
00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
Marcos 10, versos 46 al 52, el tema del mensaje en esta mañana, buenas noticias. Marcos 10, 46 al 52, nos dice de la siguiente forma. Entonces llegaron a Jericó, y cuando él salía de Jericó con sus discípulos y una gran multitud, un méndigo ciego llamado Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado junto al camino. Cuando oyó que era Jesús el Nazareno, comenzó a gritar y a decir, Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí. Y muchos lo reprendían para que se callara, pero él gritaba mucho más, ¡Hijo de David, ten misericordia de mí! Jesús se detuvo y dijo, ¡llámenlo! Y llamaron al ciego diciéndole, ¡anímate, levántate que te llama! Arrojando su manto, se levantó de un salto y fue a Jesús. Y dirigiéndose a él, Jesús le preguntó, ¿qué deseas que haga por ti? Y el ciego le respondió, Raboni, que recobre la vista. Vete, tu fe te ha sanado, le dijo Jesús. Al instante, el ciego recobró la vista y lo seguía por el camino. Que Dios bendiga su palabra en nuestros corazones y la prospere. Buenas noticias. Pueden sentarse. Nos relata el Evangelio de Marcos que el Señor Jesús va camino a la cruz, se acuerdan que eso lo hablamos el domingo pasado, que Él va camino a Jerusalén. para mostrar a los suyos el camino de salvación, para enseñar a los suyos el llamado que les hace para servir, como vimos el domingo pasado, y siendo su vida, la del Señor, una vida y ejemplo de lo que es el llamado a ser seguidor de Cristo, a ser siervo de Cristo. Valientemente, nosotros podemos afirmar que el Señor se dirige a su martirio, pero con la firme determinación de hacer la voluntad del Padre, la voluntad del Padre Celestial, de comunicar a su pueblo buenas noticias. Quiera Dios ayudarnos hoy, mis hermanos, para que en medio de las dificultades propias que nosotros tenemos como cristianos, en medio de un mundo pecador, nosotros podamos tener la firme determinación y el poder de vivir para la gloria de Dios, de acuerdo claramente a lo que Él ha establecido en su palabra. Quiera a Dios hoy permitirnos escuchar estas buenas noticias en medio de nuestra condición particular, de modo que recibamos la fe para creerlas y ser transformados por ellas. Quiera a Dios que el Señor nos ayude y nos lleve por ese camino. El relato de Marcos que nos corresponde estudiar en esta oportunidad nos menciona el caso de un hombre ciego, el pasaje paralelo de Mateo nos dice que eran dos ciegos no sabemos exactamente las razones por las que Marcos, acá, en el que acabamos de leer, y también Lucas, pues, quien probablemente Lucas fue quien leyó a Marcos, no sabemos cuáles fueron las razones que tuvieron para centrarse solamente en uno de ellos. Lo cierto es, mis hermanos, que Marcos, y que es el evangelio que estamos estudiando en esta ocasión, pues nos dice que era un ciego. también nosotros podemos pensar que Timeo era una persona conocida, ¿quién era Timeo? El papá de Bartimeo. entonces por esa razón nosotros vemos que cuando hace referencia a Bartimeo dice Bartimeo hijo de Timeo probablemente este hombre era conocido en aquel entorno en aquel lugar y por eso hace referencia a de quien es hijo Bartimeo Lo cierto, mis hermanos, es que en esta mañana nuestro ánimo, nuestro enfoque, debe de ser centrarnos en lo que ocurrió en la vida de Bartimeo, porque esto debe de servirnos a nosotros como una ilustración viva de lo que es el Evangelio de Jesucristo, el Hijo de Dios. Así que vamos a ver en detalle esto. Vamos a considerar en esta mañana tres cosas que podemos extraer de este pasaje bíblico de Marcos. Lo primero es que el Señor ha venido a traer buenas noticias para los que están en miseria. Eso es lo primero. El Señor ha venido a traer buenas noticias para los que están en miseria. en dolor, en aflicción, imposibilitados por sus propios medios de cambiar su condición. Pero en medio de esa condición el Señor Jesús ha venido a hacer su obra. Eso fue lo que le mandó a decir a Juan el Bautista cuando Juan el Bautista estaba preso, cuando Juan el Bautista estaba sentenciado a muerte, y él manda a uno de sus discípulos, Juan el Bautista, a preguntarle a Jesús si él era el Mesías o si habían