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Muy buenas tardes, hermanos. Nos da mucho gusto, una vez más, confirmar lo que el hermano dijo, que nos da mucho gusto tener visitantes en estos tiempos de Navidad, amigos y hermanos que nos visitan de otras partes. Vamos a buscar en nuestras Biblias el libro de Mateo y leer el capítulo 1, el Evangelio según Mateo, el capítulo 1. Sigan con sus vistas la lectura del versículo 18 al versículo 25, Mateo capítulo 1, el versículo 18 al versículo 25. Estamos teniendo una miniserie sobre la Navidad y este es un pasaje clásico, por supuesto, nos explica cómo fue el nacimiento de nuestro Señor. Vamos a leer del versículo 18 al versículo 25, Mateo capítulo 1. El nacimiento de Jesucristo fue así. estando desposada, María, su madre, con José, antes que se juntasen, selló que había concebido del Espíritu Santo. José, su marido, como era justo y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente. Pensando él en esto, aquí Juan Ángel, el Señor, le apareció en sueños, y le dijo, José, hijo de David, no temas recibir a María, tu mujer, por lo que lo que en ella es engendrado del Espíritu Santo es. dará a luz un Hijo, y llamará su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados. Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta cuando dijo, He aquí una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y amará su nombre Emanuel, que traducido es Dios con nosotros. Despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer, pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito, y le puso por nombre Jesús. Oremos al Señor para que nos ayude a entender y aplicar su palabra. Todos orando al Señor. El Señor soberano, nuestro creador, nuestro salvador. Ahora, Señor, venimos a tu casa. Venimos a cantar himnos, a alabar tu nombre. Venimos, Señor, a escuchar tu palabra. Pedimos, Señor, por los momentos de Cristo que ahora en estos momentos al estudiar tu palabra que tú nos ilumines comenzas de pecado, consueles, que nos guíes, Señor. Somos muy débiles, somos pecadores, pero confiamos en Cristo, nuestro gran Salvador, que Él es nuestro Mediador, Él intercede por nosotros. Le pedimos esta tarde, Señor, por las iglesias hermanas que predican el Evangelio aquí en Hermosillo, Nuestras iglesias hermanas en Ucrania, sobre todo, ten compasión de los pastores y sus familias que proclaman el Evangelio en estos días tan difíciles. Te pedimos asimismo por nuestros hermanos en Cuba, en Haití. Te pedimos que Tú los ayudes, Señor, en estos días. Dales una fortaleza y paciencia especial. Y pedimos por nuestros misioneros en el sur de México que Tú los ayudes también en estos días. a predicar el evangelio, a aconsejar, a adorarte como deben. Especialmente a nuestro hermano Wenceslao, te pedimos por él, su familia. Te pedimos por nuestro hermano José, ayuda a nuestro hermano Yair. Te pedimos, Señor, que en estos días ellos sientan un avivamiento de tu parte. Es lo que más necesitamos todos, Señor, que nos avives en tu palabra. Ahora, Señor, te pido que si hablo, que hable conforme a la palabra de Dios, y si ministro, que ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea nuestro Señor Jesucristo exaltado. En su benito nombre te lo pedimos. Amén. Sentémonos, hermanos. No sé si les pasó a ustedes, pero uno de los dilemas de los padres que van a tener un bebé es, ¿qué nombre le van a poner? ¿Cómo le van a llamar? Es un hombre que, por supuesto, llevará el resto de su vida. Tal vez unos piensen, bueno, el nombre del papá, o el nombre del abuelo, el nombre del hermano, el nombre del tío, y vale más que le pongamos así porque no se va a sentir la otra persona. No, mejor le ponemos los dos nombres y hay un dilema, ¿verdad?, en cuanto a cómo se le va a poner al bebé. Bueno, la Virgen María y José no tuvieron ese problema. Un ángel les dijo cómo debería nombrar al niño. Se