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Después de leer los versículos que vamos a leer en este capítulo, vamos a leer también el libro de Hebreos, capítulo 13. Yo les voy a decir los versos. Por ahora leamos Éxodo 20, versículos 12 al 17. Y ustedes van a notar que estos versículos son los últimos seis mandamientos de los diez mandamientos. El decálogo, los diez mandamientos. se divide en dos partes y la última parte consiste en los seis mandamientos finales y esos son los que vamos a leer y van a notar que esos seis mandamientos tienen que ver con nuestras nuestro llamado a amar al prójimo nuestras responsabilidades con el prójimo leamos dice honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da no matarás no cometerás adulterio no hurtarás, no hablarás contra tu prójimo falso testimonio, no codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su wey, ni su adno, ni cosa alguna de tu prójimo. Aquí leímos seis mandamientos que tienen que ver con nuestro prójimo, tienen que ver con honrar a los padres, con honrar la vida de nuestro prójimo, con honrar el matrimonio, con honrar la propiedad privada de nuestro prójimo, con honrar la integridad personal de nuestro prójimo, no hablando falso testimonio, y tiene que ver con nuestro corazón en relación al prójimo, no codiciar lo que nuestro prójimo tiene. Todo tiene que ver con el prójimo. Y el tema que vamos a considerar esta mañana es el amor al prójimo como una expresión de adoración a Dios. Amar al prójimo es adoración a Dios. El primero y más grande mandamiento es amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas. Y el segundo es similar a este, el segundo más grande mandamiento, que en realidad es parte del primero, porque no se puede amar a Dios sin cumplir este otro segundo mandamiento. El segundo es amarás a tu prójimo como a ti mismo. No se puede amar a Dios si no se ama al prójimo. ¿Pero cómo amamos a Dios? Hace dos semanas hablamos sobre cómo amar a Dios. Hablamos de los primeros cuatro mandamientos. No vamos a repetir eso ahora. Eso lo pueden encontrar en nuestra página de Facebook. Hoy vamos a hablar sobre el amor al prójimo como una expresión de adoración a Dios. porque amar a Dios es adorar a Dios, no se puede adorar a Dios sin amor. Pero el amor bíblico no es un amor sentimental, no es un amor circunstancial, no es un amor natural que brota del corazón de cualquier hombre, es un amor que Dios nos enseña, es un amor que Dios pone en nuestros corazones, es un amor que está ilustrado perfectamente en la vida de nuestro Señor Jesucristo, que vivió por nosotros una vida santa y murió por nosotros una muerte indigna, porque Él era santo e inocente, no tenía por qué morir así, pero murió esa muerte miserable, indigna, maldita, por nosotros, el justo por los injustos para llevarnos a Dios. Nuestro Señor Jesucristo mostró su amor allí. Bueno, es lo que dice Juan 3.16, el versículo más famoso de la Biblia, probablemente. De tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito. De tal manera amó, es el amor lo que movió a Dios, que dio a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda más, tenga la vida eterna. Muy bien, así que amar a Dios requiere amar al prójimo, y amar al prójimo es una expresión de adoración. Vamos a leer, yo les dije, vamos a leer también en Hebreos, capítulo 13, verso 15 al 16. Noten que estos versículos, los dos versículos hablan de la adoración, pero nos presenta una doble dimensión de la adoración. Por un lado, adoración a Dios, dándole gracias, y por el otro lado, adoración a Dios, haciéndole bien a nuestro prójimo. Dice Hebreos 13, 15, 16. Así que ofrezcamos siempre a Dios por medio de él sacrificio de alabanza, es decir, fruto de labios que confiese en su nombre. Y de hacer el bien y de la ayuda mutua no os olvidéis, porque de tales sacrificios se agrada a Dios. Así que Dios se agrada de que nosotros le ofrezcamos a él sacrificio de alabanza, a él. frutos de labios que confiesan su nombre. Pero dice que Dios también se agrada de que nosotros le hagamos bien a nuestro prójimo y que nos ayudemos mutuamente de esos sacrificios, se agrada a Dios. Es decir, si queremos agradar a Dios, tenemos que centrarnos en Él y tenemos también que centrarnos en nuestro prójimo. por amor de él, de la manera correcta. Eso es lo que vamos a considerar ahora. Muy bien, para entrar en este tema, vamos a hablar primero de la identificación de nuestro prójimo. Vamos a identificar quién es nuestro prójimo, a identificar a nuestro prójimo. ¿Qué dice la Biblia acerca del prójimo? ¿Quién es mi prójimo? ¿Quién es tu prójimo? Vamos a hablar también del mandato de amar al prójimo. Y vamos a hablar de la acción de amar al prójimo. ¿Cómo se ama al prójimo? ¿A quién es mi prójimo? ¿Por qué debemos amar al prójimo? ¿Y cómo debemos de amar al prójimo? Muy bien, hablemos en primer lugar de la identificación de nuestro prójimo. ¿Quién es mi prójimo? Los judíos tenían un concepto acerca del prójimo, pero era un concepto