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Escuchemos con reverencia y atención hermanos la palabra de Dios Marcos capítulo 1 comenzando con el versículo 9 y leyendo hasta el versículo 15. Aconteció en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea y fue bautizado por Juan en el Jordán y luego cuando subía del agua vio abrirse los cielos y al espíritu como paloma que descendía sobre él. Y vino una voz de los cielos que decía, tú eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia. Y luego el espíritu le impulsó al desierto y estuvo ahí en el desierto cuarenta días y era tentado por Satanás. Y estaba con las fieras y los ángeles le servían. Después que Juan fue encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios diciendo, el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado a repentíos y creed en el evangelio. Amén. Hasta ahí la lectura de la palabra del Señor. Cuando estudiamos el evangelio de acuerdo a Marcos, Quizás vale la pena recordar que Marcos es el más corto y, en un sentido por lo menos, el más sencillo de los evangelios. En comparación con Mateo, en comparación con Lucas, en comparación con Juan, es un relato muy apropiado. propiado que se puede usar para enseñar a los niños acerca de la vida de nuestro señor Jesucristo, pero que también se puede usar para gente que viene de un trasfondo no cristiano, donde no tienen conocimientos, donde quizás nunca han escuchado el nombre de Jesucristo, o si lo han escuchado, pero tienen una idea muy vaga. Y en parte, eso es cierto, entra rápidamente en la acción y siempre nos está diciendo que las cosas sucedieron inmediatamente. Es un evangelio que se mueve muy rápidamente. Por ser corto y por tener ese estilo, ¿verdad?, es bastante fácil sentarse y leer Marcos desde el capítulo 1 hasta el capítulo 16 sin dificultad. grande por lo menos y eso en parte también verdad lo hace muy útil para enseñar a los que todavía no tienen mucho trasfondo. Además de eso Marcos suele utilizar un lenguaje muy sencillo. No toda la Biblia está escrita en lenguaje sencillo, ¿verdad? Podemos pensar quizás en la carta de Pablo a los romanos o la carta a los hebreos, ¿verdad? Y ahí sí hay unas oraciones y frases complicadas. Pero en Marcos es muy directo, es muy sencillo en su forma de expresarse. Pero al haber dicho todo eso, hermanos, para nada quisiera dar la idea que eso quiere decir que Marcos es un evangelio superficial o muy básico. Tiene un relato rápido y emocionante, tiene lenguaje sencillo, pero a través de ese relato por medio de ese lenguaje sencillo comunica ideas muy grandes y muy importantes. Ahora, Marcos es muy bueno para dar una introducción, para presentar, por decirlo así, Jesucristo a quienes no conocen nada de él, pero para aquellos que están un poquito más preparados, para aquellos que pueden escuchar todas las resonancias del Antiguo Testamento en Marcos, también se darán cuenta que hay un muy profundo trasfondo escritural. Marcos apela muchísimo a Isaías, también al libro de Daniel, pero ocupa también los Salmos, Malaquías, Génesis y Éxodo, como también apela, ¿verdad?, de vez en cuando a otros libros del Antiguo Testamento también. Y entonces Marcos es un libro al mismo tiempo breve y sencillo, y muy profundo, con ideas importantísimas. Ahora, en el párrafo que nos toca hoy, del versículo 9 al versículo 15, El título del Evangelio se demuestra o sale a la luz en el relato. Se acuerdan, ¿verdad? Marcos 1.1, principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Y eso es, por decirlo así, título del Evangelio. ¿De qué se trata? Pues es el Evangelio. ¿Y el Evangelio de qué se trata? De Jesucristo, Hijo de Dios. O para ampliar ese pensamiento un poquito, de Jesús, el Cristo, es decir, el ungido por Dios, quien es también al mismo tiempo el Hijo de Dios. Y esa realidad sale a la luz en lo que nos relatan estos pocos versículos del versículo 9 al versículo 15. Y se pueden dividir en tres porciones, ¿verdad? En los versículos 9 al 11, vemos que Jesús es reconocido. En los versículos 12 al 13, vemos que Jesús es tentado. Y en los versículos 14 y 