les dijo a cada uno por separado. Luego se repitió este mandamiento. Esta mañana leímos en Lucas las instrucciones que recibió María, y leemos aquí en Mateo 1, 21, que un ángel del Señor específicamente le dijo a José, Y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. Esta tarde estudiaremos este importantísimo versículo, y lo estudiaremos según el orden de sus frases. Leemos en la primera frase, Y dará a luz un hijo. Noten que es exactamente la misma frase del versículo 23, donde se nos reporta la profecía registrada en Isaías. Versículo 23, Mateo 1, He aquí una virgen concebida, Y dará a luz un hijo. Hubo otras ocasiones que se profetizó que alguien daría a luz un hijo. Por ejemplo, y ustedes pueden leer de esto en jueces 13, el anuncio del nacimiento de Sansón a la esposa de Manoah. Sansón es reconocido por supuesto como el hombre más fuerte que ha existido. Pero el hijo de María, no hay comparaciones, es infinitamente más fuerte que Sansón, puesto que él es el hijo del Altísimo, como vimos en esta mañana. Es cierto que Cristo fue hijo de la Virgen en el sentido que tomó de su naturaleza humana, pero fue por obra del Espíritu Santo. Cristo tenía que ser hecho de la misma naturaleza que nosotros, del mismo tipo de ADN. con un alma humana, con piel de humanos, con músculos, nervios, venas, sangre humana, pero sin ningún pecado, por supuesto. Entonces, aquí hay que recordar que María dio a luz a Cristo, pero Su persona divina ya existía desde la eternidad. Eso es muy importante. Cristo realmente no comenzó a existir en Belén de Judea. Él ya existía de la eternidad en su divinidad. Pero, como leímos de la tradición, le hubieran, pudieran haber nombrado Jacob, como el padre de José, o algún pariente más lejano, como Eleazar, o Osadoc, o aún David. Porque eran parientes de David, según la carne, por supuesto. Pero Cristo no era hijo de José. Es hijo del Altísimo. El bebé de Belén de Judea era súper especial. Único. Hijo de la Virgen. No sería llamado conforme al nombre de algún pariente. Sería llamado Jesús. No sé si ustedes saben. Jesús es la forma griega del nombre hebreo Josué. ¿Qué significa Jehová Libre? Jehová Salva. Entonces, este bebé de Belén sería el Josué de jueces, por así decirlo. El Josué de verdad, que nos lleva a la tierra prometida, que nos lleva a la gloria con Dios. Y llamará su nombre Jesús, su nombre. Ya lo hemos dicho mucho en estos sermones. En los tiempos bíblicos, el nombre tenía mucho significado. El nombre era la persona. El nombre, el carácter de la persona, cómo era, qué haría, algo especial en su vida. Por ejemplo, nos dice, a Noé le pusieron Noé, porque en sus tiempos habría descanso en la tierra. El domingo pasado, comentando sobre esto, les platiqué que conocí a una muchacha que le pusieron Linda, pero que no está nada linda, ¿verdad? En uno de mis viajes, conocí a una mujer que se llama Dalila. Y cuando lo dijo, no lo pude creer. ¡Qué ocurrentes los padres! ¡Cómo se atrevieron a ponerle el nombre Dalila! ¡No es un nombre apropiado! ¡Pero sobre todo porque esta señora, ahora sí, ¡muy linda! ¡Muy linda, muy cristiana! El caso es, aquí, el nombre del bebé de Belén fue muy pero muy apropiado. ¡Jesús, Salvador! Nos explica la última frase, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados. Muy apropiado el nombre, porque Él es el Salvador, el Josué de jueces. Ahora, noten aquí, en esta última frase, hubiéramos entendido Si el ángel hubiera dicho, porque salvará a su pueblo de sus pecados. Me voy a comer una palabra. Noten ahí Mateo 1.21. Dará a luz un hijo, llamará a su nombre Jesús, porque salvará a su pueblo de sus pecados. Me comí una palabra, un pronombre, el pronombre él. Lo hubiéramos entendido, el versículo, si no estuviera el él aquí. Pero el ángel dijo, y se registró en nuestras Biblias, el EL específicamente, para recalcar que solamente Jesús salvará a Su