de esperar a otro más. Y Jesús le da una respuesta bella que nosotros encontramos en Mateo 11, 5, donde el Señor dice, los ciegos reciben la vista y los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se les anuncia el Evangelio. y esto es lo que nosotros hemos visto acá en este Evangelio suceder una y otra vez en todo lo que es este relato evangélico que hemos venido estudiando desde hace muchas semanas atrás. Ahora aquí nosotros resaltamos el hecho de la condición también en la que está toda la raza humana Toda la raza humana está en esa misma condición de perdición, quizás no físicamente, están ciegos pero sí espiritualmente, sordos están espiritualmente hablando, están muertos espiritualmente hablando, están en pocas palabras, en una condición de miseria total. Estén o no estén rodeados de bienes temporales. En las afueras de la ciudad de Jericó se presenta el hecho relatado en este pasaje. Nosotros, según algunos historiadores, sabemos que esta era una ciudad que fue construida al lado de las ruinas o cerca de las ruinas de la antigua ciudad de Jericó a la que hace referencia el Antiguo Testamento. Esta ciudad fue fortalecida y fue embellecida por Herodes el Grande y por su hijo Argelao y se constituyó como lugar de descanso invernal para los reyes de aquella zona, de aquella época. Era una ciudad agradable, era una ciudad confortable, era una ciudad llena de belleza y esplendor, pero esa ciudad, con todo eso que tenía, no podía cambiar la condición de personas como Bartimeo, en una ciudad agradable que, desconcierto, mis hermanos, produce ver personas indigentes. ¿Dónde está la prosperidad de dicha ciudad reflejada en ellos? Y eso a mí me acuerda cuando yo viajé el año pasado a Calgary, en Canadá, una ciudad bella, preciosa, ¿verdad? Preciosa de verdad, pero que en medio de esa hermosura nos encontramos, nos topamos en el camino con personas viviendo en la calle. Es triste, ¿verdad? Es triste, ¿verdad? Entonces, es una muestra, mis hermanos, de lo que es la condición social, moral y espiritual decadente de los habitantes de las ciudades. Hay personas rodeadas de bienestar económico y muchas cosas, pero carentes y ansiosas de dicho bienestar. y lo único que tienen en común con los que son poderosos en esas ciudades, esa gente es poderosa y esta aquí bajita, pobres, indigentes, lo único que tienen en común esos ricos y esos bajos es el estado de miseria y bancarrota espiritual. Porque eso es lo cierto, mis hermanos, aquí abajo el indigente está en miseria espiritual y física también, y económica también. El de allá arriba también está en balcarrote espiritual. como aquel ciego que nosotros leemos en este pasaje del Evangelio de Marcos, se hallaban incapacitados para ver, no son capaces de ver muchas veces las personas que están en ese estado, de ver su condición, de ver las cosas como realmente son y están llenos de tinieblos y no pueden ver la luz. cualquiera que sea el lugar en el estrato social en que se encuentre la persona. La humanidad camina rumbo a la destrucción y no hace nada para detenerlo. Hombres y mujeres por igual están corriendo desenfrenadamente tras sus deseos de grandeza, de placer, de vanidades y no se percatan del camino de muerte por el cual están andando, no se dan cuenta de ello. Pero lamentable es, mis hermanos, y esto aquí me gustaría que usted preste atención, es que muchos, aún creyendo que son cristianos, viven una vida similar, viven una vida angustiados por las mismas cosas con las que se angustian aquellos que no se identifican como seguidores de Cristo Jesús, se deprimen igual que los incrédulos quejándose, muchos que se hacen llamar cristianos, siendo desagradecidos como aquellos que no ven el favor de Dios en el día a día y por eso no crecen en el Señor y no pueden vivir descansando en la gracia de Dios y en el regocijo de la vida nueva que solamente puede producir el Señor. Esa es la triste condición de toda la humanidad, pero más triste aún es para aquellos que se hacen llamar cristianos, que siguen ese mismo camino de perdición. Ojalá usted no sea de ellos, pero si usted es de ellos, pues entonces hoy usted tiene una buena oportunidad de reconocer dónde usted