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Escuchemos la palabra de Dios, hermanos. Primera de Pedro, capítulo 2, versículo 18. Criados, estad sujetos con todo respeto a vuestros amos, no solamente a los buenos y afables, sino también a los difíciles de soportar, porque esto merece aprobación. Si alguno a causa de la conciencia delante de Dios sufre molestias, padeciendo injustamente. Pues qué gloria es si pecando sois abofeteados y lo soportáis, mas si haciendo lo bueno sufrís y lo soportáis. Esto ciertamente es aprobado delante de Dios. Pues para esto fuisteis llamados, porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos ejemplo para que sigáis sus pisadas. el cual no hizo pecado, ni se halló engaño en su boca, quien cuando le maldecía no respondía con maldición, cuando padecía no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga justamente, quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero, para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia, y por cuya herida fuisteis sanados. porque vosotros erais como ovejas descarriadas, pero ahora habéis vuelto al pastor y obispo de vuestras almas. Amén. Hasta ahí la lectura de la palabra del Señor. Hermanos, vamos a recordar qué es lo que Pedro está haciendo en esta porción de la carta. Ha comenzado a exhortar a todos sus lectores, como extranjeros y peregrinos, que se abstengan de deseos carnales, que batallan contra el alma. O sea, que lleven una vida piadosa, una vida de acuerdo a la Palabra de Dios. Y entonces ese llamado general ha particularizado un poquito hablando de cómo nos debemos de someter a las autoridades. En el versículo 18 lo aplica un poquito más específicamente a los criados, es decir, a los siervos y esclavos, porque en ese entonces en el imperio romano había muchísimos esclavos. Ahora, los esclavos tenían que aguantar muchas cosas, no era una vida fácil, pero les pone delante el ejemplo de Cristo para animarlos, para instruirlos cómo comportarse, pero también para animarlos a ese comportamiento. Y entonces les recuerda el ejemplo de Cristo. A ver, los niños, ¿qué me pueden decir? Cuando los soldados romanos golpearon a Cristo, cuando tomaron una vara y le dieron en la cabeza, ¿Cristo cómo reaccionó? ¿Agarró la vara y les dio dos veces a los soldados? No. No, ¿verdad? Sostuvo. Lo aguantó. Con calma. Cuando le escupieron en la cara, cerró el puño y les vio en la boca. No, ¿verdad? Tampoco. Aguantó. Y cuando le agarraron de la barba y a fuerzas le jalaron los pelos de la barba para sacarlo. Ustedes, los niños, ¿creen que eso duele? Pues no tienen barba, ¿verdad? Entonces no saben. Pero, ¿qué tal si alguien agarra tu pelo y lo jala de manera que salen varios pelos? Eso duele, ¿verdad? Sí, sí, duele. Si no me creen, pues véanme después del servicio, ¿verdad? Y hacemos la prueba. Pero cuando a Cristo le arrancaron la barba así, él no les dio una patada y dijo, no me vuelven a tocar, sino que sostuvo todo tranquilamente, sin enojo, encomendó su causa al Señor. Ahora, de hablar del ejemplo de Cristo, Pedro pasa a hablar del logro de Cristo, lo que Cristo hizo no solamente para mostrarnos el camino, sino para obtener nuestra salvación. Y esto lo vimos la vez pasada que estuvimos en Primera de Pedro, pero como fue octubre, ¿verdad? A lo mejor ya se les olvidó un poquito. Cristo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. O sea, murió en la cruz como víctima sobre un altar. Murió como sacrificio expiatorio para nuestros pecados. Al hacer eso, nos libra del dominio del pecado, nos libra del castigo del pecado, o sea, cambia nuestra situación, cambia nuestro corazón, pero también cambia nuestra situación o nuestro estado. Y entonces, Pedro dice que ahora estamos muertos a los pecados. Cristo murió en nuestro lugar y eso quiere decir que estoy muerto al pecado. El pecado ya no se enseñoreará de mí o de cualquiera que cree en Cristo. En vez de eso, vivimos para la justicia. Ya somos sujetos, ya somos esclavos, no del pecado, sino