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Buenos días, hermanos. Fíjense que en la última predicación que me tocó exponer sobre Lucas 7, particularmente sobre esta mujer que busca a Cristo cuando él está en una reunión y comienza a lavar sus pies con perfume. Como esas ocasiones que muchas veces nos pasan, asocié inmediatamente por unos segundos ese pasaje con un pasaje anterior que está en Lucas 5 acerca de un hombre paralítico. Y este relato de esta historia se encuentra en tres de los cuatro evangelios. Entonces, para poder contar la historia completa y no estar aclarando qué parte viene de qué evangelio, pregunté al pastor sobre la posibilidad de reconstruir un texto utilizando estos tres relatos a lo que tuve su permiso. Por ejemplo, en el laboratorio donde yo trabajo, una de las cosas que hacemos es que extraemos el ADN de las plantas, de los animales, bacterias, etc. y luego estudiamos su secuencia pero para eso secuenciamos en pedacitos o sea es decir no podemos hacerlo en un solo paso y lo que tenemos son pedacitos de todo ese ADN más o menos como de 500, 600 letras y luego lo vamos armando como si fuera un rompecabezas por medio de cómputo por supuesto Y vamos agregando cosas que son faltantes hasta que al final tenemos casi una secuencia completa. Bueno, sin más explicaciones, dije, ¿qué tal si hago esto? Entonces, el texto que vamos a leer no está tal cual en su Biblia. Pero, tomando como base el pasaje de Lucas 5 del 17 al 26, añadí algunos elementos faltantes de Mateo 9 del 1 al 8 y también de Marcos del 1 al 12, pero el pasaje base será Lucas 5, 17 al 26. Y al ir en la lectura, ustedes notarán probablemente algunos elementos que no están ahí, pero que están en otros evangelios. Entonces queda de la siguiente manera este texto reconstruido. Dice Entró Jesús otra vez en Capernaum después de algunos días y se oyó que estaba en casa. Desde ahí comienza el 17. Aconteció un día que él estaba enseñando y estaban sentados los fariseos y doctores de la ley, los cuales habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y de Jerusalén. Y el poder estaba con él. El poder del Señor estaba con él para sanar. Y se juntaron muchos de manera que ya no cabían ni aún a la puerta. y les predicaba la palabra. Y sucedió que cuatro hombres que traían cargando tendido sobre una cama a un hombre que estaba paralítico, procuraban llevarle adentro y ponerle delante de él. Pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, descubrieron el techo donde estaba, y haciendo una abertura, le bajaron con el lecho y poniéndole en medio delante de Jesús. Al ver la fe de ellos, le dijo, Ten ánimo, hijo. Tus pecados te son perdonados. Entonces, algunos de los escribas y fariseos comenzaron a cavilar en sus corazones, diciendo, ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados si no solo Dios? Jesús entonces, conociendo en su espíritu los pensamientos de ellos, respondiéndoles, dijo, ¿Qué caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico, tus pecados te son perdonados, o decir, levántate, toma tu lecho y vete a tu casa? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico, a ti te digo, levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Al instante, levantándose en presencia de ellos y tomando el lecho en el que estaba acostado, se fue a su casa glorificando a Dios. Y todos, maravillados y sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios y llenos de temor decían, nunca hemos visto tal cosa. Hoy hemos visto maravillas. Bien, hermanos. El título de la predicación de hoy es Una necesidad imperiosa o una necesidad de vida o muerte. El punto número uno lo he titulado el llamamiento irresistible de Dios. Jesús, como vemos, estaba de nuevo en la ciudad y por lo que podemos apreciar en eventos anteriores a estos, Jesús a veces salía de la ciudad para evitar los tumultos con las personas, pues se había hecho un personaje muy famoso en toda la región, de tal manera que la gente se amontonaba en donde sabía que él estaba o donde sabía que él iba a pasar. Y esta vez no fue la excepción. Pues al saber que Jesús estaba en casa, dice la palabra que los fariseos, los doctores de la ley y ciudadanos comunes otra vez se agolparon hacia donde estaba Él. Y dice que vinieron incluso de otras aldeas. De tal manera que la casa en donde estaba Jesús no podía recibir una