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Bienvenidos sean todos a la casa del Señor, especialmente los que nos visitan. Aunque cambiamos el tiempo, verdad, del culto para esta tarde, las seis de la tarde, les voy a confesar. Qué pena, qué vergüenza, pero al pastor se le olvidó que era a las seis. Era en las cinco y andaba haciendo unas cosas y de repente me acordé. Es a las seis esa tarde. Qué bueno que ustedes se acordaron y pueden estar aquí con nosotros esa tarde. Próximo domingo normal a las siete. Vamos a buscar en nuestras Biblias puestos de pie una lectura de dos versículos nada más. El primero, a lo mejor no lo tienen que buscar, está en Juan 3, 16. Juan, capítulo 3 y versículo 16. Compartamos nuestras Biblias. ¿Viene alguna persona que no tiene Biblia a favor de compartir? El libro de Juan, el capítulo 3 y el versículo 16. Dice así la palabra de Dios. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo un Ingénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. El siguiente versículo no es tan conocido. Está en 2 Corintios 9.15. 2 Corintios 9.15. Al final del capítulo 9 de 2 Corintios, exclama el apóstol Pablo esas palabras. Segunda de Corintios capítulo 9 y versículo 15. Gracias a Dios por su don inefable. Oremos. Padre, nuestro Padre Celestial, te damos gracias que podemos estar en tu casa, que podemos leer tu palabra. Ahora, Señor, te pedimos al meditar en nuestro Señor Jesucristo, en su nacimiento, lo que has hecho por nosotros en él, te pedimos, Señor, que tu mandes su Santo Espíritu nos ilumine. Si nosotros, siendo malos padres, damos buenas dádivas a nuestros hijos, cuánto más tú, como nuestro Padre Celestial, enviarás a tu Santo Espíritu a los que lo piden. Te lo pedimos, Señor. Te lo pedimos en nombre de Cristo, a por tu misericordia, que el Espíritu Santo nos enseñe, nos anime, nos motive, nos consuele, nos regenere. Nosotros creemos en las Escrituras, creemos en el Evangelio, creemos, Señor, en tu Espíritu. Ahora ayúdanos, Señor. Ten piedad de nosotros y nuestros hijos. Te rogamos, Señor, que abras nuestro entendimiento a Tu Palabra y la podamos aplicar, especialmente en este día que celebramos la Navidad. En Cristo Jesús. Amén. Sentémonos, hermanos. Me acuerdo cuando yo estaba en la primaria, especialmente los primeros años, los últimos años nos creíamos más maduros, ¿verdad? Pero en los primeros años, me acuerdo que al regresar de vacaciones de Navidad en enero, lo primero que mis amigos preguntaban es, ¿qué te amaneció? ¿Qué te amaneció? Y nos contábamos, por supuesto, los mejores regalos que habíamos recibido. El mejor regalo que me dieron probablemente en mi primaria fue una bicicleta. Una bicicleta amarilla con los cuernos así de borrego. No había otra en todo Hermosillo. Me encantaba mi bicicleta. Otro año recibí, me dieron un telescopio. Increíble, yo no lo pude creer. Un telescopio de verdad. Estaba fascinado yo con mi telescopio. No busqué en el internet cuál es el mejor regalo de Navidad que se ha dado en la historia. No le pregunté a la inteligencia artificial, ¿verdad? ¿Cuál es el mejor regalo de Navidad que se ha dado en toda la historia? Pero estoy seguro que la respuesta es incorrecta a menos que respondan que Dios nos ha dado a su Hijo Unigénito. Ese es el mejor regalo de Navidad de toda la historia. De eso se trata la Navidad. De eso se trata la Navidad. Leímos en Juan 3,16. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo un Ingénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. De eso se trata el sermón esa tarde. Este versículo es tan conocido, muchos lo han memorizado. Vamos a meditar en este versículo, Juan 3,16, tomando en cuenta que Cristo es el mejor regalo de Navidad. En primer lugar, notemos quién nos da el regalo. ¿Quién nos da el regalo? Apreciamos un regalo según quién nos lo dé. En la casa de mis padres hay un espejo que valoran mucho. Y esto porque se los dio la presidenta municipal cuando se casaron. Lo valoran mucho. Esa es la presidenta municipal en ese tiempo. Entre más importante la persona que nos dé el regalo, más apreciado es el regalo, por supuesto. No tiene que ser un diamante, algo muy valioso, pero si nos da una piedra, lo que sea, pero por ser la persona, la dignidad y la persona tan importante, lo reconocemos y apreciamos ese regalo. ¿Quién nos da el mejor regalo de Navidad? Según Juan 3, 16. Porque de tal manera amó Dios. Dios. Y no hay persona más importante en todo el universo, por supuesto. El eterno, trascendente Dios, el Rey de reyes, Señor de señores. Él nos dio este regalo. Dios mismo, personalmente, nos dio a su Hijo. ¿Serías tú un necio, un loco, si rechazaras un regalo de un rey de este mundo? Un rey de Inglaterra, por ejemplo. Serías un necio. Lo que fuera, que él te lo diera. Le pudieras decir a tu amigo, el rey Carlos me lo dio a mí. Y, por supuesto, rechazar el regalo de Dios es la locura de locuras. es la necesidad de necesidades. Pero recibirlo es la bendición de bendiciones. Lo más afortunado o bienaventurado que has hecho es recibir algo de Dios. El regalo es de Dios. En segundo lugar, noten por qué Dios nos dio el regalo. En Navidad nos decían, me acuerdo muy bien, Si se sacan buenas calificaciones, si se portan bien, habrá regalos en la Navidad. No sé qué le dijeron a usted. ¿Por qué nos dio Dios su gran regalo? ¿Cuál es la razón? ¿Porque nos portamos bien? No. Porque de tal manera amó Dios. Dios nos dio su regalo por puro amor, por amor puro. Dios no tenía que hacerlo, nosotros no merecíamos tal regalo. Pero por su amor con que nos amó, por su gran misericordia, por su compasión, por su bondad, Dios nos dio a su Hijo. Supongamos, supongamos que salimos del banco, acabamos de sacar de la maquinita el aguinaldo, el aguinaldo de Navidad, y a un lado de la puerta al salir del banco vemos a un niño paupérrimo. No un limosnero profesional, como hay muchos en nuestros días, no es un limosnero profesional, pero de verdad un niño muy necesitado. El niño se ve abandonado, humilde, y no es un pediche, de hecho, con algo de educación Nos pide, vemos que no ha comido, se ve que no ha comido en días, no tiene un suéter para protegerse del frío. Tal vez le demos algo por compasión, especialmente en este tiempo de Navidad, ese amor navideño, por así decirlo, ¿verdad? Pero supongamos la misma ocasión, salimos de un banco y a un lado de la puerta vemos a un vago sucio, un vago. sucio, greñudo, jediando orina, jediando alcohol. Se ve luego luego que es un limosnero profesional. Se ve que se la lleva pidiendo para gastar en sus vicios. Se ve que ha estado en la cárcel. Su cara lo delata como ladrón. No tiene nada de educación. Realmente no nos pide, como que nos demanda, ¿verdad? ¡Dame! Nos sentimos como si nos fuera a asaltar. Nos da miedo a esa persona. a ese hombre probablemente no le diramos nada, saldríamos corriendo de allí. Pero Dios no. Dios da su regalo al niño y da su regalo al vago hediondo. Es puro amor. Amor puro. Y eso es gracia, verdad, misericordia. Dar aunque no se lo merecen las personas. Y el regalo que Dios nos da es así. No es porque lo merecemos de ninguna manera. Es por puro amor. Y esto nos lleva al tercer punto. ¿A quién dio Dios su regalo? ¿A quién dio Dios su regalo? Porque de tal manera amó Dios al mundo. Mundo. ¿Dios no dio su regalo a un mundo amable? ¿A un mundo bueno? Es un mundo lleno de pecadores. Es un mundo hediondo a corrupción, hediondo a maldad. Es un mundo de enemigos de Dios. Un mundo de aborrecedores de Dios, para