se encuentra y acudir a Cristo, acudir a Cristo, acudir a Él buscando su ayuda. El hombre, mis hermanos, está totalmente incapacitado en lo espiritual para lograr por sí mismo su sustento, su fortaleza, su firmeza. No hay nada que pueda hacer el hombre por sí mismo. En el caso de Bartimeo, nosotros encontramos que él halló la mendicidad como la única forma de lograr algún sustento, es decir, el pedir, el pedir, pero él dependía por completo de la generosidad de las personas que pudieran ofrecerle algo. Quizás algunas personas pueden decir en cuanto a la pobreza, no, que la pobreza es falta de oportunidades, que la pobreza es a causa del sistema económico y social en el que vive, no, que la pobreza es falta de iniciativa propia o cualquier otra cosa para tratar de explicar la condición miserable en la que se encuentran muchas personas, como el caso que nos ocupa en esta mañana de este hombre llamado Bartimeo. Lo cierto, mis hermanos, es que él estaba incapacitado para sostenerse por sí mismo, para ayudar a su familia, y cayó en este estado de ser un mendigo, una persona que necesitaba de la ayuda y de la generosidad de otras personas para sostenerse. son muchos los motivos también hoy por lo que la gente también cae en ese estado de ser méndigo y no son pocos los que se aprovechan de esa condición de estos méndigos para sacar provecho de ello, como es el caso de los políticos, pero lamentablemente también es el caso de los religiosos, también ese es el caso, Y lo cierto mis hermanos que eso es una muestra de la condición moral y espiritual en la que se encuentra nuestra sociedad. Para nosotros los creyentes es una oportunidad para que sinceramente anunciemos el Evangelio y mostremos el amor de Dios dando las malas y las buenas noticias señalando que a esa condición lleva el pecado, pero que hay esperanza y esa esperanza solamente se encuentra en Cristo Jesús, solamente en Él. Y quizás usted económicamente no está en ese estado de ser una persona méndiga, es posible que sus esfuerzos y anhelos más profundo pudieran estar puestos en lo que otros puedan hacer por usted. No para que le supla para usted comer, como en el caso de Bartimeo, pero quizás está usted en una condición donde usted está esperando que alguien venga a resolverle. Ya sea un afecto, yo deseo que me amen, o ya sea una oportunidad laboral, o lo que sea. O lo que sea. Hay personas que están mendigando algo en la vida y no es en el aspecto económico. y lo que yo sé es que nada de eso, de lo que usted pueda conseguir de otras personas será suficiente para cambiar, para cambiar su condición, para usted poder sostenerse en verdad, para saciar su más profunda necesidad, no hay nada que pueda darle eso, solamente es Cristo, solamente es Cristo el que puede satisfacer. Personas que se dedican verdad a tratar de encontrar ese vacío interior a través de muchas cosas que no voy a entrar en detalle en esta mañana, pero lo cierto de todo es que el único que puede saciar y satisfacer ese vacío interior en el ser humano es Cristo Jesús. Él, precisamente, Cristo Jesús, fue quien vino a dar buenas noticias a los que estaban en una condición de miseria, incapaces de cambiar su condición por sí mismos. Y eso es lo primero que podemos ver acá, mis hermanos. Lo segundo que nosotros podemos ver en este relato es que el Señor ha traído buenas noticias que producen fe. Eso es lo segundo. El Señor ha traído buenas noticias que producen fe. Nosotros hemos dicho, y usted lo ha oído y yo lo he repetido en varias ocasiones, que el hombre por naturaleza, a causa de pertenecer a una raza caída, está en una condición miserable de la cual no puede salir por sí mismo. y que esa esperanza solamente para salir de esa condición se encuentra en Cristo. Y también nosotros, yo también debo de decir que abrazar esa esperanza y descansar en ella es también obra solo de Cristo. Y de eso se trata las buenas noticias que queremos compartirle hoy. Ya le estamos compartiendo a ustedes en esta mañana. Nosotros vemos aquí en la historia que Bartimeo escuchó el alboroto. el alboroto de esa multitud que estaba pasando por allí, quizás dirigiéndose juntamente con Jesús a la fiesta hacia