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se ha creado en nuestra cultura, y yo creo que es algo que traemos impresos los seres humanos, un sistema de méritos constante, ¿verdad? Y a veces, aun cuando entramos al Evangelio, nos cuesta pensar en términos de que vayan más allá o que se salgan de esos parámetros del ojo por ojo, de que el castigo debe ser equitativo con la ofensa, ¿verdad? Si hay premio, debe ser un premio equitativo o que sea como justo, se puede pensar justo, adecuado al logro, ¿verdad? Entonces, si una persona logró algo y se le da un premio, no se piensa en un premio exagerado, un premio más allá. de lo que merece. Entonces, ese sistema de mérito está siempre ahí presente, a veces para bien, en el sentido de que procuramos, en la medida de lo posible, que el castigo no exceda la ofensa. En un sistema legal justo, si hay una ofensa leve, el castigo es leve, y si hay una ofensa grave, el castigo es fuerte. ¿verdad? Y eso es lo ideal. Y lo mismo en el sistema de premiación. Si el logro es pequeño, el premio es pequeño. Si es un logro grande, el premio es grande. Sin embargo, en el pasaje que estaremos estudiando en esta mañana, nos vamos a dar cuenta de que la gracia funciona de manera muy diferente al mérito o a lo merecido, ¿verdad? Porque por definición, la gracia es algo que no se merece. Pero aún así, no tendría por qué exceder. Sin embargo, la gracia de Dios, o el don de la gracia de Dios, excede por mucho, y va mucho más allá del castigo, va mucho más allá de las consecuencias del pecado. Y ese es el punto que Pablo señala en este pasaje de Romanos capítulo 5, versículos del 15 al 17. Pero el don no fue como la transgresión. porque si por la transgresión de Aquel Uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. Y con el don no sucede como en el caso de Aquel Uno que pecó, porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia y del don de la justicia. Oremos. Dios, queremos pedirte una vez más esta mañana que al examinar esta tu palabra, que es profunda, que es rica, que es abundante en verdad y en tesoros, Nos ayudes, porque sabemos que somos criaturas limitadas y pequeñas. No somos capaces de sacar todo lo que podríamos sacar de este pasaje. Y sabemos que cada vez que lo visitemos encontraremos algo más, porque Tu Palabra es viva y eficaz. Pero queremos pedirte que en esta mañana, esta exposición de Tu Palabra de hoy llene nuestros corazones, nos transforme, nos capacite, nos ayude a ver a Tu Hijo Jesucristo glorioso a exaltar tu nombre, a crecer en adoración y gratitud, a ser desafiados para una vida que te agrade cada vez más. Y esto sabemos que sólo es posible si tu Espíritu Santo, que inspiró esta palabra, actúa en nuestros corazones. Así que pedimos tu ayuda. Reconocemos que dependemos de ti. Danos vida por tu espíritu y por tu palabra de vida en Jesucristo. Amén. El gran don de la gracia de Dios. Ese es el título de este sermón. Y vamos a ver tres puntos. El primero es que el don trajo mucho mayor bien que la ofensa trajo mal. Vamos a ver en segundo lugar que el don neutraliza mucho más que una sola ofensa. y vamos a ver que el don destruye la muerte y trae vida. El primer punto, el don entonces trajo mucho mayor bien que la ofensa trajo mal. Romano 5.15 dice, pero el don no fue como la transgresión. Porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. El don no fue como la transgresión. No hay un sistema de transacción equitativa en cuanto al don. y la transgresión. La transgresión de Adán fue terrible, pero las consecuencias para bien del don de Dios son mucho más abundantes y mucho más grandes que los efectos del pecado de Adán. El don de la bondad de Dios es mucho mayor que el fracaso, que la ofensa y la mala acción. de Adán, la transgresión de Adán o la desobediencia de Adán. Es curioso que aquí el versículo 15 utiliza el término transgresión que lo vimos antes Y hablamos de que transgresión significa romper una ley dada, ¿verdad? Esa fue la definición que dimos. Sin embargo, vale la pena