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Veamos a Marcos capítulo 7, versos 31 al 37. La sanidad de un sordomudo. Marcos capítulo 7, 31 nos dice, Volviendo a salir de la región de Tiro, vino por Sidón al mar de Galilea, pasando por la región de Decapolis. Y le trajeron un sordo y tartamudo, y le rogaron que le pusiera la mano encima. Y tomándole a parte de la gente, metió los dedos en las orejas de él, y escupiendo, tocó su lengua. Y levantando los ojos al cielo, gimió y le dijo, Efata, es decir, sé abierto. Al momento fueron abiertos sus oídos, y se desató la ligadura de su lengua, y hablaba bien. y les mandó que no lo dijesen a nadie. Pero cuanto más les mandaba, tanto más y más lo divulgaban. Y en gran manera se maravillaban diciendo, ¡Bien lo ha hecho todo! Hace a los sordos oír y a los mudos hablar. Amén. En su narración de la vida y ministerio del Señor Jesucristo, Marco nos dice, como ya hemos leído, luego regresó Jesús de la región de Tiro y se dirigió por Sidón al mar de Galilea, internándose en la región de Decapolis. Este pasaje nos describe uno de los viajes más largos que nuestro Señor Jesucristo hizo en los diferentes recorridos que llevó a cabo por todo Palestina para cumplir con su misión de predicar y de llevar el Evangelio tal y como había sido programado por Dios en su ministerio terrenal para por un lado entrenar a los discípulos y por otro lado cumplir la profecía que de él se habían prescrito A través de este recorrido largo que él llevó a cabo en esta ocasión, nuestro Señor trajo al cumplimiento una de las profecías que encontramos en Isaías capítulo 9, versos 1 al 2. Galilea, tierra de paganos, en el camino del mar, al otro lado del Jordán, el pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz, sobre lo que vivían en densas tinieblas, la luz le ha resplandecido. Muchos piensan que este viaje que nuestro Señor realizó en este periplo de Su ministerio, aproximadamente duró unos ocho meses, y fue un tiempo de relativa tranquilidad, de poca confrontación con los fariseos, con los escribas y ancianos de Israel. Durante ese ministerio, que duró unos ocho meses en ese recorrido que hizo por Galilea, nuestro Señor aprovechó, sin lugar a duda, ese tiempo de relativa tranquilidad para llevar a cabo el ministerio de equipar a esos hombres a quienes Él le habría de asignar la tarea de apóstoles o representantes que habrían de completar el ministerio que Él le habría de encomendar. Ese tiempo fue el tiempo en el cual nuestro Señor en su caminar se encontró con ese hombre. Durante ese largo viaje le llevaron al Señor ese hombre con un doble problema. Tenía primeramente la triste realidad de que era sordo, y por tanto no podía oír lo que la gente le decía. Este hombre no solamente era sordo, también era tartamudo. Tenía dificultades en su lengua, en sus cuerdas vocales, para comunicarse con los demás. La sordera, aparentemente era una sordera de nacimiento, había defectos de nacimiento, y cuando alguien nace sordo normalmente también termina mudo porque no es posible para él oír a los demás hablando y en consecuencia poder ejercer las cuerdas vocales para hablar y eso ciertamente hermano es una de las limitaciones más triste que vemos Veía en los periódicos en estos días pasados que en nuestro país hay alrededor de 850.000 personas con limitaciones físicas. Es un gran número comparado con la cantidad de habitantes que hay en esta media isla. 850.000 personas padecen de algún tipo de limitación física. Dentro de ese número hay una gran cantidad de sordomudos, sin lugar a duda. Nosotros, gracias a Dios, tenemos la facultad de hablar y la facultad de oír. Es un regalo invaluable. La capacidad de oír y la capacidad de hablar es un don para el cual no hay palabras. Para ser usada dando gracias a Dios por ese maravilloso don de tener oídos capaces de recibir información, de oír, de tener una lengua capaz de hablar, cuerdas vocales capaces de pronunciar palabras. Cuando estudiaba este pasaje, meditaba en esto y me avergonzaba porque le daba para atrás a mi vida de creyente durante treinta años y descubría con tristeza que nunca me había detenido a darle gracias a Dios por las cuerdas vocales. Nunca había mirado atrás para darle gracias a Dios por mis oídos sonoros que disfruto. Nunca en 58 años se han apagado mis oídos para oír. Nunca en los años... yo creo que aprendí a hablar al año y pico, ¿verdad? O sea, que tengo 57 años usando las cuerdas vocales, nunca se han apagado esas cuerdas vocales. Nunca he intentado decir algo y he descubierto que las cuerdas vocales no responden. Lo más que he llegado a estar es afónico por un proceso gripal o por un exceso de uso de las cuerdas vocales de manera inadecuada, lo cual es posible que suceda cuando usamos los maestros, por ejemplo, los predicadores, que usan mucho sus cuerdas vocales, o los vendedores, cuando la usan mucho de manera inadecuada, no hablando con el diafragma, sino usando el puro pulmón, eso genera generalmente una condición de ronquera, pero son cosas momentáneas y pasajeras, que a usted se le da una garga y se le quita inmediatamente. Hermanos, ¿cuántas