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Primero de Juan, capítulo 3, si Dios lo permite, vamos a considerar desde el versículo 4 hasta el versículo 6. Primero de Juan, capítulo 3, desde el versículo 4 hasta el versículo 6. ¿Demuestras con tu vida que perteneces a Cristo? O sea, ¿demuestra tu vida que perteneces a Cristo? Aquí en primera de Juan, capítulo 3, vemos como el, justamente el versículo anterior del, el último versículo del capítulo 2, nos dice, si sabéis que Él es justo, sabed también que todo el que hace justicia es nacido de Él. O sea, el apóstol Juan acaba de exponer que la práctica de la justicia, o sea, de la rectitud, muestra el nuevo nacimiento. O sea, si has puesto tu fe en Cristo como Señor y Salvador, vas a vivir de acuerdo a esa fe, vas a reflejar a tu Señor. Es que hay una conexión entre conocer a Dios y practicar la justicia. Y entonces, ahora lo que hace El apóstol Juan, aquí en capítulo 3, desde el versículo 4 hasta el versículo 6, el apóstol Juan presenta lo que revela la práctica del pecado. O sea, si tú persistes en el pecado, viviendo en el pecado, reflejas que no eres un creyente genuino, que no has puesto tu fe en Cristo como Señor y Salvador, porque no hay una transformación en tu corazón. Sigues practicando las tinieblas, sigues viviendo en las tinieblas, entonces sigues siendo hijo de las tinieblas. No eres hijo de la luz, porque no has creído en la luz, no has recibido la luz del Evangelio, no has creído en Jesús como Señor y Salvador. Y por ello aquí vemos en versículo 4, dice, todo aquel que comete pecado, vale, ahora está hablando de la persona que persiste pecando. En contraste, con el versículo 3, si notáis, primera de Juan, capítulo 3, versículo 3, dice, todo el que tiene esta esperanza en él se purifica a sí mismo, así como él es puro. Entonces, ¿qué es lo que hace el creyente genuino, el que ha puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador, el que tiene esperanza de vida eterna, el que anda en la luz? Pues se purifica. se arrepiente de sus pecados, y busca ser como Jesús. Pero, el que no es creyente genuino, vive en el pecado. No busca agradar a Jesucristo. Y por eso dice Hebreo 4, estos primeros de Juan 3, 4, pues el pecado es infracción de la ley. Y sabéis, que Él apareció para quitar nuestros pecados, y no hay pecado en Él. Todo aquel que permanece en Él, no peca. Todo aquel que peca, no le ha visto, ni le ha conocido. Ahora, aquí, en 1 Juan, el apóstol Juan, es inspirado por Dios, está escribiendo a los creyentes y les ha alertado de que hay falsos maestros, de que hay personas que rechazan la Deidad de Jesucristo, rechazan de que Él es el Señor, de que Él es el Salvador, y ellos piensan que son la élite o pertenecen a la élite espiritual. y el... el... conocimiento espiritual es lo que buscan. O sea, ellos se centran en el conocimiento. Y aparenta que los falsos maestros mantenían que el conocimiento era lo único que importaba. O sea, pensaban que la conducta, la manera de vivir, no importaba. Sin embargo, El apóstol Juan declara la realidad de que el pecado y su práctica es incompatible con la naturaleza del cristianismo genuino. Y por ello lo que hace el apóstol Juan, inspirado por Dios, aquí en primera de Juan 3, en versículo 4, el apóstol Juan manifiesta la naturaleza del pecado, donde nos dice que, o sea, el pecado es infracción de la ley. Y en el siglo V, el apóstol Juan manifiesta que el pecado es contrario a la misión de Cristo. Porque nos dice, sabéis, que Él apareció, o sea, que Cristo apareció para quitar nuestros pecados. Y no hay pecado en Él. Entonces, si Él apareció para quitar nuestros pecados, es incompatible con el vivir en pecado. Y en versículo 6, el apóstol Juan manifiesta que el pecado es incompatible con la nueva vida, porque nos dice versículo 6, todo aquel que permanece en él, o sea, el que permanece en Cristo, que