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Primera de Juan, capítulo 2, si Dios lo permite, vamos a considerar el versículo 1 y el versículo 2. Primera de Juan, capítulo 2, desde el versículo 1 hasta el versículo 2. Jesucristo asegura tu comunión con Dios Padre. Jesucristo asegura tu comunión con Dios Padre. Por ello, rechaza el pecado. confía en Cristo, tu abogado, y descansa en el sacrificio perfecto de Cristo. O sea, Jesucristo asegura tu comunión con Dios Padre. Aquí en 1 Juan, Vemos como el apóstol Juan enumera en el primer capítulo su primer propósito por el cual escribe esta carta y es que tengan gozo, que los creyentes tengan gozo en su comunión con Dios. Por eso lo vemos ahí en el versículo 3 al 4 y dice, lo que hemos oído, lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos para que también vosotros tengáis comunión con nosotros y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre y con su Hijo Jesucristo. Estas cosas os escribimos para que vuestro gozo sea cumplido". Entonces vemos ese deseo que tiene que se gocen en la comunión que tienen con Dios. Pero también aquí en el capítulo 2 vemos que nos presenta un segundo propósito y es para que los creyentes se mantengan lejos del pecado. O sea, que no pequen. porque nos dice ahí en 1 de Juan capítulo 2 versículo 1 hijos míos estas cosas os escribo para que no peguéis y si alguno hubiera pecado abogado tenemos para con el padre a Jesucristo el justo y él Es la propiciación por nuestros pecados. Y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Eso es primera de Juan capítulo 1 desde el versículo 1 hasta el versículo 2. Ahora, el apóstol Juan en el capítulo 1 ha demostrado lo que obstaculiza la comunión con Dios, que es el pecado. Y lo que el apóstol Juan ha dejado claro, dos errores, porque había algunos de los falsos maestros que estaban creando problemas, que tenían ciertas creencias gnósticas, aunque no es el gnosticismo completo que luego se encuentra en el segundo siglo, pero ellos estaban enseñando que pueden llegar a un punto en su estado espiritual de no pecar. Y entonces llegaban al punto de decir, yo no tengo nada que confesar porque no he pecado. No tengo ningún pecado que confesar, pero no solamente había algunos que pensaban que ya una vez que habían recibido esa iluminación espiritual y eran la élite espiritual por su conocimiento, aparte de Cristo, o sea, hay que tener eso en pendiente, que eso es lo que creían, no solamente había algunos que decían, bueno, ya una vez que recibes la iluminación ya no peco, sino que había otros que decían, ¡nunca he pecado! Y por ello, ahí en 1 Juan 1, versículo 8 al 10, dice, si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos. Y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. Versículo 10, si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él, o sea, a Dios, le hacemos a Él, mentiroso, y su palabra no está en nosotros. Entonces, lo que el apóstol Juan, aquí en 1 Juan, esos capítulos 1 del 8 al 10, deja claro que aquellos que dicen que no han pecado, o que no hay necesidad de pecado, está resaltando que realmente no han puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador, porque no han confesado sus pecados, no se han dado cuenta de su necesidad de un Salvador. Y entonces, ahora, el apóstol Juan, en capítulo 2, Lo que hace es dirigirse directamente a los destinatarios, que son los creyentes de las congregaciones a las cuales se escribe, no es simplemente una congregación, sino son varias congregaciones que lo conocen, y lo que hay que notar es que en el capítulo 1, él se ha dirigido a ellos en plural para asociarse con los otros apóstoles. Él no es el único testigo ocular, no es el único testigo presencial, de que Dios se ha encarnado, de que Jesús realmente es el Cristo, es el Mesías, es el Hijo de Dios, sino que hay otros testigos también. Y por ello, en el capítulo 1, pues, habla en plural, pero ahora se dirige directamente en primera persona, por eso le vemos donde él dice en versículo 2, hijitos míos, estas cosas os escribo, para que no peguéis. Ahora, estas cosas se refieren a lo que acabo de mencionar. Ha estado enfatizando en los versículos anteriores que los creyentes, aquellos que han puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador, aún no están libres de pecado. Aún tienen necesidad de limpiarse, tienen necesidad de arrepentimiento, de confesar sus pecados. Porque