aclarar que, a pesar de que la traducción es la misma, en el versículo 15, en el original, se usó otro término, que también se traduce en las Escrituras como transgresión, pero no tiene el mismo significado exactamente. Entonces, en este caso, transgresión es un poco más general, no es tan específico como romper una ley, sino que tiene que ver con dar un traspié o cometer una maldad, hacer algo malo, en general, no necesariamente ante la presencia de un mandamiento, pero ese es el término que aquí, por carecer de un término mejor, En español se utiliza también transgresión. Entonces lo vemos en el versículo 15, si no me equivoco es también en el 14 que aparece, pero no es el mismo término, no es en el original. Entonces nada más tengamos eso ahí presente. Aquí en énfasis, no es romper la ley sino hacer algo malo, simplemente, ¿verdad? Sin necesidad de que haya una ley presente, un traspié que rompió la relación que tenía Adán con Dios. Es el pecado de Adán y seguimos hablando. de su pecado, seguimos hablando de su transgresión, el desvío del camino, o la falla de Adán. Entonces, tal vez se parece un poco más a pecado, que significaba errar el blanco, en este caso es como no dar un buen paso, sino como dar un mal paso al caminar. Esa es la transgresión, y Pablo está diciendo que el don no fue como la transgresión. Fue mejor, fue mayor, fue superior a la transgresión. El don, ¿a qué se está refiriendo Pablo con el don? Se refiere aquí a la obra de Cristo por la humanidad en términos amplios, ¿verdad? Entonces, lo que Adán hizo versus lo que Cristo hizo, ese es el punto de la comparación. Lo que Cristo hizo es una obra de gracia. no una obra de mérito. Su sacrificio resulta en la justicia de los creyentes, y la gracia de Dios, entonces, se ve reflejada en esa persona, en la persona de Cristo. Cristo, su persona, y su acción al morir en la cruz. Ese es el punto de comparación. También se puede hablar del don como el resultado de esa obra, ¿verdad? Ya lo mencioné, nuestra justificación es también parte de ese don. Y aquí es donde nos empezamos a dar cuenta de que esto es más grande. Porque el don de la gracia de Dios, si ustedes hablan del don de la gracia de Dios, tenemos muchos temas. Hay muchísimo que decir acerca del don de la gracia de Dios. Cuando hablamos de la transgresión de Adán, es una. ¿verdad? Comió del fruto prohibido y trajo la muerte a todos los hombres. Pero cuando hablamos del don de la bendición de Dios, de la gracia de Dios, uff, aquí podemos pasar toda la mañana. Y más adelante vamos a hacer un pequeño repaso de algunas bendiciones que se derraman con este don. Pero, algunos incluso dicen que se refiere al Espíritu Santo, porque recuerdan que en Romanos 5 al principio hablamos de que el amor de Dios fue derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, Y yo digo, también, también podríamos decir que es el Espíritu Santo, porque el don de Dios y todo lo que Cristo hizo y todo, todo eso se hace efectivo en nuestras vidas por la obra del Espíritu Santo también. Entonces, todo eso lo podemos meter en el mismo saco. ¿Cómo es diferente? ¿Cómo es diferente este don tan amplio? ¿Cómo es diferente de la transgresión? de aquel uno. Bueno, primero dice, porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, abundaron mucho más para los muchos la gracia y el don de Dios por la gracia de un hombre, Jesucristo. Entonces, primero ese fragmento, porque si por la gracia, perdón, porque si por la transgresión de aquel uno murieron los muchos, ese término, ese sí, lo que está diciendo es, si esto es cierto, Si es cierto que por el pecado de uno, entró la muerte para muchos, o sea, para toda la humanidad... Si es cierto que el hombre, Adán, pecó y por su pecado entró la muerte, por medio de ese pecado... toda la humanidad se ve afectada por la realidad de la muerte, como vimos hace 15 días, el efecto se esparció a todos. Si eso es cierto, si eso es verdad, si la gente muere física y espiritualmente a causa del pecado de Adán, si hay una