usar las palabras del apóstol. Un mundo de desobedientes. Un mundo de traidores, rebeldes, ingratos. Es seguro que el mundo no merecía su regalo. Los ángeles hubieran sido más dignos. Entonces, si Dios dio su regalo al mundo, debemos de estar muy agradecidos, súper agradecidos. Y el regalo de Dios es para todo un mundo, no un país, no un pueblo, pero todo un mundo. Lo enfatiza mucho esto Juan. ¿Por qué? Porque en ese tiempo los judíos pensaban el Mesías, el Cristo, es para los judíos. Y los judíos nada más. Los demás, los goyim, los gentiles, el pueblo, las naciones. No, no, no, no. Pero para los judíos. Y es por eso que Juan escribe en otra parte. Cristo se sacrificó para calmar la ira divina causada por nuestros pecados, pero no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Y nos dice aquí en Juan 3.16, porque de tal manera Amó Dios al mundo. Todo un mundo. Un mundo que incluye a toda clase de personas. Te incluye a ti, te incluye, me incluye a mí. Todos los que estamos aquí podemos incluirnos en este mundo. Por más pecadores y rebeldes que seamos. Quienes seamos, estamos en el mundo. Y aquí nos dice, Dios dio su regalo al mundo. El siguiente punto es el principal. Noten qué regalo nos ha dado Dios. Qué regalo nos ha dado Dios. Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su hijo un ingenito. Nos ha dado a su hijo. ¿Se acuerdan de la profecía de Isaías? Es de subrayarse. Es un versículo también de Navidad, por cierto. Nos dice el profeta Isaías, Un niño nos es nacido. Un hijo nos es dado. Y el principado sobre su hombro y se llamará a su nombre, admirable consejero, Dios fuerte, padre eterno, príncipe de paz. Un hijo, un niño nos es dado, el hijo de Dios. Dios no nos podía dar algo mejor. Qué mejor regalo, qué mejor don. Su único hijo. Ahora, para los que no estuvieron esta mañana, creo que esto es muy, pero muy importante. No debemos de pensar en Dios Padre y Dios Hijo en nuestros términos. No es que Dios un día dio a luz a Cristo y Él es su Hijo. Con respeto lo digo. Esta mañana debí de haberlo dicho así, con respeto. Dios no es un padre soltero. No, no, no, no, no. El Espíritu Santo no es la madre. Por supuesto que no. Eso es blasfemia. Y no es que Dios solo tuvo a Cristo. No. Cristo no es un hijo de Dios como tú eres un hijo de tu padre. No, no, no. Pero la Biblia describe la relación de estas dos personas de la eternidad para que entendamos algo de la cercanía, la comunión, la afinidad. Y es por eso que dos veces, dos veces Dios Padre dice de Cristo, este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia. En el bautismo, en su bautismo al principio y luego en la transfiguración rumbo al Calvario. Este es mi hijo amado en quien tengo complacencia. Toda la satisfacción de Dios Padre, todo su contentamiento está en Cristo. Por así decirlo, una vez más, con respeto lo digo, por así decirlo, Dios nos dio su corazón. Dios nos dio su corazón, lo más cercano a él. Nos dio a sí mismo lo más como él. Por eso que el escritor de Hebreos nos dice en Hebreos 1, si tienen sus Biblias, es un pasaje que nos lleva a Hebreos 2 o Hebreos 1 y luego Hebreos 2. Y Hebreos 2 es un pasaje en la vida realmente. Nos explica por qué Cristo tuvo que hacerse un hombre como nosotros. Él no se hizo un ángel porque él escogió salvar a los hombres nada más. Pero todo comienza con estas palabras tan sublimes. Hebreos capítulo 1 y el versículo 1. Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras a los padres por los profetas, en estos posteriores días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien asimismo hizo el universo. el cual siendo el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia, la sustancia de Dios, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas, hecho tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Porque, ¿a cuál de los ángeles dijo Dios jamás? Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Y otra vez, yo seré el padre y él me será a mi hijo. Y otra vez, cuando introduce al primogénito en el mundo dice, adórenle todos los ángeles de Dios. Dios nos ha dado el regalo más precioso, más valioso. Entonces, amiga, amigo, hermano, hermana, esta Navidad tal vez no recibas un regalo. Tal vez no. Tal vez no. Pero si recibes a Cristo, tendrás el mejor regalo que puedas recibir. Y el más útil. Esto nos lleva al siguiente punto. Noten para qué nos dio Dios su regalo. Para qué nos dio Dios su regalo. Hay padres muy inteligentes, muy sabios, muy precavidos, que dan ciertos regalos para que los hijos se interesen en algo útil. Por ejemplo, un juego de química. No sé cuántos de ustedes recibieron un juego de química cuando eran niños, o una colección de piedras. Unas piedritas, ¿verdad?, que venían ahí. Estábamos emocionados porque ahí venía una que decía, ¡oro! O tal vez ustedes recibieron un microscopio o un telescopio, como yo. Sus padres le dieron un juego que lo motivaban a las matemáticas o a la administración del dinero, o algo para que hicieran ejercicio. Sus padres pensaron, esto les va a ser útil en la vida. ¿Para qué nos dio Dios su regalo? ¿Cuál fue su propósito? El regalo de Dios es de lo más útil, es lo que más necesitamos. No es para que nos interese la filosofía, la lógica, la ciencia de este mundo. Su regalo es para que no nos perdamos. sino que tengamos vida eterna. Probablemente cuando yo leí esos versículos era un niño. Yo comencé a leer la Biblia cuando estaba en segundo año de primaria. Yo no nací en una familia cristiana. Yo no asistía a una iglesia cristiana hasta mi segundo y tercer año de primaria. Y cuando yo escuchaba, y no se pierda, En esos tiempos, había un programa que se llamaba Perdidos en el Espacio. No sé cuántos de ustedes, veo unas sonrisas, algunos hermanos de mi edad, jóvenes, por supuesto, ¿verdad? ¿Se acuerdan de ese programa? Y cuando yo escuchaba que nos íbamos a perder y no recibíamos a Cristo, yo me imaginaba como un astronauta que ha salido de su nave, hay un accidente, se desconecta de la soga y el oxígeno que va llevando la nave y se pierde en el espacio para siempre. Pero es peor que eso. Es mucho más grave que eso. Quiero que vean unos versículos del libro de Juan donde usa la misma palabra pero se traduce de otra manera. Oye, vean Juan 6, 12. Vamos a ver la misma palabra de Juan 3, 16 y se traduce de otra manera aquí. Juan 6, 12. Se trata de la alimentación de los cinco mil, un milagro, los panes de cebada y los dos pececillos. Hay una multiplicación. Y luego nuestro Señor Jesucristo nos dice en el versículo 12. Cuando se hubieron saciado, dijo a sus discípulos, recoger los pedazos que sobraron para que no se pierda nada, que no se pierda nada del pan, no se pierda nada del pescado. ¿Qué pasa? Un pan perdido, un pescado perdido. ¿Qué es? Se pudre. Se corrompe. Es basura. Guácala. Vamos a ver la misma palabra en otro texto. Juan 11, 50. Juan 11, 50. Aquí voy a comenzar a leer en el versículo 49, nuestro Señor Jesucristo va rumbo a la cruz, hay un complot para matarlo ya después de la resurrección de Lázaro, y se reúnen los fariseos, los sacerdotes para ver cómo lo pueden matar. Entonces, Hay faz, así se produce, acento en la A. Uno de ellos, sumo sacerdote aquel año, les dijo, vosotros no sabéis nada, ni pensáis que nos conviene que un hombre muera por el pueblo y no que toda la nación perezca. Esto no lo dijo por sí mismo, sino como el sumo sacerdote aquel año profetizó que Jesús había de morir por la nación. En el versículo 50, la última palabra, perezca, es la misma palabra