15, vemos que el Señor Jesús predica. Y todas esas cosas se relacionan entre sí. Pero vamos a comenzar con el primero, ¿verdad? Jesús es reconocido. En aquellos días, dice el texto, o sea, en los días que Juan estaba predicando y bautizando en el desierto, en la provincia de Judea. Toda la provincia de Judea, y eso obviamente no incluye a cada individuo, ¿verdad? Pero dice que gente de todas partes de la provincia, que mucha gente de la provincia, salieron al desierto para ser bautizados por Juan. Pues en aquellos días, cuando todo eso estaba sucediendo, Jesús también vino, pero Él vino de más lejos. Vino de Nazaret, de la provincia de Galilea, que estaba en el norte. Y entonces muchos que salieron a Juan, pues no tuvieron un viaje muy lejos, ¿verdad? Pero el Señor Jesucristo sí tuvo que atravesar una distancia significativa para llegar a donde estaba Juan. Y la gente alrededor no lo reconocieron inmediatamente. Jesús de Nazaret de Galilea es Jesucristo, el Hijo de Dios. Pero cuando apareció en las riberas, ¿verdad?, del río Jordán, en Judea, no fue reconocido inmediatamente. De hecho, Juan supo quién era, pero nadie más. Pero por un lado, eso no nos debe de sorprender. ¿Se acuerdan que Juan había estado predicando de uno que vendría tras de él? Uno que era más fuerte, más digno y con un ministerio mejor. que el de Juan, porque él, el que viene, bautizaría con el Espíritu Santo, y Juan solamente puede bautizar con agua. Es lo que vimos la semana pasada, ¿verdad?, en la predicación de Marcos 1, del 1 al 8. Pues Juan está anunciando uno quien bautizaría con el Espíritu Santo, uno mayor y mejor que él. con un mejor ministerio. Pero cuando viene Jesús de Nazaret de Galilea, viene uno quien recibe el bautismo de Juan. No es lo que quizás hubiéramos esperado, ¿verdad? Juan solamente bautiza con agua. El que bautiza con el Espíritu Santo debe bautizar a Juan, no viceversa. Y si leemos el relato en Mateo, ¿verdad? Vemos que Juan mismo tuvo ese pensamiento y sentir. Y entonces eso nos trae a la pregunta. Bueno, si el Señor Jesús es el que bautiza con el Espíritu Santo, ¿por qué busca el bautismo de Juan? ¿Por qué lo recibe? Sobre todo cuando recordamos, ¿verdad?, que el bautismo de Juan era un bautismo de arrepentimiento para el perdón o la remisión de pecados. Bueno, cuando Cristo se bautiza sabemos que no es para confesar sus pecados, porque no tiene pecados para confesar. Y entonces, ¿por qué lo hace? ¿Por qué es bautizado? Pues podemos dar, por lo menos, ¿verdad?, dos puntos, dos ideas acerca de por qué. En primer lugar, podemos decir simplemente el bautismo de Juan era de Dios. Más adelante, ¿verdad? En este mismo evangelio, en el capítulo once, Jesucristo pregunta a los fariseos si el bautismo de Juan era de Dios, del cielo o de los hombres. Y la respuesta esperada, ¿verdad? La respuesta correcta es que el bautismo era de Dios. Pues, para el Señor Jesucristo, eso es un motivo muy bueno para que se someta que reciba el bautismo de Juan es un bautismo que Dios mismo instituyó. Pero podemos dar otro motivo, y quizás algo más profundo todavía, y eso es que se bautizó con Juan para estar en solidaridad con los pecadores por quienes había venido. Es decir, nosotros necesitamos un bautismo de arrepentimiento para el perdón de los pecados porque tenemos muchos pecados. Cuando Cristo acepta, recibe ese bautismo, está diciendo que se identifica con nosotros, que se pone en nuestra posición. Él va a ser nuestro mediador. Todavía más, Él va a ser nuestro fiador. Él va a ser nuestro sustituto. Y entonces, como actúa en nuestro lugar, ocupa el espacio, ¿verdad? Se somete al rito que nos corresponde a nosotros. Relacionado a eso, o para ampliar, aclarar quizás un poquito más ese punto, podemos decir que al pasar por el agua de una manera visible, fue señalado como siendo el verdadero Israel o el Israelita máximo en su propia persona. A lo mejor me dicen, ¿Cómo, cómo, cómo? Eso no lo entendí. Bueno, se acuerdan, ¿verdad? Que cuando Dios libró a Israel de Egipto, pasaron por las aguas, ¿verdad? Pasaron por el Mar Rojo. Y hubo una diferencia visible, una