veces nos hemos detenido a darle gracias a Dios por el oído? ¿Cuántas veces nos hemos detenido para darle gracias a Dios por las cuerdas vocales sonoras que tenemos, que nunca se han apagado en un solo momento? Nunca han dejado de responder a la necesidad que tenemos de oír. nunca se han detenido de responder a la necesidad que tenemos de comunicarnos, de comunicación con los demás. Siempre están ahí hábiles los oídos, siempre están ahí hábiles las cuerdas vocales para pronunciar las palabras que necesitamos para un efectivo método de comunicación. Damos gracias a Dios, demos gracias al Señor por el oído. demos gracias al Señor por el habla, hermanos, y aprendamos a valorar esos dones singulares, esos dones tan especiales con los cuales nos ha dotado Dios por la gracia, por su pura gracia, porque qué diferencia hay entre ti y un sordomudo, de esos que nacieron sin capacidad auditiva, de esos que nacieron sin capacidad de hablar, porque nacieron con defectos congénitos, Tristemente vemos a muchos en ese estado. Pero ese no es tu caso, ese no es tu caso. En ese contexto donde nos encontramos, nos dice Marco que mientras el Señor llevaba a cabo su recorrido, dice, entonces les trajeron un sordo y tartamudo, y les rogaron que le pusiera la mano encima. Podemos decir que ahí comenzó el ministerio de trabajar con sordomudos que tienen muchas iglesias. Es un privilegio, ciertamente. Yo lo percibo así, como un privilegio. Y mis amados hermanos, en nuestros alrededores hay decenas de gente sordomuda. Y cuán indiferente hemos sido nosotros. Me siento avergonzado, se los digo con honestidad. Cuando meditaba en este pasaje, dije, ¡Wow! ¡Qué interés tenía el Señor por aquellos menos afortunados! ¡Y cuán indiferentes somos nosotros ante esa realidad que nos da en nuestras propias narices! Pero ahí comenzó el ministerio de trabajar con sordomudos que tienen muchas iglesias. Los familiares o posiblemente amigo de este hombre, privado de la facultad de oír, privado de la facultad de hablar, hicieron lo que el sordomudo no podía hacer, rogarle al Señor para que el Señor resolviera esa amarga realidad en la que había nacido este hombre y en la cual se encontraba. Ellos le rogaron al Señor para que le quitara ese mal que afectaba sus oídos y que afectaba sus cuerdas vocales. Este hombre tenía la facultad de oír cortada por algún mal congénito, y eso le incapacitó a él para oír y para hablar. Por eso era sordo y tartamudo. como dice Marco. En días pasados, hace ya un mes, dos meses posiblemente, aquí tuvimos una cena para un grupo de sordomudos. Hay un hermano llamado Rafael que está visitándonos aquí a la iglesia y él está trabajando con este grupo de sordomudos. Creo que son como ocho o diez creyentes, que se reúnen por ahí, por el lado de Invivienda, y quisimos acercarnos a ello, a ese grupo, que tienen un pastor sordomudo también, con su esposa, de hecho su esposa sordomuda recientemente dio a luz mellizos, nada más y nada menos que dos mellizos, la sordomuda. casada con el pastor sordomudo también tienen un hermoso ministerio el hermano Rafael de hace ya un buen tiempo está trabajando con ellos y este hermano aprendió el lenguaje el lenguaje de señas y se comunica con ellos de manera muy hermosa y es interesante verles a ellos cantando esos himnos, esos coros como ellos a través del lenguaje de la ceña pueden expresar lo que son sus sentimientos y sus emociones pero también los conceptos de aquellas cosas que cantan mientras ellos estaban cantando el hermano Rafael estaba traduciéndonos y pronunciando cada palabra que ellos emitían a través del lenguaje de ceña y fue realmente una experiencia emocionante oírle cantar y oírle también hablar, hablar del Señor, cómo ellos pueden tomar esos conceptos espirituales y convertirlos en señas que le transmiten un mensaje claro, preciso, un mensaje espiritual. Es interesante realmente observar eso. El término griego kophos, traducido sordo, viene de la raíz griega koth, que significa cortar. Este hombre del que estamos hablando en este pasaje tenía la facultad de oír cortada por algún mal congénito, y eso también le incapacitó para poder balbucear palabras, para poder hablar palabras. Esa era la realidad de aquel hombre Y naturalmente esa también es la realidad de cientos de personas que padecen de ese mismo mal. Fue para nosotros de muy buen agrado ver lo que Dios puede hacer aún en el día de hoy con ese tipo de personas que padecen del mal de la sordera, del mal de la tartamudez. Observemos aquí el tratamiento que le dispensó el Señor a este sordo mudo. Lo primero que se destaca aquí es que él le llevó a parte solo, lejos de la multitud. El Señor, cuando le pidieron el favor, tomó a su mudo, lo apartó de la multitud, y ahí, en compañía de sus amigos, solos, le aplicó el tratamiento. Ahora, ¿por qué el Señor llevó aparte, solo, lejos de la multitud a ese sordomudo? ¿Por qué no hizo el milagro allí en el contexto donde se encontraba, rodeado de aquella multitud? Bueno, hay dos cosas posibles aquí. Primero, es posible que el Señor hiciera eso para procurar que este sordo-mudo no