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Nos da mucho gusto tener visitantes entre nosotros, especialmente estos días cuando algunos salen de vacaciones y estos días de Navidad. Todos estamos contentos de tener visitantes y amigos visitándonos. Vamos a buscar en la Biblia, Lucas capítulo 1, versos de pie, leer de este Evangelio, Lucas capítulo 1. Lucas capítulo 1, versículo 26 al 38. Luego vamos a permanecer de pie para una oración del Libro de los Salmos. Lucas capítulo 1, versículo 26 al 38. Ustedes siguen con sus vistas a la lectura de la Escritura. Lucas 1, 26. Al sexto mes, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un varón que se llamaba José, de la casa de David, y el nombre de la virgen era María. Entrando el ángel en donde ella estaba, dijo, Salve, muy favorecida. El Señor es contigo. Bendita tú entre las mujeres. Mas ella, cuando le dio, se turbó por sus palabras y pensaba que esa alutación sería esta. Entonces el ángel le dijo, María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios, y ahora concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo. Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Entonces María dijo al ángel, ¿Cómo será esto, pues no conozco varón? Respondiendo, el ángel le dijo, El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual también el santo ser que nacerá será llamado Hijo de Dios. Y aquí tu pariente, Elizabeth, ella también ha concebido hijo en su vejez, y este es el sexto mes para ella. la que llamaban estéril, porque nada es imposible para Dios. Entonces María dijo, he aquí la sierva del Señor, hágase conmigo conforme a tu palabra. Y el ángel se fue de su presencia. Y vamos a buscar en el libro de los Salmos la oración del Salmo 129 y perdón, Salmo 119, comenzando a leer del 129 al 136, libro de los Salmos de apropiándonos de la oración del salmista del Salmo 119, versículo 129, al versículo 136. Después de terminar el 136, todos juntos digamos en nombre de Cristo Jesús, amén, sinceramente. Salmo 119, versículo 129, todos. Maravillosos son tus testimonios, por tanto los ha guardado mi alma. La exposición de tus palabras al umbral hace entender a los simples. Mi boca abrí y suspiré, porque deseaba tus mandamientos. Mírame y ten misericordia de mí, como acostumbras con los que aman tu nombre. Ordena mis pasos con tu palabra, y ninguna iniquidad enseñaré de mí. Líbrame de la violencia de los hombres, y guardaré tus mandamientos. Haz que tu rostro resplandezca sobre tu siervo y enséñame tus estatutos. Ríos de agua descendieron de mis ojos porque no guardaban tu ley. En nombre de Cristo Jesús. Amén. Sentémonos, hermanos. Continuando con nuestra serie sobre la Navidad, esta mañana estudiaremos el versículo 32 de Lucas 1. Lucas capítulo 1 y el versículo 32. En este versículo, el ángel Gabriel le profetiza a la Virgen María que nuestro Señor Jesucristo será grande y será llamado Hijo del Altísimo y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre. Lucas 1, 32. Ahora, nos enfocaremos en la frase, será llamado Hijo del Altísimo. Pero antes comentemos brevemente sobre las otras frases de este versículo. La primera frase es, será grande, será grande, refiriéndose a nuestro Señor Jesucristo, por supuesto. En 1715 hubo un rey en Francia, el rey Luis XIV. Él fue un rey muy, muy especial. Él fue el rey que dijo, yo soy el Estado. Y él mismo se llamó El Grande. Y por setenta y cinco años, perdón, setenta y dos años, él fue el rey de Francia y, por supuesto, muy famoso en Europa. Y con lo que decía y lo que él se creía, verdad, él era El Grande. Pero falleció. Pusieron su cuerpo en un ataúd, dicen que de oro, en la Catedral de Notre Dame. Por