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El título del sermón es Esclavos a la Justicia. Escrituras Romanos 6, 15 al 23, la serie La Gracia Salvadora de Dios. Esta es la palabra de Dios. Entonces, ¿qué? ¿Picaremos porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? De ningún modo. ¿No saben ustedes que cuando se prestan como esclavo a alguien para obedecerle, son esclavos de aquel a quien obedecen? ya sea del pecado para muerte o de la obediencia para justicia. Pero gracias a Dios que, aunque ustedes eran en el pasado esclavos del pecado, se hicieron obedientes de corazón a aquella forma de la doctrina a la que fueron entregados. Y habiendo sido libertados del pecado, ustedes se han hecho siervos de la justicia. Hablo en términos humanos, por causa de la debilidad de su carne. Porque de la manera que ustedes presentaron a sus miembros como esclavos a la impureza y a la iniquidad para iniquidad, así ahora presenten sus miembros como esclavos a la justicia para la santificación. Porque cuando ustedes eran esclavos del pecado, eran libres en cuanto a la justicia. ¿Qué fruto tenían entonces en aquellas cosas de las cuales ahora se avergüenzan? Porque el fin de esas cosas es muerte. Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tienen por su fruto la santificación, y como resultado de esa santificación, la vida eterna. Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro. Que pasaje más poderoso, amén. Y el versículo 23 es un Versículo que muchos cristianos lo saben de memoria, pero en conjunto con todo. ¡Qué gran bendición! Hemos leído la palabra de Dios, oremos. Padre, te damos gracia, abre nuestro entendimiento, enséñanos las cosas que tenemos que saber. Padre, pedimos, Padre, que nos enseñes qué significa ser esclavos de Cristo, esclavos tuyo, Padre. Qué significa ser libertado de la esclavitud del mundo. Y, Padre, que nuestro corazón haga una determinación de nunca regresar a las cosas. de las que fuimos libertados en el pasado. Pedimos esto en el nombre de Jesús y para tu gloria. Amén y amén. Bueno, amados, el sermón de hoy desafía al creyente a considerar su vida desde la perspectiva de la esclavitud. Debemos preguntarnos a quién sirvimos, de cuál lado, de cuál persona somos nosotros, esclavos. En otras palabras, ¿estoy sirviendo al pecado? o estoy sirviendo a la justicia? ¿Soy esclavo del diablo o soy esclavo de Dios? Además, tenemos que considerar el resultado de la esclavitud. Si sirvo al pecado, el resultado será la muerte, pero si sirvo a la justicia, en otras palabras, a Dios mediante Jesucristo, el resultado será la vida eterna, es lo que enseña este pasaje. Y tenemos que también tener presente que nuestro servicio recibirá un pago merecido por el pecado o una dádiva de gracia recibido debido a la justicia de Cristo. Este es, en resumen, todo lo que habla el apóstol en estos versículos. Y teniendo todo esto en cuenta, analicemos lo que significa ser un esclavo. Sabemos que la palabra esclavo, esclavitud, es una palabra negativa, especialmente con la historia de la esclavitud en las Américas y alrededor del mundo. En la Biblia claramente habla de la esclavitud, de buenos amos y de malos amos, pero habla de la esclavitud. Y habla de la esclavitud aquí espiritual. ¿Seremos esclavos del mundo o esclavos de Dios? Esos son los dos que se presentan delante de ustedes. Esas son las dos opciones. ¿De cuál lado es usted un esclavo? Y hablaremos más de esto en la Palabra del Señor. Miren los versículos 15 y 16 de nuevo, donde aprendemos que puede solo haber lealtad a un solo maestro, tenemos que tener lealtad a un solo maestro, entonces que pecaremos para que estemos, porque no estamos perdón bajo la ley sino bajo la gracia, de ningún modo dice el apóstol, no saben ustedes que cuando se presten como esclavos a alguien se presenten como esclavos a alguien para obedecerle, son esclavos de aquel a quien obedecen, ya sea del pecado para la muerte o de la obediencia para la justicia. En el versículo 15, entonces, Pablo abre el párrafo, precisamente como el anterior, en el capítulo, el versículo 1, con una pregunta retórica. ¿Pecaremos? Porque no estamos bajo la ley, sino la gracia. Y habiendo denunciado ya tal forma de pensar en el versículo 1, Pablo nuevamente ofrece la negación más fuerte posible, de ninguna manera, o Dios lo impida, o que jamás sea esto cierto de nosotros este pensar. De ninguna manera, de ningún modo, el cristiano nunca debe considerar la gracia como una licencia para pecar. La gracia no fue dada para que nosotros pequemos, sino para que haga una diferencia en nuestra vida hacia la santidad. En la gracia divina, Pablo ve un poder liberador del pecado y un poder constrictor que desea la santidad. Eso es lo que abarca la gracia salvadora, la gracia divina. Estas dos verdades. La libertad del pecado. El Señor hizo posible de nosotros ahora vivir una vida donde ya no tenemos que pecar. Podemos decidir pecar, pero ya no tenemos que pecar. cuando estábamos en el mundo teníamos que pecar, teníamos que obedecer al pecado, él era nuestro amo, era nuestro maestro, él controlaba nuestro destino, nosotros teníamos que pecar, porque éramos ¿qué? pecadores, pero ahora que hemos sido libertados por la