Jerusalén, pero había algo especial en esta oportunidad, no sólo pasaba una multitud por ese camino, Jesús Nazareno estaba pasando por allí. Esa era la diferencia. La fama de Jesús se había extendido por todo lugar y a oídos de ese ciego habían llegado buenas noticias de Jesús que lo identificaba como aquel rey prometido por Dios para salvar a su pueblo, para socorrer a los suyos Pero ahora, en ese momento, esa esperanza se hacía más cercana, se hacía más real, porque Jesús estaba allí. Y aunque Bartimeo era ciego y no conocía a Jesús, por lo que él oyó, él creyó y, por tanto, él clamó. ¿Cuál fue el clamor de Jesús? ¿Cuál fue el clamor de Jesús? En Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí. Las buenas noticias señalan al único que puede librar de la miseria. Este título, mis hermanos, con el cual el ciego llama al Señor, muestra que sólo aquel Rey y Salvador prometido por Dios es el que hace justicia al agraviado, es el que tiene misericordia de los desvalidos, es el que da vista a los ciegos, hace oír a los sordos, hace hablar a los mudos y hace andar a los cojos. Quizás Bartimeo, mis hermanos, no articuló un tratado teológico de lo que creía acerca del Mesías prometido, pero él pudo en la práctica expresar una fe sencilla y correcta en aquel que podía librarle de esa condición. Y eso es lo importante, mis hermanos, lo poco o lo mucho que usted ha aprendido, qué tanto le ha llevado a ponerlo en práctica, a ejercer esa fe. Porque si usted no está haciendo nada con todo lo que usted ha aprendido en estos años, lamentablemente usted está peor que Bartiméo. Porque no es solamente ser oidores, No es solamente oír, sino que en el momento de la verdad usted pueda aclamar a Dios, en el momento de la verdad se pueda acercar a Dios y confiar, y confiar en Él. Y no solo eso, mis hermanos, no solamente vemos eso de que Jesús, hijo de David, Él hizo la historia de mí, sino que Él pudo perseverar en esa fe a pesar de las reprensiones para que no siguiera gritando en el camino. Eso usted lo ve allí, en el pasaje. Es decir, no solamente clamó y le dijeron, cállate, cállate, no moleste, y él se cayó. No, él siguió insistiendo. Dice, hermano, aprenda algo. A eso debe de llevarnos las buenas noticias. Aclamar al Señor con todo nuestro corazón. Colocando toda nuestra esperanza solamente en Él, en Cristo. Porque solamente Cristo nos puede ayudar de verdad. Y le voy a decir algo, si usted está pensando en esto, porque podría estar pensando en esto y quizás es una influencia de Satanás. Aunque Dios no necesita que nosotros le gritemos, aunque Dios sabe todas las cosas, como nos dice el Salmo 103, 14, por si acaso usted pensó en ese Salmo, que dice, porque Él sabe de qué estamos hechos, se acuerda de que sólo somos polvo. A pesar de ello, también el Salmo 50 15 nos promete lo siguiente, 50 15, invoca mi nombre en el día de la angustia, yo te libraré y tú me honrarás. Esa es la promesa. Las buenas noticias, mis hermanos, nos señalan solo a Cristo, para que clamemos a Él, para que confiemos solamente en Él. para que cambiemos nuestra manera de pensar, para que cambiemos nuestra manera de actuar, para que tengamos una fe sencilla, sí, pero firme, solamente en Él. La fe es un don de Dios, mis hermanos, y se nos comunica por medio del anuncio de Su Palabra, cuando Su Palabra es anunciada. ¿Qué es lo que dice Romano 10, 17? que la fe viene por el oír y el oír por la palabra de Cristo. Así que nosotros podemos asegurar que las buenas noticias de Jesús producen fe, pues nos señalan al único que nos puede librar. Pero hay que oír, hay que oír, hay que ser expuesto a la palabra, hay que estudiar la palabra, hay que venir a la palabra, hay que prestar oídos sordos a lo que dice el mundo, porque batallan, batallan los que dice el mundo. a lo que dice el Señor en su palabra. Acuérdense lo que pasó con Bartimeo, qué le estaba diciendo a la gente. ¡Cállate! ¡Cállate! Y Bartimeo sigue persistiendo en la situación, o mejor dicho, en lo que él desea. ¡Ten misericordia de mí, hijo de David! y luego del clamor, y luego de las reprensiones, y luego de él insistir, entonces él escucha unas palabras. ¿Cuáles son esas palabras que él escucha de