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Bienvenidos a esta edición del martes de Por Cristo y Su Palabra con el pastor y maestro Enrique Zaria, pastor de Iglesia del Valle Central en Ceres, California. Jacobo, hijo de Zebedeo, hermano de Juan, pescador de profesión. Dice Marcos 1.20 que cuando Jesús lo llamó, dejaron a su padre en la barca con los jornaleros. O sea, que el barco que tenían, no se asume que sea algo grande, tenían trabajadores adentro, jornaleros. ¿De quién? De Zebedeo. Zebedeo es el papá de Jacobo. Entonces, se asume que Zebedeo tenía más o menos, estaba acomodado económicamente. ¿Sí? De ahí se deduce de eso. Y parece que la mamá de Jacobo y Juan era Salomé y los apoyaba al Ministerio de Jesucristo financieramente. Hay otra escritura que muestra eso. No quiero meterme a todas esas escrituras, pero quiero darles un resumen de lo que podemos ver de la vida de Jacobo. La que se postró a los pies de Señor Jesús y le dijo, ordena que uno de mis hijos se siente a tu izquierda y otro se siente a tu derecha. Salomé, la mamá de Jacobo. En Mateo 20, 20 al 21, ya lo vimos la semana pasada o la antepasada, si no estoy mal, la antepasada. Jacobo y Juan son mencionados juntos casi todo el tiempo. Y Jacobo es mencionado primero que Juan. Juan es el apóstol que escribió el Evangelio de Juan. Entonces, se asume que Jacobo era el mayor, por razón de que es mencionado así, Jacobo y Juan. Yo quedo preguntando, ¿dónde está Jacobo? Pues si encuentras a Juan, encuentras a Jacobo. Y yo pienso, ¿dónde está Carlos? Pues si encuentras a Hugo, encuentras a Carlos. ¿Dónde está Hugo? Pues busca a Carlos y vas a encontrar a Hugo. Siempre andan juntos. Hay hermanos que son así, inseparables. Siempre andan juntos. Jesús llama a Jacobo y a Juan. Bien interesante. Antes de entrar allí, no sé si usted ha visto el cuadro de la última cena, que es una pintura famosa en el mundo. Y usted mira las caras de los apóstoles en ese dibujo. Usted mira la cara de Juan, por ejemplo. Y en realidad, en mi opinión, son caras de afeminados. Son como, yo creo como que tienen manicure esos hombres. Y les han arreglado, yo no sé, pero los muestran como, a mí se me hace que esa pintura no hace honor a lo que estos hombres eran. Pedro era un hombre áspero. Juan y Jacobo eran llamados hijos del trueno. Esa pintura no representa lo que estos hombres eran, hijos del trueno. Y se toma ese concepto porque dice que recostaba su, cabeza en el pecho del señor jesucristo estaba muy cerca del señor juan pero bueno volvamos a jacobo me saltea juan es hermano de jacobo se parecen mucho los dos el señor le llama hijos del trueno miremos un ejemplo de por qué jesús le llama hijos del trueno mire lucas 9 51 al 56 a veces a un pastor se para a predicar y las personas que no conocen mucho de su vida dicen no Un día agarró un micrófono y empezó a hablar muy elocuentemente y ahí estaba. O hay gente que piensa que el trabajo del pastor es, oh, el domingo ahí se para por una hora y habla y ya se va a su casa y acabó y se pone a descansar. Hay mucho detrás de la vida de un hombre. Y ese mucho a lo que me refiero, manteniéndonos en el contexto bíblico, es la obra de Cristo. Cristo está como con un cincel y un martillo quebrando y transformando y cambiando. Y la vida de estos hombres nos deja ver la fidelidad del Señor Jesús con todos los que Él llama. Y que tienen una vida real, una vida sufrida, que tienen luchas en sus corazones, en sus vidas. Todos. Este estudio nos deja ver todo eso a nosotros. Lucas 9, 51 al 56. Cuando se cumplió el tiempo en que él había de ser recibido de arriba, afirmó su rostro para ir a Jerusalén y envió mensajeros delante de él, los cuales fueron y entraron en una aldea de los samaritanos para hacerle preparativos, mas no le recibieron porque su aspecto era como de ir a Jerusalén. A los samaritanos no aceptan a los judíos, si alguien va para Jerusalén porque está pasando por aquí, aquí no venga. Viendo esto, sus discípulos, ¿cuáles? Jacobo y Juan dijeron, Señor, y no en un tono suave, yo creo