aunque han puesto su fe en Cristo como Señor y Salvador, o sea, realmente han sido justificados delante de Dios, han sido declarados inocentes. Son... ahora han pasado de las tiñeblas a la luz. Ahora pertenecen al reino celestial. Ahora pertenecen a la familia de Dios. Y nadie les puede quitar eso. La cuestión es que puedes estorbar tu relación con Dios por el pecado. Y es como... No sé si lo sabéis, pero yo soy pecador. Supongo que lo sabéis, porque la Biblia nos dice, todos somos pecadores. Yo soy pecador, y creo que entenderéis que yo tengo padres, ¿vale? Tengo una fecha de mi principio, ¿no? Cuando fui concebido por mis padres y nací, ¿vale? La cuestión es que, en estos años, he pecado mucho. En ocasiones he pecado contra mis padres. Pero, simplemente porque haya pecado contra mis padres, no significa que haya dejado de ser su hijo. La cuestión es que ha habido, ha habido obstáculos que he puesto en nuestra relación. Y al pecar contra ellos, o sea, primero el pecado siempre es contra Dios, pero también pecamos contra otras personas y tenemos que pedir perdón a Dios, pero también tenemos que pedir perdón contra aquellos que hemos ofendido. Y entonces ha habido ocasiones que he construido esos muros de obstáculo, esos tropiezos en la relación y lo que necesito hacer, no he perdido mi estatus de hijo, sino que hay un obstáculo, hay algo que daña la relación y tengo que arreglar. Entonces, confieso mis pecados, les pido perdón y entonces se restablece la relación. De eso es lo que el apóstol Juan nos está hablando. Nos está hablando de la importancia de mantener nuestra relación con Dios. Y la cuestión es que el apóstol Juan ha enfatizado que los creyentes aún pecan. Aún caen en pecado. no pueden negar su pecado, y no pueden justificar su pecado. Bueno, he pecado por esta razón, entonces lo puedo justificar, lo puedo... No, no, no. Has pecado, tienes que arrepentirte, tienes que confesar tu pecado. Y es que, podría, algunos podrían llegar a pensar, bueno, vale, si los creyentes pecan, pero, como nos dice el versículo 9, confesamos nuestros pecados, él es fijo y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad, entonces, el perdón el perdón de pecados está disponible gratuitamente, pues entonces puedo pecar libremente. Porque, vale, soy pecador, bueno, admito eso y entonces peco y confieso mi pecado y ya está. ¡Qué bien! Puedo vivir en el pecado. Y es básicamente lo que Juan está diciendo. ¡No! ¡No! Es como el apóstol Pablo, en Romanos 6, del 1 al 2. ¿Qué pues diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? ¡En ninguna manera! En ninguna manera, porque los que hemos muerto en el pecado, ¿cómo viviremos aún en él? San Romano 6, del 1 al 2. Entonces, el apóstol Juan, aquí, en 1 de Juan, capítulo 2, del 1 al 2, quiere dejar muy claro que los creyentes no deben de pecar. El creyente debe tomar en serio el pecado. Aquellos que han sido perdonados, no deben de repetir sus pecados pasados. Por eso nos dice, hijitos míos, le vemos con ese, esas palabras de cariño, mostrando su relación e interés pastoral en ellos, ese cariño que tiene y esa posición de autoridad que tiene sobre ellos, por eso le llama, hijitos míos, pero dice, estas cosas os escribo para que no pequéis, para que no pequéis. Entonces, el apóstol Juan no quiere que pequen pero él también sabe que somos pecadores entonces no puedes negar de que no has pecado y no puedes negar de que nunca has pecado por eso no está contradiciendo lo que acabo de decir al final del capítulo 1 sino que está diciendo mira no debes de vivir en el pecado debes de apartarte del pecado porque el creyente debe tomar en serio El pecado. Y debe de confesar sus pecados. No confesar su pecado es incompatible con compañerismo con Dios. Y es que Juan desea que los creyentes reconozcan su pecado, que lo confiesen y vivan apartados del pecado. Entonces, lo que Juan no está haciendo es tomando la posición que acaba de criticar, ahí al final del capítulo 1, sino que habla de la provisión que Dios da al creyente cuando caiga en el pecado. O sea, el creyente va a caer en pecado, y cuando cae, Dios ha provisto ya la solución. Y es que Juan reconoce que los creyentes pueden pecar, por eso dice, hijitos míos, Estas cosas los escribo para que no peguéis. O sea, el creyente debe de esforzarse para no pecar. Debe de someterse a la voluntad de Dios para no pecar. Debe de velar y orar para no caer