cierto, están las noticias en estos días. Se quemó y fue reconstruida. En esa gran catedral en Francia, pusieron el ataúd y para dramatizar la ocasión, la catedral estaba tenuamente iluminada con solo una gran vela sobre el ataúd del rey. Una vela grande, muy especial. Miles de personas estaban allí para escuchar el sermón del funeral. Y entonces el famoso predicador francés, Macilón, al comenzar a hablar, extendió lentamente la mano sobre el ataúd, apagó la vela y dijo lo siguiente. Sólo Dios es grande. Sólo Dios es grande. El predicador, por supuesto, estaba en lo correcto. Sólo Dios es grande, de verdad, incomparablemente grande, inmenso en su obra, inmenso en sus obras, inmenso en sus juicios. Como dice en los Salmos, grande en gloria, grande en misericordia y verdad, grande en poder y digno de ser alabado. La profecía del ángel Gabriel a la Virgen María se cumplió, por supuesto. Nuestro Señor Jesucristo fue grande y grande de verdad. Mostró su grandeza a sus discípulos. Hizo maravillas, obras grandísimas. Leemos de su grandeza, sobre todo de su exaltación. Dice la Escritura, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la dieza de la majestad en las alturas, hecho más grande, tanto superior a los ángeles, cuanto heredó más excelente nombre que ellos. Entonces, hermanos, amigos, apreciemos la grandeza de Cristo, admiremos quién realmente es Él. En este tiempo de Navidad, el bebé de Navidad no es de plástico, no es de yeso, es Dios grande, Dios hombre, grandísimo, grande en misericordia y verdad. Y sobre todo apreciemos, como dicen Isaías, que Él es grande para salvar. O como dijo el padre Juan el Bautista, Él es un ¡Poderoso Salvador! Bien, esa es la primera frase. Pero veamos la última frase, brevemente. La otra frase del texto es, Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre. Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre. Nuestro Señor es rey y se le profetizó a la Virgen María que sería el rey por David su padre. En su humanidad, descendiente del rey David, él entonces llegó a ser el rey de Israel. Pilato sin querer puso la verdad sobre el letrero sobre la cruz. Este es el rey de los judíos. Pero más que rey de los judíos, por supuesto, él es rey de reyes. Y como dice el versículo 33, su reinado no tiene fin. Ahora, tal vez para nosotros hoy en día la palabra rey tiene otra connotación. Hoy en día los reyes no son realmente soberanos. Están muy limitados. por el parlamento, por constituciones, por el pueblo, por así decirlo. Más bien son representantes sociales. Muchos de ellos, la mayoría de ellos, son reyes nada más de nombre, pero nada más para salir en los chismes de los periódicos, en los chismes de las revistas. No se imaginen a Cristo así de ninguna manera cuando dice la escritura que él es rey. Que él es rey es que él realmente es soberano. Tiene poder, decreta, gobierna, controla todo. que él es rey de reyes quiere decir que todos hacen conforme a su voluntad en el mundo y en el cielo, sean ángeles, sean hombres, sean animales, hasta el viento, el mar, como hemos visto en el libro de Marcos, la muerte, los demonios, todos hacen la voluntad del gran rey. Entonces, hermanos y amigos, todos los días oremos venga tu reino. Y como los llamados Reyes Magos, adoremos al recién nacido Rey. Honremos, obedezcamos sus leyes. Él es nuestro Rey. Consagremos a su servicio todo lo que hacemos, en cualquier profesión que estemos. Consagremos nuestras vidas a Él. Él es nuestro Rey. Muy bien, pasemos al corazón del texto, la frase del medio y es la que vamos a estudiar. En el versículo treinta y dos nos dice, será llamado hijo del altísimo Lucas uno treinta y dos. Este será grande y será