pueblo, Él, y no otro. En español, y pasa así en el griego, para recalcar algo, agregamos el pronombre, el EL, ¿verdad? Él va a sacar la basura. Ella va a lavar los trastes. Y enfatizamos cualquier verbo, en español como en griego, y se incluye el pronombre en el verbo. Pero si se pone y se registra el pronombre, es para resaltar algo. Y aquí es que es Cristo y no otro que nos puede salvar. El aquí, lástima, lo escribieron el con una e minúscula y con una l minúscula, la debieron de haber escrito este el con mayúsculas, así como Jesús, todas mayúsculas, cuando menos en mi versión está así, Jesús, todas mayúsculas. El aquí no es cualquier el. Él aquí no es cualquier bebé, cualquier hombre. Él aquí es el Hijo del Altísimo. Él aquí es Emmanuel, Dios con nosotros. Él aquí es la vida, la luz, la verdad. Y es por eso que nos puede salvar. En ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres en que podemos ser salvos. Por eso dice aquí, Él recalcado. Ahora, la palabra salvará aquí. en este versículo. Dará a luz un hijo y llamará su nombre Jesús porque Él salvará. Ese salvará implica mucho. Y estoy viendo rostros aquí, personas muy conocidas, no tengo que enseñar y extenderme en el hecho de que se trata de salvar de nuestros pecados, salvar del diablo, etc. Pero aquí ese salvará incluye todo lo que Cristo haría para salvarnos. ¿Qué incluyó? Este salvará entonces aquí, que nacería en Belén. Para salvarnos tenía que nacer en Belén de la Virgen, que iba a vivir una vida perfecta en Nazaret por treinta y tres años, que por treinta años que predicaría por todo Israel, que sufriría mucho en Getsemaní, más en el Gólgota, que ascendería al cielo, que mandaría al Espíritu Santo para salvarnos. salvará, incluye todo eso, pero también que el Señor proveería todos los medios para salvarnos, todo lo que necesitamos para ser salvos, que se nos conceda el arrepentimiento, que se nos dé el don de la fe, la regeneración, la transformación del Espíritu Santo, la adopción, la justificación, la santificación, la glorificación, todo lo que se necesita para que realmente seamos salvos al final delante de Dios. Y también incluye esto, todas las bendiciones que tenemos en Cristo en los lugares celestiales, porque ese es el final de nuestra salvación, a lo último. Y lo que quiero recalcar de esta palabra, salvará, es que esta promesa es segura, segurísima. El versículo no dice, Jesús nos ayudará a salvarnos. No dice eso. No dice Jesús hará el 50% y el otro 50% ellos. No, no, no, no. Dice Él salvará. No dice Jesús tratará de salvarnos. No, no, no, no lo dice. Él salvará. Con mucha razón el padre de Juan el Bautista dijo que él es un todopoderoso salvador, él es omnipotente salvador. O como el autor de Hebreo dice, él puede salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios. ¡Claro que nos salvará! Él puede salvar al hombre, a la mujer, más malos, más depravados. Entonces, vemos aquí el propósito de la primera Navidad. Cristo nació para salvarnos. Cristo nació para salvarnos para siempre. Leímos en Timoteo ese gran texto de Navidad, palabra fiel y digna de ser recibida por todos, digna de ser recibida con el oído, pero más con el corazón. Cristo Jesús vino al mundo para salvar a pecadores, y Él cumplió ese propósito, o como dijo Isaías, en los registros de Isaías 53, Él verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho. Las siguientes palabras nos informan a quién salva el Señor. Él salvará a tu pueblo. ¿Qué pueblo? ¿Belén? No. ¿Israel? Es más que Israel aquí, por supuesto. Pueblo aquí no se refiere a una ciudad pequeña, a una villa, ni se refiere a un país. La palabra original, la palabra en el griego, se puede traducir también gente o multitud. Así se traduce en Lucas 6.17 y Lucas 9.13. Pueblo aquí, entonces, es la gente del Señor, las personas que Dios le dio. El pueblo que Él redimió. Sus ovejas, dice Él. Su