parte de la gente? ¡Anímate! ¡Levántate! Que te llama Bartimeo estuvo clamando por misericordia, ahora escucha que es llamado por el Señor. Ya no es más reprendido por la multitud, sino que él es animado, pues aquel que tiene misericordia, que perdona pecados, que sane enfermos, que liberta endemoniados, que resucita muertos, le estaba llamando. Las buenas noticias nos dicen que en medio de nuestra condición hay una sola esperanza y esa esperanza se llama Jesús, el Rey, el ungido prometido por Dios para salvar a su pueblo afligido. Es Él. Las buenas noticias nos dicen que si confiamos en Él, y eso se expresa, ¿verdad?, cuando clamamos a Él por misericordia, no seremos defraudados. Acuerde eso, mis hermanos, no es que usted clamó un día y el Señor ya no respondió y ya porque no me respondió ya no voy a orar más. Imagínese si Bartimeo sigue el consejo que usted acostumbra usar en su vida. Ya yo le pedí al Señor y ya no le voy a pedir más. ¿Dónde estaría Bartimeo? Luego de pasar el sur por allí, ciego, pidiendo, mendigando, a ver si alguien tenía misericordia. Hay que insistir, mis hermanos. Hay que insistir. La palabra de Dios nos dice que si nosotros confiamos en Él, no seremos defraudados. Hermanos, la Biblia nos enseña El Salmo 34 5, los que a él miraron fueron iluminados, sus rostros jamás serán avergonzados. Es una promesa, eso da ánimo a todo aquel que es llamado por Dios a la salvación, a vivir para su gloria. Pregunto para usted, ¿ha escuchado usted esa buena noticia? ¿Cree usted de todo corazón que en medio de su condición, de su ceguera espiritual, podría ser o incapacidad, cualquiera que sea, el Señor es poderoso para librarle y usted puede confiar solo en Él? ¿Recibe usted ánimo en la Palabra de Dios o usted anda buscando de algo diferente para tener el ánimo de seguir adelante en su vida como seguidor de Jesús? Son preguntas que usted debe de hacerse, usted debe de responderse. Usted debe de encontrar una respuesta a esas preguntas. Y ojalá sean las respuestas correctas, y ojalá sean las respuestas que estamos exponiendo en esta mañana, ojalá sean las respuestas que encontramos en las Sagradas Escrituras, ojalá sea así para su vida. Y finalmente, mis hermanos, nuestra tercera enseñanza nos dice que Jesús ha venido a traer buenas noticias que transforman. Jesús ha venido a traer buenas noticias que transforman. Y es maravilloso ver en este milagro del Señor cómo nosotros somos llevados por Dios en el camino de la salvación. Cómo Dios viene a nosotros en medio de nuestra condición y nos da fe para creer en Él. y produce una transformación real en nuestras vidas, completa. La vida de Bartimeo fue totalmente cambiada por el Señor y fue un testimonio para su generación, para los que lo conocieron y para todas las generaciones que hemos escuchado lo que Cristo hizo en su vida, para que entendamos que las buenas noticias de Jesús realmente transforman, realmente cambian. permiten atender el llamado del Señor. Esas buenas noticias. Cuando este hombre escucha que Jesús lo llama, cuando él entiende que su clamor ha sido escuchado, cuando él entiende que está expuesto a la misericordia del Señor, ¿qué es lo que él hace? ¿Qué es lo que él hace? ¿Qué es lo que hace? Ahí en su pasaje, en su Biblia, ¿qué es lo que hace? ¿En la Biblia qué hace? Búsquelo. Pegó un salto, dejó todo atrás para ir al Señor. Seguramente ayudado por aquellos que habían expresado el tierno llamado del Señor cuando le dijeron, anímate, levántate, que te llama. Él no se detuvo para ver, ay, fue que escuché mal. No consideró que tal vez el Señor le podría rechazar. No consideró que él debía tomarse un tiempo para atender el llamado, sino que él creyó la buena noticia y actuó en consecuencia. Escuchó que el Señor lo llamó y ¿qué hizo? cuando escuchó el llamado del Señor, o cuando escuchó que la gente le decía, ten ánimo, levántate que te llama, ¿qué hizo? Corrió a su encuentro, recibió una buena noticia que le dio el ánimo para pararse del lugar donde estaba mendigando para ir a Jesús. Tuvo que confiar en los que le ayudaban a levantarse e ir al Señor, pero ahora estaría frente al mismo Jesús. bello precioso aprenda algo también que el señor