llamado hijo del altísimo. Y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre. De esta frase, primero veremos unas definiciones. Luego veremos unas confirmaciones, luego veremos unas implicaciones, y terminaremos con unas amonestaciones. Muy bien, en primer lugar, unas definiciones. ¿Qué significa la frase, será llamado Hijo del Altísimo? ¿Cómo podemos definir esto? Será llamado Hijo del Altísimo. Cuando yo estaba en la primaria, en la secundaria también, mis amigos me decían, Paco, Otros, que no eran amigos tan cercanos, me decían el Orozco. Los maestros me llamaban el 37, ¿verdad? O el 36, el número 37 o el número 36 en la secundaria. Pero cuando el Señor estaba en la primaria o en la secundaria, no era llamado Hijo del Altísimo. Será llamado no quiere decir que era el nombre por el cual lo conocían. No era su apelativo. Pero como vimos la semana pasada precisamente, el nombre en la Biblia es la persona, es su carácter, es su ser, su naturaleza. Cristo será llamado Hijo del Altísimo significa que en su naturaleza, en su ser, Él ES Hijo del Altísimo. Eso es lo que nos da a entender esta frase. Bueno, ¿quién es el Altísimo? Por supuesto, Dios. Nos dice el versículo 35. Respondiendo, el ángel le dijo, el Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por lo cual también el santo ser que nacerá será llamado hijo de Dios. Hijo del Altísimo es hijo de Dios. La Biblia, desde Génesis hasta Apocalipsis, Se refiere a Dios como El Altísimo. Ahora, que Dios es altísimo es una manera de decir, por supuesto, que no hay alguien más alto que Él. Pero no se imaginen aquí altura en metros. Dios no puede ser medido. Dios es infinito. Dios es altísimo. Se refiere a su autoridad, a su majestad. No hay un juez más alto que Él. Él es el supremo juez de justicia del universo. No se puede apelar a una autoridad más alta que Dios. No hay poderes, no hay espíritus más gloriosos que Él. Isaías ha de haber sentido y reconocido esto. En Isaías 6 nos dice que Él vio a nuestro Señor Jesucristo. Nos explica el Evangelio de Juan, que fue nuestro Señor Jesucristo, a quien Isaías vio en Isaías 6, que vio a nuestro Señor Jesucristo en su trono alto y sublime. De eso se trata aquí. Ahora, que el bebé que nacería en Belén sería hijo del Altísimo, entonces significa que no sería hijo de José, por supuesto. Sería Hijo de Dios. Hijo con H mayúscula. Y yo lo hubiera escrito con oro aquí. Hijo de Dios. Cristo nacería. Una obra milagrosa del Espíritu Santo. Él sería Hijo de Dios. Entonces, Cristo tiene dos naturalezas. la humana y la divina. Él es Dios y Él es hombre. Y tenía que ser así para poder representarnos ante Dios como hombre y representar a Dios ante nosotros como hombres. Y tenía que representarnos como hombres. El problema es que como hombres pecamos. Pecamos en nuestra naturaleza humana y necesitamos entonces un salvador en naturaleza humana. Y también tenía que ser Dios para poder resistir el castigo de la justicia divina. Un hombre, un ángel no hubiera podido resistir el castigo de la cruz. Era la ira de Dios, la ira santa de Dios contra nosotros. Y por supuesto tenía que ser Dios para dar valor a su sacrificio, para dar valor a la cruz. Es por eso que la cruz nos puede salvar, porque el que murió en la cruz era hombre como nosotros y Dios, Hijo de Dios. Ahora veamos unas confirmaciones, entonces, que Cristo es Hijo del Altísimo, Hijo de Dios. Confirmaciones. Los otros nombres del Señor confirman esta verdad. La semana pasada, ¿se acuerdan? Él es Emanuel. ¿Qué significa Emanuel? Dios con nosotros. El profeta le llamó también. Increíble lo que dice el profeta. Podríamos pensar que habla de Dios Padre, pero escuchen bien. A Cristo, le