iglesia, nos dice Pablo. Los que creen en Él. Gente de todo el mundo. Una multitud innumerable, nos dice el Apocalipsis. Y recordemos aquí, cuando dice Él salvará a su pueblo, no era un pueblo muy bueno, que digamos. somos un pueblo muy desobediente, un pueblo muy rebelde, muy pecador. Eso quiere decir que nos salva por pura misericordia, por pura compasión divina. Nada de nosotros fue amor, o como dice el profeta, amor eterno. Bien, la última frase en su texto dice que Cristo nos salva de nuestros pecados. Dará a luz un Hijo y amará Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados. Si ustedes leen la historia de Sansón, van a leer allí que nació para salvar al pueblo de los filisteos. El pueblo de Israel, los enemigos, eran los filisteos. Entonces Sansón nos dice ahí específicamente, nació para salvar a Israel de los filisteos. Y los judíos así se imaginaban que cuando Cristo naciera, en esos días por supuesto los iba a salvar de los romanos, que vendría para prosperarlos, que ellos serían los conquistadores del mundo. Pero el versículo nos enseña que Dios se hizo hombre para salvarnos, no de nuestros enemigos políticos. Él no vino para eso, vino para salvarnos de nuestros pecados, no de nuestra pobreza, no de nuestras enfermedades. Él vino para salvarnos de nuestros pecados, porque nuestros pecados es el gran problema que tenemos. Nosotros, y es nuestro gran problema porque Dios existe, y la eternidad también, y el infierno también, y el juicio final también. Y de eso se trata la Biblia, la solución que Dios da al problema del pecado a través de Su Hijo. En este libro se va a la raíz de todos nuestros problemas, el pecado contra Dios. Una vez más, nuestro pecado no es político o económico. Piensen, si todos los hombres del mundo fueran ricos, vamos a suponer, todos los hombres y mujeres del mundo fueran ricos, de todas maneras fueran pecadores, tuvieran codicia, envidias, enojos, fueran sensuales, hubieran enfermedades, hubiera terroristas, hubiera muerte. Nuestro problema no es económico. Y vamos a suponer que nuestro problema fuera biológico-físico. Que todos los hombres se solucionaran el problema de las enfermedades. Y todos los hombres pudieran vivir con mucha salud. Vamos a suponer que todos los hombres pudieran vivir mil años, mil años, tres mil años, mucha salud. ¿Pero se imaginan eso? Mil años de pecadores. Toda la maldad que estuvieran cometiendo por dos mil años, por tres mil años, por diez mil años. ¡Fuera una maldición vivir tanto tiempo! Todos esos miles de años con sus mentiras, y asesinatos, y odios, y rencores, y guerras, y... ¡Fuera una maldición! ¡Nuestro problema! no es de salud, no es económico. Nuestro problema es que nacimos mal y hacemos lo malo todos los días. Nuestro problema es que no amamos a Dios, no creemos en Él, no lo honramos ni lo obedecemos. Ese es nuestro problema. Pero el mensaje de la Navidad es, Él salvará a su pueblo de sus pecados. Cristo resuelve nuestro gran problema. Nos salva de la condenación del pecado. nos salva del castigo del pecado, y a lo último nos salvará totalmente de la corrupción de nuestro pecado. Noten, por cierto, aquí, que la palabra es plural, pecados. Dará a luz un Hijo y llamará a Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados. Pecados en plural porque incluyen los pecados por comisión y los pecados por omisión. ¿Si saben qué es eso? Los pecados por comisión es que los hacemos. cometemos cosas que no debemos de cometer. Los pecados por omisión es que omitimos, no hacemos cosas que debemos hacer. Todos esos pecados perdonados. Nosotros somos salvados. Hay pecados públicos. Hay pecados secretos que nadie conoce más que tú y Dios. Esos pecados están aquí. Pecados grandes, grandísimos. Secuestradores, patricidas, matricidas están en la lista ahí en Timoteo. No, hay pecados pequeños, que no saludaste a la hermana, no saludaste al