que ellos dijeron, ¿quieres que mandemos que descienda fuego del cielo como hizo Elías y los consuma? Están diciendo, matémoslos, hay que quemarlos porque ni siquiera te recibieron. Jesucristo los reprende cuando ellos dicen. Entonces, volviéndose, Él los reprendió diciendo, vosotros no sabéis de qué espíritu sois, porque el Hijo del Hombre no ha venido para perder las almas de los hombres, sino para salvarlas. Y se fueron a otra aldea. ¿Cuál es la posición de Jacobo y de Juan, señor? Hagamos que descienda, ¿a qué se están refiriendo ellos? A Elías. Elías, hubo un rey que mandó soldados, venían de a 50, Elías oraba, caía a fuego, los chamuscaba a todos. Mandaron otros 50, oraba, a todos los mataba. Mandaron otros 50, hasta que uno vino y les dijo, ey, no los mates. Entonces, ellos tienen en mente Elías. Pero están con el Mesías, el Señor le dice, no, yo no vine para matar a nadie, para destruir a nadie, vine para salvar a las personas. Aunque me rechacen, yo vine para salvar a las personas. Es lo que Jesucristo le está diciendo a ellos. Pero ellos quieren ir con todo. Y si no te aceptan, Señor, hay que eliminarlos ya. Ese es el carácter de Jacobo y de Juan. Eran llenos de celo por el ministerio de Jesús, pero con muy poca sensibilidad por las necesidades alrededor. Mostraron más odio e intolerancia que compasión y por eso el Señor los reprende. Jacobo era bien explosivo, ferviente, apasionado. No se quedaba sentado Jacobo. Él tenía que hacer algo. Algo tenía que suceder. Así los que son tan intensos como Jacobo, son ambiciosos también, son gente que tiene ambición en su corazón. La ambición no es mala si está bajo el control del espíritu, porque alguien ambicioso dentro del ministerio puede llevar a la iglesia a hacer cosas que no ha visto antes suceder. Pero Jacobo no tenía esto bajo control. Y lo demostró en Mateo 20, 20 al 21. Ya lo hemos mencionado, pero miremoslo. Mateo 20, 20 al 21, ahí es donde mencioné a Salomé. Entonces, se le acercó la madre de los hijos de Zebedeo, está Salomé, con sus hijos. Los hijos de Zebedeo son Jacobo y Juan. Postrándose ante él y pidiéndole algo. Él le dijo, ¿qué quieres? Ella le dijo, ordena que en tu reino se sienten estos dos hijos míos, el uno a tu derecha y el otro a tu izquierda. Entonces, Jesús respondiendo dijo, no sabe, bueno, el caso es que la ambición de ellos los lleva a usar a su mamá para que su mamá use a Jesús para que ellos tengan lo que ellos ambicionan tener. Jacobo, tal vez por su manera de ser, es el primero de los apóstoles que muere predicando el evangelio. Es el primer mártir de entre los 12 apóstoles. Herodes dice la palabra en Hechos 12 que capturó a Jacobo. Vamos a Hechos 12. Herodes empieza a perseguir a la iglesia del Señor. Pero qué interesante, de entre los 12, porque ya habían repuesto a Judas, al que Herodes quiere encarcelar es a Jacobo. Es el primero que le echa la mirada. Por alguna razón será. 12 del 1 al 4, en aquel mismo tiempo, el rey Herodes echó mano a algunos de la iglesia para maltratarles y mató a espada a Jacobo, hermano de Juan. Ahí muere Jacobo. Le cortaron la cabeza. Usualmente es lo que hacían, le cortaban la cabeza a las personas. Y viendo que esto había agradado a los judíos, procedió a aprender también a Pedro. Diríamos, Pedro debería ser el que más problemas le daba a Herodes. Pero Jacobo era todavía más intenso que Pedro. Jacobo es como esas personas que se meten de cabeza a lo que hay que hacer, aunque les cueste la vida. Y él se apasionó por la verdad, se apasionó por el Evangelio del Señor Jesucristo, se apasionó por el mensaje. Y Herodes lo considera un problema y seguramente por eso lo mata a él primero. Lo podemos deducir de todo lo que estamos mirando. El texto no está diciendo eso, nomás estoy sacando deducciones de todos los textos que hablan de él. Jacobo era de esas personas, como dice el dicho, primero disparaba y después hacía preguntas, que era lo que había pasado. Siempre estaba listo para ir allí adelante. Y seguro que cuando Jacobo vio al Señor Jesucristo, pero el