dijo el profeta, se le llamará admirable consejero, Dios fuerte, padre eterno, príncipe de paz. En Apocalipsis, él es el alfa y el omega. En Apocalipsis, él es el todopoderoso. Esas descripciones son de Dios. Porque Cristo es Dios, se les puede hacer. Dios mismo, Dios Padre, dos veces dijo que Cristo era su Hijo en el bautismo y en la transfiguración. Dios mismo con su propia voz dijo, este es mi Hijo amado en quien tengo complacencia. Dios mismo. Creo que va a ser una gran vergüenza para los judíos cuando al final se den cuenta que en la cruz fue un pagano el que reconoció esta verdad. En la cruz, nos dice la Biblia, el centurión, los que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto y las cosas que habían sido hechas, temieron en gran manera y dijeron, verdaderamente este era hijo de Dios. Y otra cosa para mí es significante, creo. Los judíos no lo vieron así cuando se presentó él. A lo suyo vino y a los suyos no lo recibieron. Pero vean Lucas conmigo, vean Lucas capítulo 8. Nos encontramos aquí a los endemoniados gadarenos. Nos dice Lucas capítulo 8 y versículo 28. Véanlo con sus propios ojos lo que dice. Lucas capítulo 8 y versículo 28. Voy a empezar a leer el versículo 26 para los que no conocen la historia. Lucas 8, 26. Arribaron a la tierra de los gadarenas nuestro Señor Jesucristo y sus discípulos que están en la ribera opuesta a Galilea. Al llegar a la tierra, vino a su encuentro un hombre de la ciudad, endemoniado desde hacía mucho tiempo, y no vestía ropa, ni moraba en casa, sino en los sepulcros. Este, al ver a Jesús, lanzó un gran grito. Postrándose a sus pies, exclamó a gran voz, ¿qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te ruego que no me atormentes. Los hombres no lo reconocieron, pero los demonios lo reconocieron inmediatamente. Este es el Hijo del Dios Altísimo. Ellos saben la verdad y tiemblan ante nuestro Señor Jesucristo. Los hechos de Cristo también confirman que Él es Hijo de Dios, de su misma naturaleza y poder y gloria. Es porque Él es Hijo de Dios que de niño, de niño a los 12 años, ya podía contestar las preguntas más difíciles de los expertos. Cristo, por ser Dios, pudo perdonar pecados. paralíticos que trajeron sus amigos, ¿Se acuerdan? Que hicieron un hoyo en el techo, me imagino que era así como de eh en las palapas de de Río Bonito, ¿Verdad? Pudieron quitar las palmas, bajaron a su amigo, ¿Se acuerdan? Nuestro Señor Jesucristo lo primero que le dijo, hijito, tus pecados son perdonados. Y los que estaban ahí empezaban a murmurar, acá vi la verdad. ¿Quién puede perdonar si solo si si pecados y no solo Dios? Y era cierto. Pero Cristo lo podía perdonar porque él es Dios. Y fácilmente, fácilmente calmó el viento y la tormenta. ¿Por qué? Porque Él es Dios. Fácilmente, él pudo sanar a todos, los leprosos, los ciegos, los mancos, ¡todos! Fácilmente pudo resucitar a los muertos, ¡fácilmente! Y como decía uno de los puritanos, cuando él resucitó a Lázaro, qué bueno que dijo Lázaro Buenfuera, porque si no hubiera dicho Lázaro, todos hubieran salido. Si es Dios, Él es Dios, todo poderoso, Cristo. Entonces, a lo último, adoramos a Cristo, oramos a Cristo, porque Él es Dios, o como dicen hebreos, la imagen misma de la sustancia de Dios, la imagen misma de la persona de Dios, Dios en un cuerpo como el de nosotros, pero con todas las cualidades de Dios. Muy bien, pasemos a las implicaciones. ¿Qué implica que el bebé de Belén es el hijo del Altísimo? Bueno, una implicación es que el pecado ha de ser muy grave, muy punible, para que se requiera el sacrificio del hijo del Altísimo para poder rescatarnos del pecado. El pecado ha de ser algo muy grave ante Dios. muy punible