centrado en ellos mismos. Los judíos eran gente muy arrogante, ellos se sentían muy orgullosos de su raza, de su nacionalidad. Para ellos no había mejor nación que Israel, era la nación escogida de Dios, de manera que ellos se referían a todos los que no eran israelitas como gentiles. Y en algunas ocasiones asumían una actitud más arrogante, y despreciativa y se referían a ellos como perros. Es decir, para ellos era Israel, lo demás no tenía mayor valor. En el libro de Deuteronomio, capítulo 19, verso 18, dice, no te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo." Esa era la ley de Dios. No te vengarás ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino que amarás a tu prójimo como a ti mismo. Pero los israelitas habían convertido ese mandamiento, le habían agregado a ese mandamiento algo más y ellos decían, amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Sin embargo, ese Esa segunda frase, aborrecerás a tu enemigo, no está en el Antiguo Testamento. Dice, amarás a tu prójimo, pero no decía, aborrecerás a tu enemigo. Así que el Señor Jesucristo, y eso lo estábamos hablando hace un momento, vino a corregir todos esos errores y esas imposiciones y esas ideas religiosas etnocéntricas, en las que ellos pensaban que eran el centro de todo. Y el Señor le dijo en Mateo capítulo 5 verso 43, oíste que fue dicho, amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Repito, aborrecerás a tu enemigo, no estaba en el Antiguo Testamento, no está. Pero yo digo, dice el Señor, amar a vuestros enemigos, bendecir a los que os maldicen, hacer bien a los que os aborrecen, orad por los que os ultrajan y os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, que hace llover sobre justos e injustos". O sea, no, no aborrecer al prójimo, al enemigo, no aborrecer al enemigo, sino el Señor dice, amar a vuestros enemigos, Eso era revolucionario, por supuesto. Eso era intolerable para los judíos, ellos no podían hacer eso. Así que ellos le quitaban, amarás a tu prójimo como a ti mismo, y le agregaban, aborrecerás a tus enemigos. Para ellos el prójimo eran los israelitas. Era como si dijera, amarás a tu prójimo israelita. Y claro, los fariseos habían restringido eso aún más haciendo prójimo equivalente a fariseo, es decir, los de la misma religión, no sólo de la misma nacionalidad, sino de la misma religión. Es por esa razón, hermanos, que nosotros necesitamos identificar quién es nuestro prójimo. En una ocasión se acercó un hombre al Señor Jesucristo y le preguntó, ¿Quién es? mi prójimo, en Lucas 10, 29. Si ustedes quieren ir conmigo, por favor, a Lucas, capítulo 10, verso 29. Se acerca un intérprete de la ley, un intérprete de la ley, era una persona muy educada, una persona, un académico de la religión, y le pregunta en el verso 29, queriendo justificarse a sí mismo, dice, preguntó, ¿quién es mi prójimo? Y el Señor Jesucristo le respondió con una historia. La historia famosa del buen samaritano, la parábola del buen samaritano. En esa historia hay cuatro personajes. Hay un hombre al cual asaltan, dice en el verso 30 de Lucas 10, un hombre descendía de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de ladrones, los cuales despojándole e hiriéndole se fueron dejándole medio muerto. O sea, uno de los personajes de esta historia es un hombre al cual lo despojan, cae en manos de ladrones, no se sabe el nombre, no se sabe de qué nacionalidad era, era simplemente la víctima de un asalto. Encontramos también a los ladrones, no sabemos quiénes eran los ladrones. Encontramos en el verso 31 a un sacerdote, Dice en el verso 31, aconteció que descendió un sacerdote por aquel camino y viéndole pasó de largo. Sacerdote obviamente era judío, ¿no? O sea que ahí está un hombre asaltado, pues quizá moribundo, herido, imposibilitado porque lo asaltaron. dos bandidos, y entonces pasa al sacerdote y viéndole, pasó de largo, dice el verso 31. Verso 32 habla de otro personaje, asimismo un levita llegando cerca de aquel lugar, viéndole, pasó de largo. Estos dos eran judíos, el sacerdote y el levita, eran judíos, y vieron al hombre herido y siguieron de largo. En el verso 33, el Señor introduce a otro personaje, un samaritano. Los samaritanos eran considerados también indeseables entre los israelitas. Samaritanos, aunque vivían dentro del territorio de Israel, pero los israelitas los menospreciaban. Y el verso 33 introduce a este samaritano, dice, pero un samaritano que iba de camino vino cerca de él, y viéndole, fue movido a misericordia. y acercándose, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino y poniéndolo en su cabalgadura, lo llevó al mesón y cuidó de él. Al otro día, al partir, sacó dos denarios y se los dio al mesonero y le dijo, cuídamele y todo lo que gastes de más, yo te lo pagaré cuando regrese. Qué conmovedor, ¿no es cierto? Este hombre, este samaritano, y hasta el día de hoy se usa esa frase, el buen samaritano, cuando alguien le hace bien a una persona extraña, se le llama buen samaritano. Este es el