persona más. No cabía un alfiler. Y parece ser que la multitud incluso comenzó a rodear la casa donde él estaba. Muchos querían escuchar a Jesús o estar cerca de él por diferentes motivos. Por ejemplo, los escribas y los doctores de la ley querían estar cerca de él para debatir con él o tratar asuntos académicos de la ley, o a veces también para ponerle trampas, porque deseaban desenmascarar a quien ellos creían era un falso maestro. El resto del pueblo, porque quería ver cosas impresionantes y atraídos por su morbo, iban a Jesús porque sabían que iban a ver algo que no habían visto antes o porque querían ser beneficiarios directos de alguno de sus milagros, ya sea obtener comida gratis, ser sanados de algún padecimiento, algo querían de Jesús. Pero entre esas multitudes había excepciones. Había excepciones que eran individuos que llegaban a él de manera muy especial, a veces de forma poco ortodoxa. y tenían una atención especial también de Jesús hacia ellos. Por ejemplo, una mujer que entre una multitud quiere tocar su manto porque esa mujer cree que si toca su manto, ella va a ser sanada. Y a pesar de que muchas manos están tocando a Jesús entre la multitud, Él siente que una lo ha tocado de manera especial y le dedica su atención a esa mujer. En otra ocasión, caminando entre multitudes en Jericó, hay un hombre que es bajo de estatura, pero quiere saber quién es Jesús. Entonces sube a un árbol y entre la multitud Jesús lo llama a él. Y en la predicación anterior veíamos que en Betania un fariseo invita a Jesús a su casa y de repente llega una mujer, se hace presente, y aparentemente de manera imprudente, entra de manera sorpresiva, comienza a lavar los pies del señor con perfume, y así muchos otros casos. Y surge la pregunta, ¿qué diferenciaban a estas personas del resto de la multitud? ¿Qué tenían de especial estas personas? Y entre los evangelios vemos un espacio dedicado a relatar los eventos donde ellos tuvieron parte con el Señor. Estas personas a las que Jesús prestaba especial atención tenían en común que eran consideradas por el pueblo y los líderes como personajes despreciables. pecadores como las prostitutas, como los cobradores de impuestos, como los gentiles, o personas que estaban en una condición de inmundicia por lo que nadie se les quería acercar, leprosos, esta mujer con el flujo de sangre, son los que aparecen en estos relatos. Pero en esta ocasión, viene en camino al encuentro de Jesús un hombre que es cargado por cuatro personas. Y al leer los pormenores que da la palabra sobre la forma en que nada menos que cuatro personas se ocupan para traer a este hombre, podemos intuir que se trataba de una persona en estado cuadripléjico. Es decir, alguien que no movía ni piernas y tampoco brazos. Alguien que estaba paralizado desde C5, desde el cuello. una condición terrible para cualquier persona, pero más en aquellos tiempos. Siempre que leemos la palabra debemos tratar de hacerlo entendiendo el contexto histórico de las situaciones a las que se enfrentaban las personas o el Señor. Y si estar paralizado desde el cuello hacia abajo, es una condición muy complicada para cualquier persona, lo era mucho más en la época antigua. La antigüedad era una época terrible para ser un hombre cuadripléjico, no solamente por la falta de tratamientos médicos, sino porque todo lo que implicaba. Entonces, como les digo, imaginemos un segundo, un mundo en el que no existen sillas de ruedas, camas especiales o para entretenimiento algún televisor. o tecnología que pudiera darle a este hombre algún tipo de comodidad o algún tipo de rol en la sociedad. Hoy tenemos personas en ese estado que pueden ser maestros, que pueden usar la computadora, pueden trabajar, pueden tener alguna función. Antes no. sino que probablemente había muchos de estos días en que amanecía y se metía el sol y este hombre se mantuvo en la misma posición, siempre en total dependencia de otros. Noten de nuevo, se ocupaban cuatro personas para moverlo de un lugar a otro. Era una condición terrible. Y me recuerdo esto a un caso que sucedió en 1998. Una persona en la misma condición, Ramón San Pedro, tomó la decisión de acabar con su vida y con la complicidad de sus amigos, grabó un video de despedida al lado de un vaso que contenía agua con cianuro mezclado y un popote. Y después de dar las razones por las que estaba tomando