gracia de Dios, ahora ya no tenemos que pecar, podemos escoger pecar, el Señor la impida, pero no tenemos que pecar, hay una liberación cuando venimos en Cristo en la gracia divina. Pero no solamente hay la liberación, no solamente el poder de esta liberación, pero hay un poder constrictor. El Espíritu Santo viene sobre la vida de la persona y empieza a regullir el corazón. No hagas esto, haz esto. Busca a Dios esto. Mira, mira lo que dice la palabra. Y empezamos ahora a tratar de vivir una vida en santidad. ¿Por qué? Porque amamos a aquel que nos libertó. Y eso es lo que Pablo dice que se encuentra en la gracia del Señor. Esta santa restricción es una obediencia voluntaria proveniente de un corazón y una mente renovada. La fuente de este deseo para la santidad viene de nadie más que Dios, el Espíritu Santo. Como dice Gálatas 5, 18 al 24, donde abarca este pensamiento. Pero si son guiados por el Espíritu. ¿Quiénes son guiados por el Espíritu? Solo el cristiano. Obviamente el pecador no puede ser guiado por el Espíritu, no está en Dios, no está en Dios, no tiene la dádiva del Espíritu Santo. Pero si ustedes los cristianos son guiados por el Espíritu, no están bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne, las obras de los impenitentes son evidentes, las cuales son inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechería, enemistad, pleitos, celos, enojo, rivalidades, disensiones, herejias, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes contra las cuales les advierto, como ya les he dicho antes, escuchen, que los que practican y ese es el mundo, está practicando esta cosa, tienen que practicarla, no pueden, no pueden desobedecer a su amo, tienen que vivir en el pecado, los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios Es imposible que una persona impenitente llegue al reino de Dios. ¿Por qué? Porque él tiene que obedecer al pecado, a estas cosas terribles de las que hemos leído. Pero el fruto del Espíritu, en otras palabras, el que está en Cristo, es amor, gozo, paz, paciencia, benedictidad, bondad, fidelidad, macedumbre, dominio propio. Contra tales cosas no hay ley. Pues los que son de Cristo Jesús, la persona salva, Han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Otra palabra, ellos no practican lo que practicaban antes. ¿Por qué? Porque el Señor los hizo ¿qué? Libres. Gloria a Dios. Amén. Gloria a Dios. Así que la frase que él empieza, que usa Pablo, él dice ¿ustedes no saben? En este versículo, él está introduciendo algo que él dice, por decir no saben, está diciendo ya ustedes saben esto. ¿Qué es la verdad que nosotros sabemos? que presentarnos a alguien o algo para servirle a esa persona o esa cosa, nos convierte a nosotros esclavos de esa cosa. A lo que nosotros sirvamos, a eso somos esclavos. Amén. Entonces, voy a decir algo que ojalá que ustedes puedan decir amén a esa verdad. La confesión suya no importa más que cómo usted vida. Su vida realmente enseña su esclavitud, sea la justicia, sea Cristo, sea la esclavitud al pecado. Usted puede porfiar y gritar y hablar yo soy de Cristo, yo soy de Cristo, pero su vida invalidir su confesión. Amén. Por eso Cristo dice por sus confesiones, no dice eso. Él dice por su que, frutos serán ellos que conocidos. Él no dice por la confesión. Él dice por su fruto. Y muchas iglesias enseñan, oh no, que sabemos que él fue cristiano. Él se convirtió en una cruzada 40, 50 años atrás. Nunca ha caminado con Cristo. Pero sí, él oró la oración y así que sabemos que esa persona es cristiana. No es cierto. La palabra dice que por sus frutos, no su confesión. os conocerás. Amén. Y lo que miramos aquí entonces es que Pablo dice, a quien tú te presentes para servir, esa persona realmente es tu amo. Y la pregunta que tengo para ustedes es, ¿a quién están sirviendo ustedes? Ustedes que se sientan aquí, ustedes que tienen confesión, cada uno casi de ustedes, creo que todos tienen confesión de ser cristianos. Ustedes que dicen que son cristianos, ¿a quién están sirviendo? Con sus vidas, sus pasiones, su poder, su dinero, su esfuerzo, su fuerza. ¿A quién está sirviendo? En el secreto de la noche, en el secreto de su corazón. ¿A quién está sirviendo usted? Porque al que usted se presente, ese realmente es su amo. Es lo que Pablo está enseñando. Los cristianos que han sido liberados del pecado por su unión con Cristo, deben reconocer que si se someten de nuevamente constantemente a la voz de la tentación, efectivamente volverán a ser esclavos del pecado. El Señor Jesús hace el mismo apunto. Como cristianos no vamos a someternos a las cosas de cual el Señor Cristo nos liberó. ¿Por qué? ¿Por qué ser como el perro que regresamos para atrás a nuestro vómito? Es algo terrible considerar. Usted recuerda a Israel en el desierto. Ellos tenían esa propensidad. Están en el desierto. ¡Oh, que en Egipto ahí teníamos agua! En Egipto teníamos que tomar, teníamos carne. ¡Qué bonito estaba Egipto! ¿Se recuerda? Dice, el río corría por Egipto, teníamos cebollitas, teníamos melones. ¡Qué lindo era Egipto! Se le olvidó que eran esclavos, que lo estaban matando Egipto, que sus mujeres estaban abusadas y sus niños y niñas eran abusadas. Romantizaron el pasado. El Señor los libertó de esa