samaritano. Los samaritanos no eran considerados buenos, pero este era un buen samaritano. Así que el sacerdote y el evita pasaron de largo, los ladrones lo despojaron, pero el samaritano fue movido a misericordia, y lo curó, lo vendó, lo llevó a un mesón, le dio dinero al mesonero para que lo cuidara y le dijo, si gastas de más, cuando yo regrese yo te lo pago. Esa es la historia que el señor le contó a aquel hombre que le dijo, ¿Quién es mi prójimo? Le preguntó, ¿Quién es mi prójimo? Y el señor le dice, mira, escucha esta historia. Y entonces, cuando el Señor termina de contar la historia, en el verso número 36, el Señor le dice al maestro de la ley que le había hecho la pregunta, le dice, ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Noten ustedes, el sacerdote y el levita ignoraron, siendo israelitas, siendo moralistas, siendo religiosos, ignoraron. al hombre herido, abandonaron a su hermano, o no a su hermano, a su prójimo en desgracia, ciertamente no lo conocían, no sabían quién era, pero lo abandonaron en su desgracia, pudo haber sido por cuestiones ceremoniales y religiosas, quizás su religión se los impedía. Si no era de la misma religión, si no era de la misma raza, si no era de la misma casta, para ellos era sospechoso. Para ellos, ese hombre no era su prójimo. Esa es la misma vieja excusa, ¿no?, para no amar a los israelitas. Ellos estaban condicionados a aquello que se habían inventado, aborrecerás a tu enemigo. Probablemente ese hombre herido era un samaritano también y ellos decían, con samaritano no nos metemos nosotros, con gente extraña no nos metemos nosotros. Pero el samaritano pasa. y el samaritano lo ayuda, es movido a misericordia. El samaritano no sabe quién es ese hombre, no sabe su nombre, su posición, su religión, su nacionalidad, es una cuestión básica de compasión humana. Hermanos, si yo estuviera tirado por allí después de que me asaltan, yo quisiera que alguien me ayudara. Ustedes también, ¿no es cierto? Yo no quisiera que me dejaran allí tirado. es un hombre, un ser humano que siente el dolor y el samaritano le abre el corazón, le abre la billetera, le da su tiempo, se toma el trabajo y el señor cuenta esta historia porque el El intérprete de la ley le había preguntado, ¿Quién es mi prójimo? Y el hombre le pregunta, el intérprete de la ley pregunta, ¿Quién es mi prójimo? El señor le cuenta la historia y luego le hace una pregunta al intérprete de la ley y le dice, ¿Quién de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? Y el maestro de la ley le responde diciendo, el que usó de misericordia con él, Entonces el Señor le dice, ve y haz tú lo mismo. Así que Jesús le hizo pensar a este maestro de la ley, no quién era su prójimo, sino que le hizo pensar de quién él era prójimo. El Señor quiere que nosotros pensemos, estoy siendo yo prójimo de la gente que el Señor pone en mi camino? Esto es lo que el Señor enseñó. Esto es lo que Él decía, en lo que conocemos como la Regla de Oro. La Regla de Oro, en Mateo capítulo 7, verso 12, dice, Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también hacéis vosotros con ellos, porque esta es la ley y los profetas. Todo lo que nosotros queremos que hagan con nosotros, hagamos nosotros con las personas. Esta es la ley y los profetas. Por supuesto, hermanos queridos, nosotros no podemos resolver los problemas de todo el mundo. Si encontramos a 100 personas tiradas por ahí, no podemos ayudar a las 100 personas, ¿verdad? No podemos. Somos administradores de los que tenemos y nuestros recursos son limitados. Pero si Dios, en nuestro camino, de una manera providencial pone personas que de una manera legítima necesitan nuestra ayuda y nosotros de una manera legítima podemos ayudarlos, debemos ser prójimos de esas personas. No podemos estarle dando dinero a todo mundo que nos pide, tampoco lo vamos a hacer, eso sería irresponsable. No podemos estar ayudando a todo el que nos pide ayuda, absolutamente. Tenemos que tener discernimiento, tenemos que tener entendimiento, pero tenemos que tener un corazón compasivo, ser movidos a compasión y ver las necesidades verdaderas y responder a esas necesidades. Tenemos que tener lo que se llama empatía, pero existe lo que alguien llamó el síndrome de la deficiencia de empatía, Levita y el sacerdote tenían ese síndrome, deficiencia de empatía, ellos no sintieron absolutamente nada por ese hombre que estaba tirado ahí, abandonado, sangrando, como lo que sucede en nuestra cultura que está centrada en el consumismo, en el rango, en la posición social y eso le roba a la gente empatía, Empatía, dice el diccionario, es entender, estar consciente, ser sensitivo de lo que siente, de lo que piensa y experimenta otra persona. Es decir, nos ponemos en el lugar de otra persona y no actuamos simplemente por lo que yo pienso, por lo que yo creo, por lo que creo que se tiene que hacer, sino que pensamos qué le está sucediendo a esa persona. Eso es empatía. No necesariamente eso implica que nosotros rompamos nuestros