diferencia física entre Israel y los egipcios. Porque Israel pasó por las aguas y salió por el otro lado. Egipto intentó hacer lo mismo y quedaron ahogados en el Mar Rojo. Dios usó el bautismo para identificar a su pueblo, para tomar esa colección de tribus y hacerlos verdaderamente una nación y una nación distinta de las otras naciones, en ese caso de la nación de Egipto. Bueno, Israel se supone tenía que ser el siervo de Dios, tenía que trabajar para él, tenía que llevar su luz ante todo el mundo. Israel no cumplió, ¿verdad? Israel falló en su misión. Y entonces es necesario que venga un israelita máximo, que venga el verdadero Israel, ya no como una nación, sino como una persona. Y entonces el bautismo de Cristo también nos recuerda Isaías cuarenta y tres, dos. En Isaías cuarenta y tres, Jehová y le dice, no temas porque yo te redimí, te puso, puse nombre mío, eres tú. Versículo dos. Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo. Y si por los ríos no te anegarán. ¿Qué está sucediendo entonces cuando Jesucristo pasa por las aguas? Es identificado como el Israel verdadero, el Israel necesario, o en otras palabras, como el que iba a lograr lo que Israel no logró. Pues de esa manera, ¿verdad?, vemos nuevamente su identificación, su solidaridad con los pecadores. Ahora, otro punto interesante aquí, verdad, es que en su bautismo los cielos se abrieron o se partieron. Y eso también... podría ser alusión, ¿verdad?, al libro de Isaías. Isaías 64, y el versículo 1 dice, pues obviamente es una frase tomada, ¿verdad?, del libro de Éxodo, cuando Dios descendió sobre el monte Sinaí, ¿verdad?, y hubo llamas. de fuego y el monte tembló y todo. Pero después del éxodo, Isaías nuevamente se dirige al Señor y le pide que rompa los cielos y baje. y cuando Cristo subía del agua vio abrirse los cielos, versículo 10. Pero abrirse quizás no es una palabra de vigor suficiente. La palabra que se usa aquí significa romper o partir. No se usa mucho en el Nuevo Testamento, pero se usa en Mateo y en Lucas, por ejemplo, cuando a la muerte de Cristo el gran velo del templo que dividía entre el Lugar Santo y el Lugar Santísimo fue partido a la mitad. O sea, la idea no es que los cielos solitos se abrieron como si fueran una puerta. La idea es que con fuerza fueron arrancados para abrirse y descendió el Espíritu Santo. O sea que el Señor Jesucristo es la respuesta a la petición de Isaías 64. Y el Espíritu descendió como paloma. Y la manera en que normalmente pensamos en eso, ¿verdad? Es que el Espíritu tomó la forma visible de una paloma. Pero otra manera de entenderlo, que quizás sea un poquito más acertado, es que no es una referencia a una forma visible del Espíritu Santo, sino que al descender era con un movimiento hacia abajo, como de un pájaro que está aleteando, ¿verdad? Y baja poco a poco y permanece encima de Cristo, ¿verdad? Con ese movimiento. Bueno, sea como haya sido esa cuestión de la figura de la paloma, verdad, se habla del movimiento, se habla de algo más, esto indiscutiblemente identifica a Jesús como el que tiene al Espíritu de una manera única, o sea, el que bautiza con el Espíritu Santo. Y todavía más, como si no fuera suficiente, Jesús fue reconocido al pasar por las aguas del bautismo como el que se identifica con los pecadores, como el Israel verdadero por el abrir de los cielos, ¿verdad? Se reconoce como la respuesta a la oración de Isaías por el descenso del Espíritu. Se le reconoce como el hombre del Espíritu por eminencia, el que bautiza con el Espíritu Santo. Y si todo eso fuera poco, también viene una voz desde el cielo que decía, tú eres mi hijo amado, en ti tengo complacencia. Bueno, aquí también hay un trasfondo del Antiguo Testamento muy rico y variado. Estas palabras nos recuerdan al Salmo dos, ¿verdad? Mi hijo eres tú, yo te he engendrado hoy. Pero también nos recuerdan el Sacrificio de Isaac, ¿verdad? Cuando Dios viene a Abraham y le dice, toma a tu hijo, tu único hijo, Isaac, a quien amas, tu hijo amado. Quizás también nos recuerde, ¿verdad? Del siervo escogido, del siervo en quien Dios tiene deleite en Isaías