se sintiera incómodo y abrumado por la presencia de tantos curiosos observando esa increíble hazaña mediante la cual Dios mismo le iba a restaurar la capacidad de oír y la capacidad de hablar a este hombre. De hecho, los mudos por naturaleza son muy reservados. Los mudos por naturaleza son muy sensibles. Son personas que no les gusta exponerse. Son vergonzosos, la mayoría de ellos. Y el Señor fue sensible a esa realidad. Por eso no lo quiso exponer en una situación incómoda, abrumadora, en ese contexto donde él se encontraba rodeado de esa multitud, pero también se apartó de la multitud posiblemente para que este hombre, el sordo mudo, pudiese concentrarse en su bienhechor, en su sanador y en su salvador, para que pusiera sus ojos en la persona de Cristo quien iba a ser en este contexto su bienhechor, su sanador y su salvador. Por eso lo apartó de la multitud, para evitar la distracción en ese sentido. Esa misma actitud la asumió el Señor en el caso de la resurrección de la hija de Jairo en Lucas, capítulo 8 verso 51 dice cuando llegó a la casa de Jairo no dejó que nadie entrara con él excepto Pedro, Juan y Jacobo y el padre y la madre de la niña todos estaban llorando muy afligidos por ella el señor sacó de la habitación a toda la multitud y se quedó solo allí con la niña posiblemente para no causarle una impresión desagradable a esta niña cuando despertara de ese estado en que se encontraba. Eso destaca naturalmente la sensibilidad del Señor ante las fragilidades de las que somos, por naturaleza, poseedores. Ciertamente también hemos de destacar que muchas veces conviene Muchas veces conviene hacer bien lejos de los ojos de los demás. Muchas veces conviene hacer bien lejos de los ojos de los demás, donde solamente los ojos de Dios estén presentes. Este principio el Señor lo aplicó, lo vemos en muchas ocasiones. Vemos al Señor como se apartaba de la multitud para llevar a cabo ciertos milagros, para hacer cierta clase de bien a cierto tipo de personas. Se apartaba de los ojos escrutadores de la gente. Se apartaba del bullicio de la gente. Se apartaba de los aplausos y reconocimientos humanos. para que solamente el ojo de Dios pudiese contemplar esa obra de bien que habría de realizar. Y, mis amados hermanos, este principio de la reserva que Cristo practicó con tanta frecuencia, vemos cómo es violado una y otra vez en la mayoría de las iglesias de nuestra generación. Normalmente la gente cuando va a hacer un bien busca a los periodistas más famosos para que tomen las mejores fotos o los mejores videos a fin de promover las buenas obras que están realizando. Muchas veces después que acaban de terminar su buena obra de predicar o de cantar, los artistas cristianos sobre todo, vemos cómo promueven y buscan los aplausos. Y todo eso lo hacen motivados para la gloria de Dios. Es lo que le mueve, supuestamente, a mover la gente a aplaudir sus buenas obras, para la gloria de Dios. Y mis amados hermanos, mientras el Señor evitaba todo eso. Vemos que ellos hoy la buscan encarecidamente, lo buscan encarecidamente. Buscan la mirada de aprobación, buscan los aplausos, buscan el reconocimiento, buscan los loores humanos. Cristo, por el contrario, se iba a lugares apartados, solos en muchos contextos, para llevar a cabo estos grandes milagros. Observemos que este hombre también, por la gracia de Dios, recibió el don de oír y de ver gracias a que el Señor puso sus dedos en sus oídos. El Señor puso sus dedos sobre sus oídos. Y hay dos cosas que el Señor subraya con esa acción de meter sus dedos en los oídos de este hombre. Aquí se subraya y se pone en negrita que lo primero, lo primero, lo primero que el hombre debe de abrir para recibir cualquier milagro de Dios, ¿qué es? Son los oídos. Lo primero que todo hombre debe de abrir para recibir un milagro de Dios son sus oídos. Y oiga bien, eso hay que subrayarlo y ponerlo en negrita para que se destaque delante de nuestros ojos. Ahí es donde primero opera el Evangelio, en los oídos. La fe viene por el oír. Es ahí donde comienza la vida cristiana, hermanos, en los oídos de la gente. Ahí comienza el milagro por el cual Dios les retorna al ser humano la vida y la vida en abundancia, la vida eterna. Para que el hombre pueda recibir vida, lo primero que en él debe ser retaurado son sus oídos, son sus oídos. Ahí entra el Evangelio con el poder de Dios para dar salud a los órganos enfermos en nuestro cuerpo. Ahí entra el Evangelio con el poder de Dios para dar, para dar vida a todo lo que el pecado haya arruinado en nuestras vidas. Es por ahí por donde entra el Evangelio con el poder de Dios para restaurar todo lo que en la naturaleza humana haya sido dañado, corrompido e enfermado por el pecado. Sea en el alma o sea en el cuerpo, todo milagro comienza en los oídos, comienza en esos órganos auditivos. Por eso, el Señor comenzó en su tratamiento para curar a este sordo mudo, comenzó por dónde? Por los oídos, comenzó por los oídos. Dice Marco que el Señor metió los dedos, ¿dónde? En sus orejas. El Señor metió sus dedos en sus orejas. En el mundo de la salud, la salud entra por la boca, dicen los