esa decisión, la mayoría de ellas relacionadas con su falta de deseo de vivir a causa de su condición, tomó el agua para después morir en unos cuantos minutos. Y con esto no quiero hablar en favor de la eutanasia. De hecho, estoy en contra. Pero es para que podamos entender el tipo de desesperación que se puede llegar a vivir estando en una condición así. Pero volviendo a nuestro texto, esta persona cuadriplégica se entera que Jesús está en el pueblo. Hasta ese momento, Jesús, si lo vemos de manera cronológica, ya había sanado a muchos en Galilea, Marcos 1. Había sanado a varios leprosos, Lucas 5. Había sanado al siervo del centurión, a la suegra de Pedro, Marcos 8. Por eso era famoso. El saber que Jesús estaba cerca de él, debió suponer una luz de esperanza para él. Tanto así, que aún con lo complicado que era su transporte, tuvo el valor de pedirle a cuatro amigos que lo llevaran hasta donde estaba Jesús. O no sabemos también, a ciencia cierta, si fue iniciativa de sus amigos. Pero de que quería ir él, ahí están las pruebas. Y entonces se dieron a la tarea de llevarlo. Estos eran buenos amigos, por lo que entiendo. Y abro aquí un paréntesis para los jóvenes. Quiero usar esto de manera ilustrativa. Un amigo o pareja sentimental que algún día puedas llegar a tener, que realmente valga la pena, te acercará a Cristo. No te alejará de Él. Su presencia en tu vida significará un soporte espiritual. porque esos son los verdaderos amigos en Cristo. Cerrando paréntesis, y entonces estos hombres vienen por el camino y llegan a la casa y, oh decepción, se topan con una multitud afuera de la casa, donde el acceso es prácticamente imposible. Entonces ellos, en lugar de rendirse, toman la determinación de subir al techo cargando a su amigo. Yo me pregunté, ¿Cómo pueden subir al techo con una persona así? Y estaba escuchando un análisis de Artsy Sproul de este pasaje. Dice que las escaleras exteriores, perdón, que las casas tenían escaleras exteriores para subir al techo. Entonces, eran angostas, supuso un gran esfuerzo, pero subieron a su amigo. Dice el versículo 19 de Lucas 5 con elementos de Marcos, dice, pero no hallando cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa, descubrieron el techo donde estaba y haciendo una abertura le bajaron con el lecho, poniéndole en medio delante de Jesús. Imaginen por un segundo la escena. Es notorio, al menos para mí, ¿Cómo estas personas de las que hablamos, que buscaban a Cristo, lo hacían rompiendo todos los esquemas, saltándose todos los protocolos de etiqueta? ¿Y cómo mostraban una determinación infranqueable para venir a Cristo? Es como si nada los pudiera detener para llegar hasta donde Cristo estaba. Como si fueran invencibles, como si no hubiera obstáculos que pudieran a ellos frenarlos en su misión de llegar hasta Cristo. Este hombre venía literalmente siendo cargado por cuatro personas, pasa por en medio de una multitud, sube un techo y finalmente baja a través de ese techo, asistido por sus amigos, hasta donde estaba Jesús hablando. Bajó específicamente delante de él. pudiendo desistir antes de cada uno de esos pasos. No, es que, híjole, pues hay mucha gente. Otro día lo buscamos. No, pues es que el techo, no, no es peligroso. Abrir el techo, no. Tomó la determinación de continuar. No desistió. Era como si una fuerza lo llevara. ¿Qué hacía que estas personas que buscaban a Jesús lo hicieran con tal empeño? ¿Qué les daba la fuerza para no rendirse, para no claudicar en su búsqueda de Jesús? La respuesta es que Dios el Padre los llevaba de la mano. Juan 6, 44 dice, Ninguno puede venir a mí si el Padre que me envió no le trajere. Pensemoslo de esta manera. ¿Puede haber alguna ocasión en la que Jesús se proponga llevar a un pecador hacia los pies de su hijo y que fracase en el intento. Es decir, que planee mal la estrategia, que se equivoque en las formas y que fracase. No, hermanos. No. Esa determinación inquebrantable de esos hombres y mujeres que venían a Cristo era el mismo Dios llevándolos a él. Era un llamamiento eficaz. Por eso, podemos tomar la situación de este paralítico como una analogía hacia nosotros mismos. Incluso cuando tú no puedas venir a él, cuando no tengas los medios, cuando no puedas caminar en su dirección, él te hará venir. Incluso cuando estés espiritualmente muerto, oirá su voz. Por eso la palabra en este y en