cuarenta y dos y cuarenta y tres. entonces, de todas estas maneras, ¿Verdad? Hay un trasfondo muy rico. Pero el punto principal, ¿Verdad? Es aquí está Jesús que vino de Nazaret de Galilea, identificado, reconocido de muchas maneras, ahora reconocido por Dios mismo, con esa voz del cielo, como su hijo, su hijo amado, su nos pone muy en claro, ¿verdad?, la realidad, la veracidad del título de Marcos, principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. No lo podemos dudar porque Dios mismo lo declaró desde el cielo. Y esto también nos asegura, ¿verdad?, que Cristo es apto para cumplir su papel, su misión designada. Y bueno, Para una palabra de aplicación, si Dios ama a Cristo, si Dios deleita en Cristo, ¿a poco nosotros no debemos de hacer lo mismo? ¿Cómo puede ser correcto que tengamos una perspectiva distinta de Cristo a lo que tiene Dios mismo? Es una locura. Y entonces, estos versículos nos llaman a amar, a Cristo supremamente, a deleitarnos en Él por encima de todo lo demás, a preferirlo a toda otra persona, toda otra cosa que se nos pudiera ofrecer. Él se lo merece por su identidad que ha sido puesta a la luz. Y eso nos trae al segundo punto, la tentación de Jesús donde inmediatamente el Espíritu le impulsó al desierto. Y esa palabra impulsar también es una palabra muy fuerte. ¿Saben en qué otras ocasiones se usa? Se usa cuando Jesucristo echa fuera un demonio. O sea, podríamos traducirlo aquí, y luego el Espíritu lo echó fuera al desierto. Ahora, en un sentido ya estaba en el desierto, ¿verdad? Porque Juan estaba bautizando en el desierto. Pero se va al desierto más remoto, al desierto más desértico, si podemos expresarnos de esa manera. Y ahí no había nada de compañerismo humano. Fue tentado por el diablo, acompañado por animales silvestres y servido por los ángeles. Si se acuerdan, ¿verdad?, en Mateo, perdón, y Lucas, se nos da mucho más detalle acerca de la tentación de Jesucristo. Marcos casi no dice nada, es puro resumen. Se fue al desierto, el diablo lo tentó, estuvo con los animales, los ángeles le sirvieron, como que ya se acabó, no pasó nada más. Y sabemos de Mateo y Lucas que no es así. Pero, ¿por qué valió la pena para Marcos decir esto de una forma tan resumida? Bueno, demuestra varias cosas muy importantes. Por un lado, demuestra que su vida no fue fácil. Que su camino fue distinto, extraño, pero que sin embargo anda en armonía con el Espíritu. El Espíritu es quien lo echa afuera al desierto. Y hermanos, eso puede ser de ánimo para nosotros, ¿verdad? Porque a veces vemos dificultades, vemos cosas que no salen bien y decimos, ¡ay! De alguna manera me equivoqué, de alguna manera no estoy caminando como Dios quiere. Bueno, sí nos equivocamos, ¿verdad? Y hay que ser sinceros, hay que ser honestos y repasar nuestra conducta. Pero... La existencia de dificultades no quiere decir que no estamos bien. El Señor Jesucristo comenzó a experimentar más dificultades después de que el Espíritu Santo vino sobre Él en su bautismo. Muchas veces cuando verdaderamente comenzamos a servir a Dios de todo corazón, es cuando nace dificultad tras dificultad. ¿Por qué? Pues porque hasta ese momento no hemos sido ningún estorbo para el diablo. Pero una vez que nos encendemos, verdad, para servir a Dios, que se enciende el fuego de nuestro celo, pues ahora sí hay que oponernos, ¿no? Y entonces no tomemos las dificultades como prueba que no estamos sirviendo a Dios. Consideremos a la luz de su palabra. Pero otra cosa bien importante que aprendemos de esto es que la misión, la obra de Cristo, tiene que ver con la totalidad de la creación. Ahí en el desierto no hubo compañero humano. Pero la misión de Cristo se ve en relación con el diablo, en que el diablo viene para tentarlo, Cristo resiste, Cristo lo conquista. El diablo es su adversario, pero que no lo puede derrotar. O sea, el diablo no puede derrotar a Cristo. Demuestra que, como es el hijo de Dios, los siervos de Dios, los ángeles, le sirven a él. y demuestra que al estar con los animales, que Él es su Señor, que no tiene nada que temer de parte de ellos y que su misión de