00:00
00:00
00:01
Transcript
1/0
momento difícil, no estoy diciendo que no hay tribulaciones, pero la vida del creyente es una vida de gratitud, una vida contenta, una vida satisfecha. Pero ¿cómo es esto posible? ¿Cómo ¿Cómo podemos vivir una vida satisfecha? ¿Cómo podemos tener, o mejor dicho, qué podemos hacer para tener paz? ¿Qué podemos hacer nosotros para vivir en medio de este mundo, en medio de las injusticias? ¿Qué podemos hacer en medio de las aflicciones y aún así vivir vidas agradecidas, vivir vidas contentas, satisfechas, felices? ¿Cómo podemos llevar nuestras cargas sin murmuración, sin queja? ¿Cómo podemos valorar todo lo que Dios ha hecho por nosotros? Todo lo que Dios hace por nosotros, todos los días de nuestra vida. Y ciertamente cuando hablamos de estas cosas, podemos decir muchas cosas. Podríamos decir varias cosas, varios puntos, varias maneras de cómo Dios, ¿verdad?, nos permite en la escritura acercarnos. Pero me quiero concentrar sólo en una cosa. Como les decía, este verso, el versículo 18, está en varios versos. Lo que dice antes es estén siempre gozosos, oren sin cesar, den gracias a Dios en todo. Todas estas exhortaciones, estos llamados están unidos, ¿sí? Pero como nos vamos a concentrar solo en una, es en ser agradecidos. Tenemos que ser agradecidos. Necesitamos ser agradecidos. Es la manera de vivir del creyente, no una manera quejosa, insatisfecha, vacía, sin propósito. No, agradecidos, felices, en medio de la tribulación. necesitamos ser agradecidos. La gratitud a Dios por todo, por todo lo que Él ha hecho, por todo lo que Él hace, la gratitud en medio de cualquier circunstancia, en todo momento, es lo que nos va a ayudar a aceptar nuestra situación, aceptar nuestras circunstancias, da igual la que sea, porque Dios está con nosotros en medio de esas circunstancias. Pero antes de poder hablar de que tenemos que darle gracias a Dios porque es un mandato y lo vamos a ver ahora, Tenemos que hablar de qué podemos hacer para tener esta actitud correcta. Porque la gratitud no es solamente un sentimiento, o principalmente un sentimiento. No es que yo no siento gratitud. No pasa nada que no lo sientas. Pídele perdón a Dios que no lo sientas. Pero recuerda, moldea tu carácter. Haz algo para que tengas la actitud de gratitud. Primordialmente son acciones que hacemos en respuesta a algo. Hablando ahora con respecto a Dios, Son nuestras acciones, nuestro estilo de vida, nuestra actitud en respuesta a lo que Dios ha hecho. Ser agradecidos es un estilo de vida, un estilo de vida constante, un estilo de vida que debe de marcar nuestras vidas. Las personas deben de vernos y poder decir de nosotros, esas personas, aun en medio de la dificultad, aun en medio de sus problemas, aun en medio de sus imperfecciones, son personas agradecidas, en lo poco, en lo mucho. tenemos que aprender a estar contentos. Y para poder estar contentos, para poder estar satisfechos, para poder estar felices, tenemos que ser agradecidos. Un niño mal agradecido no tiene una cara de felicidad, ¿verdad? De la misma manera, si nosotros no aprendemos esta actitud, no vamos a poder reflejar el gozo del Señor en medio de las tribulaciones. Así que, ¿cómo podemos crecer en gratitud? Hay dos cosas, y las vamos a ver ahora. Pero la verdad es que normalmente nosotros nos complicamos las cosas. Nos encanta hacernos la vida más difícil de lo que es. Ya en sí la vida a veces es complicada, es difícil. Molesta, por decirlo de una manera. Y nosotros lo empeoramos, lo dificultamos. Nos ponemos nosotros mismos al pie. Nos impedimos a veces. En vez de hacer lo correcto, nos esforzamos por hacer las cosas a nuestra manera. Sabemos lo que tenemos que hacer, sabemos que tenemos que confiar, sabemos lo que tenemos que hacer, pero hacemos lo que queremos. Lo hacemos a nuestra manera. Intentamos hacer las cosas como yo mejor pienso. Nos pasemos la vida más difícil. Y esta misma actitud de testarudez, de terquedad, de esta actitud de necedad que está en todos nosotros, esta actitud de queja, que puede estar en todos nosotros, nos impide ser agradecidos, nos impide reflejar esta actitud en