separación de Dios que es parte de la realidad de todos los seres humanos, si eso es cierto, mucho más cierto es que han abundado para los que están en Cristo, la gracia y el don de Dios. ¡Mucho más! Fueron derramados. Hablamos con el don del Espíritu Santo, que Él derramó el amor de Dios. Hablamos del vaso, ¿verdad? Que es como tratar de llenar un vaso de una cascada. ¿Recuerdan esa ilustración? Esta es la idea. una sobreabundancia. Nosotros somos un vaso debajo de una catarata del amor de Dios, de la bendición de Dios, del don de la gracia de Dios. Nos llena y se sobresale, se rebasa, ¿verdad? Es muy grande la bendición que hemos recibido. Es sobrepasa entonces, sobreabunda, se excede, se multiplica, mucho más que la transgresión de Adán, mucho más, como hemos cantado, su gracia es mayor. Su gracia es mayor. Y para los muchos aquí, no se refiere a los seres humanos, todos. Los muchos, en el fragmento anterior, sí se refería a toda la humanidad. Pablo, recuerden que él es medio poeta, ¿verdad?, cuando escribe. Entonces, le gusta usar términos similares, términos que rimen. Entonces, él utiliza los muchos en ambos casos, pero los utiliza en sentidos diferentes. Los MUCHOS que sufrieron por la transmisión es toda la humanidad. Él podría haber dicho TODOS en lugar de los MUCHOS. Lo raro es que digan los MUCHOS allí, ¿verdad? Pero ya él había establecido que es a TODOS los hombres, ya lo había dicho. El pecado y los efectos del pecado pasó a todos los hombres. Pero, cuando habla de la gracia, ahí sí tiene que ver con los MUCHOS O sea, no todas las personas, pero los muchos, porque son muchos los que están en Cristo. Son muchos los creyentes. a lo largo de toda la historia de la humanidad son muchos, en momentos específicos de la historia parecen pocos, pero cuando estén todos en el cielo alabando al Señor, verdad, la Biblia en Apocalipsis Juan nos dice que son millares de millares, y ese término es como decir tantos que no se pueden contar, verdad, esa es la idea, esa es la cantidad, son muchos, verdaderamente son muchos los que reciben el don de la gracia de Dios, y al hablar de la gracia de Dios, de nuevo, este es un término muy rico, Porque nos habla tanto de lo que motivó a Dios para enviar a Cristo. O sea, esto es por gracia. No lo motivó nuestra necesidad. Aunque es una respuesta a nuestra necesidad, pero no es la motivación nuestra necesidad. No lo motivó nuestro mérito. El hecho de que mereciéramos que Cristo muriera por nosotros, esa fue la motivación. El motor detrás de la obra de salvación es la gracia. Y eso nos dice una cosa, si nos dice sólo esto que esté claro, nos dice que la razón está en Dios y no en nosotros. Nos dice que Él tendrá sus motivos, no nos toca a nosotros especular cuáles son los motivos por los que me escogió a mí y no a otro. Pero lo cierto es que cualquier motivo o razón, está en Dios. Y es por su gracia, no es un favor merecido, no sería gracia, si fuera merecido. Entonces, el favor no merecido de Dios, que motiva la salvación, y podemos hablar de la gracia también en términos de lo que recibimos por gracia, propiamente la salvación. Entonces, tanto lo que motiva la salvación, como la salvación misma, eso todo está encerrado en el término gracia. Es lo que hemos recibido por gracia, es el don de la gracia de Dios. Por la gracia, repite el término ahora en asociación con Cristo, por la gracia de un hombre. Y este punto es clave porque Pablo, de nuevo, poéticamente está diciendo, por un hombre entró el pecado y ahora por un hombre llega la gracia. Por un hombre, Adán, entró la muerte a todos y por un hombre, Cristo, entra la vida. a muchos, la salvación, el don de la gracia, para muchos. ¡Qué gran diferencia! ¡Qué gran diferencia entre el pecado y el don del perdón de Dios! Cristo Jesús trajo el don de la bondad de Dios a muchos, y nosotros somos objeto de esa bondad, de esa misericordia. Y el efecto del pecado sí, sí es grande, y hablamos del efecto del pecado en los sermones anteriores, de lo profundo y lo terrible que