Señor Jesucristo llega al templo y cuando ve que están los cambistas y están haciendo negocio en el templo, se llena de celo. El celo por la casa del Señor me consume, dice así el Antiguo Testamento acerca del Señor Jesucristo, hace un látigo y empieza a voltear las mesas y a sacar a todos esos hombres. Yo me imagino a Jacobo con lo que veo la descripción de él. Yes, sí, señor, dale, sácalos, tira las mesas, sácalos del templo. Echándole porras al Señor Jesús. Por lo que el Señor Jesús estaba haciendo, porque así era Jacobo. Jacobo veía algo mal y, hay que quitarlo. Jacobo escuchaba algo mal. ¡Hay que callarlo! Así era Jacobo. Un hombre de acción, muy apasionado. Y estaba apasionado. El Señor lo cambió. Estaba apasionado, por la verdad. Pero me lo imagino echándole porras al Señor Jesús cuando estaba haciendo eso. Hoy hay Jacobos en la iglesia del Señor. Y pudiera decir Jacobas también. Hombres y mujeres apasionados, celosos por la palabra de Dios. Con el dedo en el gatillo a toda hora están listos allí. El Señor los puede usar, a ellos también, así como usó a Jacobo. ¿Por qué no? Jacobo murió, no porque fuera un hombre problemático, pero porque estaba lleno de pasión por el Señor y no se quedaba callado. Si veía un problema, lo quería solucionar. Si veía que algo estaba malo, si algo estaba injusto, él tenía que decirlo. Era un hombre de acción. Si el nombre del Señor era deshonrado, había que decir algo. Había que hacer algo. Jacobo era el que lo hacía. Era el que tomaba la iniciativa para hacerlo. El Señor, ¿a quién puede usar? Grandes líderes como Pedro. Hombres callados detrás del escenario, incógnitos, fieles como Andrés. Ásperos, valientes, ambiciosos, llenos de celo por lo justo, con poca sensibilidad como Jacobo también. Hay una gama de todo tipo de personalidades. El señor llevó el temperamento de Jacobo a estar bajo control. Lo dirigió en su celo y su pasión. Le enseñó a no tomar venganza ni a desear honor y reconocimiento para sí mismo y lo usó para llevar a cabo la gran comisión. Si no fuera así, Herodes no lo hubiera matado a él. La razón por la que Herodes lo mató es por el testimonio que Jacobo tenía, un hombre que nunca, nunca minimizó la pasión que traía por dentro y la tenía canalizada por las cosas de Dios, por el honor al nombre de Dios. Miremos a Juan, hermano de Jacobo, uno de los hijos del trueno. Así como su hermano era intolerante, ambicioso, celoso y explosivo. Aunque hay diferencias con Juan, algunas diferencias. Parece que Jacobo era más, le llevaba siempre la delantera. Pero los dos eran un dúo dinamita, se puede decir. Los dos juntos eran dinamita. Lucas 9.49, miren lo que está pasando aquí. Hay unos hombres aquí, o un hombre, creo que está echando fuera a demonios, pero no anda con los doces. 9.49, esto muestra la pasión que hay en Juan también, lo intenso que él es para responder también. Dice, entonces respondiendo Juan, dijo maestro, Hemos visto a uno que echaba fuera demonios en tu nombre y se lo prohibimos porque no sigue con nosotros. Parece que Juan tomó la iniciativa para reprender a este hombre. Decir, tú no eres parte de los doce. Juan era más cerrado en su manera de ser. Juan, si no eran parte de los doce, no podía hacer nada, no era parte de. Era el tipo de hombre que mira su círculo normal, su círculo cerrado, y allí se mueve. Y era intolerante por eso e insensible a lo que estaba pasando y no entiende lo que sucede con este hombre. Jesucristo le dice, no se lo prohibáis, porque el que no es contra nosotros, por nosotros es. Parece que el Señor autoriza lo que está sucediendo así. Pero esto no fue obstáculo para el Señor Jesús. Jesús transformó la pasión de Juan. y la dirigió a amar a su prójimo sin abandonar la verdad. Dos cosas, dos cosas esenciales. Un hombre lleno de amor que nada más abandonó la verdad. Muy importante mantener estas dos cosas juntas. Muy importante. Juan era celoso de la verdad, pero también era efectivo en amar y enseñar del amor. Una persona que es puro amor, Pero no reconoce la verdad, es un desastre, porque