principios, pero nos da sensibilidad. Este hombre fue movido a misericordia. La actitud natural no es de nuestros corazones, de los hombres es, a mí no me digan cosas desagradables, no me hablen de problemas, no me molesten con los problemas de otra gente, yo tengo mis propios problemas. Esa es nuestra actitud. No fue la actitud de este buen samaritano. Esa actitud egocéntrica hermanos, es individualista, es destructiva, causa desastres de todo tipo, desastres familiares como el divorcio, conflictos globales como la guerra. Y lo que el Señor le estaba enseñando a este maestro de la ley, cuando le dijo, ¿quién piensas tú que era prójimo, que fue el prójimo de este hombre? Y él le dice, bueno, el que tuvo compasión de él, bueno, haz tú lo mismo, ve y haz tú lo mismo. El Señor le estaba invitando sal de tu comodidad. Todos tenemos un área donde nos sentimos cómodos con nuestros amigos, con la gente de nuestra propia nacionalidad, con nuestra familia, con aquellos con los cuales tenemos cosas comunes, pero nosotros debemos ir más allá. Y ver a la gente no por quienes son en sí mismos, no por lo que nos dan, no por lo que nos favorecen, no porque son agradables o atractivos, sino porque son nuestro prójimo. Y Dios dice, amarás a tu prójimo. Dios lo dice. Esa es una manera de adorar a Dios, hermanos queridos. Adorar a Dios implica que nosotros tengamos ese corazón compasivo. Así que ¿quién es mi prójimo? El Señor le responde a aquel hombre. Quien sea que Dios ponga en tu camino, él es tu prójimo. De una manera providencial. Y cuando digo quien sea que Dios ponga en tu camino, repito, no se trata de que absolutamente le andemos resolviendo los problemas de todo el mundo, lo cual no podemos hacer. Es humanamente imposible. Pero en su providencia, Dios nos pone en circunstancias y frente a personas, y tenemos la capacidad de hacer algo por esas personas. Somos llamados a hacerlo. Y esa es una manera de adorar a Dios, amar al prójimo. Amar al prójimo. No importa si es joven, si es adulto, si es niño, si es anciano, si es educado, si no tiene educación. No importa si es agradable o desagradable, si está bien o si está en angustia. No importa si es venezolano, gringo, cubano, italiano, guatemalteco, dominicano, nicaragüense, mexicano, lo que sea. Es nuestro prójimo. Nuestro prójimo. y nosotros somos llamados a amar a nuestro prójimo y de esa manera adorar a Dios, tenemos que identificar a nuestro prójimo, prójimo es aquella persona que Dios pone en tu camino, prójimo es todo aquel que traspasa el umbral de esta puerta y Dios lo pone aquí en nuestro entorno para que nosotros le ofrezcamos cordialidad, amabilidad, calor humano a esas personas. A veces pecamos nosotros aquí mismo, hermanos, de que dentro de la misma iglesia hay personas solas. Me recuerdo una persona muy cercana a nosotros, mi esposa y a mí, que nos dijo que estuvo yendo seis meses a la iglesia y nadie le hizo caso. ¿Qué les parece? Nadie se acercó ni siquiera a saludarla. Hasta que llegó una persona que la notó y se le acercó y terminó llevándola a su casa en una circunstancia providencial difícil que atravesó. Prójimo, tenemos que ser compasivos, tenemos que abrir las puertas de nuestra casa, no necesariamente para que vayan a vivir allí, pero por lo menos para que le ofrezcas una taza de café, para que le des hospitalidad, para conocer a esa persona, para preguntarle ¿en qué puedo orar por ti? Y si puedes ayudarle a hacerlo, si es legítimo hacerlo, hacerlo. Y si tienes los recursos para hacerlo, hacerlo. Oíste que fue dicho, dijo el Señor, amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo digo, amar a vuestros enemigos, bendecir a los que os maldicen, hacer bien a los que os aborrecen, orar por los que os ultrajan y os persiguen, para que seáis hijos de vuestro Padre que está en los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, que hace llover sobre justos e injustos. Porque si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen lo mismo los publicanos? ¿Y si saludáis solamente a vuestros hermanos, qué hacéis de más? No hacen también eso los gentiles? Así que dejemos de estarnos saludando tanto los unos a los otros. Bueno, sí, saludémonos, pero saludemos a los extraños también, aquellos que nosotros no estamos familiarizados con ellos. La compasión, hermano, nos quita la timidez. La compasión nos hace activos. Dice el proverbio, el proverbio del 1421, el que peca, el que menosprecia a su prójimo, más el que tiene misericordia, es bienaventurado. Ahora, en segundo lugar, después de identificar a nuestro prójimo, consideremos el mandato de amar al prójimo. Dios nos manda a amar al prójimo, amarás a tu prójimo como a ti mismo. Noten ustedes que el Señor conecta amar al prójimo con nosotros mismos y lo que Él está implicando ahí es que nosotros naturalmente nos amamos a nosotros mismos, ¿verdad? Naturalmente nosotros pues queremos estar cómodos, naturalmente nosotros queremos comer y tener el sustento para alimentarnos, queremos