de Cristo mismo. Por su herida fuimos sanados. Y hasta ahí llegamos la vez pasada. Pero el versículo 25 explica ese último pensamiento un poquito más. Por la herida de Cristo fuimos sanados. Él sufrió, Él murió y ahora hay un gran cambio en nosotros. ¿Qué es ese cambio? ¿Qué quiere decir la sanidad como Pedro lo maneja aquí? Pues quiere decir que anteriormente éramos como ovejas descarriadas. Pero ahora hemos regresado a Cristo. Hemos regresado al Pastor y Obispo de nuestras almas. Entonces brevemente vamos a considerar tres puntos. Nuestra condición anterior como ovejas descarriadas. Nuestra condición presente como regresados a Cristo. Y los títulos que se le dan a Cristo. Pastor, y obispo. Ahora, nuevamente una pregunta para los niños, ¿verdad? Porque es posible que no estén del todo seguros. ¿Qué quiere decir descarriada? Pedro dice que somos como ovejas descarriadas. Pues, ¿qué es estar descarriado? A ver, ¿quién se atreve? ¿Quién piensa que sabe? ¿Nadie se anima? Bueno. Descarri... Ok, muy bien. De salirse corriendo, dice Elías. Otra palabra que podríamos usar es estar perdido. No estamos donde debemos de estar. No estamos en casa, no estamos en la iglesia, estamos quién sabe dónde y ni siquiera nosotros sabemos. es hemos errado, nos hemos salido del camino y ya no sabemos cómo regresar. Ahora, hay animales que pueden regresarse desde bien lejos, ¿verdad? En nuestra vecindad en un tiempo tuvimos demasiados gatos salvajes, ¿verdad? Pues de una pareja salió otra y otra y otra y otra. Y uno de los vecinos estaba atrapando a los gatos y llevándolos lejos. Pero dos días después vuelve a aparecer el mismo gato. Pues los gatos son más o menos buenos, ¿verdad?, en regresar a donde se ubican. Pueden seguir el camino, ¿verdad?, y pueden venir desde millas y millas de lejos. Pero una oveja no es así. Una oveja fácilmente se confunde, se pierde y no sabe cómo llegar a la casa. Bueno, Pedro dice que así somos nosotros. Nos hemos descarriado, nos hemos desviado, estamos lejos y no sabemos. cómo llegar a la casa. Pues esto me ha sucedido, ¿verdad? Una vez en la Ciudad de México, había estado, fui a un hospital para ver a uno de los hermanos, ¿verdad? Que estaba mal. Y no acostumbraba a ir ahí. Y saliendo del hospital me llegó una llamada telefónica, me fui caminando, Terminó la llamada de teléfono y que de repente miro alrededor y digo, no sé dónde estoy, no sé cómo regresar al Ajusco, no sé... O sea, aquí pasan camiones, pero nunca he visto estas rutas. No tengo idea de cómo llegar a la casa. Bueno, tenía un amigo taxista, ¿verdad? Le marqué y le dije... me encuentro en estas calles, ¿cómo regreso a La Jusco? Y él ya sí me pudo aconsejar, ¿verdad? Pero sin él, pues quién sabe hasta qué punto hubiera llegado a La Jusco, ¿verdad? Lo más factible hubiera sido encontrar una estación de metro y ya de ahí regresar a estaciones que conocía, ¿verdad? Y de esa manera ubicarme. Y por los niños que se están preguntando, oye, ¿y por qué tan dramático, verdad? Porque en ese entonces no había GPS en mi teléfono. No podía simplemente decir, aquí está la dirección donde quiero ir y que el teléfono me avisara. Eso fue en los tiempos antiguos, ¿verdad? Antes de que todo eso estuviera siempre y constantemente a la mano. La vida era difícil en ese entonces, ¿verdad? Bueno, así somos nosotros, espiritualmente hablando. No estamos... o sea, sabemos dónde estamos. Estamos en la calle James número 235, ¿verdad? Estamos en este edificio en Shafter. Y supongo que la mayoría de los niños saben cómo regresar a su casa, ¿verdad? Por lo menos, más o menos. Creo que Jade sí sabe cómo regresar a su casa desde aquí, ¿verdad? Espero que sí. Pero espiritualmente hablando, hermanos, cuando nos desviamos, cuando nos apartamos de Dios, cuando no nos aferramos a la verdad, nos perdemos de tal manera que ya no sabemos ¿Cómo regresar? Lo vemos en Adan y Eva. Pecan, ofenden al Señor, escuchan su voz y en vez de buscarlos, se esconden. Dios tiene que venir a buscarlos porque ellos