El título del sermón es Adoración por Encima de Todo, Escritura Primera de Reyes 14, del 1 al 20, en nuestra serie El Reino Eterno. Esta es la palabra del Señor. Si gustan ponerse de pie, pueden hacerlo. Por aquel tiempo, Avías, hijo de Jeroboam, se enfermó. Y Jeroboam dijo a su mujer, levántate ahora y disfrázate para que no conozcan quién eres, que eres la mujer de Jeroboam. y ve a Silo, pues allí está el profeta Ahías que dijo de mí que yo sería rey sobre este pueblo. Toma en tus manos diez panes, tortas y un jaro de miel y ve a él y él te dirá lo que ha de suceder al niño. Así lo hizo la mujer de Jeroboam, se levantó, fue a Silo y llegó a casa de Ahías. Y Ahías no podía ver porque sus ojos se habían nublado a causa de su vejez. El Señor había dicho a Ahías La mujer de Jeroboam viene a consultarte sobre su hijo, pues está enfermo. Esto y esto le dirás, pues será que cuando ella venga fingirá ser otra mujer. Cuando ellas oyó el ruido de los pasos de ella, al entrar por la puerta dijo, entra mujer de Jeroboam, ¿por qué finges ser otra mujer? Pues he sido enviado a ti con un duro mensaje. Ve, dile a Jeroboam, así dice el Señor, Dios de Israel, Yo te levanté de entre el pueblo y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel. Arranqué al reino de la casa de David y te lo di a ti. Pero tú no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandamientos y me siguió de todo corazón para hacer solo lo que era recto en mis ojos. Sino que has hecho más mal que todos los que fueron antes de ti. Y fuiste y te hiciste para ti otros dioses y imágenes fundidos para provocarme la ira. y me arrojaste detrás de tu espalda. Por tanto, voy a traer mal sobre la casa de Jeroboam y cortaré a Jeroboam a todo varón, tanto esclavo como libre en Israel. Barreré completamente la casa de Jeroboam, como se barre el espicol, hasta que él desaparece del todo. Cualquiera de los de Jeroboam que muera en la ciudad se lo comerán los perros, y los que mueran En el campo se los comerán las aves del cielo, porque el Señor ha hablado. Y tú, levántate, vete a tu casa. Cuando tus pies entren en la ciudad, el niño morirá. Y todo Israel hará duelo por él y lo sepultarán, pues solo este de la familia de Jeroboam irá a la sepultura, porque de la casa de Jeroboam solo en él fue hallado algo bueno hacia el Señor Dios de Israel. Y el Señor levantará para sí un rey sobre Israel que destruirá la casa de Jeroboam en este día y de ahora en adelante. El Señor, pues, herirá a Israel como se agita una caña en el agua. Y él arrancará a Israel de esta buena tierra que dio a sus padres y los esparciará más allá del río Úfrates, porque han hecho sus aceras provocando a la ira al Señor. Él abandonará a Israel a casa los pecados que cometió Jeroboam y con los cuales hizo pecar a Israel. Entonces, la mujer de Jeroboam se levantó, se fue y llegó a Tirsa y a entrar ella por el umbral de la casa, el niño murió. Y todo Israel lo sepultó, hizo duelo por él conforme a la palabra que el Señor había hablado por medio de su siervo, el profeta Ahías. Los demás hechos de Jeroboam como peleó en las guerras y como reinó, están escritos en los libros de las crónicas de los reyes de Israel. El tiempo que Rehoboam reinó fue de 22 años y durmió con sus padres y su hijo Nadab reinó en su lugar. Qué palabra más dura, ¿no? Difícil de escuchar y difícil de entender que el Señor nos dé su gracia. Padre, te damos gracia por tu palabra. Abre nuestros ojos, nuestros oídos para mirar y para oír tu verdad, Padre, para aplicarla en nuestras vidas, para estar, Padre, advertidos de las consecuencias de la desobediencia. Y, Padre, que nadie, ninguna persona aquí, Padre, camine como un Jerebón, Padre, en la idolatría. Líbranos de la idolatría, que creo, Padre, que es más presente que pensamos que lo es. Pidimos esto en el nombre de Jesús y para tu gracia. Amén y Amén. Pueden tomar asientos a mano. Nuestro pasaje comienza con un problema en la ciudad de Tirsa. El hijo de Jeroboam está gravemente enfermo. El rey reconoce la seriedad de la situación y se conmueve con un amor paternal lo que los lleva a buscar ayuda divina, pero no de sus dioses falsos, sino del Dios verdadero. Nuestro pasaje nos enseña que incluso los idólatras del mundo aman a sus hijos, aman a sus hijos. También aprendemos que en la providencia y la soberanía de Dios, los eventos aquí tienen el propósito de poner a Jehová cara a cara con la palabra de Dios. Esta palabra que nos no solo revela los corazones de los hombres, sino que también declara que el gobierno soberano del Señor está sobre toda la historia. Aquí vamos a aprender del futuro que va a ocurrir con el hijo, que va a ocurrir con su familia, su dinastía y que va a ocurrir con Israel. Todo está en la mano del Señor. Él levanta reyes y los quita, levanta dinastías, las quita, levanta gobiernos y las derrumbe cuando Él quiera. Bueno, con todo eso dicho, miremos el versículo 1 al 6, y lo que vamos a aprender del versículo 1 al 6 es lo siguiente, que es necedad buscar ayuda de Dios mientras se rechaza la autoridad de Dios. Es necedad buscar la ayuda de Dios mientras rechazamos la autoridad de Dios. En lugar de ir al profeta Aías, él envía a su esposa disfrazada, nos cuenta nuestro relato. Pero nos preguntamos, ¿por qué el engaño? ¿Por qué el rey se esconde detrás de su esposa y la envía en secreto? Y la respuesta se encuentra en la historia de Jeroboam con el profeta. Aías fue el profeta que había entregado una vez la promesa de Dios a Jeroboam. ofreciéndole el trono de Israel con la condición de que él gobernara según el modelo de David, en obediencia al pacto con Dios. Leamos esa promesa en Primera de Reyes 11, 37 al 38. Dios, hablando por medio del profeta, dice, y a ti te tomaré y reinarás sobre todo lo que deseas, y serás rey sobre Israel. Y sucederá que si escuchas todo lo que te he ordenado y andas en mis caminos y haces lo recto