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Mi papá tenía un dicho, no sé si es de él o si lo aprendió, tal vez ustedes lo han escuchado, pero yo a quien se lo conocí fue a él. Él decía, cada cabeza es un mundo, cada cabeza es un mundo. Y recuerdo estar con él quizá en alguna calle transitada o en algún lugar donde podíamos ver gente pasar. Y él me decía eso, cada cabeza es un mundo. Y ahora, grande, a menudo me encuentro pensando eso mismo, ¿verdad? Que esa persona que estoy viendo ahí, esa persona que va pasando, esa persona que quizá nunca más voy a volver en mi vida, muy probablemente no voy a volver a verla, tiene una vida, tiene anhelos, tiene pasiones, tiene gustos y disgustos, tal vez, al igual que a mí, no le gusta el aguacate, Nunca lo sabré. Pero todos y cada uno atraviesan experiencias como las nuestras. Y son seres humanos como nosotros. Fueron creados como nosotros. No son menos dignos, no son menos humanos que nosotros. Y también en esta vida lloran, se ríen, se enojan, lastiman, pecan. Romanos 12, versículos del 14 al 18, hoy no vamos a cubrir todos, pero nos dice lo siguiente, bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis. Gozaos con los que se gozan, llorad con los que lloran. Unánimes entre vosotros, no artivos, sino asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión. No paguéis a nadie mal por mal. Procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. Oramos. Espíritu Santo de Dios, Haz una obra en nuestros corazones en esta mañana. Nos preparamos para escuchar la palabra que tú inspiraste por medio de hombres que tú capacitaste para traer el mensaje que tú querías a nosotros. Pero aún leyéndolo mil veces, de nada nos valdría. Ilumina nuestras mentes, haznos tierra fértil, siembra esta semilla y haz producir un fruto abundante para Tu gloria. Espíritu santificador, santificanos en Tu verdad. En el nombre de Jesús. Amén. Bendecid a los que os persiguen, bendecid y no maldigáis. bendecir es una palabra que se usa mucho en nuestras iglesias y a veces creo que no con mucho entendimiento de lo que significa. A veces se entienden las bendiciones como palabras mágicas o conjuros, ¿verdad? Casi tienen esa idea de, este, lo que yo diga va a pasar porque estas son las palabras que aprendí y abracadabra. Pero, realmente, bendecir en las Escrituras tiene que ver con desearle el bien a alguien de manera expresa. Eso es lo que significa invocar, de alguna manera, las bendiciones de Dios sobre alguien. es como una oración casi, pedirle a Dios que bendiga, que Dios otorgue su favor, que Dios derrame su gracia sobre alguien. Y en este caso en particular, obviamente somos llamados a practicar esto entre nosotros, pero Pablo no está hablando ahora entre creyentes, está hablando de los que nos persiguen. Y es en ese contexto en el que lo pone. Dice, a los que os persiguen, a los que os acosan, a los que os maltratan, a los que se oponen a ustedes, a los que están tratando de manera sistemática y de manera consciente, con una agenda clara, hacerles daño. A esos, No a los que se equivocaron y pecaron contra ustedes o les hicieron un daño accidental, no. Persecución es una actividad consciente y decidida, intencionada en contra de otra persona para hacerme daño, procurando su mal. Y Pablo nos dice, a los que les quieren hacer daño, a los que les quieren causar sufrimiento, bendiganlos. Bendiganos. Muchas veces este sufrimiento es por causa de la fe y de hecho ese es el contexto que podríamos anticipar del pasaje. Pablo está hablándole a una iglesia perseguida, Pablo está hablándole a una iglesia que ha sufrido persecución. Una iglesia no popular en su tiempo no es lo mismo que nosotros experimentamos ahora, donde todo el mundo es cristiano y no nos persiguen necesariamente por nuestra fe. En ese contexto, el que se hacía cristiano sabía lo que iba a sufrir, sabía