expertos nutricionistas. Pero, hermanos, en el mundo espiritual, la salud entra por ahí, por los oídos, no es por la boca. Nadie oye por la boca, oye por los oídos. Y la fe viene por el oír. y el oír la palabra de Dios. ¿Por dónde entra la palabra de Dios? Por la boca, no por el oído. No solamente de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios. ¿Y por dónde entrará ese pan que sale de la boca de Dios? Por la boca física del hombre, no por los oídos. Por eso, hermanos, es tan importante observar esta nota. Cristo metió los dedos en sus orejas. porque si el milagro iba a ocurrir, lo primero que él debía de tapar, ¿qué era? Sus oídos. Para que el poder de Dios en el Evangelio pudiese impactar todo el ser interior de este hombre sordo-mudo de nacimiento. Esa es la mecánica de Dios. Cristo la usó con ese sordo? Y, mis amados hermanos, esa sigue siendo la mecánica de Dios que hoy también nosotros debemos de emplear, si hemos de ser eficientes en la tarea de ayudar a la gente en su estado y condición en que se encuentra. Este milagro nos enseña con claridad meridiana que la salvación comienza por los oídos. Esa es la primera gran lesión que nos ofrece este milagro. La salvación de todo pecador, y la solución de todo problema que afecta al ser humano, comienza por los oídos, porque es por allí por donde penetra el Evangelio, Redentor, con el poder de Dios, para salvación de todo aquel que cree. La primera obra que Dios hace para salvar a un pecador, cuando lo traen a Cristo, es revivir sus oídos muertos de nacimiento. Les da vida a sus oídos para que el Evangelio pueda penetrar por allí y rehacer en su vida todo lo que el pecado ha dañado, lo que el pecado ha corrompido, lo que el pecado ha matado, el Evangelio los rehace por la gracia de Dios. Citando a Isaías, el Señor describe a los impíos diciendo en los versos catorce y quince, Por mucho que oigan, no entenderán. Porque el corazón de este pueblo se ha vuelto insensible, se les han embotado los oídos. Por eso vemos que Cristo dice en Mateo 13, 9, el que tenga oídos para oír, ¿qué? Que oiga. Ahora, ¿a quién es el llamado? Al que tenga oído para oír. Porque hay mucha gente que tiene oreja, como dos yaguas, pero no pueden oír. Están sordos, sordos a la verdad del Evangelio, ¿por qué? Porque sus oídos están en la misma condición y en el mismo estado en que se encontraban los de ese sordo-mudo que le trajeron al Señor. El que tenga oído para oír, que oiga, proclama el Señor. Mis amados hermanos, Y esto nos debe dar una lección práctica para esta mañana y siempre en esta iglesia. Cuando aquí se está predicando la palabra de Dios, ¿qué debemos hacer nosotros? Lo que creemos. Hacer lo que hicieron estos hombres familiares o amigos de este sordomudo. ¿Qué hicieron ellos? Les rogaron al Señor para que les quitaran los tapones que imposibilitaban a este hombre oír la Palabra de Dios, que le impedían a este hombre oír cualquier tipo de sonido para que transformara su vida a través del poder del Evangelio. ¿Acaso no llegan aquí igual que ese hombre, los que vienen aquí sin Cristo, sordos? Hermanos, estos hombres que trajeron a este sordo los llevaron delante del Señor y les rogaron, le pidieron que le quitaran esa sordera. Mientras aquí se está practicando la Palabra, en nuestros corazones debemos estar rogando por nuestro vecino de silla, por nuestra vecina de silla, Señor, abre sus oídos a tu verdad. Haz el milagro de quitarle esa incapacidad auditiva para escuchar la voz omnipotente del Señor. Quítale, Señor, esa insensibilidad. Quítale, Señor, todo aquello que le está impidiendo recibir en lo más íntimo de su corazón el poder del Evangelio del Señor Jesucristo. Ese es un clamor que debe estar susurrando en el interior de nuestros corazones, intercediendo por aquel nuestro vecino de silla, que sabemos está aquí, y aunque está aquí, oyendo con los oídos físicos, no puede oír con los oídos espirituales la voz que le dice, venid a mí los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. no pueden responder a la invitación ¿por qué? porque están sordos espiritualmente incapacitados de escuchar la voz del tierno Salvador que le clama, que le ruega, que le pide que vengan a Él recordemos que Juan 5.24 es una promesa que dice el que oye mi palabra el que oye mi palabra y cree al que me endió. Tiene vida eterna. No vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. Ahora, ¿cómo recibirán esos beneficios? ¿Cuál es la condición necesaria para recibir vida eterna? ¿Cuál es la condición necesaria para pasar de muerte a vida? ¿Cuál es la condición necesaria para salir del estado de condenación a un estado de salvación? ¿Cuál es la condición necesaria? El que oye. Eso está antes de creer. Eso está antes de creer. No es el que cree y oye, no. Dice el que oye y cree. ¿Por qué, hermano? Porque el oír está primero que el creer. Usted no puede creer lo que no ha oído primero. Lo que el hombre no oye, no lo puede creer. La información que no le llega a su corazón no la puede examinar, no la puede considerar, no la puede estimar, no la puede asimilar, no la puede creer. Ese es el