delante de mis ojos, guardando mis estatutos y mis mandamientos, como lo hizo David, mi siervo, entonces estaré contigo y te edificaré una casa perdurable como la que edifiqué a David y yo te entregaré a Israel. Es una grande promesa. Te va a ser un rey como en la línea de David. Tu hijo y tu hijo y tu hijo después de él y el hijo de él y el hijo de él. seguirán siendo reyes. Si tú me obedeces, si tú me sigues, si tú me amas, es una promesa condicional. Si tú haces lo recto como lo hizo David, tú y tus hijos reinarán sobre el norte para el resto de tus vidas. Era una dinastía que no terminará como la dinastía de David. Qué gran promesa, qué hermosa promesa. Pero estaba dependiente en qué? La obediencia de quién? Jeroboam. Mientras tú me ames. Ahora, si no me amas, la promesa ya no va a valer para nada. Pero Jeroboam, como hemos visto, había rechazado el mandato de Dios. En lugar de confiar en el Señor, se entregó a la idolatría creyendo que instituir, crear el culto del becerro aseguraría su trono con mayor eficacia que la fidelidad al pacto con la obediencia a Dios. Y ahora él está expuesto. No quiere que el pueblo de Israel, ya sea en el norte o el sur, vea su hipocresía al buscar al verdadero Dios. Él le dice a su esposa, vea al sur, donde está el templo, donde están los levitas, donde está el culto razonable, el culto legítimo de Dios, y habla con el verdadero profeta Aías y pídele a ver lo que va a ocurrir con nuestros hijos. ¿Por qué no consultó a sus becerros? ¿Por qué no consultó a los sacerdotes que él había apuntado, porque sabía que eso era algo inventado de su propia mente, que no tenía poder. Él sabía que él necesitaba al verdadero Dios. Pero Jeroboam había rechazado entonces el mandato de Dios. En lugar de confiar en el Señor, se entregó a la idolatría y instituyó este culto y ahora quiere esconder su hipocresía. Sin embargo, a pesar de todo su engaño, Jeroboam entiende una cosa, sus ídolos no valen nada. son creación de la imaginación. Los dioses becerros que hizo y los sacerdotes que instaló no pueden ofrecer ninguna ayuda. Él sabe que sólo el único Dios verdadero, el mismo Dios que le dio el trono y luego lo arrepintió en el capítulo anterior por su desobediencia puede ayudar a su hijo. Recuerda el Señor le dio el trono y cuando él desobedeció, el Señor le mandó un profeta, ¿se recuerda? Y dice que donde él estaba sacrificando, el altar de sacrificio se fue rompido, roto en dos pedazos y su mano se escogió y tuvo que pedirle al profeta que orara por él. ¿Usted recuerda la historia? Era el Señor en su gracia reprendiéndolo. Dale otra oportunidad para que se arrepienta. Y aquí encontramos algo de lo igual, pero este hombre no quiere venir. Él sabe que solo este Dios, el verdadero Dios, lo puede ayudar y quiere que lo ayude, pero quiere que lo ayude en sus propios términos. Y sin embargo, sabiendo todo, sabiendo que solo Dios puede ayudar a su hijo, sabiendo que solo hay un Dios verdadero, sabiendo que la idolatría no lo puede ayudar, Jeroboam todavía se niega a presentarse humildemente ante el Señor él mismo. En cambio, envía a su esposa con la esperanza de que si Se presenta como una madre común y corriente. El profeta podría interceder por ella y por el niño. Llévate un poquito de regalo, un poquito de miel, un poquito de estos. Disfrátate como otra persona. No le digas quién tú eres. Y ve y busca que el Señor nos bendiga y que nos recupere nuestro hijo. De hecho, el plan de Jeroboam parece perfecto. La Bíblia nos dice que ahí a Jías, ahora ciego por la edad, no podría reconocerla si quisiera. Él no puede ver. Entonces, el plan es perfecto. El plan de Jeroboam de esconderse de Dios mientras buscaba a Dios está en marcha. Y hay mucha gente así que cree que se pueden esconder de Dios, pueden buscar una promesa, una bendición de Dios mientras se esconde de Dios. Van a la iglesia, dicen amén, dicen gloria a Dios, pero no viven en obediencia a Dios y creen nada más porque viene que Dios disfrazándose como cristiano, que Dios no puede ver que no son de Él. La Palabra de Dios nos dice y leemos que a ellas no necesitaba sus ojos, no necesitaba su vista, porque Dios tenía su oído. Antes de que llegara la esposa de Jeremón, Dios ya le había revelado la verdad a su profeta de quién era ella. Y cuando ella viene le dice, sin dar las espaldas, él dice, sin voltearse de sus espaldas, él le dice, ven y entra. Oh, esposa de Jeremón, ¿por qué te disfrazas como otra? Yo sé quién tú eres, Dios me lo dijo. Nadie se puede esconder de Dios. Nos disfracemos como quisiéramos, no nos podemos esconder de Dios. Así que, amados, vemos la inutilidad de tratar de esconderse de Dios. Este rey orgulloso, idólatra, necesita desesperadamente al Señor. Dios, en su misericordia, lo ha puesto en una posición de desesperación y incapacidad. Desesperación porque su hijo está enfermo muriéndose, incapaz de salvar a su hijo. Pero mientras Cerebon busca una palabra de Dios en su crisis, no quiere que esa palabra de Dios gobierne su vida. Incluso en esta posición se niega a arrepentirse de su idolatría. Él quiere mantener las cosas como están. Él no te va a seguir adorando los becerros. Ve calladitamente, busca del verdadero Dios, pero que nadie lo sepa, para que nosotros podamos seguir con nuestra ¿qué? idolatría. Todavía no se arrepiente. Su hijo se está muriendo. El Señor derribó su altar, el Señor escogió su mano y se la restauró, el Señor lo reprendió, el Señor ahora pone a su hijo en la cama de muerte, su hijo necesita de Dios, él sabe que hay solo un Dios y todavía quiere mantener su ¿qué? idolatría. ¿Qué poderosa es la idolatría? Arraiga nuestros corazones y no nos deja ir. Así que incluso en esta grave posición él se niega a arrepentirse de su idolatría. Quiere la ayuda de Dios en las emergencias, pero rechaza el gobierno de Dios en la obediencia diaria. Y hay muchas personas así, nada más