esclavitud. Ellos querían, como el perro regresara a su vómito, regresar para atrás a Egipto. Qué gran y grave pecado. Preferimos o debemos preferir estar, escuche, en el desierto bajo la nube que conduce del Señor, la presencia del Señor, que regresar a los melones y a las aguas de Egipto, donde éramos esclavos. Amén. Y algo que ellos nunca aprendieron, ojalá que ustedes no han aprendido. Entonces, ¿quién sirve usted? Cristo dice esto en Juan 8, 34. Jesús les respondió, en verdad les digo, todo el que comete pecado o mejor traducción, el que practica pecado, es esclavo del pecado. Jesús no está hablando del cristiano que peca, se arrepiente inmediatamente, siente esa compulsión, que acabo de hacer, oh Señor perdóname, Todos, desafortunadamente, hemos experimentado esa verdad. Esto está hablando de la persona que practica, que vive en el pecado, pero quiere decir que ama a Cristo. Que dice que la palabra de Dios es perfecta, pero no aplica a él por esta y la otra razón. Que quiere practicar y vivir en el pecado, no siente nada mal con lo que está haciendo, o sabe que es mal y continúa haciéndolo. La persona que practica pecado es que esclavo al pecado. No podemos regresar amados. Ningún cristiano debería jamás, jamás tener el hábito de practicar el pecado. No debemos normalizar lo que Dios odia. Amén. No podemos decir por esta razón no aplica a mí o yo soy mejor que la palabra de Dios. No podemos ser como Usías que entró al templo y quiere a quemar incenso porque las leyes de Dios no le aplicaban a él porque era más grande y más mejor que todos los otros Reyes, se recuerdan lo que el Señor hizo con él. El Señor le pegó una plaga del lepra para enseñarle que él no podía violar la ley de Dios. Y amados, nosotros no podemos violar la ley de Dios. Si Dios dice no, es no. Pablo quiere dejar claro que la esclavitud En última instancia, no es solo un estatus legal, soy esclavo, le pertenezco a esta persona, sino también es una experiencia de la vida. Vivo en esclavitud a mi maestro. Amados, observen que Pablo le está escribiendo a los cristianos. Él no le está escribiendo al inmundo, es al cristiano el que le está advirtiendo. Y nosotros también no debemos olvidar que pecar habitualmente y sin restricciones es someternos como esclavos del pecado nuevamente. ¡Qué cosa más terrible! Vivir una vida derrotada como cristianos porque no vivimos en la libertad de Cristo. Los cristianos que ya no son esclavos del pecado, ya no deben vivir como si todavía fueran esclavos al pecado. Así que la última parte del versículo demuestra la gravedad del asunto al dejar claro que hay solo dos alternativas y solo dos opciones abiertas a cada persona y que estas opciones conllevan consecuencias. Número uno, podemos ser esclavos del pecado. Número dos, esclavos de la obediencia. Mateo, Mateo 12, 3.30 dice lo siguiente El que no está a favor mío, está ¿Qué? Contra mí. Y el que no recoge a mi lado, disparama. Mira que claro es Cristo, solo hay dos opciones, o estás conmigo o estás contra mí. Y hoy en día la gente dice no, no, yo no, yo no, no estoy con Cristo, pero tampoco no lo odio, estoy cada día en el medio, no hay medio para Cristo. Si estás en el medio, estás contra mí. ¿Estás conmigo dice Cristo o estás contra mí? ¿Eres mi amigo o eres mi enemigo? ¿Cuál de las dos cosas eres tú? Pablo deja en claro que hay no posibilidad de neutralidad. Ningún ser humano está libre de tener un amo, de ser esclavo. Y cualquiera que piense que es libre y que no es esclavo está bajo una ilusión creada por Satanás. Jesús llamó a los propios fariseos esclavos del pecado. Y este juicio fue cierto para ellos y cierto para todos los incrédulos hoy. Esto podría ofenderle a usted. Es posible que usted se sienta y se ofenda. Yo sé que mucha gente se ofende cuando oyen esas cosas. Podría protestar. Yo no soy esclavo de nadie. Yo no sirvo a nadie. Yo soy el capitán de mi propio barco. Lo que yo digo es la ley. Yo no obedezco ni a este ni al otro. Yo estoy libre. pero hemos descubierto que característicamente la persona que más grita que no es esclavo es el más esclavo de todos. Como dice el perro que ladra más fue el que le pegó la piedra. Juan 8.33 otra vez revisitemos este pasaje. Cristo hablando con los fariseos, ellos le contestaron somos descendientes de Abraham Y nunca hemos sido esclavos de nadie. Como dices tú, serán libres. Nosotros nunca hemos sido esclavos. Primeramente, esa es una falsa verdad. Habían sido esclavos ¿a dónde? En Egipto. Se lo olvidó. Físicamente eran esclavos en Egipto. Pero a Cristo no le importa esa realidad. No le importa que fueron esclavos en Egipto. Lo que más importa es que son esclavos ahora en el Espíritu. Y mire lo que Cristo dice. Jesús le respondió, en verdad les digo que todo el que comete pecado, como ellos lo estaban cometiendo, que viva en pecado, como ellos estaban viviendo, es esclavo del pecado. Nosotros no somos esclavos, si lo eres. Y la verdad y la realidad de los fariseos es la verdad y la realidad de todo impenitente hoy. Yo no soy esclavo de nadie. Eres esclavo. Porque vives, habitas, moras en el pecado. Y el que habita y more, viva en pecado, es un que? Esclavo al pecado. Por lo tanto, la decisión que cada persona enfrenta no es ¿debo permanecer libre o entregar mi libertad y someterme a Dios? Esa es una falsa narrativa que se oye de muchos púlpitos, que el Señor perdone a los hombres que digan tal barbaridad. Mira, deja tu propia independencia y ven a Cristo, sométete a Él, como que si la persona fuera libre. La persona es un esclavo del pecado. La verdadera decisión es serviré como esclavo al pecado o serviré como esclavo a Dios, pero de toda manera soy un esclavo. Soy esclavo de lo verdad o de lo malo, de lo santo o de lo profano, de la luz o de la noche, pero seré siempre un que? Esclavo. El hombre nunca es libre. o servirá a Dios o servirá a quien? A Satanás. Pero el hombre fue creado para servir. Amén. Para servir. Debido a que todos somos esclavos de una forma u otra, Pablo entonces numera las consecuencias de ambos tipos de esclavitud. La esclavitud al pecado, dice él, produce la muerte, que incluye la muerte física, vamos a morir cada uno de nosotros, la muerte espiritual, El impenitente no tiene relación con Dios, está muerto espiritualmente, cree que está vivo, pero está muerto y produce la muerte eterna, que es la exclusión de la presencia de Dios en el infierno por toda la eternidad. El impenitente está muerto físicamente, espiritualmente y eternamente. Debe cazar dolor en nuestros corazones por ellos. Y una gran necesidad de evangelizar. ¿Amén? Porque creen que están vivos se casan, tienen hijos, tienen nietos, se gozan, se ríen, lloran, creen que están vivos y todo el tiempo están ¿qué? muertos, físicamente, espiritualmente y eternamente. Pero la esclavitud a la justicia, la esclavitud a Dios, se refiere a la justificación, no solamente a la justificación que experimentamos cuando Dios nos declaró libre de todo lo que hemos hecho porque Él castigó al Hijo debido a nosotros, pero también la justificación final Ese perdón supremo de los pecados, de la bienaventuranza, de la vida eterna que llega al creyente en el último día. No solamente fue declarado justo cuando vino a Cristo, gloria a Dios, pero un día será declarado justo para siempre y toda la eternidad. Donde no habrá pecado. Escuche, usted llegará a un punto en su vida, un tiempo en su eternidad, vamos a decir, donde nunca jamás tendrá un solo deseo, pecar contra Dios. donde todo será perfecto, donde su único pensar es agradecerle a Dios todo lo que ha hecho por usted. ¡Qué día! ¡Amén! ¡Qué promesa! ¡Quien aventuranza! Recuerden, la obediencia siempre ha sido la marca universal de la esclavitud y lo mismo ocurre con las diferentes esclavitudes que experimentamos hoy. una de las marcas o la gran marca de la esclavitud es que la obediencia el esclavo no le puede decir a su amo no quiero o no voy a hacer esto o esta bajo de mi dignidad hacer tal y tal cosa el esclavo no tiene ningun derecho de decirle al amo que no lo que el amo mande el esclavo lo tiene que hacer el es propiedad amén y usted tiene que pensar igual Si sirvo a Cristo, no tengo ningún derecho de decir, pero yo no quiero, no me gusta, basta abajo de mi dignidad. No. Lo que el Señor mande, nuestra única respuesta es Amén. Y gloria a Dios. O la parábola que dice Cristo del hombre que estaba trabajando en la fika como esclavo todo el día, entonces viene y viene el maestro y dice mira antes que tú te bañes y te arregles y comas, prepárame mi comida. ¿Qué hace el esclavo? Prepara la comida y no puede comer hasta que el amo coma y termine. Y cuando el amo se levanta a la mesa ni le agradece al cielo, al esclavo su trabajo, ¿por qué? Porque era últimamente lo único que él podía hacer porque era esclavo de ese amo, él tenía que servirlo. Amén. No hay derechos en la esclavitud. Otra vez, no hay derechos en la esclavitud. Esta es una oración que un hombre oró sobre por mí unos años atrás. Cuando yo estaba pensando, cuando el Señor me estaba llamando la primera vez al pastoreado y yo que no sé si quiero porque va a ser difícil y tal y tal. Le dí a mi hermano que orara por mí. Él, ajustado conmigo, se le pudo oír, oír en la voz. Señor, orándole por mí, enséñale a Ismael que él es un esclavo y como esclavos él no tiene ningún derecho. Amén. Y se fue. y yo quedé con la boca abierta, destruido por la oración, que no sé si quiero servir al Señor, no tienes opción, tú eres un que, esclavo de Cristo, Él no opera pidiéndote a ti si tú quieres, Él no negocia contigo, Él es el Maestro, Él manda y nosotros decimos amén. Ese fue el gran pecado que se encontró cuando el Señor tuvo que lavar los pies, que ninguno de esos esclavos se quería hacer el menos de todo para lavar los pies. Y el maestro, en gran humildad, él se hizo esclavo de todos y lavó los pies. Algo que nunca hubiera ocurrido. Amén. Bueno, la marca universal de la esclavitud es la obediencia. Es muy posible sentarse junto a un esclavo y no darse cuenta que esa persona es esclavo. Es muy fácil hoy en día hacerlo. Algunas personas están esclavizadas por sus trabajos. El trabajo es todo. El Día del Señor no importa más que el trabajo. Si el trabajo, si hay trabajo, el trabajo se hace en el Día del Señor. ¿Por qué? Porque el Día del Señor es más importante. Perdón, porque el trabajo es más importante. Son esclavos al trabajo. Algunos están esclavizados por sus pasiones o por sus