que Juan 3,16, pierda. Entonces, perdernos en Juan 3.16 es echarnos a perder, podrirnos, es morirnos, autodestruirnos. Y es morir por toda la eternidad, es muerte eterna, porque lo contrario es vida eterna. Porque de tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Y esto es lo positivo, ¿verdad? El regalo es, la intención es, que tengamos vida eterna. Esto, sin duda alguna, significa que vamos a tener inmortalidad, como dicen Romanos 2. Tenemos inmortalidad si recibimos a Cristo. Vamos a vivir para siempre. Algo que todos queremos, vivir para siempre. Pero es mucho más que eso en la Biblia. Vida eterna es conocer al Dios verdadero. Tener la vida con la cual podemos existir con Él. Vean esto en Juan 17. Juan 17, la llamada oración sacerdotal de nuestro Señor Jesucristo. Él ya ha lavado los pies de sus discípulos. Él sabe lo que va a pasar en unas horas y Él ora por ellos. Y comienza su oración con estas palabras. Juan capítulo 17. Estas cosas habló Jesús, y levantando los ojos al cielo, dijo, Padre, la hora ha llegado. Glorifica a tu Hijo, para que también tu Hijo te glorifique a ti, como le has dado potestad sobre toda carne, para que dé vida eterna a todos los que le diste. Y esta es la vida eterna. De esto se trata. Que te conozcan a ti, el único Dios verdadero. Y a Jesucristo a quien has enviado. Vida eterna es conocer al Dios verdadero. Tener esa vida con la cual podemos existir con Dios. Tener esa vida con la cual podemos estar en el cielo. Por así decirlo, vida eterna es esa atmósfera, ese oxígeno que necesitamos para poder estar ante la presencia de Dios por la eternidad. Entonces, vida eterna incluye mucho. Incluye nuestra salvación, el perdón de nuestros pecados, nuestra regeneración, acreditarnos con la inocencia y santidad de Cristo, darnos de su Espíritu para poder tener el fruto del Espíritu en nuestras vidas. para poder ser recibidos en gloria. Vida eterna, en otras palabras, es nuestra justificación, nuestra adopción, ser hijos de Dios para poder estar en la familia de Dios. Y eso, entonces, es de pensarse. Es de pensarse. Para que pudiéramos tener vida eterna, Dios tuvo que dar a su Hijo. No había otra manera. Para poder salvarnos de la perdición, la pudrición eterna, Dios tuvo que dar a su Hijo y darlo para que fuera sacrificado por culpa nuestra, nuestra naturaleza pecaminosa que nos hace pecar todos los días, desobediciendo, siendo rebeldes, incrédulos y todos los demás pecados con los cuales solemos pecar. Si saben, ¿verdad?, que somos pecadores porque nacemos pecadores. Pecamos porque somos pecadores. Y para resolver ese gran problema de nuestra naturaleza original de raíz, Dios tuvo que dar a su Hijo. En penúltimo lugar, noten cómo recibimos el regalo de Dios. ¿Cómo recibimos el regalo de Dios? ¿Qué hacemos? Que ha dado a su Hijo un ingenuito para que todo aquel que en Él cree. Todo aquel que en Él cree. Todo lo que tenemos que hacer es creer. Las religiones del mundo te dicen, haz, da, da mucho dinero, da ofrendas y ve a tal parte. Haz, da, ve. Dios te dice, lo único que tienes que hacer es creer. Extender tu mano para recibir el regalo. o como nuestro Señor Jesucristo lo ilustró a Nicodemo. La ilustración que usó nuestro Señor Jesucristo fue la de serpiente en el desierto. ¿Se acuerdan? Los judíos rebeldes fueron castigados, los mordió una serpiente muy venenosa. Estaban muriendo todos. Dios le dijo a Moisés, levanta una serpiente de bronce, un asta, y ponla allí. Y el que voltea a ver a esa serpiente, Es hasta, va a ser sanado. ¿Se acuerdan? Lo único que tenían que hacer es voltear a ver. Obedecer el mandamiento de Dios de voltear a ver esa serpiente que fue levantada. Y precisamente nuestro Señor Jesucristo le dice a Nicodemo, así como fue