nosotros, en nuestros corazones. Nosotros mismos nos impedimos a nosotros mismos de ser agradecidos, de estar felices. No son tus circunstancias las que te están haciendo infeliz, no son tus problemas, tu falta de salud, tu falta de dinero, eres tú. Somos nosotros, soy yo el que me hago la vida más infeliz. por falta de gratitud y por falta de la actitud correcta ante la circunstancia donde Dios nos ha puesto. Entonces, para combatir esta tendencia de nuestro corazón pecaminoso, podemos hacer dos cosas. Primero, recordar quiénes somos nosotros delante de Dios. Y segundo, recordar todas las misericordias de Dios. Es simplemente traer a nuestras mentes quiénes somos, quién es Dios, qué ha hecho Él en toda nuestra vida. Se escucha fácil, ¿verdad? Son dos cosas que vamos a estar viendo entonces. Recordar quiénes éramos delante de Dios, quiénes somos y recordar las misericordias de Dios. El título del sermón de hoy es Seamos Más Agradecidos. Y lo puse en voz de mandato porque las escrituras nos mandan a ser agradecidos. Dios nos dice, bueno, si ustedes quieren y ustedes lo ven a bien, y están bien, están felices, están satisfechos, entonces agradezcame, no, no, el Señor nos manda a ser agradecidos, da igual en la circunstancia que estamos, porque nuestra gratitud, nuestra felicidad no depende de la circunstancia, depende de Dios, de cuánto estamos satisfechos en Él, de cuánto recordamos lo que Él ha hecho por nosotros. en todas las escrituras, hermanos, en el Antiguo Testamento, en el Nuevo Testamento, vemos una y otra vez llamados a ser agradecidos, a venir con acciones de gracias al Señor. En el Antiguo Testamento, por ejemplo, hacían sacrificios de acción de gracia, no para, para reconciliarse con Dios, no, no, sino para simplemente agradecerle por todo lo que el Señor les daba. Ellos iban y sacrificaban sus animales en acción de gracia. Cantaban cánticos, alabanzas, adoraban a Dios en respuesta a todo lo que Dios es y todo lo que Dios ha hecho por ellos. En el Nuevo Testamento también vemos el ejemplo de Cristo. Cristo mismo vivió una vida agradecida con el Padre, en gratitud. En las cartas también del Nuevo Testamento somos una y otra vez llamados a dar gracias en todo momento. por eso como les decía elegí el texto de primera de tesalonicenses capítulo 5 versículo 18 para poder ver esta verdad y lo voy a leer nuevamente dice den gracias en todo porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús solo vamos a concentrarnos en den gracia en todo es corto pero podemos hay mucho que decir y podríamos hablar mucho más así que veamos primero ¿Cómo podemos ayudarnos a ser obedientes? O mejor dicho, veamos juntos lo que Dios ha hecho por nosotros para que seamos hijos agradecidos. Y no hijos mal agradecidos. Entonces lo primero que vamos a ver es recordemos quiénes somos nosotros delante de Dios. Y aquí hay una infinitud de textos bíblicos que nosotros podemos traer a nuestras mentes verdades de las Escrituras para recordar quiénes éramos y quiénes somos. Por ejemplo, Efesios capítulo 2, del versículo 1 al 3, dice así la palabra de Dios. Y él les dio vida a ustedes, a nosotros, los creyentes. Y él les dio vida a ustedes que estaban muertos en sus delitos y pecados, en los cuales anduvieron en otro tiempo, según la corriente de este mundo. Conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia. Entre ellos, también, todos nosotros en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo los deseos de la carne y de la mente. Y éramos por naturaleza hijos de Ira, lo mismo que los demás. Colosense capítulo 3 versículo 5 al 7 dice, por tanto, consideren los miembros de su cuerpo terrenal como muertos a la fornicación, a la impureza, a las pasiones, los malos deseos y la avaricia, que es idolatría, pues la ira de Dios vendrá sobre los hijos de desobediencia por causa de estas cosas, en las cuales ustedes también anduvieron en otro tiempo cuando vivían en ellas. Creo que la escritura es clara. Romanos capítulo 3, versículo 10 al 12 dice, como está escrito, no hay justo ni a uno. No hay quien entienda, no hay quien busque a Dios. Todos se han desviado. A una se hicieron