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Me da mucho gusto que los niños pudieron cantar. Siempre me acuerdo cuando los niños toman tiempo en la adoración del versículo que dice, en la entrada triunfal, nuestro Señor Jesucristo dijo, verdad, que es en los niños que Él perfeccionó la alabanza. De verdad, es cierto. Y como Él nos dijo también, debemos de ir a Él como niños, en la fe de un niño. Esta mañana vamos a buscar nuestras Biblias, primero de Juan, para la meditación de la palabra de Dios en 1 Juan 3. Sí, sentados, vamos a leer 1 Juan 3. Primer Juan 3, versículo 1 al versículo 5. Ustedes siguen con sus vistas y luego haremos una oración del Libro de los Salmos. Primer Juan, capítulo 3, versículo 1 al versículo 5. Ustedes escuchan. Esta es la palabra de Dios. Mirad cuál amor nos ha dado el Padre para que seamos llamados hijos de Dios. Por eso el mundo no nos conoce, porque no le conoció a Él. Amados, ahora somos hijos de Dios. y aún no se ha manifestado lo que hemos de ser, pero sabemos que cuando Él se manifieste, seremos semejantes a Él porque le veremos tal como Él es. Y todo aquel que tiene esta esperanza en Él se purifica a sí mismo, así como Él es puro. Todo aquel que comete pecado infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis que Él ha aparecido para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en Él. Y vamos a orar todos juntos del Salmo 19. Salmo 19. Vamos a leerlo en tono de oración y especialmente en las peticiones. Hagamos las personales. Fijémonos en lo que oramos. El Salmo 19. Todos juntos en voz alta. Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos. Un día emite palabra otro día y una noche a otra noche declara sabiduría. No hay lenguaje ni palabras ni es oída su voz. Por toda la tierra salió su voz y al extremo del mundo sus palabras. En ellos puso tabernáculo para el sol, y éste, como esposo que sale de su palanco, teme agua gigante para correr el camino. De un extremo de los cielos es su salida, y su curso hasta el término de ellos, y nada hay que se esconda de su palanco. La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma. El testimonio de Jehová es fiel, que hace sabio el sencillo. Los mandamientos de Jehová son rectos, que alegran el corazón. El efecto de Jehová es puro, que alumbra los ojos. El temor de Jehová es limpio, que permanece para siempre. Los juicios de Jehová son verdad, todos justos. Deseables son más que oro, y más que mucho oro afinado, y dulces más que miel, y la que destila del panado. Tu siervo es además a molestar con ellos, en guardarlos al grande de la paz. bien podrá entender sus propios errores, librarme de los que me son ocultos. Reserva también a tu siervo de las soberbias, que no se incendoren de mí. Entonces seré íntegro y estaré limpio de gran rebelión. Sea un blanco los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová roja mía y redundor mío. Amén. Tiene su biblia. Vamos a buscar el pasaje 1 de Juan que leímos. 1 de Juan 3. Tomando en cuenta que los niños iban a cantar este domingo, un cántico navideño, y también la Navidad será en miércoles, pensé, bueno, comenzar una miniserie sobre la Navidad y los próximos domingos hablar sobre el tema, estudiarlo, el tema. Para esta mañana, el texto de Navidad es el versículo 5, el pasaje que leímos, 1 Juan 3. Es un pasaje que repasamos este año. Algunos de ustedes ya lo memorizaron muy bien. Y de hecho, predicamos una meditación de este versículo, pero esta es diferente. Primero en Juan 3, 5. Y sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en Él. Aquí tenemos en resumen de qué se trata la Navidad. Él apareció, Cristo, verdad, para quitar nuestros pecados y no hay pecado en Él. Vamos a estudiar ese texto tomando como referencia sus verbos, los verbos de este versículo. Tenemos el verbo sabéis El verbo apareció, el verbo quitar y el verbo hay en la última frase. Muy bien, el primer verbo es