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Vamos a abrir nuestras Biblias, hermanos, en la carta a Filemón. Seguimos, hermanos, en nuestro estudio expositivo del Evangelio según Filemón. Vamos a leer toda la carta, hermanos, nuevamente. Es uno de los libros más pequeños que tenemos en la Biblia, un solo capítulo. Vamos a darle lectura a toda la carta. ¿Estamos ahí, hermanos? Voy a leer para ustedes, si ustedes siguen con su vista, y después de esta lectura vamos a venir en oración al Señor. Es así la palabra de Dios, hermanos. Pablo, prisionero de Jesucristo, y el hermano Timoteo, al amado Filemón, colaborador nuestro, y a la amada hermana Apia y Arquipo, nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa, gracia y paz a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo. Doy gracias a mi Dios haciendo siempre memoria de ti en mis oraciones, porque oigo del amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús y para con todos los santos, para que la participación de tu fe sea eficaz en el conocimiento de todo el bien que está en vosotros por Cristo Jesús. pues tenemos gran gozo y consolación en tu amor, porque por ti, oh hermano, han sido confortados los corazones de los santos. Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte lo que conviene, más bien te ruego por amor, siendo como soy, Pablo, ya anciano, y ahora además prisionero de Jesucristo, te ruego por mi hijo Onésimo, a quien engendré en mis prisiones, el cual en otro tiempo te fue inútil, pero ahora a ti y a mí nos es útil. el cual vuelvo a enviarte. Tú, pues, recibelo como a mí mismo. Yo quisiera retenerlo conmigo, para que en lugar tuyo me sirviese en mis prisiones por el Evangelio, pero nada quise hacer sin tu consentimiento, para que tu favor no fuese como de necesidad, sino voluntario, porque quizá para esto se apartó de ti por algún tiempo, para que le recibieses para siempre. No ya como esclavo, sino como más que esclavo, como hermano amado, mayormente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor. Así que si me tienes por compañero, recibelo como a mí mismo, y si en algo te dañó o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, lo escribo de mi mano, yo lo pagaré, por no decirte que aún tú mismo te me debes también. Sí, hermano, tenga yo algún provecho de ti en el Señor. Conforta mi corazón en el Señor. Te he escrito confiando en tu obediencia, sabiendo que harás aún más de lo que te digo. Prepárame también alojamiento, porque espero que por vuestras oraciones os seré concedido. Te saludan Epafras, mi compañero de prisiones por Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu. Amén. Oremos el Señor hermanos. Padre nuestro, que estás en el cielo, le damos gracias, Padre, que nos has permitido adorarte. Ahora, Señor, ha llegado un momento especial en este culto, Padre, y es escuchar tu palabra, Señor. Permítenos, Señor, adorarte al escuchar el mensaje que tú tienes para nosotros, que sea de beneficio a nuestra vida espiritual, Señor, Padre Santo, me pongo en tus manos también, Padre, ayúdame a ser un expositor fiel de tu palabra, Señor, que hable yo conforme a tu palabra, Señor, quita de mí todo pensamiento humano, Señor, y, Señor, que seamos bendecidos en esta palabra. Te lo pedimos y te lo rogamos en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Salvador amado. Amén y amén. Esta tarde, hermanos, estaremos meditando solamente del verso 8 al verso 21. En el sermón pasado vimos un poco del contexto en el que se desarrolla esta carta. Vimos a quién iba dirigida y cuál era el tema central de la misma. Solo para destacar algunos puntos, vimos que esta carta fue escrita por Pablo cuando estaba preso en Roma por predicar el Evangelio. Esta carta iba dirigida a Filemón, en la cual Pablo