en tentación. Pero el apóstol Juan sabe que el hombre es débil, sabe la debilidad del hombre y el poder es seductor del pecado y de satanás y sabe que somos pecadores y que podemos pecar y que vamos a caer en pecado y entonces por eso dice a la mitad del versículo 2 y si alguno hubiere pecado o sea si alguno hubiere pecado abogado tenemos para con el padre a jesucristo el justo Entonces, vemos cómo el apóstol Juan reconoce que el creyente puede pecar y que va a llegar el día que va a pecar y no sé tú, pero yo peco todos los días. Entonces, constantemente necesito a alguien que interceda ante Dios por mí. Necesito a este abogado del cual nos habla porque, como nos dice Isaías 59, versículo 2, vuestras iniquidades. han hecho división entre vosotros y vuestro Dios. Y vuestros pecados han hecho ocultar de vosotros su rostro para no oír". Eso es Isaías 59, versículo 2. O sea, cuando el creyente cae en pecado, no pierde su membresía en la familia de Dios, pero sí perturba su comunión con Dios. Y por eso tiene que, como nos dice capítulo 1, versículo 9, Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad. O sea, necesitamos reconocer nuestro pecado, confesar nuestro pecado, acudir a Dios para recibir perdón. Y Él promete perdonar. Y es que el creyente ha sido justificado por Dios y tiene vida eterna. Ha pasado de muerte a vida y no vendrá a condenación. Es como nos dice Juan 5, 24. El que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida. Entonces, esa es la posición o el estatus en el cual se encuentra el creyente. Tiene vida eterna y tiene esa seguridad de salvación, pero cuando peca, perturba esa relación con Dios y necesita arreglarlo, necesita arrepentirse de su pecado. O sea, el creyente cuando peca no necesita ser justificado otra vez, porque ya delante de Dios ya ha sido justificado, ya ha sido declarado inocente por la obra de Cristo en la cruz. Posicionalmente ya es salvo, pero aún está en este proceso de santificación donde va creciendo a la imagen de Jesucristo, se va conformando más y más a la voluntad de Dios, sometiéndose a la palabra de Dios. Y lo que necesita, cuando peca, necesita perdón, perdón de su Padre Celestial. Y lo tiene asegurado porque Cristo intercede por él. Y por ello los creyentes no deben de tolerar el pecado. Y por eso aquí vemos como lo primero que tenemos que hacer es rechazar el pecado. Por eso nos dice aquí en versículo 1, esto es 1 de Juan 2, versículo 1. Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis. Pero como el apóstol Juan sabe, vamos a pecar. Entonces, si alguno hubiere pecado, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo, el justo. Entonces, aquí vemos la importancia de confiar en nuestro abogado. Porque cuando un creyente cae en pecado necesita restauración. Y Dios es quien ha provisto un remedio para aquellos que pecan y confiesan su pecado. O sea, la provisión divina para la restauración y la comunión se centra en la persona y en la obra de Jesucristo. Por eso aquí identifica al abogado. Dice, abogado tenemos para con el Padre, o sea, para con Dios Padre, a Jesucristo el justo. Y es que el creyente puede apelar a Jesucristo a quien intercede por él ante Dios Padre. Y es que Juan se incluye a sí mismo con aquellos que necesitan un abogado. Por eso dice, abogado, ¡tenemos! Porque él, ni siquiera él ha llegado a un estatus de ser perfecto, de no pecar. Él también necesita un abogado. Y es que los creyentes poseen y experimentan la restauración por medio de Jesucristo. Necesitamos a Jesucristo. Ahora, ese término aquí traducido abogado, en el lenguaje original es el término paracletos, y en el Nuevo Testamento este término solo aparece en el Evangelio de Juan y en Primera de Juan, en la Epístola de Primera de Juan. Ahora, en el Evangelio de Juan señala al Espíritu Santo. a quien Dios enviará cuando Jesús ascienda a Dios Padre. Él nos enviará a un consolador. Sin embargo, este texto, si notáis, dice que el abogado, o el paracletos, es Jesucristo. O sea, identifica a Jesucristo y su función en el cielo. quien intercede por nosotros, quien es nuestro abogado. Incluso es interesante porque en Juan, en el Evangelio de Juan, capítulo 14, versículo 16, Jesucristo identifica al Espíritu Santo como otro Consolador. ¿Por qué? Porque Él mismo es Consolador. Él mismo es quien intercede por nosotros. Él es nuestro abogado, el que está a nuestro lado. Y es que Jesucristo testifica delante de Dios a favor del creyente que cae en pecado. Jesucristo intercede por el creyente ante Dios aplicando su sacrificio a nuestra salvación. Por eso nos dice Romanos 8, versículo 34. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió, más aún el que también resucitó, el que, además, está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. Esos Romanos 8, versículo 34. Entonces vemos ahí cómo menciona a Jesucristo como nuestro intercesor. Él está a la diestra de Dios. Este término aquí traducido abogado, o en el griego es paracletos, se refiere a alguien llamado junto a otro para ayudar. ¿Vale? Eso es lo que realmente significa. Alguien llamado junto a otro para ayudar. Es un término legal de alguien que aparece en representación de otro. ¿Vale? Por eso aquí lo traduce abogado. Es alguien que intercede. Es un intercesor. Es un defensor. Es alguien que habla en beneficio de otro. Y eso es lo que Jesús es para con nosotros. Él intercede por nosotros. Él está a la diestra del Padre y aboga nuestra causa. O sea, Él nos defiende. Nosotros caemos en pecado, pero Jesús dice sí. O sea, Él no niega de que somos pecadores. Pero Él dice su deuda ya ha sido pagada. Sus pecados ya han sido cubiertos por la obra de la cruz, por el sacrificio de Cristo en la cruz, lo cual eso es lo que va a resaltar en el versículo 2. Ese sacrificio perfecto. Y es que el creyente no puede acudir a Dios por sí mismo, sino que necesita un intercesor. Y Dios nos mira a través de Jesucristo. y cuando el creyente cae en pecado tiene seguridad de un intercesor delante de Dios Padre. Eso es lo que está resaltando la seguridad que tenemos de que tenemos un abogado y es un abogado muy bien cualificado porque aquí vemos esta frase compuesta usando el nombre compuesto de Jesucristo donde Jesús, su nombre significa Yahweh salva pero identifica a Jesús en su naturaleza humana, pero también es el Cristo, es el Mesías, el que intercede por nosotros, pero también resalta su carácter, que es justo. Incluso aquí en Primera de Juan, capítulo 2, versículo 29, dice, sabéis que Él es justo. Eso es Primera de Juan 2, versículo 29. O sea, resaltando la justicia de Jesucristo. Él es santo y libre de pecado. Por ello, está cualificado para interceder por otros. Y entonces, Él intercede. Él nos aboga. O sea, Él aboga nuestra causa. Él es nuestro abogado. Ahora, hay que recordar también que la Escritura menciona que hay un acosador. en Apocalipsis 12, versículo 10, hay celebración porque por fin han echado al acusador, le han echado del cielo, y nos dice Apocalipsis 12, 10, se refiere al diablo, a Satanás, dice, ha sido lanzado fuera el acusador de nuestros hermanos, el que los acusaba delante de nuestro Dios día y noche. Eso es Apocalipsis 12, versículo 10. Entonces Satanás nos acusa, y bueno, nosotros caemos en pecado, y entonces acusa aún más, ¿no? Pero vemos que Jesús es quien intercede. Es quien intercede por nosotros delante de Dios. Es nuestro abogado. Y a Él le tenemos para con el Padre. Él intercede por nosotros. Y es que Jesucristo es quien asegura nuestra comunión con Dios Padre. Por eso, debemos de rechazar el pecado, debemos de confiar en Él como nuestro abogado, pero también tenemos que descansar en el sacrificio perfecto de Cristo. O sea, porque Cristo asegura tu comunión con Dios Padre, rechaza el pecado, confía en Cristo tu abogado y descansa en el sacrificio perfecto de Cristo. Por eso aquí, en versículo 2, dice, y Él, está hablando de Jesucristo, y Él es la propiciación por nuestros pecados. Y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Entonces, aquí vemos que menciona este término de propiciación, y propiciación Se refiere al... el pago. El pago que nos rescata. El pago de rescate que limpia de pecado y que satisface la ira de Dios. Y ésta se aplica a la persona cuando ésta la acepta por fe. Aquí se refiere a este sacrificio expiatorio por el pecado. Es la manera de obtener perdón. Es el pago del rescate. Y entonces aquí nos menciona que Jesucristo es la propiciación. O sea, Jesucristo no solamente es nuestro abogado quien habla a nuestro favor ante Dios, ante Dios Padre, sino que Él es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados. Es interesante porque en Hebreos resalta que Él también es el sacerdote. el sumo sacerdote que él presenta el sacrificio, pero el sacrificio no es un sacrificio de animales, no, él se presenta a sí mismo. Nos