inútiles. No hay quien haga lo bueno. Y no hay ni siquiera uno. Y hay muchos más hermanos. Pero creo que son suficientes para que podamos ver el estado en el cual nos encontrábamos antes de que Dios nos salvara. estábamos perdidos en nuestros pecados, entregados voluntariamente a nuestras pasiones, hundidos, ensimismados, buscando solamente satisfacer nuestros deseos, nuestros placeres, enemigos de Dios, aunque no lo veíamos así, no lo sentíamos así, esa era nuestra naturaleza. Apartados de Él, rebeldes, malagradecidos, estábamos solamente enfocados en lo que nos importaba a nosotros, en lo que nos beneficiaba a nosotros, en las cosas de este mundo, en las cosas terrenales, no nos importaba el pecado, no nos importaba pecar. Éramos esclavos de nuestra propia autoidolatría. El ser humano, por naturaleza, por causa de su pecado, es autoidólatra. Idolatramos muchas cosas, pero al fin nos idolatramos a nosotros mismos, porque hacemos todo eso para nuestra conveniencia. Da igual lo que tengamos que hacer. De ahí nos salvó Dios. Dios no vino a salvar a los justos. Dios no vino a llamar a los justos a arrepentimiento. Dios no vino a sanar a los que ya no necesitan un doctor. Dios vino a rescatar a los perdidos, a los hundidos, a los miserables, a los que estaban esclavos de sus pasiones. Y recordar de dónde nos sacó Dios, contrastándolo con quién Él es y con lo que nosotros hubiéramos merecido recibir, debería de quebrantar nuestro orgullo. debería de recordarnos, hermanos. ¿Quiénes somos nosotros? ¿Quién es nuestro Dios? ¿Y dónde estamos ahora? Recordar estas cosas nos posiciona en el lugar correcto. Hemos pecado en contra de un Dios santo, justo, infinitamente, que castiga al culpable, aborrece la iniquidad, y ama la rectitud. Es ese Dios que nos ha salvado en Cristo Jesús. Y en vez de castigarnos, en vez de darnos lo que merecemos, en vez de simplemente acabar con nuestras vidas por todo lo malo que hemos hecho, ha decidido enviar a su Hijo. No nos ha pagado conforme a nuestras obras. Yo no sé qué es lo que usted cree, mi querido hermano, pero Dios no nos ha pagado conforme a nuestras obras. Eso hubiese sido justo. pero Dios decidió ser un Dios de gracia y su justicia, ponerla encima de su Hijo. Recordar estas cosas, hermanos, recordar de dónde Dios nos ha sacado, qué es lo que Él ha hecho por nosotros, nos debe de llevar a vivir una vida en gratitud, agradecida, gozosa, Si no recuerdas tu pecaminosidad, si no recuerdas de dónde te sacó Dios y no te ves a la luz de los ojos de Dios, no vas a poder ser más agradecido. Es imposible. Si tú crees que tú eres perfecto y que Dios te eligió a ti porque tú eras bueno, mejor que los demás que estaban alrededor tuyo, ¿de qué tú le vas a agradecer a Dios? Si Él hizo lo que tenía que hacer. Más le vale que me salvó. Yo no podía estar más ahí entre los pecadores. Él me tenía que salvar. Porque yo no he matado a nadie. Yo no he hecho malas cosas en este mundo. Él tenía, él no tenía nada. Él no tenía que hacer nada. Lo único que tenía era castigarnos por nuestros pecados. Pero en vez de castigarnos, decidió salvarnos. En vez de castigarnos, decidió perdonarnos. En vez de castigarnos, el Dios santo y justo decidió derramar su gracia sobre nosotros. Déjame decirte una cosa. aquellos que están de visita, quizás, quizás no te ves a ti mismo así de esa manera, quizás esto es muy duro, muy fuerte, quizás no te consideras como un miserable pecador, que son palabras fuertes y normalmente eso no les enseñan ¿verdad? en estos programas de autoayuda o estas charlas motivacionales, no te dicen créete un miserable pecador, no lo dicen, pero es una realidad. Es una verdad. Y quizás tú no lo veas así, quizás no te sientes culpable de ninguna rebelión, tú no eres enemigo de Dios, crees que todo está bien porque crees en Él. A veces visitas la iglesia, a veces te recuerdas de alguien que está en necesidad y le das una monedita. Corre, date la vuelta, arrepiéntete, porque esa no es la verdad, esa no es la realidad, esa no es la vida. en la cual vivimos. Esa es una mentira, es un engaño, y estás engañado. Y si no corres a Cristo, todo está