enferma, dijo Dios te prometo, nada más que todo, si tú me ayudas conmigo te prometo que voy a ir a la iglesia, que voy a dar dinero, que voy a hacer. Quieren negociar con Dios, así no funcionan las cosas. Amados, esto no puede ser. Jeroboam desea solo una palabra ocasional de Dios. Él desea visitar la palabra de Dios cuando le sea conveniente, pero no quiere vivir bajo la autoridad de la palabra de Dios. Como hemos dicho, hay muchas personas así. Este tipo de pensamiento no es nada nuevo, y Jesús mismo condenó a una multitud por tener este pensamiento. Miremos Juan 6, 26. En verdad les digo, Que ustedes me buscan, no porque hayan visto señales de que yo soy el Mesías, que yo soy el Libertador, que yo soy el que vaya a liderar con sus pecados, que yo soy la promesa, que yo soy el Evangelio, que yo soy la salvación. Ustedes no me buscan porque miran en mi valor, sino porque han comido de los panes y se han saciado. Querían bendiciones, pero no querían a Cristo. Ah, seguimos a Cristo porque ese pan estaba exquisito. Y los peces comimos y nos llenamos. Vamos a seguir este hombre para que podamos seguir ¿qué? comiendo bien. Pero escucharlo, obedecerlo, someternos a él. No, eso no. Cristo dice, ustedes solo me siguen porque quieren beneficio, pero no me quieren a mí. Y es lo mismo que Jeroboam aquí estaba haciendo. Muchos como Jeroboam Y las multitudes en los días de Jesús buscan a Dios en tiempo de desesperación, clamando por su ayuda cuando están en necesidad. Sin embargo, se niegan a someterse al Señorío de Jesucristo. Quieren sus bendiciones, pero no su autoridad. Desean sus dones, pero no su gobierno. Sin embargo, la Escritura deja claro que no podemos separar los beneficios de Dios de la sumisión a Dios. Otra vez, La Escritura deja claro que no podemos separar los beneficios de Dios de la sumisión a Dios. Conocerlo verdaderamente es inclinarnos ante Él en fe y en obediencia como hijos obedientes. No podemos tener a Dios sin obediencia a Dios. Es imposible. No podemos disfrutar de sus beneficios o pedirlos sin primero ser hijos obedientes de Él. Así que el plan de Jeroboam fue inútil. La Palabra de Dios expone los corazones de los hombres, revelando incluso sus motivos ocultos. Y ningún desfraz puede escondernos del Señor. Como advirtió Pablo, si se recuerdan en Gálatas 6.7, no se dejen engañar. De Dios nadie se burla, pues todo lo que el hombre siembre es lo también que segará. No te engañes a ti mismo. Dios lo ve todo. ¿Cómo te vas a esconder del Dios omnipresente? ¿Cómo te vas a esconder del Dios omnisciente? ¿Cómo te vas a esconder del Dios omnipotente? ¿Cómo vas a venir y crees que escondiéndote te vas a acercar, recibir algo de él, pero no vivir bajo su autoridad como que él no va a ver igual lo que está ocurriendo? Que dice Galatas, no te dejes engañar, por tu propio corazón no te dejes engañar. De Dios nadie se burla. Amén y gloria a Dios. Amado, no tratemos la Palabra de Dios como algo para consultar solo en tiempos difíciles, mientras rechazamos la autoridad de Dios en nuestra vida diaria. He visto personas cuando están en problema abren la Biblia. Ay, no la he abierto por años, pero a ver donde cae mi dedo. Creo que es hacer una Palabra de Dios como si fuera una galletita de esas de las fortunas de los restaurantes. ¿Qué me va a decir Dios? No, no, no, no, no, no, no, no, no, no, amados. Vivamos como dijo Cristo. Como que cada palabra que procede de la boca de Dios es algo que necesitamos, es nuestro pan. Sabiendo que su verdad nos escudriña, nos redargulle y en última instancia nos lleva a la vida eterna. Considere lo siguiente, lo que dice Cristo en Juan 6, 63. Las palabras que yo les he hablado son qué? Espíritu y son qué? Vida. Entonces, el cristiano vive bajo la autoridad, la palabra de Dios. Algo que Jeroboam rechazó. Así que esto nos lleva al versículo 7 al 11, donde miramos que rechazar la gracia trae destrucción. Rechazar la gracia de Dios es que invitar destrucción. El profeta expone el engaño de la reina. Yo sé quién tú eres. Tú eres la esposa de Jeroboam. Entra. ¿Por qué te disfrazas? Mira que tengo un mensaje grave para ti. Es un mensaje para tu esposo, el que te mandó que te disfrazara, el que está tratando quedarse con su idolatría, pero también consultar a Dios, el que rechaza arrepentirse. Dios tiene una palabra para él y tú necesitas llevársela a él, porque él no vino. Imagínese el corazón de esa mujer como se cayó. Se disfrazó, vino con panecitos, vino con un poquito de miel. Pretendiendo que era otra persona. El profeta estaba aquí ciego. Nadie del norte la reconoció. Nadie del sur la reconoció. Entrando dice voy a consultar. Y él dice yo sé quien tú eres. Dios nadie se burla. Ahí ya dejan claro entonces que el pecado de Jeroboam es un pecado grave. ¿Por qué? Porque es contra la gracia de Dios. Dios le dio el reino. Cuando él se entregó a la idolatría, Dios le dio otra oportunidad. ¿Mandando a quién? Al profeta. Dios le dio otra oportunidad. ¿A quién? Quebrantando el altar. ¿Y qué hace Jeroboam? Reconstruye el altar falso y sigue adorando en él. Dios hiere a su hijo con una enfermedad. ¿Qué hace él? Necesito a Dios. Voy a mandar a mi esposa en disfrace. Yo quiero mantener el poder que tengo. Dios le había dado gracia tras gracia, tras gracia y se le había rechazado, rechazado y rechazado. Y Dios llega al punto de decir ya, rechazaste la gracia por última vez, ahora caerá el juicio. El Señor había sido bueno con Jerabón. Miremos la gracia de Dios con Jerabón en versículos 7 y 8. Yo te levanté de entre el pueblo y te hice príncipe sobre mi pueblo Israel. Arranqué el reino de la casa de David donde vendrá el Mesías y te lo di en tus manos. Yo había sido bueno contigo. Tú no eras nadie, eras un militar en el ejército de, se recuerda, Salomón. Y cuando Salomón se comportó mal, yo mandé al profeta y le dije, te voy a dar 10 tribos. Yo te levanté de lo, tú no