intercedía por Onésimo. Éste había huido de Roma, y por lo que vemos, muy probablemente también le había robado a Filemón, ya que no era barato ir de Colosas hasta Roma. Estando en Roma, Filemón se encuentra con Pablo, y ahí cree en el Señor Jesucristo como su Salvador, y comienza a ayudar a Pablo en el ministerio. Algunos creen que Pablo no sabía que Onésimo era un esclavo, y que en un acto de sinceridad, Onésimo le confiesa su verdadera historia, lo cual hace que Pablo se sienta obligado a enviar nuevamente a Onésimo con Filemón para resolver este asunto. En primera instancia, porque había cometido un delito, y en segundo lugar, porque Onésimo también corría peligro como esclavo fugitivo. Lo envía con Tíquico, también con el fin de proteger a Onésimo. La Carta a Filemón, hermanos, está escrita en un tiempo cuando la esclavitud abundaba en el mundo. Una tercera parte del Imperio Romano se conformaba de esclavos. Enviar solo a Onésimo era algo peligroso, ya que había cazadores de esclavos que lo podían capturar y lo podían golpear. Pero Pablo, hermanos, no sólo envía un éximo contíquico para protegerle, sino que también envía con él una carta en la cual Pablo intercede por este hombre. Y vimos también, hermanos, el carácter de Filemón. Vimos que era un hombre ejemplar en su hogar, era un hombre ejemplar en la iglesia y de cierta forma un buen líder en el trabajo, ya que Onésimo hablaba cosas buenas de Filemón porque éste era un buen amo. Filemón era una persona humilde, un hombre que amaba a los demás y se sacrificaba por ellos, incluso si no fueran parte de la iglesia de Dios. Hoy nos enfocaremos, hermanos, en el segundo personaje que se menciona en esta historia, en Onésimo. Onésimo vimos que significa útil. Este nombre, hermanos, era un nombre común para los esclavos, ya que los dueños daban este tipo de nombres para venderlos más rápido en el mercado de esclavos. Onésimo tenía, hermanos, un buen amo, también tenía un buen nombre, pero tenía un mal corazón. Por lo que dice el verso 11, que Onésimo fue inútil para Filemón en otro tiempo. Nos dice esto, hermanos, que hacían las cosas probablemente mal y de mala gana. Lo que pide todo jefe, hermanos, o lo que se espera de los trabajadores, es que hagan las cosas bien hechas y que también las hagan de buena gana. Onésimo, hermanos, hacía las cosas probablemente a medias, al ahí se va, no le hacía mucho honor a su nombre, más bien se había convertido en una carga para Filemón. Y por encima de eso, tenía el deseo de huir de su amo, ya se quería salir de esa casa. Yo creo, hermanos, que hemos conocido a este tipo de personas, ¿no? Hace tiempo trabajé con un joven que no tenía ni la primaria, trabajaba muy poco y lo que hacía lo hacía muy mal y aparte de eso era problemático ahí en la empresa. Un día me dijo que ya se iba de la empresa porque ganaba muy poco y él estaba acostumbrado a ganar más dinero y lo hizo, se fue de la empresa. Como a los dos meses lo encuentro en la calle, hermanos, iba caminando, y le digo, ¿cómo te va en tu nuevo trabajo? Ya me dieron de baja. Entonces, ejemplos como Onésimo, hermanos, lo seguimos viendo hasta el día de hoy. Onésimo, hermanos, a pesar de que estaba bien con Filemón, decide irse, huye. Y como dice el verso 18, hermanos, muy probablemente le robó a Filemón para así poder llegar hasta Roma. Vean lo que Pablo dice, si algo te debe, ponlo a mi cuenta. Onésimo llega a Roma con la idea de que si nadie le conocía, podía comenzar una nueva vida. Podía comenzar de nuevo ahí en Roma. Pero él pertenecía a Filemón, hermanos. No había vida segura fuera de él. Como Jonás y el hijo pródigo, huyen lo más lejos de su Dios y de su padre, respectivamente, y de todo lo que tuviera conexión con ellos. En esta huida, hermanos, Onésimo se convierte