posesiones. Se recuerdan el hombre rico que vino a Cristo. ¿Qué debo de hacer para heredar el reino del Señor? Véndelo todo. Y ellos dicen no puedo. mis posesiones me poseen a mí. Yo soy esclavo de mis posesiones. Algunos son esclavizados a sus posesiones, otros están esclavizados por sus hábitos, los de mal carácter son esclavos a su temperamento, los sensuales a su cuerpo. A lo que nosotros obedezcamos a eso estamos esclavos. Y por lo tanto, la clave para cada cristiano en tener una vida plena es la profunda esclavitud y la obediencia a Dios. Amén. Es lo que está presentando Pablo. Miren versículo 17 al 18, donde él seña el buen maestro a Dios. Pero gracias a Dios, porque antes ustedes eran esclavos del pecado, se hicieron obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fueron entregados. Ahí habiendo sido libertados del pecado, ustedes se han hecho siervos de la justicia. Los versículos 17 y 18 nos enseñan que el cristiano ha sido liberado del pecado. Pablo da gracias a Dios por el cambio de obediencia espiritual que ha demostrado los cristianos. Eran obedientes al pecado, ahora son obedientes a Cristo. Y él corrompe y dice, glóriase a Dios que haya ese cambio en ustedes. En otro tiempo, dice Pablo, eran esclavos ustedes del pecado, pero ahora se hicieron obedientes de corazón a aquella forma de doctrina a la que fueron entregados. La frase, se hicieron obedientes señala el momento de la conversión, cuando los cristianos doblaron las rodillas y con la lengua por primera vez confesaron que Cristo era su Señor. Amén. la frase habla de una fe salvadora y transformadora y esta fe salvadora y transformadora es una cuestión del corazón dice el apóstol los cristianos de nuestra epístola se habían vuelto a esclavos a dios obedientes de corazón no de mente no obedientes de voluntad o de mente sino de que de corazón sus afecciones sus emociones su amor procede del corazón. Ellos empezaron a amar a Dios de corazón. En otras palabras, Dios les había dado un trasplante de corazón, un corazón nuevo que ama a Dios y anhela ser fiel. Jeremías 29.13 habla así, dice, me buscarán y me encontrarán cuando me busquen de todo que, no de mente, no de ser, sino de todo que, corazón. Todo cristiano genuino buscará a Dios con todo su corazón porque todo cristiano genuino has recibido un trasplante de corazón Llora con ese trasplante que antes cuando primero venimos a Cristo lo amamos y lo anhelamos y su palabra es importante y cantamos en el carro y la gente mirándonos como que estamos locos y nosotros adorando al Señor y buscando al Señor y hablando de Cristo por todos los lugares ¿Qué pasa con el tiempo? Empezamos a veces como los israelitas, mirar hacia atrás, mira que lindo estaba Egipto. Oh amados, no lo hagan. No presenten sus cuerpos, no presenten sus miembros a servir a esas cosas que antes lo estaban destruyendo ustedes. El corazón nuevo es la fuente de la vida espiritual del hombre y aquí es donde se arregla la obediencia de los cristianos. No es solo una obediencia formal, lo obedezco porque lo tengo que obedecer o porque le tengo miedo. pero proviene del centro de su ser. Este es el ejemplo de la esclavitud que Pablo presenta para todos nosotros. Una obediencia sincera a Cristo y a su palabra porque lo amamos, porque el primero nos amó a nosotros. Seguimos la forma de doctrina, dice él, de enseñanza, es decir, del patrón de la enseñanza apostólico que se encuentra en las Sagradas Escrituras. En otras palabras, lo amamos y para amarlo a más, ¿a qué corremos? a la fuente de revelación específica que nuestro hermano estaba hablando. Corremos a la palabra porque ahí encontramos a quien? A Dios Jesucristo. Amén. Y cada vez que queremos saber cómo Dios piensa y cómo Dios quiere y qué es lo que Dios quiere de mí y quiero amarlo más y quiero enriquecer, ahí lo vamos a encontrar en las páginas de las Santas Escrituras. Para estos antiguos cristianos en Roma, la esclavitud a Cristo no era solo un vago compromiso de seguirlo. Era un compromiso de vivir según normas específicas de conducta derivado de las enseñanzas de Cristo. Ellos amaban la Palabra de Dios. Pregunta ¿Usted ama la Palabra de Dios? ¿Realmente la ama? Escuche lo que dice el salmista en Salmo 119. con todo mi corazón te he buscado no dejes que me desvíe de tus mandamientos pueden ver la cadena con todo el corazón te he buscado no me dejes desviarme de tu palabra si me desvío de tu palabra no te voy a amar con todo el que el corazón para amarte de todo corazón mi corazón tiene que estar sometido a que a la palabra de Dios Así que el versículo 18 nos enseña que el cristiano ha sido liberado. Pero esta libertad no significa que ahora estamos a cargo de nuestras propias vidas. En otras palabras, estamos esclavos al pecado. Cristo nos liberta, somos libres. Pero esa libertad no quiere decir que ahora yo puedo hacer lo que me dé la gana, cuando yo quiera hacerlo, como yo quiera hacerlo. Soy libre, amados. No, no, no, no. Esa libertad no es una libertad para yo vivir como yo quiera. No se trata de autodirección, sino de la libertad de ser liberados del poder del pecado que una vez nos dominaba. Sabemos vivir bajo ahora el gobierno de Dios. En otras palabras, antes yo no tenía ninguna libertad. Tenía