es. Pero recordemos, el don de la gracia de Dios supera por mucho. lo que el pecado hizo. Supera por mucho el pecado de Adán. Sí, él hizo que muchos murieran, pero la gracia logró mucho más para muchos. Y ahí estamos nosotros. Está presente el principio de representación del que hablábamos en el principio. Dios siempre ha lidiado con la humanidad. Lidiar es una palabra un poco negativa a veces, de verdad, pero tratado. Siempre ha tratado con la humanidad en términos de pacto. Y en esos pactos Él establece representantes. Nuestro primer representante fue Adán. Y en su caída caímos todos. En su pecado pecamos todos. En su muerte morimos todos. Pero también somos representados por Cristo y ese es el punto ahora. Cristo es nuestro representante como creyentes, y es en Él que hemos recibido todas estas bendiciones. No olvidemos eso. Lo vamos a retomar al final, pero no olvidemos eso. Se trata de Cristo, de Jesucristo. Sí, el pecado de Adán trajo maldición. ¿Pero qué les parece si dedicamos unos segundos a contar las bendiciones que trajo el don de la gracia de Dios? Bueno, una de esas bendiciones es que ahora podemos conocer a Dios, cosa que antes no podíamos. Estamos en una relación cercana y personal con el Dios creador del universo. Antes estábamos alienados de él por el pecado, separados de él sin esperanza. Pero en Cristo hemos sido acercados a Dios. Lo podemos conocer. Podemos conocerlo a través de su palabra. Y esa es otra bendición que a veces no contamos. La posibilidad de poder abrir ese libro sobrenatural y poder leerlo y entenderlo. Y entender lo que Dios nos está diciendo a través de su revelación, su auto revelación. El Espíritu de Dios que mora en nosotros y aplica esa palabra a nuestras vidas, eso es una bendición enorme con la que antes no contábamos. Hermanos, yo sé que no somos salvos por creer en la elección, pero creer en la elección trae un consuelo, una paz y un gozo insuperables. Pensar que yo, este pecador, inmerecedor, fui elegido desde antes de la fundación del mundo y así cada uno de nosotros, por la gracia de Dios, por su amor demostrado en la cruz, elegidos en Cristo desde antes de existir. Eso es una bendición enorme. Saber que estamos en sus manos para siempre, que estamos en su amor para siempre. Porque Él nos amó antes de que pudiéramos hacer algo para ganarnos su amor. Así que no podemos hacer nada para perderlo. Porque nunca se ha tratado de nosotros. Estamos en su amor para siempre. Ninguna cosa creada nos podrá separar. y no solamente reconciliados con él, no solamente amigos suyos, no solamente siervos del Señor, sino miembros de su familia, adoptados en su casa, con todos los privilegios de un hijo, coherederos con Cristo. Es un estatus honorable y altísimo, y no lo merecíamos. Además, contamos con sus promesas para nuestro andar diario, no solamente escatológicamente, sino que hoy ya somos parte de su familia y como él es nuestro padre, hoy provee para nosotros, como un padre de familia provee para sus hijos. Y se asegura de que no nos falte nada física, material o espiritualmente. nos bendice, con toda bendición, por sus riquezas en gloria. Y aun cuando hay necesidad aparente para nosotros, o carencia en algún área, Él está promoviendo lo mejor de todo, que es crecimiento en santidad y en carácter cristiano. El sello de Su Espíritu que nos recuerda nuestro futuro, La garantía de la gloria a la que nos estamos dirigiendo en este momento y ese mismo Espíritu ayudándonos a vivir cristianamente. Esa presencia activa y constante de la que cuesta ser consciente porque no lo vemos. No lo vemos, no vemos al Espíritu Santo físicamente, pero Él está con nosotros y en nosotros, de manera real y activa, una persona de la Divinidad con nosotros, todos los días. Siendo templo Suyo, eso es un privilegio enorme. ¿En qué debe estallar todo esto si no en gratitud, en alabanza, en adoración, Porque nosotros no vivimos en un mundo al azar. No vivimos en un mundo donde a veces pasan cosas buenas y a veces pasan cosas malas y uno