otros casos dice que Jesús vio la fe. Jesús vio que era el padre, la fe que el padre había implantado en ellos para traerlos hacia él. ¿De dónde viene la fe? De Dios. Nosotros generamos la fe, es decir, nosotros la ejercitamos filosofando, yéndonos a un retiro, No. Dice Efesios 2 8 en la traducción de las Américas dice porque por gracias soy salvos por medio de la fe. Sí, ok. Pero dice que y esto no es obra tuya. Esto no es algo que se genere en ti, que tenga su génesis en ti. Esto no es algo que tú desarrolles. Dice es don de Dios. Es Dios quien determina, planifica, comienza, desarrolla y culmina todo el proceso de salvación. Este hombre cuadriplégico nos representa a todos, sin la capacidad de ir a él, espiritualmente inválidos para buscarlo. Pero en nuestra invalidez, Él nos manda a traer y el proceso no termina hasta que estamos cara a cara frente a Él. Pero la historia no queda acá. con este hombre que vence cada obstáculo para llegar a Jesús, lo que nos lleva a nuestro punto dos, la necesidad de cada hombre. Entonces, Este hombre, que no podía mover ni un dedo de su cuerpo, termina con la ayuda de sus amigos, poniéndose frente a Jesús. Y encontré unas referencias relacionadas a la ingeniería, si es que se le puede llamar así, o a la arquitectura también, de las casas de aquellos tiempos. Y dice que las casas en ese entonces eran de palma con traves de madera y recubiertos con barro apisonado. Por lo que me puedo imaginar que mientras Jesús está hablando, de repente comienza a caer polvo, tierra, pedazos de palma. Yo creo que un favor adicional que estos amigos tuvieron que hacer a este hombre es reconstruir el techo que dañaron, porque no era un orificio cualquiera, pues debía de caber una camilla completa a través de él. Y en algún momento, me imagino que vieron que se hacía una abertura en el techo, con cuatro hombres mirando hacia abajo, y las personas de abajo, evidentemente, mirando hacia esos cuatro hombres, que acto seguido, comienzan a bajar una camilla improvisada, sostenida por cuerdas, y en la camilla este hombre cuadripléjico. Dice la palabra, y haciendo una abertura le bajaron con el techo, poniéndole en medio delante de Jesús. Finalmente estaba cara a cara con Jesús. Y todos estaban a la expectativa de qué era lo que Jesús iba a ver. Otra vez vamos a ver algo impactante. Esperaban que sanase a ese enfermo, pero contrario a lo que ellos esperaban. Y para sorpresa de todos, Jesús le dijo, Ten ánimo, tus pecados te son perdonados. Dice versículo 20, al ver la fe de ellos, le dijo, ten ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados. Y podría uno preguntarse, a ver, ¿que no era más que obvio que este hombre venía a ser sanado por Jesús? Digo, no resultaba evidente que este hombre lo que deseaba era volver a caminar, que eso era su motivación de llegar a Jesús. Y sin embargo, Jesús le dice que sus pecados le son perdonados, dejándolo en la misma condición en la que había llegado. Y no solo eso, sino que además, Le dice que debe tener ánimo por lo que ha pasado, que debe estar muy contento, muy feliz por lo que ha pasado, por lo que ha sucedido. Y a lo mejor nosotros, con nuestra lógica, podríamos decirle al Señor, Jesús, es que no entendiste la situación. Lo que a este hombre le daría verdadero ánimo es volver a caminar. Lo que este hombre quiere es que obres uno de tus milagros donde él se recupera, él recupera su salud y termina con ese martirio. De hecho, pensaba que hoy muchos de estos pastores modernos, milagreros, podían hacerle ver a Jesús su error, entre comillas, ¿verdad? Es decir, al dejar la oportunidad de grabar ese evento donde lo sana y tiene millones de visualizaciones, equivocaste, Señor. Pero realmente Jesús no entendía la situación. Es decir, ¿no sabía que venía este hombre, Jesús? ¿No entendía cuáles eran sus deseos más profundos? Por supuesto que los entendía, por supuesto que sabía que venía ese hombre. Pero Jesús comienza atendiendo la necesidad más grande de este hombre, el más grave de todos los problemas que podía tener su necesidad más imperante, su condición de pecado. Recordemos que lo que tenían en común muchas de estas personas que buscaban a Jesús entre las multitudes era que eran despreciados, que sufrían el rechazo de la comunidad porque eran pecadores, porque eran inmundos. Sin embargo, este hombre tendido en una cama no