no saben el camino para regresar al Señor. Así fue en el mundo antiguo, ¿verdad? Antes del diluvio también. ¿Quién regresó al Señor? Pues solamente Noé, ¿verdad? Y solamente Noé porque Dios en su gracia lo aceptó, le tocó el corazón. y así con nosotros, sin la gracia de Dios, sin la intervención de parte del Señor Estamos y estaremos descarriados, perdidos. Lo ven en el mundo. Si consideran cómo vive la gente mundana, ¿verdad? Que no saben distinguir entre lo bueno y lo malo. Que se entregan a placeres vergonzosos. Que se entregan a vivir de una manera escandalosa. Que uno dice, bueno, uno hubiera pensado que una cantidad mínima de cordura les hubiera avisado que no es una manera sana y humana de vivir. pero aparentemente no se dan cuenta. Los horrores que suceden de violencia en las guerras, entre los pandilleros, etc. ¿A una persona cómo llega eso? Pues porque están perdidos, están descarriados. Y así somos nosotros. Solamente que Dios nos refrena, ¿verdad? Por medio de buenas influencias de llegar a tales extremos. Y que Dios, en su gracia, nos hace volver. Y ese es el segundo punto. Pero ahora, dice Pedro, habéis vuelto. O quizás sería todavía más correcto decir, ahora han sido devueltos. Porque las dos cosas son ciertas, ¿no? Por un lado, hemos regresado al Señor. ¿De qué manera? Pues en arrepentimiento, ¿verdad? Escuchando el Evangelio, confiando en Cristo, arrepintiéndonos de nuestros pecados, así hemos sido reconciliados con Dios. Así estamos nuevamente donde deberíamos de estar, como miembros de la familia de Dios, como parte de su casa. Pero nosotros no encontramos ese camino. Nosotros no nos devolvimos por nuestro propio poder. En ese sentido no es que regresamos, es que fuimos traídos del desierto, de donde estábamos perdidos a donde deberíamos de estar. Y eso es por la obra del Señor. Él nos regresa, nos regresa usando el llamado del evangelio, ¿verdad? La predicación y la lectura de su palabra nos enseñan el camino, nos enseñan dónde debemos de estar y nos llaman a regresar. Pero no es solamente la palabra, porque ¿cuánta gente escucha la palabra y sin embargo no encuentran el camino? Sin embargo, no regresan. No es solamente la palabra. La palabra es un instrumento. Sí, Dios lo usa. Necesitamos la palabra. Pero la palabra por sí sola no obra este regreso a casa que Dios tiene para nosotros. Tiene que venir el Espíritu Santo. Tiene que abrir los ojos del entendimiento. Tiene que cambiar la disposición del corazón para que aceptemos a la verdad. Para que en vez de endurecernos y decir, bueno, quizás tengas razón, pero no me importa. No quiero escuchar. Porque no quiero escuchar nada que me condene. No quiero escuchar nada que me diga que tengo que cambiar. No quiero escuchar nada que me diga que no me puedo salvar a mí mismo. La gente tiene sus motivos por rechazar la palabra. ¿Pero cuál es el efecto de rechazar la palabra? Pues que seguimos descarriados, seguimos perdidos, estamos lejos de la casa, lejos de la provisión de Dios, lejos de todo lo bueno. Si escuchan la palabra, si reciben este llamado, no endurezcan sus corazones. Dios está dispuesto a hacernos volver a la casa. Lo hace por su palabra, por su espíritu. Pero hay que recibir el mensaje. Hay que cooperar, ¿verdad? En ser devueltos. Imagínense el caso de una familia, ¿verdad? Y la hija mayor se molesta con sus padres y dice, no, me voy, me salgo. Y se sale a vivir en la calle. Ah, y sus padres pues están afligidos, ¿verdad? Van a buscarla y le dicen, te vienes con nosotros, te vienes con nosotros, te vienes con nosotros, puedes regresar, te vamos a tratar bien, etcétera, etcétera, etcétera, ¿no? Pero si la muchacha dice, no, voy a vivir en la calle, voy a comer basura, Pues, ¿qué van a hacer los padres? ¿Le van a agarrar a fuerzas y meterla en la camioneta y llevarla aunque no quiera? Bueno, si tiene menos de 18 años, pueden apelar a la policía, ¿verdad? Que la policía la agarre y la lleve a fuerzas a la casa y la obligue a quedarse ahí. Pero, si su