tiene que navegar ahí dependiendo de las fuerzas de la naturaleza o las fuerzas de la fortuna o los dioses antojadizos de la creación. No. Tenemos un Dios que es bueno, justo y sabio siempre. Y podemos alabar, adorar y agradecer a ese Dios en todo momento. Y eso es una bendición enorme. Que nuestra vida tenga sentido, que haya un norte, que haya un propósito. Hermanos, ¿cuántos no viven así? ¿Nosotros no vivíamos así? Vean cómo ha sobreabundado el don de la gracia de Dios. Y estas son sólo algunas cosas. Podríamos quedarnos, como ya les dije, toda la mañana, todo el día, varios días, varias semanas, contando las bendiciones, los dones, los matices, las áreas, las implicaciones del don de la gracia de Dios que hemos recibido en Cristo Jesús. vemos entonces que el don es mucho mayor, trae mucho mayor bien. que la ofensa trajo mal. Ahora, en segundo lugar, veamos cómo el don neutraliza mucho más que una ofensa. El versículo 16 dice, y con el don no sucede como en el caso de aquel uno que pecó, porque ciertamente el juicio vino a causa de un solo pecado para condenación, pero el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. Lo que resultó del don no es como lo que resultó del pecado. El don de Cristo es diferente de la condenación. El juicio vino a causa de un solo pecado para condenación. El veredicto de Dios, la sentencia de Dios, fue condenación. El día que de él comieres, ciertamente morirás. Ese fue el castigo, esa fue la condenación, muerte. Y esta siguió a un solo pecado, el pecado de Adán. al comer del fruto. Adán pecó y fue declarado culpable. Y luego ese veredicto cayó sobre todos nosotros. Y fuimos declarados culpables. Y nacimos en pecado a partir de Adán. ¿Y para qué? Ese es el camino. Empieza en el pecado y termina en condenación. Es una historia triste. Una historia lamentable. Empieza en pecado y termina en condenación. En castigo, en perdición. Pero, Los maravillosos peros de la Biblia. Yo sé que hay fans de los peros de la Biblia aquí presentes, ¿verdad? Aquí hay un perro. Un perro bíblico. Pero, el don vino a causa de muchas transgresiones para justificación. El don, de nuevo, es el regalo de la gracia que incluso en el versículo 15 surgió, o responde a, o siguió a muchas transgresiones, muchas maldades, el mismo término, muchos traspiés, muchos fallos, muchos fracasos, muchos pecados, para justificación. Porque Cristo vino a morir no sólo para deshacer el pecado de Adán. Cristo vino a morir no sólo para neutralizar lo que Adán hizo. Cristo vino a morir y pagar el precio por todos los pecados de su pueblo. No sólo uno, no sólo el pecado de Adán, sino todos los pecados de su pueblo. Hermanos, tenemos seguridad en estas palabras. Tenemos seguridad, aun cuando pecamos, de que somos perdonados de todos nuestros pecados. Pecados pasados, pecados presentes y pecados futuros. Todos ellos, todos, fueron cubiertos en la cruz. Muchas transgresiones, muchas transgresiones. Sí, a veces pensamos en nuestro pecado pasado y recordamos lo terrible que fue, y hemos hablado de esto también, y quisiéramos no haberlo cometido, y cuando lo recordamos nos trae dolor, tristeza, quisiéramos poder reescribir esa parte de nuestra historia, ¿cierto? Pero recordemos que Cristo murió por multitud de transgresiones, y esas transgresiones fueron cubiertas. Mi pecado pasado, no importa cuán terrible fue, Ese pecado que cometí, o esos pecados que cometí, no importa cuán terribles fueron, fueron cubiertos por la sangre de Cristo. ¡Gloria a Dios por eso! Pero también, pensemos en lo terrible del pecado cuando lo cometemos ahora. Ahora que conocemos a Cristo. ¿Cómo es posible que conociendo la gracia de Dios en Cristo, pequemos? ¡Qué malagradecidos! ¡Qué cabezones! ¡Qué malvados! Y sí, podríamos detenernos ahí, es cierto. Somos malagradecidos cuando pecamos contra la gracia que ya hemos recibido en Cristo, es cierto. Pero aún esos pecados están cubiertos en la cruz de Cristo. Él murió por todos nuestros pecados. tomémoslos en serio, no es para que nos hagamos de