estar rodeados de gente agradable, queremos proveerle a nuestra familia, pues queremos todo lo bueno para nosotros. Y el Señor dice, ama a tu prójimo como a ti mismo, de la manera que buscas el bien para ti, búscalo para tu prójimo. Eso es lo que le está diciendo. Y es su mandato. Al Señor le habían preguntado, aquí en Lucas 10, cuál es el más grande mandamiento Y el Señor dice, el más grande mandamiento es amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu fuerza, con todas tus almas. Él debe ser el centro de tu vida, pero amarás a tu prójimo también, como a ti mismo. El mandato, el primero y más grande mandamiento es el amor. Esto requiere, como lo dije hace un momento, empatía. todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros dice Mateo 7.12 así también hacéis vosotros con ellos porque esto es la ley y los profetas la ley consiste en que nosotros amemos al prójimo que nosotros hagamos con nuestro prójimo lo que nosotros queremos que hagan con nosotros y lo hagamos por amor a Dios lo hagamos movidos no por algún motivo egoísta algún motivo utilitario, o sea, me conviene hacerle bien a este, porque entonces yo voy a conseguir un favor de regreso. No, sino por amor a Dios, porque nuestro prójimo es imagen de Dios. No somos hermanos necesariamente de sangre, pero somos hermanos espirituales y estamos en Cristo. En muchos casos nuestro prójimo ni siquiera es nuestro hermano espiritual porque no está en Cristo, no es hermano de nacionalidad, no lo conocemos, no tenemos una relación con esa persona todavía, no hemos desarrollado una relación afectiva con esa persona, sin embargo por creación ellos tienen la imagen de Dios y por creación nosotros compartimos con ellos esa hermandad, hermandad de creación, no hermandad espiritual, hermandad de creación. Dice Pablo en Hechos 17 que de una sangre Dios ha hecho todo el linaje de los hombres, de una sola sangre hizo todo el linaje de los hombres, porque en él vivimos, nos movemos y somos, porque linaje suyo somos, todos los seres humanos, todos. sean cristianos o no cristianos, sea quien sea. Dice, el señor dijo a Noé, después de que descendió del arca, después del diluvio, de aquella tragedia enorme del diluvio, cuando el agua se fue, Dios le dijo a Noé lo siguiente, ciertamente yo demandaré la sangre de vuestras vidas, de mano de todo animal la demandaré, de mano del hombre, de mano del varón, del varón su hermano demandaré la vida del hombre, el que derramare sangre de hombre por el hombre será derramada su sangre, porque a imagen de Dios es hecho el hombre. O sea, Dios le estaba diciendo a Noé, Noé, tú no puedes hacerle daño a tu prójimo, porque yo voy a demandar la sangre que tú derrames de tu prójimo con sangre, porque tu prójimo es hecho a la imagen de Dios. Por eso debemos amar al prójimo. Porque amar al prójimo es el cumplimiento de la ley. Dice Pablo, toda la ley en esta sola palabra se cumple. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Toda la ley se cumple en esta palabra. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. Dice en Romanos capítulo 13, no debáis a nadie nada, sino amaros los unos a los otros. Porque el que ama al prójimo ha cumplido la ley. Porque no adulterarás, no matarás, no hurtarás, no dirás falso testimonio, no codiciarás y cualquier otro mandamiento en esta sentencia se resume, amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no le hace mal al prójimo, así que el cumplimiento de la ley es el amor. O sea, Dios lo manda, es la ley. La naturaleza lo demanda, porque todos los seres humanos están hechos a la imagen de Dios. Nuestra misma individualidad lo demanda porque nosotros nos amamos a nosotros mismos y el Señor dice, ama a tu prójimo como a ti mismo, como te amas tú, ama a tu prójimo. Él es imagen de Dios, ama a tu prójimo porque es imagen de Dios. Amar al prójimo es el cumplimiento de la ley, ama a tu prójimo porque así vas a cumplir la ley. Por supuesto hermanos, Todo esto se resume en el hecho de que amar a Dios es imposible sin amar al prójimo. Amar a Dios está conectado con amar al prójimo. No se pueden desconectar estas dos cosas. El primero y más grande mandamiento, ama al Señor. con todo tu corazón. Y el segundo es similar a este. Pero cuando el Señor dijo el segundo, en realidad Él no está hablando que son dos mandamientos separados. Él está hablando que dentro del más grande mandamiento hay dos dimensiones. La dimensión que tiene que ver con el amor a Dios y la dimensión que tiene que ver con el amor al prójimo. Y esto es adoración. Si nosotros queremos ser adoradores en espíritus de verdad, en verdad, tenemos que amar al prójimo. Consideremos hermanos entonces, en tercer lugar, el acto de amar al prójimo. El acto de amar al prójimo. Amar al prójimo debe ser algo intencional. Dice Pablo en Efesios, sed pues imitadores de Dios como hijos amados y andad en amor. Noten ustedes que es un mandamiento. que nosotros imitemos a Dios, porque somos sus hijos. E imitar a Dios es andar en amor, como