que servir el pecado porque el pecado era mi amo y era un amo cruel. Amén. Un amo cruel. El Señor me liberta ahora para servirlo a él, para ser esclavo de él. Así que escuche este paradoxo. Por tanto, la libertad cristiana es al mismo tiempo esclavitud. Soy libre para ser esclavo. Pueden ver el paradoxo. Pueden ver que esto es algo de soy libre para ser de qué? Esclavo de Dios. Pero como si soy esclavo, soy libre. Estamos ligados a Dios y a su voluntad. Lo que permite al cristiano llegar a ser verdaderamente libre Es vivir en esclavitud a Dios. Ahí encontramos nuestra identidad perfecta. Somos lo que Dios quiere que seamos. Versículo 19. Y en esta libertad ahora empieza esta santificación sinérgica. Escucha el versículo 19. Hablo en términos humanos por causa de la debilidad de su carne, porque de la manera que ustedes presentaron sus miembros como esclavos a la pureza y la iniquidad, para iniquidad, así ahora presenta a sus miembros como esclavos de la justicia para santificación. Antes iniquidad, ahora queremos vivir para ser santos delante del Señor. Habiendo explicado entonces la esclavitud, Pablo ahora llama a cada cristiano a la completa esclavitud de la justicia. Él dice, hermanos, hermanos, hermanos, esclavos, con esclavos conmigo sirvan a su nuevo maestro, que es bueno. Este es un poderoso llamado al compromiso, a la obligación, a la rendición de cuentas. Con el celo con el que una vez pecamos, debemos ahora presentar nuestros miembros como esclavos a la justicia para la santificación. Con el mismo anhelo que servimos la impureza, ahora con más anhelo debemos servir a la justicia. En otras palabras, nuestra meta y deseo de corazón es ser santos, no por una superioridad legalística, sino por una gratitud abrumadora por nuestra gran salvación. Yo no quiero ser santo para decir, mira que santo soy yo. Soy más santo que ustedes. Padre, si todos ellos te niegan, yo nunca te negaré. Recordamos quien dijo tal cosa y cómo le fue. Nosotros no queremos ser de esas personas. Mira que santo soy yo. Nosotros queremos el santo porque lo amamos, no en comparación a otros, sino porque odiamos el pecado en nosotros mismos. ¿Pueden ver la diferencia, amados? Tan importante. Al cristiano le preocupa la santificación, se despoja activamente de este mundo y de su maldad. Escuchen 2 Pedro 1.10 Así que hermanos sean cada vez más diligentes, lo pone en usted. Sean ustedes más diligentes para hacer firme su llamado y elección de parte de Dios, porque mientras hagan estas cosas, practiquen lo bueno, nunca caerán. No practiquen lo malo, practiquen lo que? Lo bueno. Hagan un esfuerzo, dice Segunda de Pedro. Nosotros tenemos que esforzarnos. Mira el versículo 20 a 22. ¿Por qué debemos vivir en santidad? Porque Sabemos que es inútil vivir en el pecado y hay bienaventuranza vivir en la justicia. Mire el versículo 20 al 22 dice, porque cuando ustedes eran esclavos del pecado eran libres en cuanto a la justicia. ¿Qué fruto tenían entonces en aquellas cosas de las cuales ahora se avergüenzan? Por el fin de esas cosas es muerte. Pero ahora, habiendo sido libertados del pecado y hechos siervos de Dios, tienen por su fruto la santificación. Y esa santificación nos lleva a nosotros a qué? A vida eterna. Así que en el versículo 20, Pablo le recuerda a los cristianos que antes eran esclavos del pecado y él admite que el incrédulo tiene una cierta libertad que el cristiano no tiene. Y usted dirá, hermano, pastor, ¿cómo? ¿Cómo que el El incrédulo tiene una libertad que el cristiano no tiene. Él lo resuma así. Esa libertad, la única que ellos tienen que nosotros no tenemos, son libres en cuanto a la justicia. El Señor no espera que ellos sean justos. ¿Por qué? Porque son pecadores. El pecador no puede ser justo en sí mismo. Necesita la justicia de alguien más ¿Verdad que sí? Entonces el Señor dice al pecador yo no espero que tú seas justo, yo no espero que tú seas santo, yo no espero que tú seas impecable, yo no espero nada de ti en el ámbito de ser justo y de las buenas obras, yo no espero nada de ti El cristiano espero que camineses, sea santo porque yo soy santo Pero usted tiene el poder de Dios, el Espíritu Santo ayudándolo a la santidad, ellos no pueden ¿Qué cosa más terrible que el Dios dice? La única libertad que ellos tienen es la libertad a pecar. Por eso no nos debemos ofender cuando el pecador peca, pero el pecador peca porque es que es pecador. Ay pero mira que terrible cosa hizo, claramente son que? Pecador, el pecador solo puede hacer que? Pecado, es lo único que él puede hacer. La libertad de la justicia entonces produce todo tipo de actos vergonzosos. Es la raíz de la pecamanosidad. Y como esclavo del pecado, los incrédulos están libres del poder y la influencia de Dios. Libres del poder y la influencia del Espíritu Santo. Son sordos a las justas demandas de Dios. Son incapaces de responder a ellas, incluso cuando las escuchan. En diversos grados, aquellos que están fuera de Cristo pueden a veces reconocer algo bien y algo mal. Pero el poder para ser lo bueno, vivir en santidad, amar a Dios, glorificarlo, Ellos no pueden hacerlos. Ellos no se pueden apartar del mal. Ese poder no está presente en ellos. Son incapaces de hacer la voluntad de