se hace uno que es tolerante con todo alrededor, porque hay que llevársela por la paz con todos. ¿Para qué causar un problema? Y la verdad, ocupa entonces un lugar abajo, se queda atrás. Y esto no es bueno, esto no es bueno. Es inefectivo porque esa persona se hace un sentimentalista. Entonces, sus decisiones en cuanto a la manera como se relaciona con otras personas, se basa en cómo se siente. Yo doy muchas consejerías y muchas veces me acerco a hablar con personas de la iglesia que veo necesidades en las personas y quiero hablar con ellos, hacer preguntas. Y por lo general, las mujeres lloran mucho. Es normal, es natural. No todas, pero la mujer cuando siente que puede sacar algo de su corazón, como que descansa, empiezan a llorar. El hombre no es tanto así. Pero un sentimentalista, si ve a una mujer llorar, va a creer, ay, pobrecita, y sí, es como tú dices, no. A veces una mujer puede estar llorando, está llorando y en su pecado. Y hay que decirle, estás llorando, pero estás en tu pecado. La verdad, no se puede hacer hablar. sin dejar de amar a esa persona. Y el amor se caracteriza porque el amor dice la verdad, Efesios 4, Pablo establece, Efesios 4, al final, que ninguna relación puede fluir o florecer a menos que esté fundamentada en la verdad. Pero no es verdad a costa de todo. Es una verdad en amor, hay un pastor en Noruega que este hombre decía, o todo o nada. Créame que yo cuando estaba estudiando este tema estaba, oh, las cosas que me estaban pegando a mí de lo que estaba conociendo del estudio y tratando de entender cuál soy yo, dónde estoy yo. Yo creo que todos tenemos que tener esa perspectiva. Pero me dio tristeza lo que leí de este hombre. Era un pastor de verdad. Y él predicaba la verdad. Y su lema era o todo o nada. O todo para el Señor o nada. Y su niña se enfermó, una niña pequeña. Y el médico le dijo, si tú no te llevas a tu niña a vivir fuera de Noruega, ella se va a morir porque la temperatura de aquí le hace mucho daño a tu hija. Y él dijo, pues, o todo o nada. Y no se la llevó. Y la niña se murió. Cuando la niña se murió, la mamá de esa niña se quedó con la ropa de la niña. Y esa señora lloraba todos los días. Y abrazaba esas ropas, ropas vacías, porque ella no tenía a su niña. Lloraba por esa niña. Y este hombre vino a su casa, le dio un lecture a su esposa y le dijo o todo o nada. Y le quitó toda la ropa de la niña y se la regaló a una persona pobre afuera. Y esta señora había guardado un sombrerito de la niña debajo de ella, que él no vio. Y ella tomó ese sombrerito y lo abrazaba y lloraba por su niña que ya no la tenía. Y este hombre descubrió que ella tenía ese gorrito. Se lo quitó y le dijo, o todo o nada, y lo regaló. Y la esposa de él, no mucho tiempo después, murió de tristeza por haber perdido a su niña allí. Y este hombre decía, o todo o nada. A él no le importaba nadie. Él no se interesaba por nadie, no le importaba amar a nadie, sino que la verdad se diera. Y ese era un problema. Ese era un problema porque la verdad no puede estar separada del amor, y el amor no puede estar separado de la verdad. Jesucristo es el camino, la verdad y la vida, y Jesucristo es amor. Pero Jesucristo cuando confrontó a los fariseos le dijo, manada de víboras, ustedes son hijos del diablo, así les habló. Y con sus discípulos. Y ahorita vamos a ver Juan. ¿Por qué Juan amaba tanto? Y Juan decía de él mismo, el discípulo que Jesús amaba. Así se describe a sí mismo él en el libro de Juan. Juan era un hombre áspero, pero Jesucristo lo transformó. Lo transformó. Que no fuera un sentimentalista tampoco. Pero que combinara bien la verdad con el amor. Honrar a Dios. Sintiendo compasión por los que estaban a su alrededor. Juan escribió el Evangelio de Juan, escribió el libro de Juan I, primera de Juan, segunda de Juan, tercera de Juan, y escribió también el libro de Apocalipsis. Fue un hombre muy fructífero en el reino de Dios, un hombre que habló mucho del amor. Fue el único de los apóstoles que no murió como mártir. Vivió más tiempo, murió en el año 98 