permanece en una relación personal con Cristo, no peca, o sea, no va a vivir en pecado. Pero, el contraste, todo aquel que peca no le ha visto ni le ha conocido. O sea, la persona que persiste en pecado es porque no ha tenido un encuentro con Jesucristo, no ha tenido fe en él para salvación, no le conoce. Y por ello aquí vemos cómo el apóstol Juan contrasta la práctica de purificación, que nos encontramos ahí en versículo 3, donde el que tiene esperanza, ¿qué es lo que hace? Se purifica. Se arrepiente de sus pecados. Confiesa sus pecados. Clama a Dios y pide perdón y vive una vida de arrepentimiento. Se va purificando. Y el apóstol Juan lo contrasta con la persona que es indiferente ante el pecado. que no ve el pecado con seriedad. Y es que una persona puede mirar el pecado con indiferencia. Y decir, bueno, es que yo soy así. O, esa persona, es que es su forma de ser. O, es que son simples problemas de personalidad. O es que así es la cultura. Oye, todo el mundo lo hace. Eso es lo que el mundo quiere que pienses. Pero... esa actitud demuestra que no se entiende la naturaleza del pecado. Porque esa clase de persona no busca ser como Jesús. No desea ni ve la importancia de apartarse del pecado. Porque no ve el pecado con seriedad. Pero aquí el apóstol Juan, inspirado por Dios, enfatiza la seriedad del pecado, porque cuando pecamos, ofendemos a Dios, rompemos su ley, somos rebeldes. Y es que el primer paso para vivir una vida santa es reconocer lo malo que es el pecado. Ahora, el apóstol Juan ya ha destacado que el creyente debe de purificarse, debe de vivir una vida de arrepentimiento, porque no es perfecto, sino que necesita purificación. Por eso, ha resaltado en el versículo 3 En primera de Juan 3.3, todo aquel que tiene esta esperanza en él, se purifica a sí mismo, así como él es puro. Entonces, el creyente, ¿qué es lo que hace? Se purifica a sí mismo. ¿Cómo lo hace? En primera de Juan 1.9, si confesamos nuestros pecados, él es filijusto para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Entonces, si notáis aquí, volviendo a primera de Juan 3, versículo 3, dice, y todo aquel, ¿vale? Eso implica cualquiera, o sea, cualquier persona. Entonces, no hay una élite espiritual que esté por encima de los estándares morales de Dios. Es que el apóstolo Juan presenta al individuo aquí, cuando dice, todo aquel que comete pecado, está mostrando un individuo que activamente participa del pecado. Y no se está refiriendo a un pecado concreto, sino a la práctica del pecado que le caracteriza. Es una persona que se le caracteriza por el pecado. Es algo que constantemente hace, continuamente peca. Y es que Juan sin referir a alguien que constantemente está practicando el pecado, sin ver la necesidad de purificación. Y por ello aquí el apóstol Juan enfatiza la seriedad del pecado, porque el pecado es la desviación de lo correcto. El pecado es un desvío deliberado de la voluntad de Dios. Es una decisión voluntaria de romper el estándar de la rectitud que Dios ha establecido. Por eso aquí dice, todo aquel que comete pecado, infringe también la ley. Ahora, El término, en el lenguaje original, aquí traducido, infringe la ley, o infracción de la ley, aquí en el versículo 4, ocurre dos veces. Es el término, en el lenguaje original, anomía, que significa sin ley. O sea, no hay ley. Como que vive como si no hubiera ley. Entonces, no solamente implica que rompe la ley, sino que vive como si no hubiera ley. O sea, el que peca vive como si no hubiera ley. Vive menospreciando la ley. Rechaza la autoridad de Dios. Busca la autonomía. O sea, desea ser independiente. Y es que el pecado y romper la ley son intercambiables. Por eso nos dice aquí, en 1 Juan 3, versículo 4, todo aquel que comete pecado infringe también la ley, pues el pecado es infracción de la ley. Entonces, el pecado implica romper la ley, y romper la ley es pecado. Es