también Cristo se entregó a sí mismo por nosotros, y nos da el ejemplo. Ustedes, para andar en amor, hagan lo que Cristo hizo. Cristo se entregó por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Todo lo que dice Pablo aquí, hermanos, es muy profundo. Por un lado, él está diciendo que somos hijos. Por el otro lado, él dice que a causa de que somos hijos debemos imitar a Dios. Y también está diciendo que la manera de imitar a Dios es caminar en amor. Y el ejemplo de caminar en amor nos lo da el Señor Jesucristo. Y la manera en que Él caminó en amor fue entregándose por nosotros. y el motivo por el cual Él se entregó por nosotros fue como un sacrificio a Dios o sea, todo lo hizo por el Señor se entregó a Dios por nosotros se entregó a la muerte delante de Dios por nosotros y eso es amor y Pablo dice caminen ustedes en ese amor o sea, intencionalmente eso es algo que nosotros tenemos que cultivar, tenemos que Trabajar en eso, ocuparnos en eso. El Señor dice, yo os digo, amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que os aborrecen. ¿Qué es lo que nosotros naturalmente hacemos con nuestros enemigos? ¿Qué es lo que hacemos con los que nos maldicen? ¿Qué es lo que hacemos con los que nos aborrecen? ¿Qué es lo que hacemos con los que nos ultrajan y nos persiguen? ¿Qué se merecen ellos? Pues legalmente se merecen que nosotros también nos aborrezcamos. No quiero tener nada que ver con esa gente. Es lógico, ¿no? Te ha hecho daño. Es natural. Y muchas veces es prudente no tener nada que ver con cierta gente. Es dañina, tóxica, problemática. Es mejor estar lejos. Pero eso no significa que no le hagas bien. Tenemos que hacerles bien. Y no significa que nosotros tengamos rencor con esa persona. Sí que tenemos que ser intencionales, dejar que nuestro corazón sea movido a compasión como lo fue el buen samaritano, movido a compasión, empatía. Todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, haced vosotros con ellos. Pablo le decía a los filipenses, Dios es testigo de cómo os amo a todos vosotros en el entrañable amor de Jesucristo. Es una frase muy linda hermanos, entrañable amor de Jesucristo. Noten que está hablando de entrañas. Las entrañas, en la antigüedad, cuando se hablaba de las entrañas, era hablar del vientre. Hoy nosotros hablamos del vientre. Un bebé está en el vientre de su madre. En la antigüedad, Será quizá un poco raro para nosotros, pero se habla de las entrañas, el bebé está en las entrañas, no es que esté metido ahí entre las entrañas, pero quiere decir, te amo entrañablemente, quiere decir, te amo con todo lo que está dentro, lo que está aquí, dentro de mí, como una madre que tiene a su bebé aquí y ama a esa criatura que está allí, así te amo, decía Pablo, así yo los amo a ustedes. Un amor entrañable. es un amor emocional, claro hermano, eso provoca emociones pero la esencia de ese amor no es emocional la esencia de ese amor es Dios, Cristo, su ley y la determinación que nosotros tomamos de inclinar nuestro corazón hacia esas personas Pablo habla del afecto entrañable de la misericordia, de la comunión, de la consolación, del consuelo de amor. En Filipenses, capítulo 2, él dice, si hay alguna consolación en Cristo, si hay algún consuelo de amor, si hay alguna comunión del Espíritu, si hay algún afecto entrañable, si hay alguna misericordia, completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unanimes, unanimes quiere decir una misma alma, sintiendo una misma cosa. cómo debemos de amar al prójimo, tenemos que cultivar eso, pero no solamente tenemos que cultivar esa actitud que sería amar en espíritu, o sea amar de adentro de nosotros, pero tenemos que amar con acción, la acción del amor al prójimo, la acción del amor al prójimo. Y inicialmente hermanos leímos leímos éxodo 20, si ustedes quieren venir por favor conmigo de nuevo a éxodo 20 vamos a a leer el verso 12 dice honra a tu padre y a tu madre para que tus días se alarguen en la tierra que Jehová tu Dios te da el primer prójimo que nosotros conocemos en nuestra vida, en nuestro padre, en nuestra madre, no es cierto Es la primera autoridad también que nosotros conocemos en nuestra vida, la primera persona que nos dice no o que nos castiga o que nos enseña o que nos amonesta, es nuestro padre y nuestra madre. El padre y la madre representan la autoridad de Dios. Respetar y honrar al padre y a la madre es respetar la autoridad de Dios. El que aprende a respetar y a honrar al padre y a la madre, le va a ir bien en la vida porque va a aprender a relacionarse con toda la demás gente, va a aprender a relacionarse con sus maestros, con sus empleadores, con sus compañeros, porque tiene una buena relación, una sana relación con la autoridad que representan sus padres y va a tener una buena relación con las demás autoridades. La gente rebelde, la gente que siempre se... explota y que no sabe someterse, que tiene problemas de autoridad y que tiene esa arrogancia y esa soberbia que se le sale es probablemente porque tuvo