la vista gorda y le restemos importancia al pecado, no, tomémoslo en serio, tomemos muy en serio el pecado, luchemos contra el pecado con toda nuestra fuerza, porque también hay una mirada al futuro, y debemos esforzarnos por andar en santidad, debemos esforzarnos por vivir conforme a la palabra de Dios, por supuesto que sí, pero vamos a caer, vamos a pecar, vamos a fallar. No es necesario conocer el futuro para saber que eso es así. Van a venir pruebas demasiado difíciles y vamos a fallar en nuestra fe, vamos a tropezar, vamos a caer, vamos a pecar. Pero la gracia de Dios, de Cristo, ha cubierto esos pecados también. Todos los pecados, muchos, muchos pecados, muchas transgresiones. Ahora, también hay una promesa de que en su perdón no es simplemente perdonar los pecados que cometemos, sino que, como vimos en primera de Juan 1.9, Él perdona nuestros pecados y nos limpia de toda maldad. Entonces, junto con el perdón hay una promesa, y debemos aferrarnos a esta promesa también, con todas nuestras fuerzas, de que nuestro Señor no sólo nos perdona, sino que nos está restaurando. Y yo creo que ahí, en las implicaciones profundas de nuestro pecado, de cómo Él rehabilita nuestro interior, ahí también están presentes esas muchas transgresiones por las que Cristo murió. No sólo los pecados que cometemos, sino los efectos en nuestra vida del pecado. La maldad que hay en nosotros y esa necesidad de ser transformados en nuestra mente. Y la Biblia dice que tenemos ahora la mente de Cristo. Ser transformados en nuestro cuerpo, en nuestras acciones. La Biblia dice que ahora somos el cuerpo de Cristo. Y también somos morada del Espíritu Santo. Como templo de Cristo. Así que a nivel interno y en lo más profundo de nuestro carácter y de nuestro ser, Él está haciendo algo nuevo y gloria a Dios por eso. Así que odiemos ese pecado, aunque esté presente y aunque sabemos que lo vamos a cometer, odiémoslo, odiémoslo con todo nuestro corazón y hagamos todo lo que podamos por luchar contra él para la gloria de Dios. Todos esos pecados fueron cubiertos. en Cristo. Y en tercer lugar, el don destruye la muerte y trae vida. Versículo 17. Pues si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, mucho más reinarán en vida por uno solo, Jesucristo, los que reciben la abundancia de la gracia del don de la justicia. Vamos a darle unas vueltas a este versículo para acomodarlo de manera diferente, solo por un tema de exposición. No va a cambiar el sentido del versículo. Si por la transgresión de uno solo reinó la muerte, de nuevo, si es cierto esto, y ya dijimos, hemos establecido que es cierto, que por la maldad de uno, la muerte obtuvo dominio, de modo que todos mueren, todas las personas mueren y morirán, esa es una realidad. Ahora vienen mucho más, mucho más, los que reciben la abundancia de la gracia y el don de la justicia, ese es el cambio de orden que estamos haciendo, Entonces, mucho más seguro es esto, que los que hemos recibido la plenitud, o ese exceso, esa multiplicación de la gracia y el don de Dios, en una medida mucho mayor, porque la gracia ha sido derramada en nuestras vidas de manera generosa, por un Dios generoso. Entonces, aquí hay un punto importante. Yo creo que cuando hablamos del don de Dios y de la gracia de Dios, como es sinónimo de regalo, casi siempre pensamos en que estamos recibiendo algo, y me gustaría cambiar esa imagen un poco. James Dunn, un comentarista que escribió acerca de este libro en romanos, lo pone en estos términos, estoy parafraseando un poco. En el don de la gracia, Dios no nos da algo que pasa a nosotros de su mano. sino que Él mismo nos toma a nosotros en sus manos. Esa es la gracia. Él no nos está dando algo externo a Él. La gracia se trata de que hemos sido traídos a Él y que ahora somos suyos y Él es nuestro para siempre. Voy a leerlo de nuevo. En el don de la gracia, Dios no nos da algo que pasa a nosotros de su mano. sino que Él mismo nos toma a nosotros en sus manos. Y aquí viene algo interesante porque dice que por el pecado