para que se requiriera el sacrificio del Hijo del Altísimo para poder rescatarnos. Si hubiera otra manera, si hubiera visto otra manera de salvarnos del castigo eterno del pecado, Dios lo hubiera usado. Si los ángeles, el sacrificio de todos los ángeles pudiera habernos salvado, Dios hubiera sacrificado a todos los ángeles porque es el Hijo de Dios, su Hijo, su amado Hijo, su Unigénito que Él tuvo que dar para ser torturado y asesinado en una cruz por nosotros. El problema, por supuesto, es la justicia de Dios, que es muy santa, muy estricta. Y el pecado es tan abominable, tan punible, que sólo la muerte del Hijo de Dios podía pagar nuestra multa, nuestro castigo. Sólo la sangre de Cristo puede rescatarnos del infierno. Y aquí, hermanos, amigos, cuando digo pecado, no estoy hablando tan solamente de asesinatos y secuestradores y narcotraficantes, pero también De los mentirosos, mentiritas blancas. También de los chismosos, de los chismes, de los rumores. Las palabras ociosas. Eso es un gran pecado, nos dice nuestro Señor Jesucristo. Palabras ociosas, vas a ser juzgado por tus palabras ociosas. Enojos, odios, y codicias en el cosco. Cosco, bueno, presclu, decimos nosotros los viejitos. Entra al Paris Club y luego, luego que ponen las... esa chamarra de piel, qué bonita. Liverpool, esas camisolas tan finas y esos relojes. Y el diablo es tan astuto y nosotros somos tan carnales que tenemos todos esos pecados amontonados. Y nos explica Santiago, nos explica Santiago, si cometes un pecado, si cometes un solo pecado, delante de Dios eres culpable de todos. Santiago, todos los pecados son muy graves y merecen el castigo eterno de Dios, pero sólo la muerte del Hijo del Altísimo podía rescatarnos. Otra implicación, Primera implicación es que el pecado va a ser muy grave, muy punible para que se requiriera el sacrificio del Hijo del Altísimo. Otra implicación es que el amor de Dios por nosotros es inmenso, pues nos dio a su Hijo. ¡Nos dio a su Hijo! Los que son padres van a entender más esto, por supuesto. Y los que conocen la Biblia realmente se acordarán de la historia de Absalón. David, el rey David, tuvo un hijo muy bueno que se llamaba Absalón. Muy bueno. Una muchacha de Chihuahua me está diciendo no. Absalón, rebelde, disobediente. Es más, quiso matar a su padre para quedarse con el reino. Violó a sus concubinos. ¿Y qué pasa cuando David recibe las noticias? Tu hijo Absalón ha muerto. ¿Qué pasa con Absalón? como me hubiera gustado, pero bueno. Absalón, mi hijo. Absalón, mi hijo. Y en la victoria de Lau David, él está llorando y tristecido por su hijo Absalón. Ahora, multipliquen, inviertan eso y piensen, Cristo en la cruz. Yo sé, teólogos, yo sé, Dios no tiene pasiones, no puede ser afectado, por supuesto. Pero ustedes creen que... cuando Abraham tuvo que atar a su hijo y tuvo que agarrar el cuchillo, lo hizo con alegría. Ustedes creen, se imaginan el sentimiento de Abraham, su único hijo, su unigénito en Génesis 22, que representaba Salmo 22, que representaba el Evangelio de la Cruz. Ustedes creen que Abraham no sintió nada, nada de emoción. Ahora multipliquen eso al infinito entre padre y el hijo. Y nos dice la escritura que él dio a su hijo unigénito, el más amado. Juan 3, 16 es un texto de Navidad. De tal manera, amó Dios al mundo que ha dado a su Hijo. Y que nos caiga el veinte, hermanos, que cuando dice que Dios dio a su Hijo, lo dio para ser asesinado, colgado en una cruz. El que no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su hijo unigénito al mundo para que vivamos por él. En esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que él nos amó a nosotros. Envió a su hijo en propiciación, en