también ha puesto gente a su alrededor para decirle a usted levántese tenga ánimo que el señor te llama cuando usted es puesto a la palabra no vea esto como un invento del pastor véalo como lo que es la palabra de Dios y si entiende que no es la palabra de Dios pues qué hace aquí, váyase Solamente quédese si usted entiende que aquí se está predicando la Palabra de Dios. Y si usted cree esas buenas noticias, entonces usted no puede hacer otra cosa que venir al Señor y venir delante del Señor y reconocer su condición y reconocer su necesidad de Dios. Esas buenas noticias que transforman, hacen reconocer la incapacidad del pecador. Dios lo sabe todo, no hay nada que nosotros podamos ocultarle, no hay cosa que se esconda de su conocimiento, pero Él se complace en que expresemos nuestra fe y que confiemos en Él. Es necesario expresarnos nuestra condición, lo que es nuestro anhelo más profundo delante del Señor. Bartimeo cuando escucha directamente a Jesús, cuando él tiene esa oportunidad de estar frente a Jesús, cuando él tiene esa oportunidad de escuchar de Jesús, ¿qué es lo que le dice Jesús? ¿Qué deseas que hagas por ti? Y esa es la oportunidad para reconocer su más grande necesidad en ese momento. ¿Y qué responde Bartimeo? Raboni, ¿qué quiere decir eso? Señor, maestro, que recobre la vista. Señor, abre mis ojos, como cantamos ahorita en el himno, no sé si ustedes se acuerdan. reconoció su ceguera, reconoció quien podía hacerle ver. Nosotros pertenecemos a una raza caída. Nuestros primeros padres gozaron de comunión con Dios, pero la perdieron al pecar contra Él en el Edén. Desde entonces todos nosotros nacemos en pecado, todos nosotros estamos apartados de Dios, todos nosotros estamos ciegos a la verdad, a la voluntad de Dios por completo, mis hermanos. Las buenas noticias nos dicen que Jesús es el único que nos puede abrir los ojos para ver el amor de Dios, que Jesús es el único que nos puede hacer ver la luz de su palabra, que Jesús es el único que nos puede hacer andar por ella. Constantemente, oiga bien, preste atención, nosotros necesitamos pedirle al Señor que podamos recobrar la visión. ¿Oyó eso? ¿Qué es lo que necesitamos pedirle al Señor? Pues a pesar de haber hecho una profesión de fe, es posible que nosotros tengamos ceguera, es posible que no veamos con claridad lo que Dios nos enseña. ¿Podemos entonces nosotros clamar como este hombre, ya no con gritos y desesperación, sino con qué? Sosegados a su presencia, con descanso en su presencia. Podemos decirle al Señor, Señor, que recobre la vista. Hazme, hazme ver las maravillas de tu ley, Señor. Esa es una oración que usted como cristiano también debe declamar al Señor. No temo como un hecho de que ya usted aceptó al Señor hace años atrás y ya no hace falta más pedir al Señor que le abra los ojos espirituales. Muchas veces somos segatos, tenemos miopía, Rachel, y no físicamente sino espiritualmente y necesitamos la ayuda del Señor y necesitamos acudir al Señor y necesitamos decirle, Señor, abre mis ojos para ver. Cuando yo venga a tu casa, Señor, a la comunión con mis hermanos en la fe, abre mis ojos para ver las maravillas de tu ley, las maravillas de tu palabra. Que no sea una persona vana, no sea una persona que pierda el tiempo, sino que sea una persona que realmente efectivamente yo pueda ver como tú ves. ¿Usted sabe qué cosa? Así como ocurrió con este hombre, ese impedimento para seguir al Señor fue quitado de Bartimeo por el mismo Cristo, mis hermanos, que le había dado fe para pedir recobrar la vista. Y nos dice el último verso de este pasaje, si usted gusta puede leerlo conmigo. Tu fe te ha sanado, le dijo Jesús. Y al instante el ciego recobró la vista y lo seguía por el camino. ¡Qué verdadero milagro! A la palabra de Aquel, en la palabra en los labios de Aquel que había dicho, sea la luz y fue la luz en la creación. Ahora Bartimeo recobró la vista. La fe en Jesús como el Mesías, como el Señor, como el Maestro, esa fe lo sanó. Y no hay razón para dudar, pero esa fe también salvó a este hombre. Sanó y salvó a este hombre. ¿Y qué nos salva ahora nosotros si no la sola fe en Cristo Jesús? Es lo único. Es lo único mis hermanos, el único que