en un fugitivo, en un criminal. La gente no podía abrirle las puertas de su casa por obvias razones, era un criminal. Había también cazadores de esclavos fugitivos quienes los capturaban para cobrar la recompensa puesta por el amo de dicho esclavo. Una vez capturados, estos esclavos eran maltratados. Cuando llegaban a la casa de sus amos, estos los marcaban en la frente con una F que significaba fugitivo para que la próxima vez que se quisieran escapar, la gente los pudiera reconocer. Sabiendo esto, hermanos, ¿cómo creen que vivía Onésimo en Roma? ¿Creen que estuviera con calma? ¿Creen ustedes que estuviera en paz, tranquilo, comenzando su nueva vida? Claro que no. Yo creo que ahí, hermanos, comienza a valorar lo que había dejado en Colossos, como el hijo pródigo, viendo que en la casa de su padre había abundancia de pan y él comiendo o deseando comer de las algarrobas que le daban a los cerdos. Onésimo, hermanos, tocando fondo en Roma, y conforme a la providencia de Dios, conoce a Pablo. Hermanos, ¿qué probabilidad hay de que se encontraran estos dos hombres en una ciudad tan grande? Muy pocas, muy pocas probabilidades. Pero en la providencia de Dios, hermanos, se encuentran. Como Pablo estaba en la cárcel, hermanos, probablemente Onésimo había cometido un delito y por eso fue a parar a esa misma cárcel. Simplemente estamos especulando. Pero Onésimo conoce a Pablo y cree en Jesucristo. Veamos que Onésimo, hermanos, no andaba buscando a Dios. Pablo dice que probablemente esto era de Dios, era necesario que él fuera apartado de Filemón porque Dios tenía un propósito para Onésimo. Onésimo, hermanos, era responsable de sus acciones, pero Dios triunfa sobre las malas acciones de los hombres. ¿Recuerdan lo que hicieron con José, sus hermanos? Lo vendieron como esclavo, Sufrió mucho José, pero al final esto era un plan del Señor para preservarles en los tiempos de escasez que se avecinaban. Dice el verso 10, hermanos, de nuestro texto, que ahí en la prisión, Pablo había engendrado a Unésimo. O en otra versión dice, dado a luz, Esto lo vimos en primera Corintios, hermanos, en el capítulo 4, verso 15, Pablo diciéndole a los Corintios, porque aunque tengáis diez mil años en Cristo, no tendréis muchos padres, pues en Cristo Jesús yo os engendré por medio del evangelio. En Gálatas 4, 19, Pablo les dice, hijitos míos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en vosotros. Pablo, hermanos, era un padre espiritual para Onésimo. Y ahora que había nacido de nuevo, veía que había cosas en su vida pasada que tenía que resolver. Pablo dice que Onésimo le era útil. Entonces, hermanos, esto indica que después de su conversión, Onésimo trabajaba grandemente por el Evangelio. Hasta que un día confesó a Pablo que era un esclavo fugitivo. Si Pablo, hermanos, hubiera conocido esto desde el principio, desde el principio lo hubiera mandado de regreso a Filemón. Entonces, hermanos, con esto podemos ver que había en Onésimo un verdadero arrepentimiento. Un verdadero hijo de Dios, hermanos, tiene esa carga por el pecado no confesado y no descansará hasta que lo confiese. Salmos 32, 3, que dice, mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Más adelante, en el verso 5, dice, mi pecado te declaré y no encubrí mi iniquidad. Dije, confesaré mis transgresiones a Jehová y tú perdonaste la maldad de mi pecado. Vemos un contraste en estos dos textos, hermanos. En uno oculta su pecado. ¿Y qué pasó? Dice, se envejecieron mis huesos. O sea que el dolor que tenía, hermanos, esa culpa se veía reflejada también en su cuerpo, no estaba bien. Y por otro lado, cuando él, el salmista, hermanos, que es David, confiesa su pecado, ¿qué hay en él? Paz, descanso, porque el Señor había perdonado esos pecados. Al enterarse Pablo, hermanos, de