que el pecado es rebeldía contra la ley de Dios. Es rechazar el estándar revelado de Dios. El pecado es lo opuesto a la rectitud. Y por ello aquí vemos, dice, todo aquel que comete pecado, O sea, el que falla el estándar, el que se revela, infringe también la ley de Dios. Vemos su búsqueda de autosuficiencia, de independencia. Está dispuesto a menospreciar la ley de Dios. Y es que el apóstol Juan quizás está refutando los falsos maestros que decían que habían llegado a un estado espiritual tan alto donde las exigencias de la ley moral ya no les aplicaba. Quizás se está enfatizando que estos falsos maestros reflejan un espíritu del Anticristo, porque en Segunda Tessalonicenses usa este mismo término, aquí traducido infringe también la ley, o infringe la ley, que es el, el término anomía, y lo, lo, lo usa describiendo al anticristo, le describe, eh, traducido en la Reina Valera, en Segundas de Sanonicenses 2.3, dice, se manifiesta el hombre de pecado, o este hombre sin ley, que refleja esta actitud anti Dios, y como, como si fuera independiente de Dios, una actitud rebelde, Es que una persona no puede esperar el retorno de Cristo con esperanza y al mismo tiempo reflejar el Espíritu del Anticristo. Vivir en pecado es vivir en rebelión contra la voluntad de Dios. Incluso practicar el pecado lo que hace es reflejar el carácter del diablo. Porque nos dice 1 Juan 3,8, el que practica el pecado es del diablo. Eso es primera de Juan 3, versículo 8. El que practica el pecado es del diablo. Porque Jesús es santo. Él no practica el pecado. Entonces, cuando practicas el pecado, no estás reflejando a Jesucristo. Aquí nos dice, primera de Juan 3, 8, el que practica el pecado es del diablo. Y es que el pecado refleja la naturaleza de las tinieblas. Por eso el creyente debe de rechazar el pecado activamente. Es una práctica diaria. Tenemos que rechazar el pecado. Y cuando pecamos tenemos que arrepentirnos de nuestro pecado. Y es que practicar el pecado es rebeldía contra Dios. Pero también practicar el pecado es incompatible. con la misión de Cristo. Porque aquí en 1 Juan 3, versículo 5, dice, y sabéis que Él, o sea, que Cristo, apareció para quitar nuestros pecados. Y no hay pecado en Él. O sea, el pecado no tiene lugar en la vida del creyente porque Cristo vino para quitar los pecados. Y es que el creyente genuino conoce el mensaje del Evangelio, conoce el mensaje verdadero del Evangelio. Por eso nos dice aquí en 1 Juan 3, 5, y sabéis. O sea, el creyente conoce el Evangelio. Por eso dice sabéis. ¿Y qué es lo que sabe el creyente? Que él apareció, o sea, que Cristo vino al mundo, ¿para qué? Para quitar nuestros pecados. Nos dice 1 Timoteo 1, 15. Palabra fiel y digna de ser recibida por todos, que Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores. De los cuales, yo soy el primero. Sos primero en Timoteo 1.15. O también en Lucas 19.10. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido. Eso es Lucas 19, 10, donde nos muestra el propósito por el cual Dios se encarnó, el propósito por el cual Dios envió a su Hijo. Es para proveer salvación para los pecadores, para eliminar, quitar de en medio el pecado. Y es que el creyente entiende que Cristo vino para quitar nuestros pecados. Por eso nos dice, sabéis, esto es 1 Juan 3, 4, perdón, 3, 5. Y sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados. Esa es la razón por la cual se manifestó. Esa es la razón por la cual vino para quitar nuestros pecados. Entonces, si un individuo reconoce la persona y la obra de Cristo, o sea, que Jesucristo es Dios encarnado, Él vino para proveer salvación, Él vino para dar su vida en rescate por muchos. Entonces, al reconocer su persona, reconocer su obra, el creyente va a odiar la maldad, va a odiar el pecado, porque el que teme a Dios aborrece el mal. Y es que el pecado es contrario a la misión de Jesucristo de quitar los pecados. Por