eras nada. Yo te hice rey, te di el cuidado de mi pueblo, se lo quité de las manos de la familia, de la autoridad, del lineaje de quien, de David, se lo quité a David quien yo amo y te lo di en tus manos y te di promesas que si tú me sigues iba a quedar en tus manos ¿y qué hiciste tú? Yo te di gracia, tras gracia, tras gracias ¿y qué hiciste tú? Jeroboam había respondido con infidelidad. Miremos el versículo 8 al 9. Pero tú no has sido como mi siervo David, que guardó mis mandamientos y me siguió de todo corazón, para hacer sólo lo que era recto en mis ojos, sino que has hecho más mal que todos los que fueron antes de ti, que Saúl, que los jueces, de todos los líderes antes, Y de todos los reyes que solo son pocos, Saúl siendo el peor, y de Salomón que también le faltó a Dios, de todos los reyes que han vivido, tú eres el peor. No hay nadie peor que tú. Te di tantas gracias y tú la rechazaste tan gravemente. Dice la palabra, y fuiste y hiciste para ti otros dioses y imágenes fundidos, que tú sabes que no son dioses. Y lo hiciste para provocarme la ira. ¿Y qué hiciste conmigo? Me arrojaste detrás de tu espalda como que si yo fuera basura. ¿Pueden ver lo que Dios está diciendo? Son palabras duras, ¿verdad? Yo fui bueno, tú fuiste tan malo, dice Dios. Así que Romón había recibido una gracia y había sido reprendido en gracia y había puesto en posición difícil para que recibiera gracia y todo lo desperdició. Y es por eso que entonces Dios dice que había llegado el final de su dinastía. Mira el versículo 10 al 11. Por tanto, dice Dios, voy a traer mal sobre la casa de Jeroboam y cortaré de Jeroboam a todo varón, todo esclavo, como libre en Israel. Vararé completamente la casa de Jeroboam como se vare el estiarcol hasta que desaparece del todo cualquiera de los de Jeroboam que muera en la ciudad se lo comerán los perros, y el que muera en el campo se lo comerán las aves del cielo, porque el Señor ha hablado. Que palabras tan terribles. Te voy a barrer, dice como un hombre que barre todo el estricol de los animales, lo pone todo, y en inglés dice te voy a quemar como se quema el estricol, barrelo junto y quemarlo para que ese Señor diga para mí tú y tu familia es un montón de estricol de animales no vales nada imagínese esas palabras de Dios son palabras difíciles no tú y toda tu familia no valen que absolutamente nada y te voy a quemar como si fueras una gran pila de tú sabes que no vales no sirves para nada wow Podemos ver la ira de Dios en este comentario, en esta palabra de Dios. ¿Y qué aprendemos, amados? Simplemente lo que siempre aprendemos, rechazar la gracia siempre trae ¿qué? Destrucción. Rechazar la gracia siempre trae ¿qué? Destrucción. Y la gran acusación que se encuentra en este capítulo, se encuentra en el versículo 9. Fuiste e hiciste para ti otros dioses y imágenes fundidos para provocarme a la ira, y me arrojaste detrás de tus espaldas. Y la palabra hebrea para provocar, Dios dice me provocaste y la usa dos veces, es una palabra bien seria, es la palabra que haz y significa irritar a propósito, burlarse de alguien su cara, Empujar deliberadamente a alguien hasta el punto de la ruptura. Alguien que no quiere pleito y la otra persona está ahí y empujando y burlándose y tratando de empujar la persona hasta el punto que se quebranta la persona. No es una ofensa pasiva, no es un insulto que no fue intentado. Una persona que insulta tu cara, lo hace a propósito, quiere que te enojes, quiere tener pleito contigo. Dios dice tú has hecho esto conmigo. Yo fui tan bueno y tu fuiste tan malo. Y a propósito, sabiendo que tus dioses de cabros no son Dios, sabiendo que tus ídolos fundidos no eran Dios, sabiendo que esa altar no era santo, sabiendo que fueron creación de tu imaginación, los adoraste como si fuera yo y pusiste a Israel en el camino de la idolatría y lo hiciste a propósito porque querías poder. Tú caas, me provocaste, a la ira. Y ahora que me has provocado, ahora caerás desde altamente el juicio de Dios. Pero ¿por qué es que la idolatría provoca a Dios hasta este punto? Porque lo que representa es algo terrible, amados. La idolatría siempre en el Antiguo Testamento representa, escuche, adulterio espiritual. Es imposible que usted lea el Antiguo Testamento sin llegar a la conclusión de que la idolatría es equivalente a que adulterio espiritual contra el esposo de la iglesia Dios mismo. Dios dice te encontré, estabas en tu propia sangre estaba sucia, nadie te amó, te vine, te limpie, te puse ropas nuevas, te di diademas en tu cabeza y cuando llegaste a la madurez me casé contigo, hablando de Israel, te hice mi esposa y te di todo lo que necesitabas y nada más que di la espalda te fuiste tras otros hombres, hablando de dioses ajenos expusiste tus partes privadas, hiciste cosas asombrosas en cada de las montañas, en cada de los altos lugares tus amantes vinieron hablando de que otros dioses Dios habla de esto en cada país y en términos muy explícitos en términos que hace a uno ponerse rojo en la cara de vergüenza de lo que Dios dice Y otra que otra vez a Osías le dijo ve y cásate con una mujer ramera, dale honor, pone tu nombre, vístela de gracia, ámala Y cuando ella entonces, el profeta lo hace cuando él da la espalda y se va esa prostituta otra vez Y Dios dice eso es lo que hizo Israel conmigo Una que otra vez Dios habla de que te amé, fui un buen esposo y tú fuiste una mujer adúltera, te comportaste como una ramera, te pintaste la cara y fuiste tras otros hombres, no fuiste fiel a mí. Y Dios usa la idolatría para hablar en manera de adulterio espiritual. Una esposa que ama tener todos sus amantes y no es fiel al esposo que la ha tratado bueno y la ama con todo su corazón. Dios siempre bueno, Israel siempre que idolatra. Amén. Y es importante que miremos eso, porque es, por eso es que Dios está provocado, porque Él, Él tenía con ellos una relación como matrimonio. Dios declara