salvación, aunque comienza por decirlo así con la humanidad, a final de cuentas se extiende a toda la creación. Por eso valió la pena decirlo así como Marcos lo hace, que fue tentado, estaba con las fieras, los ángeles le servían. Pero otro punto más, estuvo en el desierto 40 días, pues ya hemos visto que se identifica como el Israel verdadero, como el Israelita máximo. Pues la coherencia, ¿verdad?, de que Israel pasó 40 años en el desierto, y el Señor Jesucristo, de acuerdo a la ley profética que se dio a Ezequiel, ¿verdad?, de un día por un año, pasa 40 días en el desierto, pues no nos podemos equivocar. Y es obvio que Él está recapitulando, por decirlo así, la experiencia de Israel. Pero cuando Israel fue tentado en el desierto, fracasaron, ¿verdad?, fallaron. pero Jesucristo no. Y entonces eso también nos da una lección o una aplicación muy clara, muy hermosa para nosotros. Nos dice que cuando estamos aislados, cuando no tenemos compañerismo, cuando no hay quien nos apoye, cuando estamos, por decirlo así, en el desierto, cuando estamos sufriendo tentación, podemos mirar a nuestro Señor Jesucristo y obtener de Él la paz, la victoria y el perdón. Y por último, llegamos a la predicación de Cristo mismo en los versículos 14 y 15. Cristo había sido preparado para su ministerio público en varias maneras, ¿verdad? Aparte de su vida de piedad y de entrenamiento, ¿verdad? En hábitos y prácticas sanas, en el conocimiento general de la palabra de Dios. Más recientemente fue revestido con el Espíritu Santo, fue aclamado, reconocido públicamente por Dios y fue aprobado, fue puesto a prueba y salió con buenas calificaciones, por decirlo así, en su experiencia en el desierto. Y es solamente ahora que el Señor Jesús estaba listo para comenzar su ministerio público. Y quizás aquí valga la pena hacer un comentario brevemente de paso, que para él la entrada al Ministerio Público, él no sentía una prisa indebida para comenzar esa obra. Y a veces cuando un joven siente un llamado al Ministerio, Se puede volver un poquito impaciente, ¿verdad? Dice, ahora mismo, ahora mismo, mañana tengo que predicar, pasado mañana tengo que ser pastor, y a la semana que viene ya quiero ser líder de toda una denominación. Bueno, aparte de la improbabilidad de todo eso, Es bueno notar del ejemplo del Señor Jesucristo que los que quieren ejercer el ministerio público hacen bien en ser pacientes y en pasar por el entrenamiento que necesitan, ¿verdad?, que se les ha indicado en la providencia del Señor. Cristo tuvo el ministerio público más importante de toda la historia, pero pudo esperar hasta madurar, hasta ser capacitado por Dios y hasta sostener, aguantar la prueba que se le puso enfrente. Pues si el Señor Jesucristo pudo esperar, yo creo que cualquier Hermano de nuestras iglesias con celo, con ganas de servir a Dios en el ministerio público, también puede esperar hasta que el momento indicado por Dios a través de la iglesia, ¿verdad?, y de sus gobernantes. Pero bueno, regresando al tema aquí, notamos que dice después que Juan fue encarcelado. A lo mejor se acuerdan, ¿verdad?, que el rey Herodes encarceló a Juan por decirle que andaba mal en estar con la esposa de su hermano. Juan fue desaparecido, ¿verdad? se le metió a la cárcel y pues de ahí cómo iba a poder predicar, ya no podía bautizar. Pero la obra que Juan comenzó continúa con la predicación de Cristo, porque se dan cuenta, ¿verdad?, que predican lo mismo. El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios se ha acercado. Arrepentíos y creed el Evangelio. Pues es básicamente lo mismo que Juan dice de acuerdo a Evangelio de Mateo. Y entonces el encarcelamiento de Juan no fue el fin del Evangelio, sino el comienzo, ¿verdad? Porque Cristo sigue adelante con esa obra de predicación. Pero sí hay una diferencia entre ellos, ¿verdad? Bueno, hay varias diferencias, y una que se nota es que el pueblo iba en búsqueda de Juan, pero Cristo viajaba a varias partes buscando al pueblo. Es, en un sentido, la diferencia entre el Antiguo Testamento y el Nuevo Testamento, ¿verdad? En el Antiguo Testamento Israel debía ser una