levantada esa serpiente, Cristo será levantado. En la cruz fue levantado por nosotros y todo lo que tenemos que hacer es voltear a ver. ¡Qué fácil! ¡Increíble! Entonces, ¿no tienes que pagar por el regalo de Dios? ¿No tienes que sufrir por el regalo de Dios? Hay muchos así, muchas religiones, hay muchas personas, ¿verdad? Piensa, si sufro mucho, entonces Dios me va a salvar. ¡Eso es gratis, totalmente gratis! Lo único que tienes que hacer es creer que Cristo es el Hijo de Dios. que vino para nacer, vivir, morir en nuestro lugar. Entonces, si esto es cierto, es una hipocresía, creo yo, tragedia, mejor dicho, celebrar la Navidad si no crees en Cristo. ¿Verdad? Es una tragedia. Es un tipo de hipocresía. Celebrar que Cristo nació y no creer en Él, como el Hijo de Dios, el Salvador del mundo. Y la Navidad del 2023, Es una evidencia que puede ser presentada contra ti al final. Piénsalo esto. Tú al final, en el día del juicio, si no recibes a Cristo hoy, ¿no podrás defenderte con, yo no sabía que Cristo había nacido en este mundo para salvarme? Hoy estás en la casa de Dios escuchando estas buenas noticias. Navidad de 2023. Y cada año va a haber una Navidad probablemente hasta el fin del mundo. Y cada Navidad es un recordatorio del Evangelio. Y cada Navidad va a ser una evidencia contra ti si no recibes el regalo de Dios. Amigo, amiga, arrepiéntete de tu ingratitud, de tu indiferencia a estas cosas y cree en Cristo hoy. Recibe su regalo para que no te pierdas, pero tengas vida eterna. Pero me dice usted, Paco, es que yo no tengo fe. Tengo muy poca fe. Yo no puedo creer esto. Cree con la poca fe que tienes. Paco, no tengo nada de fe. Pídele la fe a Dios. La fe es un don de Dios. Y piensa, lo que te da vida eterna no es tu fe. Lo que te da vida eterna es Cristo. Cristo fue el que fue crucificado por ti, no tu fe. Hay muchos que se atoran aquí. Si yo tuviera más fe y pudiera creer así, entonces, no, no, no, no, no. Por más débil y frágil que sea tu fe, si es en Cristo, tendrás vida eterna. Ese es el regalo tan gratuito de Dios. Recíbelo. Cuando me dieron el telescopio, yo era un niño. Pero yo no sabía cómo funcionaba. Me tuvieron que ayudar para armarlo. El telescopio, su función, no dependía de mi entendimiento para que funcionara el telescopio. Yo no tenía que saber acerca de los espejos, los lentes y refractarios y los mecanismos que había dentro del telescopio para moverse. No, no, no. Yo no tenía que entender todo eso. Funcionaba aunque yo no lo entendía. No es que tienes que entender esto. Yo no entiendo cómo es posible que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo sean una persona, tres personas en la eternidad. ¿Cómo es que Cristo es el unigénito? Yo no entiendo esto. Yo no es yo no entiendo esto de la salvación, el evangelio. Yo no entiendo eso de adopción. Y yo soy hijo de Dios. Cómo es posible eso? Qué es eso de justificación que que Dios me acredita a mí, a mi cuenta, en los libros de Dios, la justicia de Cristo y su santidad de inocencia a mí? Cómo es posible esto? Yo no estaba ahí cuando Cristo nació y cuando Cristo murió, yo no estaba ahí. Cómo es posible esto? Menos como es que me regenera a mí hoy en el 2023 y me acepta tal como pecador que soy, que sigo pecando y de todas maneras me va a recibir en gloria. No tan solo porque yo creo en Cristo y lo busco. Bueno, no entendemos muchas cosas, ¿verdad? No sabemos muchas cosas. Pero aunque no las entendamos, si obedecemos y creemos la palabra de Dios, eso es. Eso es cómo funciona, por así decirlo, aunque no lo entendamos. Y de verdad funciona y dura. nos da vida eterna, de verdad nos lleva a Dios, aunque no lo creamos, no lo sintamos. Hay muchos de nosotros, verdad, que le tienen muchísimo miedo, fobia a la muerte. En