perdido. Porque tu bondad y tu justicia no es suficiente para estar delante de Dios. Y tú, mi querido hermano, mi hermana, si no somos intencionales en recordar estas cosas, de dónde nos sacó Dios, ¿qué éramos antes? Vas a creer que te lo mereces todo de él. ¿No nos ha pasado? ¿No nos ha pasado que nos quejamos porque el Señor no me da un mejor trabajo? ¿El Señor no me da una casa más grande? ¿Por qué? Si yo soy bueno, yo voy todos los días a la iglesia, yo doy mi diezmo. Eso es una manera no bíblica de pensar. Si no recordamos quiénes éramos, quiénes somos, de dónde nos sacó Dios y quién es Dios, vamos a creer que nos merecemos algo mejor. Y lo único que nos merecemos de Dios es el castigo por nuestros pecados. Si crees que mereces algo más, vas a también empezar a tener una vida de queja. Vas a empezar a quejarte. Si tú crees que Dios te debería de dar algo más y no lo tienes, vas a empezar a quejarte. ¿Por qué no tengo una casa? ¿Por qué no tengo un carro más grande? te vas a empezar a frustrar. Porque a tu vida le faltan muchas cosas que no tienes y deberías de tener, porque tú te las has ganado. Si no recuerdas quién eres delante de Dios, vas a vivir una vida de queja en vez de una vida de gratitud. Porque crees que no puedes disfrutar lo que tienes porque nunca nada es suficiente. Tienes una casa, quieres una más grande. Tienes un carro, quieres uno más grande. ¿Tienes un trabajo? Ah no, uno mejor. Nada nos satisface en este mundo. Y si creemos que todas esas cosas nos las merecemos y siempre necesitamos y queremos más, nunca vamos a ser felices en este mundo. ¿Por qué tú crees que tu corazón está insatisfecho? Eso no es culpa de Dios. No es culpa de Dios que nuestro corazón esté insatisfecho. Que a veces tengamos momentos de angustia, de infelicidad. Está insatisfecho porque te has olvidado de donde Dios te sacó. Está insatisfecho porque quieres más, porque crees que mereces mejores cosas. Está insatisfecho porque no ves la mano de Dios en todas las cosas que Él está haciendo en tu vida y su bondad, su misericordia, su gracia. No merecemos nada de lo que tenemos de Dios y Él nos ha dado mucho más. Pero Dios, Estábamos perdidos, estábamos muertos en nuestros delitos, éramos sus enemigos, no merecíamos nada más que el castigo, pero Dios, hermoso y glorioso, pero Dios, hermanos, pero Dios, nuestro Dios, que es bueno, infinito en misericordia, no nos dejó en ese estado, porque solamente si metemos en nuestra mente, verdad, este estado que teníamos nosotros, quizás nos deprimimos y nos tiramos en la cama, nos desanimamos, Que se acabe el mundo ya. No hermanos, ese no es el fin de esto. No buscamos, no busco que ustedes recuerden estas cosas para que se tiren y se echen a llorar. No hermanos, el fin de estas cosas es mirar nuestra pecaminosidad para mirar a Cristo y valorar a Cristo como Cristo debe de ser valorado. Teniendo todo el derecho de castigarnos, decidió salvarnos y perdonarnos en Cristo Jesús. tenemos que recordar quiénes éramos, quiénes somos delante de Dios, y segundo, tenemos que recordar todas las misericordias de Dios. Romanos capítulo 5, versículo 8 dice, pero Dios demuestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. Primera de Juan, capítulo 4, versículo 10, dice, en esto consiste el amor, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados. Y en Efesios, capítulo 2, versículo 4 al 5, dice, pero Dios, que es rico en misericordia por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo porque por gracia ustedes han sido salvados ¿De qué te quejas? ¿De qué te quejas? ¿Qué más quieres de Dios? ¿Qué más quieres de Él? Si se entregó a sí mismo por ti ¿Por qué te quejas? porque no sabes quién eres delante de Él, porque no te acuerdas, no recuerdas de dónde Él te sacó, no sabes qué le costó a Él salvarte a ti de tus pecados. Nos salvó aún siendo pecadores, decidió enviar a su Hijo a vivir por nosotros, recibir su castigo en la cruz, morir en nuestro lugar. Nosotros a veces, y esto es lamentable, hermanos, caemos en el error de simplemente recitar el Evangelio, Muchos decimos, tenemos que predicarnos el evangelio, recordarnos el