la situación de Onésimo, se ve obligado a enviarlo de nuevo con Filemón. Y se convierte en un mediador entre ellos dos. Como mediador, hermanos, Pablo ruega por Onésimo. Dice, te ruego por mi hijo Onésimo. Lo vemos en el verso 10. Pablo, hermanos, bien podía exigir el perdón de Filemón por este esclavo rebelde, pero lo deja a la conciencia de él para que este perdón fuera fruto de un amor genuino y no algo obligado, o no algo que se hiciera por obligación, por presión de Pablo. Así que por un lado, hermanos, el apóstol no está obligando a Filemón a perdonar, y eso es algo que ninguno de nosotros debe hacer con algún hermano. debemos dejar que el Señor trabaje en ese corazón y que de una forma natural se pueda dar ese perdón. Pero por otro lado, hermanos, el apóstol no deja de mencionar la responsabilidad de perdonar que tenía Filemón, ahora como cristiano, y lo lleva precisamente a la deuda que tenía con el apóstol. Pablo, hermanos, se pone en el lugar de onésimo. En el verso 12 y en el verso 17 dice, recibelo como a mí mismo, recibelo como si me recibieras a mí. Más adelante dice, y si en algo te dañó o te debe, ponlo a mi cuenta. Yo, Pablo, lo escribo de mi mano, yo lo pagaré. Todo el daño, hermanos, que había hecho Onésimo a Filemón va a la cuenta de Pablo, como si Pablo lo hubiera hecho. ¿Se dan cuenta, hermanos, de que lo que está recibiendo Onésimo en este momento es una vida nueva? Él prácticamente se va a presentar como una persona nueva delante de Filemón. Aquello que hizo el Onésimo malo, el Onésimo respondón, ladrón, ahora cóbrenselo a Pablo. Algunos dicen, hermanos, que Onésimo estaba presente cuando Filemón estaba leyendo esta carta, y creo yo, hermanos, que al estarla leyendo se estaba formando una nueva relación entre estos dos hombres. Este era el deseo de Pablo, hermanos, que lo recibiera como un hermano en Cristo. ¿Se dan cuenta, hermanos, de que todos nosotros somos onésimos? Todos nosotros teníamos como amo a Dios, el creador y dueño de todo. Filemón era bueno, pero no se compara con lo bueno que es nuestro Dios. Salmo 136, 1 dice, alabada Jehová, porque Él es bueno, porque para siempre es su misericordia. Y si siguen leyendo el resto del Salmo, se repite una y otra vez, porque para siempre es su misericordia. Filemón era bueno con todos, Dios es bueno con todos también. Mateo 5, 45 dice, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos y que hace llover sobre justos e injustos. Nuestro Dios, hermanos, no solo es bueno con los que estamos dentro de la iglesia, con los que hemos creído en Cristo Jesús. Todo el mundo, hermanos, goza de las bondades de nuestro Dios. Teníamos un buen nombre también como lo tenía Onésimo. Adán y Eva. Adán significa tierra y Eva significa vida. Fuimos hechos a la imagen de Dios y el propósito de esto, hermanos, es para que fuéramos útiles. Génesis 1 28 dice y los bendijo Dios y les dijo fructificad y multiplicados llenad la tierra y sojuzgadla y señoread en los peces del mar en las aves de los cielos y en todas las bestias y en todas las bestias que se mueven sobre la tierra. Onésimo hermanos tenía un buen amo y un buen nombre pero su corazón era perverso. Al igual que nosotros hermanos después de la caída heredamos un corazón malo y lejos de Dios. Estudiamos hace tiempo el Salmo 2. Donde se relata hermanos el deseo de estos hombres o de todos los hombres estar lejos de Dios dice rompamos sus ligaduras y echemos de nosotros sus cuerdas. Como Adán y Eva, hermanos, nos alejamos de Dios con nuestro pecado y vivíamos escondiéndonos de él. Onésimo se quería perder en medio de Roma, nosotros en medio del mundo y los placeres que éste ofrece. Pero ¿quién puede esconderse de Dios, hermanos? Hasta que en medio de nuestra perversidad, tocamos fondo de una o