luz. un imán, por decirlo así, que atraía a la gente de otras naciones para conocer a Dios. Pero en el Nuevo Testamento no debemos estar en un lugar y atraer a los demás, debemos salir para comunicar el Evangelio. El Evangelio se trata de Jesús, ¿verdad? Ya lo hemos visto. Evangelio de Jesucristo, hijo de Dios. Pero lo que Cristo mismo predica es el reino de Dios se ha acercado. Y entonces es importante para nosotros ver la conexión entre la idea de Jesucristo y la idea del reino de Dios. ¿Cuáles? ¿Cómo es la relación entre ellos? Bueno, al decir que el tiempo se había cumplido, Jesús demostró que el reino de Dios era algo que se esperaba. Ahora bien, en el Antiguo Testamento no se usa esa frase exactamente, el reino de Dios o el reino de los cielos. Pero sin embargo, un pasaje como del profeta Abdias, ¿verdad? Y los versículos 15 al 21, porque como Abdias solamente tiene un capítulo, ¿verdad? No hay que decir Abdias 1, 15, porque no hay un 2. Entonces, simplemente Abdias 15 al 21, ¿verdad? Los versículos. Y ahí el profeta dice que el reino será del Señor en el día del Señor. Y entonces profecías como esas crean una expectativa, ¿verdad?, de que el reino de Dios en algún momento va a venir. O sea, le enseñaba al pueblo que hay tal cosa como el reino de Dios y que ese reino se espera. Y la respuesta debida, la respuesta correcta a la llegada del reino es que nos arrepintamos y que creamos el Evangelio. O sea, el arrepentimiento y la fe. Ahora, porque es el reino de Dios los que confían en su propia justicia, los que dicen, yo no necesito arrepentimiento, yo estoy bien con Dios, yo me he portado bien. Aquellos que en su arrogancia e ignorancia piensan que con sus buenas obras han agradado al Señor, quedan excluidos. Sin arrepentimiento, no hay entrada al reino de Dios. Confiando en la justicia propia, quedaremos siempre excluidos. Como es el reino de Dios, es también un reino de santidad. Y entonces los que siguen obstinados en su pecado, tampoco no entrarán en el reino de Dios. O sea que hay por lo menos dos maneras de perdernos el reino de Dios. El uno es pensar, creer que soy tan justo, que no necesito la fe, no necesito el evangelio. Y el otro es ser tan adicto de mis propios pecados que prefiero abrazar mis pecados hasta llegar al infierno que arrepentirme de esos pecados y entrar en el reino de Dios. Al volvernos de nuestro pecado, al aceptar el evangelio con una fe verdadera, hay entrada al reino de Dios. ¿Y entonces cuál es la conexión entre Jesús y el reino de Dios? Pues la respuesta sencilla es que Jesús nos mete, nos da ingreso en el reino de Dios por medio de su obra a favor de los pecadores, por medio de su identificación con ellos y porque nos bautiza con el Espíritu Santo, o sea, nos hace nacer de nuevo, nos regenera, y nos santifica. Y ahí vemos los dos lados, ¿Verdad? De la obra de Cristo, por un lado, provee para nosotros una justicia perfecta, para que podamos ser aceptos ante Dios, y por otro lado, renueva también nuestro interior, para que seamos aptos, correspondientes a Dios, y de su reino. Y entonces aquí vemos a Cristo predicando, anunciando el reino de Dios. Pero Cristo no predica el reino de Dios como cualquier otro, ni siquiera como Juan el Bautista. Ellos eran heraldos, pregoneros simplemente. Pero Cristo es algo más. Es cierto, predica, pero en su propia persona es el que trae el reino de Dios a nosotros y por su obra a nuestro favor es el que nos hace ingresar, entrar y ser ciudadanos de ese reino celestial. Y de esa manera, Jesús, el Cristo, el Hijo de Dios, predica el reino. pero es mayor que todos los otros predicadores del reino de Dios porque Él contiene el reino en sí mismo, lo carga consigo y nos mete en ese reino por su gracia. Amén.
Cristo Proclamado y Proclamando
Series Marcos
La identidad de Cristo fue manifestada con suma claridad, y su carácter aprobado, antes de que comenzara su ministerio de proclamación.
Sermon ID | 113020163638191 |
Duration | 35:19 |
Date | |
Category | Sunday - PM |
Bible Text | Mark 1:9-15 |
Language | Spanish |
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