lo que le iba a costar. Y a manos de otras personas, a manos de familiares, de amigos, de vecinos, de hermanos, hermanas en la fe, que ahora los iban a perseguir a manos del gobierno, a manos de oficiales, iban a ser perseguidos, iban a ser maltratados, se les iba a hacer daño, y Él les dice, bendecir. Bendecir, y por si acaso cabe duda, bendecir, y no maldigáis. Maldecir obviamente va a tener la connotación contraria, significa derramar o impocar el mal sobre alguien, invocar el mal, causar daño con palabras o pedirle a Dios o alguna deidad en esos tiempos que le cause daño a una persona. Y Pablo está prohibiendo esta acción y por lo tanto prohibiendo el deseo también. prohibiendo el impulso, prohibiendo el deseo interno de querer que algo malo le suceda a los que nos han hecho daño. se expresa de manera externa, uno lo dice en palabras, pero obviamente ya para cuando saben las palabras es porque algo ha carcomido el corazón. ¿Verdad? Una vez que producimos esas maldiciones es porque realmente hemos albergado dentro de nosotros un deseo adverso hacia estas personas, y cómo no si nos están persiguiendo. ¿Cómo no si nos están haciendo daño? ¡Es difícil! Cuando alguien es antagónico a nosotros o nos hace daño, nos lastima, a veces puede ser una persona incluso accidental, incluso ni siquiera alguien que nos está persiguiendo activamente, sino alguien que accidentalmente nos hace daño, alguien que nos hace alguna mala jugada o algo en carretera incluso. Es fácil enojarnos y que lo primero que sale de nuestras bocas es una maldición, un deseo de que le vaya mal. Y Pablo nos regaña, nos llama la atención, nos dice, no solamente no, si no debe producir esas maldiciones, significa que ni siquiera debe albergarlas en su corazón. Cristo nos enseñó lo mismo en Mateo 5, Él dice, Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia. O sea, persecución habrá, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados sois, cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo. Todo esto es una agenda contraria a los hijos de Dios. Y dice, cuando eso pase, gozaos y alegraos. Y yo creo que de ahí, de esa capacidad de alegrarnos y gozarnos, es de donde pueden salir las maldiciones, en lugar de las maldiciones. De entender que Dios nos anticipó que esto iba a pasar, y no sólo nos lo anticipó, sino que nos llama bienaventurados cuando pase. O sea, siéntase dichoso si lo persiguen por su fe. Siéntase dichoso si sufre a causa del Evangelio. Y si así se siente, si siente gozo, si se alegra, dice, gozaos y alegraos porque vuestro galardón es grande en los cielos. Porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros. No somos más grandes que nuestros antepasados. No somos más grandes que los cristianos. ¿Cuántos cristianos fueron martirizados por su fe? Nosotros no somos mejores, no somos más grandes que ellos. Así que cuando venga persecución y venga sufrimiento, alegrémonos y gocémonos. Y quizá de esa capacidad de alegrarnos y gozarnos, nazcan las bendiciones. En Lucas 6, el mismo Jesús añade, pero a vosotros los que oís, os digo, amad a vuestros enemigos. hacer bien a los que os aborrecen, bendecir a los que os maldicen y orar por los que os calumnian. Noten las personas de las que habla, nuestros enemigos, los que os aborrecen, los que os maldicen y los que os calumnian. Es una agenda intencional, contraria, son adversos a nosotros. nos dicen, ámenlos, bendíganlos, háganles bien. ¿Qué implica bendecir a los que nos persiguen? Yo creo que lo más evidente, lo más obvio es orar por ellos, y lo más difícil también. Orar por ellos, pedirle a Dios cosas buenas para los que están procurando cosas malas contra nosotros, eso no puede ser fácil. No puede ser sencillo pedirle a Dios que bendiga a nuestros enemigos, pedirle a Dios que los favorezca, pedirle a Dios que los rodee de su gracia, desearles el