visitante, que no le diste ni las gracias al que te puso las verduras y los plátanos separados y los aguacates separados ahí en la bolsa del mandadito, ¿verdad? Ni las gracias le diste ni lo viste. Es un pecado la ingratitud también, muy, muy grave la ingratitud, por cierto. Hay pecados de incrédulos que no creen nada. Hay pecados de cristianos, pecados entre comillas muy respetuosos, verdad. La hermana Tiburcia, otra vez en el casino, y yo la vi con mis ojos entrando al casino y picándole a la maquinita. Tú la viste, ¿qué está haciendo ahí? chismes, rumores, enemistades, odios. Jesús nos salva de toda clase y cantidad de pecados. Eso te debe motivar mucho si eres cristiano, porque te sientes tan mal ese pecado crónico que te está atacando todos los días, ahí estás luchando y luchando y luchando y luchando, y piensas, ¿hasta cuándo? Es una de las cosas que te hace añorar el cielo. Ya quiero estar en la gloria, para que no tengas la tentación, para que no tengas tus pensamientos. ¿Cuál es tu pecado? ¿Cuáles son tus pecados? Esta tarde, basado en este versículo, te puedo decir, Cristo te puede salvar de cualquier pecado, de la calidad que sea, de la cantidad que sea. Ahora, que el Señor nos salva de nuestros pecados, quiere decir que nos perdona. que nos salva del castigo, por supuesto. Pero quiero decir también que Él tiene misericordia, limpia nuestras conciencias, hace más que quitarnos los pecados, nos limpia la conciencia, olvida nuestros pecados, y como dice un profeta, los entierra en lo profundo del mar. Nos salva de nuestros pecados, incluye lo positivo también. incluye que nos da entendimiento, nos da el don de la fe, nos da el arrepentimiento, nos da amor, gozo, paz, paciencia, nos salva de la muerte eterna, sí, eso sí, pero también que nos perdone y nos salva quiere decir que nos da vida eterna, vida con Dios, vida en la gloria. Muy bien, eso es lo que nos enseña este gran versículo de Navidad. Terminemos con tres palabras que te ayudarán a ser hacedor de este versículo. Tres palabras, se las doy. Conoce, cree, comparte. Conoce, cree, comparte. Número uno, amigo, amiga, conoce más al Jesús de este versículo. Conoce más al Jesús de este versículo, al Jesús de la Biblia. Que para usted, Él, no sea un bebé de plástico, un bebé de yeso, de un nacimiento, o el de allá arriba, ¿verdad? O el tal y tal Dios. No, no, no, no. Que Él sea para usted un poderoso Salvador, el Dios fuerte, el Padre eterno, el Príncipe de paz. Y conócelo más, no para pasar un examen de teología, no para apantallar a los teólogos, pero conócelo más para adorarlo más. Los llamados reyes magos, que no eran reyes ni eran magos, son unos sabios del oriente, ¿verdad? Fueron a Jerusalén, ¿para qué? ¿Dónde está el rey de los judíos que ha nacido? ¡Venimos a adorarle! Y es lo que quieres tú, conocer a Jesús, para adorarle como a esos reyes magos, como a los pastores, como a los ángeles que adoran al recién nacido rey. Adorarle a Él por quien es Él. Adorarle a Él por lo que hace y ha hecho por nosotros. Y adorarle, sí, con himnos, con coros, claro. pero sobre todo con tu vida diaria, lo mejor que puedes hacer en estos días, con tu vida diaria, adorarle. Número dos. Número uno, conoce. Número dos. Amiga, amigo, cree la promesa de este versículo. Cree la promesa de este versículo. Cree que Jesús salva a Su pueblo de sus pecados. Cree que Jesús es el poderoso Salvador que nos salva de todos nuestros pecados. Entender este mensaje es lo que te va a dar gozo esta Navidad, esta alegría. A ver, ¿todos mis pecados? ¿Mi pecado original con el cual nací? ¿Mi pecado de todos los días? ¿Mi pecado de ayer, de hoy, de mañana? ¿Todos mis pecados? ¿Lo que he hecho contra mi esposa, lo que he hecho contra mi esposo, lo que he hecho contra mis padres, lo que he hecho en la escuela, las mentiras que le dije a mi maestro? ¿Todo? mis pensamientos, mis