de otra manera. Efesios 2.12 dice, en aquel tiempo estaba y sin Cristo, alejados de la ciudadanía de Israel y ajenos a los pactos de la promesa, sin esperanza y sin Dios en el mundo. Queríamos libertad, hermanos, pero lejos de Dios no hay libertad. No queríamos ser esclavos de Dios, pero si no eres esclavo de Dios, entonces eres esclavo del pecado. Onésimo en Roma, hermanos, no buscaba, no buscaba a Dios. Dios lo encontró a él. Él no buscaba, hermanos, una iglesia. Es Dios quien lo encuentra en medio de su inmundicia. Efesios 2, del 1 al 9 dice así, y Él os dio a vida a vosotros cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre los cuales también todos vosotros vivimos en otro tiempo en los deseos de nuestra carne, haciendo la voluntad de la carne y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás. Pero Dios, que es rico en misericordia por su gran amor con que nos amó, aún estando nosotros muertos en pecados, nos dio vida juntamente con Cristo, por gracias sois salvos. Y juntamente con él nos resucitó y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús para mostrar en los siglos venideros las abundantes riquezas de su gracia en su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. Porque por gracia sois salvos por medio de la fe y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras para que nadie se gloríe. Onésimo, hermanos, al ser hallado por Dios, se arrepintió. Es decir, la muestra de que has sido hallado por Dios es que vendrás en arrepentimiento. Ahora, hermano y amigo que estás escuchando, no te andes preguntando, ¿Dios me habrá hallado ya o todavía no? Tú ven a Él con arrepentimiento. Cristo Jesús dijo, arrepiéntete y crea en el Evangelio. Si tú vienes en esta tarde y te arrepientes, pues sabremos que fuiste hallado por el Señor. Pero no te andes preguntando, oye, ¿el Señor ya me encontró o todavía no me encuentra? No, tú ven el arrepentimiento. Haz caso de lo que dice el Señor. Arrepiéntete y cree en el Evangelio. Onésimo hermano se arrepintió de lo que había hecho, ¿Pero eso fue suficiente, hermanos, para arreglar las cosas con Filemón? Él ya estaba arrepentido. Él confesó esto a Pablo, se arrepintió, estaba arrepentido de que había huido, probablemente de que le había robado a Filemón. ¿Y eso era suficiente? ¿Eso era suficiente, hermanos? No. Tenía una deuda y la tenía que pagar. Y si él no la podía pagar, necesitaba de un mediador alguien que sí lo hiciera, alguien que sí pagara lo que él había hecho. Tú y yo, hermanos, necesitamos ese mediador también, porque hemos cometido mucho pecado y no basta solamente con decir, ah, ya hice todo esto en mi vida pasada, me arrepiento, señor, perdóname, borrón y cuenta nueva, no es así, hermano. Tú y yo necesitamos ese mediador también. Y no es Pablo, no es Pedro, no es la Virgen, es Jesucristo. Primera de Juan 2.1 dice, hijitos míos, estas cosas os escribo para que no peguéis. Y si alguno hubiera pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo. Hebreo 7.25 dice, Por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios, viviendo siempre para interceder por ellos. Juan 17, 9 dice, yo ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que me diste, porque tuyos son. Onésimo, hermanos, tenía una deuda que tenía que pagar. Nosotros también teníamos una deuda y esa deuda era la muerte, ya que la palabra de Dios dice que la paga del pecado es la muerte. Pablo le dijo a Filemón sobre la deuda de Onésimo, ponla a mi cuenta. Esta frase hermanos que dijo el apóstol es sólo cortesía. Está claro que Pablo no pagó nada. Pero Cristo hermanos hablando sobre nuestra deuda con el Padre a quien habíamos ofendido dijo también ponla a mi cuenta yo la pagaré y verdaderamente la pagó en la cruz del Calvario. Esa deuda que teníamos con