bien, y no sólo desearles el bien, a la luz de lo que Jesús dijo es hacerles el bien también, no sólo desearles el bien. Proverbios 25 dice, si el que te aborrece tuviera hambre, dale de comer pan. El que te aborrece. Si el que te aborrece tuviera hambre, dale de comer pan. Y si tuviera sed, dale de beber agua. ¿Cómo puede una persona amar de esta manera a alguien que lo aborrece? Es que todavía un desconocido, uno dice, bueno, es más fácil, no me ha hecho nada. Ni bueno ni malo. Pero alguien que te aborrece, que te odia, que te maldice, y que está procurando tú mal, hacerle bien, orar por esa persona, servirla en su necesidad. No puede ser fácil. Deseamos derramar oraciones imprecatorias como los salmos de David, ¿verdad? A veces eso es lo primero que sale de nuestro corazón. Sí, voy a hablar por ellos, pero voy a hablar para que Dios los castigue, derrame su ira sobre ellos. Y yo creo que hay un lugar para nace ese tipo de oración debemos tener cuidado deseamos que les vaya mal y queremos ojalá nosotros ser agentes de ese castigo pero cristo nos ha dado ejemplo y quiero que miremos en cada exhortación que paul nos da creo que es necesario mirar a cristo primero porque al final es su carácter el que está siendo formado en nosotros. ¿Qué hizo Cristo con sus enemigos? ¿Qué hizo Cristo por los que lo aborrecían? En su tiempo aquí en la tierra, interactuó con los que lo odiaban y tuvo tanta misericordia de los fariseos que les enseñó. ¿Cuántas veces no los corrigió, no los instruyó? Él podría haberlos dejado en su ignorancia. pero les enseñó, y eso nace de amor y de buscar su bienestar, de buscar que salgan de su ceguera y de su necedad. Aún estando en la cruz, siendo insultado, maltratado, crucificado, acusado falsamente, oró por sus enemigos. En Lucas 23, 34, Jesús decía, Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Primera de Pedro 2.23 dice, quien cuando le maldecían, no respondía con maldición. Cuando padecía, no amenazaba, sino que encomendaba la causa al que juzga justamente. Y no se acabó esa obra de Cristo después de haber estado aquí en la tierra. Ahora que está en el cielo, sigue intercediendo por nosotros. Y nosotros no siempre somos los más amigables para con nuestro Señor, los más adorables. Muchas veces actuamos como si fuéramos sus enemigos, aún estando en su gracia, pecamos contra él, lo insultamos, lo deshonramos y él sigue intercediendo por nosotros. No nos condena, no cambia su actitud cuando pecamos, nos sigue amando y sigue y sigue sosteniéndonos y no nos suelta a pesar de nuestra necedad y pide al Padre bendición sobre nosotros. ¿Quién es el que condena? Ya lo estudiamos en Romanos 8, 34. ¿Quién es el que condena? Cristo es el que murió, más aún el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Y además de eso, por nosotros, además de eso, Él sigue salvando pecadores. Hoy día, sigue llamando pecadores al arrepentimiento mediante la predicación del Evangelio y es paciente y retrasa su venida pacientemente para llamar a los pecadores al arrepentimiento y muchos que lo han rechazado desde el principio. Muchos que hoy lo están rechazando van a creer eventualmente porque el Señor ha sido amoroso y ha detenido su venida por gracia a ellos. Eso es su obra paciente y su obra de amor. Y así sus enemigos son reconciliados con Dios. Así sus enemigos tenemos paz para cuando Dios nos bendijo. nos bendijo y no nos maldijo. Entonces hagamos lo mismo. Hermano, hermana, si usted tiene a alguien difícil, no sé si lo estarán persiguiendo, pero tal vez lo están persiguiendo, pero aún si no es bajo un contexto de persecución, usted tal vez tiene a alguien difícil. En lugar de guardar rencor, ore por el bienestar de esa persona. Pídale a Dios que los bendiga. Pídele a Dios que le conceda a esa persona arrepentimiento, que le conceda la gracia de la salvación, incluso haga una