en el versículo nuevo, me arrojaste detrás de tu espalda, yo era tu esposo, me tiraste y fuiste tras otros que amantes. Amados, la idolatría de Jeroboam provocó a Dios a celos, Y nos preguntamos, bueno, ¿Dios simplemente un Dios inseguro, propenso a enojarse con ira irracional? ¿Necesita Dios consejería porque se enoja de nada? Y no, amados, no es así. Los celos de Dios son justos. A diferencia de los dioses falsos de las naciones, Dios había entrado en un pacto con su pueblo, una relación como un matrimonio que exige devoción exclusiva. Si se recuerda, Moisés viene y le dice al pueblo Dios está dispuesto a entrar en un pacto con usted, pero usted tiene que entender, no tendrán otro Dios más que que Él, y no tendrán a ningún ídolo fundido, ¿verdad que sí? Los dos primeros mandamientos. ¿Ustedes están seguros que quieren estar en pacto con Dios? ¿Y qué dijo Israel? Queremos estar en pacto con Dios. Y Moisés le dice, pero cuidado, porque este es el Dios Santo. Él no va a tolerar que ustedes amen a otros dioses. Él demanda amor exclusivo, porque Él te va a amar a ti exclusivamente. Tan seguro, pero seguro, seguro. Dijeron sí, queremos a este Dios. Entraron a qué? A relación con Él y lo inmediatamente que hicieron adoraron a ídolos. Le dieron la espalda. Una mujer infiel. Piensen amados en el matrimonio. Si un esposo o una esposa es infiel, el cónyuge traicionado queda devastado y furioso con razón. El amor verdadero tiene que ser exclusivo. Hiciste promesa delante de Dios, delante de la iglesia, testigos, delante de familia, que te voy a amar con todo lo que tengo, que tú vas a ser la única para mí. Y fuiste y rompiste esa promesa, ese pacto santo delante de Dios y con otros. Amén. El cúnyuge tiene toda la razón de sentirse traicionado, tiene toda la razón de sentirse enojado, furioso. Hiciste promesas y mira lo que hiciste. Un cúnyuge que es indiferencia a la traición de su esposo o esposa, no lo ama verdaderamente. Una persona que es así es él, él se va con otras, pero siempre es a mí. Uno diría, pero ¿qué tipo de mujer eres? ¿Qué acepta este tipo de tratamiento? ¿Qué tipo de hombre eres? ¿Qué acepta una mujer que se va y dice? No, pero mientras ella regrese estoy bien. No. El celo perfecto y santo dice, hicimos votos. Amén. Tú eres mía y yo soy tuyo. Me lo prometiste delante de Dios y su pueblo. ¿Cómo te atreves? Amén. Y lo mismo sucede entonces con Dios. Él no es un Dios distante e indiferente. Él no es un Dios que dice mientras tú vengas y me adores y me traigas un sacrificio aquí, otro por allá y otro por acá. Si quieres ir a los lugares altos y adorar a otros dioses, mientras tú siempre regreses y me adores y que yo sea el primero entre muchos, así vamos a estar bien. Dios no es así. No lo esperamos de nuestro cónyuge como lo vamos a esperar que sea de Dios, el Santo y Poderoso. Dios es el que cumple pacto y declara Su fidelidad. Él nunca rompe pacto con nosotros. Recuérdese Éxodos 23, 20 versículo 3. No tendrás otros dioses delante de quien? De mí. Este es el pacto. Es una relación matrimonial entre usted y yo, dice Dios. Tú nunca vas a tener otro Dios y yo te amaré con fidelidad. Y Jesús Hizo eco a esto en Lucas 14, 26. Si alguien viene a mí y no aborrece a su padre y su madre, perdón, a su padre y su madre, y a su madre e hijos, y a sus hermanos y hermanas, y uno hasta su propia vida no puede ser mi qué discípulo. Tengo que ser el primero. Si no soy el primero, sigue caminando. Si no soy lo último, lo mejor en tu vida, sigue caminando. El amor a mí tiene que ser exclusivo. Amados, Dios no acepta corazones divididos. Él exige una devoción total. Y no seamos como Jeroboam, que quería las bendiciones de Dios, pero despreciaba su gobierno. En cambio, amemos al Señor con todo nuestro corazón, alma, mente y fuerza, porque sólo Él es digno. Recordando que si le damos la espalda a Dios y lo tiramos atrás, como hizo Jeroboam, para seguir otros dioses, Vamos a incurrir qué? Destrucción, merecida destrucción. Sigamos con el versículo 12 al 18, donde miramos las consecuencias entonces de las decisiones. Antes de llegar a esas consecuencias, quiero decir algo del hijo de Jeroboam. Él había mostrado señales de verdadera fe, por lo que Dios en su misericordia lo reclama como suyo aquí. Este no era un infante, este era un niño de edad que podía razonar y entender. Y parece que alguien, no sabemos quién, le instruyó en el camino de Dios. Sabemos que no fue el padre y sabemos que no fue la madre. Pero sabemos que los príncipes en ese tiempo tenían muchas personas que los cuidaban, mayordomos, personas que los cuidaban, los protegían y les enseñaban, instructores, maestros, personas que realmente los criaban. Y parece que alguien o un grupo de alguien de esas personas Empezó a enseñar a este niño de su temprana edad a amar a Dios. Y parece que este niño vino a la fe. Amén. Gloria a Dios por ello. Y miramos aquí entonces que el niño, dice Dios, morirá, pero sería recibido en el cielo. Él es mío. Y usted diría, pero si el niño ama a Dios, ¿por qué tiene que morir? No es justo porque Dios dice toda la familia de Jeroboam va a ser ¿qué? Deshonrosamente eliminados como una pila de estricol, lo voy a quemar todo. Yo no quiero que él sufra con ellos. Prefiero llevármelo porque es mío. Él es el único que trae un entierro ¿qué? Honroso. Va a morir Jeroboam, va a ser enterrado, su hijo será rey y yo levantaré a otro rey y voy a matar toda la familia. Pero a este Hijo yo quiero que Él venga, que Él tenga honor en su muerte, porque es el único que me ha amado. Y aquí encontramos una lección increíble. No importa de qué familia salgamos, si nosotros estamos y amamos a Dios, Dios separa entre nosotros y el resto de la familia. Gloria sea a Dios por ello, porque yo soy uno de ellos. Amén. Yo soy uno de ellos, que mi familia no ha amado al Señor, nunca ha buscado al Señor, está completamente vendida al