punto. Y naturalmente, como está el hombre, como nace el hombre a las verdades espirituales, nace sordo, nace sordo, carente de oídos en su alma para escuchar la voz de Dios. Por eso aquí dice, el que oye mi Palabra. ¿Quién oye la Palabra de Dios? Aquel en el cual Dios hace el milagro de restaurar su oído espiritual. Esos oirán la Palabra de Dios. Y mis hermanos, eso no es obra de hombre, es obra de Dios. Por eso debemos de interceder cada vez que aquí se está predicando la Palabra. en nuestros corazones debemos de estar como esta gente, pidiéndole al Señor por nuestros vecinos, sordos y mudos desde el punto de vista espiritual. Esa es la peor y más terrible de todas las orderas, aquella que carece de capacidad para oír a Dios hablar en su palabra. por sus consecuencias temporales y eternas, esa es la más perniciosa de todas las sorderas, esa es la más terrible de todas las sorderas, esa es la más horrorosa de todas las sorderas, la que impide al hombre oír a Dios, hablarle a través de Su Palabra. Por ende, mis amados hermanos, Es nuestra solemne responsabilidad interceder delante de Dios para que Él revierta este estado de sordera espiritual en el cual todo hombre nace, porque nace muerto en sus delitos y pecados. ¡Cuán privilegiado fue este hombre! Él nació sordo y nació mudo. pero tenía amigos o familiares que no estaban ni sordos ni mudos, y que supieron llevarle al lugar correcto y pedírselo a la persona correcta para que revirtiera ese estado en el cual nació. ¡Cuán privilegiado fue este hombre! Hermano, pero cuán privilegiados son nuestros amigos, familiares y relacionados que tienen también la misma oportunidad de ser llevados delante del Señor para que allí delante del Señor podamos nosotros interceder también por ellos para que ese estado les sea revertido por la gracia de Dios. ¿No fue eso lo que hicieron con nosotros? ¿Naciste tú oyendo a Dios? No, naciste sordo, igual que ese sordo del pasaje. ¿Naciste hablándole a Dios, alabando a Dios, glorificando a Dios, pidiéndole al Señor? Así naciste, no. Nadie nace, nadie nace oyendo y hablando con Dios, nadie. El nuevo nacimiento imparte esa capacidad para oír y para hablar. Esa es una obra de Dios, de la gracia de Dios, de la pura gracia de Dios. ¿Tan pronto el Señor resolvió el problema de los oídos? Trató inmediatamente con el problema del alma, del habla. ¿Cómo lo hizo? Nos dice Marco que Jesús le tocó la lengua con saliva. interesante eso el señor cogió su dedo índice lo puso en su lengua saca la lengua y le sobo su dedo en su lengua su dedo ensalivado se lo sobo en su lengua la del mudo ahora hermano tenía la saliva del señor poder sanador para curar esa lengua muda de ese hombre Tiene la saliva potestad médica para curar. Es una pregunta interesante. ¿Cuál fue el resultado de ese tratamiento salivoso que le aplicó el Señor? ¿Cuál fue el resultado de ese tratamiento salivoso que le aplicó el Señor a este mudo? Dice, se le destrabó la lengua en esta versión y comenzó a hablar normalmente. ¿Cómo tenía la lengua? Trabada. ¿Qué efecto produjo aquel tratamiento que le aplicó el Señor? Se le destrabó. Se le quitó todo aquello que le impedía hablar normalmente. Ahora, ¿tendría la saliva del Señor poder curativo? sobre la tartamudez de un ser humano. Dice Matthew Henry, no, la saliva no era una causa que físicamente contribuyera en la curación, sino sólo señales o símbolos con los que corroboraba, con los que corroboraba la fe del enfermo. Póngale asunto a esto. de quienes lo habían presentado a Jesús. ¿Cuál era el fin de la saliva en el dedo del Señor aplicada a la lengua del mudo? Corroborar la fe del mudo y corroborar la fe de aquellos que le llevaron donde el Señor. Era un lenguaje simbólico. Un lenguaje simbólico. Un lenguaje simbólico. Con esto se nos enseña que todo lo que hay en Cristo, todo es para nuestra sanidad. Es mi opinión personal. Todo lo que hay en Jesucristo, en Su cuerpo y en Su alma, todo es para nuestra sanidad. No hay desperdicio en la persona, en la obra y en el misterio del Señor Jesucristo. Nada, nada está de más. Todo es útil en la persona de Cristo. Todo es útil en la vida de nuestro Señor Jesucristo. Esa es mi opinión personal. Por eso el tratamiento con saliva. ¿Para qué? Para decirnos que no desperdiciemos nada, que no desechemos nada de lo que Cristo nos ofrece por pura gracia. Todo en su vida es útil para nosotros. Y tiene algún tipo de poder curativo. Quizás no lo hemos descubierto, pero investiguelo, que si está ahí en la Biblia, para algo sirve. No hay desperdicio en la Biblia. Una jota, una silde que usted vea ahí, si está ahí, investigue por qué está ahí. Porque la Biblia, recuerde, fue impirada plenaria, verbal y gramaticalmente. Y gramaticalmente. Las comas cuentan, los puntos cuentan, las sildes cuentan, Todo cuenta en la Palabra del Señor. Todo. Nada se desperdicia. Todo lo que está ahí tiene algún tipo de utilidad. Búsquela, que la va a encontrar. En algún momento de su vida será útil para usted. Este pobre hombre encontró en la saliva del Señor la solución a un problema. ¿Cuál problema? Su capacidad de hablar. ¿Se da cuenta