Dios. O como dice Romanos 3, la segunda parte, porque ya hemos denunciado que todos están bajo el que? El pecado. ¿Cuántos? Todo hombre sin Cristo es un que? Pecador. El pecado, el pecador solo puede pecar, porque es pecador. En el versículo 21, Pablo destaca la terrible condición de cada cristiano antes de ser salvo. Escuchen lo que él dice. La libertad de la justicia en el pasado solo produjo frutos podridos en nosotros. Esos frutos que ahora son fuente de gran vergüenza. Amados, ¿recuerdan sus vidas antes de venir a Cristo? ¿Qué fruto tenían ustedes? ¿Se recuerda cómo se comportaron antes de venir a Cristo? ¿Cuáles eran sus pasiones? ¿En qué invirtían su tiempo y su dinero? ¿Se recuerdan antes de estar en Cristo? ¿Era fruta qué? Podrida. Dale una mordida. Muerdan esa fruta para que puedan ver qué terrible tiene el sabor. Qué horrible es esa fruta. La escupimos inmediatamente. No, eso no me gusta. Pero antes te la comías como que si no era nada. ¿Se recuerdan, amados? que aptos somos de olvidarnos de algo que no nos gusta recordar. Dicimos, sí, era un pecador y el Señor me salvó, pero ¿sabes que no era tan malo yo? Se nos olvida que rápido y que horrible éramos. ¡Qué tan terrible vivió usted! Vivimos cada uno de nosotros. ¡Qué pecado inmundo y vil disfrutamos! ¡Qué fruta tan horrible comíamos! Así era la esclavitud al mundo. Pero como es la esclavitud a Dios, amados, es mejor que cualquier libertad percibida para pecar que se ofrece en el mundo. Servir a Cristo es todo. Nuestra esclavitud pasada solo trajo vergüenza y muerte, pero nuestra esclavitud a Dios no solo trae la libertad del pecado hoy, sino también santificación para vivir santas vidas y después de todo vida eterna. Gloria a Dios. Que fruta más linda, más preciosa para comer. aporta la experiencia práctica de crecer para parecernos cada día más y más a nuestro Señor Jesucristo. Dios nos cambia cada día un más y más a la imagen de Cristo. Santidad hoy y vida eterna mañana para siempre. ¿Qué más podemos pedir de este Dios? Si somos esclavos, pero Él es un buen amo. No es como el amo del mundo que nos estaba destruyendo y matando y mandando al infierno. Y terminamos entonces con el versículo 23. obras contra gracia. Porque la paga del pecado es muerte, pero la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Señor, Cristo Jesús Señor, nuestro Señor, perdón. El viejo amo de esclavos, el pecado, Él paga salario, pero Él nunca da dádiva. Cristo Jesús, Él da un regalo, Él da dádiva, pero Él nunca paga salario. ¿Pueden ver la diferencia? El mundo paga, pero no te da un regalo. Cristo te da el regalo, pero nunca te paga. Y va a ser esto importante para usted y para mí. La muerte es el pago, es el salario del pecado. La muerte espiritual, física y eterna. La muerte obra ahora en la vida de quienes reciben su paga. Y un día la muerte hará su pago final. Cuanto más pecamos, más muerte nos ganamos. Amén. Si usted no está en Cristo, la única paga que va a recibir de Cristo Jesús un día va a ser muerte eterna, porque rechazó la dádiva, la gracia. Amén. Es lo único que usted va a recibir. No es usted una buena persona. El Señor no le debe nada. A mí me cuanto me duele el corazón como pasó cuando hablo con personas y me dicen yo solo quiero que Dios me dé lo que es justo y le digo tu no quieres justicia de Dios si Dios te da a ti lo que es justo vas a ir a donde? al infierno si Dios da al mundo lo que es justo todo ser humano va a que? al infierno si Dios le da al mundo lo que es justo Cristo nunca muere en la cruz tu no quieres la justicia de Dios tu quieres la gracia de Dios y eso no lo puedes trabajar por ellas, tiene que ser recibida, tiene que ser una dádiva. El viejo amo de esclavos paga solo muerte. Todo pecador que muera separado de Cristo recibe un salario, porque rechazó la dádiva, recibe su salario, la muerte. Y amado Dios es absolutamente justo y da a cada hombre que ha rechazado la gracia lo que entonces ellos merecen. el pago, todo su pecado. Pero el nuevo amo, Dios, el nuevo amo de esclavos no paga salarios. Nadie puede ganarse la salvación basándose en su propia bondad. No, él no te da un salario como que si él te debe algo a ti porque eres tan bueno. No eres bueno. Lo que tú mereces es una paga del muerte y el infierno. Y él porque eres bueno te ofrece la gracia. Gloria a Dios por ello. Escúchenlo otra vez, que hemos hablado este versículo una y otra vez, pero tan importante, Efesios 2, 8 al 9. Porque por gracia, no por pago, pero por gracia, no por obras, ustedes han sido salvados por medio de la fe. Y esto no procede de ustedes, no tiene nada que ver con usted, sino que es un don, una dádiva, un regalo, de Dios, no por obras, no lo que usted haga para que nadie se glorie, para que no hay nadie que se pegue en el pecho, mira que bueno estoy yo. Y Segunda de Timoteo dice lo mismo, Él, Él, Dios, Él nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada, dádiva en Cristo Jesús desde la eternidad. Él nos salvó. La foto aquí es que nadie merece a Cristo, nadie. Todos merecemos el pago de nuestros pecados, la muerte. Pero algunos elegidos por Dios, gloria a Dios por ello, viene Dios con una caja. Es un presente que lindo se ve. y usted abre adentro y lo que mira son