problemas de autoridad con sus padres o la madre era así, o el padre era así, o no tuvo padre, o no tuvo madre pero nosotros tenemos un padre en el cielo que nos enseña Y amar a nuestro prójimo significa, implica respetar nuestras autoridades. Luego dice también en el verso número 13, no matarás. No matarás. El Señor dice que no se trata solamente de no asesinar y quitarle la vida física a alguien, sino se trata de no menospreciarlo y de no guardar rencor y amargura contra nuestro prójimo. lo cual equivale también a honrar la imagen de Dios en nuestro prójimo. Así que por un lado, honrar a nuestros padres implica honrar la autoridad de Dios, no matar o no odiar o no menospreciar a nuestro prójimo, implica honrar la imagen de Dios en nuestro prójimo. Hermanos, de alguna manera nosotros tenemos que aprender a ver la imagen de Dios en todas las personas que Dios pone en nuestro camino. respetarlos como imagen de Dios, quizás a veces no sean muy respetables humanamente hablando, pero los debemos respetar porque son la imagen de Dios. No cometerás adulterio, el octavo mandamiento, no cometerás adulterio, perdón, el séptimo mandamiento, no cometerás adulterio tiene que ver con la familia, con el matrimonio y últimamente con la pureza sexual, porque el adulterio proviene de la impureza sexual y la impureza sexual trae degradación moral y eventualmente adulterio y destrucción del matrimonio y de la familia, de manera que Amar a nuestro prójimo implica también que nosotros, los maridos, seamos fieles con nuestras esposas, protejamos nuestra familia, nuestros hijos. Y eso es una manera de honrar a Dios. Y es una manera activa de amar al prójimo. No hablarás contra, perdón, el octavo mandamiento, no hurtarás. No hurtarás. Lo contrario de estar robando, hermanos, es estar trabajando. porque los ladrones no trabajan para obtener lo que necesitan pero las personas honradas no roban sino que trabajan para obtener lo que necesitan y tanto el matrimonio como el trabajo son instituciones divinas y tenemos que honrar a Dios trabajando responsablemente, trabajando responsablemente no solamente no vamos a necesitar robar no solamente vamos a honrar a nuestro a nuestros patrones sino que vamos a poder ayudar a los necesitados y proveer a nuestra familia, tener lo que necesitamos. Así que en realidad estos mandamientos, hermanos, nos hablan del amor. ¿Cómo amar al prójimo? Pues honra a tu padre y a tu madre. ¿Cómo amar al prójimo? Pues no matarás, no odies, mucho menos asesines, por supuesto, eso ya es el extremo. No cometas adulterio, conservate puro, no hurtes, trabaja, no hablarás contra tu prójimo, falso testimonio, vive en la verdad, aprende a decir la verdad, a no levantar falso testimonio contra tu prójimo, a usar bien tus palabras, a edificar al prójimo, a decir cosas que le hagan bien a nuestro prójimo, no que lo lastimen, no que lo ofendan, No que destruyan su reputación, sino que lo levanten, que lo edifiquen. El uso de nuestras palabras, así honramos al Señor también. Y el décimo mandamiento, no codiciarás la casa de tu prójimo. Ahora, noten ustedes, todos los demás mandamientos tienen que ver con cosas que tenemos que hacer, pero el décimo mandamiento tiene cosas, tiene que ver con lo que nosotros intentamos hacer con nuestro corazón. El décimo mandamiento Se trata del corazón, se trata de pecados invisibles que no se notan, no son evidentes. Hace un momento estábamos hablando de pecados invisibles, pecados incluso que pueden ser respetables, pero que en realidad son pecados en el corazón. Entonces el Señor dice, no codiciarás la casa de tu prójimo no codiciará la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su wey, ni su adno, ni cosa alguna de tu prójimo, nada de tu prójimo. Es decir, aprende a estar contento. Respeta la providencia de Dios. Dios en su providencia le dio a este algo que tú no tienes. y que humanamente quizás tú pensarías yo debería tener eso, yo quisiera tener eso ¿por qué él tiene eso? ¿por qué ella tiene eso? y yo no lo tengo y comenzar a codiciarlo eso es falta de contentamiento y eso deshonra a Dios tenemos que aprender a estar contentos con lo que Dios nos ha dado y trabajar para obtener lo que necesitamos de esa manera es que se ama al prójimo El amor al prójimo no consiste en andar dándole limón a todos los que nos piden, no. El amor al prójimo no consiste en estarse quitando la camisa para dársela a todo el que nosotros pensemos que tiene necesidad. El amor al prójimo es algo mucho más práctico, hermano, porque nosotros no podemos estarnos quitando la camisa cada rato y quedarnos sin camisa, ni podemos estarle dando dinero a todo el mundo y quedarnos sin dinero. tenemos que ser buenos administradores de lo que tenemos, tenemos que saber manejar, tenemos que aprender en algunas ocasiones a decir no, pero de una manera responsable, piadosa, por el bien de nuestro prójimo, en algunas ocasiones el mejor hermano decir no a una persona que pide, innecesariamente. El hijo pródigo se fue con