lista de personas con las que tal vez tiene conflicto y tiene dificultad, y repásala con regularidad, y ore por cada uno de esos nombres. Quizá usted tiene personas que lo han herido, que lo han lastimado desde su infancia. Personas a las que no han vuelto a ver, que lo lastimaron. Personas de su pasado, de las que no sabe que ha pasado o sabe que no han venido al arrepentimiento y a la fe. Ore por esas personas. Un familiar, algún padre o madre abusivo, ausente. Un compañero, vecino, difícil. Ore. Bendiga y no maldiga. Y si alguien lo insulta y lo trata mal, ¿adquiene qué? Sea amable, sea pacificador, pague el mal con el bien, no devuelva mal por mal, y sea un ejemplo de Cristo. Al final, esas cosas que hacemos son un reflejo del Evangelio. Esas cosas que hacemos les muestran a los demás el amor de Cristo. Y en última instancia eso es lo que importa, que el nombre de Cristo sea exaltado. El orgullo y el deseo de que nosotros seamos reivindicados y de que nuestra causa sea vengada puede estorbar el propósito de que Cristo sea glorificado y que su carácter se vea en nosotros. Así que ese que amó a sus enemigos, usted y yo, nos llama a amar también a nuestros enemigos. La siguiente exhortación está en Romanos 12, 15 y pareciera, porque muchas veces se aplica a la vida de la iglesia, pareciera que está hablando entre creyentes, pero yo creo que Pablo sigue hablando del contexto de nuestros enemigos y de los que nos persiguen. Y entonces va aún más allá, porque no solamente dice bendiga y no maldiga, sino que dice gócese, gócese con los que se gozan y llore con los que lloran. Un mandato de empatía. Ese es el mandato que nos está dando. Sea empático. Y esto es bien difícil. Gozarse, ponerse feliz, alegrarse con los que están felices, con los que están alegres, con los que se gozan, disfrutar de la felicidad y el bienestar de otros, incluso de nuestros enemigos, incluso de los que nos persigan. ¡Qué difícil! ¡Qué difícil! y llorar con ellos, lamentarnos cuando les va mal, en lugar de alegrarnos. Nosotros queremos llorar con los que ríen y reír con los que lloran, cuando se trata de nuestros enemigos, ¿verdad? Cuando les va mal, nos alegramos y cuando les va bien, nos entristecemos. Y eso no es lo que nos está llamando a hacer el Señor, lamentarse, ponerse triste. Y hay un énfasis en un sonido, un clamor, ese llorar, la palabra en el griego original implica un llanto que se escucha, no un sollozo, una lagrimilla que se escapó, no, un llanto de dolor y de tristeza con aquellos que están sufriendo dolor y tristeza. Empecemos por lo más fácil. ¿Cómo se siente usted? en el tiempo de alabanzas y peticiones. Cuando estamos compartiendo nuestras alabanzas y las razones para estar felices, ¿hay alguna reserva, tal vez incluso envidia o menosprecio? Podemos decir, ¿por qué a él? ¿Por qué a ella? ¿Y por qué no a mí? ¿O podemos minimizar los gozos de los demás? Es decir, no es para tanto. que se alegre, pero si es algo que produce mucho gozo en la otra persona, no debería producir mucho gozo en nosotros, no deberíamos identificarnos, esa es la empatía, ponernos en los zapatos de los demás para poder llorar con ellos y reír con ellos, y yo pienso muchas veces con los más pequeños es difícil ¿verdad? porque Son los problemas más grandes, son realmente pequeños a nuestros ojos. Y también sus alegrías más grandes no son muy significativas para nosotros los adultos. Y entonces, ¿cómo nos gozamos con ellos? Tenemos que practicar eso, ser empáticos y recordar cuando éramos niños. y el gozo que producía, la alegría que producían esas cosas pequeñas que ahora quizás son insignificantes y poder gozarlas con ellas y también llorar con ellos cuando algo que tal vez no es tan grave para nosotros hay de producir golpeado. Y por supuesto esto aplica también a nuestros hermanos y hermanas en Náfer, pero yo creo que todos