sabéis. Nosotros diríamos y saben, y saben que él apareció. Saber es conocer, es entender. Y este es un verbo que se repite mucho en los escritos del apóstol Juan. 95 veces usa él este verbo en sus escritos. Y es un versículo importante para Juan y es un versículo muy importante también en la cristiandad. Por ejemplo, leemos en el capítulo 2 y versículo 21. Primero en Juan 2, 21. No os he escrito como si ignorases la verdad. sino porque la conocéis y porque ninguna mentira procede de la verdad. Estos son los cristianos. No ignoran la verdad. Conocen la verdad. Vean capítulo 4 y versículo 16. 1 Juan 4, 16. Nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor. Y el que permanece en amor, permanece en Dios y Dios en él. ¿Quién es el cristiano? El que conoce y cree el amor de Dios. Entonces, como cristianos, cristianas, tenemos cierto conocimiento, sabemos. Nuestra fe no es al vacío. Nuestra fe tiene contenido. No sé si ustedes tienen amigos, escuchan que alguien está en el hospital, alguien tiene una necesidad y dicen, yo tengo mucha fe que va a sanar. Yo tengo mucha fe que va a sanar. No hay problema, se va a resolver. No te preocupes, yo tengo mucha fe. Pero a la hora de la hora, si le preguntamos, fe en qué? Para ellos es a lo mejor una intuición, una vaga esperanza, ¿verdad? Tengo fe. Pero no tienen bases para tener fe. El cristiano es uno que sabe algo. y sabe que es verdad, y lo creemos. Ese es el cristiano. A diferencia, por supuesto, de las teorías, las filosofías del mundo, no tienen bases sólidas. Son teorías, precisamente teorías. Son posibilidades que han inventado ellos. Pero el cristiano sabe, conoce la verdad y cree, confía en esa verdad. Eso es lo que lo salva, lo que lo hace hijo de Dios. Ahora, ¿Cómo sabemos cuál es la verdad? ¿Cómo sabemos cuál es la verdad de la Navidad? ¿Cómo sabemos esto? Y sobre todo, ¿cómo sabemos que es verdad que Él vino para quitar nuestros pecados? ¿No es lo más importante? ¿Cómo sabemos esto? Bueno, podríamos decir que es una tradición celebrar la Navidad desde el segundo siglo. Fíjense, desde el segundo siglo ya se celebraba la Navidad. Hay registros en la historia secular, historiadores del mundo, que dijeron existió Cristo. No lo puede negar. Es más, ¿por qué estamos en el año 2024? Porque todo el mundo sabe que estamos en el 2024. ¿Por qué? Porque hace dos mil veinticuatro años nació nuestro Señor Jesucristo. Ahora, técnicamente, teológicamente hablando, ese es un error. Realmente, Él nació en el año dos mil veintiocho antes de Cristo. Pero todos sabemos. Hace más o menos dos mil años, Él nació en Belén. Lo sabemos. Pero nosotros, nosotros como creyentes, como cristianos, Sabemos que Cristo apareció hace unos dos mil años, no por la tradición, no por la historia. Y sobre todo, no sabemos que él vino para quitar nuestros pecados por teorías o por costumbres de hombres. Lo sabemos porque está en las sagradas escrituras. Por eso lo sabemos, porque está escrito en la Biblia, no porque alguien, un historiador, lo escribió o una teoría de un teólogo. No, no, no, no, no. Porque está en la Biblia, las sagradas escrituras, la palabra de Dios. Y algo súper, súper importante aquí. Lo sabemos y creemos a la hora de la hora porque el Espíritu Santo nos lo ha enseñado, nos lo ha hecho entender. Dice en el capítulo 2 y versículos 27, veanlo, 1 Juan 2, 27. Pero la unción, es decir, el Espíritu Santo, la unción que ustedes recibieron de Él permanece en ustedes y no tiene necesidad de que nadie los enseñe. Así como la unción misma les enseña todas las cosas y es verdadera, no es mentira. Según ella los ha enseñado, permaneced en Él. Versículo más claro, véanlo. Primera de Corintios, capítulo 2. Véanlo. Véanlo con sus propios ojos. Véanlo qué dice. Primera de Corintios, el capítulo 2. Vamos a comenzar a leer en el versículo 12. Nosotros, hablando de los creyentes, de los cristianos, de los que siguen a Cristo, Nosotros no hemos recibido el Espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido. Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual. El hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura. No las puede entender. porque se han de discernir espiritualmente. Israel en este versículo 12, nosotros no hemos recibido el Espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido. Miles, millones de personas navideños, van a celebrar la Navidad este año. Millones de personas van a escuchar la historia del nacimiento de nuestro señor Jesucristo, van a leer los evangelios, van a escuchar cánticos navideños en la radio, en la televisión, por todas partes, cánticos del nacimiento de Cristo. Bueno, algunos van a ver dramas navideños, van a recibir tarjeta, bueno, ya no, ya son, ya no se reciben tarjetas, ¿Verdad? De Navidad. millones. Pero no van a saber que Él apareció para quitar nuestros pecados. Van a escucharlo, van a leerlo, pero personalmente, por experiencia para salvación, no lo van a saber. Porque este conocimiento, este saber, es algo de Dios. Para que sepamos para nuestra salvación, para que conozcamos algo para nuestra salvación, tiene que ser de parte del Espíritu Santo, algo de Dios en nuestras vidas. Entonces, como cristianos, como cristianos, agradezcamos a nuestro Dios de corazón si tenemos este conocimiento. Si sabemos, sabemos que él apareció para quitar nuestros pecados. Sabemos que no lo hizo por algo nosotros, que seamos sabios o trabajadores o muy buenos. Lo hizo por pura misericordia. Por pura misericordia, por su gran amor en Cristo. por su soberanía, porque Él decidió que nosotros pudiéramos entender estas cosas. No todo el mundo las entiende, porque las entiendes tú. Es la misericordia de Dios, porque le agradó a Él, es Su voluntad, le debemos de agradecer a Él. Y esta mañana, si usted no es una cristiana, no es un cristiano, estos días que celebramos la aparición del Señor, rueguele a Dios que le dé el entendimiento, ese conocimiento que lo salva, que sepa de verdad en su corazón, en su alma, Él se apareció para quitar mis pecados. Eso va a cambiarte una vida. Es el mejor regalo que puedes recibir en toda la historia. Que Dios te dé ese conocimiento. Esto nos lleva al segundo verbo del versículo. Segundo verbo del versículo es apareció. Primero en Juan 3, 5. Él apareció para quitar nuestros pecados. A mí no me gusta esta traducción porque suena como si Cristo fuera un fantasma y se apareció verdad de repente el fantasma. No, no, no. Eso no es aquí. De hecho, el libro de 1 Juan enfatiza que Cristo no era un fantasma, una aparición, que tenía que ser como nosotros, el mismo cuerpo y músculos y hormonas y nervios. Veanlo en 1 Juan 4, 1 a 3. Amados, 4, 1 a 3. Amados, no creáis a todo espíritu, sino probad a los espíritus si son de Dios, porque muchos falsos profetas han salido por el mundo. En esto conoce el espíritu de Dios. Todo espíritu que confiesa que Jesucristo ha venido en carne es de Dios. Todo espíritu que no confiesa que Jesucristo ha venido en carne no es de Dios. Este es el espíritu del Anticristo, el cual vosotros habéis oído que viene y que ahora ya está en el mundo. Entonces, ¿cuándo dice aquí nuestro texto que apareció este verbo? No se imaginen un fantasma. No, no, no, no. Cristo apareció en el sentido de que se manifestó. Y de hecho, vean 1 Juan 1 2, donde el apóstol usa el mismo verbo, el mismo verbo exactamente, pero lástima que lo tradujeron de otra manera en 3 Juan 3 5. Pero el mismo verbo, 1 Juan nos dice el versículo, 1 Juan 1 2, porque la vida fue manifestada. Y la hemos visto, y testificamos, y os anunciamos la vida eterna, la cual estaba con el Padre, y se nos manifestó. Lo mismo, el mismo verbo, manifesto, Cristo se manifestó. Ahora, que Cristo se manifestó, que apareció en este mundo, es un super, hiper milagro de milagros. el apóstol Pablo se emociona tanto que dice indiscutiblemente grande es el