sacrificio, para calmar la ira divina por nuestros pecados. Entonces, amigo, hermano, si alguna vez el diablo te hace dudar del amor de Dios, y lo va a hacer, el diablo es muy cruel, cuando esté sufriendo angustias, él te va a decir, Dios no te ama, mira lo que te está sucediendo. Acuerda, Dios nos amó tanto, tanto, tanto, que dio a su hijo por nosotros, por nuestros pecados. Muy bien, la penúltima implicación. Es que como Hijo del Altísimo, el Señor sufrió muchísimas humillaciones al vivir y morir por nosotros. Como Hijo del Altísimo, Él sufrió muchas humillaciones al vivir entre nosotros. No leí el artículo, ni me acuerdo de dónde lo leí. No leo revistas, no tengo revistas, pero generalmente lo vemos en internet las cosas ahora de todas maneras, ¿verdad? El caso es que vi el encabezado nada más de un artículo sobre el hijo de Carlos Slim. El hijo, si saben quién es Carlos Slim, mexicano, probablemente más millonario, multimillonario, más rico. Un tiempo fue el más rico del mundo, por cierto. Entonces, ¿se trata de su hijo este artículo? No lo leí, pero vi en la noticia. Iba dónde vive, dónde trabajó, qué escuela le dan sus estudios y cosas así. Siendo hijo de ese multimillonario, ha de haber nacido en el mejor hospital. Vivir probablemente con todos los lujos posibles, vestido con la mejor ropa. Ha de vivir en una mansión. Ha de haber estudiado, por supuesto, en las mejores escuelas. Muy probablemente tiene un buen trabajo. Excelente. Muy probablemente tiene residencias en Miami, Nueva York, Santiago. Y cuando la gente lo ve, la gente dice, ahí va el hijo de Carlos Slim. Pero Cristo no vivió así. Nació en un establo apestoso, rústico, Después de nacer fue llevado a Egipto, pues lo querían matar. Regresó de Egipto, pero para vivir en un pueblucho de Galilea, región de analfabetas, ignorantes y pobres. Cristo trabajó con sus propias manos como carpintero. No tuvo residencias en Jerusalén, no otra residencia en Damasco, no tenía otra residencia en Jericó o en Roma. No. Él no mintió cuando dijo que no tenía dónde recostar su cabeza, no tenía almohada. Y cuando unos lo vieron, cuando el pueblo lo vio, no dijeron, allí va el Hijo del Altísimo. No dijeron eso los judíos. ¿Saben qué dijeron los judíos, los escribas, los fariseos? En Juan capítulo 8 y versículo 41 dice lo que dijeron. Allí va un bastardo, hijo de fornicación. ¡Qué humillación! ¡Qué humillación! Pero eso no fue todo. A lo último, la gran humillación morir como esclavo. Si saben ustedes cuánto pagaron a Judas Iscariote por la traición, ¿se acuerdan cuánto le dieron? Treinta monedas de plata. ¿Saben ustedes que eso era lo que se pagaba por un esclavo en ese tiempo? En los tiempos del Antiguo Testamento, treinta monedas de plata. ¡Qué humillación! Precio de esclavo, muerte de cruz. La última implicación es que Dios Padre siempre escucha las oraciones de Cristo. Dios Padre siempre escucha las oraciones de su Hijo. Cristo es el hijo del Altísimo. De seguro, entonces, que Dios su padre le ayuda, lo sostiene y siempre atiende a sus ruegos. Mencioné hace unos momentos la resurrección de Lázaro. Vean con sus ojos ahora lo que dice nuestro Señor Jesucristo antes de resucitar a Lázaro en Juan capítulo once. Juan capítulo once. Juan capítulo once y versículo cuarenta y uno. Juan once y el versículo cuarenta y uno. Entonces quitaron la piedra de donde había sido puesto el muerto, es decir, Lázaro. Y Jesús, alzando los ojos a lo alto, dijo, Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes. Padre, gracias te doy por haberme oído. Yo sabía que siempre me oyes, pero lo dije por causa de la multitud que está alrededor para que crean que tú me has enviado. Por supuesto, es