el tiempo de COVID. ¿Y si me muero? ¿Tengo temperatura? ¿Estoy bien? ¿Si me muero? Fobia a la muerte. Puede ser que le tengas fobia a la muerte, pero si tienes fe en Cristo, tienes vida eterna. No sabes cómo funciona. Pero es Cristo que te da vida eterna y no te vas a perder. Y funciona y dura. Y lo digo con respeto aquí porque lo puse así porque no sé si a ustedes les pasó que les dieron un regalo. A mí me pasó. Les dieron un regalo y en el mismo día lo descompuse, se quebró, se cayó. Así pasa muchas veces, ¿verdad? Muchos regalos que nos dan no duran mucho. Pero Cristo dura. Cristo funciona todos los días, fortaleciéndonos, ayudándonos, protegiéndonos. Como dice en Hebreos, Él vive para siempre, para interceder por nosotros. El justo murió por los injustos para llevarnos a Dios. Amigo, amiga, crea estas fabulosas noticias de Juan 3.16. Dios te da un regalo totalmente gratis. Tan solo, tan solo tienes que recibirlo y usarlo. Y esto nos lleva al último pensamiento. Hay que usar el regalo de Dios. Hay quienes reciben regalos y no los usan. A mí me han dado corbatas La semana pasada, ayer, ayer me regalaron una corbata. La estoy usando hoy. No voy a decir quién. Ya saben quién me la dio. Las personas que me la dieron. La estoy usando. Muy bonita. Pero hay veces que nos dan cosas y no las usamos. Puede ser que las pongamos en un lugar prominente, pero no las usamos. Puede ser, en teoría, recibimos una bicicleta, pero no salimos a hacer ejercicio. Recibimos un collar, lo guardamos y nunca lo ponemos. Puede ser, es posible. Hay personas así, ¿verdad? Pero también qué triste y trágico es que hay quienes creen en Cristo, pero por así decirlo, no lo usan, no aplican sus virtudes, sus promesas, no se adornan con su evangelio. La verdad es que la fe de esas personas, como dice Santiago, está muerta. está muerta. Creen con la cabeza, pero no con el corazón. Ahora, la pregunta aquí es, ¿cómo usas el regalo de Dios? Por supuesto, como acabamos de decir, lo primero es creer en Cristo para que no te pierdas, tengas vida eterna. Pero lo segundo, y lo tercero también, y lo cuarto, y lo quinto, y lo sexto, y lo séptimo, así es al infinito, es que sigas creyendo en Cristo. para vivir la cristiandad, para ser transformado, para ser motivado, para ser consolado, hasta el final que sigas perseverando. Es lo que hizo el apóstol Pablo. Hay un famoso versículo también, probablemente lo saben de memoria. Con Cristo estoy juntamente crucificado. Ya no vivo yo, más vive Cristo en mí. Lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. ¿Cómo vivo en la cristiandad según este versículo? En la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. Hebreos 12, también versículo muy conocido, Hebreos 12. Por tanto, nosotros también, teniendo alrededor nuestro tan grande nube de testigos. Despojemos de todo peso del pecado que nos asedia. Corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante. ¿Cómo? ¿Cómo corremos en la cristianda? ¿Cómo le hacemos esto? Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador. de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando lo propio, y se sentó a la diestra del trono de Dios. Considerad aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar. es conocer más a Cristo, confía en sus promesas, continúa en Cristo hasta el final. Porque de tal manera amó Dios al mundo, y ha dado a su Hijo un ingenuito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, mas tenga vida eterna. Gracias a Dios por su don inefable. Vamos a
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Sermon ID | 12282320723699 |
Duration | 36:25 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | John 3:16 |
Language | Spanish |
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