que todo es útil en el Señor? No hay nada de desperdicio. Usted lo ve ahora. ¿Y para qué me sirve esto a mí? Déjalo ahí. Guárdalo. Haz como ciertas viejas del pasado, que no botan nada. Tiene la casa llena de corrotos. Pero mamá, ¿y para qué es eso? Déjame eso ahí, que en algún momento yo lo voy a usar. No botan nada. Hasta los periódicos viejos los guardan. Porque en un momento determinado necesitan un papel para darle dos fundazos a uno. Y van y buscan su papel, lo enrollan y le caen a fundazos. Para algo sirve. No hay desperdicio en la persona de nuestro Señor Jesucristo, mis amados hermanos. Recordad lo que nos enseña Apocalipsis 22, 2, donde Él es presentado como el árbol de la vida con muchos frutos y hojas. ¿Y para qué sirven esos frutos y hojas? ¿Hasta las hojas? Dice aquí, a cada lado del río estaba el árbol de la vida que produce doce cosechas al año y una por mes, y las hojas del árbol son para la salud o sanidad de las naciones. Él es ese árbol. Hasta las hojas son curativas, no hay desperdicio. El fruto, sabroso. Las hojas, sabrosas. Todo es bueno en Cristo. No hay desperdicio. Ahora, notemos nosotros, hermanos, también, que para llevar a cabo este milagro, el Señor hizo tres cosas. Tres cosas hizo el Señor para realizar este milagro. Y, mis amados, esta es una escuela donde debemos ir a aprender. Aprended de mí, dice el Señor, que soy manso y humilde de corazón. Él es una escuela. Lo que hizo el Señor con este sordomudo fue plasmado aquí, ¿para qué? Para que sigamos igualmente su ejemplo, sus pisadas, para que le imitemos. Dice primeramente Marco en este pasaje que el Señor, lo primero que hizo fue, ¿qué? ¿Qué hizo el Señor? Mirar, ¿dónde? Mirar al cielo. Para llevar a cabo ese espectacular milagro, lo primero que el Señor hizo fue mirar al cielo. Nuestro Salvador levantó sus ojos a los cielos porque ese hombre no podía oír, pero sí podía ver. Él debía de ver y aprender de dónde vendría el socorro que Él necesitaba para resolver ese problema con el cual había nacido y que nadie le podría quitar. Y, mis hermanos, esa lesión que se le enseñó a ese hombre también es práctica para nosotros. ¿De dónde es que viene el socorro? en cada necesidad y circunstancia que tenemos en manos del cielo. Del mismo lugar desde donde ese hombre habría de recibir el milagro, de ese mismo lugar también vendrán los milagros que necesitemos en nuestro diario vivir para tratar y lidiar con nuestras circunstancias adversas. ¿A dónde enfocó su mirada el Señor? Al cielo. ¿Para que ese hombre aprendiera y lo que con él estaban? ¿Que si iban a obtener algún resultado de su diligencia, adónde debían de encaminar sus pasos? ¿A los médicos? ¿Para que le hicieran una operación? No, hermano, primero al cielo. primero al Cielo, allá se deben de encaminar nuestros pasos si deseamos la realización de cualquier milagro sea espectacularmente grande, como este, o sea, de poca monta, entre comillas, como obtener el pan nuestro de cada día. ¿No fue eso que el Señor enseñó? Padre nuestro, ¿qué estás? ¿Dónde? En los cielos. ¿A dónde debemos encaminar nuestros pasos? Al Cielo, porque allí está el Padre nuestro que da respuesta a nuestras circunstancias, por adversas que éstas sean o por comunes que éstas sean. Cristo primero que nada enfocó sus ojos al Cielo. Hermanos, allá debemos de enfocar nuestros ojos en cada necesidad que tengamos. Lo segundo que el Señor hizo en favor de este sordomudo fue suspirar, suspirar. Y esto ciertamente es un buen principio para nosotros. Hermanos, si vamos a orar con eficiencia, debemos de ponernos en los zapatos, en los pantalones o en las faldas de aquel que está pasando ese trance agudo. esa situación adversa, esa necesidad apremiante, como la que estaba viviendo ese sordomudo. El Señor suspiró por él, ello implica que el Señor se puso en los zapatos apretados de ese sordomudo, se metió en el horno de la prueba donde estaba ese sordomudo, se identificó con su necesidad, e hizo de su necesidad como si ella fuera su propia necesidad. Hermanos, esa es la clave para orar e interceder con eficiencia y buenos resultados en favor de otros. Como bien dice Mateo 8, 17, esto sucedió para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías. Él cargó nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores. ¿Ven por qué suspiró él? Lo tercero que el Señor hizo fue clamar, efata, efata, sed abierto. Efata es un término arameo en modo imperativo que significa eso mismo, sed abierto como traduce Marco. Se nos enseña con esa expresión que cuando el Señor manda a abrir una puerta, no importa quien haya cerrado esa puerta, no importa el pestillo o los pestillos que le hayan puesto, no importa el candado o los candados que le hayan puesto, no importa el cerrojo ni la tabla con la que le hayan condenado. Si el Señor manda a abrir esa puerta, se abrirá. Se abrirá Es fata. Es una expresión que denota la autoridad del que está dando el mandato. La autoridad. Es fata. Esta expresión, sin lugar a duda, que abrió de par en par sus oídos y desató cada ligadura de muerte que impedía que ese hombre hablara con nitidez y claridad con