después de Cristo, casi al final del siglo I. Juan en sus escritos enseña acerca del amor, Usando la palabra amor, si usted cuenta cuántas veces aparece la palabra amor en lo que él escribió, aparece más de 80 veces, más que en ningún otro libro. Y la palabra verdad o testimonio la usa más de 70 veces, casi parejo, verdad y amor. Verdad y amor en sus escritos. En pocas palabras, su enseñanza se reconoce por la verdad tomada de la mano con el amor. Así enseñaba y así vivía Juan. Tuve una gran estima, tuve en gran estima, perdón, cada palabra que salió de los labios del Señor Jesucristo. Y yo creo, yo creo que tal vez Juan se recuesta así en el Señor porque quiere estar cerca. Él quiere oír todo lo que Jesús dice en voz baja o en voz alta. Él está atento a todo lo que el Señor dice. Fue el discípulo que más amor mostró por el Señor. Y este amor de Juan fue controlado por la verdad de Dios y por la que tenía un gran celo, la verdad de Dios. Una muestra está en sus epístolas donde denuncia al anticristo con firmeza y fuerza. Es firme cuando denuncia al anticristo. Me hace recordar, Juan, a uno de los profetas del Antiguo Testamento, Jeremías. Jeremías escribió el libro de Jeremías y el libro de Lamentaciones. Jeremías es conocido como el profeta Llorón. Pero ¿por qué era el profeta Llorón cuando Jeremías les daba mensajes de terror a ellos? Porque Jeremías lloraba, porque el judá no quería escuchar a Dios. Jeremías le dolía en su corazón, se sentía mucho por ellos, pero no paraba de decir la verdad. Siempre dijo la verdad. Así era Juan también. Era un hombre de carácter firme, denunciaba lo que tenía que denunciar. También en primera de Juan contrasta a los hijos de Dios con los hijos del diablo. Lo hicimos en la clase esta mañana, usamos uno de sus textos. Hace la diferencia entre los redimidos y los perdidos, los creyentes, los no creyentes, los justos y los injustos. Era un hombre firme, sólido, lleno de amor, sin abandonar la verdad. Sabía dónde estaba trazada la línea y jamás por sus emociones o por su amor intentó cruzar esa línea. Jamás. Ni enseñó fuera de eso. En el evangelio de Juan, se presenta como el discípulo que Jesús amaba. Por lo menos cinco veces se menciona así, no menciona su propio nombre. Pudiéramos pensar que Juan está levantándose el cuello cuando dice, de todos los demás discípulos dice sus nombres, pero cuando habla de él, dice el discípulo que Jesús amaba. Pero mirando la vida de Juan, cuando el Señor Jesucristo lo llama como discípulo, Juan y su hermano usaron a su mamá, Salomé, para pedirle al Señor que le diera un lugar de privilegio a la izquierda a la derecha. Es feo lo que ellos hicieron, es abominable. Cuando Jesús les acababa de hablar de que él iba a morir y ellos vienen con eso. Después, cuando Jesucristo entra a Samaria y esas personas no quieren atender al Señor Jesús, no reciben a Jesús. Señor, ¿quieres que hagamos que descienda fuego del cielo para matarlos aquí ahora mismo? Hay que quemarlos. Usted ha estado escuchando al Ministerio Radial de Iglesia del Valle Central con el Pastor y Maestro Enrique Zaria, Pastor de Iglesia del Valle Central Ceres, California. Las enseñanzas del Pastor Enrique están disponibles en nuestra página de internet iglesiadelvalle.com Para más información o para recursos gratis visite nuestro sitio web iglesiadelvalle.com o llame al teléfono 209-872-9792 de martes a viernes de 9 a.m. a 1 p.m. La versión completa de este mensaje fue predicado en la Iglesia del Valle Central en Ceres y lo puede encontrar en nuestra página de internet en iglesiadelvalle.com Subtítulos realizados por la comunidad de Amara.org
Andrés, Jacobo y Juan parte 2
Series Mateo
Jacobo
Hijo de Zebedeo, hermano de Juan, pescador de profesión.
Es el primero de los apóstoles que es mártir. Herodes capturó a Jacobo lo paso por la espada, Hechos 12:1-4ª.
Sermon ID | 22181220294 |
Duration | 25:06 |
Date | |
Category | Radio Broadcast |
Bible Text | Matthew 10; Matthew 10:2 |
Language | Spanish |
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