tenía esas condiciones. Ciertamente había personas que pensaban en ese entonces que si los padres pecaban, entonces enfermedades caían sobre los hijos, o si una persona había pecado, bueno, le venía alguna enfermedad. Pero este hombre no sufría el rechazo de la sociedad, más aún, si ni siquiera podía levantarse a hacer algo malo. No podía robarse algo, no podía matar, no podía hacer ningún pecado que implicara moverse. Y sin embargo, la palabra nos hace ver que aún en esa condición, este hombre era pecador. En 1985, John Dominic Bowie un hombre que sufrió síndrome de cautiverio. El síndrome de cautiverio es una condición en donde tu cerebro funciona perfectamente, pero tu cuerpo no se puede mover. Entonces, él estaba totalmente paralizado. No se podía mover, comer, hablar, ni respirar sin asistencia. Aún en esa condición, Este hombre escribió un libro titulado La Escafandra y la Mariposa, y lo hizo utilizando su párpado izquierdo, que era la única parte de su cuerpo que podía mover. Entonces, idearon un lenguaje en donde él se comunicaba con su terapeuta y le iba dictando letra por letra, después formaba las palabras y las palabras formaban enunciados, los enunciados formaban párrafos, y así Un trabajo arduo hasta que terminó el libro de La Escafandra y la Mariposa. Y en este libro, este hombre francés relataba cómo se sentía ser prisionero de su propio cuerpo, expresaba sus pensamientos, la forma en cómo llevaba el día a día. Recuerdo que dice que no le gustaban los domingos porque era donde no trabajaban los terapeutas y él estaba solo todo el día. Pero entre todas esas cosas, una de las cosas o asuntos que llamaba la atención era que él escribía, él confesaba que deseaba e imaginaba que tenía relaciones adúlteras con sus terapeutas y que deseaba emborracharse, entre otras cosas. Este hombre, aunque solamente podía mover un párpado, podía pecar y pecaba. Porque el pecado no es un asunto que dependa de nuestras capacidades físicas para hacerlo, de nuestras capacidades motrices. Es un asunto del corazón. Externamos el pecado que ya está en nosotros. Muchas veces lo que se gesta dentro de nosotros es la acción. de llevar un pecado al mundo material. Pero ese pecado ya estaba ahí. Solamente no habíamos tenido la oportunidad de externarlo. Por eso es que Jesús le da a este hombre cuadripléjico lo que su alma eterna necesitaba, el perdón de los pecados. Porque pongámoslo al revés, invirtamos por un momento las cosas, ¿De qué le serviría a este hombre ser sanado? Es decir, ¿sabes qué? Sí, levántate y sal corriendo, y es más, te voy a dar unas piernas de maratonista, como los que andan corriendo aquí en las madrugadas, ¿no?, en la ciudad. Tú vas a ser así. Vas a ser capaz de correr los cuarenta y tantos kilómetros. para después morir sano, en un buen estado físico para su edad, pero con su alma condenada eternamente. Al estar frente al tribunal de Dios, ese hombre iba a querer regresar el tiempo para que Jesús invirtiera las cosas, que lo dejara cuadripléjico el resto de su vida, pero que perdonara sus pecados, por favor. Hermanos, cuando Jesús le dice a este hombre que tiene todos los motivos del mundo para tener ánimo, no estaba mintiendo. Es porque el milagro más grande ya había ocurrido. Sus pecados habían sido perdonados y en los próximos días esos pecados serían cargados a la cuenta de este que lo estaba perdonando. y siendo muy catastrofista, no importa cuál sea tu condición. No importa qué vida tan difícil te ha tocado vivir, cuán frustrados hayan sido todos tus anhelos. Si has confiado en Jesús como tu Salvador, con una fe genuina, Él te dice, ten ánimo, tus pecados te son perdonados. El juicio divino en tu contra ha sido cancelado. Tu destino ha sido resuelto para bien. no fueron palabras vacías para esta persona, porque tiempo después, ese mismo que lo estaba perdonando se encargaría de hacer válida la promesa al morir por él en la cruz. Fíjense, dice Salmos 84.10, que aquí lo hemos visto mucho últimamente, porque mejor es un día en tus atrios que mil fuera de ellos. Escogería antes estar a la puerta de la casa de mi Dios que habitar en las moradas de maldad. Da a entender la palabra que un día, uno, en la casa de Dios es mucho mejor que el conjunto de mil de los mejores días que un hombre pudiera pasar en su vida terrenal. Así de maravilloso es estar en la presencia de Dios. Y