misterio de la piedad Dios fue manifestado en carne esto es súper es un gran misterio Dios manifestado se apareció en carne con un cuerpo físico biológico como el de nosotros vamos a suponer no va a se termina el culto esta mañana. Y ahí en la reja luego luego hay un carro y luego enfrente de ese carro hay otro carro y no podemos salir. Hay muchos carros ahí en la calle. Hay un carro de televisa. Hay drones con cámaras. Hay muchos reporteros, mucha gente. Y le decimos al hermano Nacho, ¿por qué no vas, hermano? A ver, imbécil, ¿qué está pasando aquí? Y ahí viene el manonacho de regreso. A que no saben qué pasó, hermano. Se apareció Salomón. ¿Cómo que se apareció Salomón? ¿Te acuerdas de la máquina del tiempo del hermano Pajo? Pues fueron por Salomón y se apareció Salomón aquí en el llano. No en la Ciudad de México, no en Londres, no en Roma, no en Tokio, pero en el llano vino Salomón. ¿Pero cómo? ¿El rey más rico que ha existido, el rey más sabio que ha existido en toda la historia se apareció en el llano? Ahora, multipliquen eso al infinito. Cuando leemos aquí que Cristo se apareció en este mundo, no hay comparación. El rey de reyes, el que es la imagen misma de la substancia de Dios, el creador del universo, él se apareció aquí. Y eso es lo que quiero recalcar. Cristo se apareció. Esto es tremendísimo. Esto es glorioso. Eso es increíble. Y cuando nos dice el verbo que apareció, que se manifestó, entonces quiere decir que existía antes. Él es de antes, se apareció como humano ahora, es de antes. Cuando los reyes magos llegaron a Jerusalén y preguntaron, ¿dónde está el rey que ha nacido? ¿Se acuerdan? Y Herodes no sabía. Vamos a preguntar a los teólogos de aquí. Y llegaron los teólogos, los escribas, los expertos en la ley. Y dijeron, ¿dónde ha de nacer el rey de los judíos? Ellos ya sabían de qué estaban hablando. El Mesías, ¿dónde? Y hay una profecía en Miqueas. Hay una profecía en Miqueas. Y ellos sabían la profecía. Y pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel, y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad. Él es eterno. Él es el Dios eterno. Entonces, que Él apareció, nos da a entender y sabemos que Él existía antes. Otra cosa. Él apareció en este mundo, quiere decir que el que era de la eternidad, el infinito, el trascendente, el hijo de Dios, añadió a su naturaleza, añadió a su naturaleza el ser finito, porque nació como bebé, estaba en un pesebre finito. Antes infinito, ahora añade ese finito, limitado como un bebé, un hombre débil. El apóstol escribió, crucificado en debilidad, un hombre frágil como nosotros. Y el punto es hermanos. Para salvarnos, no podía parecerse como un ángel. Para salvarnos, no podía parecerse como un querubín o algún ser espiritual. Tenía que manifestarse en un cuerpo como el de nosotros, con un alma como la de nosotros. Por eso nació de la Virgen María, de la naturaleza del cuerpo de la Virgen María. ¿Por qué? Porque nosotros pecamos en un cuerpo humano. Él tenía que ser humano. El escritor hebreo nos explica. debía ser en todo semejante a sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel sumo sacerdote en lo que Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo, pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para socorrer a los que son tentados. Por tanto, teniendo un gran sumo sacerdote que traspasó los cielos, Jesús, el Hijo de Dios, retengamos nuestra profesión. Porque no tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza, pero sin pecado. Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro. Entonces, hermanos, amigos, en estos días navideños, apreciemos la gran humildad de nuestro Señor Jesucristo. ¿Qué condescendencia Como dice la Escritura, haya pues en vosotros ese sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obedientes a la muerte y muerte de cruz. Y en estos días entonces, apreciemos la gran humildad de Cristo. Y también apliquemos a nuestras conciencias el hecho que Cristo apareció en un cuerpo como el de nosotros. Apliquemos a nuestra conciencia, a nuestro corazón, el hecho de que Cristo apareció en un cuerpo como el de nosotros. Especialmente aquí confiemos en el perdón de Dios, sabiendo que Cristo venció las mismas tentaciones carnales en las cuales nosotros caemos, en un cuerpo como el de nosotros, y pagó por esos pecados carnales que nosotros cometemos. Creo que ya les comenté que una vez a Romanos 8, 1 me salvó de una depresión espiritual muy grande que tuve por varios meses. De hecho, en Romanos 8, 1 dice la palabra de Dios. Si tienen las Biblias y no lo han subrayado, subrayenlo, cuando menos mentalmente. Recuerden, cuando llegue a la casa, voy a subrayar estos versículos. Romanos capítulo 8 y versículo 1. Ahora, pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. que no andan conforme la carne, sino conforme el Espíritu. Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Y esto es lo que subrayé. Versículo 3. Porque lo que era imposible para la ley por cuenta débil por la carne, Dios, y aquí está otra vez un versículo de Navidad. Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, para que la justicia de Dios, para que la justicia de la ley de Dios se cumpliese en nosotros. Ese es el Evangelio, esa es la Navidad. Y esa enseñanza nos lleva al tercer verbo, quitar. Él apareció para quitar nuestros pecados. Quitar es llevar, remover. Es una palabra que usa la Biblia para enseñarnos el perdón de Dios. Otros sinónimos bíblicos serían limpiar, lavar, enterrar, borrar, echar tras las espaldas de Dios, no recordar. Aquí tenemos esta gran palabra, este sinónimo del perdón de Dios, quitar. Y aquí nos dice que la frase es para quitar. Y nos enseña que el propósito de Dios, la meta de Dios al venir a este mundo fue quitar, quitar nuestros pecados. Sabemos que todos los propósitos del Señor se cumplen. Para Él no hay nada imposible. Como dice en Daniel, no hay nadie que le pare diciendo, ¿qué haces? No hay un obstáculo, no hay un enemigo que lo pueda vencer. Y el punto aquí es, Cristo cumplió su propósito de quitar nuestros pecados. Como profetizó Isaías, él verá el fruto de la aflicción de su alma y quedará satisfecho. Él quitó nuestros pecados. Ahora, eso nos recuerda, Isaías nos recuerda, que para quitar nuestros pecados, Cristo tuvo que sufrir, con mucho respeto lo digo. Él no vino al mundo y con una varita mágica dijo, quito los pecados, y ya, no, no, no, no. Era imposible eso, por la justicia de Dios, por la ley de Dios, que requería muerte. Para quitar nuestros pecados, Él tuvo que sufrir. naciendo en este mundo lleno de pecado. Para quitar nuestros pecados, Él tuvo que vivir entre nosotros, pecadores inmundos. Él tuvo que luchar contra las tentaciones del gran dragón para quitar nuestros pecados. Él tuvo que morir en la cruz y ser enterrado para que Dios quitara nuestros pecados. Entonces, esto quiere decir que quitar nuestros pecados fue algo de lo más difícil. absolutamente, increíblemente doloroso, imposible para nosotros quitar nuestros pecados. Se requería que el Hijo de Dios sufriera tanto. Ningún ángel lo podía lograr. Tenía que ser el hombre Dios. Hombre porque nosotros pecamos como hombres. Y tenía que ser Dios para poder resistir la ira de la ley, el castigo divino, al morir en nuestro lugar soportar la ira de Dios por la culpa de nuestros pecados, por supuesto. Ahora, eso no es algo nuevo para nosotros. Lo sabemos. La Biblia nos enseña, ¿verdad? Que Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Pero, ¿sí o no que se nos olvida? Muchas veces Se nos olvida, como dice el apóstol Pedro, a veces somos miopes, somos ciegos, somos miopes y olvidamos la purificación de nuestros antiguos pecados. Al recordar este año lo que hicimos o no hicimos, los pecados en que caímos y muchos de nosotros no cumplimos con las resoluciones cristianas que hicimos al principio del 2024, Algunos