puede salvarnos es el Señor. No depende de nosotros. ¿Quién es que da fe al hombre? El Señor. ¿Qué es lo que el Señor dice? Pidan. ¿Qué nos dice que pidan? Pidan todo, pero pidan por fe. Por más fe. Y vemos, mis hermanos, que no hubo más tinieblas para este hombre. Sus ojos fueron abiertos, su ceguera fue quitada, recobró la vista. ¿Y luego qué hizo? Siguió Jesús. Eso es lo que producen las buenas noticias del Señor. seguidores de Jesús, gente que ahora puede ver, gente que ahora puede entender la condición en la que se encuentra, vivir en regocijo con ese regocijo de la nueva vida que Cristo le ha dado, porque ha experimentado la gracia de Dios y ahora se deleita en seguir al Señor. Por eso hay personas que hay que llevarle empujado y bueno, tenemos un problema. Yo había una reunión con el consistorio, hace como dos semanas, con el consistorio interino de la iglesia, y me decía uno de los pastores, no, ore y sea paciente, ore y sea paciente, porque el único que puede mover a una persona es el Señor. es el Señor. Y eso es lo que vemos en Bartimeo. Bartimeo se une a la multitud. Claro, yo debo de seguir hablando y debo de seguir proclamando la verdad, pero el único que puede hacer esa obra es el Señor. Bartimeo se une a la multitud que sube a Jerusalén para adorar a Dios. Va allá con Jesús su Salvador ¿Y usted sabe qué, mis hermanos? Que si usted escucha el Evangelio, si usted es expuesto a la Palabra pura de Dios, tenga por cierto que usted va a recibir la fe para creer en el Señor, para usted colocar toda su esperanza sólo en Él, para ver su vida transformada por Su Palabra y para seguirle con gozo cada día. Eso fue lo que ocurrió en Bartimeo, eso es lo que ocurrió en las personas. que veíamos esos milagros. En ocasiones Jesús le dijo ve y cuéntale a los tuyos cuan grandes cosas el Señor ha hecho por ti y en otros le permitió seguirle. Es triste mis hermanos que en nuestros tiempos hay personas que solo miran a Jesús como un milagrero y no como el Señor. que usó de maravilloso milagro, claro está, para ilustrarnos su mensaje de buenas noticias, pero solamente quieren ver esa parte. Muchos buscan hoy a Cristo solamente para que le conceda beneficios, beneficios temporales y desechan los beneficios eternos que Él vino a darnos. Muchos, lamentable, ocupan las sillas de muchas iglesias, iglesias grandes o iglesias pequeñas, pero no conocen ni siguen realmente al Señor. Siguen ciegos y no reconocen su ceguera espiritual, no física. Quiera Dios hoy hacernos comprender a cada uno de nosotros nuestra condición. y que si todavía hay tinieblas en nuestras vidas, el Señor traiga luz sobre nosotros, pero porque le clamemos a Él, porque le clamemos a Él. Si aún no podemos ver, puede ser que estemos viendo empañado, pero hay otros que quizás están totalmente ciegos, que el Señor nos dé la visión para ver con claridad, que el Señor nos haga ver nuestra condición, que el Señor nos haga ver nuestros pecados, Que el Señor nos haga ver nuestra negligencia en el uso de los medios de gracia, la oración, la lectura de la palabra, el congregarnos, el tener tiempo a solas con el Señor. Que el Señor tenga misericordia y nos haga recobrar la visión espiritual para saber que es mejor estar un día en la casa del Señor, que mil fuera de ellos. Que el Señor tenga misericordia de nosotros. Vamos a estar de pie y vamos a orar.
BUENAS NOTICIAS
Series MARCOS
Las buenas nuevas nos señalan solo a Cristo, para que clamemos a él, para que confiemos en él, para que cambiemos nuestra manera de pensar y actuar, y tengamos una fe sencilla pero firme, solamente en él. La fe es un don de Dios, y se nos comunica por medio del anuncio de la palabra de Dios, conforme a lo que nos dice Rom. 10:17. Acompáñame y envíame tus inquietudes en lo que respecta a este sermón basado en el evangelio de MARCOS 10:46-52.
Comunícate con nosotros a través del número: (809)234-7795 y el correo electrónico: [email protected]
La versión de la Biblia que utilizamos es la Nueva Biblia de Las Américas (NBLA)
Sermon ID | 1218231345307378 |
Duration | 40:13 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Mark 10:46-52 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.