eso aquí dice, sabéis, entonces 1 Juan 3, 5, sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados. Entonces, si Él vino para quitar nuestros pecados, nosotros vivir en pecado es incompatible con su misión. Es incompatible con lo que Él vino a hacer. Y es que Dios se opone al pecado y lo demostró al enviar a su Hijo. Y entonces dice, sabéis que Él apareció, ahí está resaltando la pre-existencia de Jesucristo, porque Él existía antes, pero apareció, y entonces, nos dice la razón por la que vino, para quitar nuestros pecados. Y es que Dios Hijo se encarnó para quitar los pecados de la humanidad. Nos dice 1 Juan 4 10, en esto consiste el amor. No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Eso es 1 Juan capítulo 4, versículo 10. Ahora ese término propiciación es la idea del pago de rescate. El pago que nos rescata de esa esclavitud al pecado. Como un esclavo se compraba y se daba esa libertad, es ese pago de rescate. También en 1 Juan 1.7, dice, si andamos en luz, como Él está en luz, tenemos comunión unos con otros y la sangre de Jesucristo, Su Hijo, nos limpia de todo pecado. Ahora, aquí en este texto, aquí en 1 Juan 3, versículo 5, el apóstol Juan está interesado en la práctica, en la práctica del pecado, no tanto en la naturaleza pecaminosa del hombre, porque aquí nos dice que, ¿sabéis qué? Él apareció para quitar nuestros pecados. Él apareció para quitar nuestros pecados. Es como en Juan 1.29, donde Juan el Bautista ve a Jesús, viniendo a él, y dice, ¡He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo! Eso es Juan 1.29. Entonces, viendo cómo Cristo quita los pecados del mundo. Y la manera en que hace eso es al morir por nosotros. Porque la paga del pecado, o sea, si somos pecadores, y lo cual Romanos 3.23 nos dice que todos somos pecadores, nos dicen en Romanos 3.23, por cuando todos pecaron y están destituidos de la gloria de Dios, Y luego en 6.23, en Romanos 6.23, dice, la paga del pecado es muerte. Entonces, todos somos pecadores, todos merecemos la muerte, que es lo que hace Jesús. Muere en nuestro lugar. Por eso nos dice en Romanos 5.8, más Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Entonces, Él toma la ira de Dios por nosotros. Él muere en nuestro lugar. Es por medio de su sacrificio que Cristo quitó los pecados. Como nos dice Efesios 1,7. Hablando de Jesús, dice, en quien tenemos redención por su sangre. El perdón de pecado, según las riquezas de su gracia. Eso es Efesios 1,7. O en Hebreos, capítulo 1, versículo 3. el cual, siendo el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia, y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la majestad en las alturas". Los Hebreos 1, 3. Hebreos 1, 3. Donde nos presenta a la segunda persona de la Trinidad encarnándose y entregando su vida para proveer salvación, efectuando esa purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo. Aún también en 1 Pedro 2, 24, quien llevó, está hablando Jesús, quien llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero. para que nosotros, estando muertos a los pecados, vivamos a la justicia, y por cuya herida fuisteis sanados". Eso es 1 Pedro 2, 24. O sea, es por medio del sacrificio de Cristo en la cruz. Es por medio de... de... de su sacrificio que Él quitó los pecados. Y es que la eliminación del pecado en la vida de los creyentes revela que la misión de Cristo fue eficaz. Pero aún así, la eliminación completa del pecado aún queda en el futuro. Y es que la práctica persistente del pecado es contrario al propósito que Cristo tiene para los creyentes. Por eso aquí nos dice, volviendo aquí a 1 Juan 3, versículo 5, sabéis que Él apareció para quitar nuestros pecados. y no hay pecado en Él. Entonces, si Él vino para quitar nuestros pecados, es incompatible que nosotros digamos que somos creyentes genuinos y que persistamos en el pecado. Es incompatible con su misión. Él vino para