soltura de su lengua. Finalmente observemos la obra consumada o el resultado de la expresión es fata. Y de inmediato fueron abiertos sus oídos y desatada la ligadura de su lengua y hablaba bien, dice el texto. No fue un milagro a medias, no lo mandaron a tomar terapias, de un terapeuta del habla. No hermano, fue un mirado instantáneo. Hablaba bien. Y este milagro, hermano, tiene una importancia trascendental por una enseñanza que está en Isaías, capítulo 35, versos 5 al 6. Es el cumplimiento literal de lo que Isaías había profetizado 600 años antes. Y eso es importante, muy importante. Porque vemos aquí nada más y nada menos que la puesta en práctica de aquella profecía que aseguraba el advenimiento del Mesías. ¿Y cuáles serían las señales que identificarían al Mesías como el Mesías, el Salvador, el Ungido, para traer salvación a su pueblo? Bueno, ahí estamos ante una de las señales. de identidad del Mesías. ¿Qué dice Isaías 35, 5 al 6? Se abrirán entonces los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos, saltará el cojo como un ciervo y gritará de alegría la lengua del mudo. ¿Lo ven? Lo que estamos aquí teniendo no es más que el cumplimiento de esa profecía porque aguas brotarán en el desierto y torrentes en el sequedal." En la sequedad de ese pobre hombre, brotó un torrente de palabras. ¿Cuántas palabras habrían en ese torrente? Todas las necesarias para que se pudiera comunicar libre y abundantemente con todo el mundo. El desierto de los oídos de ese hombre fue convertido en un vergel para oír todo lo que pronunciaran, todo sonido podía ser claramente captado y llevado al cerebro de este hombre. Amados hermanos, ¿Cuál, cree usted, habrá sido el primer sonido que este hombre escuchó hablar, escuchó cuando le taparon sus oídos? ¿Cuál sonido, cree usted, habría sido el primer sonido que este hombre escuchó con claridad meridiana cuando le taparon los oídos? ¿Eh? ¿Perdón? ¡Esparta! ¡Esparta! ¡Qué palabra más gloriosa! a los oídos de este hombre. ¡Efata! ¿Qué tiempo duró el sonido de esa palabra en los oídos de este hombre? Hermano, este hombre siguió oyendo ese sonido por el resto de su vida. No hubo un día en el cual este hombre no estuviera oyendo ese sonido. ¡Efata! ¡Oh, qué glorioso Efata! Que cambió de manera tan radical. esa terrible condición y estado en que este hombre nació. El Señor había prometido que con Cristo se destaparían los oídos de los sordos y gritarían de alegría la lengua de los mudos. Por eso el Señor premió la fe de aquellos parientes o amigos del sordo mudo, pero también premió la fe de ese mudo que le trajeron delante de él, de ese sordo que le trajeron delante de él. Oh, mis amados, mis amados hermanos, notemos finalmente el favor que le pidió el Señor a este hombre. el favor que le pidió el Señor a ese hombre. Él les mandó que no lo dijeran a nadie. Ahora, interesante, ¿por qué? ¿Por qué esto debía de permanecer en secreto? ¿Por qué un milagro tan espectacular como este debía de permanecer en secreto? ¿Por qué? Dice Guillermo Henderson, para responder a la pregunta, dice él, No quedan muchos días y los enemigos están aún más decididos a dar muerte a Jesús. Sin embargo, el programa que el Padre ha preparado para el Hijo se ha de llevar a cabo en su totalidad. Por esa razón, le pide no lo divulguen, porque naturalmente eso iba a exacerbar mucho más los ánimos de los que procuraban matarle. y el programa aún no había llegado a su final, su programa de predicación y de ministerios. Argumenta Guillermo Hénderson. Dice él, no se debe agotar antes del día de la crucifixión, o sea, el programa, también a medida que ese día se acerca, Jesús va a poner más énfasis en el significado espiritual y redentor de su misión, como enseña el capítulo 10, 45 y el 14, 24 de Marcos. Él no vino a este mundo para ser un obrador de milagros, sino para ser el Salvador. Esto es lo que requiere mayor énfasis. Ahora más que nunca termina la cita. Creo que sí. Básicamente ahí estaba la razón por la que el Señor le dijo a ellos, no lo divulguen, porque naturalmente se iban a exacerbar mucho más las ansias de matar lo que tenían, los enemigos, que él se había granjeado durante su ministerio. Ahora, ¿cuál fue la actitud de ellos? ¿Cómo reaccionaron ellos ante ese favor que le pedía el Señor? pero cuanto más le mandaba, tanto más lo proclamaban. Hacían exactamente todo lo opuesto a lo que el Señor les requería que hicieran. Y mis amados hermanos, yo no quiero condenarlo, tampoco lo quiero excusar por su desobediencia, pero yo me pondría en los zapatos de ellos. Me pondría el zapato de ellos. Hermano, ¿quién puede detener ese río de emociones? Ese río de emociones de alegría, de júbilo, de gozo, que habrían de producir esas experiencias de oír y de hablar, cosas que nunca había podido hacer. ¿Quién puede parar eso? Nadie. No importa la cantidad de dominio propio que ese hombre tuviera. Parar ese río, detener ese río de emociones embriagantes, era cosa imposible. Era cosa imposible. Marco dice que no lo obedecieron y lo entendemos. porque lo que recibieron era demasiado grande, demasiado bueno, como para sofocar y detener