reinó la muerte y uno esperaría y entonces por la obra de Cristo y por ese don reina la vida. ¿Verdad? Eso sería lo que uno anticiparía, pero Pablo lo pone diferente, él no dice reinará la vida, él dice que nosotros reinaremos en vida. por uno solo, Jesucristo. Reinarán, gobernarán. Lo hemos cantado también. Hay un himno, en este momento se me olvida cuál es, donde decimos que somos reyes junto a Él, somos reyes junto a Cristo. Tiene que ver con esta promesa de que nosotros reinaremos con Cristo. Seremos reyes y reinas, y yo sé que nos queremos alejar todo lo posible del Evangelio de la Prosperidad que pervierte estas enseñanzas, ¿verdad? Pero recordemos esto. Tiene que ver con el hecho de que Cristo ha vencido la muerte y el pecado. Como Rey vencedor, Él comparte esa victoria con nosotros. Y entonces nosotros reinaremos con Él sobre la muerte y sobre el pecado. O sea, no habrá más dominio de la muerte y el pecado. en nuestra vida. Y sí, también, la Biblia habla de que en el Nuevo Orden, en el Cielo Nuevo y la Tierra Nueva, gobernaremos. No sabemos qué significa eso a ciencia cierta. Cuando estemos ahí nos daremos cuenta. Pero estoy seguro, sea lo que sea que imaginemos, lo que nos espera sobrepasa con creces lo que nosotros estemos pensando. El punto es, mis hermanos, que todo esto, todo esto, es por uno solo. Jesucristo. Los que creemos en Cristo tendremos mayor gloria, riqueza y bendición que la miseria y el dolor que ha causado el pecado en el mundo. Permaneceremos con Cristo para siempre, estaremos en sus manos para siempre y Él será nuestro para siempre. disfrutaremos de esa vida nueva para siempre, y hoy ya disfrutamos de esa vida nueva. El Espíritu que resucitó a Cristo entre los muertos es el mismo Espíritu que hoy mora en nosotros y nos hace nuevas criaturas en él. Lo que seremos, sólo lo podemos imaginar. Sólo lo podemos imaginar. Pero, ¿habrá vida? ¿Vida plena? ¿Vida en abundancia? ¿Vida en verdad? Lo que sea que eso significa. Pero suena bien. Y suena mejor que lo que podríamos experimentar en este mundo. Porque estaremos con Dios. Vida de verdad. Porque estaremos con Dios para el que fuimos creados. Vida de verdad, porque Dios estará con nosotros. Y todo esto, insisto, por uno solo. En el versículo 15, ya Pablo lo dijo, por la gracia de un hombre. Y ahora en el versículo 7 lo repite, por uno solo. cada bendición que disfrutemos de este lado del cielo, debe llevarnos a pensar en Cristo. Cada vez que pequemos, cada vez que fallemos y experimentemos el perdón de Dios, deberíamos pensar en Cristo. Cada vez que logremos luchar de manera efectiva contra el pecado, aunque sea unas cuantas veces, y cada vez que podamos vencer, cada vez que pasemos la prueba, debemos pensar en Cristo. Cada día, al pensar en la nueva vida que nos aguarda, en la gloria que veremos, en la gloria que tendremos, en el cielo, en la nueva creación. Cada vez que nos encontremos meditando en esas cosas, pensemos en Cristo, porque se trata de Él. Es por uno solo, Jesucristo. Por un hombre, Jesucristo. El don de su gracia, su obra en la cruz, su don de sí mismo, al morir en la cruz. Es interesante que la muerte y el dominio de la muerte haya sido vencido por la muerte sacrificial de nuestro Señor Jesucristo. Es como que usó su arma contra ella misma y destruyó a la muerte con su muerte. Y a partir de su resurrección resplandece la vida y seguirá creciendo la vida en nosotros y sobreabundando hasta que lleguemos a ese punto máximo que sólo podemos imaginar, pero todo para la gloria de Cristo. Así que, adoremos a Cristo, alabemos a Cristo todos los días de nuestra vida, con cada aliento que nos quede en este mundo. practicando para la gloria, practicando para el cielo y para la eternidad, donde seguiremos haciéndolo por los siglos de los siglos.
El gran don de la gracia
Series Romanos
Sermon ID | 1124142110414 |
Duration | 36:18 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Romans 5:15-17 |
Language | Spanish |
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