evangelio, predicarnos el evangelio los unos a los otros, pero a veces yo creo que caemos en el error de simplemente recitarlo, como si fuera un mantra. El Señor vino, murió, vivió y resucitó. Eso no te va a ayudar. Así no funcionan las cosas. No es recitar. No son palabras mágicas. Es lo que Él hizo por nosotros. Son los significados de las palabras, de lo que Él hizo en la cruz. Entregó su vida siendo hombre por nosotros. ¿Qué más quieres de Él? ¿Por qué te quejas si tenemos más de lo que merecemos? En vez de pagarnos conforme a nuestras obras, conforme a la vanidad de nuestras vidas, nos vino a salvar. ¿Qué más quieres? ¿Qué más quieres de Él? Alguien decía que si Dios solamente nos hubiese librado de la culpa, ya eso debería de ser suficiente para nosotros. Pero luego decía, y si Dios nos hubiese librado de la culpa y también nos hubiese regalado el perdón y la justicia, ya tendría que haber sido suficiente. Pero Dios es rico en misericordia y no solo nos libró de la culpa, no solamente nos hizo justos, nos perdonó, sino que nos dio la vida eterna. Entonces, ¿qué más quieres? ¿Por qué no es la gratitud lo que define tu vida, sino la queja? Si estás aquí hoy, todavía no te has arrepentido, todavía no confías en Jesús. Si todavía no has puesto tu confianza en Él, deja de ir tras el viento. Nuestro corazón es engañoso. Eso lo dice Dios en su palabra. ¿Qué significa eso? Nosotros nos engañamos a nosotros mismos para sentirnos bien, para obviar las realidades de la vida. No les ha pasado. Eso se llama ignorar las situaciones. ¿Para qué? Ah, no, para que no me... No, no, no, yo no pienso en eso. Nos engañamos a nosotros mismos. Dejemos de correr tras el viento. Dejemos de ir tras las vanidades del mundo. Deja de estar acumulando ira para el día del juicio. Y si no te has arrepentido, arrepiéntete hoy. Ven hoy a Cristo, vuelve al Señor. Solamente hay un mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo. Tus obras no son suficiente, tu bondad no es suficiente, Cristo es suficiente. Y es recordando esa misericordia lo que nos ayuda a ser agradecidos. ¿Te quejas de que tu trabajo es muy difícil? Recuerda lo que Él hizo por ti. ¿Te quejas? ¿Te gustaría tener más y más y más? Recuerda lo que Él hizo por ti. ¿Y de dónde Él te sacó? Porque Él no hizo lo que hizo porque te lo merecías. Él hizo lo que hizo a pesar de quién tú eres. Dejemos de estimarnos más a nosotros mismos que a los demás. A veces muchos dicen, no, es que tiene un problema de autoestima. Mentira. Tiene un problema de demasiada autoestima. Las personas no se estiman muy poco, no se estiman demasiado a sí mismas. Y por eso les duelen las cosas, por eso sufren. Tu pecado te engaña, el mundo te engaña, una vida sin Cristo no vale la pena. Entonces, si estás hoy aquí y no tienes a Cristo, aférrate a Él. Aférrate a Él porque Él es lo único que hay, lo único que tenemos, lo único que nos puede dar seguridad, satisfacción, propósito. No hay nada más en este mundo. Puedes correr tras el viento, puedes ir tras tu sueño, pero nada de eso va a satisfacer tu corazón, que le pertenece a Dios porque Él lo creó. Hermanos, Dios nos ama. ¿Qué más quieres? Dios te ama. Eso lo decimos a veces muy fácil. No, Dios me ama. Bien lo sé. No, no lo sabes. No sabes lo que significa el amor de Dios. Lo que implicó para Él amarte. Dios nos ama a pesar de lo que éramos. A pesar de lo que somos. decidió adoptarnos, justificarnos, santificarnos y glorificarnos a pesar de lo que somos. ¿No sientes gratitud, hermanos? ¿No sientes gozo al recordar estas cosas sabiendo que no merecías nada de esto? Si no todo lo contrario. Pero déjame ayudarte un poquito más. Quizás tu corazón está un poquito frío. Quizás ya esto no causa tanto efecto en ti, eso está mal. Que esto no sea suficiente está mal. Pero Dios, que es rico en misericordia, no solamente ha hecho una cosa por nosotros, sino que Él hace constantemente todo por nosotros. Así que, ¿qué pasa con todo lo demás? Bien, Dios nos sacó, nos libró, nos salvó, nos justificó, nos santificó, nos dio la vida eterna. ¿Y ahora qué? ¿Qué pasa con todo lo demás? Bueno, romanos, capítulo 12, versículo 1 