dice Hebreos 10, del 10 al 12, en esta voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre. y ciertamente todo sacerdote está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos sacrificios que nunca pueden quitar los pecados pero cristo habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados se ha sentado a la diestra de dios los hebreos 10 del 10 al 12 sabemos como Ahí resalta Él mismo. Él se presenta delante de Dios y Él es el sacrificio. Él es el sacrificio expiatorio por nuestros pecados. O sea, nuestro abogado no defiende que seamos inocentes, sino que presenta su sacrificio expiatorio por nosotros. esas deudas ya han sido pagadas, esos pecados ya han sido cubiertos por la sangre de Cristo. Incluso aquí mismo, en 1 de Juan, capítulo 1, versículo 7, la última frase dice, la sangre de Jesucristo, su Hijo, nos limpia de todo pecado. Ahora, lo que hay que entender es que Cristo no hubiera podido ser nuestro abogado si no hubiera muerto en nuestro lugar por nuestros pecados. Y su sacrificio no hubiera sido eficaz si él no hubiera sido justo. Si él hubiera sido pecador, él hubiera tenido que pagar por sus propios pecados. Y el pecador, ¿qué es lo que merece? La muerte. Pero al ser santo y justo, al no tener pecado, él pudo morir por los pecadores. Como os dice 2 Corintios 5.21. Al que no conoció pecado, Por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. O sea, él muere por nosotros. Él toma sobre sí mismo nuestros pecados. Y él puede morir porque, bueno, él es Dios santo, y justo, es eterno, y por ello puede volver a vivir. Y entonces, vemos aquí cómo Dios satisface la ira de Dios y él nos limpia de todo pecado. O sea, lo maravilloso es que Dios es quien toma la iniciativa para proveer salvación. Él provee al sustituto perfecto, Él provee al Salvador. O sea, Dios no dejó de amar a la humanidad cuando cayó en pecado. Sí, es el hombre quien rompió la relación por su rebelión contra Dios, por su pecado. Y Dios, al ser santo, no puede ignorar el pecado del hombre. Incluso aquí mismo en 1 Juan 1, versículo 5, resalta que Dios es luz y no hay ninguna tiñeblas en Él. Entonces, Él no puede tener relación con las tiñeblas. Por eso era necesario castigar el pecado, eliminar el pecado. Y Dios, reconociendo nuestra necesidad, nuestra debilidad, Él, por amor, envió a su Hijo. como sacrificio expiatorio. Y nos dice 1 Juan 4, versículo 10. Esto es 1 Juan 4, versículo 10. En esto consiste el amor. No en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó a nosotros. Y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Aquí vemos ese término otra vez, propiciación. Lo cual, ese término implica esa satisfacción de la ira de Dios. Implica ese pago de rescate que nos perdona. Por lo cual recibimos perdón de pecados. Y entonces vemos la iniciativa de Dios. Dios envió a su Hijo a morir en la cruz por nosotros. Y Cristo es quien muere en nuestro lugar. Nos dice Romanos 5,8. Y es que el sacrificio de Cristo pagó el castigo de los pecados. Y eso permite a Dios justificar al que cree en Jesús como Señor y Salvador. Como nos dice Romanos 3, 26. Dice, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia a fin de que él sea el justo y el que justifica al que es de la fe de Jesús. Entonces, aquel que se apropia por la fe del sacrificio de Cristo en la cruz, aquel que cree en Jesús como Señor y Salvador, recibe perdón de pecados, recibe vida eterna y por ello recibe perdón. ese perdón del cual nos ha estado hablando ahí en capítulo 1 versículo 9 dice si confesamos nuestros pecados él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad entonces ese sacrificio de cristo nos da acceso a dios cambia nuestra relación con dios porque ese sacrificio satisface la ira de dios pero también recibimos perdón expía nuestros pecados nos perdona nos limpia Y es que el apóstol Juan deja claro que Jesús es el sacrificio expiatorio, no sólo por los pecados de los creyentes, sino también por los pecados de todos, de los inquilinos también, porque aquí nos dice, Él es la propiciación por nuestros pecados. Y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Ahora hay que recordar que Juan el Bautista afirmó cuando vio a Jesús, que venía a él, dijo ahí en Juan 1.29, He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. No lo limita a ciertas personas, sino su sacrificio es suficiente para todo, para cubrir el pecado de todo el mundo. En 1 Juan 