quitar nuestros pecados. Y aún también nos menciona que en Él no hay pecado. No hay pecado en Él. Entonces, la persona que profesa ser creyente pero persiste en pecado, revela que no es un creyente genuino. El que persiste en pecado demuestra que sigue estando ciego espiritualmente y que menosprecia y rechaza los requisitos de Cristo. Ahora aquí, esa última frase dice, describiendo a Jesús, dice, no hay pecado en él. Al no pecar, Jesucristo demuestra su oposición al pecado. Y aquí realmente está enfatizando la santidad de Jesús, que Él es santo, Él es puro, Él es perfecto. Como nos dice 1 Juan 2.1, le identifica como Jesucristo el justo. O también en 2 Corintios 5.21, al que no conoció pecado, Por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. Entonces describe a Jesús como el que no conoció pecado, o sea, el que no pecó. ¿Por qué? Porque él es santo, él es puro, él es perfecto. En Hebreos... Hebreos 7, 26. Hebreos 7, 26. Porque tal sumo sacerdote nos convenía, santo, inocente, sin mancha, apartado de los pecadores. Y hecho más sublime que los cielos. Esos Hebreos 7, 26. O en 1 Pedro 2, 22. El cual no hizo pecado. Ni salió engaño en su boca. Esos textos resaltan de que Jesús es santo. Él es puro. En Él no hay pecado. Entonces, eso demuestra que Él rechaza el pecado. En Él no hay pecado. Él no pecó. Y Él vino para deshacerse del pecado, para quitar los pecados, para quitar nuestros pecados. Entonces, por ello, los seguidores de Jesús deben de abstenerse del pecado. ¿De dónde seguir el ejemplo de Jesucristo? Entonces, practicar el pecado es rebeldía contra Dios. Practicar el pecado es incompatible con la misión de Cristo. Y por último, practicar el pecado es incompatible con la permanencia en Cristo. O sea, es incompatible con esa relación íntima con Cristo. Nos dice aquí el versículo 6. Esto es 1 Juan 3, versículo 6. Todo aquel que permanece en él no peca. Todo aquel que peca no le ha visto, ni le ha conocido. Entonces, aquel que tiene una relación con aquel que es santo, va a vivir en santidad. O sea, si el Hijo de Dios es santo, y el propósito de su manifestación fue quitar de en medio el pecado, entonces, todo aquel que permanece en él, no continuará pecando. Lo que el apóstol Juan está haciendo, es haciendo un contraste entre dos clases de personas. Aquellos que han puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador, y no practican el pecado, no viven practicando y viviendo en ese pecado, y los contrasta con aquellos que viven el pecado, que no han puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador, y por eso no tienen una relación con Cristo, y por eso persisten en pecado. Y es que Juan, aquí en este texto, usa el tiempo presente aquí con permanece y peca, lo que está indicando que son acciones continuas. Entonces, todo aquel que permanece en él, no peca. Todo aquel que peca, no lo ha visto, ni le ha conocido. O sea, aquellos que tienen una relación persistente con Cristo, permanecen en él. Esa idea de permanecer en Él describe la relación espiritual, describe la unidad de vida, describe la comunión íntima con Cristo. Entonces permanece esa unión con Cristo por la fe. Y es que el creyente genuino permanece en Aquel que no peca. Y por eso se aparta del pecado. O sea, el creyente se aparta del pecado y busca ser como Jesucristo, busca vivir en santidad. Como nos dice 1 Juan 2.6, el que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo. O sea, el que desea ser como Jesús, se aparta del pecado. Entonces, esta relación permanente, esta relación que permanece en Cristo, implica obediencia. Nos dice el Evangelio de Juan, capítulo 15, versículo 10, Si guardaréis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor. así como yo he guardado los mandamientos de mi padre y permanezco en su amor. Entonces, esta relación permanente con Cristo implica obediencia, que vamos a guardar sus