el hijo del altísimo, hijo de Dios. Dios siempre le ayuda, siempre lo sostiene, siempre atiende a sus ruegos. Y esta verdad nos motiva mucho, hermanos, porque nos asegura que Dios siempre atiende la intercesión de Cristo por nosotros. Siempre, siempre, siempre. Dios siempre dice que sí a su hijo amado en quien tiene complacencia. Muy bien, terminemos con unas amonestaciones prácticas de lo que hemos visto. Amonestaciones. Primera amonestación. Confía al 100% en las promesas de Dios. Confía al 100% en las promesas de Dios. Él había prometido, un niño nos es nacido, hijo nos es dado. Y el principado sobre su hombro llamarán su nombre, admirable consejero, Dios fuerte, Padre eterno. Príncipe de Paz, una profecía, una promesa que se hizo el pueblo de Dios en Isaías, 800 años antes de que naciera Cristo. Se cumplió esa profecía, se cumplió esa promesa para el pueblo de Dios. El hijo dado nació en Belén. Todas las promesas, todas las profecías de Dios se cumplen. Entonces puedes confiar tú en la palabra de Dios. No sé, ustedes tal vez tuvieron amigos que les gustaba, o no sé cómo decirles verdad, haber tenido un síndrome de algo, eran mentirosos, patológicos, que les gustaba decir mentiras, sí. Y a veces, ellos sabían que decían mentiras, y a veces nos decían, te juro, te doy mi palabra, mi palabra de hombre, así decíamos en el secundario. Palabra de hombre. No le confiamos, pero en la Palabra de Dios podemos confiar en Él al cien por cien. Todas sus promesas, todas sus promesas y profecías se cumplen. Él es fiel y verdadero. Otra amonestación, honra y ama a Cristo conforme a la verdad que Él es el Hijo del Altísimo. Respeta, reverencia a Cristo y ámalo conforme a esta verdad. El Salmo II no exagera. Nos suena fuerte, pero no exagera el Salmo II cuando nos manda, honrad al Hijo para que no se enoje y perezcáis en el camino, pues se inflama de pronto su ira. Bienaventurados todos los que en él confían. Cristo es el Hijo del Altísimo. Él merece toda reverencia, todo temor y sobre todo merece el amor, el amor de nuestro corazón, que lo amemos con todo el corazón por todo lo que Él es y lo que hizo por nosotros. Tercera amonestación. No rechaces a Cristo. No rechaces a Cristo. Rechazas a Cristo. Tú estás rechazando al Hijo del Altísimo. Tú dices que el Evangelio, lo que Él nos proclama, no es verdad. Entonces, como dice en 1 Juan, estás diciendo que Él es un mentiroso. Tienes que creer que Él vino al mundo a salvar a pecadores. No lo rechaces. No digas, Él es un mentiroso. Él no es el Hijo, el Altísimo. Muy pocas veces me enojo, de verdad. Pero una vez me enojé de verdad. Y no les voy a platicar nombres ni todo lo que pasó. Pero recibí una llamada. y se pusieron a hablar mal de mi hija. Y ella, yo más o menos sabía de las circunstancias y todo. Esta persona, en primer lugar, debió de haber hablado con ella primero. La Biblia dice, primero ve en privado con la persona que te ha ofendido. Si no, lleva a los testigos. Si no, lleva a la iglesia. Pero esta persona me llamó y directamente me dijo a mí, Y cuando habló mal de mi hija, ¿cómo me lo he? ¿Cómo me lo he? Multipliquen eso al infinito. Si algún día ustedes rechazan a Cristo, dicen, Él es un mentiroso. No es el Hijo del Altísimo. No es un poderoso Salvador. El infierno por eso es infierno, porque la gente no cree en el mensaje que Dios ha dado acerca de su hijo. Por supuesto, lo positivo aquí es hónralo, recibelo, cree en el mensaje que Dios nos ha dado acerca de su hijo y tendrás la vida eterna, el amor de Dios. Claro. En último lugar, confía al 100% que Dios nos perdona todos nuestros pecados y nos recompensará por la justicia que tenemos en Cristo, porque Él es el