Jesús le estaba garantizando a este hombre que no solo un día iba a pasar en sus atrios, sino una eternidad. Finalmente, hemos llegado al punto número tres. La voluntad y la soberanía de Dios. Y por supuesto, como cada vez que Jesús perdonaba los pecados o hacía algún milagro, llegaban las críticas de los escribas y los fariseos. Versículo 21 dice, Entonces algunos de los escribas y fariseos comenzaron a cavilar en sus corazones, diciendo, ¿Quién es este que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? Ellos estaban en lo correcto, porque sólo Dios puede perdonar los pecados, porque los pecados se cometen inicialmente en contra de Él. Aunque se hayan hecho en contra de otra persona, van inicialmente en contra de Él, porque Él es quien ha decretado la ley, y es su ley la que se incumple en primera instancia. Versículo 22 dice, Jesús entonces, conociendo en su espíritu los pensamientos de ellos, respondiendo les dijo, ¿Qué cabiláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil decir al paralítico? ¿Tus pecados te son perdonados? ¿O levántate, toma tu lecho y vete a tu casa? Jesús hace una pregunta hasta cierto punto muy lógica. A fin de cuentas, ¿cómo podían saber estos hombres si los pecados del paralítico realmente habían sido perdonados? Cualquiera de ellos puede haber dicho lo mismo y no había evidencia que lo demostrara. No había evidencia visual, pero decirle a este hombre que llegó en camilla, levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa, eso realmente representaría una evidencia para que ellos vieran que Jesús era quien él decía. Entonces, imagínense, me imagino que muchos hemos visto cuál es la condición física de un hombre cuadripléjico, ¿no? ¿Cómo son sus brazos? Sus brazos no tienen músculos, casi no tienen carne, porque no los usa. O sea, están atrofiados, entonces tienen una atrofia muscular. Casi podemos ver sus huesos, sus codos, sus rodillas. Se ven muy grandes en apariencia, pero es porque no hay carne. Las conexiones nerviosas están totalmente deterioradas, no se usan. Entonces, decirle a un hombre, levántate, a diferencia de lo que se ve hoy, que muchas veces Somos o somos testigos, entre comillas, de milagros de los que no podemos ver su evidencia. Usted ha sido sanado de la diabetes, su cáncer ha desaparecido. Esto era evidencia. Esto era evidencia. Entonces dice muy bien. Quieren evidencia. Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados, dijo al paralítico, a ti te digo, levántate, toma tu lecho y vete a tu casa. Dice que al instante, levantándose en presencia de ellos y tomando el lecho en el que estaba acostado, se fue a su casa glorificando a Dios. Y todos, maravillados y sobrecogidos de asombro, glorificaban a Dios y llenos de temor decían, Nunca hemos visto tal cosa. Hoy hemos visto maravillas. sin una sanación gradual, sin terapias, de pronto la atrofia muscular de este hombre desaparece, sus fibras musculares se multiplican, sus tendones se conectan, sus conexiones nerviosas se restauran y su cerebro, que posiblemente antes no lo había hecho, se reconfigura para dar las señales correctas para que este hombre mueva todas sus extremidades como si lo hubiera hecho ayer. y es que hermanos ustedes no saben la complejidad biológica que se requiere para mover un dedo de la mano y Jesús simplemente da la orden y paradójicamente la parte que parecía difícil o que decían que era difícil es decir hacer moverse a este hombre era la parte fácil Y la parte aparentemente fácil decir que sus pecados eran perdonados era la parte difícil. Al cuerpo de este hombre paralítico, Jesús solamente tenía que ordenarle que funcionara de la manera adecuada. Sólo se necesitaba que Dios lo decretara. Pero para el perdón de los pecados, la cosa no funciona así. Para perdonar los pecados, la justicia de Dios no admite decretos. No en el sentido de que acepta que se eliminen como si nada hubiese pasado, porque no hubo una retribución. Y eso no representa una justicia perfecta. Por eso en el texto que leíamos dice que las cosas viejas pasaron, y aquí todas son hechas nuevas, pero no pasaron nomás así. Cristo se quedó con las cosas viejas. Él las llevó en la cruz. Por eso termina diciendo ese texto que leímos que al que no conoció pecado por nosotros, lo hizo pecado. Para perdonar no se ocupó de un decreto, se ocupó todo de Dios. Que el Hijo se