pecado, Pero aquí el Señor salvó a uno y ama a uno y el Señor dice, ah pues voy a eliminarlos a todos. No, al que me ame, ese está bien conmigo. Los restos voy a destruirlos. Gloria a Dios por ello. Mira lo que Dios dice del niño en el versículo 13. Y todo Israel hará duelo por él, y los sepultarán. Pues sólo este de la familia de Jeroboam irá a la sepultura, porque de la casa de Jeroboam, sólo en él fue hallado algo bueno hacia el Señor. Dios de Israel, ¿qué es lo único bueno que puede haber? Una relación con Dios. Así que alabado sea Dios cuando nuestros hijos desde una edad temprana aman al Señor. Aquí miramos a este niño amando al Señor. Bueno, él tendría honor, pero la caída de la dignastía de Jeroboam se pone en marcha. Dios dice voy a destruir a toda tu familia, no va a quedar nadie. Voy a levantar un rey y va a matarlos a todos. Sea alto, sea bajo, sea esclavo, sea libre, no importa. El que muera en la ciudad los perros se lo van a comer, no van a ser enterrados. Y los que mueran afuera de la ciudad las aves se los comerán y los huesos quedarán ahí pudriéndose. Así voy a tratar con la casa de Jeroboam. ¿Cuántos de los descendientes de Jeroboam ha conocido usted. Ninguno. ¿Cuántos quedan? El cero. Porque Dios va a cumplir sus promesas. Peor aún que la muerte del niño y peor aún que la dinastía de Jeroboam, todas sus familias y generaciones serán eliminadas. El profeta condena a la nación de Israel también. Él dice, la nación de Israel del norte, será destruida para siempre. Un poquito de historia si me permite, el reino del norte Y el reino del sur, ambos se iban a él al cautivario. Pero el reino del sur va a regresar y reestablecer Israel. El reino del norte nunca jamás iba a regresar. Sí, Dios protegió las doce tribos, algunos de ellos del norte se emigraron de cada tribo al sur antes de la caída. Y el Señor así protegió todas las doce tribos. Pero el reino del norte se le ha llevado al cautivario y nunca jamás iban a regresar. Destruido por la ira de Dios. Y aquí el Señor pronuncia esa ira. tan joven era el reino, solo el primer rey, el señor dice, hasta aquí llegaron, destruidos. Y usted dirá, pero no es la culpa de Israel, fue Jeroboam quien introdujo estas cosas. Yo diría absolutamente, Jeroboam es una gran culpabilidad tiene él de lo que hizo, pero Israel no era inocente. Israel por toda su vida había emigrado para el sur a alabar a Dios en el reino, en el templo. Israel por toda su vida había sacrificado en el templo, en los días sagrados. Israel por toda su vida tenía la palabra de Dios, que le había dicho lo que era correcto. Nada más que viene este rey y dice vamos a lavar como que quiéramos todo esto. Sí, claro. Tiremos la Biblia hacia atrás, tiremos a Dios y vamos a instituir nuestra propia religión. Rápidamente se entregaron a la idolatría que le introdujo. Él tiene gran responsabilidad por lo que él hizo, pero Israel tampoco no es inocente. Ellos fueron víctimas de Jeroboam, pero también participantes de lo que hizo Jeroboam. El Señor dice, ustedes no se escapan la ira. Mira lo que dice la palabra de Dios en el capítulo, en el versículo 15. Dice que la Israel como nación sería destruida y condenada. Dios dice en el capítulo, en el versículo 15, los heriré, lo dice, los arrancaré, los esparciará, los abandonaré. Porque ustedes dicen Amaron a Ásera, en el versículo 16, abandonaré porque ustedes siguieron a Jeroboam y sus pecados. Así que las maldiciones de Dios ahora eran cierta, una certeza sobre Israel. La profecía de Ahías en 1 Reyes 14 establece el curso de la historia del Reino del Norte de Israel. Una y otra vez escuchamos que los pecados de Jeroboam son responsables de extraviar al pueblo y que el pueblo voluntariamente se fue atrás a esta idolatría y Dios ahora dice ustedes han terminado. Así que aquí está el reino joven, nuevo, infante y Dios dice destruidos están. No hoy, no mañana, pero ciertamente este reino no tendrá perdón por lo que hizo. Excumulgados dirámos. Y encontramos la culpabilidad de Jeroboam en esto y escuche en Primera Reyes 14, 16. Pero también lo encontramos en el capítulo 15, versículo 26, 30 y 34. Lo encontramos en el capítulo 16, versículo 19, donde Dios dice los pecados de Jeroboam destruirá este lugar. Pero también el capítulo 16, versículo 26. También lo encontramos en el capítulo 22, versículo 52. En Segunda de Reyes lo encontramos en el capítulo 10, versículos 31. El capítulo 13, versículos 6 y 11. El capítulo 14, versículos 24. El capítulo 15, versículos 18, 24 y 28. Y en el capítulo 17, versículos 21 al 23. Por lo que hizo Jeroboam, por lo que hizo Jeroboam, por lo que hizo Jeroboam. Toda la historia regresa para atrás a este punto de excomulgación. Jeroboam, el primer rey de las 10 tribus, inició la destrucción no sólo de su familia y de su hijo, sino del reino del norte. Su rebelión fue el principio del fin para Israel. Escogió la idolatría y llevó a toda la nación a la destrucción. Así que, la muerte del hijo de Jeroboam es una señal y un anticipo de la muerte final de su dinastía y de la nación. Cuando la esposa llega, cuando pone su primer pies en la tierra de Tirsa, ¿qué ocurre con el niño? Él muere. Y si el niño muere, como dijo Jehová, ¿qué va a ocurrir con los restos que dice Dios? Va a ocurrir igual. Las consecuencias de las decisiones de Jeroboam Afectarían entonces a su hijo inmediatamente, a sus descendientes por venir, y la maldición que Dios pronizó sobre él se realizará sobre Israel durante los siguientes ciento ochenta años de su existencia, hasta que la ira de Dios finalmente trajo la destrucción del reino. Cuánta gente siempre me dice, yo no estoy lastimando a nadie. Sí, yo estoy pecando, solo me caso daño a mí mismo. Mentira de Satanás. Amén. Mentira de Satanás. Amado, lo que hacemos hoy afecta no solamente a nuestras vidas, pero a nuestros hijos hoy, a las generaciones por venir, a nuestra iglesia, a