el desborde de ese río de emociones que corría con todo su impetus por sus fibras sensibles. Ahí no había freno que parara eso, no habían zapatillas que pararan esas ruedas, que volaban a gran velocidad, movida por el motor del gozo, del júbilo y de la alegría sin par, ante tan singular experiencia, mis hermanos. Tal y como profetizó Isaías, gritarán de alegría, oiga bien, gritarán, y la idea aquí es llorarán de alegría. La gente grita, bota lágrimas por tristeza, pero también por gran alegría. Usted no ha visto gente que cuando reciben una gran noticia, usted espera que se van a rajar de risa, pero se rajan de grito. Y usted ve y usted saca el pañuelo, pero ven acá, pero yo pensé que te iba a dar alegría eso. Pero me tiene confundido, porque lo que te veo es gritando como un bebé. Y es natural, mis hermanos. Es natural, realmente. Imagínense a ese pobre hombre. Cuarenta años sin oír... Me imagino que tenía cuarenta o cuarenta y cinco años. Cuarenta años sin oír una sola palabra, un solo sonido, de nada, y de pronto sus oídos son destapados y lo oye todo. Ese individuo tenía 40 o 50 años sin pronunciar una sola palabra y de repente le sale un torrencial de palabras. ¿Cuál cree usted que sería la reacción? ¿Quedarse frío? verdad que esa mala actitud de alguien eso es imposible, de hecho Isaías lo profetizó gritarán gritarán de alegría gritarán de alegría esa lengua que antes no pronunciaba media palabra ahora gritará de alegría ese es el milagro hermanos ese es el milagro de la gracia de Dios porque Aguas brotarán en el desierto y torrenta en el sequeral. Si hay agua, correrá el agua. Ese es el punto. Eso no se puede evitar. Finalmente, dos breves aplicaciones. Mis hermanos, el Señor está aquí en esta mañana. el Señor que desató los oídos de ese hombre, y la lengua de ese hombre está aquí entre nosotros esta mañana. Invitamos a los amigos, a los sordos y mudos que están aquí, no sordos y mudos del oído físico y la lengua física, sino de la del Les invitamos solemnemente a que vengan hoy y se paren delante del Señor para que Él les sane de manera tan libre y abundante como lo hizo con este hombre, sordo y mudo de nacimiento. Corre, levántate y ponte delante del Señor. Sólo cree y el milagro sucederá. La soltera se te quitará porque su voz omnipotente y eterna sigue diciendo, ¡Efrata, Efrata, Efrata! Y así seguirá por toda la eternidad. Millones y millones la hemos oído desde el día en que el Señor pronunció esas benditas palabras en los oídos de este hombre, y por la gracia de Dios hemos recibido el mismo milagro glorioso que este hombre recibió. Millones lo hemos recibido. No seas tú la excepción a esa regla. El Señor está aquí para librarte de la tartamudez espiritual que te impide una buena comunicación con tu Padre y Buen Creador. Desde el momento en que la persona oye hablar a Dios, Aprenderá inmediatamente a hablar el lenguaje de Dios y a comunicarse con Él por medio de un código de lenguaje espiritual, para tener una lengua libre e independiente de toda esclavitud pecaminosa, para hablar el lenguaje del cielo. el lenguaje de los ángeles, el lenguaje del Señor Jesucristo, el lenguaje del Espíritu Santo, el lenguaje de Dios el Padre, el lenguaje de los santos, será puesto en tu corazón para que puedas comunicarte con Dios y comunicarte con Su pueblo. Aprende ese lenguaje de Dios. Pero recuerda que solamente podrás aprender el lenguaje de Dios cuando Dios haya quitado de tus oídos la sordera espiritual. Nadie podrá aprender a hablar el lenguaje de Dios mientras permanezca sordo, sordo, sordo a la voz del Espíritu de Dios. Hay una relación entre la mudez y la sordera. Si es sordo, escasamente podrá hablar, escasamente podrá hablar cuando es aventajado. Pero lo normal es que si es sordo, sea también mudo. Y esa es la condición y el estado en que se encuentra el hombre. ¿Por qué no puede hablar con Dios? Porque está sordo. Y como consecuencia, si está sordo, carece del lenguaje de Dios para hablar con Dios. El Espíritu Santo hace esa obra de dar oídos para que a partir de allí tú empieces a hablar el lenguaje del Cielo, el lenguaje de Dios. Mi amigo, ¿puedes oír en esta mañana al Señor que te dice, venid a mí los que estáis trabajados y cargados, que yo os haré descansar? Si no puedes oír estas palabras en el nombre del Señor, a ti te digo, ¡Se han abierto tus oídos! Porque solamente así podrás oír la palabra de vida, la palabra que engendrará en ti una nueva naturaleza, un nuevo corazón, un nuevo nacimiento, para experimentar la realidad de la vida de Dios en tu propio corazón. Oh, mi amigo, las palabras de Cristo para este mudo y sordo ayer son las palabras de Cristo para ti en esta mañana, a ti te decimos en el nombre de Jesús, Efata, se han abierto tus oídos. Recibe la sanidad que tu alma necesita, la vida nueva que tu alma necesita, recibela en el nombre del Señor.
La curción del sordo
Series Evangelio Marcos
La curción del sordo
Sermon ID | 11224540506415 |
Duration | 1:06:28 |
Date | |
Category | Sunday - AM |
Bible Text | Mark 7:31-37 |
Language | Spanish |
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