mandamientos. Y cuando guardamos sus mandamientos nos vamos a abstener del pecado, vamos a rechazar el pecado. Ahora, esas palabras, no peca, cuando dice, todo aquel que permanece en él, o sea, que permanece en Cristo, no peca, Eso implica que no continúa permaneciendo en el pecado. Entonces, lo que implica es que el pecado no es una característica de su vida. No está diciendo que ya no peque, o que nunca haya pecado, porque el apóstolo Juan ya lo ha dejado muy claro en el capítulo 1, versículo 8 al 10, que no podemos decir que nunca hemos pecado y que no podemos decir que no pecamos. Nos lo dice ahí 1 Juan 1, del 8 al 10, si decimos que no tenemos pecado nos engañamos a nosotros mismos y la verdad no está en nosotros. Y en versículo 10 dice si decimos que no hemos pecado le hacemos al mentiroso y su palabra no está en nosotros. Entonces eso es 1 Juan 1, versículo 8 y versículo 10, donde nos afirma que no podemos decir nunca pecado y que no tengo pecado, o sea, que no peco. No podemos decirlo. Y por eso está necesario el versículo 9, donde nos muestra nuestra necesidad de confesar nuestros pecados, de arrepentirnos de nuestros pecados, porque vamos a caer en pecado. Porque estamos en esta naturaleza pecaminosa mientras vivimos en este mundo temporal. Y por eso en 1 Juan 1, 9 dice, si confesamos nuestros pecados, él es feliz y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de todas maldades. Entonces, por ello, aquí, el apóstol Juan no está diciendo que el creyente ya no peca más, o que nunca peca, mientras está en este cuerpo. Por eso necesitamos un abogado. Por eso nos dices, Primera de Juan 2, 1, Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis, o sea, eso es lo ideal, no pequéis, pero, dice, si alguno hubiere pecado, Abogado tenemos para con el Padre. A Jesucristo el justo. Sosprime de Juan 2.1. Entonces, Jesús intercede por nosotros. Para salvación eterna. O sea, Él murió en la cruz por nosotros. Y por ello acudimos a Él. Porque Él es nuestro abogado. Él es el que nos defiende porque Él murió por nosotros. Él pagó por nuestros pecados. Él quitó nuestros pecados. Aquellos que hemos puesto nuestra fe en Él. Y es que el creyente puede caer en pecado, pero rápidamente se arrepiente, rápidamente confiesa su pecado, porque desea agradar a su Señor. Pero realmente el creyente presenta esta lucha interior, esa lucha con su naturaleza pecaminosa, que nos lo menciona el apóstol Pablo mismo, que dice en Romanos 7, del 21 al 24, Dice así que, queriendo yo hacer el bien, hallo esta ley, que el mal está en mí. Está escribiendo su naturaleza pecaminosa. El mal está en mí. Pero, según el hombre interior, esto es Romanos 7, 22, según el hombre interior me deleito en la ley de Dios. pero veo otra ley en mis miembros, que se revela contra la ley de mi mente y que me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis miembros. ¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Son Romanos 7, versículo 21 hasta el versículo 24, donde el apóstolo Pablo describe este conflicto que hay entre su naturaleza pecaminosa y su... y esta nueva vida que tiene en Cristo, lo cual no se va a resolver ese conflicto hasta que pasemos a la eternidad y seremos glorificados y entonces sí seremos santos y perfectos y entonces por ello vemos como el apóstol el apóstol Pablo ahí en Romanos 7 versículos 25 dice gracias doy a dios por jesucristo señor nuestro viendo como está escribiendo que jesús es la clave para para para vivir en santidad Él es el que nos da esa solución para no vivir en pecado, porque ya no somos esclavos al pecado. Y eso es lo que el apóstol Pablo, ahí en Romanos 6 especialmente, ha estado enfatizando, que ya no tenemos que servir al pecado, porque hemos sido libertados del poder del pecado, del poder de Satanás. Ya no pertenecemos al reino de las tinieblas, sino al reino de la luz y por ello no debemos dejar