nuestra comunidad, a nuestro país. Al nombre de Cristo, el pecado de Jehová nos recuerda el peso de nuestras decisiones y su impacto en nuestros hijos y más allá de nuestros hijos. Así que cuidado que qué tipo de hombre o mujer sea usted. Cuidado. Para terminar, me gustaría mirar el versículo 19 al 20, si me permiten. Y aquí queremos ver la fidelidad por encima de los logros es lo que realmente importa. La fidelidad por encima de los logros es lo que realmente importa. El escritor de nuestro pasaje le importan muy poco las victorias militares o el poder político de Jerebón. No nos dice nada más sobre este rey Nada bueno ni nada malo. Nos dice el Señor lo hizo rey. El Señor le dio el reino. El Señor lo reprendió delante del altar. Él no escuchó y siguió adorando en ese altar. El Señor le dio otra oportunidad con su hijo. Él rechazó venir, mandó a su esposa. El Señor declaró su muerte. ¿Y lo demás que hizo? ¿Qué importa? ¿Qué importa? ¿Pueden ver, amados, la importancia? Estoy seguro, amados, que Gerbón no fue todo mal. Yo no creo que haya un hombre que sea todo mal, que nunca pueda hacer algo bueno. Amén. Estoy seguro que él amó a alguien, sabemos que amó a su hijo. Estoy seguro que tuvo políticas que benefició a quién? A Israel. Estoy seguro que pasaron leyes, algunas leyes que eran injustas. Estoy seguro que usó el militar, una campaña militar para defender a Israel. Estoy seguro que él hizo buenas cosas como rey. No todas, pero sí algunas buenas cosas. El autor no dice nada de ello. El autor dice, nada me importa más que lo que he contado a ustedes. No aprendemos nada bueno o malo de, leemos en el versículo 19 al 20, los demás hechos de Jeroboam, cómo peleó en las guerras y cómo reinó, están escritos en el libro de las crónicas de los reyes de Israel. Tenemos dos de esos libros, había muchas de las crónicas, Lo que Jeroboam hizo está en esos libros perdidos que no tenemos, no importan. El tiempo que Jeroboam reinó fue de 22 años, 22 años. Y no se dice nada bueno o nada malo del rey, más que lo que se nos cuenta. Y durmió con sus padres y su hijo Nadab reinó en su lugar. ¿Pueden ver la lección tan importante aquí, amados? Nuestro pasaje nos registra No registra ningún éxito político de Jeroboam, ningún éxito cualquiera. Francamente, los éxitos de Jeroboam no importan. Lo que verdaderamente importaba y lo que importa al escritor es cómo Jeroboam respondió al pacto de Dios. Y aprendemos que los éxitos en la vida no tienen sentido si se dan a expensas de la fidelidad a Dios. El mayor fracaso de Jeroboam no fue algo político, no fue algo militar, sino en su rechazo de la gracia, en su rechazo de la adoración exclusiva de Dios. Amados, ¿cuánto nos preocupamos de tantas cosas? Dejar el dinero para nuestros hijos, comprar una nueva casa, comprar uno caro, lograr esto. Llegar al próximo certificado, llevar al próximo diploma, hacer lo otro y lo demás. Comprar la casa, comprar el carro. Tener éxito. Este país es un país donde cualquiera que trabaje tiene algo de éxito. Vivimos mejor que otros países. Nada de eso importa si usted no alaba al verdadero Dios. El predicador dice vanidad de vanidades, dice el predicador. Vanidad de vanidades, todo es vanidad. Aprendemos que los éxitos de la vida no tienen sentido si no alabamos a Dios. El mayor fracaso de él es que no adoró a Dios. Nuestros recículos nos enseñan una verdad increíble. Todo el esfuerzo y la ambición que usted ponga en su carrera, reputación o metas personales no tienen sentido si no es usted fiel a Dios. La única pregunta que importa al final de vida, cuando usted está en presencia de Dios, ¿adoró solamente a Dios? ¿Lo amó a Él? ¿Estaba usted satisfecho con el único Dios verdadero o persiguió ídolos, incluso el ídolo más grande que tenemos muchos de nosotros, el ídolo del mí, del yo? Amados, piensen en su propia vida. Si su obituario se escribiera hoy, ¿importaría que haya usted construido un negocio próspero, o se haya jubilado después de décadas de servicio, o haya disfrutado de pasatiempos? En su tumba si se escribiera, fue un padre amante y un buen esposo, amados por todos, una buena persona. Nada importa lo que diga el hombre, nada importa. Está usted en Dios. Si no adora a Dios y su vida no está centrada en Cristo, todo lo demás no sirve para nada. Construya un imperio, sea rey, tenga todo el poder, viva en opulencia por 22 años fue este hombre rey. Lo demás está escrito en otro libro, a mí no me importa. Lo que me importa es que este hombre no obedeció a quién? A Dios. Consideren la palabra de Cristo acerca de Judas Iscariota. Iscariota en Mateo 26, 24. Dice así la palabra de Dios. El hijo del hombre se va, según está escrito de él. Pero hay de aquel hombre por quien el hijo del hombre es entregado, o mejor dicho, traicionado. Mejor le fuera a ese hombre no haber nacido. Imagínense. Judas vivió, tenía familia que lo amó, amaba familia, se rió, tuvo oportunidades en este mundo. Cristo dice, me traicionó mejor que él nunca hubiera nacido. No hay nadie en el infierno que diga, pero tuve una vida buena. Todos en el infierno dicen, como dijo, mejor que no hubiera nunca jamás nacido, que ver nacer, vivir una vida, morir sin Cristo y llegar a este lugar. ¿Cuál era la importancia? Porque pensamos en Judas Iscariot y decimos, yo nunca podría ser como Judas. ¿Cuál era el ídolo de Judas Iscariot? ¿Usted sabe cuál es su ídolo? El dinero. Treinta pedazos de qué? Plata. Se enojó cuando la mujer trajo el frasco de perfume y lo derramó en los pies de Cristo. Eso se hubiera vendido y dárselo a los pobres, dijo él, porque tenía qué? El cargo del dinero. Quería robarle. y estaba robándole activamente a Cristo. Pensamos en Judas y dice, yo nunca traicionar al pobre Cristo, yo nunca lo haría. Pero si alabamos a algo, amamos a algo, más que alamamos a Dios somos igual que Judas, traicionándolo con un beso, mejor que nunca viéramos que haber