estamos de acuerdo en que lo más difícil es hacerlo con los enemigos. Somos llamados a bendecir. Vean la línea lógica. Somos llamados a bendecir a los que nos persiguen. Eso significa que debemos orar por ellos y pedirle a Dios que los bendiga. ¿Y qué pasa si Dios contesta a su oración? Nos vamos a enojar. Le estamos pidiendo a Dios que bendiga a nuestros enemigos. Dios bendice a nuestros enemigos y nos enojamos. Debemos gozarnos. porque ha contestado nuestra oración, pero también gozarnos, porque es algo bueno para ellos cuando el Señor los bendice. ¿Y cuál es la mayor bendición que podemos pedir para nuestros enemigos? La salvación. Y si el Señor concede esa salvación, debemos gozarnos con ellos, gozarnos por ellos. porque el Señor les ha dado la bendición más grande y de alguna manera destruyó a su enemigo, lo destruyó cuando lo hizo su amigo, lo destruyó cuando lo salvó, lo destruyó cuando destruyó su pecado, cuando lo hizo libre de su maldad, cuando destruyó la condenación que pendía sobre él, eso debería producir en nosotros gozo, debería producir en nosotros alegría. Entonces, gocémonos con ellos si llegan a Cristo y gocémonos con ellos si el Señor los bendice de otras maneras. Y si mueren sin Cristo, usted y yo sabemos para dónde van. Si mueren sin Cristo, ese lugar va a ser el lugar del llanto más grande y fuerte que se haya escuchado jamás. queríamos dolernos y llorar por cada persona, por cada enemigo, por cada incrédulo que muere sin Cristo. Lloremos con los que lloran. A veces somos muy apáticos. Es un término que describe ese momento en el que nos damos cuenta de lo que mi papá decía. Cada cabeza es un mundo. Es el momento en el que nos damos cuenta de que esa persona que quizá me persigue, que quizá me trata mal, ese vecino difícil, es un ser humano como yo. Y darnos cuenta de eso debe producir en nosotros humildad y una capacidad, ojalá, de ponernos en sus zapatos. que todo eso que sucede en nuestra mente, en nuestro corazón, también sucede en las mentes y corazones de todos los demás. Darnos cuenta de que si ellos lloran, nosotros hemos llorado y sabemos lo que significa llorar y cómo se siente. No olvidemos eso. Y cuando se alegran, nosotros sabemos lo que es alegrarse y nos hemos gozado. No olvidemos eso. Y vamos a empezar a ver diferentes sus tristezas y vamos a empezar a ver diferentes sus éxitos. Incluso ese enemigo, malvado, perverso, necio, esa persona difícil es un ser humano como usted. Y lo único que lo hace a usted diferente es la gracia de Cristo. Y esa persona necesita a Cristo tanto como usted lo necesita. Y necesitamos recordar eso. Estamos tratando con almas humanas. Estamos tratando con almas ejemplo que nuestro Señor Jesucristo que se puso nuestros zapatos literalmente vistió como uno de nosotros y anduvo como uno de nosotros en este mundo y sufrió con nosotros y se gozó con nosotros en las bodas de canal yo no me imagino a Jesús ahí todo aburrido o indiferente a lo que estaba pasando era un motivo de gozo y él había sido invitado a esa boda y de seguro se estaba alegrando y produjo más gozo cuando convirtió el agua en vino. Tiene que haber sido un momento de alegría para los demás y para Él identificándose con ellos, pero no solamente en las alegrías sino también en las tristezas. Cuando María y Marta perdieron a su hermano Jesús lloró, Jesús tuvo compasión de ellas, lloró con ellas y estoy seguro de que se dolió junto con ellas. ¿Cuántos milagros realizó para calmar la ansiedad, el dolor, la tristeza, la aflicción de los que lo rodeábamos? Y hoy nosotros lloramos, y hoy nosotros sufrimos, y también los gozamos. Hermanos, no enfrentamos nada de está con nosotros. Él dijo que estaría con nosotros todos los días hasta el fin del mundo. Él nos acompaña, nos ayuda, nos fortalece, nos consuela, y tenemos una doble promesa en el Evangelio, que por un