dice, por tanto, hablo, ¿verdad?, los romanos, por tanto, hermanos, les ruego que por las misericordias de Dios, presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, aceptable a Dios, que es el culto racional de ustedes. Y aquí Pablo lo que está haciendo es, después de haber durante unos 11 capítulos, verdad, decir todas las bondades que Dios ha hecho por su pueblo, los ha librado, los ha salvado, los ha justificado, los ha bendecido con abundantes bendiciones, Pablo dice, por estas misericordias, por todo esto que Dios ha hecho por su pueblo, por tu salvación, entrega tu cuerpo como un sacrificio vivo. Y principalmente está hablando de la obra de salvación, claro está. Pero aquí podemos incluir en manera de aplicación todas las demás cosas también. Porque eso no es lo único que Dios ha hecho por ti ni por mí. ¿Y de dónde sabemos eso? Romanos capítulo 8 versículo 28 dice, Esto es, para los que son llamados conforme a su propósito. Déjame preguntarte una cosa. ¿Qué significa en este texto todas las cosas? ¿Las cosas buenas? ¿Las cosas del ahora? ¿Sólo las cosas fáciles? No, mis hermanos. Lo bueno y lo malo, lo fácil o difícil, lo que le agrade y lo que no te agrada, el presente y en el pasado. Todo coopera para nuestro bien. Todo lo que Él ha hecho y todo lo que Él ha permitido en nuestras vidas. Para ser hechos conforme a la imagen de su Hijo. Todo, hermanos. No solamente la salvación es una misericordia que debemos de recordar para sentir gratitud, sino todas las cosas. Así que por favor, hermanos, por favor. Yo sé que algunos tenemos hijos, trabajo, responsabilidades, siempre muchas cosas que hacer, pero también nos entretenemos bastante. Y lo sé porque yo lo hago. Me gusta el entretenimiento. Me gusta jugar con mis hijos. Me gusta ver una película. Me gusta. Está bien escuchar música, jugar, leer un libro. Está todo excelente. Pero también tenemos que aprender a ser personas que mediten en la palabra de Dios, como dice el Salmo 1. Meditar en la ley de Jehová, de día y de noche. De la misma manera necesitamos meditar, reflexionar, acordarnos de las misericordias de Dios en nuestra vida. ¿Dónde naciste, por ejemplo? Fue Dios que soberanamente decidió que tú nacieras en tu país. en el año que naciste, en la familia que naciste, con los padres que tuviste, con los hermanos que tuviste, que vivieras la vida que viviste. A veces nos quejamos, sí, que yo nunca fui al McDonald's de joven. Sí, pero comiste, tuviste ropa, llegaste a tener un televisor, un Walkman de esos. ¿Dónde vivimos ahora? Hermanos, somos millonarios si nos comparamos con otras personas que no tienen nada. Tenemos tantas cosas, tantas libertades, tantas comodidades en este mundo, que una piedrita en el zapato ya nos incomoda. Hay gente que camina descalzo. Hay gente que no tiene cuatro chaquetas y diez pares de zapato para el verano y cinco para el invierno y unas botas de lluvia, por si acaso. Meditar y reflexionar también que si tenemos una esposa, el Señor nos ha dado una esposa, un esposo, hijos, un trabajo, la iglesia que el Señor nos ha dado. Son misericordias. Eso no te lo mereces. Eso no me lo merezco. Nosotros no merecemos nada de lo que recibimos de Dios. Son misericordias que Dios ha dado, que nos ha dado a cada uno de nosotros para que las valoremos, para que las disfrutemos, pero para que los glorifiquemos a Él, para que estemos agradecidos con Él. y para que las recordemos, hermanos. Recordemos la misericordia de Dios. Su providencia está obrando en nuestra vida constantemente para nuestro bien. O Dios no a veces te ha concedido los anhelos de tu corazón. Soy yo el único que Dios a veces me ha dado lo que yo le he pedido. Nuestro Padre es bueno porque satisface nuestras necesidades. en todo momento y nos da más de lo que necesitamos. Así que medita, reflexiona, acuérdate de sus misericordias para que pueda vivir una vida en gratitud, satisfecha, lo cantamos hoy. Pero también tenemos que recordar las veces donde Dios no nos ha concedido los anhelos de nuestro corazón. Dios no solamente nos da lo que despedimos. Él a veces también nos dice que no, y eso es algo bueno. Y si aprendemos a valorarlo, también le vamos a dar gracias a Dios. Porque no nos ha dado más. Porque nos mantiene ahí. Porque nos limita de cualquier manera. Porque aún eso es una misericordia de Dios. Dios nos corrige como un padre. No nos deja como bastardos. A Él le importa. Le importamos. Procura cuidarnos, moldear nuestro carácter. ¿Cuántas veces Dios te ha ayudado a pasar una situación difícil en tu vida? Y así podrías seguir y seguir y seguir, hermanos. Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana para cada uno de nosotros. No tenemos palabras, no hay tiempo, hermanos, para contar todo lo que Dios hace por nosotros, todos los días de nuestra vida. Lo que pasa es que nosotros nos olvidamos quienes somos, nos olvidamos de lo que Él ha hecho, nos olvidamos de lo que Él hace, y nos empezamos a quejar de lo que no tenemos, nos empezamos a quejar de lo que debería de tener, de lo que yo quisiera ser, de lo que no quisiera ser, de lo que sí tendría, de lo que no tendría, Él me tiene que dar esto, me tiene que dar lo otro. Y en vez de vivir una vida gozosa, feliz, satisfecha, en gratitud, vivimos vidas amargadas. Para ir terminando, entonces, ¿cómo podemos crecer en gratitud? Acordándonos, hermanos. ¿Quiénes éramos? ¿Quiénes somos delante de Dios? Justos y pecadores. Eso es lo que somos. Ahora, en Cristo, Él nos ha limpiado, nos ha lavado, nos ha justificado, pero todavía seguimos siendo pecadores, que necesitamos de su gracia. Segundo, recordando todas las maravillas de su misericordia en nuestra vida. Nos dio vida en Cristo Jesús y nos está bendiciendo y nos sigue bendiciendo y nos seguirá bendiciendo por toda la eternidad. Pero el texto que tomamos para el sermón de hoy nos dice algo más, no solamente estén agradecidos o den gracias y punto, ¿no? Primera de Tesalonicense, capítulo 5, versículo 18 dice, den gracias en todo. porque esta es la voluntad de Dios para ustedes en Cristo Jesús. Ahí no dice denle gracias a Dios por la mañana o cuando todo está bien o cuando Él cumple una de sus oraciones. Den gracias en todo. Alguien decía, hablando al respecto de este texto, y como les decía antes, es un texto que está unido en un párrafo, ¿verdad?, en una idea, entonces el autor también une estas cosas. Escuchen bien. Dice, desde luego, que el corazón que se regocija y que ora, es un corazón agradecido. Pero en igual manera, es el corazón agradecido, el corazón que se regocija y que ora. Ahora, presten atención. La gratitud es una virtud cristiana hermosa, pero lo significativo de este mandato es la frase en todo, lo que significa en todas las circunstancias. Estas incluyen alegría y tristeza, enfermedad y salud, ganancias y pérdidas. La fe en Dios es lo que causa la diferencia. ¿Cuán frecuentemente las personas más desafortunadas son las personas más agradecidas? ¿No lo ha visto usted eso? Las personas que menos tienen son las que más felices están. Entonces ya sabemos qué es lo que Dios quiere, qué es lo que debemos hacer, sabemos cómo, sabemos cuándo. ¿Verdad? En todo momento. Y creo que están de acuerdo conmigo que ser agradecido cuando las cosas van bien es algo fácil. Es fácil, Darle las gracias a Dios por la mañana cuando nos levantamos, ¿verdad? Bien descansados. Es fácil darle las gracias a Dios cuando todo sale como nosotros queremos. Cuando las cosas son fáciles. Pero también es difícil ser agradecido. Usted lo sabe, yo lo sé. Es difícil ser agradecido y por eso necesitamos depender de Dios, depender de su palabra, pasar tiempo en oración. Acuérdense, esas cosas estaban unidas, pero como no era el tema del sermón, entonces lo dejé afuera. Jesús dijo que separados de Él, nada podemos hacer. Pero Dios en su palabra nos da algunas ayudas para cumplir este mandato, para que vivamos vidas que le glorifiquen, vidas satisfechas en Él. Así que no le voy a recordar de dar gracias a Dios para la comida. Todos lo hacemos, ¿verdad? No le voy a recordar darles gracias a Dios por un día cuando nos vamos a dormir. Eso es fácil darle gracias a Dios por eso. Cuando a veces después de orar fervientemente por algo y el Señor cumple nuestros deseos, no porque tiene, sino