nuestro Dios, con el Padre, fue pagada por el Señor Jesucristo en la cruz del Calvario. Esta doctrina, hermanos, la conocemos como la doctrina de la imputación. Imputación es atribuir la responsabilidad de un hecho a una persona. Cristo pagó por nosotros en esa cruz la deuda que teníamos, como si Él la hubiera contraído. Y ahora ese pago que se hizo por medio de Cristo en la cruz, se nos atribuye como si lo hubiéramos hecho nosotros. Fue puesto, hermanos, en la cuenta del Maestro y Él la pagó. Dice el verso 19, yo Pablo lo escribo de mi mano, yo lo pagaré por no decirte que aún tú mismo te me debes también. Por lo que vemos hermanos al principio, se puede inferir que Timoteo fue quien escribía esta carta. literalmente, ¿no? Era el escriba de Pablo, pero en esta parte, hermanos, es como si Pablo hubiera dicho, déjame a mí escribir esta parte, tú conoces mi letra Filemón, sabes que yo lo estoy escribiendo, yo lo pagaré. Cristo, hermanos, le dice a Tomás que no creía, mira mis manos, palpa, y ve que yo soy, yo he pagado por el pecado de ustedes en la cruz. No se detalle, hermanos, qué pasó con la respuesta de Filemón. No sabemos cómo respondió Filemón. Esta solamente es la carta que le iba que le iba a llegar a él. Pero creemos, hermanos, que Filemón hizo caso a la petición de Pablo e hizo más de lo que pidió el apóstol, como dice el verso 21. Hay un relato que cuenta William Berkeley en su comentario sobre Filemón, dice que 50 años después de esta carta, Ignacio de Antioquía, uno de los grandes mártires cristianos, es conducido a Roma para ser ejecutado. En su viaje escribe cartas que se conservan aún a la iglesia de Asia Menor. Se detiene en Esmirna, desde donde escribe a la iglesia de Éfeso. Y en el primer capítulo de esta carta tiene mucho que decir acerca del maravilloso obispo de Éfeso. ¿Y cómo creen que se llamaba aquel obispo? Onésimo. Ignacio, hermanos, hace exactamente el mismo juego de palabras que había hecho Pablo. Es onésimo, no sólo de nombre, sino también de naturaleza. Un hombre provechoso para Cristo. Bien puede ser que el esclavo fugitivo, hermanos, llegara a ser, con el paso de los años, el gran obispo de Éfeso. Onésimo era nombre de esclavo y no era común, hermanos, que muchos esclavos llegaran a ser obispos, por eso se cree que este Onésimo que se relata en las cartas, en la carta, perdón, de Ignacio de Antioquía, era Onésimo de la carta a Philemó. Entonces, hermanos, viendo esto, vemos que Filemón, hermanos, verdaderamente perdonó a Onésimo. O si lo que estamos diciendo es cierto, Filemón perdonó verdaderamente a Onésimo. Y que entre ellos, hermanos, se formó una nueva relación, ya no de esclavo y amo, aunque legalmente lo seguían siendo. pero ya tenían una relación más que eso, eran hermanos en la fe. Ahora la nueva relación que tenían era, era que eran hermanos en la fe. Ahora en Cristo, hermanos, tenemos una nueva vida. Ya no somos esclavos del pecado, sino que somos esclavos de Cristo. Tenemos una nueva relación con Cristo. Somos parte de su familia y estaremos con él para siempre. Apocalipsis 22. Del verso 1 al 4 dice, después me mostró un río limpio de agua de vida resplandeciente como cristal que salía del trono de Dios y del Cordero en medio de la calle de la ciudad y a uno y a otro lado del río estaba el árbol de la vida que produce 12 frutos dando cada mes su fruto y las hojas del árbol eran para la sanidad de las naciones. y no habrá más maldición, y el trono de Dios y del Cordero estará en ella, y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. El verso 3 dice, hermanos, y sus siervos le servirán, los esclavos le estaremos sirviendo, y su nombre estará, ¿en dónde? En nuestras frentes. ¿Recuerdan que los esclavos los marcaban para que ya no se escaparan? Ahora estamos