no cumplieron, no cumplimos con la lectura de la Biblia. Tomamos las hojas, voy a estar en la lectura, voy a leer la Biblia en un año o dos años y no vamos al día. No oramos como prometimos, ahora sí voy a orar. No asistimos como, ahora sí voy a asistir día, en la mañana y en la tarde. Caímos en un montón de tentaciones. Es muy fácil que a este fin de año caigamos en una frustración espiritual y pensemos, a lo mejor no soy cristiano. O a lo mejor la cristiandad no es verdad, no funciona esto. El diablo te va a decir, Dios no existe. Estos días y todos los días del año recordemos esta promesa evangélica. Él apareció para quitar nuestros pecados. Los pecados por omisión y los pecados por comisión. Por omisión, las cosas que debimos de hacer y no las hicimos. Comisión, las cosas que hicimos que no deberíamos de haber hecho. Él apareció para quitar nuestros pecados. Delante de Dios nuestros pecados ya no están. Fueron quitados, borrados, enterrados, purificados. El rescate fue eficaz, como dice el himno. Dios no recuerda sus pecados, no puede recordarlos porque la sangre de Cristo los borró de todo registro. Por eso nos promete en Hebreos y en el Antiguo Testamento, nunca más me acordaré de sus pecados y transgresiones. Qué bella promesa. Nunca más me acordaré de sus pecados y sus transgresiones. Paco, time out. Tiempo fuera. Quiero preguntarte algo. Entonces, ¿por qué peco? Si Cristo apareció para quitar nuestros pecados, ¿por qué peco? ¿Por qué caigo en tentaciones? ¿Por qué me siento tan pecador? Esa es una pregunta muy realista. Y creo que si eres cristiana, si eres cristiano, vas a hacer esta pregunta desde lo más profunda de tu alma. Yo me arrepiento, me arrepiento, me arrepiento, me arrepiento. Yo no quiero pecar, porque peco. Como dice el himno, no sé si lo tenemos en nuestro himnario, me acuerdo que estaba en el himnario verde. ¿Para qué pecar? Si ya tengo tanta luz, si ya estoy salvo en Jesús. ¿Para qué pecar? Bueno, si usted tiene este dilema, esta pregunta en su conciencia y ha sufrido de esto, quiero contestarle. Número uno, algo que hay que tomar en cuenta aquí es que el sacrificio de Cristo, el sacrificio de Cristo fue una ofrenda a Dios. El Gólgota fue un sacrificio, una ofrenda a Dios, no a nosotros. El pecado, el pecado, la culpa del pecado, el castigo del pecado tiene que ver con Dios. Hablo como hombre, hablo como un necio. Vamos a suponer que Dios no existe. Entonces, el pecado no fuera un problema. Si Dios no existe, no hay problema. ¿Por qué? Porque al final no seremos culpables de nada. No nos haremos castigados al final. Claro, Dios existe. Ese es el problema. Y por eso el Golgotha, por eso el Calvario, por eso esa ofrenda, por eso Dios proveyó el Cordero para el sacrificio. Entonces, tal vez tú y tal vez yo, a veces no nos sintamos perdonados. Pero delante de Dios, Cristo ya pagó. Él ya apareció para quitar nuestros pecados. Delante de Dios. Enero. Tienes que pagar el predial. Y no tienes para pagar el predial. Entonces, lo voy a pagar en febrero. Y no tienes en febrero. Lo voy a pagar en marzo. Se acaban más o menos las ofertas y los descuentos. Y no tienes para pagar el predial. Y el problema es que tampoco lo pagaste el año pasado. Y tuviste que pagar, tienes que pagar recargos. El problema es que no lo has pagado desde hace 10 años. y comienzas a llorar, a molerse muy triste, a congojada, a sacarse en depresión. No tengo para pagar, imposible. Apenas si para comer me alcanza. Pero resulta que cuando vas a la tesorería municipal, y preguntas cuánto debes, te contestan, usted no debe nada. ¡Esta es mi dirección! ¡Mire, me llegó esta boleta! ¡Sí! Usted no debe nada. ¡Pero cómo! ¡Ya lo pagaron! ¡Hace mucho vino su sobrino y lo pagó por usted! ¡Hace mucho! Todo el tiempo usted estaba entristecida, acongojada, y la cuenta ya estaba pagada, ya estaba pagada. Y es lo mismo aquí. La cuenta ya está pagada. Tal vez tú no