cumpleaños número 18 fue ayer, ya no se puede, ¿verdad? Por más que quisieran los padres. Bueno, Dios no tiene las mismas limitaciones, ¿verdad? Pero podemos entender que Dios busca nuestra cooperación. Entonces, de parte de cada individuo debemos pensar, no voy a resistir. Cuando el Señor me invita, pues voy a regresar, voy a aprovechar de la invitación, ¿verdad? Porque es peligroso endurecerse. Ahora, de parte de quienes están orando por una persona endurecida, qué confianza saber que Dios puede alcanzar el corazón y cambiar el corazón. Dios no nos salva en oposición a nuestra voluntad, ¿verdad? Pero Dios es capaz de cambiar la voluntad para que anhelemos la salvación. Pues a todos les digo, no se mantengan fuera de la casa de su Padre Celestial. La puerta está abierta, la invitación se extiende. Volvamos a casa. Vivamos con el Señor. Y por último, ¿a quién hemos vuelto o a quién hemos sido devueltos? Pues Pedro lo dice, está hablando de Jesucristo y lo llama pastor y obispo de nuestras almas. Bueno, pastor, nosotros lo manejamos comúnmente en la iglesia, ¿verdad? Y decimos a cierta persona el pastor, pues es la persona que predica, es la persona que es parte de su responsabilidad oficial, orar, velar por nosotros, acompañarnos y siempre dirigirnos la palabra de Dios. Pero es una figura que se toma del cuidado de las ovejas. Originalmente un pastor es quien cuida de las ovejas y se ha aplicado al ministerio cristiano como una metáfora, como una imagen, como algo que nos ayuda a entender la responsabilidad. Bueno, ¿qué hace un pastor por sus ovejas? Bueno, los guía en el buen camino. los alimenta, los protege y los defiende de sus enemigos. En el caso de ovejas, ¿verdad?, pues son leones, osos, lobos, coyotes. En el caso de las personas, pues los enemigos son el mundo, nuestra propia naturaleza pecaminosa, y el diablo, y sus huestes, ¿verdad?, también. Entonces, Cristo como Pastor, ¿qué hace para nosotros? pues nos alimenta, nos guía, nos protege, se encarga de nosotros, nos lleva hacia nuestro destino final. Cristo es el gran pastor, el buen pastor. No hay manera de estar con Dios y no tener a Cristo como pastor. Y el trabajo del pastor en la iglesia es simplemente ser un instrumento del ministerio de Cristo, explicando y aplicando la palabra del Señor, orando en base a la palabra por los hermanos de la congregación. De esa manera, el pastor humano, el pastor como yo, el pastor Valentín, Intentamos reflejar un poquito de lo que es el Señor Jesucristo. Pero el Señor Jesucristo es siempre el pastor principal. Ahora, también se le llama obispo. Y esta palabra no lo manejamos tanto, ¿verdad? Y las palabras que podríamos sustituir también tienen sus desventajas, ¿verdad? ¿Qué es un obispo? Pues es un supervisor, es lo que quiere decir. Pero bueno, quienes han trabajado escuchan supervisor y a lo mejor no les suena como lo mejor, ¿verdad? Porque ¿qué hace el supervisor en el trabajo? Pues viene para criticar, viene para corregir, viene para exigir que hagamos más, que lo hagamos mejor. Nos viene a denunciar nuestros errores, ¿verdad? O a darnos la mala noticia que ya por latosos hemos sido despedidos. Y entonces escuchamos el supervisor. Como que no nos suena, ¿verdad? No nos parece muy atractivo. Pero, ¿por qué se necesita? ¿Por qué hay tal cosa como supervisor? Y hay supervisores malos, claro. Y hay supervisores buenos. Cuando hay un supervisor bueno, ¿qué es lo que hace? Pues está revisando, está anticipando problemas antes de que sucedan, está corrigiendo problemas para que no vayan de mal en peor. O quizás si tienen un trasfondo con la iglesia católica romana, ¿verdad? Piensan en un obispo y dicen, bueno, este es un príncipe de la iglesia, ¿verdad? Este es como el cura, pero vive de lujo y gana más dinero. etcétera. Bueno, eso tampoco no es la idea de obispo o de supervisor aquí en la Biblia. La idea es de una persona que tiene autoridad, sí, para checar que todo esté bien, pero tiene esa autoridad no para destruir, sino para