túnicas blancas y resplandientes. Usted no sabía que estaba vestido en trapos de mundicia, que era tan terrible hasta que miró las túnicas que se ofrecen a usted. Yo no sé si usted alguna vez ha recibido un regalo que usted cree que no merece, algo extravagante, alguien que le dio algo y usted dice, pero, ¿está seguro? Yo no merezco esto, esto es algo, no, no, esto es mucho. No sé si usted ha recibido un regalo así. Pero eso es lo que viene de Dios, te da un regalo, abre la caja, mira las ropas resplandecientes, te miras a ti y miras que horriblemente estás vestido en trapos de inmundicia, te sientes más sucio de lo que sabías que eras, porque ahora puedes ver realmente la limpieza de los otros. Cristo te lo ofrece, son las ropas de Él, que Él se ganó para darte a ti por su propia muerte, y tú le dices yo no lo merezco, y Él dices yo sé, te lo estoy regalando. Yo no puedo pagar por eso, dice Cristo, absolutamente. No hay dinero suficiente en el mundo que tú puedas usar. No hay obras grandes que tú puedas hacer para recibir esto. Y esta foto se desarrolla más en el Antiguo Testamento cuando viene Josué, el sumo sacerdote. Este era un gran hombre. Él amaba al Señor. Era sumo sacerdote. Él vino después de la esclavitud y cuando estaban afuera y él regresó. Y él trajo a la gente y él quería que la gente amara al Señor Y él está presente en la presencia de Dios, de Cristo Jesús Y él está vestido en sus ropas inmundas, en su trapo Y él está mirando el piso, los ojos están yendo de lado a lado Él no puede ni hablar ni contestar y ahí está Satanás acusándolo Mira que por tanto bien que él hizo también es pecador También él desobedeció una vez en su vida También él hizo tal y tal Y también se comportó de tal manera. Y el único lugar donde Satanás dice la verdad es cuando nos acusa. Porque tiene mucho para que acusarnos. Y está acusando y acusando. Y Josué mirando al piso, los pies, mirándose ahí, descompuesto delante del Señor. No sabe de dónde esconder la cara. ¿Se recuerda la voz que viene del trono? La voz de Cristo. Déjalo quieto, apártate de él. Él es mío. yo lo saqué del fuego. ¿Y qué manda Cristo? Dale la dadiva. Le dice al ángel, tráele túnicas, túnicas nuevas y pone sobre su cabeza un gorro blanco y quítale los trapos inmundos, dale la dadiva mía, dale mi justicia. Y José se pone la justicia de Cristo. Y ahora puede mirar, ahora puede amar, porque sabe que sus pecados son perdonados. Esta es la dádiva. Usted no quiere salario de Dios. Amén. Usted no quiere que Dios le pague a usted nada. Hay gente que dice, tú me tienes que pagar lo que me debes. Usted no quiere que Dios le pague lo que le debe a usted. Usted quiere que él venga con una caja en sus manos y se la dedique. Usted la abre y puede ver las ropas aquí de Cristo Jesús. Para terminar, lo que nos atrae a la obligación y la rectitud, a la santidad, no es el deber, sino el amor agradecido. Una vez que hayamos recibido esta gracia de vida eterna en Jesucristo, debemos estar, y esto lo leí en un comentario y me impactó mucho. Déjame leerlo otra vez. Una vez que hayamos recibido esta gracia, de vida eterna de Jesucristo. Debemos estar dispuestos a arrastrarnos sobre vidrios rotos para honrarlo y alabarlo por esa gracia que Él nos concedió. Arrastrarnos sobre vidrios cortados y rompidos para alabarlo y honrarlo por lo que Él ha hecho. En otra palabra, toda nuestra devoción debe ser de Él. Somos esclavos de Él. Después de todo, Samuel, somos esclavos de Dios. ¿Y qué podemos hacer más que servir a ese amo? No por compulsión, aunque por compulsión lo debamos hacer, sino en gratitud y amor, porque sabemos que este maestro nos salvó de esta esclavidad, y esa esclavidad nos conducía al infierno. Amén. Bendito sea el Señor, lo haremos. Padre, te damos gracias por tu palabra. pidimos por su impacto. Padre, una de mis preocupaciones en predicar esta porción fue que no creo que hay hombre vivo en esta tierra ahora que pueda expresar todo lo que significa los versículos 15 al 23. Si en alguna parte, Padre, hemos sido fiel en eso, si en alguna parte tú has tocado corazón, te damos gloria y honra. Que nadie salga aquí igual, Padre, pero que todos salgamos con ese pensamiento. Soy esclavo del buen Maestro. Lo voy a servir a Él, no porque tengo, aunque sí tengo que servirlo, sino porque lo amo, porque Él ha sido bueno. O como dijo Josué en su tiempo, José, perdón, en su tiempo, cuando lo tentaron a pecar, cuando la esposa de Potifar lo quería intentar a pecar. ¿Cómo puedo hacer tal cosa grave contra mi Dios que ha sido tan bueno conmigo? Sí, Padre, que presentemos nuestros miembros, nuestras vivas vidas en servicio a ti. Y, Padre, que no regresemos, no retrodecemos hacia atrás como lo hicieron el pueblo de Israel. Pidimos en el nombre de Jesús y para tu gloria. Amén.
Esclavos a la justicia
Series La Gracia Salvador de Dios
Todo ser humano es un esclavo. O somos esclavos del pecado o de la justicia. Habiendo sido justificado, el cristiano debe ser esclavo de la justicia, sirviendo al Dios único y verdadero.
Sermon ID | 182406474847 |
Duration | 51:18 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Romans 6:15-23 |
Language | Spanish |
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