palabras, mis actitudes, todo... ¡TODO! ¡TODO! Es el que une a esa conciencia, nos recuerda, ¿verdad? Y no es el diablo, es nuestra propia conciencia, nuestra propia memoria, que está recordándonos lo que hicimos de jóvenes. Y ahí está, una y otra vez... ¡No, no, no! ¡Hermana! Si el diablo de tu conciencia te dice que fallas mucho, que te vas a ir al infierno, tú contéstale, Mateo 1.21 dice, salvará. ¡Salvará! Y acérrate esta promesa en Cristo, que Él hará la obra que ha comenzado en ti, y la terminará hasta el día del Señor. ¡Claro que sí! ¿Por qué? Porque Él es el Hijo del Altísimo, que vino para salvar a Su pueblo. Y recuerda aquí también, que aun el apóstol Pablo tenía problemas con esto, y él confiesa su debilidad. Muchas veces cayó en pecado, nos dice en Romanos 7, las cosas que debía hacernos las hizo, y las cosas que no debía hacer las hizo. Nos dice al final de Romanos 7, y en Romanos 8 comienza con estas palabras, Romanos capítulo 8 y versículo 1. Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús. Y el versículo de Navidad, el versículo 3, Romanos 8, 3, porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, no está acá. Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado, y a causa del pecado, condenó al pecado en la carne, carne de nosotros como nosotros, carne pecadora como la de nosotros, para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros. La justicia de la ley de Dios se cumple en nosotros por el bebé de Belén, que Él nació aquí por nosotros para representarnos, para vivir una vida perfecta, que cumplió toda la ley de Dios a la perfección por nosotros, en nuestro lugar, y murió castigado por la ley, por todos los pecados que cometimos contra la ley de Dios. Entonces, sigue arrepintiéndote todos los días, hermano. Sigue arrepintiéndote todos los días, hermana. Sigue creyendo en Cristo todos los días, que es por Cristo que Él te recibe, que es por Cristo que Él te perdona, que es por Cristo que Él te va a recibir en gloria. Tienes que llegar a ese punto como cristiano. Escúchame muy bien aquí. Tenemos un gran problema como cristianos, que muchas veces aún, porque leemos la Biblia, venimos a la iglesia, y hacemos cosas de cristianos, y pensamos que Dios nos ayuda, y Dios nos ve, y nos va a recibir, porque cumplimos con estas buenas obras. No, no, no, no. Tenemos que llegar al punto de reconocer, si yo voy a ser recibido por Dios, va a ser por pura misericordia, pura bondad de Dios, puro amor de Dios, nada mío. Todas nuestras buenas obras, aun como cristianos, están contaminadas por nuestros pecados. pero las buenas obras de Cristo no. Fueron perfectas, santas, justas, y Él nos pasa, nos acredita, nos reviste de justicia y santidad, la justicia de Cristo, y es por eso que Dios nos puede recibir en gloria, y es por eso que Dios nos ayuda, porque nos declara justos por la vida perfecta de Cristo, nos declara perdonados, justos, como Cristo, porque estamos en Él. En último lugar, conoce, cree, en último lugar, comparte, comparte. Amigo, amiga, comparte estas buenas noticias, especialmente en estos días. Comparte a los demás con tus acciones, con tus actitudes, que el Señor nos salva de nuestros pecados, y nos salva para estar bien con Dios, para que le honremos, le adoremos para siempre. De eso se trata la Navidad. y dará a luz un Hijo, y llamará a Su nombre Jesús, porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados. Amén. Muy bien, ahora vamos a cantar unos dos o tres himnos con más emoción, con más amor, con más gratitud al Señor por lo que Él hace por nosotros.
El propósito de la primera Navidad
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El propósito de la primera Navidad
Sermon ID | 122324434111698 |
Duration | 29:48 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Matthew 1:21 |
Language | Spanish |
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