edificar como apoyo, como bendición. Y bueno, quizás también lo han vivido, ¿verdad? Me tocó una vez tener un supervisor muy bueno, supervisora de hecho, y con ella si salía un problema yo iba luego, luego para comentárselo, ¿verdad? Porque ella lo corregía. Con otros supervisores más bien ocultaba los problemas porque cuando se los exponían más bien me gritaban, ¿verdad? Pues mejor no les digo nada y a ver si no lo puedo corregir de mi propia cuenta. Pero con esta supervisora, cualquier cosita se lo comentaba, ¿verdad? Y ella lo corregía. Eso es lo que debe de ser. El obispo entonces, y a los ancianos, dentro de la iglesia también se les puede llamar obispo, porque anciano es el nombre, digamos, de las características que deben de tener para ese oficio. Obispo es la palabra para qué trabajo tienen que realizar. ¿Qué tienen que hacer los ancianos o los obispos dentro de la iglesia? Pues tienen que estar al pendiente del bienestar espiritual de la congregación. Eso es. tienen que estar al pendiente. O sea, tienen que conocer a la congregación, tienen que convivir con ellos, tienen que platicar con ellos, tienen que ser accesibles, ¿verdad? Para que los hermanos digan, estoy sufriendo, ¿verdad? Tengo este problema, tengo aquel problema, lo que sea. Para ponerlo en oración, para dar buenos consejos, a veces, si es necesario, para intervenir personalmente. Pero eso es lo que deben de ser. Y aquí también Cristo es el gran ejemplo, es el exponente máximo. Lo vemos en el libro de Apocalipsis, ¿verdad? ¿Se acuerdan que al principio del libro de Apocalipsis, Juan tiene esa visión de Cristo entre los candeleros? Los candeleros representan las siete iglesias y Cristo está en medio de ellas. Y luego le dice a Juan, escribe esto a las congregaciones. ¿Y qué sale? Resulta que Cristo conoce muy bien la condición de cada una de esas congregaciones. Puede distinguir los problemas de Éfeso y los problemas de Tiatira, los puntos buenos de cada uno también. Cristo está al pendiente de nosotros, hermanos. Cuando regresamos al Señor, regresamos a uno que es pastor y obispo, uno que provee, uno que protege, uno que guía, uno que está al pendiente para cuidar de nosotros. O sea que el rechazo de Cristo es el rechazo de todo eso. Y bueno, vale la pena agregar, ¿verdad?, como aplicación práctica, que como Cristo ejerce este ministerio en el ámbito de la iglesia y por medio de los oficiales de la iglesia, quien rechaza ese ministerio en la iglesia, en efecto lo rechaza también de parte de Cristo. No podemos estar con Cristo aislados, separados de su iglesia. No se vale, no funciona. Claro, en el caso que alguien está encarcelado y no puede asistir fielmente a una congregación constituida, pues esa situación se entiende. No digo que no haya casos extremos. Pero en la vida cotidiana, en casos normales, alejarse de la Iglesia es alejarse de Cristo. No porque Cristo y la Iglesia sean idénticas, pero porque Cristo ejerce su ministerio de pastor y obispo en la Iglesia, por medio de los oficiales de la Iglesia. Pues eso nos lleva a decir, hermanos, para concluir, que entonces por un lado debemos de valorar, respetar y aprovechar del ministerio de la iglesia, ser constantes, ser fieles, apoyar en la oración, en la presencia, en dar y de todas las maneras posibles. Pero también nos dice algo más y algo precioso. Nos dice quién es Cristo para nosotros. Es pastor, es obispo. En él podemos confiar, con él podemos comentar todos nuestros problemas. sabiendo, ¿verdad?, que Él cuida de nosotros, que es Él encargado de llevarnos de donde estamos hacia nuestro destino final en la gloria del cielo. Amén.
El obispo del alma
Series 1 Pedro
Pedro define la sanidad que tenemos en Cristo como el haber sido recuperados de nuestra divagación pecaminosa para morar con Cristo como pastor y obispo.
Sermon ID | 123123211135063 |
Duration | 27:52 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Peter 2:25 |
Language | Spanish |
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