nacido. Y dirá usted, pero, pero, pero pastor, yo no sé cómo da, yo no tengo un gran ídolo como el dinero. A veces tenemos ídolos chiquitos, un poquito de tiempo acá, un poquito de tiempo aquí, un poquito de tiempo aquí. Y todos esos ídolos chiquitos son ídolos de desperdicio del tiempo grande. Donde Dios no es primero, nuestra vida es primero, nuestro trabajo es primero, hacer dinero es primero, pagar viles es primero, poder jubilarme es primero, mis pasatiempos son primeros. El trabajo es más primero que servir al Señor. Cuidado, amados. Porque es posible tener ídolos chicos que no parecen ser graves, pero tenemos tantos ídolos chicos que por lo regular se hace un gran problema. O tener un ídolo grande. No amamos al Señor. Considera las palabras de Cristo sobre Judas. Mejor que nunca viera que nacido. Judas caminó con Cristo. Tres años con Él. Tres años comiendo con Él, durmiendo. en el mismo campamiento con él, escuchando todas sus predicaciones, mire, viendo todos sus milagros, mirándolos muertos resucitar, los endemoniados en libertados, viendo los actos de misericordia, de gracia de Cristo, que dice Cristo sobre él, mejor que nunca que viera nacido. Que haber visto todo esto, tener una relación así, y tirarme como basura tras su espalda para seguir el ídolo del dinero. Yo creo que somos, tenemos, la tentación de Judas está más cerca de lo que creemos, de amar otras cosas, de invertir tiempo en cosas que no son pecado en sí, pero que quitan nuestra atención, nuestros afectos de Dios. Y yo sé cómo es el corazón, el corazón es tan pecaminoso, que nos defrauda y dice, no, no, estás bien. Es el pastorismo, tú sabes cómo es él, él es bien serio. Pero que el Espíritu Santo redagüe nuestros corazones. Como creyentes sabemos que la Biblia enseña que todo lo que hacemos debe hacerse para la gloria de Dios 1 Corintios 10 31 y aquí tengo hasta miedo tenía yo decirle de este versículo porque sé cómo es el corazón el corazón es así si yo tengo muchas cosas que hago pero la hago todo para la gloria de quien de Dios así que estoy bien ¿Pueden ver el engaño que nos decimos? Pero le voy a hacer una pregunta. Todo el tiempo que usted usa esas cositas que usted dice que le trae gloria a Dios, ¿es usted un mejor cristiano por ella? ¿Ama usted a Dios más? ¿Está creciendo en gracia más? ¿Cómo está su familia? ¿Cómo están sus hijos? ¿Cómo están sus hijas? ¿Ellos aman a Cristo? ¿Usted está poniendo tiempo en ellos? ¿Les está enseñando, mientras estén bajo su techo, la severidad y el amor de Dios? Usted se sacrificia por su familia? Usted se pone al lado los placeres y los deseos suyos para que ellos crezcan y amas al Señor? Ah, yo tengo mil cosas que hago y todas las hago para la gloria de Dios, estoy bien. Pero no amas a Dios, no sigues a Dios porque estás en tantas cosas, en diferentes cosas que no tienes tiempo para Él. No lo estás haciendo para la gloria de Dios, lo estás haciendo para tu propia gloria. Amados, es tan serio lo que estamos hablando. Ojalá que el Señor redaguya nuestros corazones, porque tiene que haber cambio. El Señor debe ser la fuente de vida eterna, al que amamos, al que buscamos, al que pensamos en Él, al que trae gozo en nuestras vidas, al que nos hiere el corazón cuando miramos que otras personas rechazan. El corazón cristiano debe ser solamente Cristo. Para Él sea la gloria en mi vida. Y hay cositas en sus vidas que no son malas en sí, pero que debe usted eliminarlas solo para tener más tiempo con Cristo y amarlo a Él. Había una canción que se cantaba antes, no sé si la cantamos, pero yo quiero más y más de Cristo. Ese debe ser el corazón cristiano. Mientras más tomamos de la fuente, más queremos tomar, porque el agua es tan dulce, tan bendita. Oh amados, Cuiden su corazón de la idolatría. El propósito de nuestra vida no es acumular logros o estatus, sino amar y servir al Señor Jesucristo. Recuerde lo que aprendimos en nuestro último sermón en Romanos 12, 1 y 2. No creo que es un gran sermón porque lo prediqué yo, pero creo que la materia es grandemente necesitada en la iglesia. Y no puedo predicar el sermón, pero recordarle lo que dice el impacto de la palabra de Dios. Por tanto, hermanos, les ruego por la misericordia de Dios que presenten sus cuerpos como sacrificios vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes lo que deben hacer. Y no se adapten a este mundo, sino transformarse mediante la renovación de su mente para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios, lo que es bueno y aceptable y perfecto. presentense como sacrificios que, vivos, santos, aceptable, delante de Dios. Es tu culto que, racional, es lo que debe hacer. La verdad, la verdadera pregunta al final de la época será esta, ¿adoró usted a Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo por encima de todas las cosas? O como dice Juan 4, 23, Pero la hora viene y ahora es cuando los verdadores adoradores adorarán al Padre, ¿en qué, amados? Espíritu y en verdad. No con boca, no con palabras, sino en espíritu y en verdad. Porque ciertamente a los tales el Padre busca que lo adoren. Amados, adoremos a nuestro Dios, al único que es digno. Como dice el apóstol, Dicen niños, niñitos, hijos, cuídense de los ídolos. Amén. Padre, te damos gracias por tu palabra viva y santa y perfecta. Pedimos, Padre, que la apliques a nuestros corazones. Que perdone, Padre, nuestras arrogancias. Que quite nuestras vidas los amores a los ídolos. Y, Padre, que sigamos a Cristo. Que no busquemos los beneficios de Dios sin obediencia a Él. Que miremos, Padre, que la desobediencia trae consecuencias. Que entendamos, Padre, que tú eres bueno y no podemos pagar lo bueno que tú eres con ingratitud. Y saber, Padre, que al final de todo, Padre, lo que importará en nuestras vidas es si hemos amado a Dios mediante el Hijo por el poder del Espíritu Santo. Pedimos esto, Padre, en nombre de Jesús y para tu gloria. Amén.