que el pecado nos controle por eso hay en romanos 6 versículo 1 dice que pues diremos perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde en ninguna manera porque lo que los que hemos muerto al pecado como viviremos aún en él Entonces, básicamente está diciendo, mira, simplemente porque Dios promete perdonarnos nuestros pecados, no significa que debemos de vivir en el pecado, sino que es lo que debemos hacer, vivir vidas de arrepentimiento. Cuando caemos en pecado nos arrepentimos y no permanecemos en el pecado. Por eso dice, los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos en él? Y eso es la misma idea que está resaltando aquí el apóstolo Juan. Está diciendo, si tú has puesto tu fe en Cristo como Señor y Salvador, has sido transformado por el Evangelio, no vas a permanecer viviendo en el pecado. Entonces, si una persona profesa ser creyente, pero vive en el pecado, está equivocado. No es un creyente genuino. porque no permanece caminando en la luz, obedeciendo a su Señor. Es que aquellos que no tienen una relación con Cristo practican el pecado, por eso nos dice la última parte del versículo 6, esto es 1 Juan 3, 6, todo aquel que peca, y es esa idea de que permanece pecando, que su vida... vive una vida caracterizada de pecado. O sea, el pecado es una característica continua en su vida, porque el pecado lo gobierna. El pecado gobierna su vida. Por ello, ¿qué es lo que revela? Vive en pecado. ¿Qué es lo que revela? Que no le ha visto. O sea, que nunca ha puesto su fe en Cristo. no le ha observado con ojos de fe. O sea, el incrédulo no tiene ojos de fe para percibir la naturaleza de Jesucristo. Y tampoco permanece en una relación con Cristo porque no ha creído en Él como Señor y Salvador. Por eso dice esta última frase en 1 Juan 3,6, no le ha visto ni le ha conocido. O sea, el incrédulo vive en el pecado. Y al vivir el pecado, niega a Cristo. Muestra que su profesión es falsa. Porque deja que el pecado gobierne su vida. El que persiste en el pecado, el que deja que el pecado gobierne su vida, es que no es un creyente genuino. Que el creyente genuino tiene una relación continua con Cristo. El incrédulo tiene una relación continua con el pecado. El creyente genuino no persiste en el pecado. El incrédulo no tiene, no entiende por la fe quien es Cristo, y por eso no tiene una relación con Él. Y por eso, aquí lo que está resaltando el apóstolo Juan, es que puede haber una persona que profesa ser creyente, pero sus hechos lo niegan. Porque si su vida se caracteriza por el pecado, es que nunca ha tenido un conocimiento de Jesucristo, nunca ha puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador. Y por eso, esa pregunta con la que empecé. ¿Demuestra tu vida que permaneces en Cristo? ¿Demuestra tu vida que permaneces en Cristo? Porque practicar el pecado es rebeldía contra Dios. Practicar el pecado es incompatible con la misión de Cristo y practicar el pecado es incompatible con la permanencia en Cristo. Entonces, el pecado es rebeldía contra Dios, es deshonrarle, es rechazarle, es menospreciarle, es menospreciar su ley, es romper su ley. Y el pecado va en contra de lo que Cristo vino a hacer. Él vino a quitar el pecado y por eso vemos su misión. Vino para quitar el pecado, entonces aquel que cree en Él como Señor y Salvador se va a apartar del pecado y va a reflejar el carácter de Cristo que nos dice no hay pecado en Él. Y el creyente genuino va a permanecer en Cristo. Pero el pecado, el permanecer en el pecado es incompatible con permanecer en Cristo. Entonces, demuestra tu vida demuestra tu vida que permaneces en Cristo. Vamos a terminar en oración.
¿Demuestra tu vida que permaneces en Cristo?
Series 1 Juan
Sermon ID | 120251221557446 |
Duration | 39:01 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 John 3:4-6 |
Language | Spanish |
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