hiciera como uno de nosotros, que viviera una vida perfecta, y después de haberla vivido, darnos la cambio, mientras Él recibía lo que nos correspondía, y después de morir, resucitar al tercer día. Requirió también del Padre, eligiéndonos y dándonos su providencia, castigando el pecado en el Hijo, requirió también del Espíritu Santo, santificándonos y siendo testador. Todo Dios se involucró en la salvación de nosotros. Lo que Jesús demostró al sanar a este hombre es que él era quien decía ser, que frente a ellos estaba el único con la autoridad de perdonar los pecados y que las cosas pasan según su voluntad en el marco de su soberanía. El cuerpo de este hombre no podía simplemente desobedecer la voz de Dios. La voz de Jesús es lo mismo. Esa fue la voluntad de Dios. Si Jesús hubiese dejado a ese hombre en el estado en el que llegó, hermanos, el perdón de sus pecados seguía siendo el más grande milagro que Jesús podía regalarle, la más grande dádiva que Jesús podía darle, porque ese regalo implicaba la vida misma de Cristo. Y su voluntad en ese momento fue que ese hombre recibiera ambas cosas. que ese hombre saliera de ese lugar justificado y además caminando. Pero entre esas multitudes y entre sus mismos discípulos que lo seguían, hubo personas que también creyeron en Jesús, también recibieron el perdón de sus pecados, pero que contrario a lo que sucedió con este hombre que recibió un milagro tras otro, a ellos el ser perdonados El seguir y ser leales, ¿a quién los perdonó? Les terminó costando persecución, les terminó costando la vida. Sin embargo, todos esos hombres que fueron perdonados y que están en la presencia de Dios saben hoy que hayan sufrido en vida o no, hayan sido perseguidos o no, que hayan padecido enfermedades o no, o cualquier cosa por la que hayan atravesado, su Dios al final les dio lo que su alma necesitaba, vida en Cristo, mientras que el resto de lo que sucedió en su vida fue por voluntad y soberanía de Dios. Al final, para este hombre una bendición haber podido caminar los últimos años antes de su muerte. Y no tengo en absoluto el ánimo de menospreciar lo que el Señor hace en su perfecta voluntad, pero ese milagro de caminar palidece y palidecerá en la eternidad al ser comparado con el perdón de los pecados. Y yo no sé cuál sea tu situación, pero si conoces a Cristo, si Él es tu Salvador, ya tienes todo lo que necesitas para la eternidad. El resto, el resto son añadiduras. Y si no lo conoces, sigue en ti esa necesidad imperante. Y hoy está el Maestro frente a ti, diciéndote que puede perdonarte los pecados. Ven a Él en arrepentimiento y fe. Oremos, hermanos. Señor, te damos muchas gracias porque Tú, con Tu sacrificio en la cruz, has atendido, has resuelto el más importante de nuestros problemas. Has resuelto nuestra más grande necesidad, Señor. Ayúdanos, Señor, a permanecer leales a Ti. Ayuda a aquellos, Señor, que todavía están dudando a venir a Ti, que vengan hasta Ti y que Tú puedas decirle Bienaventurado, tus pecados son perdonados. Ten ánimo. Te pedimos, Señor, por el resto del día y por la predicación de la tarde también, en el nombre de tu Hijo Cristo. Amén. La bendición final, hermanos, es de Número 6, 24 al 26. Jehová te bendiga y te guarde. Jehová haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia. Jehová alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz. Estamos despedidos. Estimados hermanos, nuestra congregación transmite los cultos en vivo para aquellos que por enfermedad o edad les es imposible asistir a la iglesia. El Señor instituyó la iglesia como el lugar donde Él quiere que juntos unánimes la adoremos. Él también ha establecido la comunión entre hermanos como un medio de gracia. Estas transmisiones no deben tomar el lugar de su iglesia local. Entendemos que hay hermanos que no tienen donde asistir, no tienen quien les predique. Les invitamos a ver estas transmisiones, pero siempre orando al Señor de la Mies que envíe obreros y establezca iglesias bíblicas donde puedan congregarse. Confiamos que el Señor edificará su iglesia.
Una necesidad de vida o muerte
En un mundo lleno de problemas y necesidades, solo una tiene trascendencia eterna: nuestra necesidad de salvación.
Sermon ID | 1129232021462487 |
Duration | 41:54 |
Date | |
Category | Sunday - PM |
Bible Text | Luke 5:17-26 |
Language | Spanish |
© Copyright
2025 SermonAudio.