marcados por el Señor, indicando, hermanos, que somos de su propiedad y que nada ni nadie nos separará de él. Por eso, para los apóstoles, hermanos, era un orgullo ser llamados esclavos. Vean las cartas, vean en su Biblia, Pablo, esclavo de Jesucristo. ¿A poco no así empiezan varias cartas del apóstol? Pablo, esclavo de Jesucristo. Pedro, esclavo de Jesucristo. Usted lo encontrará como siervo, pero en realidad es esclavo. La palabra original es esclavo. Y es que la verdadera libertad, hermanos, se encuentra siendo esclavo de Dios, siendo esclavo de Cristo. Para terminar, hermanos, queda claro que somos onésimos, que esa es nuestra vida, que estamos leyendo nuestra vida. ¿Pero qué onésimo eres tú? El primero, que está dentro de la casa de su amo, que está dentro de la iglesia, que hace que lee la Biblia, que hace que ora, que hace que escuche el sermón, pero en realidad su corazón está en otra parte. Está en la diversión, en las pasiones de esta vida, y está esperando el momento idóneo para huir. O más bien, si tuviera la oportunidad, lo haría sin pensarlo. o eres el segundo onésimo, que se ha dado cuenta de su rebeldía, sabe que le ha fallado a su amo y que quiere corregir su pecado, quiere hacer honor a su nombre y ser útil en su casa, ser útil en la iglesia, ser útil en la sociedad, y sabe que la única forma de componer todo eso es teniendo un intercesor llamado Jesucristo. En el Salmo 2, versos 4 y 5, vemos la recompensa de aquellos que quieren seguir huyendo de Dios. Dice, el quemor en los cielos se reirá, el Señor se burlará de ellos, luego hablará a ellos en su furor y los turbará con su ira. Hermano y amigo que escuchas, No esperes darte cuenta de que era necesario venir al Señor cuando ya sea demasiado tarde. Y veas al Señor tan lejos de ti que ahora sí ya no hay forma de cómo acercarte a Él. Sigue el ejemplo de Onésimo. Busca a ese intercesor que pueda ir delante de ti cuando estés ante aquel en contra del cual has pecado. Hemos visto lo que hubiera pasado, hermanos, si Onésimo se hubiera presentado solo ante Filemón. Y ahora sabes también lo que pasará si te presentas solo ante Dios. Mateo 7, 23 dice, y entonces les declararé, nunca os conocí, apartaos de mí, hacedores de maldad. Pídele al Señor en esta tarde que sea tu mediador, que sea tu abogado, que sea tu redentor y que sea tu Señor. Hoy es el tiempo, hermano, en que te puedes presentar ante el Señor con Cristo de tu lado. Él está aquí y te puede salvar. Que así sea, hermanos. Vamos a orar al Señor. Padre nuestro que estás en el cielo, te damos gracias, Padre, por esta palabra, Dios eterno, donde nos recuerdas nuevamente lo hermoso que es tu Evangelio, Señor. Gracias, Padre, por habernos salvado. Gracias, Señor, por habernos... Rescatado, Señor, de nuestra esclavitud, Padre. Estábamos viviendo, Padre, en el pecado, nos deleitábamos en el pecado, Señor, pero ahora hemos sido transformados, hemos sido cambiados. por la obra maravillosa de Cristo Jesús. Gracias, Señor, por tu Evangelio. Y te pedimos, Señor, que este Evangelio llegue a aquellos a quienes no son salvos todavía, que llegue a nuestra familia que no es cristiana, Señor, que llegue a nuestros amigos que no son cristianos, Padre. Te lo rogamos, Dios eterno, en el nombre de Cristo Jesús, nuestro Salvador. Amén y amén.
El Evangelio según Filemón II
Series Filemón
Mientras que Pablo ofreció pagar la deuda de Onésimo con Filemón solo como un gesto simbólico, Cristo prometió pagar realmente la deuda de la iglesia con el Padre, cumpliendo esta promesa a través de su sacrificio en la cruz del Calvario.
Sermon ID | 12123557183320 |
Duration | 35:41 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | Philemon 8-21 |
Language | Spanish |
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