4.14, vemos como el apóstol Juan identifica a Jesús como el Salvador del mundo. Ahora, esto no significa que todos los pecados de las personas automáticamente son perdonados. Y que todos heredan la vida eterna. No. Porque incluso Juan descarta esa idea. En Juan, primera de Juan, capítulo 5, del 11 al 13, dice, este es el testimonio que Dios nos ha dado vida eterna y esta vida está en su Hijo. El que tiene al Hijo tiene la vida. El que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios para que sepáis que tenéis vida eterna y para que creáis en el nombre del Hijo de Dios. Entonces ahí está dejando muy claro que solamente los que tienen al Hijo, o sea, los que se apropian del sacrificio de Cristo en la cruz por la fe reciben a Jesús como Señor y Salvador. Ellos son los que tienen vida. Los que no confían en Él, los que no creen en Él, no tienen vida. Incluso en el Evangelio de Juan, en Juan 3, 16, dice, "...porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna." Entonces, cada persona tiene que decidir por sí mismo, creer. Creer en Jesús como Señor y Salvador. Y entonces recibe vida eterna. No recibe vida eterna automáticamente. simplemente porque el sacrificio de Cristo fue suficiente para cubrir todos los pecados. No, las personas tienen que apropiarse del regalo, tienen que recibir el regalo para que sea suyo. Incluso en Juan 3.36 dice, el que cree en el Hijo tiene vida eterna, pero el que rehúsa creer en el Hijo no verá la vida. sino que la ira de Dios está sobre él. Eso es Juan 3.36. Entonces, esos textos dejan muy claro que cada persona tiene que creer para poder recibir vida eterna, para poder recibir perdón de pecados. Y por ello aquí nos dice, en primera de Juan capítulo 2, versículo 2, y él es la propiciación por nuestros pecados, y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo. Entonces, la eficacia del sacrificio de Jesucristo no se limita a los pecados de sólo unos pocos, sino que cubre los pecados de todo el mundo. Pero cada persona debe de recibir ese regalo, debe de creer en Jesús como Señor y Salvador, y entonces recibe perdón de pecados y vida eterna. Nos dice en 1 Timoteo 4, versículo 10, está hablando de Jesucristo y dice que es el salvador de todos los hombres pero mayormente de los que creen. Ahora, ¿por qué hace esa diferencia? Porque su sacrificio es suficiente para todos. Su sacrificio es suficiente para todos. Esto es 1 Timoteo 4, 10. Su sacrificio es suficiente para todos pero no todos le reciben. Aquellos que le reciben Por ello ahí, en 1 Timoteo 4.10 dice, es salvador mayormente de los que creen, porque ellos son los que reciben esa salvación, los que reciben ese regalo de vida eterna. Y es que la provisión universal implica que todos lo necesitan, todos somos pecadores, necesitamos un salvador, todos estamos Por nuestra naturaleza pecaminosa, por haber nacido siendo pecadores, merecemos la muerte. Esa es la condena que Dios estableció desde el jardín de Edén. Si coméis este fruto moriréis. Y en Romanos 6.23 la paga del pecado es muerte. Entonces, si no haces absolutamente nada, vas a morir en tus pecados. Tienes que creer, tienes que apropiarte por la fe del sacrificio de Cristo para poder recibir, perdón, de pecados, para recibir vida eterna. Y por ello aquí el apóstol Juan está resaltando la grandeza o la magnitud, la eficacia del sacrificio de Cristo que cubre todos los pecados del mundo, pero cada persona tiene que recibirlo. O sea, todos pueden recibir perdón. No obstante, cada persona tiene que apropiarse del sacrificio de Cristo por la fe. Y entonces aquí vemos cómo el apóstol Juan nos asegura de que si has puesto tu fe en Cristo como Señor y Salvador, tienes comunión con Dios Padre. Y por ello, rechaza tu pecado. Vive en santidad. Pero también confía en tu abogado, acude a tu abogado, confiesa tus pecados. Vive una vida de arrepentimiento, constantemente reconociendo tu pecado, arrepintiéndote de tu pecado y sometiéndote a Dios y a su voluntad. Y descansa en el sacrificio perfecto de Cristo, que es suficiente para cubrir tus pecados. Y es que Jesucristo asegura tu comunión con Dios Padre. O sea, descansa en Él. Vamos a terminar en oración.
Jesucristo asegura tu comunión con Dios Padre
Series 1 Juan
Sermon ID | 102824203304917 |
Duration | 37:19 |
Date | |
Category | Sunday Service |
Bible Text | 1 John 2:1-2 |
Language | Spanish |
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