lado, cualquier alegría que nosotros disfrutemos de este lado del cielo, es sólo un anticipo al gozo eterno que disfrutaremos con Cristo. Entonces, es como que Dios está poniendo esas alegrías en nosotros para recordarnos para dónde vamos. Pero por otro lado, toda lágrima que derramamos, Él la va a enjugar en el día final. Él los va a recibir en sus brazos de amor, como cuando estábamos pequeños y corríamos a papá o a mamá con aquellos chollones. nos hiciera sana, sana, nos diera un besito, calmar a las lágrimas. De la misma manera nuestro Señor Jesucristo nos va a abrazar y va a acariciar cada chollón de nuestra alma. Y así como Cristo está presente con nosotros y estará presente con nosotros para siempre, apliquemos ese mismo principio de encarnación y estemos presentes con los demás. Participemos de las alegrías de otros. Si tienen éxito, celebre con los demás, alabe a Dios por su obra en ellos. Vean lo que Dios está haciendo en las vidas de sus hermanos y hermanas y gócese por eso. Gócese si Dios ha querido bendecirlos, incluso si ha querido bendecir a sus enemigos, gócese por ellos. Él reparte sus bendiciones como Él quiere y usted no tiene por qué reclamar. ni ser envidioso, Él le ha dado a usted grandes bendiciones, cuéntelas y alegrese, y gócese las bendiciones de los demás, cualquier promoción de trabajo, cualquier logro, cualquier bendición que usted pueda imaginarse, alegrese, incluso si usted la está pasando mal, incluso si usted está teniendo un tiempo difícil, incluso si usted no está de alguna bendición, sino que está atravesando una prueba y una dificultad. Aprenda a gozarse con los que se gozan y a llorar con los que lloran. Y todos practicamos eso. Usted se va a gozar con los que reciben bendición y cuando usted está sufriendo, otros van a llorar con usted. Y hágase presente en esos momentos de dolor. Acompañen a los que sufren. no tiene que resolver, no tiene que reducir su dolor, simplemente esté ahí y llore con ellos. Yo recuerdo cuando perdimos a nuestro primer bebé, pocas personas sabían qué decir y muchas veces habríamos preferido que no dijeran nada. Porque es muy difícil poner en palabras o entender a veces la situación que otros están atravesando, pero Muchos estuvieron presentes sin decir nada y sólo su compañía, sus abrazos, incluso su llanto con nosotros fue de muchísimo consuelo. Entonces hagamos eso mismo con los que lloran. Acompañémoslos. No es nuestro llamado resolverles el problema, es nuestro llamado estar con ellos en medio de su dolor. Escriba, llame, visite. cuando sepa que alguien está pasándola mal y también cuando sepa que la están pasando bien. Y seamos una iglesia que de verdad puede caminar unida y puede sufrir y llorar y puede reír y gozarse y alabar juntos. Debemos ser una iglesia empática. Y eso implica un esfuerzo por entender a los demás, así que debemos ser intencionados también. por entender a los demás. Qué mayor esfuerzo que el que hizo Cristo de encarnarse, de despojarse de su gloria en los cielos para venir y humillarse y hacerse como uno de nosotros y acompañarnos y reír y llorar con nosotros. Que nuestras vidas sean un reflejo de esa actitud, de esa empatía de Cristo por nosotros. que podamos reflejarlo realmente y que muchos, que muchos puedan llegar al conocimiento salvífico de nuestro Señor a través de nuestro testimonio, en respuesta a nuestras oraciones, en respuesta a nuestras bendiciones. Pidámosle a Dios que produzca este fruto en nuestras vidas.
Bendecid, gozad, llorad
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14 Bendigan a los que los persiguen. Bendigan, y no maldigan. 15 Gócense con los que se gozan y lloren con los que lloran.
Sermon ID | 12725131203211 |
Duration | 31:39 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Romans 12:13 |
Language | Spanish |
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