sientas, tal vez no te habían dicho, pero la cuenta ya está pagada. Tú no lo sientes, pero la cuenta ya está pagada. ¿Por qué? Porque el sacrificio, la ofrenda, lo último no fue para nosotros. ¡La ofrenda fue para Dios! ¡Él pagó a Dios! Ahora, aquí también, otra cosa que te debe de ayudar mucho en este dilema, es que quitar aquí y en la Biblia, quitar, tiene que ver con quitar la culpa del pecado, quitar la culpa del pecado. Cristo quitó la culpa. Cristo quitó the guilt, dicen en inglés. La culpa, la pena, legalmente hablando, la pena, Cristo la quitó. No es que Cristo hizo que ya no hubiera pecado en el mundo, en la tierra. No es que Él se apareció y de repente dijo, ya no más pecado, y lo quitó todo el pecado del mundo, ya que ya no ha habido mentiras y robos y asesinatos, etcétera. No, no, no, no, no. Cristo quitó la culpa de nuestro pecado ante Dios, el gran juez. Cuando Cristo venga otra vez y se manifieste su redención completa, hasta el mundo el planeta va a cambiar. Entonces sí, el diablo será expulsado, no más tentaciones, nada de pecado, nada de tristeza, nada de dolor. Pero entretanto, y esa es la última cosa, hay que tomar en cuenta que entretanto vivimos en un mundo pecador, con un cuerpo pecador, con un cerebro pecador, con un corazón imperfecto. El pecado mora en nosotros como un invasor. Y por nuestra naturaleza débil. Entonces, aunque nosotros no queramos pecar, pecamos. Romanos 7, léalo esa tarde. Romanos 7, el final. El apóstol Pablo confiesa. El apóstol Pablo confiesa. Lo que debo de hacer, no lo hago. Lo que debo hacer, no lo hago. Y lo que no debo de hacer, lo hago. ¡Ay de mí, miserable de mí! Y todo cristiano, a lo último, tiene que confesar que nos sentimos como el apóstol Pablo. Estamos en este mundo. Y ese es el final de Romanos 7. Y Romanos 8 comienza con estas palabras, benditas palabras. Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Todo pagado. Todo pagado. Esto nos lleva al último verbo de 1 Juan 3, 5. Hay. Y sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados y no hay pecado en Él. No hay pecado en Cristo. Hay, aquí es el verbo haber. Más literalmente en el original, si no me equivoco, es del verbo ser. Y tenemos el ver, y es una buena traducción. Aquí es hay del verbo haber. No hay pecado en Cristo. No existe ningún pecado en él. ¿Por qué? Porque como hijo de Dios, no puede pecar. Como hijo de Dios, Cristo no puede pecar. Él es perfecto. Él es santo. Él es purísimo. Y tenía que ser así, porque el cordero de Dios tenía que ser sin mancha, sin pecado, para poder ser sacrificado en nuestro lugar. Y ustedes saben, eso es esencial para el evangelio, para que Cristo pudiera morir en nuestro lugar y hacernos justos, declarados delante de Dios justos, constituidos justos. Entonces, tenía que ser justo él, por supuesto. Pero aquí quiero enfatizar otra verdad y con eso termino. Pero quiero que todos despierten y sigan la lógica, ¿muy bien? Porque si no, se van a perder. ¿Bien? Les va a ayudar mucho si tienen el dilema que mencionamos. Número uno, aquí dice, no hay pecado en Cristo. ¿Amén? OK. Número dos, nosotros estamos en Cristo. El cristiano es uno que está en Cristo. Entonces, número tres, no hay pecado en nosotros. Es por eso que primer Juan 3 lee como lee. Léanlo esa tarde otra vez. Algunos de ustedes ya lo han memorizado. Ah, por eso dice que no podemos pecar. Ah, por eso dice que. Estamos en Cristo. No sé si ustedes han notado cuántas veces está la palabra cristiano o la palabra cristianos en la Biblia. Uno podría pensar, hay que estar como mil veces en la Biblia. ¿Saben cuántas veces está la palabra cristiano o la palabra cristianos en toda la Biblia? No más. La Biblia, Dios, los apóstoles, a los cristianos no nos describen como cristianos. Nos describen como las personas que están en Cristo. En Cristo. En Cristo. Esos son los cristianos. Y lo acabamos de leer, ¿verdad? En Romanos 8.1. El apóstol escribe, ¿Quiénes son los cristianos? Ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. De ahora en adelante, les aconsejo, de ahora en adelante, no esperen al año nuevo. De ahora en adelante, cuando estén leyendo la Biblia, subrayen cada vez que se encuentran con la frase, en Cristo, en Cristo Jesús, en Él, en el Señor. Esos son los cristianos. Muy importante para nosotros saber, En Él no hay pecado. Nosotros estamos en Él, entonces no hay pecado en nosotros. Es por eso que Dios nos acepta. Es por eso que Dios puede recibirnos. Es por eso que recibe nuestras oraciones. Es por eso que Dios nos perdona. Porque estamos en Cristo Jesús. No sé si ustedes han escuchado del escritor inglés Juan Bunyan. Juan Bunyan fue el que escribió el progreso del peregrino, la guerra santa, pero también otros libros y otros sermones estupendos, maravillosos de ese puritano. Pero, y a lo mejor por eso escribió tan buenos libros, él sufrió mucho. A mí me da mucha ternura, me pongo a llorar cada vez que leo que él estaba en la cárcel y su hija, me voy a poner a llorar, pero ya saben cómo soy, su hija cieguita fue a la cárcel a ayudarle a hacer agujetas de zapatos para sobrevivir. Y él estaba en la cárcel porque le dijo el juez, tú no puedes predicar. Y él dice, voy a predicar aunque me metas en la cárcel. Bueno, en la oratoria, no dejan llorar, ¿verdad? Pero no estoy en la oratoria, estoy predicando. Resulta que Juan Bonchan sufrió mucho en la cárcel. Pero además, antes de estar en la cárcel, él sufrió mucho, mucho, mucho, mucho, porque él no estaba seguro de su salvación. No tenía el gozo de la salvación, como dice el zarmista. Pasó por muchas depresiones espirituales, muchas depresiones espirituales, hasta que una vez logró salir de su melancolía espiritual pensando, tu justicia está en el cielo. Tu justicia está en el cielo. Tu justicia está en el cielo. Y ese es el cristiano. En él no hay pecado. Cristo, nuestra justicia. está en el cielo. Por eso Dios nos acepta, nos perdona. Es más, hay una profecía, Él se complace en nosotros. ¿Cómo es posible que Él se goce de nosotros, se complazca en nosotros? Tan pecadores, tan rebeldes, tan desobedientes, tan increíbles, los que dudamos tanto y no sabemos lo que debemos hacer. ¿Cómo es que posible que Él se goza de mí como cristiano? Porque Él me ve en Cristo. Ese es el cristiano. Entonces, hermano o hermana, esta Navidad, acuérdate de tu unión con Cristo, que estás en Cristo. Cuando tú reconoces, aplicas esta verdad, vas a tener la verdadera autoestima. Y vas a ser muy valiente. Como cristiano, vas a esforzarte más y trabajar. Estoy en Cristo. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece. Y lo mejor te va a llevar a adorarle más, porque sabes, esto es Cristo. Yo no lo hice. Es Cristo. Y amigo, amiga, sigue leyendo la Biblia, sigue viniendo a la iglesia para escuchar su palabra. Y ahora Dios, el Señor revela a Cristo en mi vida, en misericordia de mí. Dame ese conocimiento, ese saber y ese creer, este evangelio, esta verdad navideña. Sabéis que él apareció para quitar nuestros pecados y no hay pecado en él. Oremos, oremos. La ley de Jehová es perfecta que convierte el alma. Señor, convierte almas esta mañana. El testimonio de Jehová es fiel que hace sabio el sencillo. Señor, haznos sabios. Los mandamientos de Jehová son rectos que alegran el corazón. Señor, alegra nuestros corazones. El precepto de Jehová es puro que alumbra los ojos. Oh, Señor, alumbra nuestros ojos. sean gratos los dichos de mi boca y la meditación de mi corazón delante de ti, oh Jehová, roca mía y Redentor mío. En nombre de Cristo Jesús. Amén.
Por qué la Navidad?
Series Navidad
Estudiando los verbos de este versículo, entendemos porque vino Cristo en la primera Navidad.
Sermon ID | 129241512506816 |
Duration | 43:11 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 John 3:5 |
Language | Spanish |
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