Hijo del Altísimo. Lo repito, confía al 100% que Dios nos perdona todos nuestros pecados y nos recompensará por la justicia que tenemos en Cristo, pues Él es el Hijo del Altísimo. La vida y muerte de Jesús, de Cristo. Tiene valor para nosotros porque Él es el Hijo del Altísimo. Tiene un valor infinito en su justicia, en su perfección. En la revista de justicia y santidad de Cristo. Dios nos ve en Cristo. Por eso nos perdona. Por eso nos rescata. Por eso vamos al cielo. Por la vida y muerte y resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Y aquí lo que quiero enfatizar es a los cristianos. Pues si de verdad eres cristiano, te va a pasar, te lo aseguro. Si de verdad eres cristiano, te vas a sentir muy mal en tu conciencia por cualquier pecado. Que ves algo en la televisión, ves algo en internet, aunque sea de paso, pero lo viste, ¿te te sale una mala palabra? Te vas a sentir muy mal, muy mal. Y déjenme decirles a ustedes como cristianos, hermanos, hermanas, confiemos en las promesas evangélicas de Dios que de verdad nos perdona todo. Especialmente los pecados que cometemos como cristianos. ¿Por qué? Mas Dios muestra su amor para con nosotros. En que siendo pecadores, Cristo murió por nosotros. Pues mucho más. Mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira, porque siendo enemigos fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su hijo. Mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su ira. En último lugar, hermano o hermana, ya que Dios dio a su Hijo, puedes esperar su ayuda en cualquier cosa. Ya que Dios dio a su Hijo, puedes esperar la ayuda de Dios en cualquier cosa. Van a reconocer el versículo, el que no escatimó ni a su propio Hijo. el que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros. ¿Cómo no nos dará con él todas las cosas? El que no titubeó Por amor, por gracia y por misericordia, dar a su Hijo, entregarlo por nuestros pecados en un sacrificio en la cruz. ¿Cómo no nos dará también? Y la palabra ahí dará es gratuitamente. ¿Cómo no nos dará con él todas las cosas? Si en el 2025 necesitas algo para la vida y la piedad, de seguro Dios te lo da. Si en el 2025 necesitas algo para la vida y la piedad, de seguro que Dios te lo va a dar. De seguro. Porque si Dios dio lo más precioso, lo más valioso, ¿a quién amaba tanto cómo nos va a dar lo menos? El ángel le dijo, María, no temas, porque has hallado gracia delante de Dios, y ahora concebirás en tu vientre y darás un hijo, llamará su nombre Jesús. Este será grande, será llamado Hijo del Altísimo. Y el Señor Dios le dará el trono de David su padre, y reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin. Oremos. Gracias te damos Señor, nuestro Padre, por Cristo. Te pedimos que tu nombre sea santificado, que Él sea exaltado en estos días que reconozcamos Belén, en Belén nació Cristo por nosotros. El verbo se hizo carne por nosotros. ¡Qué amor que diste a tu Hijo! Le pedimos Señor en este día que en tu misericordia lo hagas un día de descanso para nuestros cuerpos y para nuestras almas. Y en ese tiempo que nos alegremos, nos gocemos en el Evangelio, las buenas noticias. Dios dio a su hijo un ingenito para que todo aquel que en él cree no se pierda, más tenga vida eterna. Inyecta estas lecciones a nuestros corazones. Danos el gozo de la salvación. En Cristo Jesús. Amén. Vamos a despedirnos, hermanos, pues,
Anuncio de Navidad a la Virgen
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Estudiamos el anuncio de Navidad a la Virgen.
Sermon ID | 122324428123502 |
Duration | 42:34 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Luke 1:26-38 |
Language | Spanish |
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