todo lo que el padre le dio, El padre le dio lo que él pidió y se fue, y lo gastó perdidamente. Pero el padre no se fue a buscar al hijo, a rescatarlo, no, lo dejó que sufriera las consecuencias de su propio pecado, de su despilfarro, hasta que él regresó quebrantado. Entonces el padre lo recibió. Y esa fue la manifestación de su amor. Tenemos de amar entonces con intención, con compasión, con acción y aquí en los 10 mandamientos nosotros encontramos cuáles son las acciones que corresponden para amar. Juan dice lo siguiente en su primera carta capítulo 3, el que tiene bienes de este mundo y ve a su hermano tener necesidad y cierra contra él su corazón como mora el amor de Dios en él, hijitos míos no amemos de palabra ni de lengua sino de hecho y en verdad. Santiago dice, si un hermano o una hermana están desnudos y tienen necesidad del mantenimiento de cada día y alguno de vosotros les dice, id en paz, calentados y saciados, pero no les da las cosas que son necesarias para el cuerpo, qué, aprovecha, o sea nos está diciendo debemos ser proactivos, debemos ser prácticos, debemos ser realistas con las verdaderas necesidades a nuestro alrededor. Y por supuesto para amar a nuestro prójimo también tenemos que aprender a perdonar, Porque muchos nos ofenden. Como dice un dicho, yo quiero amar al prójimo, pero el prójimo no colabora. Al prójimo es que no colabora. Entonces tenemos toda la disposición, pero ¿cómo se le hace con este prójimo tan difícil? El Señor dice, sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como también Dios os perdonó a vosotros en Cristo. vestidos como escogidos de Dios, santos y amados, vestidos de entrañable misericordia, de benignidad, benignidad quiere decir la disposición de hacer el bien, de humildad, de mansedumbre, de paciencia, ¿tienen ustedes eso? Humildad, mansedumbre, paciencia, benignidad, misericordia, soportándoos unos a otros y perdonándoos unos a otros. Si alguno tuviera queja de otro de la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros. Un hermano muy querido dijo en una ocasión, amamos a todos pero no con todos vamos a pescar. porque ciertamente no con todos se puede tener la misma relación. Hay circunstancias, hay situaciones y uno debe ser cuidadoso y debe ser sabio, pero uno debe ser compasivo, misericordioso, perdonar. Tenemos que amar de esa manera. Hermanos, amar al prójimo es poderoso, es satisfactorio, hace las cosas más fáciles y abre la puerta a muchas bendiciones. Y como mi prójimo no se limita necesariamente a las personas con las que yo me relaciono rutinariamente o no se limita a la gente con la que me gusta estar, Cuando nosotros aprendemos a amar al prójimo, aún a los extraños y aún a los difíciles, eso expande nuestro mundo, eso nos permite aprender a relacionarnos con gente, con gente diferente, con todo tipo de gente, gente que se sale del área de mi comodidad. Cuando me ocupo de eso, yo pienso en las autoridades, en mi esposa, en la familia, en la propiedad privada, en la integridad de otros, en ayudar a que la vida de otros sea mejor, a relacionarme con gente, con integridad, de una manera auténtica. Y eso es el cumplimiento de la ley. Eso es el cumplimiento de la ley. Y eso, hermanos, es adorar a Dios. Amar al prójimo es adorar a Dios. No tendrás dioses ajenos delante de mí, no te harás imagen ni ninguna semejanza, no tomarás el nombre del Señor tu Dios en vano, acuérdate del día de reposo, eso honra a Dios. Pero honrar al padre y a la madre, no matar, no cometer adulterio, no robar, no levantar falso testimonio contra nuestro prójimo, no codiciar, todas esas cosas, hermano, honran a Dios también, son adoración y a eso nos ha llamado el Señor, a que nosotros seamos imitadores de Dios como hijos amados y andar en amor como Cristo nos amó. y se entregó por nosotros ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Amén. Padre nuestro, bendecimos tu nombre, agradecidos porque tú nos enseñas en la Cruz del Calvario la verdadera esencia del amor. Gracias por este privilegio maravilloso, Señor, de tener un Salvador que vino a entregar su vida por amor Gracias Señor, porque por amor Tú lo enviaste, porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a su Hijo por amor. Enséñanos a amar, Señor, enséñanos a perdonar, enséñanos a tener misericordia, enséñanos a ser pacientes, compasivos, tolerantes. Te lo pedimos, Señor, en el nombre precioso de nuestro Señor Jesucristo, para que de esa manera podamos honrarte y adorarte, no solamente con la boca, no solamente en la iglesia, pero En todos los lugares, Señor, donde nosotros actuemos. Te lo pedimos todo en el nombre precioso de nuestro Señor Jesucristo. Gracias Padre.
El amor al prójimo como una expresión de adoración a Dios
Series El Decálogo
El amor al prójimo como una expresión de adoración a Dios
Sermon ID | 1152442126025 |
Duration | 52:22 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Exodus 20:12-17 |
Language | Spanish |
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