dios o eres un hombre que no confía en la palabra de Dios. Debes de tomar una decisión. Por amor a tu alma yo te digo Cree en la palabra, cree en el Señor, arrepiéntete, confía en Él. Cree y serás salvo. Eso es lo que Él ha prometido. Cree solamente, como el centurión. Mira al centurión creyendo. Mira al centurión clamando humildemente. Era un hombre de autoridad, pero también se sabía humillarse. Era un hombre humilde. humillémonos delante del Señor y recibiremos todo su bien. Vamos hermanos a concluir aquí dando gracias al Señor por su palabra y que cada uno de nosotros pueda tener una fe como esta, una fe grande en la palabra y en el Señor. Oremos. Padre, gracias te damos, gracias por tu fidelidad y tu amor. Gracias porque tú nos muestras el camino de la fe verdadera. Estás centrada en Cristo, en su palabra, en sus promesas. Aumenta nuestra fe y ayuda a aquellos que aún no te conocen a creer, a tener fe en ti. Te lo pedimos, Señor, en Cristo nuestro salvador. Amén.
La fe de un centurión en Jesús
Series Evangelio de Mateo
Jesús nos enseña que la fe en él, es lo esencial para entrar al reino de los cielos y esto sin importar nacionalidad
Sermon ID | 310251666171 |
Duration | 51:43 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Matthew 8:5-13 |
Language | Spanish |
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