porque quiere y se complace en bendecirnos. también le damos gracias a Dios entonces no hay necesidad de recordarles darle gracias a Dios en eso nosotros vivimos una media vida de gratitud en los buenos momentos somos muy agradecidos pero cuando las cosas se ponen difíciles se fue la gratitud entonces si tenemos que recordar de ser agradecidos y es mi deseo y mi oración, mi sentir Que el Señor nos ayude, hermanos. Porque es fácil cuando todo está bien, pero es muy difícil cuando todo está mal. O cuando creemos que está mal. Desde nuestro punto de vista. ¿Por cuál dificultad estás pasando tú? ¿Por cuál dificultad estás pasando tú ahora mismo? ¿Qué te impide ser agradecido? Es fácil antes de comer y por la mañana y quizás antes de dormir. Pero en medio de tu aflicción, de tu dificultad, también debemos de ser agradecidos. Entonces, ¿qué te impide ser más agradecido? ¿No estás viviendo la vida que te esperabas? ¿No estás en el lugar que deseabas? ¿No tienes el trabajo que anhelabas? ¿Estás quizás teniendo dificultades con salud? ¿Te han hecho pasar vergüenza? ¿Has sido avergonzado? ¿Te han tratado con injusticia? ¿O alguien te está tratando con indiferencia por tu fe? ¿Te ven como un loco por tu amor a Dios? Independientemente de qué situación tú estés pasando en tu vida, debemos ser agradecidos. Hermano, ¿pero cómo? Recordando quiénes somos, recordando quién es Él, recordando las infinitas misericordias que Dios tiene por Su pueblo y tiene por ti. No tienes que recordar lo bondadoso que Dios fue con Israel en el desierto y le dio maná, no. Recuerda todo lo que Dios te ha dado a ti. Recuerda todas las bondades que Dios ha tenido contigo, todas las misericordias, todas las veces que te ha guardado del mal, te ha guardado de caer en tentación, te ha dado algo que tú le pedías y le anhelabas. Recuerda todas las misericordias de Dios en sus vidas. en medio de la dificultad, en medio de esas situaciones. Dios no nos ha prometido quitarnos las dificultades. Él nos ha prometido estar con nosotros en medio de ellas. Así que aprendamos a ser agradecidos, hermanos, en esas dificultades. Debemos de arrancar la queja de nuestros corazones y buscar el gozo, el contentamiento en nuestras vidas. Pero si no somos intencionales, y ejercemos la gratitud en todo momento, no vamos a disfrutar de la vida que Dios nos ha dado. Vamos a vivir media vida, más o menos. Y la otra vida, que es también para nuestro bien, porque eso es lo que dice la Palabra de Dios, vamos a vivir malagradecidos, quejándonos de manera miserable, dando un mal testimonio, siendo malos hijos. ¿A quién le gusta ver a un hijo malagradecido? a nadie. No nos portemos como hijos malagradecidos. Como les decía, no es fácil. Es fácil cuando todo está bien, pero cuando todo está mal, cuando todo va en nuestra contra, desde nuestro punto de vista, es más difícil. Pero somos capaces. Dios nos ha librado de la esclavitud de nuestro pecado. Y sí podemos, hermanos, recordarnos recordarnos de dónde nos sacó, recordarnos quién es Él y qué Él ha hecho por nosotros y qué sigue haciendo hoy a pesar de lo que somos, hermanos. Acuérdense esa palabra, a pesar de lo que somos. Dios sigue siendo fiel. Así que seamos más agradecidos, mis hermanos, para que vivamos vidas que glorifiquen a Dios delante de los demás y para poder estar satisfechos y contentos en Él. Oremos, hermanos.
1 Tesalonicenses 5:18 | Seamos mas agradecidos | IBHV
Series Sermones Temáticos
La gratitud a Dios, por todo y en todo, es lo que nos va a ayudar a aceptar nuestra situación e incluso a poder dar gracias a Dios en medio de ella. Pero antes de poder hablar, de darle gracias a Dios, tenemos que hablar, de como podemos tener la actitud correcta, como podemos crecer en gratitud.
Y para combatir esta tendencia de nuestro corazón, podemos hacer dos cosas.
1 Recordar quienes somos nosotros, delante de Dios.
2 Recordar todas las misericordias de Dios.
Sermon ID | 108241749457798 |
Duration | 41:28 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 Thessalonians 5:18 |
Language | Spanish |
Documents
Add a Comment
Comments
No Comments
© Copyright
2025 SermonAudio.